La Gracia de Dios

          La palabra "gracia" significa favor. Dice Génesis 39:20, 21, "El amo tomó a  José, y lo encarceló con los presos del rey. Y José quedó en la cárcel. Pero el Señor estuvo con José, le extendió su bondad y le dio gracia en ojos del jefe de la cárcel". Dice Lucas 1:30, "Entonces el ángel le dijo: ¡No temas, María! Porque has hallado gracia ante Dios. Ahora concebirás en tu seno, darás a luz un hijo, y lo llamarás Jesús".

          ¿Cuál es el favor más grande que el hombre necesita de Dios? El perdón de pecados. Aprendemos en Génesis 1:26 que el hombre fue creado a la imagen de Dios ("Hagamos al hombre a nuestra imagen"), pero todos los hombres han pecado y la consecuencia del pecado es que se ha manchado la imagen de Dios en nosotros. Por su grande amor Dios quiere limpiarnos del pecado y restaurar esa imagen o semejanza divina. Todo lo que Dios ha hecho y está haciendo para llevar a cabo ese propósito se llama gracia.

          El evangelio de Cristo es llamado "el evangelio de la gracia de Dios" (Hechos 20:24), o "la palabra de su gracia" (Hechos 20:32), porque el evangelio explica la gracia de Dios, es decir, cómo su gracia nos salva. La gracia de Dios revela y enseña la voluntad de Dios (Tito 2:11, 12, "la gracia de Dios, que nos trae salvación, se manifestó a todos los hombres, y nos enseña...").

          El hombre no puede salvarse por sus propias buenas obras que haya hecho aparte de Cristo y el evangelio. Dice el apóstol Pablo, "Cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor hacia los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación del Espíritu Santo" (Tito 3:4, 5). Muchas personas hacen buenas obras, ayudando al prójimo, a los pobres, a las viudas y huérfanos y a muchos otros necesitados, y esto es muy noble. Muchas personas han de ser alabadas por ser tan serviciales. Sin embargo, todas estas obras de justicia que nosotros hayamos hecho no nos pueden salvar, porque todos los hombres han pecado y tienen que obedecer al evangelio de Cristo para obtener el perdón de pecados.

          Por ejemplo, Hechos 10:1, 2, 22, dice que "Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio... piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre... varón justo y temeroso de Dios, y que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos". ¿Era cristiano este hombre? No. ¿Había recibido la salvación? No. Era muy buen hombre, hacía muchas limosnas y otras buenas obras, pero tuvo que creer en Cristo y ser bautizado para perdón de pecados (Hechos 10:48; 2:38).

          Este buen hombre fue salvo por gracia, y no por sus buenas obras, como dice Pablo (Efesios 2:8, 9), "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". Ser salvos por gracia por medio de la fe quiere decir ser salvo por medio del evangelio.

          Para entender la gracia de Dios es necesario recordar estas dos palabras: proveer y aceptar. Dios provee la salvación y el hombre la acepta. El hombre, siendo pecador, no podía proveer la salvación. No podía salvarse solo. Necesitaba de un Salvador. Pero Dios ha hecho posible la salvación y el hombre tiene que poner su parte, aceptando la salvación que Dios le ofrece. De otro modo, la gracia no le ayuda y al morir, va al castigo eterno, como si Cristo no hubiera venido al mundo.

Al Estudio Anterior: ¿Qué debo hacer para ser salvo?
Sermones Index
Al Siguiente Estudio: La Gracia: Lo Que Es Y Lo Que No Es