¡Muchos Nunca Aprenden a Escuchar!

 

Introducción.

     “El que tiene oídos para oír, oiga”; Mat. 11:15; 13:9, 43; Mar. 4:23; Luc. 8:8. Es problema serio. (¿Oirán este sermón?).

     No prestan atención: Niños, jóvenes en el hogar y en la escuela; obreros en el trabajo o en el negocio; distraídos, inatentos, aburridos.

     Aun algunos (jóvenes, adultos) que asisten a las clases bíblicas y los servicios (por un tiempo). Están presentes solamente en cuerpo. Mat. 15:8, “me honra con sus labios, corazón lejos de mí..”

     Muchos no oían a Jesús. Es Emanuel - ¡Dios con nosotros! Pero muchos no le hacían caso. No prestaban atención a lo que El decía. Constantemente dijo, “El que tiene oídos para oír, oiga”.

     Lo mismo sucede ahora. Muchos no le hacen caso. No escuchan, no aprenden. La condición de el que tiene oídos y no oye es peor que la del sordo.

 

I. Algunos son “tardos” para oír. Hebreos 5:11, “Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír”. 6:12, “perezosos”.

     Muchos que son muy diligentes, aplicados, en el trabajo y en la escuela, son perezosos en cuanto al estudio bíblico; para esto la “maquinaria” mental está algo oxidada.

     “Tardo” quiere decir lento, torpe, indolente, perezoso. Mat. 13:15, “oyen pesadamente”. Santiago 1:19, “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír”.

     No están acostumbrados a estudiar la Biblia detenidamente. Cuesta trabajo oír, estudiar, concentrarse. Por eso, Jesús dice repetidas veces, “el que tiene oídos para oír, oiga”.

    

II. Algunos tienen “comezón de oír”.

      2 Tim. 4:3 “teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus malos deseos,  4  y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”.

     Aman fábulas, ficción. No aman la verdad porque ésta choca con sus creencias, prejuicios y opiniones.       La verdad les obliga a someterse a Dios, y prefieren salirse con la suya.

 

III. Pero hay oidores nobles.

     Hechos 17:11, “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra de buena gana, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”.

    

IV. ¿Por qué es tan importante ser buenos oyentes?

     A. Para ser bendecidos. Mat. 13:16, “Mateo 13:16, “Pero dichosos (felices) sus ojos, porque ven; y sus oídos, porque oyen…17  Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que ven, y no lo vieron; y oír lo que oyen, y no lo oyeron”.

     B. Para tener fe salvadora. Rom. 10:14, “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? 17  Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. ¿Hay poca fe? ¿Por qué? ¡Porque hay poco oír!

     C. Para llevar fruto. Luc. 8:15, “Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia”.

     D. Para no desviarnos, Hebreos 2:1, “Por tanto, es necesario que con más diligencia prestamos atención a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos”.

     El primer paso hacia la apostasía es el no escuchar. Adultos, niños, jóvenes que no cantan, no escuchan al sermón ¡en poco tiempo ni asisten!

     E. Para no ser rechazados. Mateo 10:14, “Y si alguno no oye sus palabras, al salir de aquella casa o ciudad, y sacudan el polvo de sus pies... 15 en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad”.

 

V. ¿Cómo podemos aprender a escuchar mejor?

     A. Recordar que es acto de culto. Es parte de la adoración. Deut. 6:4, “Oye, Israel…”

     Si no estamos escuchando, no estamos adorando. ¡Cristo está presente! Debemos ser reverentes, atentos, poniendo atención a cada paso del culto.

     B. La clave: participación. Estudiar de antemano, luego participar en la clase bíblica. Resueltos a aprender, ser edificados. No somos espectadores, sino participantes.

     C. Escuchar todo el sermón. El predicador debe estar bien preparado, con tema bien estudiado, organizado, interesante. Muchos utilizamos la ayuda visual, pero como sea, todos deben escuchar todo el sermón, de principio a fin.

     D. Acompañar al predicador en el estudio del tema, en lo que habla y en lo que tenga escrito. Oír y leer - doble aprendizaje para grabarlo mejor en la mente.

     E. Escuchar con fe. Heb. 4:2, “a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron”. Oír y creer (aceptar).

     F. Escuchar para obedecer. Santiago 1:22, “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos... 23  Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Se mira a sí mismo y se marcha, y en seguida olvida cómo era.

    

Conclusión.

     ¿Qué clase de oidores somos? ¿Tardos (perezosos)? ¿Con comezón? ¿Nobles?

     ¿Por qué es tan importante prestar atención? Para ser bendecidos … para tener fe salvadora … para llevar fruto para Dios … para no desviarnos … para no ser rechazados.

     ¿Qué nos ayuda a oír correctamente? Recuerde que es adoración; por eso, participar, escuchar todo el sermón, oír y leer los textos, escuchar con fe, escuchar para obedecer …

     No ser como los de Ezeq. 33:32, “Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra”.

     Más bien, seamos como dice Isa. 55:2, “Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma. 3  Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma”.