“NO MURMURÉIS”

1 COR. 10:13

Introducción.

       A. 1 Cor. 10:1-12, no imitar al pueblo de Israel. Eran culpables de la codicia, la idolatría, la fornicación, el tentar al Señor, y el murmurar. “Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor”.

       B. V. 6, 11. “Estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros…y están escritas para amonestarnos”.

I. Significado y práctica de “murmurar”.

       A. Cristo y los apóstoles nos enseñan claramente cómo debemos exhortar, amonestar, reprender y corregir los unos a los otros (Mat. 18:15-17; Gál. 6:1-3; 1 Tes. 5:14; 2 Tim. 2:24; 4:2 y muchos otros textos). También estamos obligados a exponer el error doctrinal y a los que lo enseñan. Esto no es murmurar.

       B. El murmurar es el quejarse con descontento, indignación; musitar; gruñir (mostrar disgusto, odio y repugnancia). Cuando hay “murmullo” ninguno quiere hablar abiertamente. El murmurar es como hablar entre dientes, susurrar. De esta manera los escribas y fariseos murmuraban contra Jesús (Luc. 15:2) y contra los discípulos de Jesús (Luc. 5:30). Véase Jn. 7:12, 13.

       C. Parece que el quejarse o el murmurar son prácticas universales: la gente se queja del tiempo, del gobierno, de la enfermedad, de la pobreza, de los vecinos. Es como diversión para algunos, un pasatiempo.

       D. Pero no debe existir en la iglesia este mal porque es pura carnalidad.

II. El pueblo de Israel murmuraba contra Dios.

       A. Números 11:1, “Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová…”

               1. ¿Causas? En este caso la Biblia no dice pero posiblemente por causa de fatiga, ansiedad, lo duro del ambiente en el desierto, lo desconocido del camino, etc. Muchos creen que por causa de la naturaleza pecaminosa con la que el hombre supuestamente nace comete tales pecados, pero esta teoría no es Biblia sino calvinismo. La causa verdadera era la falta de fe en Dios, en su dirección y su provisión. Obviamente ya olvidaban las “grandes obras” de Dios en Egipto (las diez plagas), el milagro del Mar Rojo y la destrucción del ejército de Faraón.

              2. El murmurar siempre provoca la ira de Dios. El castigo fue severo: “lo oyó Jehová, y ardió su ira, y se encendió en ellos fuego de Jehová, y consumió uno de los extremos del campamento”.

       B. Números 11:4-6, 10. Se quejaron del maná y recordaban lo que comían en Egipto. Lloraban y dijeron: “¡Quién nos diera a comer carne!”

              1. El verdadero problema: falta de gratitud por la provisión de Dios. Se les olvidó la miseria de la esclavitud en Egipto y sólo pensaban en la comida que disfrutaban.

              2. Tales quejas desagradan a Dios y provocan su ira. V. 10, “la ira de Jehová se encendió en gran manera.” Les dijo (v. 18-20), “comeréis carne… hasta que os salga por las narices y la aborrezcáis, por cuanto menospreciasteis a Jehová que está en medio de vosotros”. V. 33, “Aun estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió en el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una plaga muy grande”.

       C. Núm. 14:1, 2, “se quejaron contra Moisés y contra Aarón” por causa del reporte desalentador que diez de los doce espías trajeron de la tierra prometida. Véase la consecuencia en los versículos 27-32.

              1. En realidad murmuraban contra Dios (v. 27).

              2. Compárense otros textos: Saulo persiguió a la iglesia (Hech. 8:3),  pero al hacerlo persiguió a Cristo, Hech. 9:4. Al pecar contra el hermano débil “contra Cristo pecáis”, 1 Cor. 8:12. “El que desecha, no desecha a hombre, sino a Dios”, 1 Tes. 4:8, “El que a vosotros desecha, a mí desecha”, Luc. 10:16. Los que rechazaron el bautismo de Juan “desecharon los designios de Dios”, Luc. 7:30,

       D. Núm. 16:49, 14,700 muertos por causa de sus rebeliones y murmuraciones.

III. Textos del NT que condenan el murmurar y el quejarse.

       A. Rom. 1:30, “murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres…”

       B. Fil. 2:14, “Haced todo sin murmuraciones y contiendas”. No conviene pasar por alto el pecado (Jn. 7:24; Sant. 5:19, 20; Gál. 6:1,2), pero es pecado juzgar por apariencias  (Jn. 7:24), o por malas sospechas (1 Tim. 6:4) o por preferencias personales. Este texto prohíbe el hablar a espaldas del hermano para criticar y dañar su reputación, hablar con motivos carnales, hablar sin saber o entender bien el asunto, o hablar contra un hermano o una hermana simplemente porque no le gustan.

       C. Heb. 13:17, “Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta, para que lo hagan con alegría y no quejándose, porque eso no sería provechoso para vosotros.

       D. Sant. 4:11, “Hermanos, no murmuréis (calumniar, 2 Cor. 12:20; 1 Ped. 2:1, difamación) los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley”. Se refiere a lenguaje áspero, duro, que no edifica sino difama y destruye. Tal murmurador no considera sus propias faltas (Gál. 6:1), sino que sólo busca faltas de otros hermanos para hablar de ellas a todo el mundo. (Y desde luego, exagerar para que la crítica sea más interesante.) Tal persona juzga la ley (Mat. 7:1-5; 7:12; Jn. 13:34) y se establece a sí misma como el juez para entregar el veredicto sobre su hermano. Ocupa el puesto de Jesús.

       E. Sant. 5:9, “Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta”. Véase el cap. 3 sobre el uso malo de la lengua (v.9, bendecir a Dios y maldecir al hombre). Esta conducta describe a los hermanos querellosos, impacientes, sospechosos, envidiosos, contenciosos. Refleja mal carácter, temperamento difícil. Significa que la persona todavía está dominada por la carne y que rehúsa amar a sus hermanos, porque no se ha despojado del viejo hombre (Rom. 6:3-7).

       F. 1 Ped. 4:9, “Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones”.

IV. ¿Qué indica el murmurar?

       A. Repito: No se trata de exhortar, amonestar, ni de reprender, con tal que se hagan apropiadamente. Mat. 18:15-17; Gál. 6:1, 2; 1 Tes. 5:14; 2 Tim. 2:24, etc.

       B. Indica que a pesar de todo lo que Dios ha hecho por nosotros, todavía retenemos carnalidad en el corazón, el viejo hombre no está muerto (Rom. 6:3-7), no queda despojado (Efes. 4:22-32).

       C. Indica falta de amor. En realidad demuestran claramente que no ama a sus hermanos. Piense en alguien (marido/esposa, hijos, padres) a quién sinceramente ama. ¿Murmura y se queja contra ellos? ¿Por qué no? Porque los ama no de labios sino de corazón. Será igual en la iglesia; si en verdad nos amamos los unos a los otros, dejaremos de murmurar y quejarnos los unos de los otros.

       D. Es lo opuesto de la paciencia, la longanimidad, el ser sufrido, el soportar los unos a los otros. 1 Cor. 13:4-7.

Conclusión.

       A. Hay que preguntarnos, ¿por qué murmuramos y nos quejamos unos contra otros? ¿Qué beneficio recibimos del acto? No hay beneficio material. Perdemos la buena voluntad del hermano y de otros porque no es nada placentero estar en la presencia de murmuradores. ¿Deseamos el arrepentimiento de la persona que difamamos? ¿Estamos siguiendo el plan bíblico para lograr este fin?

       B. Recordemos que esto es asunto muy serio, porque el juzgar la ley de Cristo es acto presuntuoso y de rebelión. No debemos juzgar la ley sino guardar la ley.

       C. 1 Cor. 10:12, conclusión de los versículos 1-11, “el que piensa estar firme mire que no caiga”.