Los fariseos

Introducción.

    A. Mat.  5:20 dice, “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. Conviene, pues, saber algo de estos judíos y su “justicia”.

    B. Cuando Jesús estuvo en la tierra, sus peores enemigos eran los fariseos, una secta de los judíos. Al leer los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan vemos el conflicto entre ellos y Jesús.

    C. En este estudio examinamos el carácter y práctica de éstos para entender por qué aborrecían a Jesús. ¿Qué clase de personas eran? ¿por qué se le oponían tanto a Jesús? ¿por qué les reprendió tan severamente Jesús? ¿por qué advirtió tanto a sus discípulos que se cuidaran de la enseñanza de los fariseos?

    D. Frecuentemente a nosotros -- los miembros de la iglesia fiel de Cristo -- que hacemos todo lo posible por enseñar la verdad de Dios y condenar el error, se nos acusa de ser fariseos. ¿Será cierto esto? ¿Cuál era el mal principal de los fariseos? ¿Qué tenemos que ser y hacer para ser semejante a ellos? (La verdad es que nos llaman fariseos -- o “antis” -- simplemente para insultarnos, porque exponemos errores religiosos).

    E. Es necesario recordar que no todos los fariseos mencionados en la Biblia eran hombres condenables.

        1. Juan 3:1 nos dice que Nicodemo era fariseo.

        2. Pablo dice (Hechos 23:6), “you soy fariseo, hijo de fariseo”, y no estaba pidiendo disculpas ni confesando pecados. Con orgullo lo dijo.

    F. Tampoco se puede decir que toda la enseñanza de los fariseos era mala. Jesús dice en Mat. 16:6, 12, “Mirad, guardaos de la levadura (doctrina) de los fariseos”, pero Lucas nos dice (Hech., 23:8) que “los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos afirman estas cosas”. Además, Jesús dice, “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos.  Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen” (Mat. 23:2, 3).

    G. A veces alguna persona le llama “fariseo” a otro por no saber lo que había de mal en los fariseos. En este estudio veremos primeramente algunas cosas que Jesús no condenó en ellos. Estas cosas se mencionan por causa de la confusión de algunos que las incluyen en la lista de cosas condenables.

Parte primera: Los fariseos no se condenaron por las siguientes cosas:

I. No se condenaron por tener convicciones fuertes.

    A. Si alguna persona aprende la verdad, la cree (tiene convicción fuerte), y la defiende, es muy posible que alguien le tilde de fariseo. A muchas personas no les gusta que alguien tenga convicciones fuertes. Esto les molesta, pues prefieren todos sean tolerantes de los demás, diciendo que todos pueden creer lo que les convenga.

    B. Los que tienen convicciones fuertes se condena como dogmáticos, pero la palabra “dogmatismo” viene de dogma, una enseñanza de hombres que carece de base bíblica; por ejemplo, los dogmas de cierta iglesia. El que es dogmático es el que afirma alguna doctrina sin probarla con la Biblia. No puede probarla porque es un dogma, opinión o enseñanza de los hombres.

    C. Pero no hay virtud alguna en la fe débil. No hay piedad en las dudas. Un indicio seguro del modernismo es la incertidumbre; si algún predicador no está seguro de nada -- si todo es vago y no hay nada definido o cierto -- téngalo por seguro que el tal es un maestro peligroso. Estos quieren dejar la impresión que son muy humildes, pero al contrario, el problema es que son rebeldes por no aceptar y afirmar con convicción fuerte lo que la Biblia enseña. Compárese Mat. 21:24-27, ¿por qué no pudieron contestar los líderes de los judíos? ¿Por qué dijeron, “no sabemos”? Así son los modernistas; no saben porque no quieren saber. Dice Efes. 3:3, 4 que podemos entender la doctrina.

    D. Es muy popular tolerar toda doctrina religiosa, pero el Señor dice, “Conoceréis la verdad y la verdad os libertará” (Jn. 8:32). El apóstol Pablo dice, “Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tes. 5:21). El apóstol Juan dice, “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Jn. 4:1). Y en esta misma carta él dice, “sabemos” (o alguna forma de la palabra) trece veces, dándonos a saber que el cristiano sí debe tener seguridad, confianza y convicciones con respecto a la verdad y su propia salvación.

    E. Obsérvese la convicción fuerte de los escritores del NT en los siguientes textos: Luc. 1:1-4; 2 Tim. 2:12; 3:14, 15; 1 Jn. 4:6; Judas 3, “contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada  a los santos”. Recuérdese también que los fariseos no hablaron así.

II. No se condenaron los fariseos por obedecer los mandamientos del Señor.

    A. La persona que trata de guardar los mandamientos de Cristo no es un fariseo. El hermano que es estricto en esto no es un fariseo. ¿Guardaron los fariseos la ley de Dios? Véanse Mat. 5:18-20; 23:24; Mar. 7:9. Dijo Pablo, “conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión, viví fariseo” (Hech. 26:5), pero muchos fariseos eran estrictos en imponer las tradiciones humanas (Mat. 15:1-9; 23:4).

        1. Hay personas que critican a los que quieren “guardar todas las reglas”, pero los fariseos nunca fueron condenados por “guardar trodas las reglas de Dios”. Por el contrario, fueron condenados por no guardarlos. Dice Cristo, “Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen” (Mat. 23:3).

        2. El obedecer los mandamientos de Cristo muestra el amor por El, Jn. 14:15, 21; 15:15; Luc. 6:46; Mat. 7:21; 12:50; Apoc. 22:14.

        3. Jesús nació y vivió bajo la ley de Moisés y El insistió enfáticamente en que esa ley fuera guardada por los israelitas: “De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos” (Mat. 5:19).

        4. Los fariseos diezmaban “la menta y el eneldo y el comino”. ¿Hicieron mal en esto? ¿Les condenó Jesús por hacerlo? No, por el contrario, les dijo que “esto era necesario hacer” (Mat. 23:23).

        5. Cuando enseñamos, pues, que se debe guardar toda la ley de Cristo, recuérdese que Jesús no condenó a los fariseos por guardar la ley de Dios (la ley de Moisés).

V. Los fariseos no se condenaron por sujetarse a la ley. Por el contrario, se condenaron por no sujetarse a la ley de Moisés (Mat. 5:20).

    A. Aquí está la esencia del problema: se nos dice que somos fariseos y legalistas porque enseñamos que estamos bajo la ley de Cristo y que debemos guardar sus mandamientos.

    B. El texto favorito de los evangélicos y otros calvinistas es Rom. 6:14, “no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia”. Se cita este texto para probar que no estamos bajo ninguna ley y que no estamos bajo ley en ningún sentido.

    C. Si no estamos bajo ninguna ley, entonces, ¿qué hay de mal en ser fariseo? Si no estamos bajo ley en ningún sentido, entonces nadie es pecador, porque “el pecado es infracción de la ley” (1 Jn. 3:4).

    D. Pablo habla claramente en sus cartas a los romanos, a los gálatas y a otros acerca de la ley de Moisés, la ley del Antiguo Testamento.

        1. Pablo no dice, “no estáis bajo ninguna ley”, sino que “no estáis bajo la ley”, es decir, la ley de Moisés (véanse Rom. 3:19, 24; 7:4, 7, etc.)

        2. El Nuevo Testamento habla con toda claridad de la ley de Cristo: en esta misma carta (Rom. 8:2), como también en 1 Cor. 9:21 (“no estando yo sin ley, sino bajo la ley de Cristo”); en Gál. 6:3 (en contraste con la ley de Moisés, 3:21-24); y en Sant. 1:25; 2:8.

        3. Por esta causa insistimos en que se respete el patrón revelado en el Nuevo Testamento (2 Tim. 1:13, 14), aunque los evangélicos y también los hermanos liberales nos llamen fariseos.

    E. Si alguien quiere hablar de legalista, tendrá que acusar a Jesús, el más famoso legalista del mundo:

        1. Jesús dijo, “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mat. 7:21); dice que el hombre que oye sus palabras y no las hace es como el hombre insensato que edificó su casa sobre la arena (Mat. 7:24-27); que “todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre” (Mat. 12:50). Obsérvese la palabra hace en estos textos.

        2. Si no somos legalistas, ¿qué somos? ¿Ilegalistas? ¿Es mejor ser ilegal que legal? La palabra legalista se ha inventado y se usa exactamente como la palabra fariseo o la palabra anti, pues se usan estos términos para insultar a los que se esfuerzan por ser estrictos y por guardar correctamente los mandamientos del Señor.

    F. Los que enseñan que la obediencia a los mandamientos del Jesús y sus apóstoles no tiene nada que ver con la justificación son falsos maestros, porque Jesús dice que si no guardamos sus mandamientos, no entraremos en el reino de los cielos, expresión que sin lugar a dudas quiere decir la salvación.

    G. Recuérdese, pues, que los fariseos no se condenaron por sujetarse a la ley de Moisés, y los cristianos que se sujetan a la ley de Cristo no tienen nada en común con los fariseos.

IV. Los fariseos no se condenaron por hacer prosélitos.

    A. Trabajamos para convertir almas a la verdad, aunque sean personas religiosas (miembros de iglesias humanas), y por esto algunos nos llaman fariseos.

        1. Jesús dijo a los fariseos, 5  ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros” (Mat. 23:15). No era malo hacer prosélitos. Lo malo era que los fariseos hicieron prosélitos (conversos) que eran peores que ellos.

        2. Es importante entender que no era pecado hacer prosélitos. Todo judío fiel quería hacer prosélitos y Jesús no condenó esa práctica.

    B. Lo que es aun más importante y lo que corresponde a nosotros es que Jesús dijo a sus apóstoles: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mat. 28:19). Los apóstoles convirtieron a mucha gente religiosa; p. ej., predicaron primero a los judíos, un pueblo religioso, pueblo que ya creía en Dios y practicaba su religión.

    C. Lo que ofende a los otros grupos religiosos (católicos, evangélicos, otros protestantes) es que nosotros trabajamos pública y privadamente, enseñando y convirtiendo a muchas personas que son miembros de alguna iglesia. Se nos acusa, pues, de robar ovejas, y nos dicen, “vayan a los que no tienen iglesia”.

    D. Pero los tales son muy inconsecuentes, porque ellos mismos hacen todo lo posible por convertir a otros grupos que profesan ser cristianos. Los evangélicos quieren convertir a los católicos, mormones, testigos y adventistas y todos estos quieren convertir a aquellos.

    E. La Biblia no enseña que algunos errores son aceptables y otros no. No hay error que se pueda tolerar. Los cristianos atravesaban el Imperio Romano para ganar almas de entre todas las religiones, comenzando con la religión de los judíos.

        1. Aquila y Priscila enseñaron “más exactamente el camino de Dios” a Apolos, pero Lucas no dice que ellos querían robar ovejas.

        2. Pablo volvió a bautizar a doce hombres que no se bautizaron correctamente. ¿No se debe bautizar a los que fueron “bautizados” en la infancia? ¿a los que son “bautizados” en alguna secta humana? Lo que importa es la salvación del alma, y la salvación requiere la obediencia correcta. El bautismo válido es el bautismo bíblico. El “bautizo” de infantes no es bautismo bíblico. El bautismo de los que creen que ya fueron salvos por la fe sola antes de bautizarse no es un bautismo bíblico.

    F. Recuérdese, pues, que los fariseos no fueron reprendidos por Jesús por tener fuertes convicciones, ni por ser estrictos en guardar los mandamientos de Dios, ni por vivir bajo ley, ni por hacer prosélitos. Cuando alguien nos llama fariseos por estas razones, revela su ignorancia de lo que la Biblia enseña acerca de los fariseos.

Parte segunda: ¿Qué es, pues, el fariseísmo que se condena?

I. “Os justificáis a vosotros mismos”.

    A. “Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones” (Luc. 16:15).

    B. No querían ser justificados por Dios. Esta justificación -- la única justificación -- requiere la humildad, la confesión de pecados, la sujeción a Dios, y la obediencia a sus mandamientos. Los fariseos condenados por Jesús no tenían humildad, no confesaron sus pecados, no se sujetaron a Dios. No eran obedientes a la ley de Dios.

    C. Fabricaron su propio plan de salvación, su propio sistema de “justificación”, el cual resultó solamente en la “justificación” de sí mismos y la justificación ante los ojos de los hombres. Véanse Mat. 5:20; Rom. 10:3; Pablo no quería esta clase de “justificación” (Fil. 3:9-11).

    D. Es indispensable que se aprenda que los fariseos no querían justificarse por medio de guardar la ley de Dios (la ley de Moisés bajo la cual vivían). No hay ningún texto que indique tal cosa. Querían justificarse a sí mismos por sus propias tradiciones (Mat. 15:8, 9).

II. “Menospreciaban a los otros”.

    A. Luc. 18:9-14, “A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola:  10  Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.  11  El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;  12  ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.  13  Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.  14  Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido”.

    B. Los fariseos no obedecieron la ley de Dios (p. ej., no hurtar, no adulterar) con el propósito de obtener el favor de Dios, sino que, siendo hipócritas, buscaban la gloria de los hombres (Jn. 5:40, 41). Su “obediencia” no era obediencia aceptable.

    C. Jesús comía con los publicanos y pecadores (Luc. 15:2), y los fariseos murmuraban contra El por ello. La actitud de los fariseos era mala y condenable. Tanto ellos como los demás eran pecadores. Les convenía ser “pobres en espíritu” (Mat. 5:3) al igual que el publicano pero no querían humillarse.

    D. Ahora bien, los que nos llaman fariseos dicen que nosotros también menospreciamos a otros porque decimos que hay solamente una iglesia, que es necesario ser bautizado (sumergido) en agua para el perdón de pecados, y dicen que somos intolerantes de otros grupos religiosos, como lo eran los fariseos.

        1. Si la doctrina que enseñamos fuera “nuestra” doctrina (mandamientos de los hombres”, Mat. 15:8, 9), entonces la acusación tendría mérito.

        2. Sin embargo, cuando citamos Mar. 16:16, “El que creyere y fuere bautizado será salvo”, no nosotros sino el Señor está juzgando. Asimismo el Señor -- y no nosotros -- dice que el cuerpo es la iglesia y que hay sólo un cuerpo (Efes. 1:22, 23; 4:4)). “Mi iglesia”, dice Cristo en Mat. 16:18. Si uno afirma que hay solamente una iglesia, no es por esto un fariseo, sino un creyente en Cristo y su palabra.

        3. No queremos menospreciar a nadie; queremos que todos se salven. Queremos que todos lleguen al conocimiento de la verdad y, por lo tanto, predicamos, publicamos estas lecciones y andamos enseñando de casa en casa rogando que todos estudien y que obedezcan al Señor.

III. La obediencia incompleta.

    A. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (Mat. 23:23).

    B. Los fariseos sí obedecieron ciertos mandamientos, pero omitieron otros mandamientos. Su obediencia no era completa (como tampoco sincera).

    C. Si yo “obedezco” a Dios solamente cuando me convenga o cuando sus mandamientos me gustan o cuando coincidan con mis opiniones, no estoy obedeciendo a Dios. Esta clase de religión no es de convicción, sino de conveniencia.

    D. En una ocasión (Jn. 8:5) los judíos citaron la ley de Moisés, como si ellos fueran seguidores fieles de Moisés, pero citaron a Moisés solamente cuando les convenía, y no le hicieron caso cuando no les convencía. Jesús dijo (Jn. 5:45, 46), “No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza.  46  Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él”.

    E. Su obediencia incompleta se ve también en Luc. 7:30, “Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan”.

    F. ¿Quiénes son, pues, los fariseos hoy en día? ¿Quiénes son los que desechan el bautismo, diciendo que no es necesario para la salvación? ¿Quiénes rehúsan el patrón bíblico en cuanto al culto y la organización de la iglesia? Los tales se identifican con los fariseos. ¿Quiénes dejan de tomar la cena del Señor el primer día de la semana como lo hacían los discípulos del Señor en el primer siglo? (Hech. 20:7).

    G. Pablo dice (Hech. 20:20, 27), “cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas ... porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios”. Cualquier maestro que no enseña todo el consejo de Dios no está imitando a Pablo, sino a los fariseos.

IV. El enseñar las tradiciones humanas (enseñanzas orales) es fariseísmo.

    A. Había un conflicto grande entre Jesús y los fariseos por causa de la enseñanza y práctica de éstos de las tradiciones humanas; p. ej., preguntaron, “¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan” (Mat. 15:2). Esta enseñanza y práctica no eran de Dios sino de ellos mismos. Con tales leyes humanas ellos se justificaban a sí mismos e ignoraron la justicia de Dios (Rom. 10:1-3).

    B. Jesús les contestó, “¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición” (Mat. 15:3). Les citó el caso del quinto mandamiento de la ley (honrar a los padres), que ellos con su tradición quebrantaron, diciendo, “Es Corbán (es decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte” (Mar. 7:11). Con esta enseñanza diabólica invalidaban la ley de Dios y menospreciaban a sus propios padres.

    C. Con razón Jesús dijo (Mat. 16:12) que sus discípulos deberían cuidarse de la doctrina de los fariseos. (Sin embargo, recuérdese -- como ya hemos visto -- que no toda enseñanza de ellos era mala. Ya citamos Mat. 23:2, 3, “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos.  Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen”; recuérdese también lo que Lucas dice en Hech. 23:8, “Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos afirman estas cosas”. Por eso hay que recordar que no toda la enseñanza de ellos era mala).

    D. Cuando Jesús denunció sus tradiciones, ellos “se ofendieron” (Mat. 15:12). La reacción de Jesús a esto fue que “Toda planta que no plantó mi Padre celestial será desarraigada” (Mat. 15:13). Y luego les dijo: “Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mat. 15:14). ¿Por qué dijo “ciegos guías”? Porque las leyes y tradiciones humanas no pueden salvar. “Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mat. 15:9).

    E. Otra vez preguntamos, ¿quiénes son los verdaderos fariseos hoy en día? Los que enseñan las doctrinas de hombres, doctrinas que no se hallan en las Escrituras. Y hay muchas: el “bautizo” de infantes, la aspersión (en lugar de la sepultura en agua, Rom. 6:4; Col. 2:12), el uso de instrumentos de música en el culto, nombres religiosos que no aparecen en las Escrituras (1 Ped. 4:11, “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios”), la práctica de dejar predicar a la mujer (cosa prohibida por Pablo, 1 Tim. 2:11, 12; 1 Cor. 14:33, 34). Como Jesús dice (Mar., 7:8), “y hacéis otras muchas cosas semejantes”.

    F. ¿Son fariseos los que usan la “espada del Espíritu” (la palabra de Dios, Efes. 6:17) para combatir la tradición humana? Claro que no. Lo curioso es que la misma gente que nos acusa de ser fariseos son los que practican el error de los fariseos: “os aferráis a la tradición de los hombres” (Mar. 7:8).

    G. ¿Somos fariseos cuando hablamos de la inferencia necesaria? Algunos piensan que sí. Dicen que la “inferencia necesaria” es razonamiento humano y, por lo tanto, pura tradición humana, pero la verdad de Mat. 22:31, 32 (y muchos otros textos) se aprende sólo por medio de la inferencia necesaria. Jesús no expresó su enseñanza en este texto en tantas y cuantas palabras, sino que entregó una enseñanza por implicación, y la gente tuvo que sacar la conclusión lógica. Por lo tanto, la inferencia necesaria no es enseñanza humana, pues la Biblia enseña tanto implícita como explícitamente, y el hombre tiene que emplear la inteligencia que Dios le da para inferir la verdad.

V. La avaricia, Luc. 16:14; Mat. 23:14.

VI. La hipocresía, Luc. 12:1; 16:15; Mat. 23:5, 14, 23-31.

    A. La palabra que da el resumen de lo que es el fariseísmo es la palabra “hipócrita” y Jesús es El que la pronuncia.

    B. Lucas 12:1, “Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.

    C. Después de requerir Jesús que sus discípulos guardaran la ley de Moisés enseñada por los fariseos, les da esta advertencia: mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas” (Mat. 23:, 3, 4).

    D. Luego siguen los siete ayes sobre ellos y siete veces son denunciadas como hipócritas.

        -- ver. 13, “3  Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando”. Véase también Luc. 11:52, “¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis”. Siendo maestros, no enseñaron la verdad para salvar sus propias almas y por enseñar el error, la tradición humana, etc., causaron la caída de aquellos que les escuchaban. ¿Qué indica esto para los que enseñan error hoy en día?

        -- ver. 14, “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones”. Siendo líderes gozaban de la confianza de la gente, y abusaban de ella.

        -- ver. 15. Ya hablamos acerca de los prosélitos (conversos). Aunque no había mal en convertir a otros, sí había mal en lo que los fariseos hacían, porque “una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros”. ¡Ahí está el mal!

        -- vers. 16 - 22. Jesús les condena por jurar a la ligera, jurar sin intención alguna de cumplir su palabra; por esto también les llamó hipócritas.

        -- vers. 23, 24. Ya se mencionó la práctica de diezmar las semillas más pequeñas y luego descuidar los asuntos muy importantes de la ley (“la justicia, la misericordia y la fe”). Por eso, les dijo, “Coláis el mosquito y tragáis el camello”.

        -- vers. 25-31. Ponían todo el énfasis sobre las cosas externas, mientras que por dentro eran hombres corruptos.

Conclusión. La consecuencia ineludible para ellos era la destrucción, Mat. 23:37-39; 24:1, 2.

    A. Jesús concluye su discurso con gran tristeza. No le dio gusto ver tal hipocresía: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!  38  He aquí vuestra casa os es dejada desierta” (Mat. 23:37, 38). Luego sigue la profecía de la destrucción de Jerusalén.

    B. Entonces, ¿qué diremos? Evitemos la levadura de los fariseos, su enseñanza y su hipocresía, porque ineludiblemente lleva a la ruina.

    C. Estudiemos bien este tema para saber lo condenable que había en los fariseos. Conviene hacer una distinción clara entre lo que es el fariseísmo y lo que no es el fariseísmo.

Wayne Partain

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