Los Textos “Unos y Otros”

Unos y Otros

Copyright, 1990

Derechos Reservados

Por Wayne Partain

Texto bíblico de este estudio, Versión Valera Revisada 1960

Citas de La Biblia de las Américas, BAS

Citas de la Versión Moderna, VM

Definiciones de palabras griegas,

“Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento”

Por W. E. Vine

La Necesidad De Este Estudio

La Relación Hermanable

       Hay gran necesidad de estudiar los textos del Nuevo Testamento que tratan de la relación entre hermanos, la relación que debemos tener unos con otros. Hay una lista larga de tales textos. Pablo dice (Fil. 2:25), "Epafrodito, mi hermano". Pablo y Epafrodito habían cruzado fronteras nacionales, raciales, culturales, y lingüísticas para decir "hermano" el uno al otro. Pablo era judío, Epafrodito era griego. Pablo era fariseo que antes de ser cristiano no hubiera querido que la sombra de Epafrodito cayera sobre él, mientras que Epafrodito era de una ciudad pagana y su mismo nombre honraba a una diosa pagana. Había una lista muy larga de diferencias entre ellos en cuanto a las costumbres de su vida diaria, tanto en la religión como en la vida secular, pero a pesar de todas estas diferencias Pablo ahora dice, "Epafrodito, mi hermano". Así es el poder transformador del evangelio (Rom. 12:1,2). Nos conviene aprender el verdadero significado de la palabra "hermano".

El Carácter De Cristiano

       La salvación depende del desarrollo de un carácter apropiado para tener comunión con Dios y comunión con nuestros hermanos. El nuevo nacimiento no es solamente el bautismo, sino un nacimiento espiritual, un cambio de corazón y cambio de carácter. Lamentablemente en muchos miembros de la iglesia -- y algunos de ellos predican el evangelio -- no se observa ningún cambio de carácter. En el Sermón del Monte, el primer sermón registrado de Jesús, El enseña algunas características básicas de carácter de los hijos de Dios. Los que quieren entrar en el reino de los cielos (el reino de Dios) deben dar mucha atención a estas cualidades. No son opcionales, sino indispensables.

Las Bienaventuranzas

       Si no aprendemos y practicamos las "bienaventuranzas" de  Mat. 5:3-12, no podemos ir al cielo. Es necesario ser "pobre en espíritu", "manso", "de limpio corazón" y "pacificador". Si poseemos estas cualidades, podemos vivir en paz como hermanos, pero si no las poseemos, siempre habrá  discordia en la iglesia. Cristo insiste en que los problemas entre hermanos sean resueltos (Mat. 18:15-17). Si no buscamos la reconciliación con hermanos, no podemos adorar a Dios (Mat. 5:23,24). Pero no obstante estas enseñanzas sencillas y claras, hay hermanos entre nosotros que no se esfuerzan por reconciliarse unos con otros. Se les olvida que nuestra relación con Cristo depende de nuestra relación con los hermanos, los hijos de Dios, "hechos a la semejanza de Dios" (Sant. 3:9). Cristo quiere a sus discípulos -- los hijos de Dios -- pero a veces no los queremos nosotros. Cristo sí, nosotros no. Recordemos Mat. 25:35-40. También Sant. 4:11, "El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga la ley". ¿Creemos estos textos? ¿Los predicamos?   

Un Estudio Para Nosotros Mismos

       Este estudio es, pues, para nosotros mismos, los hermanos que se oponen al liberalismo. Lamentablemente hay muchos hermanos conservadores que no toman en serio este asunto. Nos dedicamos a predicar la "sana doctrina", insistiendo en que se respete el patrón bíblico, denunciamos toda forma del liberalismo y combatimos costumbres mundanas. En esto hacemos bien. Es indispensable que lo hagamos, pero no debemos descuidar las muchas enseñanzas que tratan del carácter, actitud, y relación correctas entre nuestros propios hermanos.

       Mat. 7:21 las incluye.

La Lucha Entre La Carne Y El Espíritu

       Es necesario combatir el liberalismo y toda forma de mundanalidad, pero es imprescindible reconocer que este presente estudio tiene que ver con una forma de mundanalidad (carnalidad). En realidad la división de la iglesia en varias partes que ha ocurrido durante los últimos treinta años no ha sido causada en todo caso solamente por el liberalismo, sino en algunos casos hermanos enemistados y disgustados unos con otros se han aprovechado de la controversia sobre la iglesia patrocinadora y el institucionalismo para separarse unos de otros. Muchos hermanos que profesan ser conservadores más bien son carnales y divisionistas. Si no somos guiados por el Espíritu para vencer las obras de la carne, nuestra lucha contra las innovaciones en la iglesia no llegará a nada. A veces no estamos preparados para combatir el liberalismo, porque entre nosotros mismos hay desavenencias, desacuerdos y escándalos (Mat. 7:1-5; Rom. 2:17-21).

El Peligro Que Enfrenta Al Hermano Conservador

       Los hermanos conservadores son -- hablando de manera general -- estrictos y exigentes. Combatimos el error y la mundanalidad, pero hemos descuidado vergonzosamente el estudio detenido acerca de la comunión entre nosotros mismos. Ha sido necesario apartarnos de hermanos liberales por no respetar éstos la autoridad de las Escrituras, y también de algunos que, aunque profesan ser conservadores, no aceptan la enseñanza del Nuevo Testamento sobre el divorcio y segundas nupcias, la Deidad de Cristo, los días de la Creación, etc. Sin embargo, los muchos textos que hablan del carácter y actitud, de luchar contra la carne, y de buscar la paz entre hermanos, son tan importantes como los textos que hablan de la organización y obra de la iglesia, del culto, del matrimonio, etc. El camino del hermano muy estricto es resbaloso, porque aunque tenga gran deseo de defender ciertas verdades básicas, pierde a veces su equilibrio, se olvida de otras enseñanzas igualmente básicas, y se aparta también de sus propios compañeros de milicia.

Iglesias Divididas

       La exhortación a los corintios (1 Cor. 1:10,11) debe ser suficiente para que nosotros evitemos las divisiones: "Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer, porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas". Las enseñanzas y exhortaciones del apóstol Pablo y otros son muy adecuadas para evitar la división entre nosotros. Sin embargo, las iglesias de Cristo -- aun las que se oponen al liberalismo -- siguen dividiéndose, como si no existieran las exhortaciones de Pablo y  otros escritores inspirados.

       Hay varias causas de tales divisiones, pero la causa principal es la carnalidad. Si los miembros de la iglesia no están resueltos a despojarse del viejo hombre y vestirse de Cristo, siempre habrá divisiones. Si se analiza más el problema, se observa que una causa mayor de la división es la falta de dirección madura y espiritual. La mayoría de las iglesias de había hispana no tienen ancianos, y ha habido mucho desorden en la junta de varones. No faltan los que hablan "cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos" (Hech. 20:30). Faltan hermanos capacitados para tapar la boca a los que enseñan el error (Tito 1:10,11), y éstos, por no ser corregidos, causan división. Ha habido en varias congregaciones falta de disciplina bíblica y esto, desde luego, permite que la levadura leuda toda la masa (1 Cor. 5:6). No hay disciplina bíblica cuando los miembros son guiados y llevados, no por la palabra de Dios, sino por sus sentimientos y preferencias personales. Una de las causas principales de la división es la vana ambición de algún hermano "al cual le gusta tener el primer lugar" en la iglesia (3 Jn. 9). La soberbia de tal hermano es desastrosa. Por ser hombre más inteligente, más exitoso en su negocio, de más conocimiento bíblico, más activo, más dadivoso, etc. gana seguidores y divide la iglesia. Desde luego, hay muchas otras causas de la división. Pero cuando reducimos todas estas causas a su común denominador, vemos que la causa básica de la división es la carnalidad; es decir, hay miembros que simplemente no permiten que Cristo sea formado en ellos (2 Cor. 3:18; Gál. 4:19), sino que siguen haciendo las obras de la carne. Tienen carácter fuerte, son egoístas, obstinados, iracundos, ambiciosos, soberbios, y resentidos. Son amadores de sí mismos pero no son amadores de la iglesia.

Los Evangelistas

       Los evangelistas tienen muchos problemas entre sí y con otros hermanos. Varios hermanos que predican la misma doctrina, hermanos que están bien unidos doctrinalmente, son enemigos personales. Rechazan el uno al otro como si fueran sectarios. No se llevan bien. Son como judíos y samaritanos (Jn. 4:9, "no se tratan entre sí"). No aplican formalmente la enseñanza de Rom. 16:17 ("os fijéis ... os apartéis"), pero en la práctica lo hacen. No pueden trabajar juntos, no recomiendan el uno al otro, no se visitan, hablan mal los unos de los otros y su relación "hermanable" es pésima. Si es necesario aplicar Rom. 16:17 a algún hermano, entonces nos conviene especificar claramente la acusación, concretar la evidencia y tomar los pasos indicados por Pablo. Lo que no conviene es hacerlo "a medias". No conviene hacerlo en la práctica sin hacerlo formal y correctamente. Dios requiere el buen orden en todo. Compárese 1 Tim. 5:19, "Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos". Hay un orden que seguir. También Mat. 5:23,24 y Mat. 18:15-17 requieren cierto orden. Igualmente Rom. 16:17. Si no lo hacemos, entonces nosotros mismos caemos bajo la condenación del texto. Si algún hermano debe ser marcado (identificado) como falso, como divisionista, como causante de tropiezos, etc. entonces que se haga de la manera más abierta y formal. De otro modo, la única alternativa es la de seguir teniendo comunión con él mientras se busca la paz y unidad.     

       ¿Dónde están los textos que describan los disgustos, desavenencias y enemistades entre Pablo, Timoteo, Tito, Epafrodito, Epafras, etc.? Pablo y Bernabé no llegaron a ser enemigos por causa del desacuerdo sobre Juan Marcos (Hech. 15:36-41). La Biblia no requiere que dos evangelistas trabajen juntos como lo hicieron Pablo y Silas, pero sí prohíbe que denuncien y destruyan el uno al otro. Pablo no llevaba ninguna campaña de odio y malicia contra Bernabé. ¿No debemos seguir el ejemplo apostólico? ¿No citamos 1 Cor. 4:16,17; Fil. 4:9, etc. para dar énfasis a la gran necesidad de imitar a Pablo? Citamos estos textos para combatir la iglesia patrocinadora. ¿Por qué no los citamos para combatir la división entre nosotros?

       Los evangelistas viajan muchos kilómetros en la obra. También podrían viajar -- aun lejos si fuera necesario -- para dialogar con algún hermano para solucionar problemas y para restaurar la comunión. Por lo menos podrían comunicarse por teléfono o por carta. ¿Por qué no lo hacen? Porque hay enemistad en lugar de amor. No existe el deseo de buscar la paz y de seguirla (1 Ped. 3:11). No nos interesa seguir "lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación" (Rom. 14:19); más bien estamos contentos con la situación de enajenación y división. La actitud de algunos parece ser expresada en las palabras, "No te necesito; prefiero ser tu enemigo". Los hermanos que son indiferentes hacia los mandamientos de Dios que requieren la paz, la unidad y la reconciliación entre hermanos son carnales y no espirituales. Cuando enseñamos el plan de salvación, ¿qué decimos de estas cosas? ¿Tienen algo que ver con el arrepentimiento? ¿Con el nuevo nacimiento?

Predicar a Cristo por Envidia y Contienda

       "Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente" (Fil. 1:15,16). ¡Imagínese! Predicar a Cristo por envidia y contienda.   

    A. "Eris, riña, contención, es la expresión de la enemistad, Fil. 1:15". Eris divide la iglesia en partidos y facciones y llega a ser el espíritu y ambiente de la iglesia. La iglesia es caracterizada no por amor sino por eris. Muchos miembros -- e incluso los evangelistas -- son sospechosos unos de otros, querellosos y dados a murmurar y quejarse unos contra otros. Este mal (eris) invade la iglesia y la destruye. La borrachera destruye muy pocas iglesias, pero las contiendas han destruido muchísimas iglesias. Los que destruyen iglesias con sus contiendas no son guiados por el Espíritu Santo, sino por la carne. ¿Cuántas iglesias han sido destruidas por los sentimientos carnales de ciertos miembros!

     B. "Echthros, denotando primariamente aborrecido u odioso ... aborreciente, hostil, se usa como nombre, significando un enemigo, adversario". En el primer siglo había mucho odio y hostilidad entre varias clases de gente, pero los que obedecieron al evangelio llegaron a ser un solo hombre (cristiano) (Efes. 2:14-16). Hay solamente un cuerpo (una iglesia) (Efes. 4:4), y los pueblos conflictivos deberían vivir y convivir en armonía en este cuerpo. Ya no somos lo que ‚ramos. Ya hemos cambiado. Ahora vivimos en otro ambiente, el ambiente de paz. Los miembros -- aunque sean predicadores -- que metan el ambiente pagano y carnal en la iglesia de Cristo seguramente dar n cuenta a Dios. 1 Cor. 3:3 había de "celos, contiendas y disensiones" en la iglesia en Corinto, y en el v. 17 Pablo dice, "Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruir  a ‚l; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es". ¿Cómo destruían el templo de Dios los corintios? Véase el v. 3.

       C. "Miseo, odiar, aborrecer, se usa especialmente de sentimientos maliciosos e injustificables hacia otros". Aquí está la explicación del odio de los hermanos: son llevados por los "sentimientos maliciosos". "Nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes ... viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros" (Tito 3:3). ¿Eramos o somos? Obviamente algunos  miembros de la iglesia todavía se aborrecen unos a otros. Su actitud y sus acciones lo demuestran. ¿Cuál es la diferencia entre nuestra  vida pasada y nuestra vida presente si todavía somos "aborrecibles, aborreciéndonos unos a otros"? Desde luego, diremos, "Pero yo no aborrezco a nadie, menos a mis hermanos", pero el aborrecer es como el amar, las dos cosas se reconocen solamente por sus acciones. No importa la profesión de amor porque los hechos hablan por sí solos. Cuando hermanos no se llevan bien, no se aguantan, se condenan unos a otros, y siempre llevan campaña para destruir la influencia y reputación unos de otros, con toda seguridad se puede decir que se aborrecen. Los evangelistas debemos poner el buen ejemplo para los demás hermanos para eliminar todas las obras de la carne de nuestra vida.

       D. "Phthonos, envidia, es el sentimiento de disgusto producido al ser testigo u oír de la prosperidad de otros, Fil. 1:15". La envidia es un pecado característico del mundo (Rom. 1:29; Tito 3:3), pero también parece ser el espíritu que mueve a algunos predicadores del evangelio. Hermanos, ¿hay envidia entre nosotros? Si no, ¿por qué hay tanta rivalidad? ¿Por que hay tanta competencia? ¿Por qué creemos que no hay lugar en el reino para cierto evangelista simplemente porque su personalidad choca con la nuestra? ¿o porque no nos gusta su manera de obrar? ¿o porque no estamos de acuerdo en asuntos de juicio y opinión? Si nuestro rechazamiento de él no es por causa de envidia, ¿como se explica el problema?

       E. "Hairesis denota (a) una elección; luego, aquello que es elegido, y, por ello, una opinión, especialmente una opinión voluntariosa, que toma el lugar del sometimiento al poder de la verdad, y  que conduce a la división y a la formación de sectas, Gá 5:20". Esta palabra significa un grupo que no se somete a la palabra de Dios, sino que acepta las opiniones y se sujeta a la voluntad de algún líder soberbio (obstinado) (Tito 1:7), y, por eso, imponente. No tiene que ver necesariamente con doctrina, sino también con el modo de proceder, el trato de cierto(s) hermano(s), etc.

       F. Corinto. Había contiendas entre los hermanos de Corinto (1 Cor. 1:11). Había "celos, contiendas y disensiones" entre ellos (1 Cor. 3:3). Era necesario corregir esa situación carnal. "Pues me temo que cuando llegue, no os halle tales como quiero, y yo sea hallado de vosotros cual no queréis; que haya entre vosotros contiendas, envidias, iras, divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias, desórdenes ... si voy otra vez, no ser‚ indulgente" (2 Cor. 12:20 - 13:2). Esta misma condición deplorable existe entre nosotros hoy día, y no debe tratarse con indiferencia. Existe una actitud carnal, una actitud de disensión. Hay una gran indiferencia hacia la división entre nosotros mismos. 

       G. ¿Exito o derrota? "Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá " (Mat. 12:25). Lo que Jesús dice en esta ocasión es bien aplicable hoy día al problema entre los predicadores del evangelio. Sus pleitos carnales ponen toda clase de trabas a la obra. Nos conviene estar unidos en la lucha contra el pecado y el error (el sectarismo, el liberalismo, costumbres mundanas, etc.), pero muchas veces luchamos unos contra otros. Los soldados del Señor dejan de pelear contra el enemigo para pelear unos contra otros.

"No Te Necesito"

       El caso de muchos predicadores -- como también de otros hermanos -- es precisamente como Pablo lo describe en 1 Cor. 12:21. La actitud de ellos para con otros predicadores se expresa con las palabras, "No te necesito". Si no necesitamos unos a otros, estamos mal. El grupo de evangelistas del cual leemos en Hechos no tuvo esta actitud. Pablo era apóstol de Jesús, pero dice acerca del joven Timoteo, "Nadie le tenga en poco, sino encaminadle en paz, para que venga a mí, porque él hace la obra del Señor as¡ como yo" (1 Cor. 16:10). Ninguno de los evangelistas del Nuevo Testamento "sobraba". Ningún evangelista tenía el derecho a rechazar y menospreciar a otro evangelista por causa de las diferencias personales, choques de personalidad y asuntos de "no me gusta".

La División Causada por La División

       Uno de los problemas más serios entre nosotros es el que es creado por causa de la división de la iglesia en alguna parte. "Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones (hairesis, secta, herejía, partido), para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados" (1 Cor. 11:19). Pero sucede que en el caso de la división de alguna iglesia varios predicadores del área inmediata, como también de otras partes (aun de otros países), se involucran de alguna manera, algunos identificándose con uno de los grupos y otros con el otro. La división de alguna iglesia de Cristo es una cosa horrible. En todo caso hay pecado. Algunos están mal y posiblemente todos. Visitamos unos a otros, predicamos en otros lugares cuando somos invitados y, por eso, si somos invitados a predicar por uno de los grupos divididos, es necesario investigar lo mejor que podamos y decidir si tendremos comunión con ellos o no. Algunos evangelistas participarán con un grupo, otros con el otro. Al hacer esta decisión seria podemos cometer un grave error, porque por lo menos uno de los grupos de la división está mal (si no los dos). En todos los casos de la división de alguna iglesia los hermanos de otras partes no estarán de acuerdo en cuanto a qué grupo está bien y qué grupo está mal. Algunos hermanos visitarán a uno de los grupos y participarán con ellos, y otros hermanos visitarán al otro grupo y participarán con ellos.

       A consecuencia de esto, los hermanos -- y sobre todo, los predicadores mismos -- que se involucran con uno de los dos grupos llegan a ser enemigos unos de otros. Aunque vivan lejos de la iglesia que se dividió, se hacen enemigos, considerándose unos a otros como infieles. Se quejan y murmuran unos contra otros, ya no quieren colaborar en nada, y escriben cartas y hacen llamadas telefónicas para destruirse el uno al otro como lo hacen los políticos y otros hombres del mundo (1 Cor. 3:3). Esta práctica es en extremo absurda. "Hermanos míos, esto no debe ser as¡".

       El "razonamiento" de algunos es así: "Si usted tiene comunión con ese grupo que a mi juicio es infiel, entonces usted también es infiel, y ya no quiero tener comunión con usted". Una pregunta: ¿hasta dónde se puede llevar este razonamiento? Supongamos el siguiente caso: El hno. A, un hermano fiel con el cual he colaborado por años, tiene comunión con la iglesia B que, según el juicio mío, es infiel; por eso, ya no puedo tener comunión con el hno. A. Ahora bien, el hno. A es invitado a predicar por una iglesia fiel en la misma ciudad donde yo vivo, una iglesia con la cual siempre he tenido buena comunión. ¿Debo suspender también la comunión con esta iglesia amada? Según el razonamiento de algunos hermanos, sí, y no solamente con ésta, sino también con todas las iglesias que reciban al hermano A. ¿Qué táctica potente del diablo para destruir la comunión entre nosotros!

       ¿Qué hacer, pues? Cuando hay división en alguna parte, cada quien tendrá que usar su mejor juicio en decidir con quiénes (con qué grupo) tendrá  comunión, pero nadie debe imponer su propio juicio y su propia decisión sobre otros en cuanto a qué‚ grupo sea fiel y qué‚ grupo infiel. Es necesario que haya respeto mutuo.

Meditar en estos textos

       Por lo tanto, conviene hacer un estudio detenido de los textos que hablan de la relación apropiada entre hermanos. Si vamos a enseñar, tenemos que ser enseñados (Esdras 7:10; Rom. 2:21). Jesús tuvo que enseñar a sus doce apóstoles que aunque ellos ocuparan doce tronos para juzgar las doce tribus de Israel (Mat. 19:28), tenían que ser dóciles como niños (Mat. 18:3,4). Muchos hermanos -- y aun evangelistas -- de iglesias conservadoras no han aprendido esto. ¿Tendrán más alto concepto de sí que el que deben tener? (Rom. 12:3) ¿No quieren humillarse para ser pacificadores? ¿Aman la contienda más que la unidad de la iglesia? Toda actitud carnal pone trabas gravosas a la obra.

Ensanchar el Corazón

       Dice Pablo, "Nuestra boca se ha abierto a vosotros, o corintios; nuestro corazón se ha ensanchado. No estáis estrechos en nosotros, pero sí sois estrechos en vuestro propio corazón. Pues, para corresponder del mismo modo (como a hijos hablo), ensanchaos también vosotros" (2 Cor. 6:11-13). Muchos hermanos tienen su corazón muy estrecho unos para con otros, como los corintios eran estrechos en su corazón hacia Pablo. "Admitidnos: a nadie hemos agraviado, a nadie hemos corrompido, a nadie hemos engañado" (2 Cor. 7:2). Pablo dijo, "Aceptadnos en vuestro corazón" (BAS). El quería que ellos hicieran lugar para ‚l en sus corazones. El corazón humano tiene gran capacidad para aceptar a muchos, pero lamentablemente hasta hermanos lo cierran unos contra otros. ¿Cómo se puede ensanchar el corazón estrechado? Expresar el amor (buena voluntad) a los que nos rechazan: "pues ya he dicho antes que estáis en nuestro corazón, para morir y para vivir juntamente" (2 Cor. 7:3), y tener siempre una buena actitud, dispuesta a perdonar, a tolerar y a ayudar. Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación" (Rom. 14:19). "Busque la paz, y sígala" (1 Ped. 3:11). "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor ... Permanezca el amor fraternal",  (Hebreos 12:14; 13:1).

       Amados hermanos, es obvio, pues, que debemos dar mucha atención a los siguientes textos y estudios sobre la relación que debemos tener unos con otros.

 

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