LO QUE IMPLICA CONFIAR EN DIOS
Salmo 37:3
Por Israel Zavala
Aunque esta nación se aleja cada vez más de Dios, originalmente fue fundada
sobre principios Bíblicos. De las pocas cosas que sobreviven de ese entonces es
el lema “En Dios confiamos” (In God we trust). Esta leyenda está impresa en las
monedas y billetes de este país, en las patrullas y vehículos y edificios del
gobierno., etc. Y es que para todos los que decimos ser cristianos, la confianza
en Dios es uno de los pilares más importantes de nuestra vida.
Lamentablemente hoy en día, el concepto de la confianza o de la fe, muchas veces
es tergiversado. Una buena pregunta sería ¿Cómo demostramos que en Dios
confiamos? ¿Qué concepto tiene usted al respecto? En las cosas espirituales y en
los asuntos prácticos de la vida hay muchos que se equivocan al entender este
concepto. En estos días por ejemplo, debido a la pandemia, algunas personas
religiosas hablan de que debemos tener fe y confianza en Dios y estoy de
acuerdo, pero ¿Qué concepto tienen de confianza en Dios? ¿Qué no debemos
cuidarnos? ¿Qué no debemos tomar medidas preventivas? Y que si lo hacemos ¿es
porque no confiamos en Dios? ¿Es porque no creemos en él? En muchos casos ese es
el mensaje que dan.
I.- IMPLICA QUE TAMBIÉN HAGAMOS ALGO
Confiar en Dios es mucho más que un eslogan, o una frase bonita, esa frase
siempre debe ir acompañada de nuestro buen proceder. Algunos piensan que cuando
confiamos en Dios ya no necesitamos hacer nada, que nuestro deber es solamente
confiar, y que Él se encargará de hacerlo todo. Sin embargo, el confiar y el
hacer, son dos términos que van de la mano. El apóstol Pablo dijo: “porque en
Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe
que obra por el amor.” (Gálatas 5:6); También escribió a Timoteo lo
siguiente “Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios,
porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los
hombres, mayormente de los que creen.” (1 Timoteo 4:10); Santiago dijo
también: “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la
fe sin obras está muerta.” (Santiago 2:26)
Por supuesto que debemos de tener confianza en Dios, pero es importante entender
que junto con ello debemos obrar, trabajar, hacer algo. Cuando alguien afirma
que lo único que debemos hacer es confiar en Dios, parecieran proyectar una
imagen de ser muy ferviente y espiritual, sin embargo, la realidad es que
tienen un mal concepto de lo que es la verdadera fe en el Señor.
Espiritualmente hablando, el hombre necesita hacer algo para ser salvo de sus
pecados (Hechos 2:37; 9:6; 10:6; 16:30). Hay personas que piensan que somos
salvos por fe solamente. Dicen que Jesús lo hizo todo cuando murió en la cruz,
que si confiamos en Dios, entonces no hay nada que podamos hacer para ser
salvos. Afirman que si decimos que es necesario hacer algo para ser salvos,
estamos confiando en nosotros mismos y no confiando en Cristo, sin embargo, este
pensamiento es un error. El Señor Jesús dijo: “No todo el que me dice: Señor,
Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de
mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 7:21); El escritor a los Hebreos
también declaró: “y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna
salvación para todos los que le obedecen;” (Hebreos 5:9) No
decimos que la fe no sea importante, por el contrario, sin fe es imposible
agradar a Dios, pero esa fe debe ir acompañada de la obediencia. Dios ha
establecido un plan perfecto de salvación que el hombre necesita obedecer, el
evangelio así lo revela (Oír.- Romanos 10:17; Creer.- Hechos 8:7; Arrepentirse.-
Hechos 17:30; Confesar.- Romanos 10:10; Bautizarse.- Marcos 16:16) despues de
hacer esto, la persona recibe el perdón de pecados y ahora necesita perseverar
fielmente para que no pierda su salvación (Colosenses 1:21-23)
Si ese cristiano llega a cometer pecado delante de Dios igualmente necesita
hacer algo para ser restaurado. Algunos enseñan que no tiene que hacer
nada para ser perdonado, que automáticamente la sangre de Cristo le limpia de
todo lo malo que haya hecho, que no tiene que cumplir con ninguna condición, que
por su fe en Cristo, instantáneamente recibe perdón y sigue estando en comunión
con Dios. Sin embargo, no es lo que la Biblia dice. El apóstol Pedro le dijo lo
siguiente a Simón quien era un cristiano que había pecado contra Dios “Tu
dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con
dinero. No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es
recto delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega
a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón;”
(Hechos 8:20-22); El apóstol Juan también declaró lo siguiente: “Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9) Por supuesto que Dios nos
perdona y por supuesto que la sangre de Cristo tiene el poder para limpiarnos de
toda maldad, pero no olvidemos que eso no nos exime a nosotros de hacer la parte
que nos corresponde, es decir, el arrepentirnos genuinamente, el confesar
nuestro pecado y rogar a Dios buscando su perdón.
Materialmente hablando es el mismo principio. Como seres humanos tenemos
necesidades que son esenciales para poder vivir en este mundo, sin embargo,
aunque confiamos en Dios y tenemos fe en él, aunque oramos y nos encomendamos en
sus manos, debemos hacer también nuestra parte para satisfacer tales
necesidades. El apóstol Pablo dijo a los hermanos en Tesalónica que no se
preocuparan por aquellos que andaban desordenadamente sin trabajar en nada:
“Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno
no quiere trabajar, tampoco coma.” (2 Tesalonicenses 3:10) Para poder
tener que comer, no solo basta que oremos a Dios y confiemos en que nos va a
dar, él espera que usemos también nuestras manos para trabajar. ¿Es falta de fe
en Dios? Por supuesto que no, por el contrario, no hacerlo así sería falta de fe
en el Señor. “porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente
para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.” (1
Timoteo 5:8)
En una ocasión un hombre que fue mordido por una araña muy venenosa enfermó de
gravedad, sin embargo, él se negaba rotundamente a ir al médico afirmando que el
tenia fe en que Dios lo habría de curar. Fue hasta que estuvo inconsciente y a
punto de morir que sus familiares lo pudieron llevar al hospital para ser
atendido. Finalmente el hombre vivió, pero la asistencia médica que
recibió fue contra su voluntad, porque en su mente, ir al médico era falta de fe
en el Señor. En otra ocasión un hermano en Cristo atribuyó el hecho de que mi
esposa y yo no teníamos hijos después de 5 años de matrimonio a la falta de fe.
Ideas como estas, son una clara muestra del concepto incorrecto que se tiene de
confiar en Dios. Cristo mismo dijo: “Los que están sanos no tienen necesidad
de médico, sino los enfermos.” (Lucas 5:31) Quien está enfermo
físicamente y acude a un médico, no peca, por el contrario, muchas veces la
ciencia, los doctores, enfermeras y los tratamientos médicos son los medios que
Dios utiliza para atender a las peticiones por nuestra salud. Necesitamos
confiar en Dios, pero necesitamos hacer nuestra parte también.
En estos días tan difíciles que estamos viviendo, oramos a Dios, le pedimos su
ayuda y protección, le pedimos que no permita que nos contagiemos de este virus
y confiamos en que él nos cuida. Pero nosotros tenemos que hacer nuestra parte,
tenemos que seguir los protocolos de prevención, tenemos que cuidarnos a
nosotros mismos. Quien diga que hacer tales cosas es falta de fe, no sabe en
realidad lo que dice.
II.- IMPLICA QUE HAGAMOS SU VOLUNTAD
Confiar en Dios implica que le permitamos a Él dirigir nuestro camino, en lugar
de depender de nuestra propia prudencia. Debemos hacer lo que nos corresponde
pero siempre en conformidad con su voluntad. Salomón escribió en el libro de los
proverbios lo siguiente: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes
en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará
tus veredas.” (Proverbios 3:5-6)
Confiar en Dios implica que confiamos en Él para proporcionarnos los medios que
debemos seguir para ser salvos. Nuestra Confianza en Dios no es ciega, no es sin
un fundamento. Nuestra confianza en Dios está sustentada en la obediencia fiel a
su palabra.
Él ha prometido el perdón de pecados, pero ha especificado como obtenerlo
(Hechos 2:38; 22:16). Él ha prometido que estará con nosotros todos los días
hasta el fin del mundo, pero ha declarado lo que debemos hacer (Mateo 28:18-20).
Él ha prometido la corona de la vida eterna, pero hay requisitos que cumplir
(Apocalipsis 2:10). No podemos confiar en Dios a nuestra manera como muchas
personas hacen, pensando en que serán salvos simplemente por ser buenas
personas, o porque piensan que no son tan malos como otros o porque a su propio
juicio merecen el cielo. Estemos confiados en Dios pero cuando estemos seguros
que hemos obedecido el evangelio verdadero y que estamos esforzándonos cada dia
por hacer la voluntad del Señor.
Nadie va a ser salvo a su propia manera, por mucha fe y confianza que tenga. El
hombre no tiene derecho de decidir cómo es que Dios le va a perdonar. Más bien,
el Señor lo ha declarado a través del evangelio y cuando el hombre obedece la
instrucción de Dios puede vivir confiado plenamente en que el Señor cumplirá lo
que ha prometido.
III.- IMPLICA QUE LA HONRA Y LA GLORIA ES DE ÉL
Aun después de haber hecho todo lo que nos correspondía hacer, la honra y la
gloria es de Dios. La salvación sigue siendo por gracia, sigue siendo un regalo
del Señor. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que
nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con
Cristo (por gracia sois salvos)” (Efesios 2:4-5)
El otro extremo que muchos cometen es quitar su fe en el Señor para ponerla en
la sabiduría humana o en su propia capacidad de obrar. Sin duda debemos
ser obedientes y hacer todo lo que
lo que el Señor nos ha mandado para beneficiarnos de su sacrificio, pero al
final, la salvación le pertenece a él. Por lo tanto nuestra confianza debe estar
puesta en Cristo. Si ya fuimos perdonados de nuestros pecados, o si al final
recibimos el premio de la vida eterna, la honra y la gloria sean dadas a Dios.
El apóstol Juan vio una gran multitud en el cielo “y clamaban a gran voz,
diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el
trono, y al Cordero.” (Apocalipsis 7:10)
Materialmente hablando es el mismo principio, debemos cuidar de no quitar
nuestra confianza en Dios para ponerla en las cosas de este mundo. El apóstol
Pablo le escribió lo siguiente a Timoteo “A los ricos de este siglo manda que
no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son
inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia
para que las disfrutemos.” (1 Timoteo 6:17) Las riquezas son inciertas, hoy
las tenemos y puede ser que mañana las perdamos. Pero Dios puede darnos todo lo
que necesitamos no solo para esta vida sino principalmente para la venidera. Y
además nos da la capacidad de disfrutar sus bendiciones. Así que, nuestra
confianza debe ser él más que en cualquier cosa de este mundo, sea dinero, sean
personas, sea ciencia, sea recursos, primeramente está el Señor. Él tiene el
poder de usar nuestros esfuerzos para nuestro bien, él tiene el poder de usar
los esfuerzos y recursos de otros para nuestro bien, aun es capaz de permitirnos
sufrir y hacer que de ellos obtengamos algún bien.
Aunque nos cuidemos de la mejor manera, aunque vayamos con los mejores médicos,
aunque hagamos nuestro máximo esfuerzo, estemos conscientes de que siempre el
resultado final depende de él, que la honra y la gloria es de Dios, porque
por su voluntad existen todas las cosas de las cuales nos beneficiamos. El
salmista David dijo lo siguiente: “Gustad, y ved que es bueno Jehová;
Dichoso el hombre que confía en él. Temed a Jehová, vosotros sus santos,
Pues nada falta a los que le temen. Los leoncillos necesitan, y tienen hambre;
Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.”
(Salmos 34:8-10); el apóstol Pablo expresó también los siguiente: “Porque
hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos
sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras
fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero
tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en
nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos;” (2 Corintios
1:8-9)
Confiamos en Dios en que él usará nuestro esfuerzo para
producir los resultados que él quiera, y en el tiempo que él quiera. Si acaso
las cosas no salen como nosotros esperamos, debemos seguir confiando en él y
debemos seguir haciendo su voluntad y dejar que él maneje el resultado a la
manera que mejor convenga a sus planes y propósitos. El apóstol Pablo rogaba a
Dios en sus oraciones que quitara de él aquel aguijón de su carne, pero Dios
decidió no hacerlo, aun así confió en Dios, aceptó su voluntad y siguió
esforzándose en predicar el evangelio y ayudar a las iglesias.
Lo mismo debemos hacer nosotros.