NOTAS SOBRE

EL EVANGELIO SEGÚN MATEO

POR WAYNE PARTAIN

 

 

NOTAS SOBRE MATEO

 

Copyright, 2000

By Wayne Partain

Derechos Reservados

 

Versiones bíblicas citadas

 

El texto de Mateo, Versión Valera Revisada (1960)

La Biblia de las Américas (LBLA)

Versión Moderna (VM)

Versión Hispano-americana (VHA)

 

Léxicos, diccionarios y Word Studies citados

 

Greek-English Lexicon of the New Testament por Grimm-Thayer (G-T)

The Expositor’s Greek Testament por W. Robertson Nicoll (WRN; MD)

Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español, por Francisco Lacueva (FL)

Word Studies in the New Testament por Marvin Vincent (MV)

Diccionario expositivo de palabras del N. T. por W. E. Vine (WEV)

Imágenes verbales en el Nuevo Testamento por A. T. Robertson (ATV)

Pequeño Larousse por Ramón García-Pelayo y Gross (Larousse)

Webster’s New World Dictionary

 

Comentarios citados

 

The Gospel According to Matthew por H. Leo Boles (HLB)

James A. Burton Commentaries – Matthew (JAB)

The Book of Matthew - Getwell church of Christ (WWC, TBW, GE)

The Living Word Commentary – Matthew, por Jack P Lewis (JPL)

B. W. Johnson’s Notes on New Testament (BWJ)

The Fourfold Gospel por J. W. McGarvey (JWM)

Commentary on Matthew and Mark por J. W. McGarvey (JWM)

Bible Textbook Series – Matthew,  por Harold Fowler (HF)

Comentario del Nuevo Testamento – Mateo, por Guillermo Hendriksen (GH)

Commentary on the Whole Bible por Matthew Henry (MH)

Commentary on New Testament por H. A. W. Meyer (HAWM)

Commentary on the Holy Scriptures por J. P. Lange (JPL)

Commentary and Critical Notes por Adam Clarke (AC)

Comentario exegético y explicativo de la Biblia por Jamieson, Fausset y Brown (JFB)

El Nuevo Testamento comentado por William Barclay (WB)

Notes on the New Testament por Albert Barnes (AB)

Comentario del Nuevo Testamento por L. Bonnet y A. Schroeder (B-S)

 

 

El evangelio según Mateo

 Introducción

 

          Evangelio. Esta palabra significa buenas nuevas. Luc. 2:10 dice que cuando Jesús nació en Belén, el ángel dijo a los pastores, “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo:  11  que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor”. El ángel dijo a José que María, su esposa, “dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mat. 1:21). Pablo dijo, “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis;  2  por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.  3  Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 4  y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Cor. 15:1-4). Para obtener el perdón de los pecados es necesario obedecer al evangelio (2 Tes. 1:7-9; 1 Ped. 4:17); es decir, al oír el mensaje del evangelio, es necesario creerlo (Mar. 1:15); esta fe nos motiva a amar a Dios (Mat. 22:37, “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38  Este es el primero y grande mandamiento”; este amor nos mueve a obedecer los mandamientos de Cristo (Jn. 14:15); Luc. 13:3, 5, “Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”; Rom. 10:10, “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”;  Hech. 2:38, “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Los que rechazan alguno de estos mandamientos que son necesarios para obtener el perdón de pecados, rechazan al evangelio de Cristo. Rechazan la salvación que El hizo posible por medio de su muerte en la cruz y su resurrección de entre los muertos.

          Según Mateo. Mateo 9:9, “Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió”. El otro nombre de Mateo es Leví (pero Mateo nunca usa este nombre). Se encuentra en Marcos 2:14 y en Lucas 5:27. Los publicanos (recaudadores de impuestos, LBLA) eran odiados por los judíos. Eran considerados como los peores pecadores. Mat. 9, “10 Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos.  11  Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?” Al hablar Mateo de esta cena él mismo dice, “publicanos y pecadores” porque él bien sabía la reputación de los publicanos. Es interesante observar que al dar la lista de los apóstoles Mateo todavía se refiere a sí mismo como “Mateo el publicano” (10:3) aunque ya había dejado ese empleo.

 

Mateo confirma que Jesús de Nazaret  es el Mesías (el Hijo de David), el Hijo de Dios

          Profecías cumplidas. Es obvio que Mateo escribió especialmente para los judíos. El cita muchas profecías que hablaban del Mesías, afirmando que fueron cumplidas por Jesús de Nazaret (1:22; 2:15, 17, 23; 4:14; 5:17; 8:17; 12:17; 13:35; 21:4; 26:54; 26:56; 27:9, 35).

          Mateo revela muchas señales que manifestaron que Jesús de Nazaret era el Hijo de Dios. Como dice Juan 20, “30 Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.  31  Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre”. La expresión “Hijo de Dios” quiere decir, “de la misma naturaleza de Dios” (Heb. 1:3, “el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia”). Jn. 10:33, “Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios”. Jn. 5:18, “decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios”. Col. 2:9, “en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. Aparte de sanar enfermos, Jesucristo echaba fuera los demonios, calmó la tempestad, multiplicó los panes y peces, levantó a los muertos, etc.

          Mateo afirma que Jesús de Nazaret cumple la profecía de Isa. 7:14, “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que  traducido es: Dios con nosotros”. Jesús es Emanuel, Dios con nosotros. 1 Tim. 3:16 se refiere a Cristo cuando dice, “Dios fue manifestado en carne”. Jn. 1:14, “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros”. Jn. 14, “Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.  9  Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre?” Mateo revela varias maneras en las que Jesucristo manifestaba a Dios:

          Jesucristo era adorado (2:2; 28:17; compárese Jn. 9:38). Al ser adorado Jesucristo usaba (manifestaba) un atributo divino, pues sólo Dios es adorado.

          Jesucristo perdonaba pecados (9:2; “el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados”, v. 6). Al hacerlo usaba (manifestaba) un atributo divino, pues sólo Dios puede perdonar pecados.

          Jesucristo conocía los pensamientos de la gente, 9:4; 12:25; compárense Luc. 5:22; 11:17; Jn. 2:24, 25. Al hacerlo usaba (manifestaba) un atributo de Dios (omnisciencia), pues sólo Dios conoce los pensamientos del hombre.

          Lamentablemente algunos enseñan que Jesucristo nunca usó o mostró ningún atributo divino durante su vida en la tierra. Tal doctrina no es sana sino enfermiza. No es una doctrina inocente (una mera opinión); más bien, es la negación de la Deidad de Cristo y, por lo tanto, es como gangrena (2 Tim. 2:17).

 

La enseñanza que Jesucristo entregó personalmente es para todos

          Algunos enseñan que la enseñanza de Jesús registrada en Mateo, Marcos, Lucas y Juan no es enseñanza del Nuevo Testamento. Dicen que era solamente para los judíos que vivían bajo el Antiguo Testamento, y que la enseñanza del Nuevo Testamento o Nuevo Pacto se encuentra en el resto del Nuevo Testamento (Hechos - Apocalipsis). Dicen que Cristo vino para enseñar solamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel, y que los judíos no podían estar bajo dos leyes. Con tales ideas los falsos maestros confunden a los que no estudian con cuidado.

          Uno de los propósitos principales de tales maestros es para rechazar la enseñanza de Jesús sobre el divorcio y nuevas nupcias (Mat. 5:32; 19:9). Afirman erróneamente que Jesús estaba simplemente aclarando la ley de Moisés encontrada en Deut. 24:1-4 (véase Mat. 19:9, notas, para la refutación de esta falsa doctrina).

          Es cierto que Jesús nació y vivió bajo la ley de Moisés (Gál. 4:4). Es cierto que El insistía en que los judíos guardaran la ley (Mat. 5:18, 19; 8:4; 19:17; 23:23). Es cierto que El citaba textos del Antiguo Testamento no solamente para refutar a los falsos maestros entre los judíos, sino también para probar que El cumplía las profecías del Mesías que había de venir, pero en su ministerio personal en la tierra Jesucristo no se dedicaba a enseñar o aclarar la ley de Moisés. Esto es obvio en Mat. 5:3-12, 22, 28, 32, 39, 40, 44; 6:9-13, etc. Esta no es enseñanza de la ley de Moisés. Cristo dice, “Pero yo os digo.” La enseñanza de Jesús registrada en Mateo, Marcos, Lucas y Juan es nueva doctrina y no pertenece al Antiguo Pacto, sino al Nuevo Pacto.

          Jesús dijo (Jn. 14:23), “El que me ama, mi palabra guardará”. “Mi palabra guardará”.

          En la presencia de Moisés y Elías (representantes de la ley y los profetas) Dios dice, “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd” (Mat. 17:5).  Véase Hech. 2:22, 23.

          Heb. 1:1, “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,  2  en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo”. ¿Cuándo comenzó a hablar por el Hijo? Mat. 4:17, “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos  se ha acercado … 23  Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino”. Mar. 1:14, “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,  15  diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”. Jesús no vino al mundo para predicar o aclarar la ley de Moisés. El vino para cumplir la ley y los profetas (5:17), pero Su doctrina era nueva. Es doctrina del nuevo pacto.

          Jesús dijo que las palabras que El enseñaba juzgarían a los hombres. “El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero” (Jn. 12:48). No dice, “la palabra de Moisés le juzgará en el día postrero”. Desde luego, los israelitas que vivieron y murieron bajo la ley de Moisés serán juzgados por ella, pero la gente que escuchaba la enseñanza de Jesús (aunque eran judíos) será  juzgada por esas enseñanzas.

          Jesús enseña sobre ofensas personales en Mat. 18:15-17 y la disciplina de la persona que no acepta corrección. Este es el único texto en el Nuevo Testamento que explica este asunto. Esta enseñanza no se encuentra en el Antiguo Testamento y no se repite en el resto del Nuevo Testamento. Jesús no estaba aclarando alguna supuesta ley de Moisés. Es enseñanza para la iglesia (“dilo a la iglesia”).

          La mujer samaritana dijo, Jn. 4,  “20  Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.  21  Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.  22  Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.  24  Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”. En este texto es obvio que Jesús no está simplemente aclarando la ley de Moisés, porque esa ley requería que los judíos adoraran en Jerusalén, pero Jesús dice, “ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre”.

          Al escribir a los corintios sobre el matrimonio, él dice en el capítulo 7, “10  Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido;  11  y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer”. El se refiere a lo que Jesús dice en Mar. 10:12, “si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio”. ¿Por qué cita este texto si Jesús solamente enseñaba a los judíos? Obviamente la enseñanza de Jesús en Mar. 10:12 es para la iglesia.

          Heb. 2:3, “¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron”. ¿Qué enseñó Jesús? La “salvación tan grande” de todo el mundo que obedezca al evangelio.

          Juan 14:26, “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”. ¿Por qué recordar a los apóstoles “todo lo que yo os he dicho” si no era para la iglesia sino solamente para los judíos?

          Mat. 28, “19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;  20  enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. Obsérvese que los apóstoles habían de hacer “discípulos a todas las naciones”; ¿cómo lo harían? “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”. La conclusión irrefutable es que las enseñanzas de Jesús no pertenecen al Antiguo Testamento, sino que son para todas las naciones.

          Col. 2:14, “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz”. Sin duda alguna Jesucristo clavó la ley de Moisés en la cruz. Véase también Efes. 2:15. Sin embargo, no clavó en la cruz la enseñanza que El mismo entregó que está registrada en Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

 

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