LAS BIENAVENTURANZAS

POR ISRAEL ZAVALA

 

EL SECRETO DE LA VERDADERA FELICIDAD

Mateo 5:3-12

INTRODUCCIÓN

·        Una de la cosas más anheladas y deseadas por las personas en este mundo es la felicidad. Todos queremos ser felices. Muchos se han dado a la tarea de encontrar el secreto de la felicidad. La biblia registra la historia de Salomón quien probó todas las maneras habidas y por haber para ser feliz. Salomón fue tan rico que comía en vajilla de oro (  Reyes 10:21, 27), disfrutó de la mejor comida en abundancia (  Reyes 4:22-23), buscó la felicidad a través de poseer casas, jardines, viñas, estanques, de tener siervos y siervas, cantores, músicos, que le deleitaran, la buscó también en el vino, las mujeres,  en amontonar tesoros de reyes y al final esto fue lo que dijo: “Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol”  (Eclesiastés 2:11)

·        Realmente la verdadera felicidad no se puede encontrar en los bienes materiales, en las riquezas del mundo, en los lujos, en los placeres de la vida. El Señor Jesús dijo que la verdadera felicidad es posible cuando ponemos en práctica el mensaje de las bienaventuranzas: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.  (Mateo 5:3-12)

·        La Palabra Bienaventurado viene del gr. “Makarios” que significa “bendecido” o “feliz”.  Es la clase de felicidad verdadera, profunda, duradera, suprema. Es la clase de felicidad que no se ve afectada o empañada por las circunstancias en las que nos encontramos. Es la felicidad que no depende del entorno exterior si no del interior de la persona misma.

 

El secreto de la verdadera felicidad consiste en:

I.- SER POBRES EN ESPIRITU

“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.”  (Mateo 5:3)

·        No se refiere a ser pobre económicamente. El dinero no es lo que hace o no al pobre en espíritu. Dios no condena al hombre por su prosperidad ni bendice al hombre por su pobreza.

·        “Pobre” viene del gr, “Ptochos”  y tiene que ver con alguien que es indigente, o que está sumido en una profunda pobreza, tal como aquel mendigo llamado Lázaro. (Lucas 16:20)

·        En ese sentido dice el Señor que felices son los espiritualmente indigentes, es decir,  los que reconocen su gran necesidad espiritual, los que son mendigos en su propia estimación moral y religiosa. El pueblo judío era lo contrario, en general era un pueblo orgulloso, sus líderes religiosos confiaban en sí mismos como justos y desafortunadamente ese mismo patrón se repite en muchos hoy en día.

·        Los pobres en espíritu son los que reconocen que están en bancarrota espiritual, son los que reconocen que son pecadores, lo que reconocen que están destituidos de la gloria de Dios, los que saben que necesitan de la misericordia de Dios para ser salvos, los que se humillan y ponen su confianza en Dios para que les perdone y les salve.  Por ejemplo, en Lucas 18:9-14 vemos a un fariseo que se consideraba justo, que en su propia opinión no había defectos espirituales en él, un hombre que oraba pero no sentía necesidad de ayuda divina. Y por otro lado, vemos a un publicano ejemplificando lo que es ser pobre en espíritu. Un publicano que reconocía que era pecador y que imploraba desesperadamente la misericordia de Dios. Con esto aprendemos que uno puede ser una persona moralmente buena, honesta, generosa, y aun así ser rechazado por Dios si no somos pobres en espíritu.

·        Felices son los que reconocen su pobreza espiritual delante de Dios ¿porque? Porque de ellos es el reino de los cielos. Verdaderamente solo los pobres en  espíritu están calificados para ser miembros de la Iglesia del Señor. Una persona que no es pobre en espíritu, no sentirá ninguna necesidad de perdón, ningún deseo ardiente de salvacion, por lo tanto la obediencia al evangelio no será una necesidad para él.  Si rechazamos el evangelio, rechazamos su reino, y rechazamos también toda bendición espiritual. Bienaventurados los pobres en espíritu porque solamente ellos pueden ser participantes de las ricas bendiciones que hay en el reino de Cristo Jesús, en esta vida y también en la venidera.

 

II.- SER DE LOS QUE LLORAN

“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación”  (Mateo 5:4)

·        La segunda bienaventuranza nos dice que para ser felices necesitamos ser de los que lloran, y aunque esto parece algo contradictorio, en realidad no lo es.

·        La frase “los que lloran” procede del gr. “pentheo” y quiere decir “llorar por lamentar”.  Es la imagen de alguien llorando por un gran dolor, como cuando alguien lloraba y hacia lamento por un ser querido que ha muerto. La cuestión es ¿Qué tiene que ver un lamento, un dolor o un llanto como estos con la verdadera felicidad?

·        No se trata de llorar por llorar, no hay ninguna bienaventuranza por el simple hecho de llorar. Hay mil razones por las cuales podría uno llorar, pero no todas provocaran felicidad. Hay quienes lloran por la tristeza del mundo (2ª Corintios 7:10) es decir,  por la consecuencia de sus pecados, ¿Serán ellos bienaventurados? Llorar por nuestros pecados no tiene ningún mérito ni valor si nosotros no hacemos nada al respecto. No habrá jamás consuelo para los dolientes que lloran pero no es sinceros.

·        El lloro del cual habla el Señor Jesús es aquel que  viene a consecuencia de un lamento y miseria espiritual, es el lloro de los pobres en espíritu. El llorar es la bendición más grande cuando produce arrepentimiento genuino y obediencia en el pecador. Llorar es la bendición más grande cuando hace que la persona reconozca sus culpas y se humille ante el Señor. Llorar es la bendición más grande cuando produce dolor en el corazón por haber ofendido a Dios. Bienaventurados y felices lo que se lamentan, y duelen y lloran por haber pecado contra Dios.

·        Es la clase de tristeza que sintió David: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.” Salmo 51:1-4

·        Es la clase de tristeza que sintió la mujer pecadora: “Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.”  (Lucas 7:37-38)

·        Es la clase de tristeza que sintió Pedro: “Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.”  (Mateo 26:75)

·        Si no hay tristeza por los pecados tampoco habrá nunca jamás arrepentimiento para salvacion. El hombre necesita sentir verdadera tristeza por sus pecados, arrepentirse  y buscar lo antes posible el perdón de Dios. Ya sea obedeciendo el evangelio en el bautismo, o bien, confesando sus faltas y pidiendo perdón en oración.

·        Cuando somos de los que lloran por los pecados podremos ser felices de verdad porque recibiremos consolación. Dios es un Dios de toda consolación y él ha prometido consolarnos. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.  (2 Corintios 1:3-4)

·        ¿Cómo nos consuela el Señor? Por medio de las promesas de su Palabra: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”  (Hechos 2:38); “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”  (1 Juan 1:9); Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.”  (1 Juan 2:1)

·        Sin embargo, la mejor consolación de los que lloran será en la vida futura: “Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.  (Lucas 16:25); “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”  (Apocalipsis 21:4)

 

III.- SER MANSO

“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.”  (Mateo 5:5)

·        A diferencia de lo que piensa el mundo, si usted quiere ser feliz, verdaderamente feliz, un requisito indispensable es ser manso. Esta palabra viene del gr. “praus” que significa suave, leve o manso. Manso en la biblia también se utiliza intercambiablemente con la palabra humilde.

·        Para poder ser salvos es indispensable la mansedumbre: “Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.” (Santiago 1:21) La mansedumbre implica un espíritu de obediencia y sumisión, de tal manera que los mansos no discuten, no resisten, ni altercan contra la palabra de Dios. ¡¡Bienaventurados, dichosos, felices quienes tienen este espíritu de mansedumbre!!

·        Quienes verdaderamente estén dolidos y tristes por su condición espiritual tendrán un espíritu afable, manso, sumiso y obediente que acepta la voluntad de Dios sin cuestionamiento. Cuando los mansos se encuentran con los preceptos de la Palabra de Dios, de inmediato buscan obedecerlos. No le ponen objeciones, ni buscan la manera de evitarlos. Ellos desean agradar a Dios al grado de obedecer incluso el mandamiento más mínimo que les dé.

·        La cuestión es por ¿que los mansos serán felices? El Señor dio la respuesta: “porque ellos recibirán la tierra por heredad” Sin embargo es importante entender que significa esta frase. Las palabras de Cristo no se refieren a heredar esta tierra en un sentido literal. Este es uno de los textos favoritos de los testigos de Jehová para enseñar la falsa doctrina de que viviremos en un paraíso terrenal. Sin embargo, nunca fue el propósito de Cristo enseñar tal cosa en esta bienaventuranza. Moisés fue el hombre más manso sobre la tierra y no logró entrar a la tierra de Canaán. Es una enseñanza totalmente absurda y sin sentido. Imagine usted: ¿Si los mansos heredaran la tierra, entonces los que heredara el cielo que son? ¿NO son mansos también? ¿No son humildes, sumisos a la voluntad de Dios? El destino de esta tierra será la destrucción con fuego y azufre. 2ª Pedro 3:7-13

·        ¿Entonces qué quiere decir la promesa? ¿Cómo es que los mansos y humildes heredaran la tierra? Esta al igual que las anteriores promesas no es una promesa física en naturaleza sino más bien una promesa espiritual.

·        La frase “recibir la tierra por heredad” tiene su origen en la promesa hecha al pueblo de Israel en relación a  la tierra de Canaán. Dios les prometió una tierra fértil, prospera, que fluyera leche y miel. Tierra que solamente los mansos, es decir, aquellos que confiaran y se sometieran a la voluntad de Dios podrían poseer.  De tal manera que la frase heredar la tierra llegó a convertirse en una expresión de bendición suprema o de felicidad verdadera.

·        Hoy en día el cristiano apacible y manso es el que hereda la tierra en el sentido de disfrutar de una vida más rica, más plena, y más gratificante que la que el mundo ofrece. No importa que tengamos poco materialmente hablando, disfrutaremos de una vida muchísima mejor que los que no son mansos en el sentido bíblico. “como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos;”  (2 Corintios 6:9); “Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”  (Filipenses 4:12-13)

·        No es la posesión física lo que produce felicidad.  No es poseer una extensión de tierra física la verdadera felicidad. Hay gente muy rica que es miserable y desdichada. Y hay gente que tiene poco y es feliz. No es la abundancia de bienes lo que nos hace felices sino la actitud que tengamos para con la vida.

·        Al final aquellos mansos, aquellos sumisos y obedientes a la voluntad de Dios tendrán herencia en los cielos. “Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.  (Hebreos 11:13-16)

 

IV.- TENER HAMBRE Y SED DE JUSTICIA

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.  (Mateo 5:6)

·        Vivimos en un país de abundancia económica, en un país donde difícilmente alguno de nosotros ha experimentado lo que es tener hambre o sed de verdad. Sin embargo hay gente en otros lugares del mundo donde verdaderamente se experimenta el hambre y la sed.  Gente que literalmente mueren por desnutrición y de sed porque no hay comida ni agua. El hambre y la sed de ellos es muy diferente a la nuestra.

·        Esta intensidad de hambre y de sed, ese deseo agudo y profundo, como el de estas personas por un bocado de pan o un vaso de agua, es la que el Señor tiene en mente cuando dice “bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia” No un hambre física sino espiritual, un hambre del corazón.

·        Hambre y sed de justicia implica un anhelo profundo de ser rectos delante de Dios. Aunque todos hemos pecado, por gracia y misericordia de Dios podemos ser contados como justos y rectos cuando obedecemos el evangelio de Jesucristo y hacemos su voluntad. Si usted no ha aceptado a Jesucristo como su Señor y Salvador, si usted no se ha arrepentido de sus pecados y lavado en el bautismo, usted no es contado como justo delante de Dios. ¿La pregunta es cuantos tienen hambre y sed de ser contado por justo? ¿Cuántos anhelan y buscan esta justicia? Son pocos lamentablemente.

·        Hambre y sed de justicia, implica también tener hambre y sed de Dios mismo. Implica tener una relación vital con Dios, una relación lo más cercana posible como la tuvo David. “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?  (Salmos 42:1-2)

·        Tener hambre y sed de justicia es tener también hambre de la Palabra de Dios. No podemos decir que nuestro corazón tiene hambre y sed de Dios pero no de su Palabra. Dios se manifiesta plenamente a través de su palabra. Aprendemos a conocer a Dios a través de su palabra. Descubrimos la menara correcta de vivir por medio de estudiar su palabra. Por lo tanto debemos de desear intensamente su palabra porque esta es justicia. ““Hablará mi lengua tus dichos, Porque todos tus mandamientos son justicia.” Salmo 119:172

·        La cuestión es: ¿tenemos esa intensidad de hambre y sed de Dios, de sus caminos, de su voluntad, de su palabra? ¡Bienaventurados, felices, dichosos, los que tienen hambre y sed de justicia! ¿Es usted uno de ellos? Ojalá que sí. Si usted siente que no tiene el suficiente apetito espiritual, esfuércese por mejorarlo. Nada hace que la comida nos sepa tan rica y la disfrutemos tanto que un arduo día de trabajo físico. De la misma manera el ejercicio espiritual nos hace anhelar y disfrutar el alimento espiritual. Por ejemplo si usted se propone predicarle a la gente, establecer estudios con amigos o conocidos, créame que tendrá hambre de saber, de estudiar, de conocer para poder explicarle a las personas. Por otro lado cuídese de la comida chatarra, cuídese de todo lo que mata el apetito espiritual. Cuando llenamos nuestra mente con los afanes, con los asuntos terrenales, con los entretenimientos mundanos, no le extrañe que su interés por la palabra de Dios desaparezca. “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.”  (Isaías 55:1-2)

·        ¿Tiene hambre verdadera de conocer a Dios y de estar bien con Él? Dios le sacia ese deseo cuando usted obedece al evangelio de Jesucristo. El eunuco etíope  es un claro ejemplo de como Dios sació su hambre y sed. ¿Tiene hambre de vivir piadosamente? Dios le ayuda a hacer morir las obras de la carne. ¿Tiene hambre y sed de una comprensión más clara, más exacta, de Cristo, de su camino, de la verdad, de su doctrina? Dios le llena del conocimiento de su voluntad, sabiduría e inteligencia espiritual.

·        Si en esta vida no tenemos hambre y sed de justicia no estamos preparados para estar en la eternidad con Dios donde sin duda seremos saciados plenamente. “Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.” (Apocalipsis 7:14-17)

 

V.- SER MISERICORDIOSOS

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”  (Mateo 5:7)

·        Vivimos en un mundo que a menudo es despiadado, cruel, desalmado, un mundo donde hay urgente necesidad de hombres y mujeres misericordiosas. Misericordia viene del gr. “eleos” que quiere decir: bondad o buena voluntad para con los miserables y afligidos junto con el deseo por aliviarlos. La misericordia genera un deseo de ayudar a los necesitados y se expresa cuando en efecto hacemos lo que podemos para ayudar. La misericordia implica tanto el corazón como las manos. Se requiere que el corazón sea movido y las manos extendidas para ayudar al que está en desgracia.

·        Un ejemplo claro que nos ilustra perfectamente el concepto de misericordia lo encontramos en Lucas 10:30-37

Un hombre que fue víctima de unos ladrones delincuentes, que lo asaltaron, lo golpearon, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. El sacerdote y el levita pasaron, miraron la escena del crimen, vieron al hombre en el suelo junto al camino, herido, medio muerto y a menos de que fueran de piedra debieron de haber sentido algún pesar al ver al hombre en esa condición. Sin embargo no hicieron nada por él. ¿Fue misericordia? NO. Por muy feo que hayan sentido no lo fue. Luego pasó el samaritano, contemplo exactamente la misma escena, fue movido a misericordia, e hizo lo que pudo para ayudarlo. Limpió las heridas del hombre y lo vendó, lo llevó al mesón y pagó al mesonero para que cuidaran de él.  ¡Eso es misericordia!

·        Otro ejemplo de misericordia lo podemos ver en la parábola del hijo prodigo, cuando aquel hijo vuelve a su casa fracasado y arruinado, después haber vivido perdidamente y de haber derrochado su herencia, el padre no se negó a recibirle, el padre no le dio un castigo ejemplar, el padre lo abraza, lo besa y hace fiesta. Eso es misericordia. Lucas 15:20

·        Ser misericordiosos implica que nuestros corazones sean sensibles a las necesidades de los demás. Cuando clamaban misericordia al Señor Jesucristo él siempre la tuvo, Jesús sintió compasión por las almas, se compadeció de la gente, fue piadoso y misericordioso y así mismo debemos hacer usted y yo, necesitamos corazones que sean conmovidos por las necesidades de los demás. “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia”  (Colosenses 3:12)

·        Necesitamos también extender nuestras manos para ayudar. La verdadera misericordia incluye tanto el corazón como las manos. Eso hacia el Señor. No solo se conmovía en su interior sino que siempre fue movido a hacer algo  y lo mismo debemos hacer nosotros también. “Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?”  (Santiago 2:15-16)

·        Ser misericordiosos implica también reconocer y hacer algo por las necesidades espirituales que dicha persona tiene. Es misericordia proclamar el evangelio a los perdidos, es misericordia predicar a tiempo y fuera de tiempo, es misericordia hacer volver al pecador del error camino, es misericordia arrebatarlos del fuego. Sería bueno preguntarnos ¿somos misericordiosos? ¿Nos preocupamos por las necesidades y problemas de otros, nos preocupamos por sus almas, por su salvacion o solamente por nosotros mismos?

·        Dichosos, felices son los misericordiosos porque ellos alcanzaran misericordia. Con razón el Señor dijo “más bienaventurado es dar que recibir”. Lo que usted siembre eso también segará. Lo que usted haga con otros por lo general es lo que harán con usted. Si usted usa de misericordia con su prójimo podemos decir que harán misericordia con usted.

·        Sin embargo, lo más importante es entender que los misericordiosos son bienaventurados o felices porque Dios tendrá misericordia de ellos. Esto no quiere decir que todo lo que Dios requiere es que seamos misericordiosos, necesitamos cumplir también las demás enseñanzas del Señor. Si alcanzar misericordia es muy importante en esta vida, sepa que muchísimo más urgente será cuando estemos ante el trono de Dios en el juicio. Si fuimos cristianos y cristianas fieles y si en esta vida hicimos misericordia, podemos entonces en aquel día esperar misericordia. 2ª Timoteo 1:16-18 Pero si en esta vida no somos misericordiosos, ¿Qué esperanza tenderemos? ¿con que derecho podemos esperar misericordia? Sin duda no habrá tal cosa para nosotros. “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.” (Santiago 2:13)

 

VI.- SER DE LIMPIO CORAZÓN

“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.”  (Mateo 5:8)

·        La verdadera felicidad será posible si y solo si tenemos un corazón limpio, pero, ¿Qué es exactamente el corazón? ¿Cuál es esa parte de nuestro ser que debemos conservar limpia y pura para poder ver a Dios? ¿De qué manera se limpia este corazón?

·        La palabra corazón proviene del gr.”kardia” de donde proviene el término “cardiaco” que significa relativo al corazón.  El corazón físico es el órgano principal de la actividad física de nuestro cuerpo. Sin embargo la palabra corazón también hace referencia a toda la actividad mental y moral del hombre. Tanto los elementos racionales como los emocionales.

·        En la Biblia encontramos la palabra corazón para describir el centro de la emociones. Pero también para referirse al intelecto de la persona.  O a la parte de la mente que toma las decisiones. (Hebreos 4:12) El corazón tiene sentimientos, emociones, voluntad, intelecto, conciencia, pensamientos e intenciones. De tal manera que el Señor Jesús se refiere básicamente  a todo lo que está dentro de la persona, al ser interior de cada uno. Al centro de su ser y su personalidad.

·        En toda nuestra vida espiritual, en nuestra vida como cristiano, en nuestra relación con Dios es fundamental el papel de nuestro corazón. Por ejemplo: Dios quiere que le amemos pero con todo el corazón (Mateo 22:37); Debemos amarnos los unos a otros pero de corazón puro (1ª Pedro 1:22); Dios quiere que perdonemos pero de todo el corazón (Mateo 18:35); Dios quiere que recibamos la palabra pero  con corazón bueno y recto (Lucas 8:15); Toda persona debe obedecer al evangelio pero de corazón (Romanos 6:17); Aun el corazón nos reprende (1ª Juan 3:20); Es lo más importante que toda persona debe guardar (Proverbios 4:23) Una y otra vez encontramos a lo largo y ancho de la escritura la importancia de nuestro corazón en todas las cosas que hacemos. Por lo tanto no es nada raro que el Señor diga solo los que tengan un corazón limpio podrán ver a Dios.

·        Las palabras del Señor son una afirmación rotunda de la necesidad que todos tenemos de ser limpios internamente, limpios del corazón, limpios del alma, limpios de pensamiento, limpios de conciencia, limpios de sentimientos, etc., etc. Hablar de un corazón limpio es hablar de un corazón santo y puro. Es hablar de un corazón que ha sido lavado, limpiado y purgado de toda impureza, de toda contaminación.

·        El pecado es lo que contamina al hombre. Los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, el engaño, la lascivia, la envidia, la mentira, la maledicencia, etc., etc. ensucian y manchan nuestro hombre interior.

·        Cuando obedecemos al evangelio en el bautismo somos lavados y limpios de la contaminación del pecado. Ananías le dijo a Saulo “porque te detienes, levántate y bautízate y lava tus pecados” El apóstol Pablo escribiendo a los hermanos en Corinto les dice que habían sido lavados, santificados y justificados (1ª Corintios 6:9-11)

·        Una vez limpios debemos continuar en santidad. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.  (Hebreos 12:14)

·        Un corazón limpio es un corazón sin mezcla. Para que sea puro no debe haber pensamientos mixtos, no debe haber mezcla de bueno y malo, no debe haber dobles intenciones y propósitos, no debe ser un corazón dividido.

“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.”  (Santiago 4:8) Un corazón que no es limpio ama al Señor pero también ama al mundo, un corazón que no es limpio constantemente está siendo tentado por sus propias concupiscencias, por sus propios deseos malos, un corazón que no es limpio se pone tropiezo así mismo y da lugar al diablo para que le tiente, un corazón que no es limpio es inconstante en todos sus caminos.

·        Para mantener limpio nuestro corazón necesitamos guardarlo. Sobre toda cosa guardada, la prioridad debe ser el corazón. Tener mucho cuidado de lo que vemos y oímos en la televisión, en el internet, en los medios masivos de comunicación. No eche basura a su corazón. Cuídese  de las malas conversaciones, de las malas amistades. Mejor llénelo de la palabra de Dios (Juan 15:3), además, debemos ocupar nuestra mente de cosas buenas, puras y honestas (Filipenses 4:8) Esfuércese por mantener limpio su corazón y pídale a Dios que le ayude en ese buen propósito. “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí.”  (Salmos 51:10)

·        Verdaderamente no hay promesa tan emocionante y tan impresionante que poder  ver a Dios. En las culturas antiguas uno de los más grandes honores era poder entrar a la presencia del rey y ver su rostro. Según el Señor Jesucristo los únicos autorizados para estar en la presencia de Dios son aquellos que tienen un corazón puro, lo mismo dijo el rey David.  “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño”  (Salmos 24:3-4)

·        Si mantenemos nuestro corazón limpio en la vida venidera veremos a Dios en total plenitud, le veremos cara a cara, contemplaremos su rostro, y le veremos tal como él es. “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”  (1 Juan 3:2); Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.”  (Apocalipsis 22:3-4)

·        Que felicidad tan grande, que dicha, que bendición!! Todos los que hemos purificado nuestros corazones por la sangre de Cristo estaremos algún día  con Dios, y tendremos comunión con él eternamente. 

 

VII.- SER PACIFICADORES.

“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.”  (Mateo 5:9)

·        La palabra pacificador es un adjetivo que literalmente significa “hacedor de paz”. Dios ha prometido dicha y felicidad para aquellos que activamente procuran la paz. No es la promesa para los amantes de la paz, no es la promesa para los que hablan de paz, tampoco para aquellos que les agrada la paz, sino que es para los que promotores y hacedores de paz.

·        Los pacificadores de los cuales el Señor Jesús habla no son aquellos que creen en la paz a cualquier precio. Para el verdadero pacificador, la paz nunca será una prioridad mayor que serle fiel a Dios y su Palabra, nunca comprometerá la verdad, nunca comprometerá la doctrina o su vida de servicio a Dios por evitar problemas con los demos, quienes así hagan no son pacificadores. Muchas veces aun siendo pacificadores nos veremos involucrados en conflictos, en problemas, en dificultades, pero aun así el pacificador nunca se deleitará en ello. El pacificador muchas veces tendrá que señalar el error o el pecado, tendrá que exhortar, reprender o contender, pero cuando lo haga se percibirá y se notará fácilmente el amor y la correcta actitud al hacerlo.  “Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él”   (2 Timoteo 2:24-26)

·        Yo no puedo ser un pacificador si primeramente no estoy en paz con Dios “No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos.”  (Isaías 57:21) Y para estar en paz con Dios necesitamos someternos a su voluntad en obediencia. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;”  (Romanos 5:1)

·        Ser pacificadores implica también que debemos procurar que otros también se reconcilien con Dios. “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.”  2ª Corintios 5:20.

·        Como pacificadores debemos hacer todos los esfuerzos necesarios por promover la paz, sin embargo lo más importante para promover la paz entre las personas es ayudarles a que cambien sus corazones por medio del evangelio. Para el pacificador siempre será importante ayudar a la personas a venir a Cristo y someterse a su voluntad. Cuando las personas se acerquen a Dios y entregan sus vidas y corazones a Él también  se derribara la pared de separación que pueda haber entre ellos. (Efesios 2:13-17)

·        Ser pacificadores implica que seguiremos todo lo que contribuye a la paz y la mutua edificación. Estar en paz con Dios debe animarnos a estar en paz con las personas. (Marcos 9:50; 2ª Corintios 13:11: Romanos 14:19)

·        Tal vez sea imposible estar en paz con todas las personas, pero el pacificador es el que hace todo lo que está a su alcance. “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”  (Romanos 12:18)

·        El pacificador promueve la paz entre personas enemistadas, en los matrimonios, en las familias, en la Iglesia, en la sociedad en general. (Filipenses 4:2)

·        Los pacificadores serán llamados hijos de Dios. Sin duda es maravilloso que se nos identifique de tal manera, sin embargo, es necesario dejar en claro que implica la frase hijos de Dios. Esta era una expresión hebrea muy común, que significa “participar de la naturaleza de” por ejemplo, a Bernabé se le llamaba “Hijo de consolación” porque su naturaleza era consolar. Ser llamados hijos de Dios implica que estamos participando de la naturaleza de Dios, es decir, al ser pacificadores estamos siendo imitadores de Dios. Tal el Padre, tal los hijos.

·         Dios es un Dios de paz (Romanos 15:33); Cristo es Príncipe de Paz (Isaías 9:6) Para ser verdaderos pacificadores y ser llamados hijos de Dios tenemos que ser como Cristo y como el Padre. “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”  (Hebreos 12:14); Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.” (2 Timoteo 2:22)

·        Además de ser pacificadores, para llegar a ser hijos de Dios debimos haber nacido en la familia de Dios. “pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.”  (Gálatas 3:26-27)

 

VIII.- SER DE LOS QUE SUFREN POR CAUSA DE LA JUSTICIA

“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.” (Mateo 5:10-12)

·        Todos queremos ser felices, dichosos, bienaventurados, y nadie quiere sufrir, padecer, o ser perseguido, sin embargo el Señor Jesucristo nos dice que es necesario y que ambas cosas son posible.

·        Los verdaderos discípulos de Cristo son dichosos cuando por causa de la justicia son perseguidos, insultados o vituperados, sin duda alguna, vale la pena todo sacrificio y sufrimiento por causa de él y del evangelio.

·        El Señor Jesús quería dejar en claro que el discípulo fiel no podría evitar la persecución y que tendrían que estar preparados para cuando ella viniere. El Señor Jesús quería ser franco y claro con ellos,  quería que supieran que esperar, quería que no hubiera sorpresas, quería que entendieran que hay una cruz que cargar, que la oposición sería ineludible. “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.”  (Juan 15:19-20)

·        Bienaventurados son los que sufren persecución por causa de la justicia, por causa de vivir de acuerdo a como Dios lo ha mandado. La persecución viene como resultado de seguirle y tratar de ser como él. No es por alguna otra razón de persecución que seremos felices. Pablo se lo dijo a Timoteo (2ª Timoteo 3:12); Pablo y Bernabé lo enseñaban a los hermanos (Hechos 14:22);  Pedro lo dijo también (1ª Pedro 4:16) Existe una lucha entre el bien y el mal, de tal manera que los que defiendan lo correcto, lo que anden conforme a la voluntad de Dios, lo que prediquen la verdad recibirán de una u otra forma los ataques del enemigo.

·        La persecución implica aborrecimiento. La cuestión es ¿Cuál es la razón por la que alguien puede llegar a aborrecer a un hijo de Dios? Tal vez haya quien llegue a aborrecerle, a despreciarle a detestarle simplemente porque no puede comprender ni aceptar el cambio que ha tenido en su vida. Una vez dijo cierta mujer: “Yo prefiero que mi esposo sea borracho aunque me pegue a que sea cristiano” Habrá sin dudas quienes no se alegrarán de verle en la Iglesia, verle leer la biblia, verle llevando un estilo de vida diferente a su vida pasada, y no solamente no se alegraran sino que se molestarán y trataran de hacerle la vida pesada. “Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías.  A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan;”  (1 Pedro 4:3-4) Tristemente muchos le aborrecerán también porque su vida en Cristo les reprende, porque su ejemplo les ofende, porque de alguna manera usted está fungiendo como conciencia para ellos.  No les agrada que su ejemplo les estorbe. 

·        La persecución implica apartamiento. Posiblemente usted sufra rechazo por ser cristiano, posiblemente haya quienes no quieran convivir más con usted, posiblemente aun en su propia familia haya quienes le excluyan, quienes no le consideren digno de estar entre ellos. Posiblemente sus amigos no le ignoren y le vean como poca cosa por ser hijo de Dios (Mateo 10:34-36)

·        La persecución implica vituperios. Al Señor le llamaron comilón y bebedor de vino, le dijeron que tenía demonio y que estaba fuera de sí. Si al Señor Jesús lo vituperaron no se extrañe que también usted y yo lo seamos. Muchas veces por hacer la voluntad de Dios, por defender la verdad, por llevar una vida justa y recta, por condenar el pecado, seremos tachados como fanáticos, como homofóbicos, como legalistas, como gente de mente cerrada, intolerantes, extremistas, antis, etc. etc.

·        Los primeros cristianos sufrieron una terrible persecución, muchos de ellos vivían en catacumbas debajo de la tierra, muchos perdieron su vida, descuartizados por las fieras, decapitados, crucificados, quemados vivos, etc. por no renegar de su fe. “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;” (1ª Pedro 2:21) Debemos entender que la persecución no es una señal de desaprobación de Dios, muchos de los grandes hombres de Dios, muchos de los héroes de fe, muchos de los grandes profetas habían padecido y sufrido mucho. Podemos mencionar a Elías, Miqueas, Daniel, Jeremías, Zacarías, Isaías, etc. etc.  Pablo, Pedro, Juan, Jacobo, y todos los apóstoles y hermanos del primer siglo que estuvieron dar su vida misma por el Señor. La persecución por causa de la justicia nos hace hermanos de los fieles hijos de Dios. “Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados;  de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.”  (Hebreos 11:36-38)

·        No es fácil gozarse cuando somos maltratados, sin embargo, como cristianos debemos aprender a ser felices aun cuando llegan las tribulaciones. No que debamos desear la persecución, ni sentirnos contentos de que haya persecución, al contrario debemos estar felices de la libertad que tenemos para servir a Dios y predicar su palabra.   El punto es que si nosotros llegásemos a estar en una situación de este tipo por causa de Cristo y del evangelio, no reneguemos de nuestra fe ni nos desanimemos sino por el contrario glorifiquemos a Dios. “Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad.  Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.” (Hechos 5:40-42); “Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad.  El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.”  (Hechos 16:23-25); Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante. Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón;”  (Hebreos 10:32-35)

·        ¿Por qué debemos regocijarnos? ¿Por qué sentirnos felices y dichosos? El Señor lo dijo: “porque vuestro galardón es grande en los cielos” La recompensa en el cielo será muy grande para usted y para mí, si estamos dispuestos a sufrir por causa de Cristo. Aun si perdiéramos todo lo que poseemos sepamos que Dios nos tiene preparado un lugar muchísimo mejor en las moradas celestiales. Sin importar lo que en esta vida tengamos que padecer recordemos siempre esa bella esperanza y fortalezcámonos en Cristos Jesús. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;  y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.”  (Romanos 5:1-5)