Notas sobre Levítico

Copyright 1982

By Wayne Partain

Derechos Reservados

Versiones

Texto de las notas: Valera Revisada 1960

La Versión Moderna (VM)

La Biblia de las Américas (BAS)

Nacar Colunga (NC)

Obras citadas

Edersheim “Bible History, Old Testament, Vol. I-IV,página 139

Keil and Delitzsch, Commentaries on the Old Testament (K-D)

An Exposition of Leviticus by A. A. Bonar (AAB)

Notes on the Old Testament by Albert Barnes (AB)

Commentary on the Whole Bible by Matthew Henry (MH)

 

Introducción

I. La importancia del libro.

      A. Desde luego, la importancia del li­bro se ve en el sencillo hecho de que está en la Biblia. Todo libro de la Biblia es muy importante. Pero veremos la impor­tancia del libro al fijarnos en su signifi­cado, contenido y relación con el resto de la Biblia.

      B. Levítico cabe perfectamente bien después del libro de Exodo, no porque contenga datos históricos que los conecten entre sí, sino porque al escribir el libro de Exodo, Moisés reveló los detalles de la construc­ción del tabernáculo y era necesario que se registrara también los detalles del servicio del tabernáculo, y esto es precisamente el propósito y contenido de Levítico. Si el libro de Levítico hubiera precedido el de Exodo, los servicios del tabernáculo se hubieran delineado antes de su existencia.

      C. Este libro es importante porque trata acerca de la expiación de los pecados del pueblo y de su acercamiento a Dios. En varios detalles la carta a los Hebreos co­rresponde a Levítico porque en los dos li­bros existe el plan o arreglo divino para acercarnos a Dios. Dice Heb. 10:22, "acerquémonos con corazón sin­cero". De manera imperfecta los is­raelitas podían acercarse a Dios por medio de los sacrificios de animales y la mediación del sacerdocio de Aarón, pero de manera perfecta nosotros podemos acer­carnos a Dios por medio del perfecto sacrificio y mediación de Cristo. Examinar estos libros conjuntamente y punto por punto es un estudio muy provechoso. Re­comiendo un repaso de las Notas so­bre Hebreos por el hermano Bill H. Reeves al estudiar estas Notas sobre Levítico.

II. El significado y natu­raleza del libro.

      A. El significado de Levítico.

          1. Viene del nombre Leví, uno de los doce hijos de Israel (Jacob). La familia o tribu de Leví fue escogida por Dios como posesión especial de El. Dios dijo (Ex. 13:2), "Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es". Pero Dios aceptó a los levitas (la tribu entera) en lugar de los primogénitos, y así los israelitas podían redimir a sus primogénitos. Dice Núm. 3:41, "Y tomarás a los levitas para mí en lugar de todos los primogénitos de los hi­jos de Israel, y los animales de los levitas en lugar de todos los primogénitos de los animales de los hijos de Israel. Yo Je­hová". Luego en Núm. 8:19, hablando del mismo asunto, agrega: "Y yo he dado en don los levitas a Aarón y a sus hijos de en­tre los hijos de Israel, para que ejerzan el ministerio de los hijos de Israel en el tabernáculo de reunión, y reconcilien a los hijos de Israel; para que no haya plaga en los hijos de Israel, al acercarse los hijos de Israel al santuario". Así vemos claramente que Dios escogió a los levitas para el mi­nisterio del tabernáculo. Véase 1 Crón. 23 para aprender sus deberes como gobernadores, jueces, músicos y can­tores (tributando alabanzas a Dios), porteros, etc.

          2. Levítico es el nombre de este libro en la Septuaginta, la versión griega (todos los libros del Antiguo Testamento fueron revelados originalmente en hebreo). El nombre hebreo del libro es Vaiyikra, que es la primera palabra del libro, "Llamó".

      B. La naturaleza del libro.

          1. Levítico, pues, es el libro que re­vela y explica las leyes y reglamentos que gobernaban el servicio religioso de los is­raelitas, bajo el ministerio de los levitas y especialmente el de los sacerdotes (Aarón y sus hijos).

          2. Este libro se puede considerar como un manual para los levitas y espe­cialmente para los sacerdotes.

          3. El libro tiene que ver con los sa­crificios, ofrendas, servicios de un pueblo sagrado. Tiene que ver con cosas sagradas: el tabernáculo, sus muebles y utensilios; días santos, etc.

          4. Levítico no es un libro de historia. Los eventos históricos narrados son muy pocos (véanse 10:1, 2, el pecado de Nadab y Abiú y su consecuencia; 24:8, el pecado de blasfemia y su consecuencia).

          5. No hemos de pensar que Levítico trate acerca de la religión externa sola­mente. Los sacrificios no valían si los ofe­rentes no reconocían su significado; eran medios de acercarse a Dios. Requerían fe, humildad, arrepentimiento, confesión de pecado, gratitud a Dios, etc. (Véase 26:30-41). Tenía que ser servicio de corazón. Además, en 19:18 hallamos el texto que se cita varias veces en el Nuevo Testamento: "amarás a tu prójimo como a ti mismo". Si este mandamiento como se cita en el Nuevo Tes­tamento es servicio espiritual, también lo era en el Antiguo Testamento. (Véase "Lecciones que aprendemos", V, D, de esta Introducción).

III. Bosquejo del libro por Edersheim ("Bible History, Old Testa­ment, Volumes I-IV, Pág. 139).

      Parte I - capítulos 1-16 - Cómo acer­carse a Dios para poder tener comunión con El.

          1. Comienza el libro apropiada­mente con una descripción de las varias clases de sacrificios, capítulos 1-7. Porque primeramente, antes de poder existir el acceso a Dios, el pecado tiene que ser quitado. El pecado es lo que separa al hombre de Dios.

          2. Los capítulos 8-10 tratan acerca de la consagración del sacerdocio, los sa­crificios y el pecado de Nadab y Abiú.

          3. Los capítulos 11-15 tratan acerca de los oferentes mismos:

                   a. Estos deben ser limpios:

                             1) personalmente, cap. 11.

                             2) en su vida familiar, cap. 12.

                             3) como congregación, caps. 13-15.

          4. Capítulo 16, un capítulo clave, explica la purificación de Israel en el gran día de la expiación. Con este importante capítulo la primera parte del libro, que trata acerca del acceso a Dios, termina.

      Parte II - capítulos 17-27 - trata acerca de la consagración, o sea la santidad que debería caracterizar a aquellos que han tenido (por medio de los sacrificios ad­ministrados y mediados por el sacerdocio levítico) su acceso o acercamiento a Dios.

          1. Santidad personal, cap. 17.

          2. Santidad en la relación familiar, cap. 18.

          3. Santidad en las relaciones so­ciales, caps. 19, 20.

          4. Santidad en el sacerdocio, caps. 21, 22.

          5. Las épocas santas (las fiestas anua­les), caps. 23, 24.

          6. El castigo del blasfemo, cap. 24:10- (Es interesante notar aquí, que como las direcciones divinas en conexión con el sacerdocio fueron enfatizadas o acentuadas por el castigo sobre Nadab y Abiú, 10:1, 2, así también el deber solemne de todo Israel de respetar y reverenciar el nombre de Jehová se exhibe en el castigo sobre este hombre que lo blasfemó).

          7. Santidad en la tierra, cap. 25. Como la Parte I, que  describe el acceso a Dios, se culminó en el día de expiación, así la Parte II se culminó en el año del ju­bileo.

          8. Las bendiciones pronunciadas so­bre la fiel observancia del pacto, cap. 26.

          9. Los votos, cap. 27.

IV. Israel - una nación santa.

      A. Todo aspecto de esta gran nación era especial, peculiar, y excepcional. Israel era una nación extraordinaria. ¿Qué otra nación jamás comenzó con su vida na­cional entera planeada y determinada en todo detalle como ésta? Todas las orde­nanzas e instituciones que la gobernaban fueron explicadas amplia y claramente.

      B. Nótense las siguientes Escrituras que enfatizan lo peculiar y especial de Is­rael: Ex. 4:22; 19:5, 6; Deut. 7:6; 10:15.

      C. Israel era una nación "llamada". "Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo" (Oseas 11:1). Jehová exigió que Israel fuese pueblo peculiar, separado de las demás naciones. Les recordó de esto en muchas maneras; les dio leyes diferentes de las demás naciones, tenían costumbres diferentes, y Dios les decía constantemente que su única esperanza de seguir recibiendo su favor era guardar sus mandamientos y guardarse separados de las naciones paganas.

V. Los sacrificios que Israel debería ofrecer.

      A. Antes de llegar al libro de Levítico leemos de sacrificios. (Gén. 4:4; 8:20, nótese el mismo punto que hallamos en Lev. 17:11; Ex. 5:1-3 y muchos otros tex­tos.) La práctica de ofrecer sacrificios a Dios ha existido desde que el pecado fue introducido en el mundo.

      B. Pero en Levítico Dios prescribe diferentes clases de sacrificios desconoci­dos antes, los que habían de ofrecer los sacerdotes levíticos. (Bajo el sistema más antiguo, el padre de familia hacía las veces de sacerdote; por eso decimos "dispensación patriarcal").

      C. El ofrecimiento continuo de sacrifi­cios de animales tenía el propósito de grabar en la mente de Israel que Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador y quiere tener comunión con él. Por lo tanto, ellos nunca deberían cansarse de ofrecer "los mismos sacrificios" continua­mente para poder realizar este propósito tan importante. El pecado destruye la co­munión con Dios (Isa. 59:1, 2), pero por medio de los sacrificios nombrados por Dios, el hombre podía ser reconciliado con Dios, y tener comunión con El.

      Ahora nosotros podemos acercarnos a Dios por medio de nuestro perfecto Sacri­ficio, Jesucristo. Heb. 10:22, "acer­quémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura". El plan de Levítico es el mismo que Hebreos: una provisión por la que el hombre puede acer­carse a Dios y tener comunión con El. En los dos libros se afirma clara y enfáti­camente que Dios mismo provee los medios. Con gratitud debemos apro­vecharlos.

      D. Algunas lecciones que apren­der:

          1. El pecado provoca la ira de Dios y, como consecuencia, la separación de Dios.

          2. El hombre, habiendo pecado, debe hacer algo. Dios provee la salvación, pero queda algo que el hombre debe hacer. Dios no hará por el hombre lo que él tiene que hacer por sí mismo.

          3. El hombre no puede recibir ningún beneficio del plan de Dios a menos que esté dispuesto a reconocer su pecado y su estado pecaminoso.

          4. Requerida también es la dedi­cación total, la completa consagración de su ser. Esto se ve claramente en los holo­caustos.

          5. Estos sacrificios no son presenta­dos según la opinión humana de los ofe­rentes. Dios reveló todo detalle de este servicio e insistió en que todo se hiciera a conciencia y de acuerdo a lo que El re­veló. Recuérdese 10:1, 2.

          6. Los sacrificios fueron presentados "delante de Jehová", es decir, delante del tabernáculo de reunión, el lugar que Dios designó, el lugar donde El hizo recordar su Nombre (Ex. 20:24).

          7. El oferente aceptó la mediación sacerdotal de Aarón porque éste fue "llamado por Dios" (Heb. 5:4) y la de sus hijos (sucesores). Dios no dijo a los israeli­tas que cada quien pudiera ofrecer lo que quisiera de la manera que escogiera en el lu­gar de su predilección y todo sin la me­diación de sacerdotes escogidos por Dios. El pueblo no podía escoger sacerdotes conforme a su propia idea (recuérdese el pecado de Jeroboam, 1 Reyes 12:25-33). El oferente hacía su parte en la presentación pero entonces tenía que respetar al sacer­dote levítico quien hizo por él lo que Dios mandó. Entre los oferentes y Dios había mediadores, los sacerdotes levíticos. Esta verdad debe observarse con cuidado. Hoy en día millones de profesados seguidores de Dios no hacen caso a Cristo quien dice, "nadie viene al Padre sino por mí" (Juan 14:6). El es nuestro único Mediador, 1 Tim. 2:5. "... por medio de El ... tenemos entrada ... al Padre" (Efes. 2:18; 3:12).

          8. Cuando la comunión con Dios se restauraba en la manera prescrita por El, entonces el israelita había de ofrecer a Dios servicio diario con gozo, con su vida enteramente consagrada y dedicada a El.

      E. Los sacrificios no eran un fin en sí mismos, sino que eran el medio para al­canzar el fin deseado: la comunión con Dios.

          1. Israel, olvidando esto, dejó que el servicio llegara a ser un rito vacío. Di­jeron, "¡Oh, qué fastidio es esto!" (Mal. 1:13).

          2. Olvidando esto, los hijos de Aarón ofrecieron fuego extraño, 10:1, 2.

          3. Olvidando esto, los hijos de Elí llegaron a ser "hombres impíos" e hicieron pecar al pueblo en cuestión de los sacrifi­cios (1 Sam. 2:12-24).

          4. Pero este problema no tocó sola­mente a Nadab, Abiú, Ofni y Finees, sino que era un problema común entre todos los israelitas. Guardaban las cosas externas, pasando por alto el propósito verdadero de los sacrificios. Los profetas denunciaron este mal (Miqueas 6:6-8; Oseas 6:6, etcétera).

VI. Su carácter mesiánico.

      A. Finalmente, si queremos entender este libro, es muy importante que veamos su carácter mesiánico. Definitivamente Levítico se incluye en lo que Pablo dice en Gál. 3:24, "La ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo". También Levítico tiene mucho que ver con lo que Heb. 10:1 dice, "la ley, teniendo la sombra de los bie­nes venideros".

      B. Todas las instituciones de la ley de Moisés tenían carácter mesiánico. Todo apunta directa o indirectamente hacia Cristo, "el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo" (Juan 1:29).

      C. Y en especial hemos de pensar en Cristo al ver la palabra "expiación", porque "El es la propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 2:2; 4:10). La palabra "propiciación" se usa en el Nuevo Testa­mento para corresponder a la palabra "expiación" en el Antiguo Testamento.

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