Bautismo, ¿por los muertos?

 

Por Josué I. Hernández

 

“De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?” (1 Cor. 15:29).

 

Sin duda alguna este es uno de los pasajes de la Biblia del cual mucho se ha escrito, comentado y opinado. No son pocos los que han estado “rascándose la cabeza” para desentrañar el significado de esta declaración de Pablo a los corintios.

 

En el presente artículo, queremos enfocarnos en lo que el pasaje dice en su contexto, procurando respetar las afirmaciones fundamentales y evidentes, de Cristo y sus apóstoles, sobre el “un bautismo” (Ef. 4:5). Creemos que los pasajes más claros y fáciles de entender, pueden ayudarnos a captar el sentido de los más oscuros y difíciles.

 

En primer lugar, observamos que el capítulo 15 de 1 Corintios trata sobre la resurrección física de los muertos, este es el tema. Por lo tanto, la declaración de Pablo en el versículo 29 depende de este tema.

 

Este estudiante de la Biblia cree que hay cuatro puntos en este discurso de Pablo:

·         La resurrección de Jesucristo documentada por el testimonio de muchos testigos presenciales (v.1-11).

·         La resurrección de Jesucristo es una garantía de la futura resurrección del cuerpo (v.12-34).

·         La naturaleza espiritual del cuerpo resucitado (v.35-49).

·         La victoria final arraigada en la resurrección (v.50-58).

 

Leyendo con cuidado

 

Por una lectura rápida, tal vez, descuidada, e incluso, prejuiciada, uno podría llegar a la conclusión de que Pablo habló de quienes bautizaban “por los muertos”. Alguno podría aventurarse y afirmar que esta frase significa que en el primer siglo la iglesia del Señor bautizaba a favor de los que no se habían bautizado, por ejemplo, representando a un pariente ya difunto. Sin embargo, esto ya resulta contradictorio con el carácter de Dios y el tenor de las sagradas Escrituras. La Biblia no se contradice. La Biblia no aprueba algún bautismo vicario.

 

Es interesante notar que Pablo dijo “se bautizan por”, lo cual es significativo. Pablo no habló de quienes bautizaban a otros, sino de quienes se bautizaban. Los que se bautizaban lo hacían “por” una razón o causa. Este detalle lo retomaremos más adelante.

 

¿Transferencia de justicia?

 

La Biblia afirma que la obediencia es intransferible, así como lo es también la desobediencia. Dicho de otra manera, uno no puede obedecer “por” otro o “en lugar” de otro. “El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él” (Ez. 18:20). Si la justicia es transferible también lo sería la maldad, es decir, la injusticia.

 

Si una persona viva se somete a un acto de justicia, por ejemplo, el bautismo, para que la bendición se transfiere a otra persona en el reino de los muertos, ¿por qué una persona viva no podría cometer un acto de maldad, por ejemplo, homicidio, para que la condena resultante sea transferible a otra persona ya difunta?

 

La Biblia enfatiza que cada uno será juzgado por lo que haya hecho mientras vivía (2 Cor. 5:10), y que cada uno dará a Dios cuenta de sí (Rom. 14:12). Es más, la Biblia presenta la muerte física como el momento en el cual queda sellado el destino de la persona (cf. Jn. 5:28,29; Luc. 16:26; Heb. 9:27; Apoc. 20:11-15).

 

¿Qué dijo Pablo?

 

Dos cosas debemos tener en cuenta al abordar este pasaje difícil. En primer lugar, no debemos imponer ninguna interpretación que entre en conflicto con las declaraciones más básicas y evidentes. Porque los pasajes más oscuros deben ser interpretados a la luz de los pasajes más claros, nunca al revés. En segundo lugar, la interpretación debe sujetarse al tema del discurso de Pablo, la resurrección de los muertos. Dicho de otra manera, la mención del bautismo está sujeta al tema que discutía Pablo con los corintios.

 

Algunos exponen que Pablo señaló a una secta que practicaba el bautismo a favor de los difuntos y que esta secta negaba la resurrección en el día final. Sin embargo, Pablo no está refutando la enseñanza de alguna secta, sino a algunos de los cristianos en Corinto que estaban negando la resurrección general (1 Cor. 15:12,33,34). El hecho de que Pablo no censurase algún tipo de bautismo vicario indicaría que Pablo no pensaba en alguna secta, sino en la inconsecuencia de los corintios. Esto es evidente porque Pablo dijo “se bautizan por” como vimos anteriormente.

 

Pablo no condenó que se bautizaran. Pablo señaló la inconsecuencia de bautizarse y negar la resurrección general. Recordemos que el bautismo no solo tipifica la muerte y sepultura de Cristo, sino también su resurrección (cf. Rom. 6:3-5; Col. 2:12). Cristo resucitó y, por lo tanto, hay garantía de la futura resurrección del cuerpo (1 Cor. 15:12-34). Dicho en otras palabras, el bautismo en Cristo es una manifestación de fe en la doctrina de la resurrección.

 

Creemos que la frase “por los muertos” ha de entenderse “con respecto a los muertos” o “a causa de los muertos”. Entonces, Pablo indicaría la inconsecuencia de bautizarse a causa de la misma fe que abrazaron los que ahora son difuntos en Cristo, pero sin la esperanza de resurrección que ellos tuvieron. ¿No es inconsecuente bautizarse para vivir sin esperanza de una resurrección para gloria eterna (1 Cor. 15:30-34)?

 

Si los muertos en Cristo “perecieron” (1 Cor. 15:18), ¿por qué seguir su ejemplo y padecer con esperanza solo en esta vida (1 Cor. 15:19)? Si no hay resurrección, ¿por qué que “se bautizan” como los que murieron esperando “en Cristo” (1 Cor. 15:19)?

 

Conclusión

 

Buscando en el contexto inmediato, conforme al tema que Pablo trataba, y subordinando nuestro enfoque a la revelación general en el Nuevo Testamento sobre el “un bautismo” (Ef. 4:5), entendemos que 1 Corintios 15:29 no enseña algún bautismo a favor de difuntos.

 

Usted no podría obedecer por otro, tampoco otro puede obedecer por usted (cf. Mat. 7:21-27; Heb. 5:9). La palabra de Cristo debe ser oída, entendida, recibida y retenida, personalmente (Mat. 13:23; Mar. 4:20; Luc. 8:15). Cada cual debe ser hacedor de la palabra (Sant. 1:22-25), y perseverar en ello (cf. Rom. 2:7,10; 6:17,18).

 

Cristo dijo, “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Mar. 16:15,16).

 

Pedro, como fiel apóstol del Señor, declaró, “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hech. 2:38).

 

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