EL
PURGATORIO
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (ASOCIACIÓN DE EDITORES DEL CATECISMO): P.
241, III, LA PURIFICACIÓN FINAL O PURGATORIO. 1030. Los que mueren en la gracia
y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros
de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a
fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.
1031 La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la
Escritura (por ejemplo, 1 Co 3, 15; 1 P 1, 7, habla de un fuego purificador:
Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio,
existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquel que es la Verdad, al
decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto
no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt. 12, 31). En esta
frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo,
pero otras en el siglo futuro (San Gregorio Magno, dial. 4, 39).
1032. Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los
difuntos, de la que ya habla la Escritura: “Por eso mandó (Judas Macabeo) hacer
este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados
del pecado (2 Macabeos 12, 46).
La Iglesia Católica enseña que las almas de individuos que han muerto con
pecados veniales (transgresiones no mortales sino leves) que no han sido
perdonados, o con pecados por los cuales no han sufrido la pena temporal no van
al infierno pero tampoco al cielo, sino a este lugar llamado “purgatorio” para
ser purificadas con fuego para ir eventualmente al cielo.
Para probar esta doctrina citan 2 Macabeos 12:43, texto vago en un libro
“apócrifo”. Los libros “apócrifos” son libros agregados a la Biblia que
supuestamente son libros sagrados pero que no pertenecen al canon de la Biblia.
No se incluyen en la Septuaginta, versión griega del Antiguo Testamento. Y no
fueron aceptados como Escritura por los judíos ni por Cristo y los apóstoles.
Pero este texto no les ayuda. En
los versículos anteriores (2 Macabeos 12:38-40) aprendemos que “encontraron
debajo de la ropa de los que habían sido muertos algunas ofrendas de las
consagradas a los ídolos que había en Yamnia, cosas prohibidas por la ley de los
judíos, con lo cual conocieron todos evidentemente que esto había sido la causa
de su muerte”.
Este texto no les ayuda para justificar la doctrina del purgatorio porque habla
de gente culpable de la idolatría y este pecado según el catolicismo es pecado
mortal y no venial (pecado que no resulta en separación eterna de Dios).
Uno de los textos del Nuevo Testamento que se emplea (mal) para probar la
existencia del purgatorio es Mateo 12:32, “A cualquiera que dijere alguna
palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra
el Espíritu Santo, no será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”. El
argumento católico es que en el cielo no hay pecado y que no se refiere al
infierno porque en el infierno no habrá perdón; por eso, tiene que ser
purgatorio.
Una de las reglas más importantes para entender y explicar textos bíblicos es
que se tome en cuenta lo que dicen los textos paralelos. Marcos 3:29 es
paralelo con Mateo 12:32. Mateo y Marcos hablan de la misma ocasión y las
palabras de Marcos explican perfectamente las palabras de Mateo, diciendo, “pero
cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo no tiene jamás perdón,
sino que es reo de juicio eterno”. La frase “no tiene jamás perdón” equivale a
“no será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”. Indudablemente el texto
en Marcos fija el significado verdadero de las palabras de Mateo.
Además, otro texto paralelo es Lucas 12:10 dice, “no le será perdonado”.
Estos dos textos (Marcos 3:29; Lucas 12:10) explican perfectamente lo que Mateo
dice (12:32): Dicen que nunca tiene perdón. Es indispensable que dejemos
que la Biblia se explique sola, que la Biblia explique la Biblia.
También citan 1 Corintios 3:15 para sostener la doctrina del purgatorio
donde supuestamente los que mueren con pecados no mortales van para ser
purificados con fuego (y con oraciones y el pago de misas). 1 Corintios
3:13-dice, “Si la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la
declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cual sea, el
fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá
recompensa. Si la obra de alguno se quemare, el sufrirá pérdida, si bien él
mismo será salvo, aunque así como por fuego”-
Pero este texto no les ayuda porque dice que “la obra de cada uno se hará
manifiesta… pues por el fuego será revelada” y la Iglesia Católica no enseña
que “cada uno” va al purgatorio. La “obra” en este texto son los que hayan
convertido. La “obra” de cada quien es probada como si fuera por fuego y
aunque se pierda su obra (es decir, los conversos no perseveran), comoquiera si
el obrero era cumplido en su trabajo él será salvo.
Además la Iglesia Católica enseña que almas son purificadas en el
purgatorio pero 1 Corintios 3:15 no habla de almas sino de obras.
Tampoco habla este texto de purificar sino de probar. La obra de
cada quien (los que hayan convertido) es probada como si fuera por fuego y
aunque se pierda su obra (los conversos no perseveran), comoquiera si el obrero
era cumplido en su trabajo él será salvo.
Nadie es purificado por fuego.
Esta doctrina niega la eficacia de la sangre de Cristo. Somos purificados por la
sangre de Cristo y nuestra obediencia. No hay texto que enseñe que el fuego
sirva para purificar. Esta doctrina (purgatorio) contradice 1 Juan 1:7 y
los otros textos que dicen que somos redimidos por Cristo y su sangre.
Otro texto muy importante en este estudio es Lucas 16:19-31. Cristo habla
de cierto hombre llamado Lázaro. (Por eso, este texto no es parábola porque las
parábolas nunca de hablan de personas en particular).
El rico murió y en el Hades alzó los ojos estando en tormentos, diciendo “ten
misericordia de mí porque estoy atormentado en esta llama”. No dice nada de
purgatorio y no se le ofreció la esperanza de escapar después de ser purificado
por fuego por algún tiempo (con tal que su familia orara por él y pagara por
cierto número de misas).
Finalmente, consideremos 1 Pedro 3:18-20. Se afirma erróneamente que
Cristo predicó a las almas en el purgatorio. Dicen que los encarcelados no están
en el cielo y que los que van al infierno no se llaman encarcelados; por eso,
tiene que ser el purgatorio.
Pero otra vez la Iglesia Católica se contradice a sí misma. ¿Quiénes son estos
encarcelados? Eran los “desobedientes”, palabra que se traduce “incrédulos” en
la Biblia Católica (Editorial Herder, Barcelona) y este es pecado mortal.
Por eso, otra vez el mismo texto que tuercen les contradice.
Los encarcelados de este texto no están en el purgatorio sino en lo que el
apóstol Pedro llama el “tártaro”, o “prisiones de oscuridad” (2 Pedro
2:4) reservados para el juicio final. No hay “segunda oportunidad” para los
tales. (El “Tártaro” es el lugar de tormento en el Hades, la morada provisional
de los espíritus sin cuerpo. Los muertos fieles van al Paraíso, lugar de reposo
en el Hades).
Recuérdese que 1 Pedro 1:10-12 enseña que el Espíritu de Cristo estaba en los
profetas y Noé era uno de aquellos profetas. Por eso, este texto (1 Pedro
3:18-20) se refiere a la predicación de Cristo por boca de Noé del cual el texto
habla claramente. Los incrédulos (los que desobedecieron esa predicación) son
los que en la actualidad están encarcelados en el Tártaro (Hades) esperando el
juicio final.
Conclusión.
Después de la muerte no habrá ni penitencia, ni oraciones ni otros medios de
salvación. Hebreos 9:27; Proverbios 11:7; 2 Corintios 5:10.
El “purgatorio” es producto de la imaginación del clero romano. Es pura ficción.
Como dice el apóstol Pablo (2 Timoteo 4:4), “Y APARTARÁN DE LA VERDAD EL OÍDO Y
SE VOLVERÁN A LAS FÁBULAS”.