Lección L, LI, y LII

Un estudio de las siete iglesias de Asia

 

I. La visión de Juan (Apoc. 1:12-20).

 

          1. Siete candeleros de oro (v. 20) "y los siete candeleros son siete iglesias".

          2. Uno en medio de ellos (vv. 13-18).  Cristo en medio de las iglesias.

          3. Siete estrellas en su mano derecha (v. 20).  "Las siete es­trellas son los ángeles de las siete iglesias", probablemente se refiera esto a los mensajeros de las siete iglesias.

          4. Una espada de dos filos que procede de su boca.  Se re­fiere a la Palabra que procede de la boca del Señor (Heb. 4:12; Isa. 49:2; Efes. 6:17).

 

II. El significado de la visión.

          Juan ciertamente vio una escena de la majestad y la gloria del Señor en medio de su iglesia.  Jesús estaba entregando un mensaje a estas iglesias de Asia. Ningún significado alegórico o metafórico puede añadirse correctamente a estos mensajes a las diferentes iglesias, puesto que la palabra de Dios no les con­cede este significado.  Las iglesias son reales y su estado espiri­tual es real y literalmente expuesto y no hay indicio de que las condiciones de estas iglesias tengan alguna referencia o cone­xión con la iglesia de Cristo y su estado a través de las edades como algunos suponen.  Tal noción carece de fundamento.

 

III. Las iglesias a quienes los mensajes son dirigidos estaban localizadas en las ciudades de Asia Menor: Efeso,  Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia, Smirna y Laodicea, donde el evange­lio había sido predicado y el reino de Dios establecido.

 

          Aunque originalmente preparados para las iglesias a quienes se menciona en las epístolas, por supuesto, al ser preservados los mensajes en la Biblia sirven para beneficio de la iglesia en el día de hoy.  Por lo tanto, deben ser estudiados y las lecciones aplicadas dondequiera que la iglesia las necesite en el tiempo actual.

 

A- La iglesia en Efeso

 (Véase la Lección XLVII relativa a la misma materia).

 

B- La iglesia en Smirna (Apoc. 2:8-11).

 

I. El origen y autoridad del mensaje:

 

          1. "Estas cosas dice el primero y el postrero, el que estuvo muerto, y ha vuelto a vivir" (Apoc. 2:8).

          2. "Yo conozco". Seguridad de que Cristo posee una com­pleta y perfecta inteligencia de sus necesidades y carácter.  Su capacidad para dirigir y guiarles consistía no solamente en una divina inteligencia de la condición de paciencia y de debilidad sino también una perfecta inteligencia del remedio adecuado.  La iglesia en la actualidad no podrá caer si en Cristo pone su confianza para que la guíe.  No hay ni remota posibilidad de engañar al Señor acerca del carácter y realizaciones de la iglesia en cualesquiera parte.

 

II. El carácter y condición de la iglesia:

 

          1. "Tu tribulación".  Smirna era una ciudad populosa como cuarenta millas al norte de Efeso.  Poseía una magnífica bahía y era por lo mismo una gran población judía de gran influencia y, puesto que era una ciudad bajo el gobierno de Roma, vivir la vida cristiana y servir al Señor era excesivamente difícil.

          2. "La pobreza".  La iglesia en Smirna debió estar formada por gentes muy pobres, ya que esta es la única mención que se hace  de tal condición en el Apocalipsis.  Pero una iglesia pobre puede ser una iglesia fuerte.  Esta iglesia siguió existiendo mu­cho tiempo después de que las otras habían desaparecido. "Pero tu eres rico". Eran ricos en fe y en buenas obras (1 Tim. 6:18) a pesar de su pobreza.

          3. Enemigos. "La blasfemia de los que dicen que ellos son judíos, y no lo son, sino antes son una sinagoga de Satanás".  Graves reproches y amargas advertencias se les echaban en cara a causa de su religión, pero el Señor sabía de esto y les administraría justicia en su debido tiempo.  Eran ellos judíos  y, al mismo tiempo, no lo eran.  Esto debe de haber sido el caso debido al principio enseñado por Pablo (Rom. 2:28,29).  Judíos exteriormente, pero no de acuerdo con el espíritu interior­mente.

 

III. Exhortación y consuelo.

 

          1. "No temáis" (Mat. 10:28).  Se les advirtió de una persecu­ción que era inminente, pero se les exhortaba a sufrirla valerosamente por medio de su confianza en el Señor que por medio de ella podía recompensarles y bendecirles a pesar de las asechanzas de sus enemigos.

          2.  La corona prometida.  "Sé pues fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida."  No hay razón para no creer que esta es una promesa general (Sant. 2:5).  Esto no solamente significa que serían bendecidos por el Señor a través de la vida física (Mat. 24:13), sino para afrontar la muerte, si era nece­sario, por amor de Cristo y de su fe en El.  "La corona de justi­cia" (2 Tim. 4:8).  "La corona de gloria" (1 Pedro 5:4).  "La corona incorruptible" (1 Cor. 9:24,25).

          3. Poned cuidado.  "El que tiene oído para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias".  Este es el proceso por medio del cual todo hombre debe venir al conocimiento y aceptación de la Verdad.  Quienes no quieren oír no pueden aprovecharse de la salvación mediante la conversión (Mat. 13:14,15).

          4. La bendición prometida.  "Al que venciere la muerte se­gunda no le dañará".  Fallar en el vencimiento de la tentación  significaría ser víctimas de la muerte segunda (Apoc. 20:14).  Un cristiano que no logra la victoria se perderá eventualmente.

 

C- La iglesia en Pérgamo (Apoc. 2:12-17).

 

I. La fuente del mensaje.  "El que tiene la espada aguda de dos filos dice estas cosas". El mensaje procedía de la palabra de Dios.

 

II. El conocimiento del Señor respecto de su iglesia:

 

          1. Su vida, su obra, el medio ambiente.  El Señor conocía to­das estas cosas.  Esta ciudad era el centro del culto al empe­rador.  Estaba tan llena de impiedad que con razón se dice  que era el sitio donde Satanás tenía establecido su trono.  El adver­sario, por lo mismo, se mantenía muy fuerte y ejercitaba el con­trol de los ciudadanos de Pérgamo.  "Yo conozco ... donde moras", esto es, "donde mora Satanás".  El Señor esta familia­rizado no sólo con nuestra fuerza o debilidad, sino con nuestras dificultades y tentaciones que nos estorban y nos rodean.

          2. "Pero retienes mi nombre".  Ellos no habían negado su confesión de Cristo ni permitido que la persecución les hiciera olvidar su profesión.  Ellos llevaban y honraban el nombre de Cristo que había sido dado en Antioquía (Hech. 11:26) y en el cual podemos honrar a Dios en el día de hoy (1 Pedro 4:16).

          3. "Antipas".  Evidentemente, un mártir por su fidelidad a Cristo.  El había sido "Fiel hasta la muerte".  Ningún sacrificio digno ni ningún acto de obediencia escapa al conocimiento de Cristo.

 

III. La admonición del Señor:

 

          1. La doctrina de Balaam (v. 14).  El error y el pecado no pueden tolerarse en la iglesia.  Deben corregirse y eliminarse, pues de otro modo cesará la buena influencia de  la iglesia en la comunidad o en el mundo.  La doctrina de Balaam se explica. El enseñó a Balac a inducir a Israel en el pecado para que fue­sen maldecidos por ello (2 Pedro 2:15; Núm. 31:16).  Eviden­temente algunos en Pérgamo estaban guiando a los santos a cometer pecado por sus enseñanzas.

          2. La doctrina de los nicolaítas (v. 15).  Muy semejante a la doctrina de Balaam.  Cuando menos, productora de los mismos  resultados.

 

IV. Las advertencias del Señor:

 

          1. "Arrepiéntete". La parte culpable debe reformarse.  Un cambio en el propósito y determinación de la mente obraría tal  reformación basada en la tristeza según Dios (2 Cor. 7:10).  Si ellos no se reformaban el resto de la iglesia tendría que retirar­les su comunión, porque de otra manera la iglesia se  conver­tiría en su cómplice (1 Cor. 5:1-8).

          2. Poned cuidado.  Cristo nuevamente les advierte (v. 17) que ellos deben poner atención a su mensaje si quieren evitar el castigo que les amenaza, a menos que el pecado de que se habla sea corregido.

 

V. La recompensa prometida.  "Maná escondido, piedra blanca, nombre nuevo."  Aquí se indica (1) amistad íntima y bendi­ciones de Dios;  (2) acceso pleno al trono de la gracia; (3) re­conocimiento final por el Señor en su gloria.

 

D- La iglesia de Tiatira (Apoc. 2:18-29).

 

I. La fuente del mensaje.  "El Hijo de Dios  dice estas cosas".

 

          1. "Ojos como llama de fuego".  Omnisciencia y naturaleza penetrante de la inteligencia divina se sugiere.

          2. "Pies semejantes al bronce bruñido".  Fuerza y omnipoten­cia del Señor se indican con ello en un metal que era combi­nación de oro, plata y cobre.

 

II. Características.  "Yo conozco tus obras" (v. 19).

 

          1. "Caridad o amor".  Hacia Dios y mutuamente tanto como a los pobres y necesitados.

          2. "Fe".  Fidelidad o lealtad.  Plena certidumbre de fe.

          3. "Servicio".  Ministración.  Con más probabilidad, trabajo de benevolencia.

          4. "Paciencia".  Perseverancia bajo todas las condiciones.

          5. "Tus obras postreras son más que las primeras". Habían crecido en la gracia.  Una rara cualidad, ciertamente. Ordina­riamente, se necesita una campaña de avivamiento.

 

III.  Reprensión y admonición:

 

          1. "Toleras a Jezabel".  Esta comparación puede tener relación con otro carácter o algún grupo caracterizado por el espíritu de "Jezabel" en la historia del Antiguo Testamento.  In­dudablemente es una alusión por su similitud al carácter del Antiguo Testamento (1 Reyes 16:31).  Su pretensión de ser una profetisa evidentemente significa que  ella pretendía haber recibido "una revelación ulterior" y de hablar con la autoridad divina.  "Toleras" significa que la iglesia toleraba a esta mujer o su obra cuando debiera haberla expulsado de su seno.

          El versículo 20 describe también su influencia sobre la igle­sia.  Evidentemente un grupo había sido extraviado por tal en­señanza como lo habían hecho los nicolaítas y los balaamitas de la iglesia de Pérgamo.

          2. La gracia divina se extienda.  "Le he dado tiempo para que se arrepienta, pero ella no quiere".

          3. La gran longanimidad de Dios estaba a punto de agotarse.  "La arrojo en cama" y "a los que con ella adulteran, si no se arre­pienten de las obras de ella".

          4. La maligna influencia expurgada.  "Y a sus hijos heriré de muerte".  Por hijos evidentemente se entiende aquellos que habían  sido influenciados a practicar falsas doctrinas.  Otra alusión al Antiguo Testamento y a la historia de Jezabel y Acab (2 Reyes 10:1).

          5. El conocimiento divino y la justicia.  "Yo soy el que escu­driña la mente y el corazón".  Cristo ha advertido con frecuen­cia que El conoce todo y no puede ser engañado.  "Os daré a cada uno según vuestras obras".  El juicio será justo en la re­compensa de los santos y en el castigo de los malvados.

 

IV. Exhortación:

 

          1. "No os impondré otra carga".  Ellos podían librarse a ellos mismos de la responsabilidad corrigiendo sus yerros.

          2. "Pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga".  Cristo vendrá otra vez a recompensar a los fieles.

          3. "El que venciere" será exaltado.

          4. "Y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero" indica la exaltación de los justos.  La ambición de algunos de tener poder terrenal como recompensa de justi­cia no se enseña en este pasaje.

 

E- La iglesia en Sardis (Apoc. 3:1-6).

 

I. Un mensaje divino.  "El que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas dice estas cosas".

 

          Jesús poseyó el Espíritu en plenitud o sin medida (Juan 3:34).  El mensaje era proclamado por su autoridad y los men­sajeros de las iglesias (las siete estrellas en su mano diestra) es­taba bajo su autoridad.

 

II. El estado de la iglesia.  "Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto".  Viva por la reputación de  ser una iglesia fuerte.  Probablemente tenía una numerosa membresía, un hermoso edificio, gente prominente en su seno, etc., pero estaba muerta espiritualmente, en fe y en celo.

 

III. Amonestaciones:

 

          1. "Sé vigilante".  Indica diligencia.

          2. "Afirma las otras cosas que están para morir".  Cre­cimiento.  Edificar sobre los vestigios de justicia.  Adherirse a la fe, al amor, a la reverencia, etc., que les quedaba en sus cora­zones.  Soplar sobre los carbones hasta convertirlos en  llama.

          3. Guarda lo que tienes.  Perseverancia.  Perfeccionar su obra.

          4. "Arrepiéntete".  Una reformación de sus vidas.

          5. "Recuerda".  Gratitud.

          6. Advertencia:  "Vendré sobre ti como ladrón".  Probable­mente refiriéndose al juicio imprevisto que pronunciará sobre los  impíos.

 

IV. Recomendaciones:

 

          1.  "Tienes unas pocas personas en Sardis que no han man­chado sus vestiduras".  Fieles y puros en su servicio y en sus vi­das.  Un remanente dejado como levadura con el cual podrían empezar de nuevo a modelar su carácter y obras en el Señor.

 

V. Recompensas prometidas:

 

          1. "El que venciere será vestido de vestiduras blancas". Salvos, redimidos.  Fracasar en el vencimiento es quedar  ex­cluidos de usar las ropas blancas a que se alude:  ser  condena­dos al tormento eterno.

          2. "Y no borraré su nombre del libro de la vida".  Concederle que permanezca quiere decir que estará entre los redimidos.  Hay aquí evidencia que aquellos cuyos nombres han sido es­critos pueden ser borrados si ellos no vencen en la batalla final (Apoc. 20:15).

          3. "Y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles".  Esto garantiza la salvación o vida eterna para quienes hayan sido vencedores.

 

F- La iglesia de Filadelfia (Apoc. 3:7-13 ).

 

I. El Escritor o Autor:

 

          1. "Santo". En quien la santidad esencialmente se halla y de quien toda la santidad se deriva.

          2. "Verdadero".  La verdad es la esencia de su carácter.  De donde toda la verdad procede.

          3. "Tiene la llave de David".

                   (1) Llave es el emblema de autoridad y potencia.

                   (2) "La llave de David", es el derecho real y la autoridad de David.  Jesús, como la simiente de David (Isa. 9:7; Luc. 1:30-33;  Mat. 22:41-45) había sido resucitado de entre los muertos para sentarse en el trono de su padre David (Hech. 2:30-33). El es Señor y Cristo (Hech 2:36).  Gobernador sobre todos los reyes de la tierra (Apoc. 1:5). El está actualmente "sobre todo principado y autoridad y poder y señorío y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo sino también en el venidero" (Efes. 1:19-23).  Todo esto lo niegan los premilenia­listas enseñando que todo esto no tendrá lugar sino hasta que haya venido el Señor por segunda vez.

          4. "El que abre y ninguno cierra".  Esta potencia y autoridad pertenecen exclusivamente a Cristo y no las comparte con nadie individualmente o como organización establecida sobre la tierra.  Su autoridad es única.  El es "la cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo" (Efes. 1:23).

 

II. Seguridad divina:

 

          1. "Una puerta abierta".  Para extender el conocimiento del evangelio.  "Nadie puede cerrar".  Los adversarios no serán ca­paces de evitarlo.

          2. Elogio.

                   (a) "Has guardado mi palabra". Fidelidad a la verdad. Ningún compromiso con el error.

                   (b) "No has negado mi nombre".  No llevó ni aceptó otro alguno para servir a Dios.  Muchos consideran esto como de muy poca importancia y afirman que en el nombre no hay nada.  Ellos no podrán recibir este elogio del Señor.

                   (c) Un poco de poder.  A pesar de su debilidad, pobreza y fuerza numérica inferior.

                   (d) "Has guardado la palabra de mi paciencia".  Su pa­ciente sufrimiento en la oposición y persecución.

          3. Enemigos que deberían ser denunciados y castigados.  "He aquí yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que ven­gan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado" (v. 9).  Aquellos que pretenden ser el pueblo de Dios sobre una base carnal y que rechazan a otros porque fueron gentiles de acuerdo con la carne serían humillados y rechazados.  Tales gentes constituirían una sinagoga de Satanás.

          4. Abrigo, protección divina.  "En la hora de prueba" Dios promete guardarles (v. 10).

          5. "Yo vengo pronto" a ejecutar juicio y retribución sobre sus enemigos.

          6. "Retén lo que tienes", a fin de ganar tu corona o recom­pensa.

 

III. Recompensa prometida:

 

          1. "Columna en el templo".  Benditos en el servicio de Dios.

          2. "Escribiré sobre él el nombre de mi Dios".  Una alusión a las ceremonias de iniciación al sacerdocio en el Antiguo Testa­mento:  "Santidad del Señor inscrita en la frente del candidato.  Esto significa identidad y reconocimiento divino.

          3. Identificados con "la nueva Jerusalén" o la iglesia del Dios viviente.  Aceptados en la multitud de los redimidos.

          4. "Mi nombre nuevo."  El nombre de Cristo, el redentor, significa que los que lo lleven serán reconocidos por El delante del Padre celestial.

 

G- La iglesia de Laodicea (Apoc. 3:14-22).

 

I. El preámbulo:

          Declaración de autorización.  Carta escrita por la autoridad de Cristo.

 

II. Condición de la iglesia:

 

          1. Tibieza.  Indiferente y sorda.  Con una convicción general de la verdad e importancia del cristianismo, pero sin ningún celo o entusiasmo.  Irresoluta y negligente. Inactiva e indife­rente.  Aquí tenemos un caso de ciencia sin entusiasmo. Los judíos tenían celo sin inteligencia (Rom. 10:2).  Ambos  son condenados y perdidos.  Compare la condición de Efraín y de Judá (Oseas 6:4).  En esta condición la iglesia podía ser llevada por vientos de doctrina.

          2. "¡Ojalá fueses frío o caliente!".  La persona más difícil de alcanzar es la indiferente o despreocupada.  Esta admonición es semejante a la anterior:  "Sé hombre, buen  hombre si puedes; pero siempre un hombre".  El mayor obstáculo a la causa de Cristo es el hombre que conociendo la verdad y su de­ber, no hace nada para cumplirlo.

          3. La actitud del Señor.  Actitud de asco.  Alude aquí al efecto conocido del agua tibia sobre el estómago:  produce náusea.  Esta es la actitud del Señor hacia la pereza, indolencia y descuido.

          4. Sentimiento de seguridad y propia satisfacción.  "Yo soy rico", no necesito de nada.  Suponiéndose ellos estar muy bien  a causa del progreso que habían logrado en su principio.  Mu­chos creen que porque han aceptado y obedecido los principios del evangelio de Cristo tienen asegurada la salvación.

          5. Ciegos a sus condiciones reales.  "No sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo".  No hay ninguna otra actitud mental tan abúlica y paralizante para la conciencia como el sentimiento de la propia satisfacción: incons­ciente de su verdadera condición.  Mientras esto siga sin cambiar no es posible la mejoría espiritual o material.

 

III. El consejo divino.

 

          1. Buscar las riquezas verdaderas.  "Te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico". Sabiduría de lo alto. La fe que no puede ser abatida.  La gracia, que es ilimitada.  Las riquezas imaginarias siempre nos impiden gozar de la riqueza verdadera.

          2. "Vestido blanco".  La justicia de los santos (Apoc. 18:8). Mejor que pretensión o profesión deben buscar ellos adornarse con la verdadera rectitud.  Para no ser despojados y desnuda­dos.

          3. "Unge tus ojos".  Ver las cosas con la perspectiva correcta es absolutamente esencial para la propia edificación.  Un hom­bre cegado hasta el extremo de no ver sus propias necesidades de seguro no buscará su propio mejoramiento.

          4. Dios reprende a los que ama (v. 18).

          5. "Arrepiéntete y sé celoso".  Solamente esto podría corregir su actitud de indiferencia.

IV. Prontitud divina:

 

          1. "He aquí yo estoy a la puerta y llamo".  Llamamiento di­vino.  Dios está listo para bendecirnos siempre cuando nosotros en turno estamos listos para ser bendecidos de acuerdo con su voluntad.  Presteza de parte del hombre para someterse a la voluntad del Señor es la única cosa necesaria para obtener el favor de Dios.

          2. "Si alguno oye mi voz y abre".  El hecho de que el hombre sea bendecido depende de su decisión.  Esta es siempre el fac­tor determinante.

          3. "Entraré a él y cenaré con él".  La ayuda divina y su com­pañía son prometidas como resultado.

 

V.  Promesas divinas:

 

          1. "Al que venciere".  Los conquistadores, no los conquista­dos. Aquellos que retienen fielmente su vocación tienen la promesa, no los descarriados de corazón y apóstatas.

          2. "Le daré que se siente conmigo en mi trono".  Así como Cristo fue exaltado a causa de su obediencia y sacrificio (Fil. 2:5-11) también así El ha prometido exaltarnos cuando nosotros en obediencia rindamos nuestra voluntad a la voluntad de Dios y suframos por amor de su obra.

 

H- Sumario de las cartas a las siete iglesias.

 

I. Cristo trató con ellas como iglesias separadas.  También El las corrigió y las reprobó como individuos y como grupos dentro de la congregación.

 

II. Cristo elogió todo lo que era digno de encomio y condenó todo lo que era indigno.  Esta es la manera divina de tratar con el  hombre.  Eso es la justicia divina:  dar a cada uno "conforme a sus obras".

 

III. Cada promesa dada en cada caso fue condicional.  Siendo la condición "al que venciere".  El hombre que cae a la orilla del camino y por lo mismo es infiel, se separa él mismo de estas promesas.  Somos mantenidos por la potencia de Dios, pero ese sostén está asimismo condicionado a nuestra propia fe (1 Pedro  1:3-5).  Si falla nuestra fe y nos convertimos en infieles no al­canzaremos la realización de las promesas de Cristo.

 

IV. Estas iglesias en cada caso fueron impresionadas por la divina autoridad sobre la cual y por la cual estas demandas e ins­trucciones les fueron entregadas.  Estas órdenes emanaron de Cristo y en cada epístola la dirección identificaba la fuente de origen.

 

V. El Señor también les impresionó en cada vez con la impor­tancia de poner atención al mensaje por medio de las palabras "El que tiene oído para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias". Nuestra salvación final depende de nuestra docilidad en seguir el camino por donde el Espíritu de Dios nos guía en su Palabra (Rom. 8:14)

 

Fin

 

Al Estudio Anterior: La iglesia del Nuevo Testamento: Página número 57
Libros Index
Al Siguiente Estudio: Libros Index