Los Beneficios de la Aflicción

Introducción.

      1. A veces hay momentos muy difíciles. Hay mucho dolor. Mucho pesar.

      2. La Biblia enseña que Dios tiene cuidado de nosotros, pero algunos no pueden entender cómo Dios nos cuida si nos permite sufrir mucha aflicción.

      3. Por eso, es importante leer textos que explican que las aflicciones de la vida pueden producir beneficios y bendiciones. Les extraña a muchos este concepto, pero es verdad. Podemos decir que Dios bendice a través de las aflicciones que tenemos que sufrir en esta vida. Vamos a leer algunos textos de la Palabra de Dios.

I. La aflicción produce la paciencia.

      1. Rom. 5:3, “la tribulación produce paciencia;  4  y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;  5  y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”.

      2. Sant. 1:2, “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,  3  sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.  4  Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”.

      3. Desde luego, esto depende de nosotros. Para algunos sólo produce tristeza, y hasta amargura, pero para el cristiano producen grandes beneficios.

II. La aflicción es para disciplina. Es para corregirnos.

      1. Hebreos 12:7, “Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? … 11 es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”.

      2. Salmos 119:67, “  Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba;  Mas ahora guardo tu palabra … 71 Bueno me es haber sido humillado,  Para que aprenda tus estatutos”.

III. La aflicción nos hace depender de Dios.

      1. Deut. 6:10, “Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac  y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste,  11  y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies,  12  cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre”. Es lo que pasó. Cuando eran grandemente bendecidos se apartaron de Dios. Luego en tiempos de aflicción clamaron a Dios.

      2. ¿Cuándo oramos más a Dios? Cuando todo nos va bien o en tiempos de mucha tristeza y dolor? Esto significa que las aflicciones nos acercan más a Dios.

IV. La aflicción nos hace ser más compasivos.

      1. Heb. 2:18, “Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados”.

      2. Así también nosotros. Cuando sufrimos nosotros estamos más conscientes de los sufrimientos de otros y queremos apoyarles en su dolor, porque estamos pensando, “Yo sé lo que está sufriendo. Yo comprendo”.

V. Cuando nos alejamos de Dios, la aflicción nos hace volver.

      1. 2 Crón. 33:12, “Mas luego que (el rey Manasés) fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres.  13  Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo restauró”.

      2. Luc. 15:14, “Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.  15  Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.  16  Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.  17  Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18  Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.  19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.  20  Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.  21  Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.  22  Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.  23  Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;  24  porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse”. ¿Cuándo se arrepintió el hijo pródigo? Cuando estaba muy afligido.

      VI. Los sufrimientos de esta vida nos hacen anhelar el hogar celestial.

      1. Heb. 11:9, “Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10  porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios … 16  anhelaban una (patria) mejor, esto es, celestial” … “No puede el mundo ser mi hogar.”

CONCLUSIÓN. Dios tiene cuidado de nosotros, pero El usa los sufrimientos de la vida para bendecirnos… Tribulaciones producen paciencia … Son para nuestra disciplina … Nos hacen depender de Dios .. Nos hacen más compasivos … Nos hacen volver a Dios .. Nos hacen anhelar un hogar mejor, el hogar celestial.

      Estos pensamientos son de mucho consuelo cuando estamos afligidos.

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