Mateo 18

 

          18:1  En aquel tiempo los discípulos  vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? (Mar. 9, “en el camino habían disputado entre sí, quién había de ser el mayor; Luc. 22:24) – ¡Quién es, entonces, el mayor en el reino de los cielos? (LBLA). Al agregar la palabra “entonces” quieren saber cuál sería el mayor ahora, en vista de la situación actual (MRV). Sin duda los apóstoles pensaban que en el reino mesiánico habría oficiales mayores y otros menores, y querían los puestos más altos (compárese 20:21). Jesús les había dicho (16:24) que “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”, pero ellos no están pensando en negarse sino en exaltarse. ¿Cuántos discípulos siguen su ejemplo? Esta disputa continuaba hasta la misma noche cuando Jesús fue entregado, Luc. 22:24-27.

          “La verdadera nobleza, según el concepto de Jesús, no se determina por la notoriedad de uno ni por su control sobre otros hombres para manipularlos como quisiera. La razón primaria de esto es que, entre los hombres, el poder de regir sobre otros no implica necesariamente la habilidad de regir a sí mismo. Pero el hombre que pueda exitosamente servir a otros estando contento de hacer grandes a otros es el que tiene bajo control su propio espíritu también. Este rige sobre la ciudadela de su propia alma. (Prov. 16:32; 25:28)” (HF).

          18: 2  Y (Lucas 9, “47  Y Jesús, percibiendo los pensamientos de sus corazones”) llamando Jesús a un niño (lo opuesto de los dignatarios que los apóstoles querían llegar a ser), lo puso en medio de ellos,  3  y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis (“a no ser que os hayáis vuelto”, FL; devolver; dar vuelta en el camino para ir hacia la dirección opuesta; Luc. 22:32; Jn. 12:40; Hech. 3:19) y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. {Mr. 10. 15; Lc. 18. 17}. – Para enfatizar este punto Jesús emplea el doble negativo, no entraréis de ninguna manera, porque hacerse como niños significa humillarse y los que no quieren humillarse y someterse a la voluntad de Cristo no entrarán en el reino. No solamente no seréis grandes en el reino, ni siquiera entraréis en el reino  (MRV). No hay “cristianos humildes” como si hubiera otros cristianos no humildes. Todo cristiano es humilde, pues si alguno no es humilde, no es cristiano.

          Desde luego, hay cualidades de niños que deben ser evitados (Mat. 11:16; 1 Cor. 14:20; Efes. 4:14; Heb. 5:13), pero la humildad es el punto principal bajo consideración en este texto. En esto “un niño es un dechado … de afectos tiernos, de confianza, humildad, docilidad, sencillez, prontitud para creer y obedecer … Orígenes sugiere la prontitud del niño para dejar el pesar, el temor y el enojo, y su descuido de las distinciones sociales entre sus compañeros”  (JAB). Otra cualidad que se debe imitar es que el niño depende enteramente de sus padres. “El niño, de naturaleza, es humilde en relación con las personas mayores” (ATR).

          18:4  Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. – De esta manera Jesús contesta la pregunta del v. 1; ellos preguntan “¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?” y Jesús contesta, “cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos”. “Siguiendo los pasos de su maestro quien se humilló a sí mismo (Fil. 2:5-8), el discípulo debe tener humildad en mente, palabras y hechos (Fil. 2:2)” (JPL). Mat. 5, “3  Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”; estos son los humildes que reconocen que delante del Señor están en bancarrota espiritual y muy necesitados de la gracia de Dios. El que se humille al nivel del niño en su relación con otros es el mayor en el reino. Fil. 2, “3  Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;  4  no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”; Rom. 12, “10 .. en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros”.

          Es importante recordar que los apóstoles que disputaban sobre la cuestión de quién sería el mayor aprendieron la lección que Jesús les enseñó y con toda humildad sirvieron al Señor y sus discípulos, dedicando y aun sacrificando su vida por la causa de Cristo. Es interesante observar que el apóstol Juan escribió el evangelio según Juan sin mencionar su propio nombre; más bien, él habló de Juan el bautizador como si no hubiera otro Juan (HF).

          Algunos ejemplos sobresalientes de la humildad son los siguientes: (1) el centurión, 8:5-13; (2) la mujer cananea, 15:21-28; (3) la mujer pecadora que lavó los pies de Jesús (Luc. 7:36-50); (4) María, cuando ungió a Jesús (Mar. 14:3-9).  

          18: 5  Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe. Mat. 10:40-42; 25:34-40. Recuérdese que el niño es el tipo del discípulo. Jesús se refiere a sus discípulos, porque son humildes como niños. Hech. 21, “17  Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con gozo”; Rom. 14, “1  Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones”;  Hech. 28, “14  donde habiendo hallado hermanos, nos rogaron que nos quedásemos con ellos siete días; y luego fuimos a Roma,  15  de donde, oyendo de nosotros los hermanos, salieron a recibirnos hasta el Foro de Apio y las Tres Tabernas; y al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró aliento”;  Gál. 4, “14  y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, antes bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús”;  Col. 4, “Marcos el sobrino de Bernabé, acerca del cual habéis recibido mandamientos; si fuere a vosotros, recibidle”. Estos textos son ejemplos de recibir a los discípulos de Cristo.

          18:6  Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, (sus discípulos, 11:25; hacer tropezar es lo opuesto de recibir, v. 5. Los discípulos de Cristo deben ser “recibidos” y no deben ser tentados a pecar. Hacer tropezar quiere decir inducir a pecar, 13:41 (“los que sirven de tropiezo”). Hay muchos textos bíblicos que hablan de este mal:  (1) Isa. 57, “14  Y dirá: Allanad, allanad; barred el camino, quitad los tropiezos del camino de mi pueblo”; (2) 1 Sam.  2, “24  No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová”;  (3) 1 Reyes 14, “16  Y él entregará a Israel por los pecados de Jeroboam, el cual pecó, y ha hecho pecar a Israel”; (4) Mal. 2, “8  Mas vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho tropezar a muchos en la ley”; (5) Mat. 5, “32  Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio”; (6) Hech. 20, “30  Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos”;  (7) Rom. 14, “13 Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano”; (8) Rom. 16, “17  Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos”; (8) 1 Cor. 8, “9  Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles”; (9) Apoc. 2, “14  Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación”. Los que hacen tropezar a otros aman el pecado, tienen su deleite en el pecado, aborrecen la santidad.

          -- mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, (piedra de molino movida por medio de burro) y que se le hundiese en lo profundo del mar. -- “Con frecuencia los hombres malos piensan que es muy divertido inducir a un cristiano a pecar … se divierten inmensamente y quedan satisfechos. Semejantes personas deben acordarse de estas solemnes y terribles palabras del Salvador compasivo” (JAB).

          18:7  ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!  -- El mundo está lleno de maldad. 1 Jn. 5, “19 … el mundo entero está bajo el maligno”. Por eso, siempre habrá tropiezos. Compárese 1 Cor. 11, “19  Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados”. Sin embargo, los que causan tropiezos son responsables y darán cuenta a Dios. Mar. 14, “21  A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, {Sal. 41. 9.} mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido”. Rom. 14, “13  Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano”.

          18:8  Por tanto, (aunque haya muchos tropiezos, cada discípulo debe tener mucho cuidado de no tropezar)

si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. 18:9  Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego. {Mt. 5. 29,30}. – “Los miembros del cuerpo representan aquí la causa de la ofensa, sea lo que fuera” (JPL).  ¿No estamos dispuestos a que el pie (p. ej., si hay gangrena) sea amputado para salvar la vida? La vida vale más que algún miembro del cuerpo. El fuego es eterno como la vida es eternal (13:42; 25:46).

          18:10  Mirad (8:4; 9:30; 24:6, guardarse) que no menospreciéis a uno de estos pequeños; -- Los discípulos de Cristo no deberían ser menospreciados.

          -- porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. – 1 Reyes 10:8; Ester 1:14. Significa que los ángeles están en íntima comunión con Dios y que son muy poderosos.  ¿Tiene cada cristiano su propio ángel de guarda? Jesús no dice esto, pero leemos en Heb. 1, “14  ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” No sabemos más del ministerio de los ángeles a favor nuestro pero esta promesa es de mucho aliento y consuelo. 1 Ped. 1, “12 .. las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles”.

          18:11 - Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido. {Luc. 19. 10.} 12  ¿Qué os parece? (17:25) Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?  13  Y si acontece que la encuentra (no siempre la encuentra), de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. – Esta parábola es muy semejante a la de Luc. 15:1-7. Aquí en Mateo Jesús usa esta parábola para ilustrar el amor de Dios por los discípulos descarriados, pero en Luc. 15 la usa para ilustrar el gran amor de Dios por los “publicanos y pecadores” (v. 1). En los dos textos se recalca de el amor de Dios por cada individuo, sea discípulo o no.

          18:14  Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños. – Todo el capítulo enfatiza el cuidado de Dios de sus pequeños (los discípulos de Cristo): 1-5, por ser humildes los discípulos de Cristo son niños o pequeños ante los ojos de Dios; 6-9, que nadie se atreva a hacer que peque uno de estos pequeños; 10-14, Dios se preocupa por cualquier pequeño perdido como el pastor se preocupa por una oveja descarriada; 15-22, éstos deben ser exhortados, corregidos, restaurados o de otro modo cortados de la comunión de los fieles; pero 23-35, deben ser perdonados si se arrepienten.

          18:15  Por tanto, -- Esto indica que hay relación entre la enseñanza de los vv. 15-18 y lo que Jesús acaba de decir acerca de la oveja perdida y la voluntad de Dios de que ningún discípulo se pierda, porque el hermano que peque es una oveja descarriada y el hermano ofendido debe tener “corazón de pastor” para tratar de traerlo otra vez al redil. En estos versículos Jesús nos enseña uno de los aspectos importantes del papel de pacificador (5:9).

          -- si tu hermano peca (p. ej., vv. 6, 10) contra ti, -- las palabras “contra ti” faltan en los manuscritos Vaticano y Sinaítico; Francisco Lacueva lo omite de su Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español; pero en el v. 21 Pedro dice, “¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí?” dando a entender que de eso Jesús hablaba. Véase también Luc. 17, “4  Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale”. Además, decir que la reprensión siempre tiene que ser privada contradice Gál. 2:11-14 (Pablo exhortó a Pedro “delante de todos”) y 1 Tim. 5, “20  A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman”. Pablo especificó el pecado de fornicación al escribir a los corintios y les dijo, “Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros” (1 Cor. 5:1, 13).

          A veces algún predicador enseña (en persona o por escrito) algo contrario a la sana doctrina, y cuando otro le exhorta o reprende, algunos hermanos se ofenden diciendo que no se siguió el plan de Cristo registrado en Mat. 18:15-17, pero este texto no contradice los textos citados arriba que requieren la reprensión pública de pecados públicos (que no son ofensas personales). Si tratamos de aplicar este texto a los pecados públicos (tales como el adulterio, el robo, la borrachera, la enseñanza falsa, el dejar de asistir a las reuniones de la iglesia, etc. ) ¿cuál de los hermanos está obligado a ir “a solas” primero con el culpable? Recuérdese que sólo uno puede ir. Entonces, después de llevar a otro hermano (o a otros dos), hay que presentar el caso a la iglesia pero la iglesia ya lo sabe todo porque fue pecado público. Los ancianos hablan con miembros infieles para tratar de ayudarles (porque son pastores que velan por las almas, Heb. 13:17), pero a veces aun ellos (ancianos) son criticados por no haber seguido Mat. 18:15-17. Este texto se ha aplicado mal en muchos casos semejantes. Recordemos lo que Pablo dice en 2 Tim. 2:15 y lo que Pedro dice en 2 Ped. 3:16. Es muy obvio que Mat. 18:15-17 no se refiere a los pecados públicos y a los hermanos que enseñen error, sino solamente a las ofensas personales.

          -- vé – Este texto importantísimo establece el orden de Dios con respecto al hermano que haya ofendido a otro hermano. “Vé” como el pastor va y busca la oveja perdida. “Vé” para hacer el papel de pastor de ovejas, porque Dios no quiere que ninguna se pierda (9:37, 38; 11:28-30; 23:37; 1 Tim. 2:4; 2 Ped. 3:9; Apoc. 22:17).

Compárese 5, “23  Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,  24  deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”. Si “tu hermano tiene algo contra ti … anda, reconcíliate … con tu hermano” y aquí en 18:15 dice que “si tu hermano peca contra ti, vé”; es decir, en los dos casos, “anda” o “vé” tú para tratar de reconciliarte con tu hermano.

          Vé, en lugar de (1) esperar hasta que él venga a ti (es cierto que él también tiene la obligación de ir a ti, Mat. 5:23, 24, pero cada uno debe pensar en su responsabilidad personal y no tratar de justificarse hablando de lo que otro debe hacer); (2) vé, en lugar de escribirle una carta o llamarle por teléfono (a menos que sea imposible hablar con él en persona, pero Jesús no toma en cuenta tales casos); y (3) vé, en lugar de odiarle y murmurar contra él (Sant. 4:11) o quejarse de él (Sant. 5:9), cada vez más exagerando la ofensa para sentirse maltratado (con complejo de mártir),  vé sin demorar a él para hacer esfuerzos para ganarle. Los que desobedecen este mandamiento deben leer Sant. 3, “5 He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!”

          Aun la ley de Moisés dijo en Lev. 19, “17  No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado.  18  No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. {Mt. 5. 43; 19. 19; 22. 39; Mr. 12. 31; Lc. 10. 27; Ro. 13. 9; Gá. 5. 14; Stg. 2. 8.} Yo Jehová”. Lamentablemente muchos miembros de la iglesia no son guiados por el Espíritu Santo, sino por sus sentimientos. Los tales deben reconocer que al no obedecer este mandamiento son culpables de la rebelión (1 Sam. 15:23). Hay hermanos que dicen que creen en la disciplina, pero les falta la disciplina de sí mismo necesaria para obedecer este mandamiento (“vé …”).

          -- y repréndele (este verbo, elencho, significa “convencer, reconvenir, reprender en Mt 18:15; Lc 3:19; Jn 3:20; el verdadero sentido aquí es ‘expuestas’ … ‘puestas en evidencia’” (WEV); es decir, primero es necesario “exponer” el asunto (“muéstrale su falta”). Para comenzar es necesario estar seguro que se entiende exactamente lo que ocurrió. Puede haber malentendido. Hasta “testigos oculares” se equivocan. Un hermano (predicador) oyó la explosión de una escopeta, salió de la casa y vio a un señor con escopeta humeando. Así pues lo reportó a las autoridades y al colgar el teléfono, se dio cuenta que ya no había luz en la casa. Por eso, volvió a ver con más cuidado al señor con la escopeta y ahora en lugar de ver una escopeta reconoce que sólo tenía un rastrillo apuntando hacia el poste donde una transformadora eléctrica se había fundido con gran explosión y mucho humo. El hermano tuvo que informar a las autoridades que se había equivocado. Pero muchos hermanos “saben” de alguna ofensa y no miran la segunda vez y no van con el supuesto ofensor, sino que desparraman la cosa por toda la iglesia para causar mucho trastorno. Por lo tanto, como Jesús dice, “vé”.

          Si se establece que en verdad había ofensa, este verbo requiere que el ofendido la muestre al ofensor para convencerle que debe arrepentirse. “Un rabí famoso de tiempos posteriores dijo, ‘Quisiera saber si hay alguien en estos tiempos que acepte la reprensión’ …Otro respondió, ‘Quisiera saber si alguien, el día de hoy sabe amonestar’” (JAB).

          -- estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. {Lc. 17. 3}. Lamentablemente este mandamiento frecuentemente se ignora. El ofendido está obligado a hablar privadamente con el ofensor para tratar de ganar a su hermano, pero el orgullo del ofendido (lastimado) le impulsa a buscar simpatía con otros. Por esta razón muchos problemas que se podrían resolver sólo crecen y causan grandes problemas en la iglesia. Esta acción se hace para ganar a tu hermano.  Gál. 6, “1  Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”. El propósito de la exhortación es restaurar al hermano. Sant. 5, “19  Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver,  20  sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados”. 1 Cor. 9, “20  Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley;  21  a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley.  22  Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos”; lea este texto concentrándose en la palabra “ganar”.

          Además, no debe ser necesario decirlo, pero si en esta primera entrevista se logra ganar al hermano, el asunto debe morir allí mismo y no ser publicado a otros.

          18:16  Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, – Al buscar a otro hermano o a otros dos hermanos para que sepan de la ofensa uno tendrá más cuidado de la acusación, para estar aun más seguro que está presentando los puros hechos del caso sin exagerarlos o colorearlos a su favor.  Entonces la presencia de otro hermano (otros hermanos) dará más fuerza a la acción de restaurarlo. Desde luego, es importante que estos no sean hermanos que automáticamente aprueben al acusador, sino que sean completamente imparciales (1 Tim. 5:21). De otro modo, ellos mismos podrían caer en pecado. Deben servir como mediadores imparciales y objetivos.

          -- para que en boca de dos o tres testigos {Dt. 17. 6; 19. 15; 2 Cor. 13:1; 1 Tim. 5:19) conste toda palabra. – Si la conversación con el ofensor no efectúa la reconciliación y restauración, todavía hay otros pasos que tomar. En seguida debe volver al hermano ofensor acompañado por “uno o dos” hermanos. El propósito de esto es para tener más ayuda para persuadir al hermano, y también para confirmar la ofensa si el caso tiene que ser presentado a la iglesia. El testimonio de dos o tres testigos es evidencia adecuada para llegar a una decisión apropiada.

          18:17  Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia – Desde luego, Jesús no se refiere a la iglesia universal (16:18), sino a la iglesia local, Rom. 16:5, 16; 1 Cor. 1:2; Gál. 1:2; Apoc. 1:14, etc. Este texto no indica que la iglesia ya existiera, pues Jesús acaba de decir (16:18), “edificaré mi iglesia”. No pudo existir en aquel tiempo porque El iba a comprarla con su sangre (Hech. 20:28). La iglesia está compuesta de los salvos (Hech. 2:41, 47), pero aunque se llamaba “Jesús” (Salvador) desde su nacimiento, en realidad llegó a ser Salvador cuando murió en la cruz.

          Este texto es otro ejemplo de los muchos que muestran claramente que durante su ministerio personal Jesús está entregando la doctrina del Nuevo Testamento que estaría en vigor después de su muerte. Algunos dicen que las enseñanzas de Jesús (las que encontramos en Mateo, Marcos, Lucas y Juan) no tienen aplicación ahora para la iglesia. Aparte de ser totalmente absurdo, esto contradice Mat. 28:19; Jn. 14:26, etc. Según esa doctrina falsa, Jn. 3:3-5 (el nuevo nacimiento) no debe ser predicado porque pertenecía al Antiguo Testamento. El Sermón del Monte no debe ser predicado. En realidad, según ese concepto errado, Jesús estaba simplemente entregando más doctrina y leyes que serían agregadas a la ley de Moisés. Uno de los propósitos principales de esta falsa doctrina es para rechazar la enseñanza de Cristo sobre el divorcio y nuevas nupcias (Mat. 5:32; 19:9). Véase 5:17-19, notas. No hay en Hechos ni en los demás libros del Nuevo Testamento otro texto (aparte de Mat. 18:15-17) que nos enseñe sobre la disciplina de las ofensas personales. Obviamente esta enseñanza pertenece a la doctrina de Jesucristo del Nuevo Testamento.

          -- dilo a la iglesia. -- Cuando el caso se presenta a los ancianos (o si no hay ancianos, a la junta de varones), se presenta a la iglesia. La iglesia actúa a través de los que la representan. Desde luego, toda la iglesia esta involucrada en el proceso de apartarse del hermano que no acepta la corrección, pero es necesario hacer todas las cosas ordenadamente (1 Cor. 14:40) y, por eso, el caso debe ser presentado primero a los ancianos (o junta) para que lo estudien y examinen con cuidado. Después se debe presentar a toda la congregación y si algún miembro (hombre o mujer) tiene algo que decir (informes, comentarios, preguntas, inquietudes) bien pueden y deben hablar y tales comentarios o preguntas se deben tomar muy en cuenta en las deliberaciones. Sin embargo, los ancianos (o la junta de varones) toman decisiones por la iglesia. Las mujeres deben estar en sujeción y, por lo tanto, no ejercen autoridad sobre los hombres (1 Tim. 2:12). No hacen el papel de liderazgo, y el tomar decisiones es liderazgo.

          -- tenle por gentil y publicano. – Desde luego, Jesús no evitaba a los gentiles (Mat. 15:21-28), ni mucho menos a los judíos que eran publicanos (recaudadores de impuestos romanos, 9:10; 10:3; 11:19; 21:31; Luc. 18:10), sino que emplea estos términos (como también en Mat. 5:46, 47) que para los judíos eran reprochables. Era necesario que ellos entendiesen la enseñanza y con estos términos les quedó bien clara de que no deberían asociarse con el hermano infiel que no aceptara la corrección.

          18:18  De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. – Como Jesús había dado a Pedro este poder (16:19) ahora lo da a los demás apóstoles. Como ya se explicó (16:19), primero la voluntad de Dios está establecida en el cielo y, por eso, cuando los discípulos de Dios actúan de acuerdo a esa voluntad, El lo ratifica. Cuando alguna congregación tiene que obedecer la enseñanza de Cristo y de Pablo sobre el tema de apartarse de algún hermano obstinado, sería bueno siempre citar este texto para recordar a la congregación de que Dios está ratificando su acción.

          18:19  Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 20  Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. – Es interesante el verbo traducido “se pusieren de acuerdo”. “Del vocablo griego usado aquí viene sinfonía. Las oraciones ‘suenan bien’ a Dios si nuestros corazones están en armonía” (FL).  Pero esta promesa no fue hecha a discípulos con ambición vana (v. 1), ni a los que causaban tropiezos (v. 6), ni a los que menospreciaban a sus hermanos (v. 10), sino a los verdaderos niños o pequeños en su servicio.

          18:21  Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? -- Los rabinos dijeron “hasta tres”, y Pedro creía que él era muy generoso diciendo “hasta siete”. Sin embargo, Jesús enseña que sus discípulos deben estar siempre dispuestos a perdonar (5:7; 43-48; 6:12, 14).

          18:22  Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. {Luc. 17. 3-4} – El perdonar no tiene límite. ¿Queremos que Dios ponga límite a las veces que nos perdona?

          18:23  Por lo cual el reino de los cielos es semejante (13:24; 22:2; 25:1) a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.  24  Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. -- Esta cantidad representa varios millones de dólares. “Los tributos imperiales de Judea, Idumea y Samaria por un año eran de solamente 600 talentos”, ATR. Rom. 3, “23  por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. En esta condición todos están en total bancarrota espiritual. Efes. 2, “12  En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo”. La cruz de Cristo muestra al mundo que la gracia de Dios no es barata. El perdón no es barato. Siempre que hablemos de nuestros pecados recordemos las palabras “diez mil talentos”.

Esta cantidad representa la deuda que Dios nos ha perdonado, una deuda que nunca podríamos pagar.

          18: 25  A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. Ex. 22:3; Lev. 25:39, 47. Esto es precisamente lo que merecemos por causa de nuestra deuda impagable. El hombre no se imagina lo que debe a Dios.

          18:26  Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. – Pero le hubiera sido imposible pagarla, porque esto bien representa la deuda nuestra (los pecados) que nunca podríamos pagar.

          18:27  El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. – Dios nos perdona nuestros pecados. – Salmos 103, “12  Cuanto está lejos el oriente del occidente,  Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”;  130, “7  Espere Israel a Jehová,  Porque en Jehová hay misericordia,  Y abundante redención con él;  8  Y él redimirá a Israel  De todos sus pecados”; Isa. 1, “18  Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”; 1 Juan 1, “9  Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.

          En el caso de la parábola “el señor de aquel siervo” podía perdonarle como él quería. También el Señor nos perdona como El quiere y nos dice, Mar. 16, “16 El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado” (LBLA); Hech. 2, “38  Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Sin embargo, en esta parábola vemos otro requisito, otra condición estipulada por Dios que obviamente muchos no toman en cuenta. La disposición de perdonar es tan necesaria como la fe, el arrepentimiento, la confesión y el bautismo. De hecho, el espíritu de no querer perdonar cancela todos estos otros pasos de obediencia. Sin el perdón de Dios nadie irá al cielo, y el que no tiene la disposición de perdonar a otros no será perdonado por Dios. De esta manera efectivamente uno mismo cierra las puertas al cielo para no poder entrar.

          El perdón de Dios no es tan “barato” pues. Muchos predican que es “fácil” obedecer al evangelio, pero ni siquiera menciona el requisito de perdonar al semejante.

          18:28  Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; (el denario era el pago diario de un jornalero; esta deuda representa la ofensa contra el hermano (v. 15) que debe ser perdonada por el ofendido, de la manera que Dios le ha perdonado sus ofensas que fueron mucho más grandes. Efes. 4, “32  Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. {Col. 3. 13.}”.

          --y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. –No quería perdonar a su hermano sus ofensas (v. 35).

          18: 29  Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. – De la misma manera que él había rogado a su señor cuando le debió 10,000 talentos.

          18:30  Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. – Esto parece increíble, pero bien nos representa cada vez que rehusemos perdonar al hermano alguna ofensa.

          18:31  Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.  18:32  Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.  33  ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?  -- ¿Por qué no podemos recordar cuán lógica y razonable es esta pregunta cuando algún hermano nos ofende? El problema es que nos dejamos controlar por los sentimientos y dejamos de razonar.

          18:34  Entonces su señor, enojado (el espíritu de compasión y misericordia se convierte en ira), le entregó a los verdugos (los que no quieren perdonar a otros serán castigados en el infierno), hasta que pagase todo lo que le debía. – Pero estando en el infierno ¿quién puede pagar la deuda que debe a Dios?

          18:35  Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas. – Mat. 5, “7  Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”;  6, “12  Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. … 14  Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;  15  mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”; Luc. 6, “37  No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados”;  Sant. 2, “13  Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia”.

          Si alguien dice, “nunca perdono”, entonces es indispensable que nunca peque.

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