“ESTOY PERSUADIDO”
Romanos 8:31-39
Introducción.
Este hermoso texto es de gran consuelo para
los hijos de Dios porque enfatiza el amor de Dios del cual Pablo habla en toda
la epístola. La expresión suprema de ese amor es el sacrificio de Cristo en la
cruz para hacer posible el perdón de los pecados del hombre. Además de morir por
nosotros Cristo vive para siempre para interceder por nosotros como nuestro Sumo
Sacerdote. Además, el papel del Espíritu Santo es de suma importancia porque
revela y confirma la Palabra de Dios y mora en el cristiano para dirigir nuestra
vida conforme a esa Palabra. La conclusión de todo esto es que por causa de
todos estos gloriosos beneficios y bendiciones de parte de Dios estamos
asegurados de nuestra glorificación (con tal que seamos fieles hasta el fin).
Por lo tanto, podemos decir con Pablo, “Estoy persuadido (convencido) de que ni
la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por
venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada
nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (8:38,
39).
Ha habido mucho abuso de este precioso texto. Se cita para “probar” la elección
incondicional y la imposibilidad de la apostasía.
Es muy cierto que el apóstol Pablo habla confiadamente de su propia salvación
(Filipenses 1:23; 2 Timoteo 1:12; 4:8, etc.), pero también afirma enfáticamente
que los que hayan obedecido al evangelio sí pueden caer de la gracia. De sí
mismo dice, “golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo
predicado a otros, yo mismo sea descalificado” (1 Corintios 9:27) y “El que cree
que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga” (1 Corintios 10:12). También
véanse Gálatas 5:4; 2 Timoteo 2:17, 18.
Sin
embargo, en este hermoso texto (Romanos 8:31-39) Pablo afirma que no hay ninguna
fuerza externa que pueda separarnos del amor que Dios tiene por nosotros.
Para Dios la iglesia de Cristo es el pueblo
escogido. “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó
de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).
8:31 ¿Qué, pues, diremos a esto?” ¿A esto qué?
En realidad “esto” puede referirse a toda la carta desde el primer capítulo.
Recuérdese el tema: 1:16 Porque
no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo
aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”, pero principalmente
lo que afirma desde el capítulo 5, es decir, ¿cuál es la conclusión de todo
esto?
Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
¿Quiénes son los “nosotros” de este texto? Los que “aman a Dios” (8:28) y, por
eso, han obedecido al evangelio (“si me amáis, guardad mis mandamientos”) y
están “en Cristo”. Estar “en Cristo” significa ser fiel miembro de la iglesia,
ser verdadero cristiano. La Biblia habla de los que están “en Cristo” como
fieles hijos de Dios como vemos en 1 Tesalonicenses 4:16, Los muertos en Cristo
se levantarán primero (véase también 1 Corintios 15:18); 2 Corintios 2:14,
Gracias a Dios, que en Cristo, siempre nos lleva en su triunfo; 2 Corintios
5:17, si alguno está en Cristo, nueva criatura es. En todos los escritos de
Pablo encontramos la expresión “en Cristo” repetidas veces.
Si creemos y recordamos estas preciosas promesas acerca del amor de Dios, el
sacrificio e intercesión de Cristo, y que el Espíritu Santo mora en nosotros e
intercede por nosotros, podemos vivir muy confiadamente como cristianos con la
esperanza de la resurrección y la vida eterna.
Siempre habrá oposición, conflictos y hasta persecución física pero con toda
confianza decimos, “Gracias a Dios, que en Cristo, siempre nos lleva en su
triunfo”.
8:32, El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, La palabra “escatimó” se explica en esta frase con las palabras que
siguen. En lugar de escatimar a su propio Hijo lo entregó por todos nosotros. Si
Dios hubiera evitado la muerte de Cristo, habría escatimado a su Hijo. Lo
entregó a la muerte expiatoria y en base a ese sacrificio Dios nos puede
perdonar los pecados (justificarnos).
-- ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? “Todas las cosas” de este
versículo 32 son “todas las cosas” del versículo 28.
Entre todas las cosas que Dios puede darnos o hacer por nosotros que son
bendiciones para nuestra alma y nuestra salvación no hay nada que se pueda
comparar con el sacrificio de Cristo. La conclusión obvia de lo que Pablo está
diciendo es que Dios, habiéndonos dado el “regalo” supremo, seguramente nos dará
“todas las cosas” que son buenas y necesarias para nuestra salvación.
8:33, 34 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que
justifica.
¿Quién es el que
condenará?
Los escogidos de Dios son los que aman a Dios, obedecen al evangelio predicado
por los apóstoles para ser justificados (perdonados) por Dios, son añadidos a la
iglesia de Cristo (el verdadero pueblo escogido de Dios) y perseveran en la
doctrina de los apóstoles, adorando y sirviendo a Dios hasta el fin.
Como Pablo explica en esta misma carta estos oyen el evangelio puro y el oír
produce fe (10:17; 1:16). No tienen corazones no arrepentidos (2:5); más bien,
confiesan a Cristo (10:9, 10) y se bautizan (6:4) para el perdón de sus pecados
(Hechos 2:38). Pastores denominacionales creen que la carta a los romanos enseña
la salvación por la fe sola, pero lejos de eso Pablo enfatiza la obediencia a la
verdad (el evangelio) a través de la carta: 1:5; 6:3, 4, 17, 18; 10:9,10, 16;
16:26.
Pero los religiosos que se creen tan eruditos rechazan esta Palabra de Dios y la
sustituyen con sus doctrinas de hombres (Mateo 15:8. 9) y doctrinos de demonios
(1 Timoteo 4:1), enseñando en lugar del evangelio puro, toda clase de
“evangelio” torcido y pervertido como, por ejemplo, el catecismo del
catolicismo, los cinco puntos diabólicos del calvinismo, el pentecostalismo, la
fábula titulada “Libro de Mormón”, las blasfemias de los “testigos” falsos de La
Atalaya, etc.
Parece que estos no han leído Gálatas 1:8, 9 o que están totalmente desprovistos
del temor de Dios.
Cristo
es el que murió (5:9
estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira);
más aun, el que también resucitó (4:25), el que además está a la diestra de Dios
(Hechos 2:23. 23), el que también intercede por nosotros (Hebreos 7:24, 25).
Desde luego, para salvarnos la muerte de Cristo era indispensable, pero si no
hubiera resucitado para ascender a la diestra de Dios para interceder por
nosotros, su obra no habría sido completa. “El cual fue entregado por nuestros
transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4:25).
Dios justifica cuando perdona pecados. Repito: Los “escogidos de Dios” son los
que han obedecido al evangelio para obtener el perdón de pecados (Hechos 2:38) y
son añadidos a la iglesia de Cristo (Hechos 2:47), la iglesia que Cristo compró
con su sangre (Hechos 20:28), la iglesia que es su cuerpo, su reino, su esposa,
su templo, su rebaño. Las iglesias
establecidas por hombres y mujeres no califican en sentido alguno como el
cuerpo, el reino, la esposa, el templo, el rebaño de Cristo.
¿Quién se atreve a condenar a los que Dios ha perdonado?
En este texto Pablo habla de lo que Dios hace por nosotros. Aquí no trata de la
fidelidad o infidelidad de los hijos de Dios, ni mucho menos de que el cristiano
no puede caer de la gracia.
8:35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? Pablo no habla de nuestro amor por
Cristo, sino el amor de Cristo por nosotros. El “amor de Cristo” del versículo
35 es el amor del versículo 37 y el amor del versículo 39.
-- ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Véase 2 Corintios
11:23-27, Pablo sufrió estas cosas pero nos asegura que ninguna de estas cosas
externas, por horribles que sean, puede afectar lo que Dios (Padre, Hijo,
Espíritu Santo) hace y hará por nosotros para efectuar nuestra salvación.
Desde luego, los hijos de Dios sí pueden ser afectados por estas tribulaciones y
apartarse del Señor, pero Pablo no habla de eso, sino de lo seguro y confiable
del amor de Dios aunque sucedan las cosas más terribles. El punto es que tales
cosas no pueden deshacer lo que Dios hace por los que le aman.
8:36
Como está escrito (Salmo 44:22): Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero. Este salmo indica que el pueblo tenía
concepto erróneo. Creían que el sufrimiento que sostenía indicaba que Dios les
había abandonado. Así “razonan” muchos hoy día. Para ellos la buena fortuna, la
vida llena de bonitas flores quiere decir que Dios está con nosotros y la mala
fortuna indica que no nos quiere. Tales ideas reflejan su ignorancia de la
naturaleza de Dios.
8:37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que
nos amó. La muerte sacrificial de Cristo, su obra mediadora, y la obra del
Espíritu Santo son más que suficientes para vencer cualquier cosa que se oponga
a los hijos de Dios. Pablo dice “por medio de aquel que nos amó”, otra vez
hablando no de nuestra fidelidad sino de la fidelidad de Dios. No menospreciamos
la fidelidad nuestra. Es indispensable y sin ella no habrá salvación. Pero este
hermoso texto enfatiza el papel de “aquel que nos amó”.
8:38-39 Por lo cual estoy seguro (convencido, persuadido) de que ni la muerte,
ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por
venir,
ni lo alto, ni
lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro.
2 Timoteo 1:12
Por
lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he
creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.
Hebreos 6:9,
Pero
en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que
pertenecen a la salvación, aunque hablamos así.
Ninguna cosa externa nos puede separar del amor de Dios por nosotros. Este es el
gran consuelo del cristiano y nos motiva a ser fieles a Dios.