Honra a las viudas que en verdad lo son

1 Tim. 5:3-16

Introducción.

            A. Hech. 6:1-7, la preocupación de la iglesia por las viudas. Véase también Sant. 1:27.

            B. Muchos textos expresan el cuidado de Dios por viudas. Ex. 22:22; Deut. 10:18; 14:29; 16:11, 14; 26:12; Luc. 7:12; Sant. 1:27.

I. Honrar.

            A. 5:17, 18, honrar a los ancianos significa darles salario.

            B. Efes. 6:1-3, honrar a los padres significa cuidar de ellos.

            C. Mat. 15:1-9; Mar. 7:1-23 , por medio de sus tradiciones los fariseos invalidaron el mandamiento de honrar a los padres. “Nada de ‘corbanes’ aquí. Ningún acto de ‘piedad’ hacia Dios compensará por ninguna impiedad hacia los padres” (ATR).

            D. Hech. 28:10, “los cuales también nos honraron con muchas atenciones; y cuando zarpamos, nos cargaron de las cosas necesarias”.

            E. Rom. 13:6,7; 1 Ped. 2:17, honrar al gobierno, pagando los impuestos.

II. Las viudas que en verdad lo son 5:4, 5.

            A. Una mujer que es una viuda en verdad es la que no tiene quien le cuide. “Veremos (ver. 9) que éstas deben ser cuidadas por la iglesia, porque están solas y privadas de todo mantenimiento. No tienen fuente de ganancia; no tienen hijos ni nietos que las cuiden (ver. 4), ni oportunidad de casarse de nuevo, pero sí se han entregado al servicio del Señor (ver. 9, 10)” (BHR).

            B. No tiene hijos o nietos, 5:4. Si tiene hijos o nietos, entonces no es una viuda en verdad.

            C. Ha quedado sola. No tiene marido ni hijos ni nietos ni propiedades ni ahorros; sólo confía en Dios, y Dios le ayuda a través de la iglesia. Hoy en día la situación ha cambiado en algunos países. Muchas viudas tienen dinero, inversiones, ahorros, propiedades y negocios. Hay viudas cristianas que son muy generosas en su ayuda de los necesitados, como también de los evangelistas. Otra diferencia en el caso de las viudas son los programas de asistencia pública. Sin embargo, los hijos y nietos tienen que ser responsables con respecto al cuidado de sus madres y abuelas para que no sufran necesidad.

            D. No puede volver a casarse, 5:14.

            E. Ha quedado sola, espera en Dios. 1 Jn. 3:3, “Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro”. Y es diligente en súplicas y oraciones noche y día. Compárese la viuda Ana, Luc. 2:37, 38. Pablo no manda que las viudas esperen en Dios; más bien, afirma que ya lo hacen (JBC).

            F. “Noche y día”. Hech. 20:31, “que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno”; 26:7, “sirviendo constantemente a Dios de día y de noche”; 1 Tes. 2:9, “Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios”; 3:10, “orando de noche y de día con gran insistencia”; 2 Tim. 1:3, “sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día”; Apoc. 7:15, “Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo”.

            G. Estas no se habían entregado a los placeres disolutos (LBLA).  Sant. 5:5, “Habéis vivido en deleites sobre la tierra y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza”. Tal persona, “viviendo está muerta”. Apoc. 3:1, “Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto”; Efes. 4:18, “teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón”.

III. Aprender a ser piadosos.

            A. 5:4, “Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios”.

            B. La piedad se practica en los servicios de adoración en la iglesia, en las clases bíblicas, etc., pero también se practica al llevar a cabo los deberes domésticos e individuales. 5:8, 14, 16; 2:10, 15; Tito 2:4, 5; Efes. 5:22- 6:4. El evangelista que predique en países lejanos no es piadoso si está descuidando su obligación a su madre o abuela.

            C. Los hijos deben recompensar a sus padres. ¿Qué han hecho nuestros padres por nosotros? Nos cuidaron cuando no pudimos cuidarnos solos. ¿Cómo los recompensamos? Es imposible recompensar plenamente a los padres por todo lo que han hecho por nosotros, pero por lo menos podemos y debemos cuidar de ellos como ellos cuidaron de nosotros.

            D. Los que no proveen para los suyos han negado la fe. No tienen piedad. Son peores que los incrédulos, porque su descuido de su propia familia indica que su profesión de fe es pura hipocresía (Tito 1:16; Apoc. 2:13). La fe demanda obras (Sant. 2:14-17).

                        1. Rom. 1:30, siendo “desobedientes a los padres” se menciona entre los pecados más abominables (Rom. 1:29-31).

                        2. Pero los que deshonran a sus padres, rehusando cuidar de ellos cuando llegan a ser dependientes, han negado la fe, no necesariamente en palabras sino en hechos, y son peores que un incrédulo (v. 8; 1 Cor. 6:6; 7:12,13). Muchos incrédulos son responsables con respecto al cuidado de su familia. Si algún hermano dejara de cuidar de sus padres, la gente diría “Mire, ahí está un miembro de la iglesia que es peor que los incrédulos, pues éstos sí cuidan de sus padres”.

IV. Viudas puestas en “la lista”. 5:9, 10.

            A. Es obvio que Pablo no habla solamente de la ayuda para viudas necesitadas.

            B. Hay  “una lista” de ciertas viudas necesitadas que reúnan los requisitos nombrados por Pablo:

                        1. No menor de sesenta años.

                        2. Que haya sido esposa de un solo marido. Véase 3:2.

                        3. Que tenga testimonio de buenas obras. Hech. 6:3; 10:22; Tito 3:8,14. Compárese Dorcas, Hech. 9:36-39.

                        4. Que haya criado hijos.

                        5. Que haya practicado la hospitalidad (amor a los extranjeros; es decir, hermanos desconocidos que se habían desplazado). Véase 3:2; Mat. 25:35; Rom. 12:13; Heb. 13:2; 1 Ped. 4:9; 3 Juan 5.

                        6. Que haya lavado los pies de los santos. Jn. 13:14; era acto de hospitalidad. Gén. 18:4, “Que se traiga ahora un poco de agua, y lavad vuestros pies; y recostaos debajo de un árbol,  5  y traeré un bocado de pan, y sustentad vuestro corazón”.

                        7. Que haya socorrido a los afligidos.

                        8. Que haya practicado toda buena obra. El v. 10 comienza y termina con “buenas obras”.

            C. Este texto es el único que tenemos sobre esta “lista”. Parece, según los requisitos nombrados, que las viudas “puestas en la lista” no sólo recibían ayuda económica de la iglesia, sino que también cumplían ciertas tareas y responsabilidades.

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