La Fuente De La Tentación Y Del Pecado

Sant. 1:14, 15

 Introducción.

A. Sant. 1:13, "Cuando alguno es ten­tado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie".

B. Sant. 1:14, "que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido".

C. Nos conviene aprender bien esta lección para estar prevenidos.

I. Santiago Afirma Que Los Deseos Ma­los, Los Apetitos Carnales, Nos Sujetan A Muchas Tentaciones Peligrosas.

A.    Efes. 1:1-3 dice que antes de ser convertidos "vivimos ... en los deseos de nuestra carne". Esto concuerda con lo que Santiago afirma.

B.     1 Jn. 2:16 habla de "los deseos de la carne", y los "deseos de los ojos". Aquí está el puente de la tentación.

C. 1 Ped. 2::11, "que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma".

D. 1 Tim. 6:9, "codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres ..."

E. Dios no nos hace pecar; Satanás no nos hace pecar. Nadie es forzado a pecar, sino que pecamos porque tenemos el deseo  de  pecar. El apetito carnal nos hace pecar.

II. El Pecado Nace En El Corazón. Mar. 7:21-23; 2 Tim. 3:1-4.

A.   La hipocresía en el corazón produce actos de traición, Mateo. 26:25.

B.   La avaricia en el corazón lleva al robo, Jn. 12:6.

C.       El aborrecer al hermano lleva al homicidio, 1 Jn. 3:15.

D.       El codiciar a una mujer lleva al adul­terio, Mat. 5:28.

E.        El envidiar lleva al homicidio, Mat. 27:18.

F.        Muchos no quieren perdonar porque tienen amargura en su corazón, Efes. 4:31, 32.

G.       El engañar es otra forma de mentir, 2 Rey. 5:25.

H.       La falta de modestia en la mujer le induce a vestir ropa indecente y provoca­tiva, 1 Tim. 2:9; 1 Ped. 3:3, 4.

L Muchos no obedecen al evangelio por causa de la indiferencia (una condi­ción del corazón), Mat. 22:5.

J.     Los deseos malos llevan a los hechos malos, Col. 3:5.

K.  Los pensamientos malos producen palabras malas, Mat. 12:34.

L.   La malicia mueve al hombre a bus­car venganza, Rom. 12:17-20.

III. El Remedio: Purificar El Corazón, Mat. 5:8

A.       Arrepentirse, Hech. 2:38. Tener cambio de corazón.

B.        Crucificar el "viejo hombre" (el viejo ser), Rom. 6:3-6. Es necesario crucificarlo, sepultarlo en el bautismo, y luego resuci­tar para una vida nueva.

C.       Gál. 5:16-24, dejar de satisfacer los deseos malos. "No satisfagáis ..."

D.       Efes. 4:22-32, despojarse del viejo ser, vestirse de la nueva persona.

E.        Col. 3.5, "Haced morir, pues, lo te­rrenal en vosotros: ... malos deseos".

F.        Rom. 13:14, dejar de proveer para los deseos de la carne.

G.       Estos términos indican que debemos dejar de estimular los deseos malos. ¿Cómo los estimulamos? Por medio de li­bros, revistas, películas (televisión, cine), conversaciones, canciones, pensamientos. La mala compañía corrompe las buenas costumbres, 1 Cor. 15:33; Prov. 20:19 "no te entremetas con el suelto de lengua".

H.       Estimulamos, cultivamos, incremen­tamos los deseos mundanos por medio de los discos mundanos, programas de radio, novelas y otros programas corruptos de la televisión.

I. Los deseos de los ojos (1 Jn. 2:16) deben suprimirse. Josué 7:21, Acán dijo, "Vi ... codicié y tomé ..." 2 Sam. 11:1-4, David vio ... codició ... tomó la mujer de otro hombre ... luego mató al hombre. Con razón dijo Job (31:1), "Hice pacto con mis ojos ..." Mucha gente pasa horas fiján­dose en la mercancía en las tiendas, o fo­tos de ella en catálogos, etc. Dicen que no compran, nada más ven. Pero el ver es para estimular los deseos. Recuérdese 1 Tim. 6:6-10, 17, 18.

IV. Llenar El Corazón Con Pensamientos Sanos, Espirituales.

A.     Fil. 4:8, "todo lo que es verdadero ... honesto ... justo ... puro ... amable ... de buen nombre; si hay virtud alguna ... digno de alabanza, en esto pensad".

B.     Col. 3:16, "La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros ..."

C.     1 Ped. 1:13, "ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios ..."

D.     Debemos eliminar y suprimir los de­seos que no agradan a Dios (dejar de cul­tivar y estimularlos), y llenar el corazón con los deseos y pensamientos que sí agradan a Dios.

E.     De esta manera no proveemos la tierra fértil para que Satanás siembre la cizaña. Si no deseamos una cosa mala, Satanás no puede tentamos con ella.

 

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