La fe viene por el oír

          Jesús preguntó, "Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?" (Lucas 18:8) ¡Buena pregunta! ¿Cómo está nuestra fe? ¿Cuántos tienen fe verdadera en el Señor?

          Jesús alabó a los que tenían mucha fe. Dijo a la mujer cananea, "Oh mujer, grande es tu fe" (Mateo 15:28). Acerca de la fe del centurión dijo, "De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe" (Mateo 8:10). Pero lamentablemente dijo a veces a sus discípulos, "hombres de poca fe" (Mateo 6:30). ¿Qué diría Jesús de nuestra fe?

          El apóstol Pablo dice, "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo", (Romanos 5:1). Muchos han memorizado Juan 3:16: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". Pero ¿qué clase de fe nos salva? "Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe ... Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta" (Santiago 2:24, 26). Santiago usa la misma palabra que Pablo usa (justificado). Por lo tanto, la fe que nos salva tiene que ser una fe obediente.

          Pero ¿obedecer qué? La fe que salva tiene que ser la que viene por oír la palabra de Dios: "Así que la fe es por el oír, y oír, por la palabra de Dios" (Romanos 10:17); es decir, no podemos creer doctrinas no bíblicas y esperar que Dios nos salve.  El evangelio es sencillo -- todos lo pueden entender -- y es necesario obedecerlo (2 Tesalonicenses 1:8; 1 Pedro 1:22; 4:17). Todos serán juzgados por la palabra de Jesús: "la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero" (Juan 12:48). El apóstol Pablo habla del "día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio" (Romanos 2:16). Nos conviene, pues, estudiar con toda diligencia la enseñanza de Jesús y sus apóstoles revelada en el Nuevo Testamento.

          Es necesario tener la actitud de los de Berea que "recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así" (Hechos 17:11). Cuando el apóstol Pedro llegó a la casa de Cornelio, éste dijo: "tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado" (Hechos 10:33). ¡Actitud hermosa! Aunque Cornelio era un militar romano de mucha autoridad, se humilló delante de la palabra de Dios. Quería saber y obedecer su voluntad.

          Hechos de los Apóstoles es un libro muy importante que habla de varias personas que oyeron la palabra de Dios la cual produjo fe en ellos para la salvación de sus almas.

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