Levítico 10

 

      10:1 -- "Nadab y Abiú, hijos de Aarón ... ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que El nunca les mandó".

      A. Apenas se acabó la ordenación de los sacerdotes y dos de ellos cometieron pecado. Parece que sus mentes no quedaron muy impresionadas por la de­mostración divina mencionada en el 9:24. Esto debe ser una lección valiosa para aquellos que buscan señales y maravillas. Los milagros no bastan para purificar los corazones perversos. Compárense los siguientes textos: Mateo 2:7-16; Juan 12:9-11; Hechos 12:19. Los milagros solos no hacen santos a los tales. Dice Rom. 1:16 que el evangelio es el poder de Dios para salvación.

      B. Nadab y Abiú cometieron este pecado a pesar de:

          1. ser criados en un ambiente reli­gioso,

          2. tener padre piadoso, y

          3. tener el privilegio exaltado de ser sacerdotes de Dios.

      C. "fuego extraño" es fuego que Dios "nunca les mandó". Compárese lo que dice 16:12, "Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar de de­lante de Jehová ..." No sabemos de dónde obtuvieran su fuego Nadab y Abiú, pero es claro que desobedecieron a Dios.

          1. El error de estos hombres es una ilustración de la religión natural, o sea la religión en que los hombres mis­mos deciden qué clase de culto o servicio rinden al Señor. Fue el error principal de los judíos del tiempo de Cristo: "Pues en vano me honran, enseñando como doctri­nas, mandamientos de hombres" (Mat. 15:9). Pero la misma práctica ha infiltrado toda religión que profesa ser de Cristo.

          2. Col. 2:23 habla de rudimentos de hombres: "Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario". (El culto voluntario es culto originado por la voluntad humana).

          3. Predicadores y ancianos de la igle­sia de Cristo han introducido muchas prácticas (por ejemplo, instituciones igle­sia de Cristo) que Dios "nunca les mandó". Están jugando con "fuego extraño".

          4. Ex. 30 revela las instrucciones to­cante al altar del incienso y en el ver. 9 dice, "No ofreceréis sobre él incienso ex­traño". Nadab y Abiú no hicieron caso de esta prohibición. Su pecado pues fue pre­suntuoso. Eran hombres rebeldes.

 

      10:2 -- "Y salió fuego de delante de Je­hová y los quemó, y murieron delante de Je­hová".

      A. Sin duda el escritor de Hebreos se acordó de estos hombres al decir: "¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!" (10:31) y nuestro Dios es fuego consumidor" (12:29).

      B. Sus cuerpos no fueron consumidos por el fuego (no fueron convertidos en ceniza). Véase el ver. 5.

      C. Hemos notado varios textos que revelan que el fuego descendió de Dios para consumir el holocausto, etc. de varias personas, indicando de esta manera la aprobación de Dios (véase bajo 9:24). Pero en este texto (10:2) vemos que el fuego descendió para indicar la des­aprobación de Dios.

      D. Este texto se ha citado muchas veces para condenar los pecados de presunción, descuido e irreverencia, como también el de substituir el mandamiento divino por práctica humana.

      E. Murieron "delante de Jehová" pero no "en el Señor" (Apoc. 14:13).

      F. No había sacrificio para expiar el pecado de presunción (Núm. 15:30).

 

      10:3 -- "Esto es lo que habló Jehová ..." Compárense 8:35; Ex. 19:22; 29:44. ¿Cuántas veces tiene que decir algo Je­hová para que el hombre le haga caso? ¿Por qué no podemos creer su palabra sin ver la consecuencia de la desobediencia?

      A. "En los que a mí se acercan me san­tificaré". Si Dios no es santificado por la obediencia y el culto sincero, entonces El es santificado por medio de sus juicios.

          1. Ezeq. 38:16, 23; 26:33. El propósito de Dios en estos juicios sobre las naciones se expresa en estas palabras: "Y sabrán las naciones que yo soy Jehová"; "Y seré engrandecido y santificado, y seré conocido ante los ojos de muchas na­ciones".

          2. Dios será santificado, ya sea por medio de la obediencia del hombre o por medio de sus juicios sobre los rebeldes. ¿Cuál será en el caso de nosotros? (Compárese Hech. 5:1-11).

          3. Al decir "Santificado sea tu nom­bre", que lo digamos de corazón. Dios o santifica o castiga; o purifica o consume, una de dos. El sol hace que la planta crezca o que se seque. El evangelio es "olor de vida para vida" u "olor de muerte para muerte" (2 Cor. 2:16). Cristo es la "roca de salvación" o la roca de tropiezo.

          4. Jer. 21:8, "Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí pongo de­lante de vosotros camino de vida y camino de muerte".

      B. La expresión "los que a mí se acer­can" se refería especialmente a los sacer­dotes. Recuérdese que ahora los cristianos somos los sacerdotes de Dios y nos acer­camos a El por medio de Cristo (Heb. 4:15, 16; 7:25; 10:22; Sant. 4:8). Somos "sacerdocio real" (1 Ped. 2:9). Heb. 12:14 dice, "Seguid la paz con todos, y la san­tidad, sin la cual nadie verá al Señor".

      -- "Y Aarón calló". ¿Qué podía decir?

      A. La profunda tristeza nos deja mu­dos.

      B. Esto puede indicar también la su­misión de Aarón ante el juicio de Dios.

 

      10:5 -- "los sacaron con sus túnicas fuera del campamento".

      A. Sus túnicas fueron contaminadas también.

      B. No fueron sepultados "con honra". Dice Ecles. 8:10, "Asimismo he visto a los inicuos sepultados con honra", pero no vieron a éstos sepultados con honra.

          1. En un servicio funeral el predi­cador debe escoger bien sus palabras. Si se elogia al inconverso finado como hom­bre bueno para consolar a los dolientes, se deshace el bien de los sermones sobre el plan de salvación.

          2. Hech. 5:1-11. Ananías y Safira no fueron sepultados "con honra".

 

      10:6 -- "Entonces Moisés dijo a Aarón, y a Eleazar e Itamar sus hijos: No descubráis vuestras cabezas, ni rasguéis vuestros vesti­dos en señal de duelo ..."

      A. Compárense otros textos que dan varias expresiones de duelo, 13:45; Gén. 37:29; 44:13; 2 Sam. 1:11; 3:31; 13:31.

      B. Dice el 21:11 que el sumo sacerdote "ni entrará donde haya alguna persona muerta; ni por su padre ni por su madre se contaminará". Aquí en 10:6 ni por sus hi­jos. El sumo sacerdote tenía que separarse estrictamente de la muerte (que tanto contaminaba) y aun de la práctica de luto por los muertos más amados, porque él se acercaba a Dios, aun hasta en­trar en el lugar santísimo.

      C. Posiblemente una "señal de duelo" hubiera indicado su desaprobación del juicio de Dios sobre Nadab y Abiú.

      D. Posiblemente la desobediencia de estos líderes hubiera resultado en la muerte de ellos también y aun el pueblo mismo hubiera sufrido la consecuencia: "ni se levante la ira sobre toda la congre­gación". Recuérdese 4:3, "si el sacerdote ungido pecare según el pecado del pueblo" o sea "trayendo culpa sobre el pueblo" (Versión Moderna). Compárense Josué 7, el pecado de Acán; 1 Cor. 5, el efecto del pecado de un miembro sobre la iglesia.

 

      10:7 -- "Ni saldréis de la puerta del tabernáculo de reunión, porque moriréis; por cuanto el aceite de la unción de Jehová está sobre vosotros".

      A. El "aceite de la unción" indica y en­fatiza su relación con Dios. Fueron ungi­dos por Dios (eran los "ungidos" de Dios), los representantes de Dios; ministraban en la presencia de Dios. Se acercaban a Dios.

      B. Todo esto significa unión con Dios que es la vida. Y la vida no tiene nada en común con la muerte. Deben desasociarse completamente la una de la otra.

 

      10:8-11 -- "... no beberéis vino ni sidra cuando entréis en el tabernáculo de reu­nión, para que no muráis".

      A. Aquí vemos los malos efectos del al­cohol sobre el cerebro. Perjudica la mente y estorba la función correcta del sacerdo­cio.

          1. ver. 10, "para poder discernir en­tre lo santo y lo profano, y entre lo in­mundo y lo limpio". Faltando en esto, cualquier sacerdote pudo cometer el pecado cometido por Nadab y Abiú.

          2. ver. 11, "y para enseñar a los hijos de Israel todos los estatutos ..." El hombre que está bajo la influencia del alcohol no puede enseñar. ¡Imagínese el predicador o cualquier maestro tratando de predicar o enseñar en esta condición!

      B. La ley de las ofrendas se encuentra en 2:1-16.

 

      10:16-20 -- "Y Moisés preguntó por el macho cabrío de la expiación, y se halló que había sido quemado; y se enojó contra Eleazar e Itamar, los hijos que habían quedado de Aarón, diciendo: ¿Por qué no comisteis la expiación en lugar santo ..."

      A. Los sacerdotes habían de comer la carne de estos sacrificios no simplemente para alimentarse sino "para llevar la ini­quidad de la congregación"; es decir, fue parte integral del servicio de hacer ex­piación.

      B. Pero "se halló que había sido que­mado; y se enojó contra Eleazar e Itamar ..." Moisés se enojó porque tenía celo por Dios y sus leyes y reconoció que esta deso­bediencia pudo resultar en más castigo.

          1. Compárese 2 Cor. 11:2, 3.

          2. Todo predicador debe poseer esta clase de celo. Además, debe sentir indignación al ver la desobe­diencia de la gente, especialmente la de los mismos hermanos.

          3. Tal celo no debe confundirse con la pasión carnal del enojo, condenado tan­tas veces en la Biblia.

      C. "... pero a mí me han sucedido estas cosas, y si hubiera yo comido hoy del sacri­ficio de expiación, ¿sería esto grato a Je­hová?"

          1. La razón dada por Aarón no tiene que ver con su tristeza, sino con el pecado del sacerdocio en ese día (el pecado de sus hijos, Nadab y Abiú). El comer el sa­crificio no era ocasión de gozo bajo ninguna circunstancia; por lo tanto, su res­puesta no tiene que ver con la falta de gozo. Pero sí hubo en su mente el pen­samiento de no ser del todo dignos de comer. Se requería la completa santidad de los sacerdotes. (Esta es la inter­pretación de Keil y Delitzsch, y creo que es la correcta).

      D. Este capítulo es una advertencia contra los peligros relacionados con un sacerdocio ejecutado por hombres pecaminosos. Aunque fue ordenado por Dios, el sacerdote levítico no era hecho divino, sino que siguió siendo muy hu­mano.

 

 

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