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LA FILOSOFIA CORRECTA DE LA ENSEÑANZA

 

 

 

 

 

 

¿Por qué tener clases?

 

 

La meta primordial

 

 

El conocimiento --
La clave para recibir todas las bendiciones espirituales

 

 

¿Cómo logramos esta meta?

 

 

Consejo para los ancianos

 


          ¿Por qué tenemos clases bíblicas? ¿Es sólo un medio para llenar el tiempo por una hora cada domingo en la mañana? ¿Por qué acepta usted enseñar una clase cuando se lo piden? ¿Es simplemente un deber que “alguien debe cumplir”, y por eso usted acepta su turno? ¿Cuando a usted le dan un cuaderno de trabajo, ¿tiene usted el concepto de estar enseñando solamente el cuaderno de trabajo o se da cuenta de que usted ha de enseñar a personas? ¿Cuá1 es su meta cuando entra en un salón de clases?

          Los judíos llamaban a los primeros cinco libros del Antiguo Testamento la Tora. La palabra Tora viene de la palabra yarah, la cual significa "disparar una flecha, extender, como instrucción, enseñar". Ellos comprendían que la ley de Dios era algo que habría de colocarse en el corazón, como una flecha se dirige a su blanco. E1 punto que queremos destacar en esta lección es el mismo: Para tener éxito, el maestro debe tener una filosofía correcta de la enseñanza. E1 debe saber a dónde va y qué está haciendo. La filosofía del maestro debe incluir:

 

1. Comprender cuá1 es la meta primordial de la enseñanza.

 

2. Conocer lo que una buena enseñanza requiere.

 

3. Comprender el medio fundamental para enseñar la palabra de Dios.

 

4. La comprensión y el uso apropiado de las técnicas de la enseñanza.

 

          Estas cosas abarcan un vasto territorio, y trataremos sólo el primero de estos puntos en esta lección. Trataremos los otros puntos en otra partes del libro. En esta lección, preguntaríamos: ¿Cuá1 es la meta primordial de la enseñanza? ¿Qué estamos tratando de lograr?


 

La meta principal en la enseñanza bíblica


          Alguien que desea enseñar sin una filosofía correcta de enseñanza será como un arquero que no se da cuenta de que la meta del arquero es disparar la flecha para que dé en la diana del blanco de tiro; tampoco sabe realmente cómo usar su arco. E1 no sabe de qué consisten las flechas buenas, ni la técnica de la puntería. Tal arquero dejará caer una flecha aquí y allá, pero es muy posible que cause más perjuicio que beneficio.

          Cualquier material que se use, cualquier sistema que se utilice, debe haber una filosofía correcta de enseñanza posesionada por los maestros, o la enseñanza no será efectiva. Esta filosofía correcta, esta comprensión, debe estar en el corazón de cada maestro en forma individual, o su clase será el eslabón débil en el todo del programa de enseñanza.

          En un sentido, la enseñanza tiene muchas metas. Enseñamos al pecador para que pueda aprender la verdad y ser salvo, (l Tim. 2:3‑4). Enseñamos a los niños para poner un fundamento de fe y un conocimiento de los hechos de la Biblia. Enseñamos a los nuevos los elementos sencillos, los rudimentos del evangelio, para prepararlos para la vianda de la palabra. La enseñanza debe tomar en cuenta todas estas diferentes necesidades, o habremos fallado en cumplir nuestra responsabilidad.

          Ninguna de estas, sin embargo, es la meta primordial de la enseñanza. La meta principal es un proceso continuo, a menudo realizada con algunos, pero siempre necesitando ser realizada con otros. La meta es esta: capacitar a cada individuo hasta llegar al punto en el cual tenga suficiente conocimiento de la palabra de Dios para que pueda tomar su Biblia, estudiarla por sí mismo y crecer aun más en su entendimiento sin requerir que otra persona la simplifíque y trace para é1.

          Es casi cierto que la congregación a la que usted asiste está usando algún tipo de material o algún sistema de estudio. Estos materiales pueden ser muy buenos, o muy pobres. Sin embargo, la meta debe ser ayudar a los estudiantes a crecer para que lleguen al punto en donde no necesitarán ese material o cualquier otro. Nuestra meta debe ser tener estudiantes maduros, bien cimentados quienes puedan conducir sus propios estudios de la palabra de Dios.

          Cada maestro debe tener una visión de los estudiantes, de lo que é1 quiere que sus alumnos lleguen a ser. E1 debe procurar desarrollar el conocimiento y la comprensión de ellos. E1 debe, por decirlo así, tomar la luz que resplandece en su propio corazón y encender ese fuego en el corazón de sus estudiantes, para que de esa manera ellos puedan tomar la llama y pasarla a otros (2 Tim. 2:2).

          Para expresarlo de manera simple: cada maestro necesita enseñar de tal manera que sus estudiantes lleguen al lugar en el cual no lo necesiten. Como dice un viejo proverbio: "Dale a un hombre un pescado y le darás comida para un día; enséñale a pescar y le darás comida para el resto de su vida".


 

El conocimiento es la clave para recibir todas las bendiciones espirituales


          El cristianismo es una religión de conocimiento, gozo, esperanza y amor. La clave, sin embargo, es el conocimiento. E1 conocimiento al cual nos referimos no es meramente el de hechos, leyes y ordenanzas, sino el conocimiento de Dios a través de Cristo. Nuestro conocimiento de Cristo viene a través del evangelio y a través de la historia del plan completo que Dios ha desarrollado para nosotros a través de todos los siglos del tiempo. Jesús dijo: "Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" (Juan 8;32). Por medio del evangelio llegamos a conocer a Dios. Jesús dijo, "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí". El dijo que conocerlo a El era también conocer al Padre. El dijo que los apóstoles habían visto al Padre porque lo habían visto a El (Juan l4:6‑9). Conocer el carácter y la naturaleza de Cristo es conocer el carácter y la naturaleza de Dios. Como Pablo dijo, “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Cor. 4:6).

          El conocimiento de Dios y de Su palabra es lo que nos da acceso a las bendiciones espirituales de Dios. Jesús dijo, "Ninguno puede venir a mi, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. Escrito está en los profetas: y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de El viene a mi" (Juan 6:44‑45). Pedro escribió, "Gracia y paz os sean multiplicadas en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia" (2 Pedro l:2, 3).

          Puesto que el conocimiento de la palabra de Dios, el conocimiento de Cristo, y por medio de Cristo, el conocimiento de Dios son de suma importancia, el programa de enseñanza debe ser adaptado a esta meta que todo lo encierra. Y puesto que todo lo que Dios nos ha revelado de sí mismo en cuanto a nuestra redención está en la Biblia, entonces nuestro programa de enseñanza debe tener el propósito de preparar al estudiante a tomar la Biblia en su mano y estudiarla por sí mismo, y eso mucho más allá de poder buscar las respuestas para llenar los espacios. Debemos ayudarle a que haga de la Biblia una parte de su corazón y vida, tal que, en realidad, la ley de Dios sea escrita en su corazón, como Jeremías profetizó que sería bajo el nuevo pacto (Jeremías 3l:3l‑34).


¿Pero cómo logramos esta meta?


          En primer lugar, los estudiantes que estudian la Biblia en las clases cuando nos reunimos, estudian por no más de una hora más o menos cada semana. Si un cristiano no estudia más que eso, él permanecerá espiritualmente débi1 toda su vida y tendrá poco o ningún progreso. Esto significa que los cristianos necesitan estudiar fuera del salón de clases.

          Para crear interés en tal estudio, a menudo tenemos preguntas en los cuadernos de trabajo, los cuales han de estudiarse en casa como preparación para la clase. Pero muy a menudo, en lugar de que las preguntas sean usadas como una guía para el estudio en casa, son usadas por el maestro como medio para la enseñanza de la clase. El depende del cuaderno de trabajo porque no se ha tomado el tiempo para aprender el material bien, o para aprender cómo presentarlo a sus estudiantes. Tal método transforma la clase en una experiencia fatalmente aburrida. El método pregunta - respuesta de conducir la clase hace de una lección un rompecabezas en el cual los hechos nunca son encajados en un todo coherente. También, puede ser que el estudiante complete sus preguntas tan rápido como sea posible con poco o nada de pensamiento sobre el mensaje del pasaje. Cualquiera con un poco de experiencia puede aprender a dar un vistazo a un pasaje y arrancar las respuestas necesarias.

          Obviamente, mucho de la efectividad de un cuaderno de trabajo depende de cómo se use. También está claro que meramente tener un cuaderno de trabajo no es la cosa más importante para ayudar a las personas a llegar a ser estudiantes maduros de la palabra. Sin embargo, en la mente de la mayoría de los maestros, la cosa más importante y absolutamente indispensable, es tener un cuaderno de trabajo. Si no se les da uno, podría ser que vayan por aquí y por allí con una expresión acosada en el rostro, angustiados, diciendo “no me han dado nada que enseñar". Se supone que el maestro tiene una Biblia, pero se siente así porque nunca aprendió a enseñar una lección bíblica sin el método preguntas - respuestas de un cuaderno de trabajo.

          Para los maestros es muy deseable tener cuadernos de trabajo, planes preparados para las lecciones e información enlatada, porque tales cosas minimizan la cantidad de conocimiento que uno tiene que poseer para enseñar. Por lo tanto, minimizan el estudio y la preparación que el maestro tendría que hacer para la sesión de la clase. Y aun cuando todas estas cosas puedan ser usadas legítima y efectivamente, si dependemos de ellas para el éxito de nuestras clases, se convertirán en muletas. El maestro debe ver estas cosas como herramientas menores que puede usar, no como componentes mayores para enseñar la clase.

          Tal vez el punto se pueda hacer más claro, al considerar los diferentes niveles de conocimiento que un estudiante pueda tener.

 

l. Comenzamos con el estudiante que es un mero principiante y éste puede ser un bebé o un bebé adulto en Cristo. El no sabe nada.

 

2. Nos vamos de allí al estudiante que sabe algunas cosas básicas de la Biblia, pero no tiene conocimiento profundo.

 

3. Luego viene el estudiante que tiene una comprensión regular de la Biblia, incluyendo alguna comprensión de los temas más avanzados.

 

4. En seguida está el estudiante que tiene un muy buen conocimiento general y le gusta descubrir las lecciones de las Escrituras por sí mismo.

 

5. Finalmente, está el estudiante que ha descubierto las lecciones por sí mismo y que por años ha absorbido el mensaje de la historia, las epístolas, y los profetas. El estudiante de este último ejemplo de ninguna manera ha llegado al nivel donde no puede aprender más, pero ya pasó el tiempo cuando él necesitaba que alguien le alimentara a cucharadas. El es un estudiante maduro, capaz de descubrir el resto de las riquezas de la palabra de Dios.

 

          Seguramente lo que será de ayuda para un estudiante de alguno de estos niveles no será de ayuda alguna para el estudiante de otro nivel. Y mientras sea verdad que hay muy pocos estudiantes en la categoría más alta, ¿no es verdad también que todos los estudiantes deberían proseguir hacia esa meta? ¿No debería ser diseñado todo programa de enseñanza para que logre tal crecimiento en cada estudiante?

          Esta meta nunca será alcanzada sólo porque un maestro tenga un cuaderno de trabajo, y una iglesia tenga un sistema. No debemos permitir que meras herramientas se conviertan en nuestra solución universal a los problemas de la enseñanza. Tenemos que extendernos más allá de las herramientas hasta el maestro mismo. Debemos ayudar a cada maestro a desarrollar la clase de conocimiento bíblico que é1 necesita para tener información que impartir, y la clase de conocimiento acerca de la gente que él debe tener para discernir las necesidades individuales de los estudiantes en su clase.

          El maestro debe tener un concepto claro del material que ha de enseñar, y debe tener un concepto claro de lo que hace a un buen estudiante de la Biblia. El no puede ayudar a sus oyentes a desarrollarse en buenos estudiantes hasta que primero él mismo se dé cuenta de lo que eso envuelve. El debe convertirse en lo que él quiere que ellos sean -‑ estudiantes genuinos de la Biblia -‑ antes de que piense lo que ellos debieran ser. Todo este libro está obrando hacia la meta de ayudar a sinceros cristianos a crecer en su entendimiento de lo que realmente son buenos estudiantes, y cómo ellos pueden transmitir ese entendimiento a otros. Que los maestros se esfuercen por crecer espiritualmente a tal estatura que puedan ver el grandioso plan de Dios. Entonces, podrán ver en donde el estudiante está ahora, y podrán ver donde algún día el estudiante debería estar. Que cada lección esté adaptada para ayudar al estudiante a llegar a esa gran meta.


Consejo a los ancianos


          Es siempre alentador ver a los ancianos tomar seriamente su responsabilidad de alimentar al rebaño. Desafortunadamente, muy a menudo se toman pasos equivocados para tratar de cumplir esta responsabilidad. A veces los ancianos se dan cuenta de algún problema con respecto a la enseñanza que se está dando, y tratarán de encontrar algún "sistema" que llenará sus necesidades.

          Pero antes de que usted comience a buscar un sistema, o un programa de enseñanza, tómese algún tiempo para hacerse la pregunta más importante de todas. ¿Qué estamos tratando de hacer, cuáles son nuestras metas? La respuesta a esta pregunta determinará cómo necesita arreglar cualquier programa de instrucción que use. Recuerde que no sólo cada maestro necesita tener una filosofía correcta de enseñar, las congregaciones también deben saber lo que son sus metas para la enseñanza. A continuación están los objetivos que todo buen programa de enseñanza debe tener.

 

1. Enseñanza sistemática, coherente, unificada de toda la Biblia en niveles adaptados a las edades de todos los involucrados.

 

2. Entrenamiento continuo de maestros, tanto en materia como en la técnica.

 

          Permítame dar unos pocos detalles de estas dos metas. La primera meta es tener enseñanza sistemática, coherente y unificada de toda la Biblia en niveles adaptados a las edades involucradas. La mayor parte de la enseñanza que se ha hecho entre las iglesias ha sido sin planificación y casual. Por años en las clases se han estudiado Génesis y la primera parte de Exodo, luego los evangelios y los Hechos. En muchas clases de niños se han estudiado las historias de la Biblia de manera desarticulada, fuera de secuencia, y no relacionadas, de modo que los niños crecen no sabiendo nunca que las historias están conectadas. En muchas clases, especialmente en las clases de los adultos, han permanecido en el mismo libro de la Biblia por dos o tres años. Entonces cuando por fin el estudio termina, ni un alma en la clase tiene la menor idea de qué se trata el libro. Grandes porciones de la Biblia han sido descuidadas completamente. ¿Es acaso una sorpresa que es pobre el conocimiento de la mayoría de los miembros de la iglesia, y que son relativamente ignorantes de la Biblia?

          En relación al segundo objetivo, enfatizamos que los maestros no nacen; se entrenan. Reconocemos esto en las escuelas públicas y en las universidades, pero no en las iglesias. Tenemos la confianza de que la gente que no tiene entrenamiento para enseñar pueda enseñar efectivamente. ¿Por qué? No hay nada similar que funcione de esa manera. Las iglesias siguen buscando medios no usuales que harán posible que algo se logre con respecto al programa de enseñanza y nunca llegan a la solución verdadera: Nuestros maestros tienen que conocer a fondo su materia. Se les debe proveer entrenamiento, tanto en cómo enseñar como en lo qué se debe enseñar.

          Cualquier programa de enseñanza que se escoja, debe dirigirse a estos dos objetivos principales. Conferencias en las cuales se nos dice que debemos proveer salones atractivos y abundancia de ayudas visuales no funcionan. Tales cosas pueden ayudar, pero la solución verdadera será encontrada sólo en el plan que enseñe la Biblia entera de una manera efectiva y que provea el entrenamiento indispensable que los maestros necesiten, tanto en la sustancia como en la técnica.

          Cada persona tiene su propio sistema que promover, pero ningún sistema es exclusivamente correcto. El sistema que funciona para sus necesidades en particular es el que es correcto para usted. No sea tan rígido que no pueda hacer ajustes en el sistema. A veces las iglesias se convierten en burocracias inflexibles, siguiendo a ciegas un plan sin darse cuenta de que el plan no funciona. Recuerde que usted debe usar su propio criterio y su propio conocimiento de la situación para escoger sabiamente un programa de instrucción.

          Ancianos, ustedes son los que tienen la máxima responsabilidad de enseñar al rebaño. Si tienen un grupo que carece de enseñanza, especialmente después de un lapso razonable de tiempo, es falta de ustedes. Ustedes deben saber qué está pasando en las clases; deben conocer a los maestros y deben supervisar la administración del programa de enseñanza. Aunque puedan ser ayudados por otros, no pueden delegar a otros su máxima responsabilidad respecto al programa de enseñanza.

 


 

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