III. El Dios de la Biblia es inconsistente e injusto

            A. Al ver la maldad del hombre, Dios se arrepiente de haberlo hecho (Génesis 6:6). ¿No lo sabe todo Dios? ¿Acaso no sabía de antemano que el hombre se portaría así? Para ser consistentes con la enseñanza bíblica tenemos que confesar que Dios sabía que el hombre sería malo antes de crearlo. Si ya lo sabía y de todos modos insistió en crearlo, ¿por qué se arrepiente de haberlo hecho y quiere destruirlo? Si conocía el fin, ¿para qué lo creó? ¿Qué beneficio hubo en que Dios creara lo que más tarde llegó a ser un fracaso? ¿Crear para luego destruir?    

            Esta, la tercera de sus razones de por qué no puede el autor creer en la Biblia como libro infalible, ¡es pura blasfemia! ¿Cómo puede el pobre ser humano acusar a su Creador de ser injusto? "¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡el tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: ¿Qué haces?" (Isa. 45:9). "Condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio" (Isa. 54:17).

            El modernista siempre sale con su lista de preguntas para plantar duda en la mente de sus lectores. El no contesta ninguna; nada más pregunta. Esta es una de sus tácticas favoritas.

            Todas estas preguntas que ha hecho mal representan a la verdad del caso. De hecho, él está diciendo: "Yo no comprendo esto, por lo tanto Dios es injusto".

            El autor se atreve a hacer lo que Job no se atrevió hacer. "En todo esto no pecó Job, ni profirió palabras insensatas contra Dios" (Job 1:22). La persona sensata haría otra clase de preguntas: ¿Por qué hizo Dios tanta provisión para el bien del hombre? ¿para su salvación? ¿Por qué no se arrepintió el hombre durante los 120 años de la misericordia de Dios manifestada en la predicación de Noé, pregonero de justicia?

            Ahora, contestaremos las preguntas del autor, según el orden en que las presenta:

            1- Todo lo puede saber Dios. Pero las Escrituras dicen que hay cosas que no le vienen al pensamiento (Jer. 19:5). No obstante, la presciencia de Dios le capacitó para saberlo.

            2- Sí.

            3- Correcto.

            4- Esta pregunta alude a Gén. 6:6, y el uso que el autor hace de la frase "se arrepintió" muestra que no entiende el uso bíblico de esta frase. La palabra arrepentirse significa cambio de mente. Lo que cause este cambio es otro tema distinto. Hay textos que dicen que Dios se arrepintió (Dt. 32:36; Sal. 90:13; Jer. 18:8; etc.) Hay textos que dicen que no se arrepiente (Núm. 23:19; 1 Sam. 15:29; Sal. 110:4; Jer. 4:28; etc.) A veces, cuando dicen las Escrituras que Dios se arrepintió, la palabra se usa en el sentido antropomorfo (esto significa "forma de hombre"; es decir, se le atribuyen a la Divinidad características humanas). En Gén. 6:6 la frase no quiere decir que sintió Dios que las cosas resultaran de manera no esperada. ¡En ningún sentido! Significa, como lo expresa el resto del versículo, que le dolió a Dios que el hombre se volviera tan depravado. Esta frase aquí describe pues la reacción divina a la condición depravada del hombre. Dios, siendo amor (1 Jn. 4:8), siente hondamente los pecados de sus criaturas. ¿No es así con todo padre amoroso? Pero con decir la Biblia que "Yo Jehová no cambio" (Mal. 3:6), y que "en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación" (Sant. 1:17). En cuanto a sus propósitos y su carácter, la Biblia afirma repetidamente que Dios no se arrepiente. "Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta" (Núm. 23:19). En todo caso (sin excepción alguna) en que se dice que Dios se arrepintió (es decir, cambió su curso de acción, no Sus principios), ¡primero hizo el hombre algún cambio! Esto es evidente de tales pasajes como Jer. 18:8; 26:3,13; Jonás 3:9, 10. (Considérese el contexto, cosa que el falso maestro -- y todo modernista en particular -- rehusa hacer). Pero todo texto bíblico, referente a cosas o situaciones en que el hombre no jugaba papel, afirma que Dios no se arrepiente; nunca cambia Su curso de acción. Nunca cambia Su promesa. Por ejemplo, véase Salmo 110:4. El establecimiento del sacerdocio de Jesucristo no podía depender en nada en la voluntad o acciones del hombre; por eso Dios no se iba a arrepentir sino que llevaría a cabo Su propósito. "Jehová no se arrepentirá", y ¡no lo hizo!

            5- Contestamos con una pregunta nuestra: ¿Por qué no crearlo bajo esas circunstancias? El "para qué crearlo" es declarado en Gén. 1:26. Además, en seguida dice la Biblia que "bendijo Dios" al varón y a la hembra. Y cuando después pecaron, les dio en seguida una promesa de salvación (Gén. 3:15). ¡Ya estaba en la mente de Dios bendecir así al hombre caído (Efes. 3:11; 1 Ped. 1:20; Tito 1:2)! Este es el cuadro de un Dios tan amoroso y abnegado que pinta la Biblia, pero el modernista pinta al propio suyo, según su imaginación envanecida.

            6- ¿Cómo fracaso? Esto lo supone el modernista; no lo prueba. Esto lo asevera, pero la Biblia no revela tal cosa. Dios quiso hacer al hombre "conforme a nuestra imagen", y lo hizo. Hecho así, era capaz de ejercer su propia mente. La ejerció al creer al diablo. Sufrió la consecuencia del pecado, y Dios en seguida puso en marcha Su plan de redención. El hombre fracasó, ¡no Dios! El "llegar a ser un fracaso" no fue responsabilidad de Dios, sino del hombre. El autor mal representa a Dios, y él es quien debería arrepentirse con ríos de lágrimas y pedirle perdón a Dios que le ha amado tanto que entregó a Su propio Hijo por los pecadores frustrados y fracasados.

            7- Otra falsa representación. El autor confunde propósito con resultado. ¡Dios no creó al hombre con el propósito de destruirlo! Lo creó para que viviera para siempre. Le dio acceso al árbol de la vida (Gén. 2:9). Del pecado del hombre resultó su separación de Dios (Gén. 2:17; Isa. 59:1, 2) pero Dios ha hecho posible de nuevo para el hombre el acceso al árbol de la vida (Apoc. 22:2). ¡De este glorioso tema habla la Biblia desde el principio hasta el fin!

            ¡Cómo se atreve el hombre jactancioso, sabio en su propia opinión (Rom. 12:16), a representar mal al Dios de la Biblia! Dios ha deseado solamente el bien para el hombre y ha hecho todo lo posible para lograrlo, y luego los ingratos blasfemos en su extravío le insultan. Los incrédulos se meten en terreno sagrado donde ni los ángeles se atreven a pisar. "Estos blasfeman de cuantas cosas no conocen" (Judas 10). "Niegan a Dios el único soberano" (v. 4).

            B. El pueblo de Dios un pueblo destructor y vengativo.

                        Dios formó una nación destructora y vengativa. La manda a que mate, aun a los niños y a las mujeres inocentes (1 Samuel 15).

            Ahora, ¿quién es el injusto? ¿Dios, o el autor? El autor muestra su profunda injusticia a través de su carta al representar mal a la verdad de los casos que él presenta. Parece que no tiene la capacidad de representar bien y justamente a la Biblia. Presenta medias verdades y tuerce los casos y omite partes, y todo esto con un fin premeditado: el de destruir la veracidad de las Sagradas Escrituras que le están condenando. ¿Juzgamos sus motivos? ¡No! El árbol es conocido por sus frutos (Mat. 7:15-29). El es un hombre bien docto en las Escrituras; no las ignora. Además, es hombre bien instruido en lo secular. Pero ¡qué hace? ¿Investiga todos los hechos del caso bajo consideración para llegar a alguna conclusión justa? ¡No! "La suma de tu palabra es verdad" (Sal. 119:160), pero no le interesa esa suma, sino solamente una porción que él pueda sacar de su contexto y luego hacer deducciones según sus presuposiciones.

            Negamos que Dios haya formado un pueblo destructor y vengativo. ¿Cuál prueba presenta el autor para demostrar su afirmación tan maligna? ¿Es toda destrucción mala? ¿es vengativa? Todas las naciones castigan a los malos; ¡por eso son naciones destructoras y vengativas? ¿Qué clase de lógica emplea este autor?

            El cita generalmente a 1 Samuel 15, que narra la destrucción de los amalecitas, pero omite las circunstancias del caso, porque expondrían la conclusión tan malvada de su posición. ¿Por qué no citó el ver. 2? ¿Por qué no dijo a sus lectores que Dios les había dado 400 años para que se arrepintieran (Gén. 15:16)? ¿Por qué no dijo que su destrucción fue cosa de profecía de mucho tiempo, que fue basada en la maldad misma de los amalecitas (Dt. 26:17-19)? ¡Cómo debe el autor arrepentirse de su injusticia hacia la Biblia! El deja la impresión con sus lectores de que Dios permitió a Israel destruir a otros caprichosamente. ¡Es pura mentira! Dios sí hizo uso de Israel para castigar a pecadores endurecidos, pero Dios mismo los destruyó. La verdad es que los modernistas, los falsos "Testigos de Jehová" y varios otros incrédulos no creen en el castigo. Pero un día creerán.

            Afirma el autor que las mujeres de Amalec eran inocentes. ¿Lo prueba, o nada más lo asevera? El modernista actúa a su propia conveniencia; si le conviene aseverar algo, lo hace, y espera que nadie le pida pruebas. ¿Cómo sabe que esas paganas eran inocentes? "Todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios" (Rom. 3:23).

            En cuanto a los niños "inocentes", basta recordar que a todos nos está establecido que muramos (Heb. 9:27), y esos niños no tuvieron que ser criados para llegar a ser paganos. Los inocentes de ellos reposan con Dios; no se les hizo ningún daño permanente. Al contrario, su estado es millares de veces mejor que aquel terrenal en que estuvieron brevemente sobre la tierra.

            La destrucción de Amalec fue un acto de juicio de parte del Dios justo. Se les mandó a los israelitas destruir a todo y no tomar botín. Israel no tuvo permiso de aprovecharse nada de la ocasión, en cuanto a lo material. Fue un acto de justicia, no de venganza. ¿Acaso cree el autor que cuando el gobierno del país ejecuta justicia contra el asesino que se está vengando de él? ¡Claro que no! El y todos entendemos que es un acto de justicia. ¡Pero el injusto autor acusa a Dios de injusticia! Le sugerimos que lea tales pasajes como Ex. 23:9; Lev. 19:34; 19:18; 23:4, 5, ya que representa mal a Dios, a Su ley, y al pueblo (los israelitas) que vivía bajo esa ley. La venganza es de Dios, y no de su pueblo (Dt. 32:35; Rom. 12:17, 19, 20, 21). La venganza de Dios es castigo de malhechores no arrepentidos (Sal. 149:7).

            Y quitarles a otros pueblos sus tierras, ¿por qué? ¿No hemos denunciado a los invasores en nuestros días? ¿No alzamos nuestras voces contra tales naciones como Alemania (bajo Adolfo Hitler) y Francia (bajo Napoleón Bonaparte) por sus actos agresivos contra las demás naciones?

            ¿Por qué? pregunta el autor. El sabe por qué Dios castigó a naciones enteras, ¡inclusive a Su propia nación, Israel! Ahora, que nos diga cuál nación justa sufrió destierro de parte de Dios. ¡Díganos! Sería bueno que él recordara que Dios, en lugar de actuar como Hitler y Napoleón, rehusa destruir a naciones malas por amor de los buenos que hay en ellas (Gén. 18:32). Y ¿quién no sabe del caso de Nínive? Dice Jonás 4:11, el versículo con que termina el libro, "¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?" ¿Tenían Hitler y Napoleón tal actitud hacia otros? ¡Cómo representa mal al Dios de la Biblia, al comparar este autor a Dios con tales hombres perversos! ¿No tiene ningún temor de Dios?

            En los días de Israel, ¿no había lugar en la tierra para todos? ¿No había tierras inhabitadas a donde podía Dios haber guiado a Israel?

            Sí, había tierra para todos, pero su pregunta no toca la cuestión, ¡ni de lejos! No fue cuestión de que faltara tierra en que morara Israel. Nadie, leyendo la Biblia con mente abierta y sin prejuicios creería que tal haya sido la cuestión bajo consideración. ¡En ninguna manera! Fue cuestión de castigar Dios a naciones idólatras. Sus tierras estaban contaminadas (Lev. 18:24-30), y ¡por eso visitó Dios su maldad sobre ellos! ¿No tiene el autor una poca de decencia para representar bien a la Biblia?

            Si se dice que fue necesario que Israel destruyera a las demás naciones para exterminar la maldad, recuérdese que ni con el diluvio se logró esto.

            ¡Qué ridícula es la manera de razonar del autor! Seguro es que el diluvio logró la destrucción de todos los malos. ¡Se ahogaron todos! Y Dios mandó la destrucción completa de los cananeos (Dt. 7:2). Pero muy astutamente el autor cambia el asunto de personas a principios. Dice que el diluvio no logró la exterminación de la maldad. ¡Eso no fue su propósito! La maldad será destruida en el juicio final (Ecles. 12:14; 3:16, 17).

            Según la lógica del autor, si un padre castiga a un hijo rebelde, ¡ya no debería de haber más rebeldía de hijos en el mundo! Y ya que esa rebeldía continúa en el mundo, el padre no logró nada con castigar a su hijo rebelde. ¡Qué locura!

            El modernista, en la vanidad de su sabiduría humana, cree que los demás no podrán mirar por la transparencia de su astucia. Representa mal a su oponente, y luego procede a cargarle de toda clase de consecuencia adversa. Tal es la "sinceridad" del modernista.

            El diluvio sí destruyó la maldad que estaba en aquellos hombres, pues ahogados, ya no seguían en su maldad. Pero algunos dirán que el castigo capital no impide el crimen. ¿Cómo que no? Seguro es que lo impide, pues el asesino ya que se le dio muerte, no sigue matando gente. Además, la ejecución de la ley sirve de escarmiento a otros (Hech. 5:10, 11).

            Es más, a pesar de que a Israel se le inculcó que odiara a las demás naciones, esta estrategia fracasó. Israel de todos modos se asimiló a las naciones paganas y terminó siendo derrotado por ellas.

            ¡Sería difícil hallar un escrito más lleno de aserciones y falsas representaciones! ¿Cuál prueba presentó el autor de que se le inculcó el odio a Israel? ¡Ninguna! El es él, un educado orgulloso, y por eso todo el mundo debería aceptar sus aserciones sin dudarlas nada. Se les inculcó a los judíos odiar las prácticas paganas de otros, pero no a sus personas (Lev. 18:3, 24, 25: 19:34; etc.). El autor atribuye a Dios una "estrategia" que Dios no empleó, y luego concluye que Dios fracasó. ¡Qué conveniente! ¿Le gustaría al autor que los hombres lo trataran de igual manera?

            Dios hizo uso de la justicia, en juicios punitivos, tanto contra Su propio pueblo Israel, como contra los paganos, cuando ellos cayeron en el pecado. Las naciones paganas no derrotaron a Israel, sino que Dios hizo uso de ellas para castigar a Su pueblo por sus pecados y apostasías. Y a través del tiempo, siempre hubo un remanente fiel, por el cual vino el Mesías (Rom. 9:6-9, 27-33; 11:1-36). No, Sr. Autor, Dios no fracasó. "Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso... para que seas (Dios) justificado en tus palabras, y venzas cuando fueres juzgado" (Rom. 3:4). El modernista dice: Sea yo, el hombre de alta sabiduría, veraz y Dios mentiroso.

            C. Dios sujeta al hombre a pruebas innecesarias           

                        1. Pidió que Abraham sacrificara a su hijo (Génesis 22). ¿Con qué fin? Seguramente no lo hizo para desengañarse de la fidelidad de Abraham. Siendo un Dios que todo lo sabe, sabía, antes de ordenar tal cosa, que Abraham le obedecería, que Abraham era hombre de fe a carta cabal. ¿Dice usted que fue para mostrarle a Abraham que a causa de su fidelidad (de Abraham) lo iba a hacer acreedor a grandes bendiciones? ¿De veras cree usted así? ¿Fue necesario este proceso en vista de que Abraham ya había réquete-mostrado su fidelidad? Una nota positiva es que Isaac no murió en el proceso. Esto no se puede decir de otros incidentes similares.

            Otra vez vemos la mala maña del autor en seguir su siembra de dudas en las mentes de sus lectores. Comienza con su presuposición y luego desarrolla su argumentación hasta tener a Dios bien condenado en sus acciones. El presupone que lo que Dios le mandó a Abraham fue innecesario. ¿Es él más sabio que Dios? ¿Sabe alguna manera mejor para probar al creyente y siempre lograr en él los beneficios deseados? Tal vez él suspendería toda prueba de fe, pues, ¿no sabe Dios de antemano si alguno será fiel o no lo será?

            Ya que el autor no quiere dejar que la Biblia hable por sí misma, pues no nos cita las Escrituras, lo haremos por él, y así contestaremos su pregunta: ¿Con qué fin? "Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré". Así Dios estableció en este evento una figura del sacrificio que después haría de Su propio Hijo, Jesucristo (Heb. 11:17-19).

            Dios prueba la fe del hombre (a veces directamente como en este caso, a veces en permitir que Satanás nos tiente), pero es para un fin deseado: su salvación eterna (1 Ped. 1:6-9; Rom. 5:3-5; Sant. 1:12; 5:11). ¡Dios obra con propósito! Tiene un fin deseado: "... Probándote, para a la postre hacerte bien" (Dt. 8:16). No, Dios no hace cosas innecesarias. Con razón el incrédulo no ve ninguna necesidad de tener la fe probada. ¡No ve ninguna necesidad de la fe misma!

            Preguntamos al autor: "¿Con qué fin? Díganos usted". Pero, no, no nos dice; solamente hace preguntas. El modernista no afirma nada; es negativo. Destruye, no edifica. Duda, no confirma. Quita, pero no reemplaza.

            A la segunda pregunta del párrafo contestamos diciendo que "no". Es usted, amigo, quien lo afirma; ¡pruébelo!

            Luego pregunta, "¿De veras cree usted así?" Otra vez contestamos como arriba.

            A la última pregunta del párrafo decimos, pregunte usted a Dios; El fue quien probó a Abraham. Nosotros no altercamos con Dios. No le demandamos razones. No nos creemos más sabios que nuestro Creador. No participamos de la arrogancia del modernista. Si los hijos del padre modernista le obedecieran solamente cuando estuvieran de acuerdo con la razón del mandamiento, ¿cuánto y cuándo le obedecerían? ¿Qué tan contento estaría el padre con tales hijos?

            El autor dice que Abraham "había réquete-mostrado su fidelidad", pero no había requetemostrado su fidelidad con relación a las promesas. El llegar a ser padre de muchas naciones (Rom. 4:18) dependía de que viviera su unigénito hijo. Pero el mandamiento ahora de matarle no disminuyó nada su fe porque pensaba que Dios le levantaría de los muertos (Heb. 11:17-19).

            Sí, Dios pudo haber sabido (no le obligamos a saber) que Abraham le habría obedecido en el mandamiento de ofrecer a su unigénito hijo, hijo de promesa, pero ¡Abraham no lo sabía! Las pruebas de Dios son para el beneficio del hombre, no de Dios. La presciencia de Dios es una cosa (considérese Gén. 18:19, "yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí..."), pero el conocimiento experimental es otra. La frase, "ya conozco que temes a Dios", como la frase en Neh. 9:8 ("y hallaste fiel su corazón") indica que lo sabido ya tiene sustancia, pues ahora es hecho.

            El autor menciona "otros incidentes similares". ¿Cuáles otros? ¡Cítenoslos! Esperamos respuesta, pero recibiremos el silencio. El modernista se ocupa en aserciones, no en pruebas. El no permite que nadie le demande nada; el es quien demanda.

                        2. Dios acepta un reto necio. Ante Satanás, Dios se jacta de la fidelidad de su siervo Job (¿Y qué diremos de esta actitud de Dios? ¿Jactarse?). Satanás, evidentemente irritado por esta humillación (Se supone que cada alma que sirve fielmente a Dios es una derrota para Satanás), replica que Job lo maldecirá (a Dios) al retirársele las bendiciones. Dios entonces le pide a Satanás que ponga a prueba la lealtad de Job (Dios acepta el reto de Satanás). ¿Qué deseaba probar Dios? ¿Acaso no sabía Dios que Job terminaría por serle fiel? ¿Era necesario que le probara algo a Satanás? ¿Esperaba convertir a Satanás? Y luego, permitir el dolor, la tristeza y la amargura (Job perdió sus bienes y sus hijos en este bolado) simplemente para probar Dios lo que ya sabía? Así que a resumidas cuentas, Job y su familia fueron las víctimas de una disputa necia que se esperaría de seres falibles pero no de un Dios de amor y de sabiduría sin fin.

            ¡Es urgente que el autor, un "ser falible", se arrepienta de su blasfemia! Luego le conviene arrepentirse de todas sus falsas representaciones. El modernista no se contenta con no creer en la Biblia; ¡la tiene que representar mal! Pero se entiende por qué lo hace; pues, ¿de qué otra manera podría justificarse en rechazarla?

            Dice el autor que Dios aceptó "un reto necio". El no lee con cuidado. Dios no hizo lo que propuso Satanás. ¡Dios no extendió Su mano, ni tampoco tocó a Job! De Dios vienen solamente buenas dádivas y dones perfectos (Sant. 1:17); no tienta a nadie (v. 13). Satanás con gusto habría destruido completamente a Job, al hacerle males, pero Dios le restringió, permitiendo tocar solamente los bienes de Job, pero no su vida misma.

            ¿Se jactó Dios? ¿Dónde dice la Biblia eso? Jactarse es alabarse presuntuosamente. El autor impugna los motivos de Dios. Si traer algo a la atención de otro es alabarse presuntuosamente, al autor es culpable de jactarse (como lo somos todos los demás) diariamente.

            El modernista pone la peor construcción o interpretación posible sobre un dado pasaje, y luego condena las acciones de Dios. El escudriña la mente de Dios y luego Le juzga por condenado. "Porque ¿quién entendió la mente del señor? ¿O quién fue su consejero?" (Rom. 11:34). "Así también nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios" (1 Cor. 2:11).

            El modernista representa falsamente a la Biblia, insinuando que la Biblia presenta al hombre como un ser programado por Dios. Ignora por completo el plan eterno de Dios de realizar la salvación eterna de Sus criaturas, de manera consecuente con Su propia Justicia. En este plan Dios permite cosas, de las cuales El Mismo no es agente, pero restringe. "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios (e injusto es el autor), que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar" (1 Cor. 10:13). ¿Por qué no mencionó el autor este texto referente a las acciones de "un Dios de amor y de sabiduría sin fin"? Cuando predicaba la verdad y convertía gente al Señor, ¡lo citaba!

            El razonamiento del autor es semejante al de los tres amigos de Job. Este, como aquéllos, ha hecho deducciones no consecuentes, no basadas en la verdad del caso. En este párrafo, el autor hace lo que rehusó Job hacer: es a saber, atribuir a Dios despropósito (Job 1:22). Más bien hace lo que propuso la esposa de Job; propuso maldecir a Dios (2:9).

            Al autor preguntamos: ¿Dónde dice la Biblia que Dios pidió a Satanás que pusiera a prueba la lealtad de Job? ¡Dios no pidió nada a Satanás!

            A mediados de su párrafo, el autor presenta una serie de preguntas, que nada más son implicaciones suyas, todas las cuales representan mal a Dios, a la Biblia, y a los hechos del caso. Le retamos a que él mismo conteste a sus propias preguntas, a la luz de las escrituras, sin que al mismo tiempo no se contradiga a sí mismo. Pero, no, el modernista no contesta nada; nada más implica cosas. No obstante, las contestamos:

            1- "¿Qué deseaba probar Dios?" No tuvo por propósito probar nada.

            2- "¿Acaso no sabía Dios que Job terminaría por serle fiel?" El autor supone, pero en error, que Dios quiso probar la certeza de lo que ya sabía. La presciencia de Dios es una cosa; el hacernos bien por medio de permitir pruebas de nuestra fe (Dt. 8:16) es otra cosa.

            3- "¿Era necesario que le probara algo a Satanás?" El autor mal representa a Dios en esto. La Biblia no dice absolutamente nada acerca de querer Dios probar algo a Satanás.

            4- "¿Esperaba convertir a Satanás?" Esta pregunta necia no tiene nada que ver con el suceso según está narrado en Job 1, y 2. Es fácil hacer preguntas implicadoras para dejar mal al oponente, pero el modernista tiene más práctica en esto que nadie.

            5- "¿Y luego, permitir el dolor, la tristeza y la amargura (Job perdió sus bienes y sus hijos en este bolado) simplemente para probar Dios lo que ya sabía?" Esta es otra de las representaciones mentirosas del autor. Dios no permite dolores, etc., con el fin de probar algo que ya sabe. La Biblia no enseña tal cosa, y no seremos engañados por las implicaciones malvadas del modernista. El hace exactamente lo que Job rehusó hacer; es a saber, atribuir despropósitos a Dios (Job 1:22). Rehusando hacer esto, Job "todavía retenía su integridad" (2:3), pero ¿qué ha hecho el autor de la suya?

            El autor se ha mostrado completamente incapaz de aceptar lo que dice Isa. 55:8, 9, "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos". El insulta y blasfema contra Dios porque está determinado a concluir que Dios es como el hombre; que piensa y actúa como el hombre. La reprensión y la advertencia de Sal. 50:19-22 se aplica perfectamente a él: "Tu boca metías en mal, y tu lengua componía engaño... Estas cosas hiciste, y yo he callado; pensabas que de cierto sería yo como tú; pero te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos. Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios, no sea que os despedace, y no haya quien os libre".

            Nos conviene a todos tener delante de nosotros el tema y el propósito del libro de Job. Este libro trata el problema profundo, y que deja a uno perplejo, que confronta todo hijo de Dios, y que tiene que ser entendido correctamente para que uno no se desanime, o se amargue, como en el caso del autor, a grado de renunciar a Dios. Por todos lados, al platicar con la gente inconversa, nos enfrentamos a la pregunta: ¿cómo puede un Dios de amor y de poder permitir que Sus hijos sufran? Afirmaban los tres amigos de Job que todos sufrimientos vienen a consecuencia del pecado, y por eso implicaban a Job como gran pecador, quien debería arrepentirse y confesar sus pecados, para tener alivio. Un sinnúmero de personas hoy en día llega a la misma conclusión incorrecta. Compárese Juan 9:2. Se quedó perplejo Job, como también confuso y casi desesperado, porque sus amigos influyeron en él. Defendía Job su inocencia, aunque no en lo absoluto, y le parecía que Dios no había actuado justamente con él. Al mismo tiempo Job estaba persuadido de que con el tiempo Dios le vindicaría. Luego Dios respondió a Job desde un torbellino (cap. 38-41). Entonces Job habló sus palabras de confesión y de humillación delante de su Creador, en 42:1-6.

            El autor "oscurece el consejo con palabras sin sabiduría" (38:2). Dijo Dios de los amigos de Job, "no habéis hablado de mí lo recto" (42:7). Estas palabras bien se aplican al autor, como también estas otras: "¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto" (40:2).

            El modernista mira al hombre como si fuera nada más una máquina programada. No hace lugar para lo condicional de las bendiciones de Dios, como tampoco para el ejercicio de la libre voluntad del hombre. Todo el mundo es probado todos los días, quiéralo o no. A pesar de lo que ya sepa Dios de nosotros (y la Biblia no dice que Dios escoja saber cómo salgamos de estas pruebas), tal no es el punto del caso. ¡La vida es una serie de pruebas desde el principio hasta el fin! Satanás es un ser espiritual real y es nuestro adversario. Esto presenta problemas, y el libro de Job los trata. Es, pues, un libro de gran valor, y en lugar de ser burlado, debería más bien ser apreciado.

            Ch. Dios sanciona lo malo y echa mano de obras malas para realizar sus planes.

            En esta sección Ch de su carta, el autor de nuevo afirma lo que no puede probar. Amigo, ¿dónde dice la Biblia que Dios sancionó, o aprobó, algo malo en sí? ¿Dónde? Nos viene el puro silencio, porque el modernista no se siente obligado a probar, sino nada más afirmar. El cita tres acontecimientos bíblicos para ilustrar su afirmación falsa; los examinaremos uno por uno.

            1. No condenó a Abraham por tener relaciones sexuales con mujer ajena (Génesis 16). Al contrario, lo bendijo concediéndole hijo (cosa que le había negado por medio de Sara, su mujer). Según Gálatas 4:21-31, Dios tuvo un propósito en todo esto. Sin embargo, cualquiera que haya sido su propósito, el hecho es que echó mano de una práctica que se supone El mismo condenaba para realizarlo.

            El autor con su primera frase implica que Abraham cometió adulterio y que Dios no le castigó. El caso no fue así. Si hubiera sido un caso sencillo de adulterio, Dios lo habría atendido como en el caso de David (2 Sam. 11, 12). Dios toleraba la poligamia o el concubinato, y trató este caso como tal. ¡El caso no fue de uno que sale con el propósito de adulterar por adulterar! Que Dios tolerara por un tiempo la poligamia y el divorcio no quiere decir que aprobara el adulterio mismo.

            La idea de tener un hijo por medio de Agar no fue de Dios, sino de Sara. Dios no concibió tal plan ni lo ejecutó. Todo fue de la humana sabiduría, y por eso fracasó.

            El autor mal representa a Dios de nuevo, implicando que El bendijo un caso de adulterio mientras rehusaba bendecir con hijo a la esposa legítima. Sr. autor, ¿"bendice" Dios a toda pareja fornicaria si de esa unión carnal nace un hijo? ¿Es eso lo que usted afirma? ¡Claro que no! Si dos personas cometen la fornicación, y como resultado de ello nace un hijo, nace porque así son las leyes naturales de la procreación. Por eso nació un hijo a Agar y a Abraham. No nacía hijo a Sara, porque estaba estéril. Ella pensaba que estaba así por obra de Dios, pero la Biblia no dice eso. La Biblia sí dice que Dios prometió a Abraham un hijo de Sara, cuando ya había pasado la edad en que ella podría concebir y dar a luz (Gén. 17:15-21). Dios hizo uso de las circunstancias del caso para hacer de Isaac un tipo de Jesucristo, quien también nació por milagro, como el Unigénito Hijo de Dios. Dios de veras bendijo a Abraham y a Sara, dándoles un hijo cuando físicamente era imposible para ellos tener hijo. El nacimiento de Ismael fue según la carne; el de Isaac, según milagro (Gál. 4:29).

            No, Dios no aprobó lo malo. El plan de Sara, no de Dios, fracasó. Dios lo echó fuera (Gál. 4:30).

            El autor dice que según Gál. 4, la alegoría de Sara y de Agar, "Dios tuvo un propósito en todo esto". Esto implica que la cosa fue de Dios. La Biblia no afirma tal cosa. La Biblia enseña que eso del nacimiento de Ismael fue cosa de seres humanos, pero que Dios hizo uso de esas circunstancias para subrayar lo divino de Su plan de darle a Abraham simiente milagrosamente. Las promesas de Dios no dependen del hombre; ¡ése es el punto!

            Dice él que Dios "echó mano de una práctica que se supone El mismo condenaba..." ¿A cuál "práctica" se refiere? El autor nada más insinúa, y dice, "se supone". El bien sabe que Dios condena el adulterio; no hay que suponerlo. Las circunstancias del caso de Abraham con Agar no se comparan en nada con el caso de puro adulterio, como quedó ilustrado en la vida de David y Betsabé. Y, ¿qué quiere decir el autor con la frase, "echó mano de"? Si con decir: "echó mano de" implica que Dios aprobaba el caso, el autor está bien equivocado. "Echa fuera", dice Dios; no tengo nada que ver con aquello. Según Larousse, "echar mano de" significa emplear, utilizar, valerse de. Según esto, "echó mano de" significa más que aprobar. Significa que Dios Mismo lo hacía, porque así realizaba Sus planes. Entonces la acusación obvia contra Dios es que El fue inconsecuente consigo Mismo al utilizar un mal medio (relaciones sexuales con mujer ajena) para lograr Su propósito. ¿Cuál incrédulo tiene más osadía que el autor de este escrito que estamos examinando? Audazmente acusa a Dios de valerse del pecado (el adulterio) para lograr Sus fines y propósitos. Seguramente "No hay temor de Dios delante de sus ojos" (Rom. 3:18).

                        2. Endureció el corazón de Faraón y causó muchas muertes para demostrar a Israel su poder. ¿Por qué hizo esto? ¿Que no le importaba el bienestar de los egipcios? ¿Acaso no eran ellos también su creación? Si es un Dios de amor y de compasión, ¿por qué no ablandar el corazón de Faraón y convertirlo a él y a Egipto, aliviar los sufrimientos de su pueblo en manos de los egipcios, y así mostrar su poder y su amor? ¿No discriminó entre sus criaturas Dios al escoger a unos para el sufrimiento (los egipcios) y otros para bendecirlos (los israelitas)? ¿Qué diremos de un padre que haga tal cosa con sus hijos? ¿Acaso no sabía Dios que a pesar de esta demostración de poder a base de un costo tan elevado (en vidas), Israel dudaría y lo blasfemaría más tarde? Así es que, ¿qué ganó Dios con matar a tanta gente para luego ser blasfemado por aquéllos a quienes demostró su poder?

            Si los blasfemadores fueran justos con la Biblia, dirían toda la verdad sobre un dado caso. Sí, la Biblia dice que Dios endureció el corazón de Faraón, pero ¡dice también que él mismo se endureció! (Ex. 8:15, 32; 9:34; etc.). Dios lo hizo indirectamente, al presentarle la demanda de soltar o de dejar ir a los israelitas. Pero Faraón lo hizo en sentido directo. Ante las demandas justas de Dios este hombre incrédulo endureció su corazón. Así enseña la Biblia, pero no es de esperarse que un modernista represente bien a la Biblia.

            El autor representa a Dios como queriendo mostrar Su poder, y por eso sale y comienza a matar gente ("causar muchas muertes"). ¡Qué falso! Si esa gente, por su dirigente, Faraón, hubiera obedecido los mandatos de Dios, ¡nadie habría sido muerto Esas muchas muertes sucedieron a causa de endurecer Faraón su corazón ante los mandamientos del Dios Todopoderoso.

            Nos referimos a las preguntas del autor, según el orden en que aparecen en el párrafo, y las contestamos:

            1- No lo hizo, como usted lo describe.

            2- Le importa el bienestar de todo el mundo.

            3- Sí eran de Su creación. Esto no toca la cuestión.

            4- Dios no "ablanda" corazones que no se prestan voluntariamente para ello. Procuró ablandar el de Faraón por medio de enviar a Moisés y darle un mensaje divino. El autor pinta a la humanidad como si fuéramos títeres controlados por Dios con nada más estirar un cordón. La Palabra de Dios es el medio que El emplea para convertir (1 Cor. 1:21). El que rechaza ese medio no va a ser convertido.

            5- Esta pregunta es falaz, porque implica que Dios escoge incondicionalmente; que Dios es caprichoso. ¡No Hay nada más lejos de la verdad que esto! Dios bendice a los obedientes y castiga a los desobedientes (Rom. 11:22). Los egipcios eran paganos e idólatras que habían maltratado a los israelitas. Ahora que no obedecen el mandamiento de Dios de dejar ir a Israel, sufren las consecuencias.

            6- Si un padre bendice y castiga a sus hijos incondicional o caprichosamente, es cruel e injusto. Si castiga a los desobedientes y bendice a los obedientes, es equitativo como lo es Dios, su Padre Celestial.

            7- Lo que haría Israel, u otro alguno, no tenía nada que ver con las acciones de Dios bajo las circunstancias del momento. Si un juez de la tierra supiera que el inocente iba a cometer algún crimen mañana, ¿le castigaría hoy por algún crimen del cual no era culpable? Los egipcios merecían su castigo, y Dios los castigó. Al mismo tiempo bendijo a Su pueblo obediente. Dios es justo.

            8- El modernista injusto rehusa representar bien a Dios. Tiene que representarle mal para no caer bajo la ira de Dios. Cree que con no tener en cuenta a Dios, por eso no existirá Dios. En esta última pregunta de la lista, el autor mal representa a Dios como uno que, para asegurar la adoración de Su pueblo, sale y mata mucha gente como demostración de poder para Su pueblo. ¡Qué falso es esto! Sería interesante oír al autor explicar el texto sagrado en Exodo, versículo por versículo, que narra los eventos referentes al caso. Tomando en cuenta la narración inspirada, no podría llegar a sus conclusiones modernistas. Pero el modernista no procura explicar bien lo que la Biblia declara; le interesa nada más destruir y tumbar lo que Dios nos ha revelado. El texto sagrado dice que esa demostración de poder fue para Faraón (Exo. 9:16). Se le demostró después de haberlo soportado con mucha paciencia (Rom. 9:22).

            ¿Cómo puede alguien acusar a Dios de discriminación cuando la Biblia está repleta de ejemplos de castigar Dios a su propio pueblo? Dice el autor que después los israelitas blasfemaron contra Dios. Le preguntamos: ¿qué les hizo Dios por su blasfemia? Si contesta correctamente sabrá lo que le va a pasar a él debido a su propia blasfemia, si no se arrepiente.

            Cuando el autor se refiere (y lo hace varias veces en su carta) a la infidelidad de los israelitas, siempre pasa por alto que, a pesar de sus apostasías, siempre hubo un remanente fiel. No todos a una fueron apóstatas.

            Dios nunca ha tomado a algún hombre, quien desee hacer Su voluntad, y le ha endurecido el corazón para que no haga dicha voluntad. ¡Nunca! Es mentiroso el que acuse a Dios de tal cosa. Cuando trazamos los eventos en Exodo, vemos al Faraón desafiador diciendo: "¿Quién es Jehová para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel?" (5:2). (¿Es éste el cuadro de Faraón que pinta el autor? ¡No! El le pinta como una persona muy buena e inocente, a quien Dios endurece caprichosamente, con el fin de impresionar a los judíos, que después blasfeman contra El). En seguida Faraón aumenta la opresión de los israelitas (vv. 3-11). Moisés y Aarón, por el poder de Dios, hicieron milagros para confirmar su mensaje como divino, pero Faraón no les hizo caso. ¡Endureció su propio corazón! El texto sagrado lo dice varias veces. El era un tirano de opresión y de crueldad, que rehusó ablandar su corazón en presencia de demostraciones indubitables del poder de Dios. Desafiaba a Dios, sellando así su propio destino. ¡Este es el "inocente" del modernista!

            El caso con Faraón es como el de 2 Tes. 2:10-12 y Rom. 1:24-26, 28. Si alguno escoge el error, y desafía a Dios, Dios le entrega al error y al pecado, con sus consecuencias determinadas.

            El "endurecer el corazón" no es un acto físico. El "corazón" es la sede de la inteligencia, la voluntad y las emociones. La voluntad del hombre no puede ser forzada. Dios apela al hombre con la persuasión de Su Palabra. Así le guía al arrepentimiento. "¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?" Pero algunos endurecen sus corazones. "Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios" (Rom. 2:4, 5).

            Dios endureció el corazón de Faraón indirectamente (Faraón mismo lo hizo a sí mismo de manera directa), al presentar el mandamiento de dejar ir a los israelitas y al traer las plagas milagrosas que confirmaron lo divino del mandamiento. Dios proveyó la ocasión para que Faraón endureciera su corazón; en ese sentido dice la Biblia que Dios se lo endureció.

            El evangelio es ambos "olor de muerte para muerte" y "olor de vida para vida". Todo depende de la actitud de corazón que uno tenga. El evangelio que se predicó en Antioquía de Pisidia causó que los judíos blasfemaran y que los gentiles se regocijaran y glorificaran la palabra de Dios (Hech 13:45-48). La diferencia de reacción se debió a la diferencia de actitud de corazón. Dios endureció el corazón del tirano y blasfemador, Faraón, y abrió el corazón de aquella mujer, Lidia, quien era una adoradora devota de Dios. Ahora, si el modernista incrédulo rehusa creer, que no crea, pues; pero que tampoco represente mal al Dios de la Biblia.

                        3. Jacob engañó a su padre para recibir la bendición (Génesis 27-28). ¿Lo castigó Dios por tal hecho? Al contrario, sobre esto lo bendijo (Génesis 28:10-15).

            De nuevo el autor miente contra Dios y la Biblia; de nuevo tuerce los hechos del caso. Dios no bendice el mal ni deja de castigarlo. ¡En ninguna manera! Jacob en realidad engañó a su padre, pero Dios le castigó duramente con dejar que fuera víctima de otros engaños, esta vez por mano de su suegro, Labán (Gén. 31:41, 42). Además de esas aflicciones, sufrió el miedo de su hermano Esaú (32:11, 20).

            Jacob recibió la bendición de su padre, Isaac, sencillamente porque Isaac le bendijo. El asunto no fue de Dios. Pero Dios puede tomar los asuntos de los hombres y hacer uso de ellos para Sus propósitos y planes eternos (Rom. 9:10-13). Su presciencia Le permite saber de antemano cuál curso tomarán los hombres. El argumento de Pablo (por el Espíritu Santo, desde luego) en Rom. 9:10-13 es que Dios ha propuesto elegir a los hombres para la salvación eterna, no a base de obras humanas o conceptos humanos de actuar, sino a base de Su gracia. Nació primero Esaú, y luego Jacob. Según los conceptos humanos de actuar, se le obligaría a Dios traer al Mesías por conducto de Esaú. Pero, ¡no! Dios lo traería por Jacob. (Con esto estaban muy contentos los judíos, porque eran descendientes de Jacob). Entonces, si Dios tenía la libertad para eso, también la tenía para elegir salvar a todos a base de la fe en Cristo Jesús y no a base de ser uno descendiente carnal de Abraham.

            Esaú menospreció su primogenitura (Gén. 25:34). La vendió a Jacob, probando, como dicen las Escrituras, que era hombre profano (Heb. 12:16). ¿Qué derecho tenía, pues, de la bendición de esa primogenitura? Ya le tocaba a Jacob. Además de profano, Esaú era rebelde (Gén. 26:34, 35; 28:1-9).

            Dios no fuerza a nadie a hacer nada, ni tampoco aprueba el pecado, pero sí es Dios y como tal controla los eventos de los hombres para que sirvan a Sus fines y propósitos según Su naturaleza justa, amorosa, y sobre todo, divina.

                        4. ¿No dijo Pablo que no se deben hacer males para conseguir bienes (Rom. 3:8)? ¿Dice usted que Dios tiene el derecho de hacer lo que quiera? ¿Aun lo que El mismo condena? Pero El es nuestro ejemplo, y nos amonesta a que lo imitemos, que seamos como El (3 Juan 11; 1 Juan 1:5-7; 1 Cor. 11:1). ¿Qué ejemplo nos pone?

            Sí, eso es lo que dice Rom. 3:8, y es blasfemia que el autor acuse a Dios, por implicación, de ser culpable de haberlo hecho. Le retamos a citar un solo caso en la Biblia en que haya Dios deseado, planeado, y llevado a cabo algún mal para que de ello resultara algún bien. Amigo nuestro, ¡cítenos el pasaje!

            A sus preguntas, en el orden en que aparecen, damos respuesta:

            1- Sí, decimos que Dios tiene el derecho de hacer lo que quiera, pero quiere hacer solamente el bien. La pregunta del autor implica que Dios ha querido hacer algo malo en sí, cosa que no ha probado, ni puede. No decimos que tiene Dios el derecho de hacer algo malo. No obstante, en repetidos casos Dios ha sacado algo bueno de los malos hechos de los hombres. Pero en cuanto a que haga el mal mismo, El no puede mentir (Tito 1:2) ni hacer nada malo. El es luz y no hay ningunas tinieblas en El (1 Juan 1:5).

            2- La pregunta implica que Dios ha hecho algo que El mismo condena. ¿Dónde está la prueba de esta aserción blasfema?

            3- Esta pregunta como las otras muchas está basada en premisas y aserciones falsas.

            El autor representa mal a Dios, y luego pregunta: ¿Qué clase de Dios es éste?

            D. Su justicia desigual - hace acepción de personas

                        1. Dios mismo admite que hace acepción de personas (Romanos 9:13-18). Dentro de tal contexto analice usted el verso 16: "Así que no depende del (de la persona) que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia". Así que aunque la persona quiera y corra, si Dios no quiere tener misericordia de ella, no la tendrá. Como que tiene favoritos. Y los siguientes ejemplos confirman esto.

            El autor continúa su blasfemia, ahora acusando a su Creador de hacer uso de justicia desigual, de hacer acepción de personas. Dice que Dios lo admite, en Rom. 9:13-18. ¡Dios no lo admite en este pasaje, como tampoco en ningún otro, porque no es cierto! El autor habla de analizar el contexto, pero él mismo es quien debería hacerlo. ¿Se ha convertido en Calvinista, afirmando que Dios tiene misericordia de ciertos hombres incondicionalmente y según el favoritismo? ¿Tiene la audacia de ignorar por completo el contexto? El cita el ver. 16, "Así que no depende..." Le preguntamos, ¿a qué se refiere, al decir, "no depende"? ¿Qué no depende? ¿Qué cosa? Según la torcida aplicación que el autor hace de este pasaje, el recibir misericordia de parte de Dios no tiene nada que ver con el carácter y el deseo de uno de recibirla; todo depende de caprichos de Dios, de tener Dios favoritos.

            Ahora, vamos a enseñarle al autor un poco acerca del contexto de Rom. 9, y en adelante. El punto del apóstol inspirado en esta sección de su epístola es que Dios tiene completa libertad en diseñar el plan de redención, y por eso no está limitado a conceptos humanos. Según los judíos incrédulos, Dios tenía que salvarles a ellos por ser descendientes de Abraham en la carne. Por las obras de la ley de Moisés (y para ellos, mayormente la circuncisión) Dios tendría que salvarles. Ellos "corrían" así, y por eso se le obligaba a Dios salvarles. Los gentiles no eran de la ley de Moisés, no eran circuncisos, y por eso Dios no podía ofrecerles misericordia, según la opinión de los judíos incrédulos.

            ¿Era así el caso? Dice el apóstol Pablo que no. Dios tiene la libertad de mostrar misericordia al que le obedezca, aunque sea gentil, y endurecer al desobediente, aunque sea Judío. Si alguno se prepara como vaso de ira, recibirá ira; si alguno se prepara como vaso de misericordia, misericordia recibirá, sea uno judío o gentil, pues Dios no hace acepción de personas (9:22, 23). La elección de Dios de personas para la salvación eterna se basa en la gracia (11:5), y no en las obras de los hombres en las cuales se jactarían. Con Dios no hay distinción o diferencia entre judío y griego (10:12); "es rico para con todos los que le invocan". Los judíos habían sido desgajados porque eran incrédulos; los gentiles (de entre los cristianos) estaban en pie porque creían (11:20). Si dejaran los judíos su incredulidad, podrían ser injertados de nuevo, y si los gentiles no continuaban en la fe, serían cortados (11:22, 23). Dios es justo; si no perdona al uno, tampoco al otro (11:21). Quiere mostrar misericordia a todos (11:32), ¡el autor al contrario! La salvación no depende del hombre y de sus reclamaciones, sino de la gracia de Dios que se extiende a todo el mundo, a base de las condiciones del evangelio, porque Dios no hace acepción de personas.

                        2. David y Salomón tuvieron un sinnúmero de mujeres por esposas, pero Dios estuvo con ellos. En cambio acabó instantáneamente con Uza cuando éste quiso proteger el arca del testamento (1 Crónicas 13:9-10). David y Salomón violaron repetidas veces los mandamientos de Dios, pero Dios les aguantó. Uza violó un sólo mandamiento (con buenas intenciones) y Dios acabó con él al instante.

            ¿Qué quiere decir el autor con la frase, "pero Dios estuvo con ellos"? ¿Qué Dios les bendijo en su poligamia? ¿Que lo aprobaba? El modernista es muy vago en sus expresiones, así insinuando cosas. La verdad del caso es que Dios anticipadamente había prohibido la poligamia a los reyes que habría (Dt. 17:17). Dios había advertido de las consecuencias de que los reyes tuvieran una pluralidad de esposas. Pero siendo reyes, ejercieron el derecho de reyes (según las costumbres de los hombres, pues el mismo reinado fue institución, no de Dios, sino de los hombres -- 1 Sam. 8), y se tomaron muchas mujeres. ¡Pero sufrieron las consecuencias! Dios no los bendijo en ese arreglo; al contrario, los dejó sufrir los frutos de su pecado: en el caso de David, el incesto, el homicidio, la violación, y la traición, ¡entre sus propios hijos! Las esposas de Salomón inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y se enojó Dios contra él (1 Reyes 11:4, 9). Dios le quitó el reino, y el reino sufrió división. Todo esto resultó como consecuencia de la poligamia. La poligamia en la vida de Jacob le trajo mucho dolor de corazón (Gén. 37), como también fue el caso con Abraham (21:10, 11). ¿Cómo puede decir el autor que Dios "estuvo con ellos" en la poligamia? Les dejó sufrir las consecuencias de ese arreglo que toleró, pero que no autorizó. El autor ignora la diferencia entre tolerar y autorizar, o aprobar. Dios no autorizó la esclavitud, pero la toleró mientras ella acababa su curso. Así fue con la poligamia.

            El autor se queja de la aparente desigualdad de justicia entre Uza por una parte, y David y Salomón por otra. También David mismo tuvo sentimientos sobre el caso de Uza, lo cual prueba que los hombres no miran las cosas como Dios las mira. Porque, aunque al principio David estuvo sentido con Dios, al reflexionar sobre el asunto, cambió de actitud, y aceptó parte de la culpa (1 Crón. 15:1, 2, 11-15), diciendo: Nosotros "no le buscamos según su ordenanza". Si supiéramos todos los factores de un dado caso, aun como hombres podríamos juzgar mejor los méritos del caso; cuanto más puede Dios. "El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón" (1 Sam. 16:7). Pudo haber habido algo en el caso de Uza aparte de lo revelado en la narración, cosa que Dios habría sabido. De todos modos, Dios es justo y nuestra ignorancia es una base muy pobre sobre la cual condenar las acciones de El. Le conviene al autor mostrar más de la actitud de David, la que mostraba después de reflexionar sobre el caso serenamente.

                        3. A David y a Salomón les aguantó rebeliones sin fin, pero le quitó el trono a Saúl por desobedecerle en un momento de debilidad (1 Samuel 15).

            El autor se queja de la supuesta injusticia de Dios, pero al mismo tiempo se prueba ser el más injusto de todos, pues miente contra Dios en cada representación que hace de El. ¿Dónde dice la Biblia que Dios aguantó rebeliones sin fin de parte de David o de Salomón? ¿Dónde? Y, ¿dónde dice lo que el autor afirma acerca de Saúl? ¡En ninguna parte! Son puras aserciones, de las cuales su carta está repleta.

            Saúl era un hombre de espíritu rebelde. Su desobediencia no consistía solamente en un momento de debilidad. Su casa era una en que se derramaba sangre (2 Sam. 21:1). Procuraba repetidamente matar a David, el inocente. Era uno que había "turbado el país" (1 Sam. 14:29). La diferencia entre él y David fue una de corazón (actitud hacia Dios) (13:14; compárese 2 Crón. 16:9; Hech. 13:22. David era mejor que Saúl, dijo Dios (1 Sam. 15:28). El que pecó en un momento de debilidad fue David, y se arrepintió sinceramente (y Dios le perdonó, aunque le hizo sufrir consecuencias por su pecado -- 2 Sam. 12:10-14). Pero Saúl aumentó sus múltiples pecados con ir a consultar con una mujer que tenía un espíritu de adivinación (1 Sam. 28). En cuanto a Salomón, porque se volvió idólatra, Dios le quitó el reino (1 Reyes 11:9-12). No, no hay ninguna injusticia con nuestro Dios.

                        4. Cam fue víctima de una situación vergonzosa, pero fue condenado él y sus descendientes. En cambio el verdadero culpable de tal consecuencia, Noé, fue bendecido y fue concedido el poder de condenar a Cam (Génesis 9:20-28).

            Todos los modernistas se elevan sobre Dios en determinar el juicio. Ahora el autor es el juez del caso de Noé y sus hijos. ¿De dónde sacó él su código de justicia? ¿Nos dirá? ¿Por qué violó Cam lo privado de la tienda de su padre? ¿Por qué lo contó a sus hermanos? ¿Por qué actuaron los otros dos hermanos diferente a Cam?

            El autor pinta el cuadro como si Dios hubiera bendecido la borrachera de Noé. ¡Esto es completamente falso, y el autor lo sabe! Dios le bendecía porque era hombre justo (2 Ped. 2:5). Dios conoce a los hombres; conoce sus caracteres. Ve más en la persona que uno solo acto aislado.

            En cuanto a Cam y a sus descendientes, Dios no les forzó a llegar a tal condición. Predecir el futuro no es forjarlo por medio de dominar la voluntad libre del hombre. Tal es la implicación del autor, pero es falsa. La Biblia no enseña tal cosa, sino todo lo contrario. El trae sobre cualquier nación, inclusive la Suya propia, el fruto de sus pensamientos (Jer. 6:19). "Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría... mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová" (9:23, 24).

                        5. En el Viejo Testamento, Dios tomó toda medida necesaria para discriminar contra todos aquéllos que no fueron israelitas (Salmos 147:19-20). Menospreció a los gentiles (su creación) y favoreció a los israelitas (su creación). Primero quiso un pueblo peculiar (Israel) a exclusión de los demás. Luego, en el Nuevo Testamento lleva a cabo un sacrificio para atraer a los gentiles. En el Viejo Testamento les hizo la guerra por medio de Israel; en el Nuevo Testamento los junta (mezcla) con los judíos (Efesios 2:14-16). En el Viejo Testamento no valían la pena los gentiles; en el Nuevo Testamento su alma vale lo mismo que la de los judíos; el alma de un gentil vale más que el mundo y todos sus tesoros. Como que el Dios del Viejo Testamento es uno y el del Nuevo Testamento es otro.

            Al escribir este párrafo, el autor revela lo profundo de su ignorancia que tiene respecto al plan de salvación que Dios tiene para judíos y gentiles y respecto a Su manera de tratar a los dos grupos; o si no es ignorancia, entonces lo que es peor, habla medias verdades para confundir las mentes de sus lectores.

            El se refiere a Salmos 147:19, 20 pero ignora la razón Bíblica de por qué Dios "no ha hecho así con ninguna otra de las naciones". ¿Por qué no citó, ya que sabe tanta Biblia, algunos textos que hablan del por qué hacerlo? Le habría sido fácil hacerlo, pero su odio de Dios le movió a sacar la conclusión de que lo hizo Dios con el único motivo de discriminar. (Recuérdese su encabezado para esta sección de su carta; es a saber, "Su justicia desigual - hace acepción de personas").

            La raza humana existía ¡por dos mil quinientos años! antes de haber distinción entre judíos y gentiles. ¿Qué de la justicia de Dios durante esa época? Cuando era todavía una la familia de Dios ("su creación"), ¡cómo la trataba Dios? Llegó a ser tan depravada, a pesar de contender Dios con ella por medio de sus siervos, que tuvo que destruirla con el gran diluvio (Gén. 6:3--). Pero, Noé halló gracia ante los ojos de Jehová. ¿Por qué? ¿Porque discriminaba Dios? No, sino porque "con Dios caminó Noé" y porque cuando Dios le mandaba alguna cosa, "hizo conforme a todo lo que Dios le mandó" (6:9,22).

            Tales textos como Deut. 4:37; 7:7, 8; 10:12-22, explican el por qué de escoger Dios a Israel. ¡No fue por motivo de pura discriminación caprichosa! como lo implica el autor. El ignora por completo las razones que la Biblia da, porque no le convienen. Por medio de llamar a Abraham y formar de él una nación escogida, aunque la mayor parte de ella apostató, pudo Dios salvar a un remanente por el cual llevar a cabo Su plan de redención para todas las naciones. Aquí sería provechoso para todos leer Romanos cap. 3, como también el 9: Dios había prometido en el huerto de Edén mismo que bendeciría al hombre pecador por medio de la simiente de la mujer, y ahora por Jesucristo lo hizo. Para esto Dios escogió una nación por la cual viniera el Mesías (9:5; Jn. 4:22; Gál. 4:4). Al hacer esto, Dios no discriminó contra nadie, sino hizo lo necesario para salvar a todos (Rom. 11:32). Esto explica Salmos 147:19, 20. El modernista no explica nada; nada más tumba y destruye para surgir él hecho un dios, la cumbre de todo ser existente.

            Al autor preguntamos: ¿Por qué "les hizo guerra por medio de Israel"? Usted no explica por qué, y así implica que Dios lo mandó nada más por mandarlo y por actuar caprichosamente. ¡Qué falsa representación! ¿Atribuye usted a Dios despropósitos? La Biblia nos explica por qué Dios mandó la destrucción de ciertas naciones: "los destruirás completamente... para que no os enseñen a hacer según todas sus abominaciones que ellos han hecho para sus dioses, y pequéis contra Jehová vuestro Dios" (Dt. 20:18). Esto dejó una honda impresión en las mentes de los israelitas tocante a la santidad de Dios y de Su aborrecimiento de esas abominaciones de los gentiles.

            Pero cuando Su propio pueblo escogido se hundió en las mismas prácticas, Dios los castigó con destrucción y destierro, mostrando así que no discrimina, que no hace acepción de personas.

            Efesios 2:14-16 no enseña que Dios mezcló a los gentiles con los judíos, como si fuera un acto de Dios de ser inconsecuente, mezclando a odiados ahora con favoritos. El pasaje habla de haber hecho Dios por medio de Jesucristo uno de ambos pueblos, creando "de los dos un solo y nuevo hombre", el cristiano. Ahora, en Cristo, "no hay judío ni griego... porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gál. 3:28). Dios es el Dios tanto de gentiles como de judíos, dice la Biblia (Rom. 3:29, 30). El autor está en contra de la Biblia por sencilla razón de que la Biblia está en contra de él.

            ¿Dónde dice la Biblia que el alma del gentil, durante el período del Antiguo Testamento, "no valía la pena"? ¿Dónde? ¿No eran gentiles los de Nínive (Jonás 4:10, 11)? ¿Rahab (Josué 2; Heb. 11:31; Sant. 2:25)? ¿la viuda en Sarepta de Sidón, y Naamán (Luc. 4:25-27), etcétera? El afirmar que el Dios del Antiguo Testamento es uno, y el Dios del Nuevo Testamento es otro, es una acusación de puro modernismo, que revela la completa falta de comprensión de parte del modernista del Dios de la Biblia. ¡No Le conoce!

                        6. Recuerde que Dios mismo admite que El hace acepción de personas (Rom. 9:13-18). Pedro dice que Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34-35). La evidencia prueba que Dios hace acepción de personas.

            El autor nos pide recordar algo que él afirma sin prueba y que es una falsa representación de las mismas Escrituras. Ya hemos explicado arriba el texto referido, pero notemos además que el apóstol Pablo ya había dicho antes de 9:13-18 que "no hay acepción de personas para con Dios" (2:11), Dios es el Dios tanto de los gentiles como de los judíos (3:29), que la promesa es para "toda su descendencia" sean judíos o gentiles (4:16), que "la justicia" de Jesucristo "vino a todos los hombres" (5:18), que no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús (8:1), y que después de 9:13-18 dice que "no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan" (10:12), y que Dios "sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos" (11:32). Ahora, ¿quién tiene la razón? ¿el autor, quien afirma que Dios hace acepción de personas, y que Rom. 9:13-18 lo enseña, o Pablo el apóstol inspirado, y el mismo autor de Rom. 9:13-18, quien afirma repetidas veces que Dios no hace tal acepción? No, nuestro amigo, la evidencia no prueba lo que usted afirma acerca de su Creador; prueba más bien que usted ha rehusado tener a Dios en cuenta. ¡Pablo y Pedro están de acuerdo! Le conviene concordarse con ellos.

               E. Movido por el egoísmo, Dios creó al hombre.

                           1. Se dice que Dios no tiene principio ni fin, que siempre ha existido. No así el hombre. Dios existió por siglos sin fin, sin faltarle nada, antes de crear al hombre. Todo andaba perfectamente hasta que un día pensó crear al hombre. ¿Con qué propósito? Para que Le sirviera y Le adorara. Dios dijo:

               - Haré a alguien que me sirva, me adore, ensalce mi nombre y lo haga notorio.

               - Pero, ¿cómo será esta criatura?

               - Pues, será frágil, llena de pasiones impuras, desobediente, testaruda, inclinada de continuo al mal; en fin, criatura que aunque la ponga en estado perfecto, pronto hará lo malo y se apartará de mí.

               - Pero, ... ¿es que no se podrá crear a un hombre perfecto que te obedezca tal y como tú deseas?

               - Oh, sí se puede, pero no pienso hacer tal cosa. Quiero una criatura para sujetarla a la prueba; que me demuestre que me sirve y me adora porque quiere, no porque yo la obligue.

               - ¿Y cómo la pondrás a prueba?

               - Permitiré que Satanás la tiente.

               - ¿Y dices que esto resultará en que se aparte de ti?

               - Sí.

               - ¿Y entonces?

               - La castigaré duramente durante su vida terrenal y después de la muerte la pondré en un lugar de tormento eterno.

               - Pero... es que no comprendo. ¿Crear a un ser débil que sabes fracasará rotundamente, y luego hacerlo sufrir?

               - Bueno, es que tendrá la oportunidad de servirme fielmente y vivir felizmente después de la muerte.

               - Pues, sí, pero, es que lo vas a crear débil y luego lo vas a castigar por su debilidad. No veo la razón. Máxime cuando no hay necesidad alguna de crear a un hombre, en primer lugar. Ahora que si es cuestión de querer crear a un hombre, pues, créalo sin condiciones.

               - ¡Ah, no! Es que yo quiero al hombre para que me adore!

               - ¿Ese es tu verdadero propósito?

               - ¡Ese es!

               - Pues, aún así no estoy de acuerdo. Es que estás completo sin el hombre. He aquí todo es tranquilidad, perfección, hermosura.

               - Es cierto.

               - Pero aún así quieres crear a un ser débil para luego rodearlo de un ambiente lleno de dolor, tribulación, angustia y castigo.

               - Bueno, habrá dolor, tribulación, angustia y castigo sólo si el hombre que forme desobedece.

               - Pero tú mismo has dicho que te va a desobedecer. Ya sabes esto; ya sabes que va a fracasar y que va a sufrir a causa de esto. ¿Para qué llevar a cabo tal proyecto?

               - Ya te he dicho que lo hago para tener a alguien que voluntariamente me adore.

               - ¿Y serán muchos los que te adorarán?

               - No. Realmente los que me adorarán serán demasiado pocos, unos cuantitos.

               - Bueno, ¿y qué tal si simplemente adoran, no importando qué ni a quién?

               - Ah, ¡eso no! Tendrán que adorarme a mí y únicamente a mí.

               - ¿Y los que no te adoren a ti serán atormentados eternamente?

               - Correcto.

                      - Pues, yo en tu lugar, al tener ese deseo, esa obsesión de que alguien me adore, crearía a un ser fiel, incapaz de olvidarme y así me adoraría siempre y no habría necesidad alguna de castigarlo. No veo por qué tenga que sufrir alguien simplemente porque no le place adorarme.

                      - Pues, yo sí. Quiero alguien que me adore únicamente a mí, y el que no lo haga le pagará muy caro.

            En la sección E. citada arriba el autor presenta un diálogo entre Dios y él, en el cual pone palabras en la boca de Dios y luego Le condena por Sus respuestas. ¡Tal es la "justicia" del modernista! Es fácil representar mal a uno y luego condenarle a base de esa representación, pero no es justo. ¿Qué diría el autor si alguien le tratara a él así? ¿Por qué no citó textos bíblicos, al hacerle hablar a Dios? Dios ha hablado por Su Palabra; ¿a caso no puede Dios hablar por Sí mismo? Pero no le conviene al incrédulo dejar que Dios hable por Si mismo; ¡hay que representarle mal para luego poder condenarlo!

            En este diálogo se hace patente la vanagloria del autor. (¡Jamás he habido modernista humilde!). Se hace más sabio que Dios; Le aconseja, y al hacerlo se hace necio. Se le aplica Rom. 1:21, que dice, "Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido". También al modernista jactancioso se le aplican las palabras de Isaías: "Vuestra perversidad ciertamente será reputada como el barro del alfarero. ¿Acaso la obra dirá de su hacedor: No me hizo? ¿Dirá la vasija de aquel que la ha formado: No entendió?" "¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡el tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: ¿Qué haces?, o tu obra: No tiene manos?" (29:16; 45:9). Hace siglos que Dios ya respondió a todo modernista orgulloso, diciendo, "¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto" (Job 40:1).

            El autor introduce su diálogo diciendo, "Se dice que Dios no tiene principio ni fin, que siempre ha existido..." ¿Cómo, "se dice"? ¿Niega a la Deidad con esta implicación? También preguntamos, ¿De dónde sacó él eso de que el propósito de Dios en crear al hombre fue que le sirviera y le adorara? Lo que la Biblia dice (ahora dejemos que Dios hable por Sí mismo) se registra en Gén. 1:26. ¿Por qué no lo citó? ¿No habría sido justo?

            Luego comienza el diálogo blasfemo, mal representando a Dios en cada línea. ¡Dios no hizo una criatura "frágil, llena de pasiones impuras, desobediente, testaruda, inclinada de continuo al mal". Dios nos dice, no el autor, que "Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones". "Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera". "El intento del corazón del hombre es malo desde su juventud", no desde su creación (Ecles.. 7:29; Gén. 1:31; 8:21). Estos y otros pasajes bíblicos enseñan que Dios hizo al hombre recto y perfecto, y no como lo describe el autor. El autor se queja porque Dios no hizo al hombre como hombre mecánico, una mera pieza de maquinaria completamente controlada por Dios como se controla a un títere. Blasfema contra Dios por habernos hecho a Su imagen; es decir, con libre voluntad para escoger. Pero si no hay capacidad para hacer lo malo, tampoco la hay para hacer lo bueno.

            El hombre no es una máquina programada. Es un ser hecho a la imagen de Dios, y como tal tiene una mente, o una voluntad, con la cual puede escoger entre el bien y el mal. Esto es lo que es el "hombre". El autor no está discutiendo el caso del hombre, sino el caso de algo que no existe, nunca ha existido, ni jamás existirá. El autor se hace el necio de Rom. 1:21 y si no se arrepiente, será recompensado según 1 Cor. 1:19. No le conviene al pobre hombre pecador e ignorante jactarse delante de su Creador (v. 29).

            El autor prefiere no haber sido formado con inteligencia y con sentido de moralidad, ni con libre voluntad. ¡El siente mucho que haya sido hecho un hombre. El siente mucho tener educación. Prefiere haber sido hecho un hombre mecánico, o algún animal sin responsabilidad moral. El aborrece a Dios y se burla de Dios porque le hizo a Su imagen.

            Luego el autor pinta a Dios, injustamente desde luego, como queriendo crear al hombre como si se tratara de un juguete con el cual jugar y al cual atormentar. ¿Cita algún pasaje bíblico para este cuadro de un dios tan caprichoso? ¡No!

            No todos los hombres han sido, ni lo son, como el autor los describe. El libro de Apocalipsis habla de multitudes de hombres alrededor del trono de Dios, quienes no se quejaban de las pruebas y tribulaciones de la vida sobre la tierra. No pensaban que el precio que pagaron por la felicidad eterna hubiera sido demasiado caro. No pensaban que hubieran sido juguetes en las manos de Dios, como tampoco títeres creados para ser atormentados en la vida con toda clase de tentación. El hombre que quiere honrar a su Creador y gozar de la herencia que El le ofrece gratuitamente no se queja de las tribulaciones; al contrario, se regocija porque Dios le ha revelado el propósito de tales pruebas de la vida (1 Ped. 4:12-19). El cristiano sabe que su adversario no es Dios, sino ¡el diablo! (1 Ped. 5:8; no es Dios quien le tiene, Sant. 1:13). El autor no compra automóviles o llantas u otras cosas sin que primero hayan sido probados. El reconoce la necesidad y el valor de la disciplina en la vida. Pero se queja de que Dios demande la disciplina y deje que Sus criaturas sean probadas.

            La idea de crear Dios a un hombre perfecto y que automáticamente le obedezca y sirva es una contradicción de términos. Tal creación no sería hombre. Parece que el autor hubiera preferido haber sido hecho otra cosa.

            El autor miente contra Dios y contra la expresada palabra de Dios, la Biblia, al afirmar que el resultado de permitir Dios que Satanás tiente al hombre es que éste se aparta de Dios (y luego El le castigará por su apostasía). ¡Qué cruel sería Dios si El fuera como el autor lo pinta! Pero no podemos esperar cosa mejor de parte del modernista; él no puede dejar que la Biblia nos revele a Jehová Dios. Su caso depende de la falsa representación. Pero, preguntamos al autor: ¿Tiene que resultar apóstata toda persona tentada o probada? ¿Es resultado inevitable? Cuando usted predicaba el evangelio bendito de Dios, ¿nunca citaba y comentaba sobre 1 Ped. 1:5-9; 1 Cor. 10:13; y otros textos semejantes? ¡Dios guarda; no abandona! Va a haber una gran multitud compuesta de personas que han venido saliendo victoriosas sobre toda tribulación (Apoc. 7:9-14) y oposición del diablo (12:10, 11). Los que aman el mundo y lo mundano están "bajo el maligno" (1 Juan 5:19), pero el que sigue a Dios es guardado por Dios y el maligno no le toca (5:18); él vence al maligno (2:13, 14) porque la Palabra de Dios permanece en él. El autor ha dado espaldas a la Biblia, y por eso el diablo le está venciendo a él. ¡La victoria pertenece solamente al creyente! (1 Juan 5:4). El creyente vence; el incrédulo es vencido.

            En su diálogo el autor repite la falsedad de que Dios creó al hombre "débil". Preferimos creer a la Biblia, la cual nos dice que Dios creó al hombre "bueno en gran manera", a la imagen y semejanza de Dios, y para señorear en toda la tierra (Gén. 1:26-31). ¿Qué debilidad hubo en eso? Además de creado débil, tuvo que fracasar y ser hecho sufrir, según el relato del autor. Ya se ve por qué no nos cita texto bíblico al representar a los hechos de Dios; no puede hacerlo, y todavía llegar a tales conclusiones blasfemas. ¿Por qué no nos habla, por medio de abundancia de textos bíblicos, de cómo Dios ha dado al hombre la capacidad, la voluntad, y los motivos para obedecerle, amarle, y servirle? Además ha sido creado el hombre con la inteligencia para hacerlo. ¿Por qué no nos habla, pues así habla la Biblia, del gran amor de Dios para rescatar al hombre pecador? Dios es por nosotros, no contra nosotros (Rom. 8:31). Dice el versículo siguiente, "El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?" ¡El cuadro que pinta el modernista no fue tomado de la Biblia!

            No, Dios no castiga a nadie "por su debilidad". Castiga solamente porque uno es rebelde y desobedece. Nadie tiene que ser rebelde; nadie tiene que desobedecer. Porque es hecho el hombre a la imagen de Dios puede escoger qué hacer. Habría hecho el autor un buen servicio para sus lectores si hubiera más bien citado a tales pasajes como Ezeq. 33:7-20. (También en los días de Ezequiel los incrédulos mal representaban a Dios -- v. 17, 20).

            Dice el autor, "Ahora que si es cuestión de querer crear a un hombre, pues, créalo sin condiciones". ¡Habla en términos contradictorios! Una creación sin condiciones no sería hombre, sino alguna otra cosa. Por naturaleza el hombre es un ser creado a la imagen de Dios, con conocimiento de moralidad, con voluntad libre, y con el poder de escoger el bien y el mal. Ahora, en cuanto a alguna cosa inanimada, en la creación dijo Dios sencillamente: "Sea la luz, y fue la luz", todo sin condiciones. ¿Prefiere el autor haber sido creado así? Sabemos cuál es su respuesta.

            En su diálogo también dice, "Es que estás completo sin el hombre. He aquí todo es tranquilidad, perfección, hermosura". Como todo modernista, el autor presume que habla por Dios; cree que sabe la mente de Dios mejor que Dios mismo. Es por esto que el modernista siempre expone su insensatez a la luz de las Sagradas Escrituras. Dicen ellas, respecto a la iglesia (el pueblo redimido del pecado por Dios en Jesucristo), "la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo" (Efes. 1:22, 23).

            ¿De veras rodeó Dios al hombre de un ambiente lleno de dolor, tribulación, angustia y castigo, como lo afirma el autor? No, no es cierto. Le rodeó de todo lo bueno. No fue Dios, sino ¡el pecado del hombre mismo lo que le trajo las cosas arriba mencionadas! Vamos a ser justos e inculpar al verdadero culpable. Véase Rom. 5:12-21. El hombre introdujo el pecado y sus consecuencias y sigue pecando, empeorando su ambiente (Rom. 1:21-32). ¡Qué conveniente echar toda la culpa a Dios! Así espera el modernista librarse de la responsabilidad ante su Creador.

            Se queja el autor de que Dios haya demandado que Sus criaturas Le adoren solamente a El. ¿Es consecuente él? ¡En ninguna manera! ¿No cree él que sus hijos, a quienes trajeron a este mundo él y su esposa, deberían obedecer a ellos y no a cualesquier padres? ¿Está bien que el ciudadano de este país viole las leyes de este país, con tal que obedezca leyes de algún país de su preferencia? Si el hombre fuera igual a Dios, el autor tendría algo de lógico en su argumentación, pues así podría el hombre escoger adorar a Dios, o no hacerlo. Pero se le olvida al autor que el hombre es creación de Dios. ¡Cómo quiere el modernista olvidarse de esto!

            Dice que él habría creado a "un ser fiel, incapaz de olvidarme". De continuo el autor se contradice. Si una creación no tiene la capacidad de olvidarse de su creador, entonces no entra la cuestión de la fidelidad. Para ser fiel, tiene que tener la capacidad de serlo, y eso implica la capacidad también de escoger no hacerlo. Pero, en este diálogo vemos el problema principal del autor; es a saber, ¡no quiere ser humano! Solamente otra clase de creación podría ser incapaz de olvidar a Dios.

            Ahora llegamos a la cuarta razón principal que le ha obligado al autor a dejar de creer en la Biblia como libro infalible:

 

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