“LOS CUALES SE CONVIRTIERON AL SEÑOR”
Hechos 9:35
Textos que dicen “convertirse” (epistrefo)
Mateo
13:15, “Porque el corazón de
este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus
ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos,
Y con el corazón entiendan, Y
se conviertan, Y yo los sane”.
Lucas
1:16, Acerca de Juan el Bautista, “Y
hará que muchos de los hijos de Israel
se conviertan al Señor Dios de ellos”.
Hechos 26:18, describiendo el ministerio del
apóstol Pablo: para que abras sus ojos, para que
se conviertan de las tinieblas a la
luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en
mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados”.
Hechos 3:19,” Así
que, arrepentíos y convertíos, para
que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor
tiempos de refrigerio”.
2 Corintios 3:15, 16,
hablando de los judíos inconversos: “Y
aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el
corazón de ellos. 16 Pero cuando
se conviertan al Señor, el velo se
quitará”.
Otros textos como
Hechos 9:35: Hechos 11:21, “gran
número creyó y se convirtió al
Señor”; 14:15, “os anunciamos que de
estas vanidades (ídolos) os convirtáis
al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos
hay”; 15:19, “los gentiles que
se convierten a DiosӬ;
26:20, “que se arrepintiesen y
se convirtiesen a Dios, haciendo
obras dignas de arrepentimiento”; 1
Tesalonicenses 1:9, “como os
convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero”.
El “convertirse” significa “volver al Señor”
Hechos 9:35, “los
que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron
al Señor”
Hechos 11:21, En Antioquía de
Siria, “Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió
al Señor”.
Hechos 14:15, “os anunciamos
que de estas vanidades os convirtáis al
Dios vivo…”
Hechos 15:19, “Por lo cual yo
juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten
a Dios”.
Hechos 26:18, 20, “para que
se conviertan de las tinieblas (ignorancia, superstición) a la luz (conocimiento
del evangelio), y de la potestad de Satanás
a Dios … anuncié … que se
arrepintiesen y se convirtiesen a Dios…”
1 Tesalonicenses 1:9, “os
convertisteis de los ídolos a Dios,
para servir al Dios vivo y verdadero”.
1 Pedro 2:25, “Porque
vosotros erais como ovejas descarriadas, pero
ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo
de vuestras almas”.
Los apóstoles no dijeron que la gente debería
convertirse a la iglesia. La
conversión verdadera es hacia
Dios.
La conversión significa cambio de corazón y cambio
de estado que resulta en cambio de vida y cambio de destino.
¿De qué consiste la conversión?
No significa simplemente “recibir a Cristo en su
corazón”.
Ningún texto bíblico enseña tal cosa. Y no es “por fe
sola”. Muchos textos enseñan que la salvación es por la fe pero el único texto
que menciona “fe solamente” dice que el hombre es justificado por obras y no
solamente por la fe” (Santiago 2:24).
En cuanto a la conversión, el Calvinismo deja todo
en manos de Dios. Esta falsa teología enseña que antes de la fundación del mundo
Dios ha elegido a los que serán salvos y que los llamará de una manera
irresistible para darles fe. Por eso, mucha gente va al altar y ora y ora
pidiendo una experiencia de gracia y los que no la reciben ¿a quién culpar si no
es Dios?
Se requiere que uno
oiga el evangelio puro, porque
Romanos 10:17 dice que “la fe es por
el oír, y el oír por la palabra de Dios”. Este evangelio es el mensaje de
salvación predicado por los apóstoles en el libro de Hechos de los Apóstoles.
En cada caso de conversión en Hechos de los
Apóstoles la gente oyó el evangelio.
Hech. 2, Día de Pentecostés, Pedro y
los apóstoles predicaron, 2:14-40; Hech.
8, los samaritanos y el etíope oyeron a Felipe,
8:12, 35-37; Hech. 9, 22, 26, Saulo
oyó a Ananías; Hech. 10, 11,
Cornelio oyó la predicación de Pedro,
10:34-43; Hech. 16, Lidia y su familia oyeron a Pablo,
16:14; 16:32, el carcelero oyó a
Pablo y Silas; 18:8 los corintios
oyeron a Pablo; 19:1-4, los efesios
oyeron a Pablo. Sin excepción el oír el evangelio era el primer paso de la
conversión en Hechos de los Apóstoles.
Habiendo oído el evangelio los que serían
convertidos al Señor creyeron.
Hech. 2:37, “se compungieron de
corazón” indica que habían creído el mensaje; se persuadieron que era la verdad;
8:12, “creyeron a Felipe que
anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo…”;
Hech. 26 Saulo de Tarso escuchó a
Cristo y a Ananías y no era “rebelde” a lo que oyó; es decir, creyó y aceptó el
mensaje; Hech. 10, 11, obviamente
Cornelio y su casa creyeron porque de una vez obedecieron
al evangelio; Hech. 16, lo mismo
Lidia y el carcelero; Hech. 18:8
“muchos de los corintios oyendo, …”;
Hech. 19, los efesios oyeron y fueron obedientes, indicando que creyeron el
mensaje de Pablo (el evangelio).
Otro paso muy importante es la
confesión de fe.
Mateo 10:32, 33, “A
cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le
confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 33 Y a
cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de
mi Padre que está en los cielos”.
Romanos 10:9, 10, “que
si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que
Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el
corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”.
El ejemplo de esta confesión se encuentra en
Hechos 8:37, “Y
yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua;
¿qué impide que yo sea bautizado? 37 Felipe dijo: Si crees de
todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo
de Dios”. Sin duda esta es la confesión hecha por Timoteo delante de muchos
testigos (1 Tim. 6:12). “Hijo de
Dios” quiere decir “Dios el Hijo”. Cristo era “igual a Dios” (Juan
5:18) porque era “la imagen misma” de Dios (Hebreos
1:3). Es llamado Dios en Jn. 1:1;
Rom. 9:5; Tito 2:13; 2 Pedro 1:1; 1 Jn. 5:20. Los más conocidos y famosos
que niegan a Cristo, diciendo que
era una “cosa” creada son los falsos “testigos” de El Atalaya. Afirman
esto en Col. 1:16 en su PERversión
de las Escrituras llamada Traducción del Nuevo Mundo. Pregúnteles por qué
aborrecen a Cristo.
Después de oír, creer, arrepentirse y confesar a
Cristo, para convertirse según la Biblia, uno debe ser
bautizado (sepultado,
Rom. 6:4) en agua (Hech.
8:36; 10:47) en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo
28:19) para el perdón de pecados,
Hechos 2:38.
Otra vez, observando los casos de conversión en
Hechos de los apóstoles, aprendemos que el paso final para obtener el perdón de
los pecados es el bautismo:
Hechos 2:38, 41, “Pedro
les dijo: Arrepentíos, y bautícese
cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y
recibiréis el don del Espíritu Santo….41 Así que, los que
recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil
personas”; 8:12, “ Pero
cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el
nombre de Jesucristo, se bautizaban
hombres y mujeres” …
9:18, Saulo de Tarso, “levantándose
fue bautizado” (22:16,
“Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y
bautízate, y lava tus pecados,
invocando su nombre”) … 10:48,
Cornelio y casa, “mandó bautizarles
en el nombre del Señor Jesús…”; 16:15,
Lidia, “y cuando fue bautizada, y su
familia…”; 16:33, el carcelero de
Filipos, “ Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche
(media noche, v. 25), les lavó las
heridas; y en seguida se bautizó él
con todos los suyos”. 18:8, “muchos
de los corintios, oyendo, creían y eran
bautizados”; 19:5, efesios,
“cuando oyeron esto, fueron bautizados
en el nombre del Señor Jesús”.
Añadidos a la iglesia
El convertido no está solo. Varios textos enfatizan
que el nuevo converso es parte de un grupo muy especial. Hay “Support
Groups” (grupos sostenedores) para muchos problemas: varias enfermedades
(mayormente el cáncer), adicciones (alcohol y las demás), depresión, varios
problemas mentales, etc. Al unirse con estos grupos se encuentra información,
apoyo, soluciones, etc. para poder vivir con el problema que moleste y aflija.
Todos reconocen la importancia de estos grupos.
Pero el grupo especial del cual el nuevo converso
llega a ser parte se identifica es el grupo establecido por Cristo y siendo
divino, es el grupo mucho más importante que los demás porque nos apoyan, animan
y sostienen espiritualmente.
Este grupo se idéntica en el Nuevo Testamento como:
la iglesia de Cristo, el cuerpo de
Cristo, el reino de Cristo, el rebaño de Cristo, el templo de Cristo. El
converso debe formar lazos fuertes con sus hermanos en la iglesia de Cristo, con
los demás miembros del cuerpo de Cristo, con los demás ciudadanos en el reino de
Cristo, con las demás ovejas en el rebaño de Cristo y con las demás piedras
vivas en el templo de Cristo.
Añadidos a la iglesia de Cristo
Hechos 2:47, “Y el Señor
añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”.
Hechos 2:44-46; 4:34-37 indican el
espíritu de verdadero compañerismo, aun compañerismo sacrificial,
que existía en la iglesia primitiva. Aun vendían sus “propiedades y bienes” para
servir a sus hermanos.
Bautizados en el cuerpo
1 Cor. 12:13, “Porque
por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un
cuerpo”. Este bautismo es el de
Hechos 18:8. Es por un solo Espíritu
porque el evangelio predicado por los apóstoles era el mensaje del Espíritu
Santo (Juan 14:26; 16:13).
Los conversos al Señor son miembros
del cuerpo de Cristo que funcionan unidos, los unos por los otros (1
Cor. 12:25) y llevando a cabo la obra de Cristo (Rom.
12:6-8). Heb. 10:25 dice, “no dejando de congregarse” y si algún hermano(a)
no está presente en la reunión para adorar a Dios, los demás miembros deben
preocuparse por él/ella para saber la causa de ausencia.
Gálatas 5:13, “servíos por
amor los unos a los otros”; Rom. 15:14,
“podéis amonestaros los unos a otros”;
Hebreos 10:24, 25, “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor
y a las buenas obras, no dejando de congregarnos …”;
1 Tesalon. 5:11, “animaos unos a
otros y edificaos unos a otros”; Gálatas
6:2, “Sobrellevad los unos las cargas de los otros”;
Efes. 4:2, “soportándoos unos a los
otros en amor”; Sant. 5:16,
“Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros”.
Por lo tanto, los conversos deben conocerse los unos
a los otros. Deben imitar a los cristianos primitivos que se juntaron para
partir el pan en las casas (Hech. 2:46).
Debe haber genuino amor entre ellos para practicar la enseñanza de todos los
textos que hablan de “unos y otros”, para ser un verdadero “grupo sostenedor”
espiritual.
Trasladados al reino
Col. 1:13, “el cual nos ha
librado de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”. Los conversos
sostienen una relación muy especial siendo ciudadanos del reino de
Cristo.
Ovejas del rebaño de Cristo
Hech. 20:28, “Por
tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha
puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su
propia sangre”. Los conversos disfrutan de la gran bendición de ser alimentados,
guiados y protegidos por pastores piadosos que velan por sus almas (Hebreos
13:17).
Piedras vivas en el templo de Cristo
1 Cor. 3:17, “el templo de
Dios, el cual sois vosotros, santo es”;
1 Ped. 2:5, “vosotros
también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y
sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por
medio de Jesucristo”; Efes. 3:21, “a
él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos
de los siglos. Amén”. La iglesia existe para la Gloria de Dios. La adoración a
Dios es la función principal de los conversos como “piedras vivas” en su templo.
Los conversos son añadidos al cuerpo de cristo no solamente para servir los unos
a los otros sino también para evangelizar y salvar a los perdidos.
Para este trabajo es indispensable el “sermón” de
sus vidas y sus buenas obras.
Mat. 5:13, 16, “Vosotros sois la sal
de la tierra … sois la luz del mundo”. Cristo se refiere a la influencia
de los conversos fieles cuya vida reflejaban las virtudes del evangelio de
Cristo. Los del mundo pueden ver la gran diferencia entre la vida del cristiano
y la vida de ellos y quieren tener lo que los
cristianos tienen.
Pero, desde luego, si los “cristianos” todavía viven
como los del mundo ellos no son luz sino tinieblas.
Mateo 5:16, “Así alumbre vuestra luz
delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y
glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Pero si no hay buenas obras
que observar, ¿glorificarán a Dios? El mundo nunca tendrá interés en el
“evangelio” que no cambia la vida de los “conversos”.
1 Pedro 2:12, “manteniendo buena
vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de
vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al
considerar vuestras buenas obras”.
Mateo 28:19, “Por tanto, id,
y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo”. Esta era la Gran Comisión para los apóstoles,
pero también es la Gran Comisión para la iglesia.
Hechos 8:4, “Los que fueron
esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio”;
Hech. 11:19, 20 “los que habían sido
esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban, pasaron
hasta Fenicia, Chipre y Antioquía … anunciando el evangelio”.
1 Ped. 3:15, “sino
santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y
estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia
ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”.
Todos debemos tener la actitud del apóstol Pablo.
Hechos 26:28, 29, “Entonces
Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano. 29 Y
Pablo dijo: ¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino
también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto
estas cadenas!
2 Cor. 5:10, 11, “Porque
es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para
que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea
bueno o sea malo. 11 Conociendo, pues, el temor del Señor,
persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y
espero que también lo sea a vuestras conciencias”. Si en verdad el cristiano
conoce el temor del Señor y cree que los perdidos serán castigados para siempre
en el infierno, trabajará día y noche para rescatar almas de este terrible
sufrimiento.
CONCLUSIÓN
La conversión es una gran
victoria sobre Satanás. Luc. 10:17, 18; Rom. 8:37. El
oír es victoria sobre la ignorancia,
la indiferencia y el prejuicio. El creer
es victoria sobre la incredulidad, duda y es escepticismo. El
arrepentirse es victoria sobre la
rebelión, la voluntad obstinada y el corazón duro. El
confesar a Cristo es victoria sobre
la timidez, el temor y la vergüenza. Y el
bautismo es victoria sobre la
sabiduría humana, el prejuicio sectario y el dominio de Satanás (porque en este
paso final de obedecer al evangelio uno sale del reino de Satanás y entra en el
reino de Cristo).
El convertirse es dejar el camino
ancho que lleva al infierno y anda en el camino angosto que lleva al cielo.
Mateo 7:13, 14, “Entrad por la puerta estrecha; porque
ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son
los que entran por ella; 14 porque estrecha es la puerta, y
angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.
Los que se convirtieron al Señor
fueron perdonados por el Señor (Hechos 2:38), justificados,
reconciliados con Dios, santificados para la obra del Señor.
El convertirse no significa, como dicen muchos, que
uno simplemente recibe a Cristo en su corazón. La conversión no se lleva a cabo
por la “fe sola”. Por fe, sí, pero por fe sola, mil veces no. La supuesta
salvación por la fe sola no se enseña en el Nuevo Testamento, sino que salió a
la luz años después durante las apostasías de la iglesia. Santiago 2:24 dice
enfáticamente: “Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras,
y no
solamente por la fe”.
Como Pablo dice en Gálatas 5:6 lo que salva es “la
fe que obra por el amor”.
Los conversos son añadidos a la iglesia de Cristo,
“bautizados en un cuerpo”, trasladados “al reino” de Cristo. Son ovejas en el
rebaño de Cristo. Son piedras vivas en su templo. Siendo miembros de este
“grupo” divino, deben aprender y practicar todos los textos “unos y otros”
porque son familia, verdaderos hermanos
en la casa de Cristo.