"I. Su conservación ha dependido de la determinación de hombres no inspirados"

            El autor presenta siete razones principales; ésta es la primera. A ella contestamos, "no es cierto". El infiel no acepta la providencia de Dios en los asuntos de los hombres, aunque no hay verdad más obvia en toda la Biblia, y no hay actividad de parte de la deidad que sea más natural. Dios hizo uso de hombres no inspirados en la colección o compilación (¡no en la determinación!) de los escritos inspirados, pero miró por Su obra. El autor deja la impresión de que el Canon de las Escrituras (o sea, la Biblia tal como la tenemos hoy en día) es un producto del capricho de hombres que a la ventura juntaron algunos libros y luego los declararon canónicos. ¡No hay nada más lejos de la verdad!

            Para fines del siglo primero todos los libros del Nuevo Testamento (los 27) ya estaban en existencia, y estaban circulando (compárese Col. 4:16). No había necesidad todavía de haber una compilación de todas las Escrituras inspiradas, porque había todavía inspiración oral en los apóstoles y en los individuos sobre quienes habían impuesto las manos para impartirles dones milagrosos. Pasada esta época de inspiración oral, las iglesias ya esparcidas en el mundo comenzaron a buscar toda la enseñanza inspirada en forma escrita, y hombres como Policarpo (110 d. de J. C.) han dejado testimonio de cómo las iglesias primitivas comenzaron a hacer colecciones de escritos inspirados. Los escritores no inspirados, como Clemente de Roma (95 d. de J. C.), comenzaron a hacer referencias numerosas de diferentes libros inspirados, no con algún fin de probarlos auténticos, sino sencillamente para hacer referencias a la sustancia de ellos.

            Más tarde, cuando por necesidades de combatir herejías y defender la verdad del evangelio convino tener alguna declaración formal de cuáles eran los libros auténticos del Nuevo Testamento, se aplicaron reglas definidas canónicas del asunto. (Por eso no están en la Biblia los libros apócrifos). Ya tenían tiempo de estar reconocidos los libros inspirados en las diferentes partes del mundo, algunos más en una parte que en otra, por la simple razón de que habían sido dirigidos originalmente a agrupaciones limitadas (por ejemplo, Sant. 1:1; con razón este libro no era circulado desde el mismo principio en el poniente, pero sí en el oriente, y estaba bien recibido allí como inspirado).

            De las tres entrevistas que tuve (BR.) con el autor concluyo que para él esta primera sección de su carta, I, (que es la primera de las siete razones suyas), es la que tiene más potencia en su "arsenal". (No quiso discutir otra cosa). No obstante, queda completamente sin base. o describe la verdad del caso. Por ejemplo, considere el lector el caso de los 39 libros del Antiguo Testamento. Estaban en existencia en el tiempo de Jesús. El los aceptaba (Juan 5:39; etc.) Pero Dios no había logrado su compilación por algún acto milagroso. No fueron compilados en un día. Hombres no inspirados tuvieron parte en su compilación y preservación. Jesús puso Su sello de aprobación sobre ellos con nada más referirse a ellos, como lo hacía Israel, citándolos libremente, y llamándolos la Palabra de Dios, y diciendo que había venido para cumplirlos. Estos mismos 39 libros fueron agrupados en 22 por los judíos y referidos como la ley de Moisés, los profetas y los salmos (Luc. 24:44). Como la preservación del Antiguo Testamento no dependió de hombres no inspirados, así tampoco el Nuevo Testamento. ¡Dependió de Dios! Decir de otra manera es hacer una acusación sin base.

            Sería interesante oír al autor decir cómo Dios debió de haber preservado Sus Escrituras inspiradas ¡de tal modo que nadie hoy en día negara su autenticidad! Cristo en la carne no convenció a todos, ni con milagros. Al contrario, los incrédulos procuraban destruir la evidencia del milagro (Juan 12:9-11). Si el autor dijera, "Si Dios hubiera hecho así y así para preservar las Escrituras, creería yo", ¿qué de los que seguramente no aceptarían su solución para el problema?

            La primera afirmación de esta carta, citada arriba, ¡no describe la verdad del caso! Hombres no inspirados no determinaron cuáles libros eran inspirados, sino que citaron profusamente los libros ya reconocidos como inspirados por iglesias guiadas por el Espíritu Santo.

            A. La misma ley se perdió por algún tiempo (2 Crónicas 34-35).

            Sí, "se perdió" y "se halló" ¡y todo según la profecía hecha antes por más de 300 años (1 Reyes 13:3)! El autor ataca la Biblia, pero sin base alguna. Su referencia a 2 Crón. 34, 35, en lugar de obrar en contra de la Biblia, ¡confirma su origen divino por medio del cumplimiento de profecía! La ley se había "perdido" porque el pueblo se había corrompido, yendo tras la idolatría, y Dios los castigó. Ahora que Josías procuraba hacer la voluntad de Dios, era bendecido de Dios. En la providencia de Dios la ley había sido preservada, y ahora fue "hallada", y el pueblo obediente comenzó a observarla.

            ¿Por qué no mencionó el autor todo esto, que con toda razón explica el caso de "la ley perdida"? El deja la impresión de que la Biblia no puede ser un "libro perfecto de autoridad divina" porque si lo fuera, Dios no permitiría que se perdiera. Pero el caso no fue así. En realidad ¡no se perdió! ¡Fue dejada sin uso por un pueblo rebelde e idólatra! Cuando se levantó Josías (¡objeto de profecía bíblica!), Dios en Su Providencia cuidó de que la ley estuviera otra vez disponible para una generación obediente. Si el pueblo no se hubiera apartado de Dios, la ley no habría quedado desusada y para ellos "perdida". Para Dios nunca se perdió; El la guardaba para el tiempo oportuno.

            B. Se mencionan libros que no aparecen en nuestras versiones de la Biblia (Colosenses 4:16).

            ¿Qué implica el autor con esta declaración suya? Implica que la Biblia como la tenemos hoy en día no está completa. Esta crítica trivial, hacha por incrédulos desde tiempos remotos, nos hace difícil creer en la sinceridad del autor. ¿De veras es esta declaración arriba citada una "convicción" de él? ¿De veras no puede él hallar ninguna explicación favorable a la Biblia para el caso? Solamente un enemigo de la Biblia, con prejuicio en la mente, llegaría a tal conclusión como la implicada. El autor no explica nada, ¡ni trata de hacerlo! No se interesa en hacerlo. Tiene un solo fin; es a saber, desacreditar a la Biblia, y al mismo tiempo sembrar duda en la mente de sus lectores.

            Toda la verdad fue revelada por hombres inspirados en el siglo primero, exactamente como fue prometido por Jesús (Juan 14:26, 16:13). Toda la verdad fue predicada y registrada en el siglo primero. Desde luego no todo sermón fue registrado, como tampoco todo estudio privado o público, ni todo hecho y conversación. De otra manera la Biblia quedaría toda una biblioteca grande. Véase Juan 21:28. Sin embargo, si todo aquello hubiera sido registrado, ¡esa voluminosa escritura no contendría ninguna verdad no revelada en el Nuevo Testamento de 27 libros!

            Desde luego Pablo y otros escritores inspirados escribieron otros libros o cartas que no se hallan en el Nuevo Testamento, como también predicaron muchos sermones no registrados palabra por palabra en el Nuevo Testamento, pero una cosa es cierta: ¡tenemos toda la verdad! Ella fue revelada, registrada y preservada y la tenemos hasta la fecha en nuestras versiones del Nuevo Testamento. ¿En qué clase de "Ser Supremo" (Pág. 9 de la carta) cree el autor que no velaría por la preservación de Su voluntad revelada? ¿Ha hablado al hombre ese "Ser Supremo" como nuestro Dios nos ha hablado (Heb. 1:1)? ¿Qué ha dicho? ¿Dónde queda registrado? ¿Cómo fue preservado Su mensaje al hombre para que quede todo hombre plenamente convencido de su autenticidad? El autor tiene algunas preguntas que contestar; y al contestarlas ¡se encuentra en el mismo barco con nosotros!

            C. Dependemos del juicio de hombres que de su propia voluntad se dedicaron a reproducir una colección de libros que se han considerado sagrados. Los hombres (Tertuliano, Eusebio, Ireneo, Orígenes, Agustín, Epifanio, Atanasio, Josefo, etc.) cuyo testimonio se cita para probar que los libros que contiene la Biblia, son de origen divino ni fueron profetas ni apóstoles; ni siquiera fueron cristianos.

            Es sorprendente y a la vez triste leer estas palabras de uno que por muchos años predicaba la fe de Jesús. ¿Nunca entendía bien algunas verdades básicas respecto a la Biblia? ¿No sabía acerca de los dones del Espíritu Santo? La táctica de su carta no evidencia tanto ignorancia como actitud negativa hacia las Escrituras, pues de continuo las representa mal, como también a las circunstancias relacionadas con ellas.

            En 1 Cor. 12:8-10 Pablo presenta una lista de los nueve dones repartidos por el Espíritu Santo en tiempos apostólicos. Algunos de estos son "palabra de sabiduría", "palabra de ciencia", "profecía", y "discernimiento de espíritus". ¿Piensa el autor que el Espíritu Santo estaba indiferente al asunto del canon de las Escrituras? No le importaba que la iglesia primitiva no supiera nada acerca de cuáles libros eran inspirados y cuáles no, y cuáles serían incorporados en las Escrituras y cuáles no? ¿Ha de ser dejada esta cosa tan importante a hombres no inspirados, y aun sectarios?

            1 Juan 2:20, 27, dice, "Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas ... pero la unción que vosotros recibisteis de El permanece en vosotros y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unció misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado permaneced en él". En el ver. 20 la palabra "unción" se refiere simbólicamente al repartimiento del Espíritu Santo que habían recibido esos hermanos, el cual les capacitó para discernir espíritus y saber la verdad. Así podían saber qué era la verdad, y qué la mentira o la falsedad. La iglesia primitiva podía saber cuáles escrituras eran inspiradas y cuáles no. ¡Dios veló por ello! Los discípulos conocían "todas las cosas". Sabían cuáles escrituras pertenecían al canon.

            Ahora, el autor ignora esta verdad bíblica y atribuye a hombres no inspirados la determinación del contenido del canon. Al hacerlo, representa mal la realidad del caso.

            ¿Cómo recibían los santos los dones del Espíritu Santo? ¿No enseña claramente Hechos 8:14-18 que fue por la imposición de manos apostólicas? Siendo así el caso, había santos vivos en el tiempo de Juan quienes tendrían el don de discernir espíritus, y éstos tendrían conocimiento directamente de Dios respecto a la canónicas de las Escrituras, inclusive el libro de Apocalipsis, escrito más o menos en el año 96 d. de J. C.

            Vamos a ilustrar el punto. Dice 1 Tim. 5:18: "Pues la Escritura dice: no pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario". ¿Dónde se encuentra esta referencia? Se encuentra en Lucas 10:7 (como también en Mat. 10:10). Los incrédulos atacan el libro de Lucas, diciendo que su autor no era apóstol y que lo escribió a base de investigaciones humanas. Pero el apóstol Pablo dice que el libro de Lucas ¡es parte de La Escritura!

            La versión actual de la Biblia está completa y es la reproducción de la voluntad infalible de Dios porque ellos lo han dicho. No hay ninguna copia de los escritos originales de los profetas ni de los apóstoles. Todo se ha dejado en las manos de investigadores, arqueólogos, lingüistas, y también a la casualidad, porque algunos de los escritos usados para compilar y confirmar la canónicas de la Biblia se han hallado accidentalmente".

            No, no tenemos que depender de tales hombres como Tertuliano y Eusebio, etc. Dependemos solamente de aquellos hombres inspirados que recibieron dones del Espíritu e informaban a las iglesias acerca de escritos inspirados. Negar esto es negar 1 Juan 2:20, 27.

            El autor se queja de que Dios haya tenido que hacer uso de hombres no inspirados; no quiere permitir a Dios tal cosa. Basta recordarle, y a todos nosotros, que el Dios de la Biblia "gobierna el reino de los hombres" y que "él hace su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?" (Dan. 4:17, 35). La Biblia está repleta de casos en que Dios ha hecho uso de hombres no inspirados y que eran aun incrédulos, para llevar a cabo Sus propósitos y planes (por ej., Isa. 10:5, 6; 45:1-7; 9:17; etc.). Pero el modernista dice a Dios: "¿Qué haces? No puedes arreglar tus asuntos de alguna manera que no sea de la inteligencia y la sabiduría mías. Yo no acepto nada que no sea conforme a la idea mía de cómo arreglar tus asuntos. Yo hubiera empleado sólo a cristianos para coleccionar a tus santos libros, y ya que no sucedió así, cierro mis ojos a la evidencia preponderante del caso, y rehuso leer clara y objetivamente tal evidencia aunque pido a todo el mundo que lean los escritos míos de esa manera".

            Es cierto que no hay manuscritos autógrafos, o sea escritos por mano del autor original. ¡Pero tampoco existen en la actualidad manuscritos autógrafos de muchas obras importantes de autores no inspirados, aunque representan obras clásicas e históricas, y aceptadas así por el autor de esta carta que ahora estamos examinando! Según la crítica injusta que él aplica a la ausencia de manuscritos originales, no puede justamente creer lo que escribió César, ni Aristóteles, ni Tácito, que no mencionemos un sinnúmero de otros caracteres antiguos. Tampoco existen manuscritos autógrafos de sus escritos.

            Todo modernista actúa a base de sus presuposiciones. El supone de antemano cómo deben las cosas hacerse o desarrollarse, y luego llama la atención del mundo al hecho de que los casos no sucedieron así, y concluye que no se puede confiar en la afirmaciones actualmente hechas respecto a ellos. El es como el judío incrédulo del tiempo de Cristo, que por esperar un reino material, al oír del reino espiritual venidero de Jesucristo, no lo quiso aceptar. ¡No se conformaba a su presuposición! Hoy en día el modernista que cree tener una sabiduría más alta que la de Dios, como "son más altos los cielos que la tierra" (Isa. 55:9), actúa como el judío incrédulo; es a saber, decide cómo Dios debió haber conservado la Biblia, y ya que no fue así, concluye que la Biblia de hoy no es de confianza completa. (En realidad, no sería de ninguna confianza, si él tuviera razón).

            Al decir que "todo se ha dejado en la manos de investigadores", etc. pasa completamente por alto a la Providencia de Dios. Dijo Jesucristo, "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mat. 24:35). El profeta Isaías dijo, "la palabra de Dios nuestro permanece para siempre" (Isa. 40:8), y lo citó Pedro (1 Ped. 1:25). Si la Deidad no mintió, al modernista le preguntamos: ¿dónde está la Palabra de Dios, ya que la Biblia actual no la representa? Tal vez crea el modernista que Cristo, los profetas, y los apóstoles mintieron. El modernista no puede hacer lugar para la Providencia de Dios. El "dios" de su "fe" tiene que estar sujeto a los modos de actuar que se conformen a las ideas y presuposiciones de él.

            Siendo la Biblia la única guía del hombre para alcanzar la vida eterna, ¿por qué es que Dios no aseguró su existencia inconfundible en todas las edades?

            Respuesta: ¡la ha hecho! Lo que pasa es que el incrédulo enaltecido por su propia sabiduría no acepta las evidencias de la existencia inconfundible de la Biblia. Dios ha determinado, y no el hombre, que solamente por la fe (del hombre) será agradado (Heb. 11:6). Para una base "inconfundible" de fe, Dios ha dado las evidencias. Pero Dios no fuerza a nadie a creer. Siempre ha habido incrédulos, y siempre los habrá. Aun en el tiempo de Cristo, el mundo a lo largo no creía en la Palabra de Dios expuesta en los 39 libros del Antiguo Testamento, pero otros muchos sí creían, ¡inclusive Jesucristo Mismo! Ahora, al autor hacemos una pregunta: ¿En qué manera Dios pudiera haber asegurado la existencia inconfundible de la Biblia, de tal manera que nadie, pero nadie, podría rechazar la Biblia hoy en día? ¡Contéstenos! por favor. Cuando lo haga, le enseñaremos a muchas personas que no aceptarían sus conclusiones tan "aseguradas". Seguirían siendo incrédulos y propondrían sus muchas objeciones.

            ¿Por qué dejó una obra de tal magnitud en las manos de inconversos para compilar trozo por trozo el libro infalible para su pueblo?

            Respuesta: Ya lo hemos explicado arriba; hombres inspirados determinaron la canónicas de las Escrituras, y Dios por Su Providencia ha controlado las actividades de los hombres para lograr el fin deseado, pues como ha prometido, ¡Su Palabra no va a pasar! Una cosa es que Dios haga uso de hombres inconversos (¡como también de conversos!) para llevar a cabo Sus propósitos, y otra cosa completamente distinta es que Dios deje el control de Sus propósitos y fines a hombres inconversos. Esto el modernista ya lo sabe, pero sus prejuicios no le dejan admitir la Providencia de Dios. El autor dijo en una de las tres entrevistas, con referencia a la Providencia de Dios, "Yo solía dar la respuesta ortodoxa". Con la palabra "ortodoxa" expuso su prejuicio. El antes decía a los hombres que Dios en Su Providencia ha cuidado de Su Palabra, ¡y decía la verdad! Pero ahora que no puede creer "en muchas de esas declaraciones y relatos" de la Biblia (no nos dice cuáles son), no quiere admitir que Dios puede gobernar el reino de los hombres para lograr Sus propios fines. Ya es modernista e incrédulo, y como tal tiene que limitar el modo de operar de Dios. Se considera más sabio que Dios. Le dice que no puede conservar Sus Escrituras en la manera en que lo ha hecho. Esperaremos su respuesta a nuestra pregunta. ¿Dirá que Dios debió haber escrito con Su propio dedo alguna lista en piedra y haberla pregonado desde el cielo una vez por semana por cien años? Diga lo que diga por respuesta, ¡va a dejar un mundo lleno de incrédulos! No van a creer en la "existencia inconfundible" de su "biblia".

            Está pues, delante de nosotros la penosa conclusión de que los inconversos no han logrado saber "trazar bien" las Escrituras, pero sí han tenido la sabiduría indispensable para compilarlas infaliblemente.

            Es fácil fabricar un caso y luego atribuir a los cristianos una conclusión "penosa". El modernista siempre representa mal el caso (cosa que veremos repetidas veces a través de este repaso) y luego jactanciosamente llega a la conclusión deseada. Como ya hemos visto, los llamados inconversos nada más reconocieron como canónicas las Escrituras que hombres inspirados y cristianos primitivos determinaron ser divinas, habiéndolas usado ya por largo tiempo. Dios en Su Providencia miró por la conservación de Su Palabra. Las evidencias disponibles que atestiguan a la veracidad de lo canónico de las Escrituras actuales son preponderantes, y exceden en extremo las evidencias para obras literarias no inspiradas, las cuales son aceptas en todo el mundo como legítimas. ¡Aun el modernista las acepta! Pero tiene que rechazar a la Biblia, porque la Biblia le rechaza a él.

            Que alguno no "trace bien" lo que cree y reclama ser la Palabra de Dios se debe a factores fuera del conocimiento literario. Además, los arqueólogos y los traductores son unos, y los comentaristas y los predicadores, son otros. El autor de esta carta confunde factores distintos. Su "sabiduría" le obliga. El implica que nosotros creemos que ciertas personas han tenido suficiente sabiduría para compilar las Escrituras, pero no para trazarlas bien. Tal implicación es falsa; el no trazar bien las Escrituras ¡no se debe a falta de sabiduría! El autor está erigiendo oponentes de paja.

            Ch. El pueblo de Dios de hoy puede leer la Biblia porque los sectarios se la han traducido. Sin los sectarios la iglesia de Cristo no hubiera tenido una Biblia legible durante toda su existencia en las Américas. Dios, entonces, ha usado (¿?) a los que va a condenar eternamente (Mateo 7:21-23; 15:13) para el trabajo tan delicado de poner en las manos de los cristianos traducciones correctas de la Biblia para que éstos las usen en la salvación del mundo. ¿No es esto peculiar?

            El autor representa mal el caso y luego pregunta, "¿No es esto peculiar?" Sí, es peculiar, según él lo representa, pero la verdad del caso no es nada peculiar, sino de plena conformidad a las maneras de actuar de parte de Dios en tiempos pasados. El caso no es que "sin los sectarios la iglesia de Cristo no hubiera tenido una Biblia legible...", sino que "sin Dios la iglesia de Cristo no hubiera tenido una Biblia ..." A través de los siglos Dios ha empleado a todo el mundo para lograr Sus fines. Por ejemplo empleó a los asirios para castigar a Su propio pueblo, a los judíos, y luego castigó a los asirios por haberlo hecho, porque lo hicieron con altivez de ojos (Isa. 10:5-16). Dios no va a castigar a los sectarios por su trabajo en la traducción de las Escrituras, sino ¡porque no han obedecido al evangelio! Y esto no es nada peculiar.

            Si la iglesia de Cristo es "columna y apoyo de la verdad", ¿cómo es que Dios mejor escogió que sectarios pusieran al alcance de la iglesia la Biblia para el mundo perdido? Preguntas desconcertantes, ¿no?

            El autor representa mal el caso y luego pregunta, "¿No es esto peculiar?" Sí, es peculiar, según él lo representa, pero la verdad del caso no es nada peculiar, sino de plena conformidad a las maneras de actuar de parte de Dios en tiempos pasados. El caso no es que "sin los sectarios la iglesia de Cristo no hubiera tenido una Biblia legible ...", sino que "sin Dios la iglesia de Cristo no hubiera tenido una Biblia ..." A través de los siglos Dios ha empleado a todo el mundo para lograr Sus fines. Por ejemplo empleó a los asirios para castigar a Su propio pueblo, a los judíos, y luego castigó a los asirios por haberlo hecho, porque lo hicieron con altivez de ojos (Isa. 10:5-16). Dios no va a castigar a los sectarios por su trabajo en la traducción de las Escrituras, sino ¡porque no han obedecido al evangelio! Y esto no es nada peculiar.

            Si la iglesia de Cristo es "columna y apoyo de la verdad", ¿cómo es que Dios mejor escogió que sectarios pusieran al alcance de la iglesia la Biblia para el mundo perdido? Preguntas desconcertantes, ¿no?

            El autor de continuo en su carta representa mal a los textos referidos. Alude a 1 Tim. 3:15, texto que no tiene nada que ver con la traducción e impresión de copias de las Escrituras. No, sus preguntas no son nada desconcertantes, pero sí es triste que uno que ha gustado de la buena palabra de Dios hable así. Mateo 23:1-3 dice: "Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen". Si Jesús les dijo que guardaran e hicieran lo que los escribas y fariseos infieles enseñaban y si los escribas copiaban las Escrituras que los fieles estudiaban, ¿por qué ve algún problema nuestro autor en que los sectarios hayan traducido la Biblia? Según su "lógica" los judíos fieles y mayormente los discípulos de Jesús podían emplear solamente los ejemplares de las Escrituras copiados por escribas fieles.

            Además, ¿por qué hablar solamente de la traducción de las Escrituras? ¿Por qué no hablar también de la publicación de Biblias? Si la iglesia es columna y apoyo de la verdad, ¿debe usar Biblias impresas por los sectarios? ¿Y qué del uso de las referencias, los mapas, y las demás ayudas preparadas por ellos?

            La iglesia sí es columna y apoyo de la verdad y por eso la proclama y la defiende de los ataques de los incrédulos, pero no recibió mandamiento de Dios de que traduzca e imprima ejemplares de las Escrituras que registran esa verdad. Muchos han participado en estas empresas, y esto con variedad de motivos, y es cierto que los cristianos se han valido de tales esfuerzos para avanzar la Causa del Señor. La frase "columna y apoyo de la verdad", la cual se encuentra en 1 Tim. 3:15, no quiere decir que la iglesia sea una institución universal que sirva de casa editorial y de imprenta.

            ¿Qué importa quién haya traducido el texto sagrado con tal que haya hecho una traducción fiel y correcta? Desde luego, debería haber cristianos capaces de comparar las versiones que existen con el texto original, ¡y los hay en abundancia! Pero hay que recordar a la vez que en cuanto a la traducción de las Escrituras siempre ha habido a través de los siglos hombres muy eruditos en el hebreo y el griego, quienes han querido traducir fielmente el texto sagrado. No han tenido motivo alguno para no traducirlo correctamente. Además, hay muchos sectarios que son muy conservadores ("fundamentalistas") en cuanto a la traducción cuidadosa como también en cuanto a defender la inspiración de las Escrituras. El hecho de que su teología no es correcta es otra cosa. Por ejemplo, todo bautista cree que Juan 3:16 enseña la "fe sola" pero no hay ningún bautista que esté dispuesto a traducirlo mal. Un traductor no es un comentarista. Como traductor él traduciría Hechos 2:38 correctamente, y luego como comentarista diría que uno tiene que ser bautizado para ser salvo.

            Pero conviene repetir que Dios, y no los sectarios, es quien vela por la compilación de los libros canónicos, por la preservación de las Escrituras, por la traducción de ellas y por la distribución de ellas. Uno que no cree a la Biblia desde luego no creerá que Dios, para llevar a cabo Sus planes, usó a los babilonios, a los romanos, a los mismos judíos infieles, a Judas, etc., y por lo tanto no creerá que Dios ha usado a los sectarios, a los inversionistas, etc., para traducir y distribuir Su libro. ¡Dios lo hace! Todo esto depende de Dios, y no de los sectarios.

            Otra cosa: supongamos que hubiera una versión producto de puros miembros de la iglesia de Cristo. ¿En qué diferiría de las existentes? ¿En realidad quiere nuestro autor que la iglesia de Cristo tenga su propia versión, como los "Testigos de Jehová" tienen la suya? ¿Es éste el caso con él? No, no lo es; claro que no. Si hubiera una "versión oficial de la Iglesia de Cristo", ¿no sería sospechosa?

            Miembros de la iglesia de Cristo, sí han participado en la traducción de las Escrituras. Considérese por ejemplo la versión en inglés titulada New American Standard Bible. Es más, el hermano Chester Estes ha producido una versión del Nuevo Testamento en inglés, la cual se titula The Better Version Of The New Testament. Estas verdades desmienten la siguiente frase citada de la carta del autor:

            La iglesia de Cristo, entonces, ni siquiera ha tenido parte en la traducción de la Biblia, mucho menos en su compilación. ¿Cómo es que ha sido "columna y apoyo de la verdad"?

            Continuemos con la carta.

 

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