¡He aquí, yo pensaba! 2 Reyes 5:11

Introducción:

          A. Los pensamientos de Dios no son como los pensamientos del hombre, Isaías 55:8,9.

          B. Hay camino que parece bueno al hombre, pero lleva a la muerte, Prov. 14:12.

          C. Solamente el Espíritu de Dios conoce la mente de Dios, 1 Cor. 2:11, y El la revela en las Escrituras.

          D. El caso de Naamán el leproso ilustra la diferencia entre los pensamientos de Dios y los pensamientos del hombre. 2 Reyes 5.

          V. 1 - Naamán muy grande, pero leproso. Compárese la enfermedad espiritual de Israel, Isa. 1:5,6; y de todos nosotros, Rom. 3:23. El pecado es como la lepra.

          V. 2 - Una muchacha fue hecha prisionera por los sirios, pero no por eso estaba enojada con Dios. Buscaba oportunidad para hablar de su Dios.

          V. 3 - "Esta dijo". Tenía fe en Dios, y en su profeta Eliseo; por eso, abrió la boca para hablar del poder de Dios.  Compárense Hech 8:35; 2 Cor. 4:13; Marcos 8:38.

          V. 5 - Convenció al general Naamán, y éste convenció al rey: "Anda, vé". Los jóvenes tienen fuerza, 1 Sam. 17:42; 1 Tim. 4:12.

          V. 6 - Pero la muchacha no dijo "ve al rey", sino "al profeta"; de la misma manera muchas personas se equivocan ahora, al ir a María y los "santos".

          V. 7 - Lepra incurable. El pecado también, Jn. 1:29.

          V. 8 - ¿Sabe la gente que existe la iglesia verdadera? ¿Sabe de nuestra existencia?

          V. 10 - Lo importante: el mensaje, Rom 10:13-17. Mensaje del cielo: Vé, lávate siete veces en el Río Jordán.

          V. 11 - Se enojó. No le gustó oír la palabra de Dios. ¡He aquí yo pensaba! Discute con Dios.

          V. 12 - Quería sustituir el plan de Dios; creía que su plan era mejor, pero había un pequeño problema: planes humanos no funcionan.

          V. 13 - Los "criados" le hicieron ver. Otra vez se ve la importancia de la gente "pequeña" (compárese 1 Cor.. 1:26).

                   -- Naamán tuvo que escoger entre la soberbia y la lepra.

          V. 14 - Obedeció (agradó a Dios), quedó limpio. Nosotros también podemos lavarnos de nuestra lepra mortal, obedeciendo al evangelio (Mar. 16:16; Hech. 2:38).

Al Estudio Anterior: Servicio religioso no aceptable
Sermones Index
Al Siguiente Estudio: ¿Queremos la verdad (la realidad) o mentiras?