LUCAS 11

 

Jesús enseña sobre la oración (Mat. 6:9-15; 7:7-11)

       11:1  Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. – En este texto y en Mat. 6:9-13 Jesús nos enseña cómo orar. No era su propósito revelar una oración que debería ser memorizada y rezada (recitada) repetidas veces. (Más bien esto es lo que estaba condenando). Esta verdad es obvia cuando se considera que estos dos textos (el de Mateo y el de Lucas) ni siquiera son iguales; habría sido idéntica la oración en los dos textos si Jesús la hubiera entregado para ser rezada. La iglesia del primer siglo no rezaba el "Padre Nuestro".

      Los discípulos querían orar correctamente, y Jesús les dice, "Oraréis así". Dice que debemos orar "así'" (de esta manera), y entonces nos da un ejemplo de cómo orar correctamente. Algunos de los elementos principales de la oración aceptable son: (1). Dirigirnos al Padre para alabarlo. (2). Pedir que se haga su voluntad. (3). Orar por su reino. (4). Pedir el pan de cada día (el sostén, 1 Tim. 6:8). (5). Pedir el perdón. (6). Pedir la dirección divina.
      Desde luego, hay otros textos que nos enseñan cómo orar: Juan 14:13; 16:26 nos enseñan que debemos orar en el nombre de Jesús; 1 Tim. 2:1, 2 agrega detalles importantes; también 1 Tes. 5:17, Sant. 1:5; 5:16, etc. Aparte de instrucciones y mandamientos, hay buenos ejemplos que seguir.

      11:2  Y les dijo: Cuando oréis, decid:  Padre nuestro que estás en los cielos, --  Los paganos no podían decir, "Padre Nuestro", porque los dioses paganos eran, según la imaginación de ellos, crueles, despóticos y caprichosos. No había relación padre-hijo con los dioses paganos y sus adoradores. Isa. 64:8, "Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros". Pero los dioses paganos, en lugar de haber formado a sus adoradores, fueron formados por ellos.

      -- que estás en los cielos. Esta expresión habla de la majestad y grandeza de Dios; sirve para exaltarle. El es el único Dios que está en los cielos. Decimos esto, pues, para expresar gran reverencia. Desde luego, su presencia llena el universo, como dijo Salomón, cuando dedicó el templo, "He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?" (1 Reyes 8:27). Pero la palabra "cielos" es muy apropiada para expresar la exaltación de Dios.

      -- santificado sea tu nombre. – ¿Cómo es santificado su nombre? Es fácil decir esto sin pensar en lo que se dice. Al decir "Santificado sea tu nombre", pedimos que su nombre sea adorado, reverenciado, respetado y glorificado. (Recuérdese Mat. 5:34-37, el nombre de Dios no es santificado si nuestra palabra no vale o si tomamos en vano su nombre). Su gran nombre es glorificado por el culto que le ofrecemos: los cantos, las oraciones, la predicación y los demás actos de culto. También es glorificado por nuestras vidas. "Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros" (1 Ped. 3:15). Glorificamos a Dios cuando predicamos y practicamos la enseñanza del Sermón del Monte (por ejemplo, las bienaventuranzas, 5:1-12; buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, 6:33, etc.), y toda la enseñanza del Nuevo Testamento.

      --  Venga tu reino. – 1 Crón. 29:11, dice David, "Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos".

      Mat. 3:2; 4:17, "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado". Así predicaron Juan y Jesús. (1). Mar. 9:1 "hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder". El reino iba a venir con poder. (2). Luc. 23:51, José de Arimatea, "esperaba el reino de Dios". (3). Luc. 24:49, los apóstoles recibirían poder. Hech. 1:5,8, el poder del Espíritu Santo. Ese poder vino el día de Pentecostés. (4). Por lo tanto, el reino vino el día de Pentecostés.

      ¿Qué es el reino? ¿Qué vino el día de Pentecostés? ¿Qué sucedió ese día? (1). Jesús ya había ofrecido su vida en la cruz por los pecados del mundo. De esa manera El compró su iglesia (Hech. 20:28); es decir, El pagó el precio de nuestra redención (1 Ped. 1:18) e hizo posible la salvación, el perdón de pecados. Pedro y los apóstoles explicaron este plan de salvación el día de Pentecostés, y tres mil almas obedecieron al evangelio (Hech. 2:37-41). (2). Estas personas fueron trasladadas al reino de Cristo (Col. 1:12, 13). (3). Fueron bautizados en un cuerpo, 1 Cor. 12:13. (4). Jesús había dicho, "Edificaré mi iglesia" (Mat. 16:18). ¿Qué es su iglesia? ¿Cuándo la edificó? La palabra "iglesia" significa los "llamados", los que son llamados por el evangelio (2 Tes. 2:14). Son simplemente los salvos. Los primeros que fueron salvos por el evangelio predicado por los apóstoles fueron los tres mil en el día de Pentecostés. (5). Los términos "reino", "iglesia", "cuerpo", "rebaño", etc. todos se refieren a la misma cosa. La palabra "reino" significa "poder, autoridad", y también el "imperio" de Dios, o sea, los súbditos o ciudadanos del reino. Col. 1:13 lo indica claramente. (6). Si la iglesia no es el reino, entonces los milenarios (premilennialistas) tienen razón al decir que el reino todavía no se ha establecido. Pero recuérdese: (a) que el reino y la iglesia se establecieron el mismo día; (b) tienen la misma cabeza; (c) que tienen las mismas condiciones de entrada; (d) que la cena del Señor está en la iglesia y está en el reino; y (e) que todas las enseñanzas del Nuevo Testamento son para la iglesia y también son para los ciudadanos del reino. (7). Si los miembros de la iglesia no son los ciudadanos del reino, ¿quiénes son los ciudadanos del reino? Si los miembros de la iglesia no están en el reino, ¿quiénes están en el reino? (8). Hay un solo cuerpo (Efes. 4:4), pero si la iglesia no es el reino, y el reino no es la iglesia, y si el reino ya se ha establecido, entonces hay dos cuerpos. Esta conclusión es ineludible. La implicación y consecuencia de la enseñanza de los que dicen que la iglesia no es el reino es que en realidad hay dos cuerpos. (9). 2 Sam. 7:12, 13, el "linaje" de David (Cristo) "edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su REINO". La casa de Dios es la iglesia (1 Tim. 3:15), pero el profeta habló con David de su trono en su casa o reino. Además el ángel dijo a María, "Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre". Hech. 2:29-30, David sabía que Dios levantaría al Cristo para que se sentase en su trono. Así dijo Pedro en su sermón el día de Pentecostés. En ese mismo día Jesús estaba sobre el trono de David y en ese mismo día edificó su casa, su iglesia según la profecía de 2 Sam. 7:13 y Mat. 16:18. (10). Los que dicen que la iglesia no es el reino de Mat. 3:2; Mar. 9:1; Col. 1:13 son compañeros de doctrina de los milenarios. Los dos minimizan la bendita iglesia del Señor Jesús, diciendo que no es el reino de Cristo.

      --  Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.  -- Primero, es necesario aprender la voluntad de Dios por el estudio y por la experiencia. Rom. 12:2 "para que comprobéis (por la experiencia) cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta". Mat. 7:21; 12:50. Los salvos son los que hacen la voluntad de Dios. Jn. 6:44,45, Todos serán enseñados de Dios. Mat. 28:19, el evangelio (la voluntad de Dios) fue predicado a todas las naciones. Hechos de los Apóstoles nos dice que los apóstoles llevaron a cabo esa comisión. Efes. 5:17 dice, "no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor". La persona que dice, "Hágase tu voluntad" cuando no le gusta estudiar la Biblia, ni la lee, ni asiste a las clases bíblicas hace burla de esta oración.

      ¿Cuál es la voluntad de Dios para nosotros? 1 Tes. 4:3 "pues la voluntad de Dios es vuestra santificación". Debemos apartarnos de todo mal. Debemos limpiar el corazón (la mente, voluntad, emociones) y presentar el cuerpo como sacrificio vivo al Señor (Rom. 12:1), para ser transformados a la imagen de Cristo (Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18; Gál. 4:19).

      Los que hacen esta oración deben obedecer al evangelio y cumplir la voluntad de Dios. ¿Qué nos aprovecha orar, "hágase tu voluntad" si no la queremos hacer nosotros? Esta oración significa que estamos sumisos a Dios.

      Entonces, si estamos haciendo la voluntad, debemos enseñar, amonestar y exhortar a otros para que hagan lo mismo. Debemos "cooperar" con la oración.

      -- como en el cielo – En el cielo se hace la voluntad de Dios. Véase Apoc. 4.

      11:3  El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.  -- La palabra "pan" es palabra genérica y significa lo necesario para sostener la vida física, Gén. 3:19. Es correcto y necesario pedirlo.

      -- de cada día -- Los israelitas recogían cada mañana el maná (el sexto día recogían para dos días). Cada noche al acostarse no tenían comida para otro día. Cuando algunos lo guardaron de un día para otro, crió gusanos y hedió. Se acostaban cada noche durante cuarenta años (Ex. 16:35), totalmente dependientes de Dios para el sostén del siguiente día. Deut. 8:3, 4 "te sustentó con maná ... para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre", es decir, por la voluntad de Dios. Jesús citó este texto (Mat. 4:4), indicando que El no dependía de pan para vivir, pues Dios podía sostenerle con o sin comida. El punto es que todos somos totalmente dependientes de Dios.

      ¿Cómo podemos pedir el pan de cada día cuando ya tenemos comida almacenada para una semana o para un mes (o más)? El tener una cantidad de alimento en casa no es garantía de nada. Lo que se haya acumulado se puede destruir de un momento a otro de muchas maneras, ver. 19. Muchos tienen dinero, educación, buen empleo, ahorros, inversiones, etc., pero no hay nada de seguridad en tales cosas. Vivimos porque Dios lo quiere y lo permite. Sin El no hay vida (Hech. 17:25). Debemos poner toda la confianza en El en lugar de ponerla en causas secundarias.

      -- dánoslo hoy --  ¿Cómo puede el hombre decir "dame el pan" cuando tiene que trabajar y ganar su pan con el sudor del rostro? Porque por más que el hombre trabaje, él solo nunca podría mantenerse. Dios pone los medios. El hace que el sol salga, que la lluvia caiga y que la tierra fructifique. Mat. 5:45; Hech. 14:17; 17:25, 28. El hombre tiene que trabajar (Efes. 4:28; 2 Tes. 3:10), pero antes de trabajar debe pedir "Danos hoy nuestro pan" y antes de comer debe dar gracias. Tenemos que cooperar con la oración. (Así es cuando pedimos la sanidad: Dios sí sana pero tenemos que hacer nuestra parte, buscando la ayuda de médicos y medicina, que también son bendiciones de Dios.)

      ¡Cuán agradecidos debemos estar por sus grandes bendiciones! No conviene pedir el pan de hoy si no estamos agradecidos por el pan de ayer.

      Debemos siempre estar contentos. 1 Tim. 6:8, "Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto". Heb. 13:5,6; Fil. 4:11, "he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación" (así dijo Pablo cuando estaba preso en Roma).

      Debemos ser sabios administradores de estos beneficios, practicando la frugalidad y sobriedad. Jn. 6:12, 13, Jesús alimentó a los cinco mil, "Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada". No debemos malgastar nada. Uno de los pecados del "Hijo Pródigo" se describe en Luc. 15:14, "Y cuando todo lo hubo malgastado". También Luc. 16:1 habla del "hombre rico que tenía un mayordomo que fue acusado ante él como disipador de sus bienes". Dios nos da ciertos "talentos" (Mat. 25:14), tanto materiales como espirituales, y con estos debemos servirle, sin malgastarlos. Por lo contrario, debemos "negociar" (ver. 16) con ellos para que sean multiplicados en su servicio, para su gloria, y para avanzar su obra.

      Muchas personas (hasta hermanos) sufren mucho por no trabajar diligentemente, por no cuidar su empleo o su negocio, y por no administrar bien lo que ganan. Además malgastan dinero especialmente en los niños, dándoles con exceso tantas cosas que piden (por ejemplo, juguetes, diversiones), y aun cosas que perjudican su salud (exceso de dulces, refrescos, fritos, etc.). Todo esto cuesta, y a mucha gente no les queda a ellos dinero para cosas más básicas (por ejemplo, para atención médica).

      También es necesario evitar todo aspecto de avaricia. Dios nos bendice no solamente para que vivamos y proveamos para los nuestros (1 Tim. 5:8), sino también para beneficiar a otros (Efes. 4:28). Debemos estar siempre preocupados por otros, y no pensar solamente en nuestras propias necesidades. (Desde luego, primero que todo, debemos apartar nuestra ofrenda, 1 Cor. 16:1, 2; 2 Cor. 9:7).

      Pedimos el pan porque todo proviene de Dios (Sant. 1:17). El nos da vida y salud y hace que la tierra produzca para mantenernos.

      Pedimos solamente el pan de cada día. No pedimos el pan para mañana (no debemos preocuparnos por el día de mañana, ver. 34). Prov. 30:8, 9 es una oración muy apropiada: "No me des pobreza ni riquezas; dame a comer mi porción de pan; no sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios".

      Entonces cooperemos con la oración: "que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente, para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada" (1 Tes. 4:11, 12).

      Demos gracias a Dios, reconociendo que aunque trabajemos por el pan, de todas maneras es don de Dios, porque sin El nadie vive.

      Cuidemos lo que El nos da, no malgastando. Seamos mayordomos sabios.

      Nos preocupemos por otros. No vivamos solamente para mantener nuestras propias vidas, sino para ser útiles al Señor (2 Tim. 2:21).

      11:4  Y perdónanos nuestros pecados, – Mat. 6:12, “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Mateo dice “deudas” pero Lucas dice “pecados”. Mat. 18:23-35 habla de deudas pero en la aplicación tiene que ver con nuestros pecados. Los pecados son deudas morales y espirituales que serán castigadas a menos que sean perdonadas. Lamentablemente muchos están interesados en tener el pan de cada día, pero no les interesa el perdón de sus pecados. El pan de cada día nos engorda para la matanza (Sant. 5:5) si no obtenemos el perdón de pecados. Nuestros pecados nos han dejado en bancarrota espiritual, arruinados y sin esperanza de sacarnos de la ruina.

      Nuestra condición espiritual se ilustra en la parábola de Mat. 18:23-35 por aquel que fue perdonado una deuda de 10,000 talentos. Para ilustrar esta cantidad: los impuestos anuales pagados por Judea, Galilea, Idumea, Samaria y Perea sumaban como 800 talentos. Un esclavo, joven y fuerte, valía un talento. Dice 2 Crón. 25:6 que Amasías "tomó a sueldo por cien talentos de plata, a cien mil hombres valientes". Todo el oro en el arca del pacto valía menos de 30 talentos (Ex. 38:24). El punto es que era una cantidad que jamás podía pagar. Así es la deuda que el hombre debe a Dios. Es una "cantidad" que simplemente no podía y no puede pagar. Su única esperanza es que Dios le perdone la deuda.

      Toda persona se ha vendido a la esclavitud del pecado. Bajo la ley de Moisés, se podía vender a un hombre adeudado para pagar sus deudas (Ex. 22:3; Lev. 25:39; 2 Reyes 4:1). Los pecadores son esclavos (Jn. 8:34). Se han vendido a sí mismos al cruel maestro llamado "pecado". Judas se vendió a sí mismo por treinta piezas de plata por traicionar a Jesús (quería vender a Jesús, pero se vendió a sí mismo a Satanás). No hemos pecado solamente una que otra vez. Los pecados "se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza" (Sal. 40:12). ¿Cuántas veces pecamos durante un año? ¿Cuántos años hemos vivido? ¿Qué tan grande es nuestra deuda? ¡10,000 talentos! Una cantidad que no podemos pagar. ¡Píenselo! Dios quiere cancelar esta deuda, y luego espera que cancelemos las deudas de los que nos han ofendido.

      ¿Qué significa la palabra, "perdonar"? "aphiemi, primariamente, enviar afuera, despedir ... denota remitir o perdonar (a) deudas, Mt 6:12; 18:27, 32, quedando éstas totalmente canceladas; (b) pecados, p. e., Mt 9:2, 5, 6; 12:31, 32; etc. ... significa en primer lugar la remisión del castigo debido a una conducta pecaminosa ..." (WEV). Por eso, cuando perdonamos a otro, despedimos, remitimos (enviamos afuera) el pecado, cancelamos la deuda, para siempre.

      El hijo pródigo salió de su casa diciendo "dame" (cosas materiales), pero "cuando todo lo hubo malgastado" y fue reducido a la vergüenza, volvió al padre diciendo "perdóname".

      -- Y perdónanos porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. – Aquí Lucas también usa la palabra “deben”. ¡Qué peligroso es hacer esta petición si no hemos perdonado de corazón a otros sus ofensas contra nosotros! No dice "Perdónanos como pensamos perdonar a otros", sino "como también perdonamos" a otros. Se presupone que al decir, "perdónanos", ya hemos perdonado a otros. Dice La Biblia de las Américas, "como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores".

      Con este espíritu perdonador cumplimos con uno de los requisitos nombrados por Dios para recibir su perdón. Si pedimos perdón con algo de rencor en el corazón o con espíritu vengativo, estamos pidiendo que Dios no nos perdone. Mejor que ni oremos.

      Cuando alguno se arrepiente y pide perdón: Mat. 18:15, "si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano". Las palabras "si te oyere" indica que él reconoce su pecado y se arrepiente. No es posible perdonar a la persona que se niega a reconocer su pecado y a arrepentirse.  Luc. 17:3, "Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale". Por lo tanto, debemos estar dispuestos a perdonar, pero no es posible perdonar a la persona que no quiere ser perdonada. Luc. 23:34, Jesús dijo, "Padre, perdónalos", pero primero ellos tenían que arrepentirse. Mat. 18:26, el primer siervo pidió perdón; también el segundo. Muchas suponen que confiesan pecados con decir, "si tiene algo contra mí" o "si le he ofendido", pero eso no es confesión de nada. Si yo sé que he pecado, debo reconocerlo. Si alguien me convence que he pecado, debo admitirlo. Pero no vale nada decir, "si eso o si aquello".

      ¿Cuántas veces debo perdonar? Estúdiese bien Mat. 18:23-35. Esta parábola no deja en duda lo serio de esta cuestión. ¿Cuántas veces debemos perdonar a otros? Es precisamente la pregunta hecha por Pedro (Mat. 18:21) que ocasionó la parábola. "¿Hasta siete?" "Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete". ¿Por qué perdonar tantas veces? para que Dios perdone a nosotros muchas veces. ¿Queremos poner límite a la misericordia de Dios para con nosotros? Si no, entonces que no pongamos límite a nuestra misericordia hacia otros, "porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir" (Luc. 6:37). Enfáticamente Jesús dice, "perdonad, y seréis perdonados" (Luc. 6:37).  Mat. 6:14, 15, Jesús repite este punto, expresándolo en su forma positiva ("si perdonáis... os perdonará") y en su forma negativa ("mas si no perdonáis... tampoco vuestro Padre os perdonará").

      ¿Quiere decir que el perdonar a otros es la única condición para que Dios nos perdone? Desde luego que no, pero tal vez sea la condición más crítica por ser la mas descuidada. ¿Cuántos miembros de la iglesia han cerrado la puerta del cielo contra sí mismos por no perdonar a otros sus ofensas?

      Dicen algunos: "le perdono pero jamás me olvidaré". Esto no es perdonar. La persona que guarda rencor y sigue resentida simplemente no perdona. Heb. 8:13 "Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades". El hijo pródigo no fue restaurado "a medias". Luc. 15:22, "Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies" como prueba de su restauración como hijo. No fue recibido como siervo. No se aceptó provisionalmente. No se sometió a seis meses de disciplina. ¡Se recibió porque se arrepintió y volvió! El no perdonar es como rehusar curar el cáncer o la gangrena, porque la amargura es veneno que perjudica el cuerpo, los nervios, la mente, y sobre todo el alma. Muchas personas urgentemente necesitan la sencilla terapia de limpiar su corazón de resentimientos, odio y malicia. El individuo que no quiere perdonar destruye el puente sobre el cual él mismo tiene que pasar.

      Seamos como Dios en su misericordia y clemencia. Ex. 34:6,7; Sal. 130:7; Isa. 1:18; Luc. 6:35, 36; Efes. 4:32; Col. 3:12, 13.

      Es indispensable que tengamos la disposición que Dios tiene para perdonar. Esta disposición se describe en Gál. 5:22, 23 como el fruto del Espíritu. Los que no quieren perdonar no llevan el fruto del Espíritu, porque todavía son carnales (Gál. 5:19-21). No tienen la mente de Cristo (Fil. 2:5). No han desarrollado el carácter espiritual. Cristo no está formado en ellos (Gál. 4:19). No han sido transformados en la semejanza de El (Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18).

      Hay personas que no obedecen al evangelio porque no quieren perdonar a los que les han ofendido. Hay personas en las penitenciarías porque no querían perdonar, sino más bien querían vengarse.

      Abraham Lincoln, destacado y recordado presidente de los Estados Unidos tuvo un oponente llamado Edward Stanton. El Sr. Stanton dijo que Lincoln era un "payaso" y el "gorila original", pero a pesar de tales insultos Lincoln le escogió a Stanton para servir en su gabinete como Secretario de Guerra. Cuando Lincoln fue asesinado, Stanton dijo, "Aquí yace el líder más grande que este país ha conocido".

      -- Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.  -- Si queremos que Dios nos perdone, debemos querer también abstenernos del pecado, y hacer todo lo posible por no caer en tentación. Debemos cooperar con la oración. Estamos observando que en toda petición que hagamos a Dios, tenemos que poner nuestra parte. Mat. 26:41, "Velad y orad, para que no entréis en tentación".

      ¿Qué significa la palabra "tentación"? Es importante recordar que la palabra peirasmos significa no significa solamente tentación sino también prueba . Las pruebas son buenas y necesarias (Sant. 1:2-3; Rom. 5:3-5; 2 Cor. 12:8-10). Así es que hay pruebas buenas, como también hay tentaciones malas de Satanás.

      Dios no nos tienta, Sant. 1:13. Tentar quiere decir inducir a pecar. Satanás es el tentador. Nos tienta, nos seduce a pecar a través de los malos pensamientos y malos deseos en nuestro corazón (Sant. 1:14). Nadie tiene que pecar. No nacimos con "pecado original", ni "depravados". Adán, y solamente Adán, fue culpado por su pecado. El hombre peca y es culpable por sus pecados (no puede culpar a Dios). Dios no es "socio" de nadie en el pecado. (Adán dijo, "Esta mujer que tú me diste", y desde entonces muchos pecadores quieren culpar a Dios o a otros por sus pecados), pero dice Ezeq. 18:4, 20 que "el alma que pecare, esa morirá".

      Sin embargo, Dios permite que el hombre se someta a pruebas. Muchos textos lo enseñan: Gén. 22:1, "probó Dios a Abraham". Luc. 22:28; Hech. 20:19; 1 Ped. 1:6,7; Sant. 1:2,12. En el ver. 12 La Biblia de las Américas no dice "tentación", sino "prueba"; así se ve que la misma palabra se traduce "tentación" y también "prueba". El contexto indica cuál debe ser.

      Dios permitió que Satanás probara a Job... y a Pedro (Luc. 22:31, "Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo") ... y a Pablo (2 Cor. 12:7, "me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás"). Así es que aunque Dios no nos tienta (no nos seduce a pecar), El sí permite que nosotros seamos probados para nuestro propio bien, porque cuando hayamos resistido la prueba, recibiremos la corona de vida (Sant. 1:12).

      ¿En qué sentido, pues, nos mete Dios en tentación? Dios nos dirige cada día. Somos guiados y cuidados por la providencia de Dios. Nuestra vida está en sus manos. Nuestro "destino" no está en las estrellas (el "horóscopo"). No somos víctimas de buena suerte o mala suerte. Son necesarias las pruebas. Los textos citados arriba (y otros muchos) indican claramente que son muy necesarias las pruebas para nuestro crecimiento y desarrollo espiritual. Son disciplina para nosotros (Heb. 12:5-11). Es por esto que debemos regocijarnos cuando caemos en diversas pruebas (Sant. 1:2; Rom. 5:3, etcétera). "Pero si estáis sin disciplina (pruebas)... entonces sois hijos ilegítimos y no hijos verdaderos" (Heb. 12:8, LBLA).

      Hay salida de cada tentación. 1 Cor. 10:13. Por ejemplo, la salida de la tentación de fornicación es el matrimonio. 1 Cor. 7:2, "pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido".

      Velad y orad. Mat. 26:41, "Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil". Mat. 6:13 debe estudiarse junto con Mat. 26:41, para ver que al pedir la ayuda de Dios, tenemos que poner nuestra parte. El hombre puede entrar en tentación. Muchas veces nosotros mismos nos sometemos a varias tentaciones. Recuérdese Sant. 1:14, que somos tentados cuando somos atraídos y seducidos por nuestros propios deseos malos (pasiones). 1 Cor. 7:5, "No os neguéis (sexualmente) el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia".

      La petición, "no nos metas en tentación" significa, pues, de que Dios no nos meta en circunstancias demasiado difíciles para nosotros, y que siempre nos provea la salida de la tentación (1 Cor. 10:13), y la fuerza necesaria para soportar toda prueba. Entendemos que las pruebas son necesarias, pero al mismo tiempo no queremos ser probados más allá de nuestra capacidad. Significa que pedimos a Dios que en su dirección divina no nos deje tropezar o caer; que en su dirección no nos deje formar alianzas pecaminosas (2 Cor. 6:14-16); que nos ayude a huir de la idolatría (1 Cor. 6:14), de la fornicación (1 Cor. 6:18) de los deseos juveniles (2 Tim. 2:22), y de toda la corrupción que hay en el mundo (2 Ped. 1:4). Esta petición es semejante a la petición por buena salud. "Señor, ayúdame y protégeme de accidentes y de enfermedades, para que pueda ser bueno y sano". Entonces después de orar así, hagamos todo lo posible por evitar accidentes y enfermedades. ¡Tenemos que cooperar con las oraciones!

      -- mas líbranos del mal. --  Cristo tiene poder sobre Satanás y nos puede librar. Cristo echó fuera demonios para demostrar su poder sobre Satanás. Mat. 12:28, "si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios". Luc. 10:18, "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo". Heb. 2:14, 15 nos libra de aquél que tenía el imperio de la muerte. Col. 1:13, "nos ha librado de la potestad de las tinieblas". El Señor libró a Pablo varias veces, 2 Tim. 3:11; 4:18.

      Pero otra vez, recordemos que debemos cooperar con la oración. No conviene deliberadamente meternos en tentaciones, y luego esperar que Dios nos libre. Muchas tentaciones nos rodean todos los días: en el trabajo, en actividades sociales, en la escuela, y aun entre familiares. Hay persecuciones. Somos engañados por las riquezas. Siempre hay peligro de estar afanosos. Por lo tanto, el cristiano tiene que estar alerta a cada momento. "Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil" (Mat. 26:41).

      Debemos de todo corazón confiar en Dios. Si somos sinceros, y pedimos con fe, El nos librará de todo mal.

      11:5  Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes,  6  porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante;  7  y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos?  8  Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. – Luc. 18:1-8 narra una parábola gemela, las dos enseñando la necesidad de la persistencia (importunidad) al orar a Dios. Luc. 18:1, “  También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar”. 1 Tes. 5:17, “orad sin cesar”.

      El amigo a medianoche. Probablemente el amigo que llegó a medianoche viajaba de noche para escapar el calor del sol. Su llegada no era nada esperada. No había comida en la casa, pero la hospitalidad era y es sagrada; los más pobres comparten su pan con huéspedes. Entonces ¿qué hacer? Ir con el amigo vecino para pedirle pan, pero éste responde, “No me molestes”. Muchas casas eran de un solo cuarto que estaba todo oscuro, los niños dormían en el piso, se batallaba aun para abrir la puerta. Si se levantaba tendría que buscar una antorcha y algo con que prenderla, despertaría a los niños y algunos estarían llorando. En fin, sería mucha molestia.

      Pero el caso era urgente. La hospitalidad es sagrada. No podría volver avergonzado a casa con manos vacías. Tenía que obtener pan. No podía ser tímido. Por eso, persistió. Seguía golpeando la puerta hasta que su “amigo” le diera pan.

      ¿Cuál es la lección para nosotros? El vecino dormido no quería ser molestado pero al hablar de Dios, dice el Salmo 121:3, “Ni se dormirá el que te guarda.  4  He aquí, no se adormecerá ni dormirá  El que guarda a Israel”. Sal. 34:15, “Los ojos de Jehová están sobre los justos,  Y atentos sus oídos al clamor de ellos” (1 Ped. 3:12). Rom. 8:32, “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”

      El juez injusto y la viuda. Este juez no temía ni a Dios ni al hombre; era hombre de corazón duro, empedernido. A él no le importaba lo que la gente pensara de él. La viuda se presenta en la Biblia como digna de mucha compasión, pues era pobre, indefensa, destituida, víctima de toda clase de injusticia (Mar. 12:40). La ley de Moisés requería que el pueblo de Israel se preocupara por ellas (Ex. 22:22; Deut. 10:18).También la ley de Cristo (1 Tim. 5; Sant. 1:27).

      Había tres maneras de tratar con esta clase de juez: el soborno, el intimidar o el rogar. La viuda no podía utilizar los primeros dos medios; le quedaba solamente el rogar como su único recurso y lo practicó al máximo. Lo hizo porque estaba desesperada. Imagínese el cuadro: le rogaba dondequiera que lo encontrara, en el tribunal, en el camino, en reuniones sociales o en su casa. El simplemente no la podía escapar.

      Por último, y para su propio bien, para encontrar alivio para sí mismo, le concedió lo que le pedía, porque esto fue el único medio de escapar de su persistencia en molestarlo. “Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,  5  sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia”.

      En estas parábolas Jesús razona desde lo menor a lo mayor, desde lo peor a lo mayor. Si aun los hombres más malos – un “amigo” que no se portaba como amigo, o un juez de corazón duro -- saben dar cosas buenas a otros, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Mat. 7:11, “¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”)

      ¿Qué significan estas parábolas? ¿Qué lecciones contienen para nosotros? ¿Qué implica la persistencia enseñada en estas parábolas?

      1. Que la fe es indispensable, Sant. 1:6, “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.  7  No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.  8  El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”. Dios no escucha a los de doble ánimo, los fluctuantes, los formalistas, los que oran nada más con los labios. Al persistir en la oración la fe crece, se hace más fuerte.

      2. Que somos totalmente dependientes de Dios. Que no seamos como el fariseo de Luc. 18:9-14, que no pedía nada. No pidió nada porque no sintió la necesidad de pedir nada. No se creía dependiente de Dios. Era autosuficiente porque era muy “justo” (daba diezmos, ayunaba, etc.)

       La oración es el derramar la necesidad humana delante del trono de Dios, la expresión de nuestra pobreza e insuficiencia delante de Dios. Significa que no confiamos en nosotros mismos (nuestra sabiduría, nuestros talentos, nuestra preparación académica, nuestra fuerza física, etc.), ni en los familiares y amigos, ni en posesiones materiales, etc. sino solamente en Dios.

      Al adorar a Dios, nuestra oración indica que estamos conscientes de su grandeza, su soberanía, que es el único Dios vivo y que es el Creador del universo, que es digno de ser alabado y exaltado. Al meditar en la perfecta santidad de Dios, nuestra oración refleja que estamos conscientes de nuestra pobreza espiritual. Al interceder por otros, la persistencia indica nuestro amor sincero por otros, sean hermanos o inconversos. Al dar gracias indicamos que estamos conscientes que verdaderamente toda bendición proviene de la mano de Dios (Sant. 1:17).

       Cuando persistimos en la oración la humildad y el espíritu de dependencia crecen, se profundizan, se perfeccionan.

      3. Que somos sinceros. Que en realidad queremos lo que pedimos. Que la oración no sea una mera formalidad, una rutina, un recurso de emergencia. Dios no puede ser burlado. No debemos pedir lo que sinceramente queremos. Si queremos que Dios nos oiga, tenemos que ser como el niño que pide bicicleta. No pide una sola vez y luego calla. Pide y pide y pide hasta que por fin su papá diga, “Oh, yo creo que este muchacho de veras quiere una bicicleta”.

      Al persistir en la oración nuestros propósitos se clarifican. Qué es lo que en realidad queremos en esta vida. ¿Cuáles son las cosas verdaderamente importantes? 

      4. Que la mera repetición de alguna oración no vale. Si uno repite el “Padre nuestro” tres o cinco veces, ¿estará pidiendo algo de todo corazón o simplemente cumpliendo con un mandamiento?

      5. Que al pedir algo con intensidad y persistencia nosotros haremos nuestra parte para obtener lo que queremos. Pedimos el pan de cada día (Luc. 11:3) y luego con la misma sinceridad trabajamos para obtener el pan (Efes. 4:28; 1 Tes. 4:11). Oramos fervientemente por los enfermos y al mismo tiempo les ayudamos para que aprovechen toda ayuda posible de doctores, hospitales, etc.

Debemos orar fervientemente por los perdidos (Rom. 10:1) y luego con la misma intensidad y persistencia trabajaremos para convertirles.

      6. Que Dios se puede comparar con aquel que no quería dar pan solamente si los que pedimos pan o perdón o cualquier cosa no pedimos de todo corazón, de la misma manera que el señor de la parábola pidió pan a media noche. Y se puede comparar con el juez injusto solamente en el sentido de que no nos hará caso a menos que pidamos con la misma insistencia de la viuda que pidió justicia. Es decir, Dios será indiferente también si los que pedimos no lo hacemos con toda sinceridad y persistencia. Estas palabras enseñan que ni siquiera debemos molestar a Dios si no hacemos nuestras peticiones de todo corazón. Prov. 28:9  El que aparta su oído para no oír la ley,  Su oración también es abominable”. Y se puede agregar a esto que Dios aparta su oído de los que no le piden con fe y toda sinceridad.

      Algunos ejemplos de la persistencia en orar: Abraham (Gén. 18:23-32, persistió en su intercesión por Sodoma. V. 26, “Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos”. Pero luego en su intercesión Abraham baja el número de justos a 45, a 40, a 30, a 20, y por fin hasta 10.) Cristo (Mat. 26:36-44, oró las mismas palabras en Getsemaní). Pablo (2 Cor. 12:7-10, pidió tres veces que Dios quitara el aguijón en su carne). También recuérdese cómo Jacob luchó con el ángel hasta que le diera la bendición que quería (Gén. 32:26, “No te dejaré, si no me bendices”.)

      11:9  Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.  10  Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. – En este texto Jesús nos enseña cómo orar. Ahora insiste en que aprovechemos este gran privilegio. Jesús no dice "rezar", sino "pedid". Hay mucha diferencia entre el rezar y el orar. No hay virtud alguna en recitar o leer oraciones. Lo que agrada a Dios es el pedir, buscar y llamar. La ley de Cristo contiene enseñanzas bien difíciles para nosotros a menos que nuestro corazón esté completamente sumiso a la voluntad de Dios. Es necesario que haya cambio de corazón y de vida. ¿Cómo es posible hacer estos cambios? "Pedid... buscad... llamad". Debemos llevar todo problema a Dios en oración. Si estamos resueltos a hacer la voluntad de Dios (ver. 21), si estamos resueltos a cooperar con la oración (poner nuestra parte), y si comprendemos que urgentemente necesitamos de la ayuda de Dios, El nos oirá.

      ¿Por qué pedir si no hay milagros ahora? Aun en el primer siglo cuando sí se hacían milagros, muchas peticiones no requerían no esperaban milagros. Por ejemplo: Mat. 9:38; 24:20; Rom. 1:9; 1 Tes. 3:10; Filemón 22; Rom. 10:1.

      I. ¿Qué cosas debemos pedir?

      A. Mat. 6:10, debemos pedir por el reino. En aquel entonces el reino se había acercado (Mat. 3:2; 4:17), y los discípulos de Jesús fueron enseñados a orar, "Venga tu reino". El reino vino (se estableció) en el día de Pentecostés (Hech. 2). Ahora debemos pedir por el reino, de que se extienda por medio de la predicación del evangelio y por la fidelidad de los que se trasladan al reino (Col. 1:13).

      B. Mat. 6:10, debemos pedir, "hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra". Esta petición es semejante a la primera -- la de pedir por el reino -- porque Dios reina sobre los que hacen su voluntad. No conviene decir, "hágase tu voluntad" si no estamos dispuestos a hacer su voluntad. Los únicos que agradan a Dios son los que hacen su voluntad (7:21; 12:50).

      C. Mat. 6:11, "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy". Esta petición indica que reconocemos nuestra completa dependencia de Dios, y que "él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas" (Hech. 17:25).

      D. Mat. 6:12, "perdónanos nuestras deudas" (pecados, Luc. 11:4). Los "pobres en espíritu" (5:3) reconocen que han pecado y que urgentemente necesitan del perdón de Dios.

      E. Mat. 6:13, "no nos metas en tentación, mas líbranos del mal". Reconocemos que sin la dirección y ayuda de Dios sería imposible andar en el camino angosto. Al mismo tiempo recordamos que Jesús nos dice, "Velad y orad, para que no entréis en tentación" (26:41). En todas estas súplicas ponemos nuestra parte, cooperando con nuestra oración.

      F. Sant. 1:5, "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada". Pedimos la sabiduría para ayudarnos a resolver los problemas de la vida y para tomar buenas decisiones en todos los asuntos importantes de la vida que afectan la familia, la iglesia, el empleo, etc.

      G. Pedimos muchas otras cosas. También pedimos el consuelo en los tiempos difíciles, pedimos el valor para trabajar eficazmente en su servicio, en fin, pedimos todas aquellas cosas que nos ayudan a crecer y madurar en su servicio y ser transformados a la semejanza de Cristo (Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18; Gál. 4:19).

      II. "Porque todo aquel que pide, recibe".

      A. ¿Promete Jesús que todos los que piden recibirán incondicionalmente lo que piden? Desde luego que no, porque hay varios requisitos para que nuestra oración sea aceptable ante los ojos de Dios. Compárese Hech. 16:31, "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa". Los evangélicos citan este texto y dicen que el creer es la única condición o requisito de la salvación, pero no es cierto como el ver. 34 hace claro, porque esa misma hora de la noche fueron bautizados el carcelero y su casa. El que pide y el que cree deben cumplir con los requisitos (mandamientos) de Dios.

      B. Por ejemplo, Sant. 1:5 dice, "Pero pida con fe, no dudando nada". El pedir solo no logra nada (como la fe sola no logra nada, Sant. 2:24, 26).

      C. Mat. 5:6, Jesús dice, "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados". Si alguien pide algo pero no tiene hambre y sed de justicia, Dios no oirá su oración (no serán "saciados). Dios no acepta la insinceridad; no quiere oraciones que no son del corazón, sino simplemente de la boca. Los que son de doble ánimo no recibirán nada del Señor (Sant. 1:7, 8). Por eso decimos que Jesús no promete que todos los que piden algo lo recibirán incondicionalmente.

      D. Sant. 4:3, "Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites". El egoísmo destruye la eficacia de la oración.

      E. 1 Juan 3:22, "Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él". 1 Juan 5:14, "Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye".

      III. ¿Qué implica la palabra "pedir"?

      A. Indica que el orar no es un rito o ceremonia (no es rezar), sino es "pedir", en el sentido ordinario de la palabra.

      B. Implica que somos dependientes de Dios, que estamos necesitados de sus bendiciones y favores. "Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia" (Prov. 3:5). ¿Qué pidió el fariseo de Luc. 8:11, 12? No pidió nada y no dio gracias, sino que solamente quería hablar de su propia "justicia".

      C. Implica que no confiamos en cosas materiales (Mat. 6:19-34), sino en la providencia de Dios. Pedimos a Dios en lugar de confiar en lo que tengamos o en lo que podamos hacer. Los que no conocen a Dios confían en varias cosas: la educación, la preparación para algún oficio o profesión, las inversiones, los ahorros, las posesiones, la buena salud, la fuerza física, en el poder político o financiero, la popularidad con la gente, etc.

      D. El "pedir" implica la humildad y sinceridad.

      E. Implica comunión con Dios, porque pedimos como hijos de Dios y El nos oye y ayuda como nuestro Padre.

      IV. ¿Qué implica la palabra "buscar"?

      A. Implica la oración sincera e intensa. "Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego..." (Dan. 9:3).

      B. Implica el esfuerzo personal. Mat. 6:33, "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia".

      C. Implica que sinceramente cooperamos con nuestra oración (que ponemos nuestra parte). Cuando oramos por el reino, nos ocupamos en los asuntos del reino para que avance. Cuando oramos "hágase tu voluntad", nos esforzamos por hacerla e insistir en que otros la hagan. Cuando pedimos el pan, trabajamos para aprovechar las provisiones hechas por Dios (El "pone los medios"). Antes de pedir el perdón, perdonamos a otros. Cuando pedimos que Dios no nos meta en tentaciones, las evitamos y huimos de ellas. Cuando pedimos la sanidad, hacemos todo lo posible por aprovechar la ayuda de médicos y medicina, que son bendiciones de Dios. Cuando pedimos el crecimiento espiritual, ponemos nuestra parte, estudiando la Biblia y siendo miembros activos de la iglesia.

      V. ¿Qué implica la palabra "llamar"?

      A. Implica la perseverancia en la oración, Luc. 11:5-8; 18:1-5. Ejemplos de esto son: Abraham, Gén. 19:32; Elías, Sant. 5:16-18; la mujer cananea, Mat. 15:27; Pablo, 2 Cor. 12:8; y Jesús, Mat. 26:44.

      B. La perseverancia en la oración se enseña en muchos textos: 1 Tes. 5:17; Col. 4:2; Rom. 12:12.

      C. El desaliento nos destruye espiritualmente. El diablo no tiene que seducirnos a cometer fornicación, etc. para destruirnos, porque basta con desanimarnos. Por eso Jesús nos enseña "la necesidad de orar siempre y no desmayar" (Luc. 18:1). 2 Cor. 4:1, 16, "no desmayamos".

      VI. "Recibe... halla... se le abrirá".

      A. El que cumple con los requisitos de la oración aceptable nunca quedará decepcionado cuando pide a Dios. Véanse Deut. 7:9; Josué 21:45; 1 Reyes 8:56; Neh. 1:5.

      B. Dios contesta nuestras oraciones en varias maneras: en primer lugar, tenemos la plena seguridad de que El nos oye si estamos en comunión con El, y que El nos ama y quiere ayudarnos y bendecirnos. No siempre concede lo que pedimos (2 Cor. 12:8), pero siempre nos da lo que pedimos o algo mejor que lo que pedimos (lo que es espiritualmente mejor para nosotros).

      11:11  ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente?  12  ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?  13  Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?  -- Jesús razona de lo menor a lo mayor. ¿Los padres terrenales abusarán de sus hijos? ¿Les engañarán? ¿Harán burla de ellos? Hay casos de padres abusivos, pero la mayoría de los padres quieren cosas buenas para sus hijos. Dios está aun más dispuesto que los padres terrenales a bendecir a sus hijos. "Vosotros, siendo malos", es decir, somos malos en el sentido de ser imperfectos (Rom. 3:23; 1 Jn. 1:8-10). Si nosotros -- hombres imperfectos -- sabemos dar buenas cosas a los hijos; entonces ¿cuánto más el Dios que es perfecto en conocimiento y poder y en su deseo de ayudar y bendecir a sus hijos dará buenas cosas a los que le pidan?

      Sant. 1:17, "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación". ¡Toda cosa buena proviene de Dios! Nunca olvidemos esto. Cuando recibimos o gozamos de cualquier cosa buena, no digamos que tuvimos "buena suerte", sino que recibimos otra bendición de Dios. Nos da la vida abundante (Juan 10:10; Mar. 10:29, 30); nos bendice con toda bendición en Cristo (Efes. 1:3); nos bendice más allá de lo que podemos pedir o entender (Efes. 3:20); en fin, nos da las llaves a todos los recursos celestiales.

      Por lo tanto, "pedid... buscad... llamad".

 

Jesús y Beelzebú (Mat. 12:22-30; Mar. 3:20-27)

      11:14  Estaba Jesús echando fuera un demonio, que era mudo; y aconteció que salido el demonio, el mudo habló; y la gente se maravilló. – Según Mateo 12:22 era ciego y mudo. Satanás hizo esto: dejó a este pobre hombre atormentado por un espíritu inmundo, ciego y mudo. Así es la obra de Satanás.

       -- y la gente se maravilló. No había otro milagro más impresionante que éste; la gente siempre "estaba atónita" al observarlo, pues era otra demostración clara de la supremacía de Jesús sobre Satanás. Por lo tanto, preguntan si este Jesús no podría ser el Mesías. Al hablar de El decían, "Hijo de David"; es decir, descendiente de David. Véase Mat. 12:23; Isa. 35:5. También compárese Jn. 7:31, "El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?" Los fariseos no creían porque no querían creer. No les convenía creer. La envidia de ellos (Mat. 27:18) impedía que aceptaran la verdad, pero la reacción espontánea de la gente común, gente que simplemente decía lo que pensaba de los milagros de Jesús, es evidencia clara de que Jesús mostraba atributos divinos. La pregunta implica respuesta negativa. Los milagros indicaban que Jesús bien podría ser el Mesías, pero no se presentaba ni obraba como el Mesías esperado por los judíos, porque éste debería ser un gran Conquistador, un glorioso Rey como David y Salomón.

      11:15  Pero algunos de ellos (los fariseos, Mat. 12:24) decían: Por Beelzebú, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios. -- La acusación de los fariseos fue acto de desesperación, pues reconocían que tenían que apagar el intenso interés del pueblo en los milagros de Jesús. La pregunta hecha por la gente era “puro veneno” para los fariseos. Viendo los milagros la gente podía llegar a la conclusión de que en verdad Jesús era enviado de Dios (véase Jn. 3:2). Si el pueblo se convenciera de esto, aceptarían a Jesús como su Maestro y rechazarían a los fariseos. Estos seguramente no tenían la actitud de Juan el bautista en cuanto a sus seguidores (véase Jn. 3:26,30). Los fariseos podían ver que ese movimiento ya estaba fuera de control, y tenían que hacer algo para impedirlo. Se dedicaban mucho a la investigación de cualquier líder popular (véase Jn. 1:19) para proteger su propia posición de liderazgo.

      La acusación fue sumamente ofensiva, despreciativa y odiosa (véase Mat. 10:25, le "llamaron Beelzebú"). Es probable que el nombre "Beelzebú" es corrupción de "Baal-zebub dios de Ekron", el dios inventado y adorado por los filisteos para protegerles de las moscas. Véase 2 Reyes 1:2, 3, 6, 16. En alguna forma se identificaba en la mente de los judíos con Satanás, el príncipe de los demonios.  Habían dicho la misma cosa cuando Jesús echó fuera el demonio de otro mudo (Mat. 9:32-34). En esa ocasión también "la gente se maravillaba" y los fariseos se vieron en la necesidad de combatir la influencia de Jesús.

      Fue doble la acusación: (1) “Decían que tenía a Beelzebú", Mar. 3:22; que tenía demonio (Jn. 7:20; 8:48,52; 10:20, "demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís?"). Decían lo mismo de Juan (Mat. 11:18), y con el mismo fin, para que la gente no les escuchara. (Es la táctica usada por los sectarios y aun por los hermanos institucionales que nos tildan de “legalistas”, "antis" y otros epítetos peores para que la gente no nos escuche); (2) que estaba aliado con Satanás. No podían negar que Jesús hacía milagros, ni tampoco podían atribuir estas maravillas a poderes meramente humanos. La evidencia de que Jesús obraba verdaderos milagros era muy clara e irrefutable (compárese Hech. 4:16), pero ellos sí podían poner en tela de juicio la fuente de ese poder, promoviendo la idea insensata de que Jesús obraba en liga con Satanás. Con esta táctica podían convencer al pueblo que aunque Jesús hacía milagros, no eran de Dios. No era cuestión de si El hacía milagros, sino de por qué autoridad los hacía. Creían los fariseos que habían dado una explicación que Jesús no podía refutar, ya que se trataba de fuerzas invisibles. Jesús reconoció la astucia de esta acusación y su posible efecto sobre el pueblo. Por lo tanto, tomó la molestia de refutarla rotundamente.

      Fue una idea sumamente absurda porque desde el principio Jesús obraba fervientemente en contra de Satanás, destruyendo su obra en toda manera posible. "Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo" (1 Jn. 3:8). Pero el triunfo sobresaliente de Jesús sobre Satanás era el milagro de echar fuera los demonios. ¿Por qué estaba endemoniado este hombre? ¿Quién era responsable? Satanás. ¿Quién le liberó de esa horrible miseria? Cristo. ¿Estos dos -- Satanás y Cristo -- estaban en liga el uno con el otro? ¿Uno haciendo y el otro deshaciendo lo que el primero hacía?

      En primer lugar, Satanás no destruye su propia obra; en segundo lugar, ¿desde cuándo hace buenas obras

      11:16  Otros, para tentarle, le pedían señal del cielo. – 11:29, 30; Mateo16:1. Según Mateo 12:38, “Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal”. Es obvio que “respondieron” a lo que Jesús decía en los versículos anteriores, pero no respondieron, sino que buscaron otra salida.

      ¿Que indica en cuanto a su carácter esta petición?  Los muchos milagros ya hechos por Jesús no eran suficientes para convencerles. "Tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos" (Luc. 16:31); es decir, no eran sinceros y no querían ser persuadidos. No les faltó evidencia. Ya sobraba evidencia. Jesús ya había hecho muchos y distintos milagros. Como Nicodemo dijo, "Sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él". Así es la admisión de un hombre sincero.

      ¿Qué clase de señal querían?  Luc. 11:26 dice "le pedían señal del cielo"; también Mat. 16:4. Querían alguna señal distinta de las que habían visto. Esto implica que ellos creían que los milagros que Jesús había hecho no eran señales "del cielo". Ejemplos de señales del cielo: (1) MOISES estuvo con Dios sobre el monte en medio de "truenos y relámpagos" (Ex. 19:16);  (2) A ISRAEL Dios les dio "pan del cielo", Jn. 6:31; (3) JOSUE hizo que el sol y la luna se detuvieran, Josué 10:12,13. (4) SAMUEL hizo venir truenos y granizo en el tiempo de la siega, 1 Sam. 12:17. (5) ELIAS llamó fuego del cielo (Luc. 9:54) y en otra  ocasión la lluvia descendió cuando oró, 1 Reyes 18:45. (6) ELISEO oró y su siervo vio "que el monte estaba  lleno de gente de a caballo y de carros de fuego" (2 Reyes 6:17).

      ¿Por qué pidieron señal del cielo? Ellos no querían creer. No querían ser convencidos. Ellos solamente querían ver más señales para criticarlas. Le tentaban. Querían atraparle. Siempre esperaban que Jesús fallara al intentar hacer una señal del cielo, pero Jesús era Dios infalible, no fallaba.

      11:17  Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, -- Mat. 9:4; Jn. 2:25; 21:17). Cristo llegó a ser hombre y vivió en la tierra pero no dejó de ser Dios omnisciente y omnipotente (todopoderoso). No tuvieron que hablar. No era necesario que expresaran sus pensamientos, porque El sabía los pensamientos de ellos. El entendía a profundidad los propósitos de ellos, y por eso la naturaleza de su acusación.

      -- les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae. 18  Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, (    Mat. 12:26, “Y si Satanás echa fuera a Satanás) ¿cómo permanecerá su reino? ya que decís que por Beelzebú echo yo fuera los demonios. -- Si Satanás envía los demonios para tomar control de la gente para causar sufrimiento y miseria, y luego el mismo Satanás envía a Jesús para echar fuera aquellos mismos siervos obedientes de Satanás, entonces obra en contra de sí mismo. Tal proceder sería insensato y ¿quién acusa a Satanás de ser insensato? ¿Acaso los fariseos no sabían esto? ¿Eran insensatos ellos mismos? ¿Quién no sabe que un reino dividido contra sí mismo será pronto asolado? ¡Qué locura decir que Satanás echaba fuera a Satanás! Todos sabían que los espíritus inmundos venían de Satanás y que los endemoniados eran afligidos por él.

      Es probable que la respuesta correcta es que ellos dijeron esto por causa de su desesperación. ¿Qué otra cosa podían hacer? Jesús estaba destruyendo su influencia y, por eso, disminuyendo su control sobre el pueblo. No podían negar que Jesús hacía milagros, porque eran muchos, eran estupendos y maravillosos, y había muchos testigos. Entonces ¿qué hacer? Les quedaron solamente dos alternativas: (1) admitir que Jesús hacía milagros por el poder de Dios y humillarse delante de El, o (2) atribuir sus milagros al diablo, diciendo que Jesús estaba aliado con Satanás, comisionado por El y vestido de poder diabólico.

      Pero ¿no entendían lo ilógico de decir que Satanás echaba fuera a Satanás? Recuérdese que estaban desesperados y, por eso, no eran razonables. Así es la oposición contra Dios en toda época. Todo argumento contra Dios, contra Cristo, contra el evangelio, contra la iglesia, etc. es argumento ilógico. Sin embargo los falsos maestros no se preocupan por esto porque su único propósito es triunfar sobre la verdad, y para lograr su propósito emplean muchas asechanzas (Efes. 6:11) y armas carnales (2 Cor. 10:4).

      11:19  Pues si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿vuestros hijos por quién los echan? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. -- Sus hijos eran sus discípulos, o seguidores, Mat.  22:15, 16. Compárese 2 Reyes 2:3, "hijos de los profetas". Seguramente los fariseos creían que sus discípulos lanzaban demonios por el poder de Dios (véase Mat. 7:22; 24:24). Hech. 19:13 habla de los "judíos, exorcistas ambulantes". Estos usaban encantos de varias clases para "echar fuera demonios". Josefo describe tales casos. Entonces ¿por qué condenaron a Jesús por hacer lo que, según ellos, sus discípulos hacían? El propósito de esta pregunta de Jesús fue para exponer aun más la inconsecuencia de los fariseos. Ellos atribuyeron la obra de sus “hijos” a Dios, y no a Satanás. Entonces ¿por qué decir que Jesús lanzaba demonios por Beelzebú?

      Por lo tanto, sus propios "hijos" (discípulos, seguidores) serían sus jueces. Si los "hijos" de los fariseos que profesaban lanzar demonios admitían que la acusación hecha por los fariseos era cierta, entonces se condenaban a sí mismos. Por el otro lado si decían que la acusación era falsa, entonces condenaban a sus maestros y vindicaban a Jesús. De todas maneras serían sus jueces.

      Compárese Mat. 21:23-27, otro ejemplo de esta clase de argumentación de Jesús por la cual sus oponentes habrían perdido, no obstante cómo contestaran.

      11:20  Mas si por el dedo de Dios (el Espíritu de Dios, Mat. 12:28) echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros. -- De todos los milagros hechos por Jesús parece que el echar fuera los demonios impresionaba más a la gente. Quedaron atónitos y maravillados, sumamente impresionados con esta señal. Jesús también hace caso especial de este milagro. Según El este fenómeno demostraba claramente "el dedo de Dios" (Luc. 11:20), o como dice Mateo, Jesús obraba "por el Espíritu de Dios" (Mat. 12:28). Por esta causa Jesús suena la alarma contra la blasfemia contra el Espíritu Santo (v. 32; Mar. 3:29,30).

      Por lo tanto, el reino de Dios había llegado porque el reino de Satanás estaba sufriendo mucha pérdida. Había solamente dos alternativas: (1) Jesús echaba fuera demonios por la autoridad de Satanás, conclusión ilógica y absurda, porque de esa manera Satanás hubiera trabajado en contra de sí mismo, cosa que él nunca hace. ¡Satanás es muy astuto, no es estúpido! (v. 25-27). (2) La otra alternativa, la única que les quedaba, fue que Jesús echaba fuera demonios por el dedo de Dios y, por lo tanto, el reino de Dios había llegado; es decir, los milagros demostraban que todo lo que El había anunciado acerca del reino era cierto. En ese caso les convenía a los judíos regocijarse grandemente al ver la demostración del poder de Dios sobre el poder de Satanás. Les convenía preparar sus corazones para recibir este reino que tenía tanto poder de hacer obras de misericordia entre la gente. Pero "los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas" (Jn. 3:19).

      Esto presenta un pensamiento alarmante, porque indica que los fariseos, al observar la obra de Jesús, eran testigos de la presencia y el poder del mismo Dios a quién ellos profesaban servir. La llegada del Mesías sería también la llegada del reino de Dios anunciado por todos los profetas. En esto Jesús anticipa la llegada del reino el día de Pentecostés. El punto es que Dios ya estaba derrotando a Satanás como Jesús explica en los versículos que siguen.

      11:21  Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee.  22  Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín. -- El hombre fuerte representa el diablo. Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra, El entró en su casa (la persona endemoniada) para atarlo antes de poder saquear su casa (echar fuera el demonio). Es importante observar que esta victoria sobre Satanás ocurrió cuando Cristo vino la primera vez, porque muchos maestros religiosos creen y enseñan que la victoria de Jesús sobre Satanás será hasta su segunda venida. Obsérvese esta verdad en los siguientes textos: Luc. 10:18, hablando del ministerio de los setenta y cómo ellos podían echar fuera demonios, "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo"; Jn. 12:31, "Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera"; 16:33, "yo he vencido al mundo"; Col. 2:15, "triunfando sobre ellos en la cruz";  Efes. 4:8, "Cuando ascendió a lo alto, llevó cautiva una hueste de cautivos" (LBLA); Heb. 2:14,15, "para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los ... sujetos a servidumbre"; Apoc. 20:1-3, Satanás atado para que no pudiera engañar más a las naciones. No se refiere a la segunda venida, sino a la primera venida. Cristo triunfó sobre Satanás de muchas maneras comenzando con las tentaciones de Mat. 4:1-11. Los que aceptan el evangelio de Cristo ya no se engañan.

      ¿Como se establece un reino? ¿No es necesario primero vencer al enemigo para poder establecer un reino nuevo? Primero es necesario triunfar sobre el enemigo. La historia habla de una sucesión de reinos o gobiernos establecidos después de la victoria del conquistador. Así también, Cristo tuvo que vencer primero, tuvo que  triunfar sobre Satanás para establecer su propio reino.

      Mateo 12:31-32 registra las siguientes palabras sobre este tema: “Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.  32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”. Conviene dar un repaso sobre los versículos anteriores: (1) Jesús sana a un endemoniado, ciego y mudo, Mat. 12:22;  (2) La acusación blasfema de los fariseos, v. 24;  (3) La respuesta sencilla e irrefutable de Jesús, v. 25, 26; (4) ¿Por quién los echan vuestros hijos? v. 27; (5) Ha llegado a vosotros el reino de Dios, v. 28; (6) Primero hay que atar al hombre fuerte, v. 29; (7) No puede haber neutralidad. Ahora analizamos la blasfemia contra el Espíritu Santo como prueba o evidencia de la condición depravada de los fariseos.

      -- Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres -- La palabra "evangelio" significa "buenas nuevas"; es decir, por medio del evangelio de Jesucristo todo pecado será perdonado. Véanse los catálogos de pecados (Rom. 1:28-32; 1 Cor. 6:9-11; Gál. 5:19-21, etc.). Todos estos pecados serán perdonados por Dios si nos arrepentimos, confesamos a Cristo y somos bautizados para perdón de pecados. Los pecados de David (el codiciar, el adulterar, el matar) fueron perdonados. Los "muchos" pecados de la mujer de Luc. 7 fueron perdonados. Pedro negó a Cristo tres veces pero fue perdonado. Saulo de Tarso persiguió a Jesús pero fue perdonado.

      Blasfemar significa "difamar o injuriar...cualquier forma de hablar injuriosa, ultrajante, calumniador". Este pecado cometido aun contra Jesús tenía y tiene perdón, v. 32. Le acusaban de ser glotón y borracho; decían que era samaritano (término muy insultante para cualquier judío), que estaba loco, y que blasfemaba cuando perdonaba pecados. Se describen aun aquellos que lo crucificaron como ignorantes (Luc. 23:34; Hech. 3:17; 13:27; 1 Cor. 2:8). Todos estos insultos, blasfemias e injurias recibieron perdón cuando los culpables obedecieron al evangelio.

      -- Pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no les será perdonada, --  Al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, v. 31,32. El v. 31 dice "blasfemia" y el v. 32 dice "hablar contra". El mismo texto explica la palabra "blasfemia". Mar. 3:29 dice "cualquiera que blasfeme contra el Espíritu".  Marcos 3:30 explica la blasfemia contra el Espíritu Santo: V. 31, "Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo". La blasfemia contra el Espíritu se refiere a lo que los fariseos acabaron de decir (Mat. 12:24), "Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios". Marcos 3:22, "decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios". Lo que ellos decían no era simplemente una calumnia contra Jesús, sino una blasfemia contra el Espíritu Santo. Decían que el Espíritu Santo era Satanás (espíritu inmundo). ¡Esta es la blasfemia contra el Espíritu Santo!

      La obra del Espíritu Santo es atribuida a Satanás. Negaban los fariseos que Jesús hizo la gran obra de echar fuera los demonios por el poder del Espíritu Santo. Mas bien, según ellos, lo hizo por el poder de Beelzebú, príncipe de los demonios, o sea, Satanás mismo. Al decir esto hablaron o blasfemaron contra el Espíritu Santo, dando a entender que en realidad el Espíritu Santo era un espíritu inmundo.

      Dicen los carismáticos que hablamos contra el Espíritu cuando denunciamos sus "señales y prodigios mentirosos". Esta acusación es completamente necia y absurda. Al decir esto ellos demuestran su profunda ignorancia de las Escrituras (Mat. 22:29). Desde luego, no hablamos contra el Espíritu, sino probamos los espíritus, 1 Jn. 4:1,2.

      Al ver las obras de Jesús y al oír sus enseñanzas, los escribas y fariseos estuvieron en la misma presencia de Dios, pero indicaron que más bien estuvieron en la presencia de Satanás. No hay depravación más profunda que esta.

      -- ni en este siglo ni en el venidero, --  No hay la más mínima sugerencia en este texto de que haya manera de recibir el perdón de Dios después de morir. Recuérdese Luc. 16:23-31. Marcos 3:29, "no tiene jamás perdón, sino que es reo (culpable) de juicio eterno". Es claro, pues, que la expresión "ni en este siglo ni en el venidero" enfatiza el hecho de que nunca habrá perdón. La doctrina de un supuesto “Purgatorio” donde algunos sufren por un tiempo antes de ir al cielo es pura fábula (2 Tim. 4:4).

      11:23  El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. -- Jesús recogía. El vino al mundo para recoger a todas las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mat. 10:6), pero los fariseos desparramaban (Mat. 9:36).

      No puede haber neutralidad. El pueblo tuvo que escoger entre la verdad de Jesús o la mentira de los fariseos. No podían ser neutrales. Si no ayudaban a Jesús, entonces favorecían a los fariseos. Todos los que rehúsan obedecer al evangelio, fuera lo que fuera su motivo, automáticamente ayudan a Satanás.

      ¡Cómo se engañan solas muchas personas! Creen que son neutrales. Piensan que no se oponen a Jesús y su obra, aunque no se ocupan en ella; aprueban y aun defienden la verdad, hablan muy bonito de la Biblia y de la iglesia, sin reconocer que en realidad se han puesto al lado del enemigo. La indiferencia no es meramente indiferencia, sino oposición. El creer solamente sin obedecer es resistencia contra Dios. Si no entregamos todo el corazón a Dios no le damos nada. ¡Que todos entiendan una cosa: la supuesta neutralidad es pura hostilidad contra Cristo!

      ¿Hay conflicto entre este texto y Mar. 9:40, "el que no es contra nosotros, por nosotros es"? De ninguna manera. En este texto Jesús enseña la tolerancia de otros discípulos. Condena la envidia y la rivalidad. No se trata de la neutralidad. En Mar. 9:40 se trata de juzgar al hermano, pero en este texto (Mat. 12:30) cada persona tiene que juzgar a sí mismo.

 

El espíritu inmundo que vuelve (Mat. 12:43-45)

      11:24  Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí.  25  Y cuando llega, la halla barrida y adornada.  26  Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. – Esta parábola es un comentario sobre el v. 23 (“El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”). Era muy importante que sus discípulos (y los judíos en general) reconocieran la necesidad de escoger entre El y los fariseos. Todos tenían que examinar el fruto de cada "árbol". Tenían que examinar los dichos (enseñanzas, palabras en general) de ambos, para saber el carácter verdadero de cada quien. Porque ya era sumamente claro que el pueblo judío no podía aceptar y seguir a Jesús y también seguir escuchando a los fariseos y escribas. El momento de decisión ya había llegado. La blasfemia de ellos lo hizo aun más claro.

      Jesús enfatiza las consecuencias de descuidar sus enseñanzas. Se refiere a la tragedia de rechazar a Cristo y la salvación que ofrece con todas las bendiciones espirituales (Efes. 1:3). Este texto es la continuación de lo que Jesús dijo acerca de los escribas y fariseos. Había echado fuera el demonio de un hombre. Algunos de los fariseos blasfemaron contra el Espíritu Santo (diciendo que Jesús tenía espíritu inmundo). Otros pidieron señal del cielo. Jesús les llama  "generación mala y adúltera", y dice que los de Nínive y la reina del Sur se levantarán en el juicio para condenarles.

      Ahora sigue una ilustración que explica que la condición espiritual de esa generación seguiría de mal en peor a consecuencia de no aceptar a Jesús y sus enseñanzas. El espíritu inmundo sale del hombre. No dice que fue echado, sino que "sale". Parece ser acto voluntario. Anda por lugares secos, buscando reposo, no lo halla. Los demonios querían ocupar cuerpos. Véase Mt. 8:31.               

      Vuelve a su casa desocupada, barrida, adornada. Su "casa" es el cuerpo del hombre que él había poseído. Esto indica que los demonios a veces volvían a entrar en un hombre después de salir o ser echados fuera de él. Mar. 9:25, Jesús dijo al demonio, "Sal de él, y no entres más en él". En este caso Jesús prohibió que el demonio volviera a tomar posesión del hombre. Las palabras "barrida y adornada" indican que la casa estaba bien preparada para ser ocupada por los demonios.

      Entonces trae otros siete espíritus inmundos peores que él. Esto indica que había comunicación entre los demonios. El número "siete" es número simbólico que significa “completo” (indicando toda clase de maldad). Era muy común en el vocabulario de los judíos. Nosotros diríamos "muchos". "Peores que él" indica que había grados de maldad entre los demonios. Algunos eran más depravados que otros. Véase Mar. 9:29, "Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno". Este texto también indica que algunos eran peores (más feroces) que otros. El espíritu inmundo, ahora acompañado por otros siete peores que él entran en el hombre para morar allí y el postrer estado del hombre era peor que el primero.

      Así también acontecerá a esta mala generación. Primero son comparados con niños, y ahora con un endemoniado. En Mat. 11:16-19 Jesús comparó esa generación con niños que no podían ser complacidos por nadie. Ahora les compara con un hombre endemoniado. La lección enseñada claramente en este texto es que como la condición del hombre endemoniado se hizo peor, así también la condición de esa generación iría de mal en peor. "El postrer estado del aquel hombre viene a ser peor que el primero".

      ¿El demonio salió? Es difícil saber si la primera parte de esta ilustración (el demonio sale) significa algo acerca de la condición de los judíos de esa generación. Algunos creen que el salir del demonio se refiere a que los judíos dejaron la idolatría durante el cautiverio en Babilonia, pero eso no era experiencia de los judíos del primer siglo. Otros suponen que había algo de mejoramiento en aquellos días debido a la influencia de Juan y Jesús. Sería difícil reconocer algún cambio bueno en ellos, pero una cosa es cierta: los judíos, como nación, rechazaron a Jesús y aun lo crucificaron como criminal. También rechazaron el evangelio, y en su rebelión se sometían cada vez más a las malas influencias de Satanás.

      La casa "barrida, adornada" bien ilustra la actitud de los judíos hacia Jesús, y su plena rebelión abierta contra El; es decir, estaban dispuestos a recibir a Satanás (ocho y aun ocho mil demonios) para acabar con Jesús, el evangelio y la iglesia. De esta manera se preparaban a sí mismos para recibir a Satanás en su corazón para perseguir a Jesús y sus seguidores. Así, pues, dice Jesús que los judíos eran semejantes a un hombre poseído por muchos demonios. Dentro de otros cuarenta años, más o menos, la ciudad, el templo, y muchos de los judíos serían destruidos por los romanos.

      Hay lecciones en esto para nosotros.  No podemos ser neutrales. Hay solamente dos reinos, dos caminos y dos destinos. No hay campo neutral; es decir, es imposible ser neutral en cuanto a Cristo y el evangelio. Una casa vacía invita huéspedes nada agradables. Es imposible mantener un vacío espiritual. El alma del hombre simplemente no puede quedar vacía. ¿Nos deja vacíos nuestra religión? Hay peligro de que la "conversión" de algunos sea solamente la externa de ciertas reformas o enmiendas. Tal "conversión" no es genuina y no dura, pero la poca "religión" que los tales aceptaron es como una inoculación contra la religión verdadera de Jesús. Los tales creen y suponen que ya conocieron la verdad, que ya experimentaron la salvación y sus bendiciones, y no quieren saber más del evangelio. Con razón su condición posterior es peor que la condición original.

      Muchos textos nos enseñan a quitar lo malo y llenar la vida de lo bueno. 1 Ped. 2:1,2, “Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones,  2  desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación”. Hay que desechar toda malicia, etc. como si fueran demonios, porque verdaderamente son del diablo, y llenar el corazón con la palabra de Dios que produce el crecimiento espiritual. “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu” (Efes. 5:18). Es necesario despojarnos del viejo hombre, pero a la vez vestirnos del nuevo hombre (Efes. 4:22-32). Es necesario acabar con las obras de la carne, pero entonces llevar el fruto del Espíritu (Gál. 5:19-23). “Aborreced lo malo, seguid lo bueno” (Rom. 12:9). Todos los pecados mencionados en estos y los demás textos se pueden comparar con demonios que deben ser echados de la vida, pero entonces si no llenamos la vida de las cosas buenas enseñadas por Cristo, los demonios, ya multiplicados, volverán a “su casa”.

      Por lo tanto, no basta con simplemente echar fuera los "demonios" de la vida pasada. Es necesario llenar la vida con todas las cualidades preciosas de la vida cristiana. Este pensamiento se puede  observar en Rom. 6:3-7; 12:1,2 y en todos los textos que describen la conversión y la nueva vida en Cristo. Muchos dejan de beber alcohol, dejan de fumar tabaco, y dejan otros vicios y luego en poco tiempo vuelven a ellos. ¿Por qué? Porque no llenaron su mente y sus actividades con cosas buenas. Léase Fil. 4:8. La vida no acepta un "vacío". El vacío siempre se llena con algo.

      Es necesario echar fuera al diablo y entonces es necesario que Dios more en nosotros (para que Satanás no vuelva a vivir en nosotros). Dios permanece en nosotros, 1 Jn. 3:24; 4:12-16. Cristo está en nosotros, Rom. 8:10; "Cristo en vosotros", Col. 1:27; Efes. 3:17, "para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones". Habita Cristo "por la fe" en nosotros. Dicen algunos que "sienten" a Cristo en su corazón. Cristo no mora en nosotros en esa forma; no causa sensación física. Gál. 2:20, "vive Cristo en mí". El Espíritu Santo mora en nosotros, Rom. 8:9; 2 Tim. 1:14. Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, 1 Cor. 6:19. Estos y otros muchos textos enseñan que DIOS (el Padre, el Hijo, y El Espíritu Santo) vive o mora en nosotros y que nosotros estamos "en" Cristo, permanecemos en Dios, etc. La Deidad habita o vive en su tabernáculo (su templo o iglesia), 2 Cor. 6:16. Dios habita en nosotros con tal que salgamos del mal. Tenemos que apartarnos de la contaminación del mundo para que Dios habite en nosotros. Hay que estudiar 2 Cor. 6:14 - 7:1 con mucho cuidado.

      ¿Qué significa esta gran bendición (de que Dios habita en su iglesia)? Significa la comunión con Dios. La palabra "comunión" significa "participación". Tenemos la dicha de participar en las cosas celestiales, las cosas de Dios. Por ejemplo, Heb. 6:4, "hechos partícipes del Espíritu Santo" (2 Cor. 13:13, "la comunión del Espíritu Santo". Las palabras "participación" y "comunión" son idénticas). 2 Ped. 1:4-7 somos "participantes de la naturaleza divina" si añadimos a nuestra fe virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, pie- dad, afecto fraternal y amor. Significa estar bajo el poder, dirección e influencia de Dios. Estamos "en" El, sostenemos una relación estrecha con El, vivimos "conectados" con El. Significa, pues, los efectos y bendiciones que recibimos de Dios. Los textos dicen que "Dios" (o Cristo, o El Espíritu Santo) mora (vive o permanece) en nosotros porque Dios es la fuente o causa de estos poderes y beneficios. En estos textos se emplea una figura de gramática en la cual la causa se pone por el efecto. Gozamos de los efectos de nuestra relación con Dios, y en lugar de hablar de los efectos o bendiciones se dice simplemente Dios (la causa o fuente de ellos). Es la figura llamada "metonimia" ("figura de retórica que consiste en designar una cosa con el nombre de otra, cuando están ambas reunidas por alguna relación").

      De otro modo, si Dios no mora en nosotros, entonces el diablo vuelve -- ahora más fortificado que nunca -- y será más difícil que nunca echarlo otra vez de nuestra vida.

      Es necesario ser “antis” pero más que antis. Insistimos en que tenemos que ser “conservadores” porque tenemos que retener o conservar “la forma (el patrón) de las palabras sanas” (2 Tim. 1:13). Sin embargo, esto no significa que solamente somos “antis”. Somos “anti” (en contra de) muchas cosas: la mundanalidad (el baile, la ropa deshonesta, la bebida social, etc.); la música instrumental en el culto; la centralización eclesiástica (iglesia patrocinadora, instituciones de iglesias de Cristo), y otros errores doctrinales. Podemos ser “antis” en todo sentido necesario y aun así fracasar, porque aparte de oponernos a toda forma de pecado, tenemos que estar “a favor de” predicar y practicar “todo el consejo de Dios (Hech. 20:27). Hay que ser negativos, pero también hay que ser positivos. Como dijo Dios al profeta Jeremías (1:10), “Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar”.

      ¿Cómo está la condición de los que vuelven atrás? La Biblia enseña claramente que la condición espiritual de los discípulos de Cristo que vuelven atrás es peor de lo que era que cuando eran inconversos. 2 Ped. 2:20-22, "enredándose otra vez ...su postrer estado viene a ser peor que el primero". Heb. 6:4-6; 10:26-29. Fue imposible renovarlos al arrepentimiento porque rechazaron el sacrificio de Cristo.

      Los endemoniados eran víctimas involuntarias del diablo, pero Judas permitió que Satanás entrara en él (Jn. 13:27). También Ananías y Safira permitieron que Satanás llenaran su corazón para mentir a Dios (Hech. 5:3,4). También nosotros tenemos completo control sobre nuestro corazón. Si Satanás llena nuestro corazón, será con nuestro permiso.

 

La verdadera dicha

      11:27  Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz (para que todos pudieran oírle) y le dijo (interrumpió la enseñanza de Jesús, pues quería alabarle: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste.  – Sin duda esta mujer había escuchando atentamente lo que Jesús decía y también había observado sus obras maravillosas. Con mucha emoción quería alabar a Jesús de esta manera indirecta, alabando a su madre. Lo que ella dijo fue semejante a lo que dijo Elisabet (1:41, “Elisabet fue llena del Espíritu Santo,  42  y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”). Estaba cumpliendo la profecía de María misma (Luc. 1:48, “Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones”).

      11:28  Y él (El, empero, FL) dijo: Antes (menoun, más bien, FL; confirmatorio, es decir, no contradice lo que la mujer decía, pero correctivo, RCHL, porque presenta un contraste) bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan. – Es bueno que las emociones sean movidas por las palabras y los hechos de Jesús, pero también hay que ser realistas. Muchas personas ofrecen servicios a Dios con exagerada emoción, a veces dando rienda suelta a las emociones. Desde luego, el evangelio nos debe afectar emocionalmente, pero Jesús quiere ver más que esto. Quiere ver una vida de obediencia. “Los buenos sentimientos no pueden ocupar el lugar de la fidelidad en la acción” (WB). Esta respuesta de Jesús “hace sentir a esa mujer que ella misma puede ser feliz como aquella cuya dicha acaba de celebrar” (B-S).

      “¡Cuán completamente ajeno es este sentimiento a la enseñanza de la Iglesia de Roma, la cual excomulgaría a cualquiera de sus miembros que se atreviera a hablar en el espíritu de este glorioso dicho!” (JFB). “Es inconcebible que, a pesar de la respuesta de Jesús, los intérpretes católicos se apoyen en las palabras de esta mujer para sancionar el culto de la virgen” (B-S).

      Lucas 8:19-21 enseña que el ser pariente espiritual de Jesús es más importante que el ser pariente físico. María misma hizo esto. Jesucristo era el Salvador de su propia madre, porque ella oyó y aceptó la palabra de Dios. Su relación física (materna) produjo una gran bendición, pero su relación espiritual produjo una bendición más grande. La bendición que recibió por creer en Jesús como el Hijo de Dios (1:45) y guardar su palabra (Hech. 1:14) era más grande que la bendición de ser la madre de Jesús. Si María no hubiera creído en la deidad de Jesús para seguirle como los demás discípulos, ¿habría sido bienaventurada?

      La palabra “guardar” (phulasso) “denota (a) guardar, vigilar, montar guardia… (b) guardar en el sentido de proteger, pe., … Jn. 17:12 …; metafóricamente, guardar una ley” (WEV). Según el significado básico de la palabra, pues, podemos concluir que debemos “guardar” la palabra en el corazón como un tesoro precioso” (RCHL). Si la guardamos de esa manera, entonces la guardaremos también en el sentido de obedecerla y practicarla.

      Muchos oyen la palabra pero no por eso son “bienaventurados” (dichosos, felices, bendecidos) porque no la guardan. 1 Sam. 15:22, 23; Mat. 7:21-27; Heb. 5:8, 9; Sant. 1:22; 2:14-26. Esto produce la verdadera felicidad. Jn. 13:17;

      El clero romano hace mal uso de los hermosos textos de Lucas 1 (42, 48), afirmando cosas de ella que jamás entró en la mente de ella. Decir que “María es madre de Dios” es blasfemia. Por muchas razones esta expresión católica es blasfemia. Es blasfemia contra Dios, contra Cristo y contra María misma. María nunca dijo ni hizo nada para elevarse a sí misma. Ella no tiene nada de culpa por esta blasfemia. Es pura invención humana y carnal. María era mujer "bendita" y "bienaventurada" (1:42,48) porque Dios la escogió para ser la madre de Jesús. Era mujer piadosa, y la última referencia a ella (Hech. 1:14) nos dice que ella estaba con los fieles discípulos esperando los grandes eventos del día de Pentecostés, pero ella no aspiraba competir con su Hijo.

      ¿No es cierto que debamos orar a María puesto que Jesús hará mucho caso a las peticiones de ella? La afirmación de que María es una mediadora que escucha oraciones dirigidas a ella para entonces rogar a Jesús es enseñanza humana. En primer lugar es doctrina falsa, no enseñada en las Escrituras. Además insulta a Jesús nuestro único mediador (1 Tim. 2:5).

      Cuando María y sus hijos se le acercaron a Jesús ¿suspendió su obra de enseñar para atender a su madre? Claro que no. Leemos en Juan 2:2-4 que María dijo a Jesús, "No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer?" (Dijo, literalmente, "¿Mujer, qué a ti y a mí?"). No es en ningún sentido lenguaje falto de respeto, pero sí refuta el dogma católico de que solamente pidiendo algo María Jesús atiende. La respuesta de Jesús, aunque del todo respetuosa, indica que María no estaría involucrada de ninguna manera en sus actos sobrenaturales.

      ¿Qué enseña Mat. 12:46-50 sobre este tema? ¿Qué dijo Jesús? Pregunta, "¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?" ¿Quién puede suponer que Jesús hubiera hablado así a "La Madre de Dios", "La Mediadora y Reina del Cielo"? Si Dios hubiera querido presentar a María como la persona a quién debemos dirigir las oraciones, ¿habría hablado así Jesús acerca de ella? La respuesta es muy obvia. Entonces, ¿por qué se supone que debemos orar a ella y que Jesús le hace caso ahora?

      Desde la niñez y juventud Jesús amaba y respetaba a su madre (2:41). Estaba sujeto a José y María. Es importante comentar que a Jesús nunca le faltó respeto por su madre. Juan 19:26,27. Aun en la cruz cuando estaba en tanta agonía se preocupó por el cuidado de ella, pero al meditar sobre la relación entre Jesús y su madre es importante recordar que cuando una mujer dijo, “Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste”, El respondió, “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan”.

      En este texto hay lecciones prácticas para nosotros. Siempre existe la tentación de dar preferencia a los de la familia física, pero recuérdese Mat. 10:34-39. Gál. 6:10, "hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe". ¿A quiénes debemos dar preferencia? ¿Cuántos hermanos débiles descuidan alguna reunión de la iglesia por atender a los familiares que llegan de visita? Esta práctica es violación clara de esta enseñanza. ¿Qué hacer en ese caso? Invitarles a acompañarles al servicio, y si no quieren, decirles, "Están en su casa, al rato venimos". En una ocasión expliqué esto a un hermano el cual me contestó: "Pero eso es como correrlos". Le contesté: "Entonces usted prefiere ofender a Cristo para no ofender la visita?" ¡Cómo se sienten afligidos los padres cuando sus hijos dejan la religión familiar! Muchos padres y otros familiares ponen mucha presión sobre los que piensen hacerlo. Les quieren avergonzar. Les acusan de ingratos, de no amar a sus padres, de ser chaqueteros y otras cosas peores. Pero es simplemente otro ejemplo del mismo problema: ¿A quién daremos preferencia, a Cristo o a la familia? Sin lugar a dudas, muchos miembros de la iglesia serán perdidos por dejar que padres, hermanos, tíos, primos y otros familiares exijan primer lugar en sus vidas. Es posible que a veces algunos padres y otros lo hagan con buenas intenciones, pero de todas maneras destruyen a sus seres queridos que han obedecido a Cristo. Mat. 8:21,22; 10:37.

      Hemos ganado una familia grande en Cristo. Muchas personas que obedecen al evangelio son rechazadas por su familia, pero entonces ganan una familia muy grande de hermanos en Cristo, Mar. 10:29,30. Somos parientes de  Jesús. ¡Somos su familia! ¡Es un honor tremendo! Jesús no se avergüenza de llamarnos hermanos (Heb. 2:11). Entonces, nunca nos avergoncemos de llamarnos hermanos de El.

 

La generación perversa demanda señal (Mat. 12:38-42)

      11:29  Y apiñándose las multitudes, comenzó a decir: Esta generación es mala (Mat. 12:39 agrega la palabra “adúltera” para enfatizar su infidelidad como la “esposa” de Dios, Jeremías 3:1; Ezeq. 16:15; Oseas 3:1); demanda señal (del cielo, 11:16), -- Esto indica que para ellos todas las señales que Jesús había hecho no eran suficientes, pero recuérdese que cuando Juan envió a sus discípulos a preguntar a Jesús si El era aquel “que había de venir” Jesús dijo, “Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis.  Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, {Isaías 35:5-6} los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio”; es decir, las señales que ya había hecho confirmaron que El estaba cumpliendo las profecías acerca del Mesías “que había de venir” (Mat. 11:2-5).

      Probablemente estos judíos pidieron señal del cielo porque creían que Jesús no podría hacer tal señal, y luego ellos podrían decir, “¿Ya ven ustedes, que él es falso”? Era generación mala porque no pidieron evidencia para creer, sino para criticar a Jesús. No sabían nada de la bienaventuranza que viene a “los que oyen la palabra de Dios y la guardan” (v. 28).     

      Es pecado rechazar la evidencia como lo hacían éstos. No les interesaba la verdad sino la defensa de su prestigio e influencia sobre el pueblo. 1 Cor. 1:22, “Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría;  23  pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;  24  mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios”

      --pero señal no le será dada, sino la señal de Jonás. – No quiere decir que ya no haría más milagros para probar que El era el Cristo, pero que de ninguna manera les daría la clase de señal que pedían (por ejemplo, como la que sugirieron Jacobo y Juan, 9:54), pero sí les daría una señal. Tampoco hizo señal cuando en otra ocasión se la pidieron (Mat. 16:1-4). Tampoco en Nazaret (Luc. 4:23). Tampoco para Herodes (Luc. 23:8). No haría la clase de milagro que ellos pidieron, pero les daría una verdadera señal que sería evidencia infalible que El era el Hijo de Dios, porque después de estar sepultado por tres días y tres noches resucitó de entre los muertos. Esta señal sería aun más convincente que la señal de Jonás, el tipo de Cristo, que dio evidencia amplia de que él había sido comisionado por Dios para predicar a los ninivitas (AB).

      Es interesante observar cómo Jesús confirma la historia del Antiguo Testamento, hablando de Abraham, de Moisés, de Daniel, de Jonás, etc. como personas históricas. Muchos incrédulos se refieren al Antiguo Testamento como mitos o leyendas de los judíos. Para Jesús el Antiguo Testamento era historia verídica.

      11:30  Porque así como Jonás fue señal (que fue dada) a los ninivitas (para probar que él había sido comisionado por Dios a predicarles), también lo será el Hijo del Hombre a esta generación. – Jonás fue señal a los ninivitas porque cuando los marineros lo echaron al mar, estuvo en el vientre del gran pez por tres días y tres noches. Algunos piensan que los ninivitas ni siquiera se dieron cuenta de ese milagro, pero si no lo hubieran sabido, entonces Jonás no habría sido señal a ellos. La mera predicación no era señal. El milagro de estar tres días y tres noches en el vientre del gran pez y luego ser echado en tierra por el pez “fue señal a los ninivitas” y bien prefiguraba la estancia de Jesús por tres días y tres noches en el corazón de la tierra y luego ser resucitado de allí.

      Jonás salió del vientre del gran pez como si hubiera salido vivo de la tumba, así como Cristo salió vivo de la tumba (GRB). Esta señal era prueba de que Jonás era profeta enviado por Dios. De la misma manera Dios levantó a Jesús de entre los muertos para confirmar que le había enviado para ser el Salvador del mundo.

      Mateo 12:39, “La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás.  40  Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. Como Jonás desapareció en el vientre del gran pez y de esa manera aparentemente terminó su obra, pero después de tres días y tres noches salió de allí para continuar su trabajo, así también Cristo desapareció en el corazón de la tierra y los judíos creyeron que ya habían acabado con El, pero después de tres días y tres noches El salió del sepulcro para continuar su obra (RCHL).

      11:31  La reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres (no ANTHROPOS, “gente”, sino más bien con los andron,  “varones”: se refiere, pues, a los líderes de los judíos) de esta generación, y los condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, – En 1 Reyes 10:1-10 leemos de la visita de la reina de Sabá. Había oído de Salomón pero quería escucharle en persona. Para hacerlo hizo un viaje largo (entre mil y dos mil kilómetros), inconveniente y hasta peligroso, para hacerlo. Había pocos libros en aquellos tiempos y la manera mejor de saber de la famosa sabiduría de Salomón sería visitarlo y conversar con él. Por eso, esta mujer famosa se esforzó grandemente para escuchar a Salomón, un mero hombre que enseñaba principalmente sobre temas terrenales. Sin embargo, para los escribas y fariseos la verdad estaba cerca, pues cada día Jesús enseñaba en el templo (Mat. 26:55). Además, Jesús no era un mero hombre. Era Emmanuel, Dios con nosotros. Había venido desde el cielo para llevar el mensaje a ellos. No tuvieron que hacer un viaje largo para tener acceso a Jesús, pues enseñaba a diario en sus sinagogas y en el templo.

      Salomón era muy honrado por esta reina del Sur, mientras que Cristo era muy deshonrado por los escribas y fariseos. La reina “vino a probarle con preguntas difíciles” (1 Reyes 10:1) y aceptó sus respuestas, mientras que los escribas y fariseos le hicieron preguntas capciosas a Jesús y no aceptaron la verdad que les enseñó. Ella era sincera y “le expuso todo lo que en su corazón tenía” (1 Reyes 10:2) pero los escribas y fariseos eran hipócritas y sólo querían destruir a Jesús. “Salomón le contestó todas sus preguntas, y nada hubo que el rey no le contestase” (1 Reyes 10:3); compárense las preguntas hechas a Jesús sobre quién es el mayor en el reino (Mat. 18:1); sobre el matrimonio y el divorcio (Mat. 19:1-9); sobre la autoridad (Mat. 21:23); sobre la cuestión del tributo para César (Mat. 22:15-22); sobre la resurrección (Mat. 22:23-33); sobre qué hacer para heredar la vida eterna (Luc. 10:25-28); sobre quién es mi prójimo (Luc. 10:29-37), etc. Desde luego, sus respuestas eran perfectas en todo sentido. De hecho, el Nuevo Testamento de Jesús contesta toda pregunta con respecto a la vida y la piedad (2 Ped. 1:3; 2 Tim. 3:16, 17).

      Jesús dice que esta mujer “se levantará en el juicio con los hombres de esta generación, y los condenará”. ¿Por qué? La afirmación de Jesús de que los gentiles (como la reina de Sabá) podría juzgar a los judíos en el juicio final era muy ofensiva a los judíos, pero obsérvese el carácter y la actitud de esta mujer. Ella sincera y personalmente quería aprender la verdad. ¡Qué contraste con la actitud de los judíos! Quería hacer su propia investigación, quería oír y ver por sí misma. Luego después de todo, dice, “Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría; pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad” (1 Reyes 10:6, 7). Con razón, pues, se levantará en el juicio para condenar a los judíos (y a todos los demás) que rechazan a Cristo. Imagínese cómo hubiera sido la actitud de esta mujer si hubiera vivido en los días de Jesús. Si ella viajó entre mil y dos mil kilómetros para escuchar a Salomón, ¿cuántos kilómetros habría viajado para escuchar a Jesús? ¡Si  ella aprendió y con gozo aceptó la sabiduría de Salomón, cuánto más habría aprendido y aceptado con gozo la sabiduría de Jesús!

      -- y he aquí más que Salomón en este lugar. – En base a lo que se dice de Salomón en el Antiguo Testamento los judíos lo tenían en alta estima, pero los hechos y sabiduría de Salomón no se podían comparar con los hechos y sabiduría de Jesús y lo rechazaron.

      11:32  Los hombres de Nínive se levantarán (como testigos se ponen de pie para testificar ante el tribunal) en el juicio con esta generación (“más favorecida con respecto al conocimiento del verdadero Dios, y a las enseñanzas de su Hijo”, GRB), y la condenarán; porque a la predicación de Jonás se arrepintieron, y he aquí más que Jonás en este lugar.  – Lo que Jesús dice aquí se puede comparar con lo que dice en 10:12-15, pero aquí hay una diferencia. Al hablar de Sodoma y de Tiro y Sidón, El habla de lo que pudiera haber sucedido, mientras que aquí, con respecto a Nínive, habla de lo que en realidad sucedió. El arrepentimiento de los paganos (como también su búsqueda de la sabiduría), con mucho menos oportunidades, avergonzaría la desidia e incredulidad de los judíos (EHP).

      Los de Nínive (gentiles) se levantarán en el juicio para condenar a estos judíos. ¿Por qué? Porque aunque Jonás no hizo milagros, los de Nínive se arrepintieron cuando oyeron su predicación, pero estos judíos no se arrepintieron cuando oyeron la predicación de Jesús, el Hijo de Dios, que estaba acompañada de toda clase de milagros hechos repetidas veces. Las oportunidades de los judíos eran mucho más grandes que las de los de Nínive.  Sin embargo los judíos no las aprovecharon pero los de Nínive sí. Recuérdese que la oportunidad de arrepentirse y evitar el castigo de Dios es una gran bendición. Véase Hech. 11:18.

      Les convenían a los judíos imitar a los de Nínive, arrepintiéndose en saco y ceniza, en lugar de jactarse de ser hijos de Abraham, como si eso fuera garantía de que nada malo les podría suceder. La predicación de Juan y Jesús era diseñada para convencerles que eran como un árbol corrupto que estaba a punto de cortarse. Mat. 3:10, “Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego”.

      Nota adicional sobre Mateo 12:40. “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”.Ha habido mucha discusión sobre tiempo exacto entre la crucifixión de Jesús y su resurrección. Algunos dicen que Jesús estuvo sepultado por setenta y dos horas y que, por eso, fue crucificado el día jueves, pero Jesús fue crucificado el viernes, el catorce de Nisán, el día de la pascua judía. Recuérdese que los judíos calculaban el día desde la puesta del sol hasta la puesta del sol. Jesús fue sepultado muy tarde ese mismo viernes, y resucitó el primer día de la semana antes de salir el sol. Estuvo en el sepulcro solamente unas pocas horas el viernes, todo el día sábado y algunas horas del primer día de la semana.

      El tiempo entre la muerte de Jesús y su resurrección se expresa de tres distintas maneras: (1) El iba a resucitar el tercer día (Mat. 16:21; 17:23); (2) iba a resucitar después de tres días (Mar. 8:31; 10:34, LBLA); (3) según este texto (Mat. 12:40) estaría en el corazón de la tierra tres días y tres noches.

      Los judíos siempre usaban las expresiones "después de tres días" y "el tercer día" como equivalentes: (1) Gén. 42:17,18, hablando de José y sus hermanos, "los puso juntos en la cárcel por tres días. Y al tercer día les dijo: Haced esto, y vivid: Yo temo a Dios"; (2) 1 Reyes 12:5,12 "de aquí a tres días volved a mí ... al tercer día vino"; (3) Ester 4:16; 5:1 " no comáis ni bebáis en tres días ... al tercer día"; (4) Mateo 27:63,64 "aquel engañador dijo, viviendo aun: Después de tres días resucitaré ... manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día". Este texto es muy importante en este estudio, porque los mismos judíos, los enemigos de Jesús, usaron estas dos expresiones como equivalentes. Esto demuestra que Jesús hizo precisamente lo que prometió hacer. Si Jesús hubiera pensado resucitar después de tres días completos, habría dicho, "hasta el cuarto día". Es obvio, pues, que se trata de un modismo judaico.

      Nota adicional sobre Luc. 11:32. “A la predicación de Jonás se arrepintieron”. Hay un detalle muy importante en esta expresión: la preposición "a" traduce la palabra griega EIS que se usa en Mat. 26:28 "para” (remisión de los pecados) y en Hech. 2:38, "para” (perdón de los pecados). Se traduce "EN" en varios textos, pero esta palabra siempre mira hacia adelante. No mira hacia atrás; es decir, debe traducirse para, en, a ó hacia. La preposición "EIS" significa "para" y no "por causa de". Sin embargo, los evangélicos (mayormente los bautistas) que enseñan que la salvación es por "fe sola" insisten en que la palabra EIS en Lucas 11:32 (y Mat. 12:41) mira hacia atrás y significa "por causa de", para probar que en Hech. 2:38 el bautismo no es para el perdón de pecados.

      La idea de "por causa de" o "en consecuencia de" es un concepto ajeno a la palabra. Es un concepto forzado. No es nada natural. Es verdad que los de Nínive se arrepintieron como consecuencia de la predicación de Jonás, pero eso no fue el sentido ni propósito de esta frase. Para decir eso se hubiera usado la preposición DIA en lugar de EIS. Por ejemplo, en Mat. 26:28, Cristo derramó su sangre PARA el propósito de remitir los pecados del hombre. Por eso se traduce "para remisión de los pecados". También el bautismo es PARA obtener el perdón de los pecados. Por eso se traduce "para perdón de los pecados". La expresión "para perdón de los pecados" hallada en Mat. 26:28 y en Hech. 2:38 es la misma. Es idéntica, sin variación alguna.

      Pero los bautistas y otros sectarios no aceptan esto, sino que afirman que el bautismo mira hacia atrás y que somos bautizados porque nuestros pecados ya fueron perdonados por la fe sola. Pero según esta doctrina falsa, el arrepentimiento también sería requerido por causa de los pecados ya perdonados, porque Pedro requiere DOS cosas (tanto el arrepentimiento como el bautismo) para obtener el perdón. Asimismo, según esta falsa doctrina, Cristo murió en la cruz porque los pecados del hombre ya fueron perdonados. Esta doctrina obliga a sus proponentes a negar el significado obvio de una palabra griega.

      ¿Que significa arrepentirse "a" la predicación? La predicación no era el acto de predicar, sino el contenido (el mensaje) de la predicación. Por ejemplo, 1 Cor. 1:21, "agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación". No dice Pablo que el acto de predicar es locura, sino que para los griegos lo que fue predicado (el evangelio) era locura. Los de Nínive se arrepintieron a, en, o hacia la enseñanza entregada por Jonás. Este predicó cierta enseñanza, cierta acción, conducta o curso de vida. La palabra "predicación" se refiere a este curso de vida, y el arrepentimiento de ellos los metió en este curso de vida para obtener el favor de Dios.  No hay ni en inglés ni en castellano tal modismo o expresión, pero era perfectamente normal para la mente griega.

      Dice el comentario de John Broadus: "La preposición traducida 'a' es EIS, que por lo regular es traducida 'en' o 'hasta', y con frecuencia denota designio o propósito. No es posible que tenga ese sentido aquí, porque seguramente los Ninivitas no se arrepintieron a fin de que Jonás predicase". Broadus era (o es) bautista. Dice que la preposición eis no puede tener el sentido de propósito aquí, pero es precisamente el significado que tiene aquí. El prejuicio ciega a este comentarista. Jesús no dice que los de Nínive se arrepintieron para que Jonás predicase, sino que se arrepintieron EN O HACIA la enseñanza que Jonás predicó.

      Los escribas y fariseos tenían grandes ventajas sobre los de Nínive, porque "he aquí más que Jonás en este lugar".

 

La lámpara del cuerpo (Mat. 6:22-23)

      11:33  Nadie pone en oculto la luz encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz. – Esta ilustración se debe aplicar según el contexto.

 Cuando Jesús dice esto en el Sermón del Monte (Mat. 5:15, 16) El explica la aplicación de la enseñanza: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Comparando Lucas 8:16, 17 con Luc. 12:2, 3,

parece que lo que Jesús dice se aplica a la obra de los apóstoles. Jesús les habló a ellos empleando el lenguaje figurado (parábolas) y limitó su misión a “las ovejas perdidas de la casa de Israel”, pero su ministerio futuro había de ser mucho más extenso (a todas las naciones, Mat. 28:19; Mar. 16:15) y su mensaje sería en palabras claras y literales. A esto Jesús se refiere en Luc. 12:3, “todo lo que habéis dicho en tinieblas a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en la azoteas”.

      Sin embargo, la conclusión encontrada en Luc. 8:18, “Mirad, pues, cómo oís” parece ser semejante a la implicación de Luc. 11:33-36, porque los apóstoles serían los embajadores de Cristo (2 Cor. 5:20), sus testigos, sus mensajeros y, por eso, era indispensable que oyeran con cuidado la enseñanza de Cristo. Compárense Isa. 40:21; Ezeq. 33:31, 32. Algunos oyen solamente para criticar al orador (Mar. 12:13), pero algunos oyen de buena gana  (Mar. 12:37) y con toda solicitud (Hech. 17:11). Debemos oír como los de Mar. 12:37 y los de Berea (Hech. 17:11). Oír para ser bendecidos (Mat. 13:16, 17). Oír para tener fe salvadora (Rom. 10:17; Sant. 1:22). Oír para no desviarnos (Heb. 2:1). Oír para no ser rechazados  (Mat 10:14). Oír para llevar fruto (Luc. 8:15).

      Aquí en Luc. 11:33-36 Jesús está reprendiendo a los fariseos por no aprovechar la luz (los milagros de Jesús) que revelaba que El era el Cristo. No podían decir que la luz de Cristo estaba puesta debajo del almud. Como Pablo dijo al rey Agripa (Hech. 26:26), “Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien también hablo con toda confianza. Porque no pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón”. Mat. 4:16, “El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz;  Y a los asentados en región de sombra de muerte,  Luz les resplandeció”.

      El Antiguo Testamento preparó el camino para su venida y las señales que hizo eran más que adecuadas para proclamar su Deidad y que cumplía todos los tipos, sombras y profecías que apuntaban hacia El.

      Se trata, pues, de la luz del conocimiento del evangelio de Jesús. Jesús es la luz del mundo (Juan 8:12), la verdadera revelación de Dios (Jn. 1:18; Col. 1:15; Heb. 1:3), pero los fariseos no solamente no recibieron esta luz, sino que trataban de ocultarla porque preferían las tinieblas.

      11:34  La lámpara del cuerpo es el ojo; -- La luz entra a través del ojo. El ojo no es el origen de la luz, sino la ventana por la cual la luz entra al cuerpo (la vida). La relación entre el afecto (corazón) y el alma es como la relación entre el ojo y el cuerpo.

      -- cuando tu ojo es bueno, -- literalmente, singular, sano, sincero y, por eso, dispuesto para lo bueno. Esta palabra (haplous) se traduce "sincera fidelidad" en 2 Cor. 11:3. Si hubieran tenido ojo bueno o singular, habrían aceptado la verdad que Jesús les enseñaba. Si su ojo hubiera sido bueno habrían visto a Jesús como “más que Jonás” y “más que Salomón”.

      -- también todo tu cuerpo está lleno de luz; -- Por eso, la mano será muy útil en servir a Jesús, haciendo buenas obras de acuerdo a su voluntad. Los pies no solamente no tropezarán, sino que llevarán el cuerpo para que la boca pueda anunciar el evangelio de salvación (Rom. 10:15).

En fin, todos los miembros del cuerpo estarán al servicio del Señor (Rom. 6:13, 19).

      -- pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas. –       Los fariseos no dejaron que la luz de Cristo alumbrara su corazón. 2 Cor. 4:4. La oscurecían con su rebeldía, sus tradiciones (Mat. 15:1-9), con su hipocresía (Mat. 23), etc. Cerraron sus ojos a toda la evidencia y pidieron “señal del cielo” porque no tuvieron ojo bueno. Su ojo era maligno; por eso, estaban llenos de tinieblas. Usaban todos sus miembros (los pies, las manos, la boca) para tentarle y perseguirle. En lugar de confesarle con su boca (Rom. 10:10), hablaban blasfemias contra El. La ignorancia y rebeldía de los fariseos no se debió a la falta de oportunidad; la luz de Dios brillaba en medio de ellos. Más bien se debió a su ojo malo, su prejuicio, su corazón perverso. Cuando pidieron “señal del cielo” no querían más luz, pues no aprovechaban la luz que ya tenían. ¿Por qué no podían los escribas y fariseos ver que Jesús era más que Jonás y Salomón? Porque su ojo era maligno. Solamente vieron a Jesús como cómplice de Satanás.

      El ojo malo es ojo enfermo. Es el opuesto del ojo bueno. “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”. Si no hacemos esto, el tiempo pronto llega en que no podemos ver cosas espirituales (2 Cor. 2:14; Juan 3:19-21). Muchos se han cegado completamente por no querer aprovechar la luz (Rom. 1:21-25).

      11:35  Mira pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas. – Ahora Jesús se dirige a cada quien individualmente. ¿Qué ha hecho la luz del evangelio en nuestro corazón y en nuestra vida? ¿Ha producido los cambios que el Señor quiere? ¿Ha producido el fruto del Espíritu (Gál. 5:22, 23)? O ¿somos simplemente “miembros de la iglesia” en los cuales la “luz” no es luz sino todavía tinieblas? Para evitar que la luz en nosotros sea tinieblas debemos evitar todo prejuicio, orgullo, venganza, concupiscencia, etc. (Gál. 5:19-21; Efes. 4:31, 32; Sant. 1:14). Es una penosa situación que la misma luz sea tinieblas. Esto sucede cuando el ojo del alma está demasiado enfermo para ver la luz de Cristo” (ATR).

      11:36  Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, -- sin ignorancia ni rebeldía. Si la vida es enteramente espiritual sin nada de las obras de la carne (Gál. 5:19-21). Tal persona verdaderamente habrá perfeccionado la santidad en el temor de Dios (2 Cor. 7:1).

      -- será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor. – Como una lámpara que alumbra al máximo.

 

Jesús denuncia a los fariseos y a los intérpretes de la ley

20:45-47; Mat. 23:1-36; Mar. 12:38-40;

      11:37  Luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiese con él; y entrando Jesús en la casa, se sentó a la mesa.  – 7:36. Nos extraña que los fariseos que tanto se oponían a Jesús le invitaran a comer con ellos. También estuvieron varios compañeros de este fariseo (vv. 39, 46, 53). Jesús comía con publicanos y también con fariseos, porque vino para buscar y salvar a los que se había perdido (19:10). Los fariseos estaban tan perdidos como los demás pecadores.

      11:38  El fariseo, cuando lo vio, se extrañó de que no se hubiese lavado antes de comer. –

Es necesario distinguir entre el lavamiento higiénico y el lavamiento ritual (ceremonial) prescrito por la tradición de los ancianos.  Mar. 7, “3  Porque los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.  4  Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no comen.” Jesús y sus discípulos no violaban la ley de Moisés, sino la tradición de los ancianos (que para muchos judíos era más importante que la ley de Moisés, como veremos en este mismo texto). No solamente se lavaban las manos antes de comer, sino que también se bañaban después de andar afuera donde sus cuerpos podían tocar, o ser tocados por, personas inmundas (mayormente gentiles).

      -- lavado – El reconocido erudito evangélico, Guillermo Hendriksen, usa esta palabra para probar que el “bautizar” no es necesariamente inmersión. El dice, “Aunque es verdad que para ‘lavado ceremonialmente’ el original usa una forma del verbo bautizar, es claro que en el contexto presente este verbo no puede referirse a la inmersión de todo el cuerpo. Es claro que se refiere al acto ya indicado de derramar agua sobre las manos”. Los reconocidos eruditos evangélicos como el Sr. Hendriksen saben perfectamente que bautizar significa inmersión. Ellos saben lo que Pablo dice en Rom. 6:4 y Col. 2:12. Ellos saben que para bautizar el predicador y el candidato bajan al agua y suben del agua (Hech. 8:38, 39; Mat. 3:13-16). Ellos saben que Juan 3:23 dice que “Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas”. Entonces ¿por qué ponen en tela de juicio su erudición con comentarios necios como éste sobre Luc. 11:38? Esto bien ilustra el amor que los fariseos tenían por sus tradiciones. Aquí está un famoso evangélico comentando sobre la hipocresía de los fariseos y él mismo los imita al usar mal las Escrituras.

      Desde luego, es cierto que Lucas una forma del verbo bautizar en este texto, pero no se trata de “la inmersión de todo el cuerpo”, porque el tema no es el lavamiento de “todo el cuerpo” sino del lavamiento de las manos. Tampoco significa que el bautizar era derramar agua sobre las manos porque este verbo significa sumergir. Si las manos eran sumergidas en el agua eran bautizadas. Otro evangélico erudito, A. T. Robertson, dice: “El verbo está en primer aoristo de indicativo, pasivo, de baptizo, sumergir o hundir. Aquí se aplica a las manos. Era costumbre judía poner las manos dentro de agua antes de comer, y frecuentemente entre platos, para purificación ceremonial”.

      11:39  Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad. – ¿Cuántas mujeres lavan solamente “lo de fuera del vaso y del plato”?

      11:40  Necios, ¿el que hizo lo de afuera, no hizo también lo de adentro?  -- “lo de adentro” se refiere al corazón. Dios se preocupa por la limpieza del cuerpo que es templo del Espíritu Santo, pero se preocupa aun más por la limpieza del hombre interior, el corazón. Mar. 7:18-23.

      Muchos piensan que no sería correcto que el huésped reprendiera al anfitrión, pero Jesús vivía según una ley mucho más elevada que la de “buenos modales”. El siempre hacía el papel de Buen Médico que solamente busca la sanidad de los enfermos. Cuando vamos con el médico ¿queremos que nos alabe o que nos cure?

      11:41  Pero dad limosna de lo que tenéis, y entonces todo os será limpio. – La sincera benevolencia hacia los necesitados purificaría “lo de fuera del vaso y del plato”. Si la practicaran, no tendrían que ser tan preocupados con la limpieza ceremonial. ¿Qué tiene que ver el dar limosna con el ser limpio? Los fariseos amaban el dinero, Luc. 16:14 “eran avaros”. Los que dan limosnas con sinceridad y amor no son egoístas sino misericordiosos, Miqueas 6:8. El dar limosa refleja amor, misericordia y compasión. Con estas cualidades internas habrá menos problemas con la contaminación externa.

      11:42  Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello. –La palabra diezmar significa pagar la décima parte. Gén. 14:20, "le dio Abram (a Melquisedec) los diezmos de todo"; 28:22, Jacobo dice, "de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti". Deut. 14:23, “el diezmo de tu grano, de tu vino y de tu aceite”. Los israelitas habían de diezmar para sostener a los levitas, Núm. 18:21-24.

      -- la menta, la ruda, y toda hortaliza -- plantas aromáticas que se encontraban en las huertas del pueblo. Para los escribas y fariseos todos los actos externos eran muy importantes y, por eso, obedecían la ley del diezmo en las cosas más pequeñas.

      -- la justicia y el amor de Dios. – El diezmar era importante, pero les convenía dedicarse a la justicia y el amor de Dios con el mismo fervor que mostraban en diezmar las semillas más pequeñas. La ley del diezmo era ley provisional, necesaria para un tiempo limitado y para ciertas personas en particular, pero “la justicia y el amor de Dios” son de más peso porque siempre han afectado a toda la familia humana, y lo harán hasta el fin. La justicia tiene que ver con el tratamiento correcto del prójimo; el amor de Dios incluye la misericordia que significa la disposición de mostrar compasión y ayudar al prójimo, siendo paciente y tolerante en imitación de Cristo. Estas cualidades no tenían importancia para los fariseos (como se ve principalmente en su actitud hacia Jesús).

      ¡Compárense las cosas que eran tan importantes para los escribas y fariseos con las cosas que son tan importantes para Cristo! Hoy en día, ¡cuántos de los que asisten cumplidamente a los servicios religiosos son deshonestos, egoístas y duros en su trato de la gente! Véanse Sal. 82:3; Isa. 1:17-23; Oseas 6:6; Miqueas  2:2, 9; 3:2,3; 6:6-8; Mat. 5:7). Los Proverbios hablan mucho sobre la justicia (Prov. 31:8,9; el peso falso, etcétera). Cristo practicaba la misericordia sanando a los enfermos, dando la vista a los ciegos, etc. ("Ten misericordia" significaba "ayúdame"). Col. 3:12, 13 y otros textos enfatizan la necesidad de la misericordia entre hermanos.

      Dios es el Amigo y Protector de los oprimidos. Los escribas y fariseos condenaban a los discípulos por no lavar las manos antes de comer, pero su corazón estaba endurecido hacia los pobres, enfermos, ciegos, leprosos y pecadores. El Nuevo Testamento habla mucho del amor fraternal, pero los escribas y fariseos no sabían nada de esta virtud. Muchos religiosos entienden y practican los actos externos mejor que "la justicia, la misericordia y la fe". Cristo dice claramente que "lo más importante de la ley" son estas cualidades internas, las características de un corazón convertido al Señor.

      El diezmar correctamente -- de acuerdo al plan y propósito de Dios -- era practicar la justicia hacia Dios (Núm. 18:21), la misericordia hacia los pobres (Deut. 14:28) y la fidelidad hacia sus semejantes (y, desde luego, tener completa confianza en Dios, compárese 2 Cor. 9:8-10). Pero al diezmar los escribas y fariseos solamente cumplían con un requisito externo sin tomar en cuenta el significado del acto.

      Parece que no se daban cuenta de su inconsecuencia. Profesaban estar dedicados a la ley de Moisés (Juan 8:1-5), pero la quebrantaban para apoyar sus tradiciones (Mat. 15:3). Los cristianos deben ser consecuentes (1 Tim. 5:21) y no dar preferencia a ciertas leyes al descuidar otras (Sant. 2:1-13).  Deut. 5, "31 te diré todos los mandamientos y estatutos y decretos que les enseñarás, a fin de que los pongan ahora por obra en la tierra que yo les doy por posesión.  32  Mirad, pues, que hagáis como Jehová vuestro Dios os ha mandado; no os apartéis a diestra ni a siniestra”; 6:24, "Y nos mandó Jehová que cumplamos todos estos estatutos"; 8:1, "Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis"; 11:22, 23, "si guardaréis cuidadosamente todos estos mandamientos que yo os prescribo... Jehová también echará de delante de vosotros a todas estas naciones". Existe el peligro de que tengamos mucho celo por algunos requisitos más fáciles y poco celo por otros mandamientos que no nos conviene.

      La ley de Moisés requería que los israelitas pagaran el diezmo de los frutos de la tierra y del ganado (Lev. 27:30-33). El diezmo era entregado a los levitas para el sostén de ellos y el culto (Núm. 18:21-32; Deut. 12:17-19; 14:22, 27; Heb. 7:5). El pueblo descuidaba la práctica en los días del profeta Malaquías (Mal. 3:7-11). Los levitas también tenían que diezmar (Núm. 18:26-29; Neh. 10:38).

      Aparte de diezmar los israelitas habían de observar las siguientes leyes: (1) Lev. 19:9,10; 23:22; Deut. 24:19-22, habían de dejar una parte de la cosecha para los pobres; (2) los primogénitos del pueblo, como también del ganado, eran posesión peculiar de Dios; el pueblo podía redimirlos dando dinero a los levitas (Ex. 13:12,13; Núm. 3:46-48; 18:15,16); (3) hacían votos de pagar ofrendas voluntarias (Deut. 23:21-23); (4) cualquiera podía arrancar espigas de la cosecha del prójimo, sólo que no aplicara hoz (Deut. 23:25); (5) el pueblo hacía muchas ofrendas voluntarias para el tabernáculo y el templo (y a veces daban de más; véase Ex. 36:1-6, "Ningún hombre ni mujer haga más para la ofrenda del santuario. Así se le impidió al pueblo ofrecer más; pues tenían material abundante para hacer toda la obra, y sobraba"; 1 Crón 29:9,14; Neh. 12:43).

      Luc. 18:12, "doy diezmos de todo lo que gano". Los judíos se sentían muy piadosos por ser cumplidos en diezmar.

      ¿Prohibió Jesús el diezmar? No, por el contrario, dijo que no dejaran de hacerlo (Mat. 23:23). ¿Es parte del evangelio, pues? No lo es, sino que Jesús enseñaba el diezmo para los judíos, porque les enseñaba a guardar toda la ley, incluyendo el guardar el sábado y diezmar (Mat. 5:18-20).

      ¿No enseña Mat. 5:20 que debemos dar más que los judíos? ("Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos"). En primer lugar, el diezmar no era “ofrendar”; aparte de pagar el diezmo para sostener a los levitas (Núm. 18:20, 21), los israelitas ofrendaban voluntariamente. En segundo lugar, Jesús no hablaba aquí del diezmar, sino de la sinceridad. Eran hipócritas los escribas y fariseos (Mat. 6:1-18; 23:13-29). Nuestra justicia tiene que ser mayor que la "justicia" de ellos (es decir, la "justicia" que Jesús describe en estos textos). Sin embargo, es bueno comparar el ofrendar del cristiano con las ofrendas de los judíos, porque a veces éstos eran muy generosos bajo una ley imperfecta. Nos conviene ser aun más generosos porque vivimos bajo la perfecta ley de libertad. Debemos estar sumamente agradecidos por la gracia de Dios demostrada en la muerte de Cristo.

      La ley del Nuevo Testamento con respecto a ofrendar se halla en tales textos como Hech. 11:27-30; 1 Cor. 16:1-4; 2 Cor. 8:1-9; 9:6-10, etc. Los que imponen el diezmo ahora imponen un mandamiento de hombres (Mat. 15:9; Col. 2:14-17), porque no es una ley de Cristo. Dios no especifica un porcentaje que debiéramos ofrendar, sino que quiere el corazón y, por eso, dice, "Cada uno dé como propuso en su corazón" (2 Cor. 9:7). El caso de los macedonios es un buen ejemplo de esto (2 Cor. 8:4-5). El cristiano pertenece al Señor cuerpo y alma (1 Cor. 6:19,20). ¿Qué porcentaje debemos ofrendarle, pues? La única respuesta correcta es: ¡Ciento por ciento! ¡Qué triste es cuando los que profesan ser cristianos abusan de la libertad en Cristo! ¡Qué triste caso es cuando los que profesan ser cristianos son menos generosos que los israelitas!

      El diezmar estas pequeñas semillas mostraba "la escrupulosa conciencia de los fariseos, siendo bienes susceptibles de comercialización" (ATR). "El Talmud habla del asno de un cierto Rabí que había sido tan bien instruido que rehusaba grano que no hubiera sido aún diezmado" (MRV).

      Por último, ¡tengamos mucho cuidado de no usar mal este texto! Algunos hermanos que promueven la llamada “unidad en la diversidad” están citando este texto para minimizar los mandamientos y requisitos del evangelio con respecto a la organización y obra de la iglesia, el divorcio y segundas nupcias y otras doctrinas que ellos no quieren respetar y practicar. Si se cita este texto para tal propósito, pregúntese “¿se refiere a un mandamiento o un ejemplo apostólico o una inferencia necesaria? ¿Tiene que ver con la “forma (patrón) de las sanas palabras” (2 Tim. 1:13)? Si alguien quiere aplicar Mat. 23:23 a tales cosas, será obvio que tiene concepto sectario y que ya no ama la verdad, sino que busca su propia conveniencia.

      Si alguien aplica este texto al plan de salvación, pregúntese ¿cuál de los pasos de obediencia se puede clasificar como de menos peso? O si se aplica este texto a la doctrina del Nuevo Testamento sobre la iglesia (el culto, la naturaleza, organización, obra, disciplina, etc.), ¿cuál de estas cosas no tiene importancia? ¿Qué doctrinas son más importantes o de más peso? Tengamos mucho, pero mucho cuidado con la mala aplicación de este texto. 

      Queremos unidad, sí, pero unidad basada en la palabra de Cristo (Jn. 17:8, 14, 21, 23; 1 Cor. 1:10; Efes. 4:4-6).

      11:43  ¡Ay de vosotros, fariseos! que amáis las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas. -- 14:78-11; 20:46; Mar. 12:38, 39; Jn. 5:44). “Este banco semicircular miraba de frente a la congregación” (ATR). Las “salutaciones” que les gustaban no eran simple “Buenos días”, etc., sino que les saludasen como Rabí, Maestro, Padre u otro título de honor. Compárese Mateo 23:7, “y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí. 8  Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.  9  Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos.  10  Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo”. La explicación de Jesús identifica el mal de llevar títulos como el usurpar a Dios como Padre y a Cristo como Maestro. Desde luego, hay maestros en la iglesia (Hech. 13:1; Heb. 5:12; 1 Tim. 3:2; 2 Tim. 1:11), y por implicación Pablo se refiere a sí mismo como el padre de los corintios (1 Cor. 4:15), pero lo que se condena es el uso de títulos religiosos. Pablo nunca se refiere a sí mismo como Padre Pablo, y nunca llamó a los otros apóstoles el Padre Pedro o el Padre Juan, mucho menos el Reverendo Padre fulano de tal. El uso de tales títulos entre los que profesan ser seguidores de Cristo es innegablemente una marca de apostasía.

      11:44  ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! que sois como sepulcros que no se ven, y los hombres que andan encima no lo saben. –Núm. 19:16, “cualquiera que tocare … sepulcro, siete días será inmundo”. Imagínese el dilema de algún israelita piadoso que viniendo de lejos para celebrar alguna fiesta solemne en el templo pasara por encima de un sepulcro sin saberlo y estar inmundo por una semana y no poder participar en la adoración a Dios. Por eso, se blanqueaban los sepulcros (Mat. 23:27). El punto aquí es que los fariseos eran un estorbo para el pueblo que quería servir a Dios. Véase el v. 52. “Su hipocresía ocultaba su naturaleza verdadera, de tal manera que los hombres fueron lastimados y corrompidos por su influencia sin darse cuenta de ello” (JWM). Toda la nación había sido contaminada por los fariseos” (RCHL).

      Mat. 23, 27, “sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia”. El significado de esta figura es que embellecían lo que es abominable. Aquí en Lucas hay otra comparación. Sin saberlo el pueblo podía caer bajo la influencia y contaminación de los fariseos.

      11:45  Respondiendo uno de los intérpretes de la ley (probablemente uno de los escribas), le dijo: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas (insultas) a nosotros. – ¿Está implicando este escriba que tal vez Jesús hubiera sido un poco precipitado en lo que dijo? ¿Qué debería tener más cuidado en lo que decía y que tal vez debería corregir lo que decía? Si este escriba tuviera tales pensamientos, ahora se sentiría aun más “insultado” porque lo que Jesús les dice en seguida es aun más fuerte. Lo que Jesús dice a estos fariseos y expertos de la ley no fue dicho con el propósito de insultarles y ofenderles, sino que con todo amor les habló de esta manera  con el propósito de salvar sus almas.

      11:46  Y él dijo: ¡Ay de vosotros también, intérpretes de la ley! porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis. – No solamente no guardaban las muchas tradiciones que imponían sobre el pueblo, sino que tampoco guardaba la ley de Moisés (Mat. 23:2, 3). Las “cargas pesadas y difíciles de llevar” (Mat. 23:4) no eran los mandamientos de la ley escrita, sino las tradiciones (reglamentos humanos) que ellos agregaban a la ley de Moisés. Lo que Jesús dice no se debe confundir con Hech. 15:10, “Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?” La ley de Moisés era un “yugo”, pero también la ley de Cristo es un yugo (Mat. 11:29, 30). Pedro simplemente afirma lo que Pablo afirma en Rom. 3:23 que todos habían pecado; es decir, solamente Cristo guardó la ley de Moisés perfectamente, pues todos los demás pecaron. Pero Cristo no se refiere a esa ley, sino a las tradiciones que El había condenado (p. ej., Mat. 15:1-20).

      Los escribas y fariseos tenían unos treinta reglamentos sobre la guarda del sábado. Sin embargo, inventaban salidas (p. ej., Mar. 7:11; Mat. 23:16-22) cuando ellos mismos no querían guardarlos. Decían que “el arrancar espigas y comer el grano en día de reposo restregándolo con las manos (6:1) equivalía a segar y trillar; y que sanar una persona en el día de reposo era incorrecto a menos que la vida de ese individuo estuviera en un peligro inminente (6:6-11)” (GH). “Una de las tareas que se prohibían en día sábado era atar nudos, de marineros o camelleros, y en sogas. Pero una mujer podía atar un nudo en su cinto. Por lo tanto, si se quería sacar agua del pozo no se podía atar una cuerda al cubo, pero sí el cinto de una mujer” (WB).

      11:47  ¡Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas a quienes mataron vuestros padres! – “Edificar” los sepulcros era reconstruir y embellecerlos. De esta manera querían dejar la impresión de que ellos honraban a los profetas, pero la única manera de honrarlos es poner en práctica sus enseñanzas. Esto no lo hacían. No tenían comunión con los profetas, sino con los que les dieron muerte (JWM).  “A los únicos que admiraban eran a los profetas muertos; cuando se encontraban con uno vivo intentaban matarlo. Honraban a los profetas muertos con tumbas y memoriales, pero deshonraban a los que vivían con persecución y muerte” (WB).

      11:48  De modo que sois testigos y consentidores de los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, y vosotros edificáis sus sepulcros. – En lugar de honrar a los profetas, en realidad éstos terminaban la obra de sus padres; es decir, sus padres los mataron y éstos edifican sus tumbas.

       Durante los días de Moisés, los buenos hombres eran Abraham, Isaac y Jacob, pero Moisés debería ser apedreado. Durante los días de Samuel, los buenos hombres eran Moisés y Josué, pero Samuel debería ser rechazado. Durante los días de Jesús, los buenos hombres eran Samuel y los profetas pero Jesús debería ser apedreado (FLC).

      11:49  Por eso la sabiduría de Dios también dijo: Les enviaré profetas y apóstoles; (Mat. 23:34, “Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas) y de ellos, a unos matarán y a otros perseguirán, (Hech. 12:1-3; 2 Cor. 11:23-27; 1 Tes. 2:14)  50  para que se demande de esta generación la sangre de todos los profetas que se ha derramado desde la fundación del mundo,  51  desde la sangre de Abel {Gén. 4:1-8} hasta la sangre de Zacarías, {2 Crón. 24:20-21} que murió entre el altar y el templo; sí, os digo que será demandada de esta generación.  -- ¿Por qué se demandaba de esa generación la sangre de todos los profetas? Porque el rechazar a Cristo era como el colmo o clímax del rechazamiento de los que fueron enviados por Dios para la salvación de su pueblo. Decir desde Abel hasta Zacarías es decir “desde el primero hasta el último”. Al rechazar a Jesús los judíos perpetuaban la práctica de sus antepasados de rechazar a los mensajeros de Dios. Desde luego, si ellos hubieran aceptado a Jesús, habrían evitado este juicio; es decir, la sangre derramada por sus antepasados no se habría demandado de ellos. Sin embargo, ellos no solamente persistían en la misma práctica de sus padres, sino que hicieron peor que todos, persiguiendo y matando al Hijo de Dios. La parábola de los labradores malvados (20:9-16) bien ilustra la práctica de generaciones pasadas y la de la presente generación. Así pues estos judíos mostraban su aprobación de la muerte de los profetas al perseguir y matar a Jesús.

      11:52  ¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; -- Mat. 23:13, “cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando”. El conocimiento verdadero del evangelio de Cristo es la “llave” que abre el Antiguo Testamento. ¿Cómo quitaron esta llave los escribas que eran “expertos” de la ley? Al enseñar que el trabajo principal del Mesías sería la liberación de los judíos de sus enemigos (los romanos) y que el reino del Mesías sería reino terrenal, con bendiciones físicas para el pueblo de Israel. Rehusaron enseñar la verdad obvia enseñada en tales textos como Isaías 53 sobre el sufrimiento del Mesías (“el Siervo de Jehová”) como también Isa. 2:2-4 sobre la naturaleza espiritual del reino del Mesías. No querían admitir que el reino se había acercado (Mat. 3:2; Mar. 9:1), que todo lo que decían los profetas acerca del Mesías se estaba cumpliendo en Jesús (24:44).

      -- vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis. – Rehusaron aprender y aceptar la verdad de que Cristo es el Mesías No aceptaron a Cristo y como expertos de la ley hicieron todo lo posible por evitar que la gente creyera en El. Ellos no enseñaban la ley de Moisés con sus tipos y figuras que apuntaban a Cristo. No enseñaban las profecías que apuntaban hacia Cristo. No hicieron como el escriba del cual Jesús habla en Mat. 13:52, “todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas”. Más bien, enseñaban sus propias tradiciones (“mandamientos de hombres”) y por medio de ellas, quebrantaban la ley de Dios (Mat. 15:3). Estos expertos de la ley eran los “ladrones” más criminales de todos porque “robaban” al pueblo de la posesión más valiosa, el conocimiento de la verdad. El pueblo puso su confianza en ellos para ser enseñados correctamente. No tenía cada quien su ejemplar de las Escrituras y eran dependientes de sus maestros, y estos intérpretes (expertos) de la ley les traicionaron, aprovechándose de la confianza de la gente.

      Lo mismo se puede decir de todos los falsos “intérpretes expertos” de la ley de Cristo: el clero romano engaña a millones, imponiendo las tradiciones de la iglesia como más importantes que la palabra de Dios. Los pastores y evangelistas protestantes (evangélicos) engañan a otros millones con el calvinismo, que es una interpretación equivocada acerca del pecado y la gracia de Dios. Así también otros grupos materialistas, como los Adventistas de Séptimo Día que confunden la ley de Moisés y la ley de Cristo; los ancianos-jóvenes mormones y los testigos contra Jehová. En fin, todos los que enseñan y promueven los mandamientos y doctrinas de los hombres que tergiversan las Escrituras.

      Ahora, con la abundancia de Biblias traducidas a los idiomas y dialectos del mundo entero, todos pueden estudiar por sí mismos y evitar que los falsos maestros les quiten la llave de ciencia.

      11:53  Diciéndoles él estas cosas (las reprensiones, los tres ayes que pronunció sobre los fariseos y los tres ayes sobre los intérpretes de la ley; “Se sintieron heridos en lo más hondo por aquellos ayes que dejaban al desnudo toda la hueca hipocresía de ellos” ATR), los escribas y los fariseos comenzaron a estrecharle (acosarle, LBLA; Mar. 6:19, Herodías acechaba a Juan y deseaba matarle”, “implacable odio” ATR; “fueron provocados en lo más vivo”, JFB) en gran manera, y a provocarle a que hablase de muchas cosas;  54  acechándole, y procurando cazar (como el lobo quiere apresar el cordero) alguna palabra de su boca para acusarle. –  Por ejemplo, 20:22, “¿Nos es lícito dar tributo a César, o no?” Ahora se intensifican la malicia y oposición contra Jesús. Compárense 6:11; 19:48; 20:19sig y 22:2. Cuando se hacen preguntas necias y capciosas que son muy molestas, cualquier maestro está en peligro de enojarse y dar respuestas precipitadas que no convienen, pero Jesucristo el Maestro de maestro nunca cayó en tal trampa. Se dieron cuenta de que no podían atraparle, por eso se resolvieron a darle muerte.  

 

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