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Las clases para los preadolescentes, adolescentes, y adultos

 

 

Los preadolescentes

 

 

Los primeros años de
la adolescencia

 

 

La respuesta del maestro

 

 

Entre los 16 y 20 años

 

 

Enseñar a los adultos

 

 

Los preadolescentes


Los preadolescentes

          La madre del niño de diez años se pregunta si la puerta trasera podría sobrevivir otro cerrojazo; luego cumple once años, y la madre anhela la paz y quietud que ha perdido. Al joven de once años le sobra energía. Es imposible predecir lo que pueda decir o hacer como lo hacíamos cuando tenía cuatro años de edad. No puede entrar a un cuarto sin tirar una lámpara. Ha hecho llorar a la niña que se sentaba enfrente de él cuando en realidad se pensaba  que estaría escuchando al maestro. La orilla de su libro está torcida, desigual y probablemente ha sido masticada. Ese es el mismo libro que se le olvidó estudiar, ¡otra vez! Quiere la atención de todos, mayormente la del amigo que vive en la misma calle que él, pues ya alcanzó la edad de trece años, pero es insoportable su manera de llamar la atención.

          En un momento el preadolescente es adulto, y en el siguiente es bebé. En un momento está diciendo, “Suéltame”, y en el siguiente está diciendo, “Abrázame fuerte”. El enseñar a los de esta edad es una de las tareas más exigentes, pues requiere mucho esfuerzo y dedicación. Puede ser un placer trabajar con este grupo, o puede ser el grupo más problemático de todos. De hecho, el mismo grupo de niños puede ser agradable ahora e insoportable la próxima semana. Un buen maestro puede inspirarles grandemente, porque esta es la edad para la admiración excesiva de sus héroes.

          Están creciendo tan rápido que parecen ser sólo brazos y piernas. Tropiezan sobre sus propios pies. Las niñas lloran, y los niños estallan de ira. Todo aquello que toquen se desbarata. Pierden todo aquello que no esté amarrado a ellos. No han descubierto espejos, pero están demasiado grandes para que Mamá les peine. Son increíblemente flojos con respecto a todo aquello que se llame trabajo, pero incansables en el partido de pelota. Las calificaciones de la escuela pueden bajar al nivel más bajo.


          Los niños de esta edad pueden aprender lecciones complejas, con tal que se presenten por medio de una historia bíblica. En otras palabras, todavía no están listos para el estudio de las epístolas o estudios temáticos, porque no pueden hacer frente a las ideas que requieran el razonamiento complicado. A estas alturas no tendrían problema alguno para aprender cómo encajan las epístolas o los profetas en la historia, y podrían aprender por qué los libros fueron escritos, y el bosquejo del mensaje, pero nada más. Los corazones de estos niños son de los más fáciles de convertir si reciben el tratamiento apropiado. Tienen conciencias muy tiernas, pero esas conciencias todavía están desarrollándose. Están llegando a ser responsables ante Dios, así que, no empuje a los de esta edad a obedecer al evangelio. El reconocimiento personal del niño en cuanto al pecado viene por medio de su propio reloj de madurez. Este reconocimiento del pecado tiene que existir antes de que él pueda arrepentirse y ser perdonado. El estará dispuesto a obedecer a Dios antes de que en realidad entienda por qué necesita el perdón. Anímele a hacer un estudio personal. Deben planificarse lecciones para desarrollar esta responsabilidad personal. “Daniel obedeció a Dios y le bendijo. Dios espera que yo le obedezca también”.

          Los preadolescentes están acostumbrados a tareas difíciles en la escuela. A estas alturas deben tener tareas escritas de la clase bíblica que han de ser hechas en casa. Sin embargo, dese cuenta de que muchos de ellos olvidarán sus tareas, pero usted debe insistir en que ellos hagan su trabajo. Puesto que los jóvenes en esta edad son flojos en extremo, tratarán de hacer el mínimo de trabajo que puedan hacer sin problemas. Exija que estudien. No acepte excusas. Todos sabemos que algunas excusas son justificables, pero los de esta edad son expertos en hacerlas.

          Requiera estudio fuera de la clase, pero sea realista y espere que la mayor parte del aprendizaje ocurra dentro de la clase misma. Usted está enseñando la obligación personal de ellos a Dios, pero pasarán unos pocos años más antes de que la lección se aprenda bien. Compre ejemplares adicionales de los cuadernos de trabajo. Reprenda al estudiante que pierda su libro, pero no se sorprenda cuando esto suceda. Tenga otro a la mano para dárselo. Asegúrese de que el libro sea del nivel correcto y que se use de la manera más provechosa; no lo use como su presentación de la lección.

          Por lo general, una mujer puede enseñar el grupo de esta edad en una clase bíblica, pero algunos de los muchachos podrían bautizarse mientras estén en el grupo de esta edad, así que, una controversia surge sobre cuándo un muchacho llegue a ser un hombre joven. A estas alturas tanto las muchachas como los muchachos responden bien a un hombre, con tal que el hombre enseñe la clase como si fueran de once y doce años en lugar de ser adultos. Por algún motivo, ¡parece ser difícil encontrar a un hombre dispuesto y capacitado para enseñar una clase de jóvenes de esta edad!

          Sus métodos de enseñanza para este grupo nunca deben ser infantiles, para que no sientan que los avergüenza. Ellos quieren que al escribir en el pizarrón usted use letra cursiva, a no ser que deje la impresión de que ellos sólo pueden leer la letra de molde. Todas las ayudas visuales deben ser a nivel de diagramas, bosquejos, mapas, etc. Ahora una historia presentada en el franelógrafo sería un insulto para ellos en lugar de una ayuda. Nunca cante un corito que sea para niños pequeños. De hecho, el cantar de cualquier manera podría ser problemático, porque esta es la edad cuando los muchachos son muy sensibles acerca del cambio de su voz. A esta edad la voz del muchacho baja más o menos a la mitad, entre lo que sería el tono de la voz del hombre y el de la mujer. En cuanto a su voz para cantar no encaja ni con los hombres ni con las mujeres.

          Los preadolescentes rápidamente pierden el respeto por un maestro mediocre. Si hay falta de disciplina ellos destruyen el lugar, simplemente para probar que pueden hacerlo. Si el maestro tiene poco conocimiento, le consideran como ignorante y no le hacen caso. Si el material es demasiado inmaturo para ellos, lo consideran como “para niños pequeños”, lo cual viene siendo uno de los peores insultos. Desde aquí en adelante “Hacer burla del maestro” llega a ser el pasatiempo favorito. El maestro mediocre simplemente no debe ser escogido para enseñar a este grupo. Es imperativo que nadie cause que los de esta edad lleguen a ser indiferentes. Está en juego sus almas.

          Los niños problemáticos llegan a hacerse más obvios ahora. Uno que otro de los niños de seis años de edad podría mostrar actitud de irreverencia; otro podría mostrar aburrimiento al tener ocho o nueve años de edad, pero hay más probabilidad de que tales cosas ocurran ahora entre los preadolescentes. Los jóvenes que completamente dejarán de asistir a los servicios antes de terminar la escuela secundaria, ya como preadolescentes, mostrarán falta de respeto y perderán los servicios sin causa.

          La denegación de hacer una tarea es una señal mala, mayormente si los padres defienden la negación del niño. Es normal que un niño de esta edad  sea “olvidadizo” o flojo. Debe ser reprendido o animado al ocurrir la situación. Pero el que esté de mal humor o muestre una mala actitud de cualquier otra índole, podría ser señal de que dejara de asistir tan pronto como le sea posible. La falta de fe podría estar aumentando en el niño. Esté alerta a sus preguntas. Probablemente las dudas no son lo suficientemente claras en la mente del estudiante para que sus preguntas sean específicas. Es un tiempo apropiado para lecciones directas que produzcan fe, pero a esta edad todavía no están listos para verdaderos cursos sobre las evidencias. Si tales lecciones se presentan demasiado temprano, podrían levantar dudas que no existían.

          El niño problemático podría haber mostrado una falta de fe a una edad más temprana. A estas alturas aun el mejor estudiante podría tener algunas inquietudes. El está tratando de encontrar respuestas y de encontrar su propio camino, en lugar de tratar de rechazar a Dios. No se escandalice por tales preguntas. No diga a nadie que “Juanito ha perdido su fe”. Meramente trate el asunto de una manera calmada, honesta y práctica. Algunos de los mejores hombres y mujeres del mundo han experimentado el dudar y cuestionar  algún punto durante sus años de preadolescentes o en los primeros años de la adolescencia. Al fin y al cabo, toda la Biblia fue escrita para producir fe en el Dios del cielo. Por esa razón todo padre y todo maestro ha estado tratando de enseñar al niño desde la infancia. Algunos niños aceptan de buena gana la verdad sin dudar nada. Entre más temprano el entrenamiento principie, tanto más probable será que las dudas sean pocas. Otros, con tanto potencial como los demás, tienen que razonar su camino a cada paso hasta que maduren.

          La disciplina es un problema más grande durante los años preadolescentes de lo que había sido desde que los niños habían sido preescolares. Algunos de los problemas podrían ser severos, mayormente si usted tiene un niño problemático cuya fe en la religión es fluctuante. La única respuesta es la firmeza. Prohíba con toda firmeza el comportamiento malo. Usted no alejará al niño al reprenderle. Cualquiera que se aleje por ese motivo pronto hubiera encontrado otra excusa para alejarse. El que se aparte es aquel que tiene problemas severos, y se habría perdido aunque usted no lo hubiera reprendido. Usted ciertamente no ganará al permitir la irreverencia.

          Aun aquellos que no están por dejar de asistir a la clase bíblica podrían crear problemas a esta edad. Los muchachos dan codazos el uno al otro; a las muchachas todo les da risa; susurran y pasan recaditos. Una niña podría enderezar toda su pantimedia hasta la cintura mientras los muchachos se ríen tontamente. La modestia se está desarrollando, pero aún le falta algo.

          No permita que los niños se corrijan el uno al otro. A esta edad pueden ser muy crueles. Ya basta de bromear acerca del gordito, el flaquito, el “torpe”, y el “muy listo”. Se deleitan en humillarse los unos a los otros, pero se sienten muy lastimados si alguien les insulta.

          Los preadolescentes quieren la aprobación de los compañeros de su edad mucho más que la del maestro. Al niño del quinto grado le podría gustar ser el “favorito del maestro”, pero el que esté en sexto año haría casi cualquier cosa para evitar tal etiqueta. Podría estar de acuerdo con el maestro en una controversia, pero haría lo opuesto para mostrar que es uno con el grupo. Estos quieren la aprobación del maestro, pero ¡en privado, por favor!

          Si a usted le gusta un perrito que haya perdido la pelusa de cachorrito, y que además destruya todo lo que pueda encontrar en el patio, también le gustará el joven preadolescente. Está creciendo rápidamente, pero no lo tiene todo  bien organizado todavía. Dele tiempo. Abrácelo fuerte; suéltele. Repréndele plenamente, y ámele a pesar de sus acciones. Sacude su cabeza en desesperación sobre él en sus días malos, pero nunca dese por vencido con respecto a él. Algún día usted podría escucharle predicar un sermón poderoso, presentando algunos de los mismos puntos que usted hacía cuando él estaba arrojando bolitas de papel mojado cada vez que usted le daba la espalda.


Los primeros años de la adolescencia


          Desde los trece años hasta los quince son los años más difíciles para el joven mismo y para los adultos que le rodean. El proceso de la madurez es algo que todos tienen en común. El niño pequeño desea la aprobación de los padres; el de la escuela primaria desea la aprobación de su maestra; el preadolescente desea la aprobación de los de su edad. El estudiante de la escuela secundaria todavía desea la aprobación de los de su edad, pero tiene más dominio propio. Para cuando llegue a ser adulto, será capaz de controlar sus acciones sin preocuparse por la aprobación de otros (si es que ha madurado correctamente).

          En los primeros años de la adolescencia los jóvenes manifiestan mayor rebeldía. Aun el mejor de ellos está procurando encontrar su camino. Tiene que cortarse de las faldas de su madre si ha de aprender cómo ponerse sobre sus propios pies. Es un período muy difícil para la relación entre padre e hijo. Hay menos conflictos abiertos con el maestro de la Biblia porque están juntos menos tiempo, pero los conflictos sí surgen.

          Los jóvenes están tan preocupados por la aprobación de sus compañeros que tienden a no hacer caso a los adultos, aun cuando no se oponen a lo que se dice. Pero es irónico que ellos tienen el sentimiento de veneración de héroe por un maestro favorito e incluso podrían aun enamorarse de un maestro soltero. Aun entonces, sin embargo, podrían sentarse y soñar despiertos sobre cuán simpático es él o cuán bonita es ella, en lugar de estar escuchando lo que se enseñe. Los de la edad de once hasta quince son los que fijan fotografías en la pared de su habitación.

          El adolescente malhumorado puede desalentar a una clase entera. Los de la misma edad no quieren parecer diferentes de los demás, así que, esconderán el entusiasmo que sientan. Es triste que a menudo el más malhumorado y rebelde del grupo es su héroe. Sea agradecido si el líder natural entre los jóvenes donde usted asiste al culto es feliz, contento con su propia vida y espiritual. El puede hacer más que todos los maestros para ayudar a los otros jóvenes. A veces un grupo entero de jóvenes se pierde porque sigue a uno de sus compañeros que es rebelde.

          Los adolescentes se avergüenzan fácilmente. Detestan llegar tarde a cualquier función porque “todo el mundo me estará mirando”. Podrían rehusar comer fuera de la casa. Nunca despida de su clase a uno de esta edad. Posiblemente usted tenga que hacerle pensar que lo va a hacer, pero no lo haga excepto en los casos más extremos. Dese cuenta de que usted habrá perdido la batalla con el adolescente si tiene que despedirle de la clase. Probablemente nunca volverá a verlo.

          Aun los mejores jóvenes se avergüenzan un poco de sus padres. Piensan que sus padres parecen un poco pasados de moda y podrían decir algo absurdo. Un adolescente joven tiene la lengua totalmente atada si algún adulto a quien respeta le avergüenza, aunque lo haga de buen humor. El joven se pregunta, “¿Estará burlándose de mí?”

          Esta es la etapa de “Estoy feo”. El cabello es demasiado rizado o demasiado lacio, y siempre es del color incorrecto. Es demasiado alto o demasiado corto; demasiado gordo o demasiado flaco. La ropa tiene que ser de la moda. Esa persona en el otro lado del salón es bonita, así que, si me visto exactamente igual ¡tal vez no aparezca demasiado horrendo(a)! Han descubierto el espejo y pasarán muchas horas en el baño.

          Es el tiempo para la vida privada. La puerta de la habitación está cerrada. Hacen menos preguntas a sus padres o maestros, porque comparten sus pensamientos con sus amigos en lugar de con los adultos.

          Casi todos los adolescentes jóvenes tienen problemas con sus amigos durante este período. Los amigos de la niñez podrían estar formulando hábitos malos al grado que el adolescente cristiano ya no puede asociarse con ellos. Pero quieren hacerse amigos con tanta urgencia que es un golpe doloroso retirarse de ellos. No quiere ser visto con un amigo más joven por temor de que su recién adquirida madurez sea cuestionada. A veces el niño es tan falto de confianza en sí que pierde amistades sin quererlo. Urgentemente quiere caber en los grupos de adolescentes de más edad, pero podría ser que todavía no quepa. Es una edad muy solitaria. De hecho, un adolescente joven podría sentirse solo aun con un grupo grande por estar tan preocupado por sí mismo.

          Algunos quieren madurar tan rápido que harán cualquier cosa para aparentar más edad. Algunas muchachas quieren el maquillaje más sofisticado, mientras que otras podrían fumar. Otro podría tomar una cerveza para parecer como uno del grupo. Otros piensan que el tener más de treinta años de edad es un destino pésimo, y tomarán medidas extremas para probar que no se conforman al criterio de adultos.

          Es el año para garabatear en los márgenes de los cuadernos de trabajo. “Susana y Juanito” podría aparecer sobre toda la lección para ahora, y “Susana y Guillermo” podría aparecer sobre toda la lección siguiente. Sus garabatos probablemente son los únicos escritos en sus libros, porque tienden a no estudiar. Están tan preocupados por sí mismos que no estarán escuchando la lección, pero esto no es en sí una conducta mala. Es una fase difícil de su vida.


 

La respuesta del maestro


          Maestros de la Biblia deben estar conscientes de los problemas que enfrentan los jóvenes a esta edad. Puesto que aun los mejores se rebelan un poco, el joven problemático se rebela completamente. Comúnmente podría mostrar falta de respeto hacia el maestro. El no quiere estar presente, pero no puede conducir el auto, y sus padres podrían estar trayéndolo en contra de su voluntad. Otro podría completamente ignorar al maestro y todo lo que esté pasando a su derredor. Aun los mejores estudiantes no quieren responder en voz alta en la clase a no ser que sean considerados diferentes de los demás. Hacer burla del maestro es un pasatiempo favorito, aun cuando sea uno de los buenos maestros. No argumente sobre la conducta con alguien de esta edad. Simplemente prohíba el comportamiento malo en el salón de clases. Probablemente él estará de mal humor durante el resto de la clase en lugar de replicar con insolencia, pero tal vez se comportará mejor en la siguiente clase.

          Es una edad muy difícil para persuadirles a bautizarse también porque se avergüenzan muy fácilmente y por la probabilidad de que se rebelen. Sin embargo, irónicamente, apenas ahora están lo suficiente maduros para el estudio individual. Podrían hacer preguntas muy astutas los días que estén escuchando. A estas alturas en la escuela un joven sin entrenamiento en la Biblia podría despertar a su necesidad espiritual. Las religiones emocionantes tienen una atracción fuerte para los de esta edad, porque están despertando a su necesidad de Dios, pero están más interesados en lo emocional que en el razonar cuidadosamente.

          Esté alerta a las preguntas buenas. Esté pronto para dar aliento quieto y personal de manera privada, y buscar oportunidades de alabarlo discretamente. A esta edad quieren hacer lo correcto, pero todavía están inseguros en cuanto a quién dirigirse para la dirección.

          A pesar de los problemas, es una edad que es capaz de mucho. Pronto se desarrollarán metas y sueños grandes. Ayúdele a realizar sus sueños. Los jóvenes están oyendo y absorbiendo mucho más de lo que admitan en sus clases. Diríjase a su madurez recién descubierta. Trate de ignorar su puerilidad. Son capaces de casi todo, pero es difícil enseñar las lecciones efectivamente por causa de su falta de recepción. En este caso el maestro podría tener que ignorar las irritaciones y esperar mientras algunos maduren.

          Trate de hacer la lección que usted presente tan interesante para que ellos se olviden de sí mismos y la absorban. Esta es la única solución verdadera. Use un método que requiera muy poca participación oral de parte de la clase. Usted estaría decepcionado si esperara una respuesta. No responderán voluntariamente aun cuando sepan las respuestas. Ellos pueden y deben responder las preguntas directas del cuaderno de trabajo cuando llega su turno, pero no les gusta dar respuestas espontáneas. Puesto que es la edad que resiste todo estudio, usted se dará cuenta que la mayoría de las preguntas de los cuadernos de trabajo se dejarán en blanco. Insteles a estudiar, pero recuerde el consejo que damos con respecto a los de menos edad: reconozca que la mayor parte del aprendizaje ocurrirá dentro del salón de clases. Luchar en contra del nivel de madurez de los estudiantes es inútil; por lo tanto, busque maneras de enseñar a pesar de los problemas inherentes a esta edad en particular.

          Si sus estudiantes tienen un buen trasfondo de conocimiento de la historia bíblica, entonces a estas alturas estarán listos para estudiar las epístolas, pero probablemente esta es la primera vez que se les haya presentado este tipo de estudio, así que, asegúrese de que el material se les presente de manera suficientemente clara y sencilla. Deles un repaso de la lección que ha de encontrarse en la epístola, no un estudio detallado de palabras. Usted podría tener problema para que le presten atención aunque usted haya hecho el material lo más interesante que le fue posible, pero de seguro no le harán caso si usted presenta una conferencia aburrida basada en el diccionario Webster o el léxico Thayer.

          Enseñar a los de esta edad es una tarea exigente que requiere esfuerzo y dedicación especiales. Se necesitan urgentemente buenos maestros para los de esta edad. Es mejor que el maestro escogido para enseñarles ame de manera especial a los jóvenes de esta edad. Es una edad tan importante, y a la vez tan difícil.

          Si el joven sale de este período y sigue siendo cristiano, entonces es muy probable que siga fiel cuando cumpla 90 años de edad. Desde luego, cualquiera puede pecar y caer en cualquier período de su vida, pero durante esta etapa el joven está estableciendo el curso de su vida. Algunos que se desvían después ya estuvieron en la senda incorrecta durante la adolescencia, aunque tal vez los adultos que le rodeaban no se dieran cuenta de ello.

          Las actitudes correctas son tal vez el factor más importante desde esta edad en adelante. Una fe fuerte y un deseo fuerte de hacer lo correcto le ayudarán a uno a vencer muchos equívocos. Al estar madurando un hombre joven podría cometer un gran error, pero si su actitud es correcta, sacará provecho de sus equívocos y será aun más fuerte.

          Es imperativo que el joven no se deje sin restricciones a esta edad. Entre más difícil el joven sea, tanto más se debe imponer restricciones. Es necesario que él tenga ayuda para que establezca su curso hasta que haya demostrado que es capaz de tomar decisiones juiciosas por sí mismo.

          Maestros, escojan su tema sabiamente. Muy a menudo a los jóvenes se les ofrece el libro de Hechos cada vez que un nuevo maestro entra al salón. Hechos no es todo lo que necesitan. Estos podrían ser buenos años para lecciones poderosas sobre las evidencias que confirman la Biblia, porque los jóvenes están tratando de establecer su propia fe. Podría ser oportuno para lecciones sobre la historia de la iglesia, enfatizando el origen de los grupos religiosos que nos rodean. Uno de los temas más útiles que he usado con los  jóvenes de esta edad es el estudio de algunos de los jóvenes de la Biblia, observando las pruebas en particular que ellos enfrentaron y cómo reaccionaron a sus pruebas. Por ejemplo, había un rey llamado Joás quien fue justo sólo durante el tiempo que tenía a Joiada el sacerdote para sostenerlo (2 Crón. 24:2). También está el ejemplo de Timoteo quien aceptó ayudar al mismo predicador a quién él había visto apedreado y dado por muerto (Hech. 14:17-20; 16:1). Los adolescentes jóvenes pueden identificarse con otros que enfrentaron decisiones importantes en sus vidas. Cualquiera que sea el tema que usted escoja, asegúrese de que esté presentando información valiosa y no sentimentalismos o psicología.


Entre los 16 y 20 años


          En algún momento entre la edad de 13 y 21 años, el joven sale del período de su rebelión y está listo a pararse solo como adulto. Los padres se enfrentan a la rebelión por más tiempo que el maestro de Biblia de la iglesia, porque son los padres de los cuales el joven tiene que separarse. Este joven está llegando a ser un adulto, así que, tiene que luchar durante todo el proceso. Parece que algunos jóvenes hacen la transición con facilidad, mientras que otros pelean a cada paso del camino. A estas alturas el joven verdaderamente rebelde no da problemas al maestro de la Biblia, porque ya ha dejado de asistir a las clases.

          Por alguna razón, parece que las muchachas salen de la neblina de la temprana adolescencia más pronto que los muchachos. La mayoría de las muchachas despiertan y están listas para escuchar una clase bíblica para cuando llegan a los quince o dieciséis años de edad. La mayoría de los muchachos no despiertan sino hasta que llegan a los diecisiete o dieciocho.

          Esta es la edad en la que sienten más temor. Han rogado, “¡Suéltanos!”, y ahora descubren que están sueltos. Ellos mismos tienen que tomar las decisiones con respecto a su vida. De repente sienten pánico: “¿Qué pasa si no puedo manejarlo?” “¡SOCORRO!” Y voltean para buscar a alguien que les pueda ayudar. A menudo recurren a alguien aparte de sus padres, porque recientemente habían estado peleando por liberarse de ellos. Algunos agarran a un compañero en matrimonio como medio de seguridad. El matrimonio, como la continuación del “hogar” les parece menos espantoso que alguna carrera desconocida.

          Hace muy poco tiempo han salido del período de un severo complejo de inferioridad, si acaso lo han superado por completo. Por lo tanto, algunos agarran a un compañero para el matrimonio, porque “alguien me quiere”, aun cuando la persona que hayan escogido sea totalmente inadecuada para ser el compañero de toda la vida.

          Los jóvenes de esta edad están tomando cada vez más decisiones por su propia cuenta y, por lo tanto, cometen faltas. Afortunadamente, la mayoría de sus faltas son pequeñas sin consecuencias permanentes, pero es un período muy peligroso porque en este tiempo están tomando decisiones que tendrán consecuencias que los afectarán para toda su vida. ¿Cuál es la carrera que yo quiero? ¿Qué tanta educación necesito? ¿Con quién me casaré? ¿Escogeré poner a Dios o a mi carrera primero en mi vida? Algunos equívocos nunca pueden corregirse. Por cierto ahora no es el tiempo apropiado para pasar las mocedades. Bastan los equívocos que se cometan sin querer, para  que se agreguen los que se cometan adrede.

          Aun los menos rebeldes deben convertir los principios bíblicos que se ha enseñado en convicciones propias. Por ejemplo, su modo de pensar cambia paulatinamente de modo que las películas clasificadas con una “X” deben ser evitadas, no simplemente porque Papá las condene, sino porque el joven cristiano no quiere estimular emociones impropias. Por lo tanto, cierto grado de probar y eliminar lo erróneo es natural. Esté listo a permitir que los jóvenes prueben algunas cosas por sí mismos, al grado que puedan superar. Esté listo a ayudarles a recuperarse de un equívoco. Permítales libertad de escoger dentro de límites específicos. Extienda los límites a la medida que ellos demuestren su madurez personal.

          Padres, ahora no es el tiempo para quitar las restricciones. No les suelten demasiado temprano. Al madurar su hijo, él tendrá que tomar cada vez más decisiones por sí mismo. Algo anda mal si el joven no quiere madurar, pero a menudo los jóvenes se acercan a nosotros para pedir consejos, y vemos el temor en sus mentes. Aquellos a quiénes los padres han soltado demasiado temprano están atemorizados. Sienten que no tienen ancla en este mundo grande y espantoso. No deje a su hijo a la deriva.

          Pero, Padres, ustedes no estarán parados a su lado cuando se les ofrezca su primer cigarrillo. Tampoco estarán allí cuando se les ofrezca su primera cerveza, ni cuando se den cuenta de que mezclaron licor en su ponche. Tampoco estarán ustedes en el asiento trasero de su auto cuando salgan a sus primeras citas. ¿Qué clase de respuestas dará? Ustedes no habrán tenido buen éxito como sus maestros hasta que él pueda dar la respuesta correcta a cada tentación, no simplemente porque ustedes hayan prohibido la acción mala, sino porque aquellos principios ya han llegado a ser sus convicciones. El necesita saber por qué ciertas acciones son malas. El necesita tener la fuerza para decir, “No”, cuando sea necesario; él necesita el conocimiento adecuado para poder explicar a sus amigos por qué ha dicho que no.

          El valor moral y el buen conocimiento no se obtienen de la noche a la mañana. Por esa razón ustedes han pasado los años desde su nacimiento enseñándole y preparándole para que estuviera firme, basándose en sus propias convicciones. Pero no esperen la perfección sin defecto. Cuando su bebé apenas comenzó a caminar, ustedes sabían que tendrían que levantarlo cuando se cayera, luego sacudir el polvo y besar las heridas unas cuantas veces al día. Será lo mismo con su hijo adolescente al tratar él de sostenerse solo espiritualmente. Podría ser que haya ocasiones cuando él caiga de bruces. Estén siempre cerca para ayudarlo. Mantengan abiertas las líneas de comunicación, para que él pueda volver a menudo para escuchar consejos. Ayúdenle a aprender que él debe aceptar la responsabilidad de las decisiones que haya tomado, pero háganle saber que ustedes están constantemente cercanos para asesorar, guiar, y apoyarle a través de sus decisiones difíciles.

          Si ustedes dirigen a su hijo con seguridad a través de su niñez y adolescencia, entonces habrán establecido sus pies firmemente sobre la senda correcta para el resto de su vida. Pruebas futuras vendrán; su fe será probada una y otra vez a través de los años; pero ustedes le habrán dado un fundamento sólido sobre el cual él puede resistir los vientos de toda falsa doctrina. Le habrán dado un regalo de mucho más valor que las riquezas más grandes. Le habrán dado la esperanza del cielo. (Véase Prov. 22:6).

          Los últimos años de la adolescencia son los años para las metas y sueños más importantes del mundo. No ha habido tiempo para que los sueños lleguen a ser manchados por los fracasos de los años que pasan. Maestros, no tengan miedo de enseñar a los de esta edad. Claro, es una tarea muy exigente que requiere mucho esfuerzo y dedicación, porque son capaces de aprender mucho, y porque este es el último campo de batalla para salvar las almas de los jóvenes que maduran en los hogares de los cristianos. Pero es una edad adorable. El grupo de esta edad  tiene poca disposición para conversar con un adulto. De hecho, podrían buscar a un amigo especial entre los adultos, porque están buscando un asesor. La vida de usted será enriquecida en gran manera si sucede que usted es ese amigo. Hablar por un rato con un buen joven de18 años de edad hará brillar algunos de sus propios sueños.

          A estas alturas las mentes están madurando rápidamente. Pueden aprender más a esta edad que en cualquier otro período de su vida. No hay nada que les sea demasiado difícil, con tal que ellos tengan el trasfondo de conocimiento bíblico adecuado para el tema que se quiera considerar. Por ejemplo, nadie puede entender los libros de los profetas del Antiguo Testamento sin saber primero la historia del reino dividido, no importa cuán inteligente sea.

          Las tareas más difíciles son posibles ahora, pero recuerden que hay gran diferencia entre los estudiantes de cierto nivel y los del año siguiente. Un joven del décimo grado simplemente no puede hacer el trabajo del nivel universitario, pero puede hacerlo mucho mejor de lo que podía cuando estaba en el octavo grado. Los de esta edad necesitan mucha ayuda en cuanto a cómo solucionar problemas específicos que surjan, pero también necesitan saber los hechos bíblicos. A estas alturas debe haber un fundamento sólido del conocimiento de la Biblia, si los padres y maestros están haciendo su trabajo correctamente con los grupos de los niveles inferiores, pero con mucha frecuencia hay un vacío completo. ¿Han examinado a su hijo recientemente para saber acerca de su conocimiento bíblico? O, ¿le ha hecho preguntas apropiadas a los adolescentes de su clase bíblica?

          Los padres y maestros de Biblia se oyen gemir preguntando, “¿En qué nos equivocamos?” Podría haber fallado en cuanto a enseñar la antigua y amada historia del plan eterno de Dios para la redención del hombre. ¿Cómo puedo disculparme delante de Dios? ¿Cómo pueden los jóvenes tomar decisiones apropiadas si no se han enseñado la verdad? Nosotros, la generación de más edad, daremos cuenta a Dios si hemos permitido que ellos lleguen a la edad adulta ignorantes de la voluntad de Dios.

          No piensen que no hay esperanza si algún joven de dieciocho años de edad todavía está cometiendo faltas. El mismo decidirá que él está completamente sin valor cada vez que falle. Habrá muchas lágrimas en privado. Levántelo; sacude el polvo; anímele a seguir adelante, y esté listo a levantarlo otra vez mañana. Con todo podría llegar a ser un anciano de la iglesia.

          Preocúpense si él todavía es rebelde para cuando llegue a la edad de veinte años. Algunas personas nunca salen de la adolescencia. Ahora los que en verdad son rebeldes se confirman en su rebeldía. El curso de vida del hombre joven está establecido al finalizar este período.

          Nunca diga a un adolescente que él no tiene problemas. Los de él son de los más grandes del mundo, y tiene menos experiencia que todos en cuanto a cómo resolverlos.


Enseñar a los adultos


          Aunque le parezca extraño, las clases de los adultos pueden ser más desalentadoras que todas. Los adultos se quejan más que nadie con respecto al trabajo difícil. Han olvidado cómo estudiar si no han estado en una situación de aprendizaje por algunos años. Entre ellos hay más estudiantes aburridos. Muchos asisten porque el predicador les exhortarían si dejaran de asistir. Entre ellos hay más lecciones no preparadas. El maestro puede regañar sin omitir nada al niño del cuarto grado que no estudió su lección, pero tiene que hacer caso omiso del adulto que lo haga. Los problemas disciplinarios son completamente diferentes, pero es imposible regañar al que susurre o se duerma. El conocimiento del adulto es en extremo bajo. Deme una clase de buenos niños del nivel elemental y una clase de adultos, estudiemos el mismo material narrativo por un trimestre, y al terminarlo probablemente los niños recordarán los hechos mejor que los adultos. Es por esta razón que personalmente me gusta más que todas una clase de entre semana por la mañana, pues sólo aquellos que verdaderamente quieran estudiar estarán presentes.

          Sin embargo, las clases para adultos, al igual que las otras, pueden  ser agradables. Hermanas, no tengan temor de enseñar a las hermanas adultas. Parece extraño que la mayoría de las mujeres tienen temor de enseñar una clase de adultas y los hombres, la mayoría de las veces, temen enseñar clases de niños. A menudo los hombres o se ponen un poco frívolos, pensando que debieran entretenerlos, o enseñan material que es demasiado avanzado para los niños. En comparación, las mujeres creen que otras mujeres serán argumentativas o que sabrán más que la maestra, o que por otros motivos harán imposible que una mujer les enseñe. Tales problemas no tienen que existir. En realidad, enseñar bien una clase adulta no es diferente que enseñar bien una clase de niños. Les encanta a los adultos el tipo narrativo de material, y los adultos necesitan la aplicación de los principios mostrados por medio de observar cómo Dios ha tratado situaciones semejantes en tiempos bíblicos.

          Una ventaja que se tiene al enseñar una clase de adultos es que no hay ninguna materia bíblica que sea demasiado “madura”. Toda la Biblia se necesita. Haga amplios sus estudios. Si está estudiando la historia, haga que encaje en el plan de Dios, de principio al fin, para la redención del hombre. Si están estudiando las epístolas, presente la lección central del libro que el autor pensaba enseñar cuando la escribió. Si el estudio es temático, estudie todos los diferentes aspectos del tema de manera lógica, directa y sencilla. Si el tema es un punto doctrinal, deje que el estudiante le ayude a formular respuestas para combatir la doctrina falsa. Recuerde que oír un hecho una sola vez no basta para dejarlo impreso en la memoria. Repase, repase, repase. Pero, ¿no es esto lo que hemos estado diciendo acerca de la enseñanza de los de cualquier edad? Enseñar es enseñar. Los mismos principios básicos se adaptan a los de cualquier edad. La diferencia básica es el vocabulario usado para los distintos grupos según su edad y los métodos exactos de presentación que funcionen mejor para cada grupo en particular.

          Al enseñar a los adultos, evite actuar como el presidente de un foro abierto. Usted ha de ser el maestro. Si usted no ha estudiado lo suficiente para tener información que impartir, no debe estar parado frente al grupo. Sus estudiantes no habrán estudiado tanto como usted.

          Algunos dicen que la clase no es buena a menos que todos participen. Es bueno que haya participación, pero los comentarios hechos al azar, sin estudiar, no tienen valor alguno. Sólo en ocasiones excepcionales será de provecho la participación de todos. Aun en aquellas ocasiones cuando el tema que se está tratando necesita ser completamente analizado por el grupo, puede llegar a ser puro caos, a menos que haya puntos de orden que cada participante observe. Escuche la próxima discusión en una clase bíblica. Pregúntese si algo de valor se está diciendo, o ¿es hablar sin provecho? ¿Cómo suena esta discusión al visitante que no es cristiano que por casualidad pueda estar en medio de nosotros?

          Las clases de adultos pueden ser difíciles por esta razón. Los adultos no acostumbran depender de otros para información. Tienden a ser dogmáticos en sus opiniones, aun cuando sus opiniones se basan en la ignorancia absoluta del tema. Escuche a algún grupo que discuta la política. ¿Qué haría yo acerca de la situación en Oriente Medio? Todos tenemos una respuesta, aunque no sepamos casi nada de la situación verdadera. Ejemplos de personas que se enojen son más comunes en clases de adultos. Algunos tienden a ser ásperos y sarcásticos al tratar las creencias conflictivas.

          Es el deber del maestro mantener el buen orden en la clase. El maestro nunca debe ser parte del problema en cualquier situación en la que algunos se enojen y algún tema se trate de manera sarcástica. No permita que otra persona domine la clase de usted. No permita que alguien que no haya estudiado presente el material que usted haya preparado. No permita que alguien completamente desvíe la clase del tema a estudiar por medio de alguna pregunta fuera de la materia que se está cubriendo. Si la pregunta es de importancia vital, tome un momento para responderla y luego vuelva de inmediato al tema original.

          Hermanas, ustedes necesitan otros estudios aparte de los temas acerca de cómo ser buenas esposas y madres. Tales lecciones tienen valor; son prácticas, pero tales asuntos no son los únicos por los que seremos juzgadas al llegar al trono de juicio de Cristo. La mujer tiene tanta responsabilidad de conocer la Biblia como cualquier hombre. Mi marido no dará cuenta por mí; yo daré cuenta por mis propias acciones. ¿Qué sucederá si yo siguiera alguna doctrina falsa, porque algún  hombre me dijera que era buena, y si yo nunca he tomado el tiempo para aprender por mí misma lo que la Biblia dice sobre el tema? Sólo puedo culparme a mí misma. ¿Qué habrá si no sé la historia del plan de Dios para la redención del hombre? ¿Cómo puedo enseñar a mis hijos pequeños durante los años preciosos cuando estén bajo mi cuidado? ¿Qué excusa podría yo darles por no haberles ayudado? ¿Podría yo excusarme diciéndoles que pregunten a su padre? ¿Por qué debo yo descuidar mi propio deber? Dios me ha dado una mente capaz de aprender cualquier hecho o principio de la Biblia que El ha incluido en su palabra. Como El requiere que el hombre use su mente para aprender Su voluntad, también requiere lo mismo de la mujer.

          Esposa del predicador, ¿por qué debe saber él más de la Biblia que usted? Usted puede ser su ayuda más valiosa si usted conoce su Biblia lo suficiente para discutir ideas con él. Todos tenemos ideas y teorías que podrían o no ser correctas. Todos necesitamos a otra persona con la cual podamos discutir ideas para poder analizarlas y ver si después de examinadas son buenas. Usted no es de ayuda si simplemente está admirada del conocimiento de él, y no puede ofrecerle ayuda al tener presente principios con los cuales la idea de él podría estar en conflicto. Hermanas, ¡conozcan su Biblia! No hay razón válida para no hacerlo.


Tarea:

1. Prepare el plan para una lección de una clase de adultos.

2. ¿Cómo se compara con los otros que usted ha preparado para los preescolares y niños del nivel elemental? ¿Encuentra semejanzas y diferencias? ¿Por qué difieren de esa manera? Sea específica.

 


 

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