LEA Y RAQUEL – GÉNESIS 29

 

Introducción.

   --- ¿Por qué tantos detalles acerca de estas mujeres? Son muy importantes porque así se revela el desarrollo del cumplimiento con Abraham, Isaac y Jacob. Estas mujeres eran las madres de ocho de los doce hijos de Jacob (los otros cuatro eran hijos de las dos criadas de estas dos mujeres). Las doce tribus eran el pueblo de Israel.

Génesis 29 habla del amor de Jacob por Raquel, a quien amó desde el primer momento que la vio en Harán.

Jacob amó a Raquel desde el principio, y trabajó 14 años para que fuera su esposa, y siguió amándola para el resto de su vida.

Jacob estuvo fuera de su casa por veinte años. Cuando Dios se le aparece en Bet-el, le promete bendecirlo y protegerlo por donde fuera. Y, como siempre, Dios cumplió Su promesa.

Dios le facilita el camino para poder encontrar a la familia de su mamá.

No solo lo bendice con doce hijos, sino que también lo prospera económicamente.

Y cuando llegó el momento de regresar a su casa, después de veinte años, Dios lo ayuda para que su partida sea vista con buenos ojos por parte del suegro, y también para que se reconcilie con su hermano después de tantos años.

Estas preocupaciones domésticas del santo Jacob se registran particularmente con sus circunstancias minúsculas, para que puedan estar en recuerdo eterno porque explicaron cómo Dios estaba cumpliendo Su promesa a Abraham en Génesis 12.

Gen. 29:1, “Siguió luego Jacob su camino, y fue a la tierra de los orientales.”

29:2 “Y miró, y vio un pozo en el campo; y he aquí tres rebaños de ovejas que yacían cerca de él, porque de aquel pozo daban de beber a los ganados; y había una gran piedra sobre la boca del pozo.

3 Y juntaban allí todos los rebaños; y revolvían la piedra de la boca del pozo, y daban de beber  a las ovejas, y volvían la piedra sobre la boca del pozo a su lugar. 4 Y les dijo Jacob: Hermanos míos, ¿de dónde sois?

Y ellos respondieron: De Harán somos. 5 El les dijo: ¿Conocéis a Labán hijo de Nacor? Y ellos dijeron: Sí, le conocemos. 6 Y él les dijo: ¿Está bien? Y ellos dijeron: Bien, y he aquí Raquel su hija viene con las ovejas.”

Sabiendo que la presencia divina de Dios iba con él, como garantía de favor y seguridad, Jacob se encontró valientemente con los pastores, que le hablaron de Raquel, el nombre que lo cautivaría para el resto de su vida.

29:7 “Y él dijo: He aquí es aún muy de día; no es tiempo todavía de recoger el ganado; dad de beber a las ovejas, e id a apacentarlas. 8 Y ellos respondieron: No podemos, hasta que se junten todos los rebaños, y remuevan la piedra de la boca del pozo, entonces daremos de beber a las ovejas.”

9 “Mientras él aún hablaba con ellos, Raquel vino con el rebaño de su padre, porque ella era la pastora. 10 Y sucedió que cuando Jacob vio a Raquel, hija de Labán hermano de su madre, y las ovejas de Labán el hermano de su madre, se acercó Jacob y removió la piedra de la boca del pozo, y dio de beber el rebaño de Labán hermano de su madre.

Jacob tenía ojos solo para Raquel. Será por eso, tal vez, que el autor de Génesis dice que Jacob notó primero a Raquel, y luego a las ovejas que ella cuidaba.

Jacob también era pastor, así que hubiera sido totalmente natural que notara a las ovejas. Pero primero fue cautivado por Raquel.

El encuentro entre Jacob y Raquel fue de Dios, y fue Su providencia que hizo que se vieran, por primera vez, al lado del pozo.

Muchos años antes, Rebeca le había dado de beber a los camellos de su futuro esposo. Aquí, su hijo, le da de beber a las ovejas de su futura esposa.

11“Y Jacob besó a Raquel, y alzó su voz y lloró. 12 Y Jacob dijo a Raquel que él era hermano de su padre, y que era hijo de Rebeca; y ella corrió, y dio las nuevas a su padre.”

Sin duda, Jacob vio este encuentro como el comienzo del cumplimiento de las promesas que Dios le había hecho en Bet-el.

 (Génesis 29:13-20)

13 “Así que oyó Labán las nuevas de Jacob, hijo de su hermana, corrió a recibirlo, y lo abrazó, lo besó, y lo trajo a su casa; y él contó a Labán todas estas cosas. 14 Y Labán le dijo: Ciertamente hueso mío y carne mía eres. Y estuvo con él durante un mes.”

Labán no conocía a Jacob, pero si sabía que Jacob venía de una familia rica, como lo pudo notar por los regalos que recibió de ellos, antes de que su hermana Rebeca se casara con Isaac.

15 “Entonces dijo Labán a Jacob: ¿Por ser tú mi hermano, me servirás de balde? Dime cuál será tu salario.

16 Y Labán tenía dos hijas: el nombre de la mayor era Lea, y el nombre de la menor, Raquel. 17 Y los ojos de Lea eran delicados, pero Raquel era de lindo semblante y de hermoso parecer.”

18“Y Jacob amó a Raquel, y dijo: Yo te serviré siete años por Raquel tu hija menor. 19 Y Labán respondió: Mejor es que te la dé a ti, y no que la dé a otro hombre; quédate conmigo. 20 Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba.”

… ¡Qué lección tan valiosa! Si hay sincero y ferviente amor, el trabajo y el sacrificio se soportan con toda alegría. Apliquemos esto a nuestro servicio a Cristo. ¿Somo siempre movidos y motivados por amor en lo que hacemos, sea  al ofrecer culto o trabajamos en su viña? Hebreos 6:10, “Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que  habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.” El amor convierte el servicio largo y duro en servicio corto y placentero.

Hay algo maravilloso en el amor de Jacob por Raquel. Era un amor paciente, como todos los grandes amores lo son. Jacob trabajó siete años por Raquel. Hoy en día la gente de nuestro mundo, quiere satisfacción instantánea. Siete días parecen siglos para algunas personas.

Sin embargo aquí leemos que Jacob sirvió durante siete años para conseguir a Raquel, pero que le parecieron solo unos días, por el gran amor que sentía por ella.

¿Podría ser que siete años le parecieran a Jacob, solo unos pocos días, porque el suyo era verdadero amor; mientras que siete días parecen años a mucha gente de hoy, porque no tienen idea lo que es verdadero amor? Cuando Jacob vio a Raquel, no tuvo ojos para nadie más.

Jacob vio que la promesa de Dios de protegerlo y proveer por él, se estaba cumpliendo. Dios estaba dirigiendo su camino

 (Génesis 29:21-28ª)

21“Entonces dijo Jacob a Labán: Dame mi mujer, porque mi tiempo se ha cumplido, para unirme a ella. 22 Entonces Labán juntó a todos los varones de aquel lugar, e hizo banquete.

23 Y sucedió que a la noche tomó a Lea su hija, y se la trajo; y él se llegó a ella. 24 Y dio Labán su sierva Zilpa a su hija Lea por criada. 25 Venida la mañana, he aquí que era Lea; y Jacob dijo a Labán: ¿Qué es esto que me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué, pues, me has engañado?

26 Y Labán respondió: No se hace así en nuestro lugar, que se dé la menor antes de la mayor. 27 Cumple la semana de ésta, y se te dará también la otra, por el servicio que hagas conmigo otros siete años. 28a E hizo Jacob así, y cumplió la semana de aquélla.”

A todas las acusaciones de Jacob, Labán simplemente contestó, “Mi querido sobrino, aquí nosotros respetamos los derechos del primogénito… los derechos de la hija mayor.”

Así que gustara o no gustara, Jacob se había casado con Lea, de acuerdo a las costumbres del país, y el matrimonio había sido consumado.

Así que Labán le dijo, tratando de calmarlo,” “Cumple con SU semana,” y “luego te podrás casar con Raquel también,” pero por siete años mas de trabajo. ¿Ustedes creen que Jacob le iba decir que no? El deseaba a Raquel desesperadamente. ¡Así es como el pobre de Jacob terminó con dos esposas!

 (Génesis 29:28b-30)

28b “El le dio a Raquel su hija por mujer. 29 Y dio Labán a Raquel su hija su sierva Bilha por criada. 30 Y se llegó también a Raquel, y la amó también más que a Lea; y sirvió a Labán aún otros siete años.”

Siguiendo las costumbres de la época, Jacob terminó su semana con Lea, al pie de la letra, pero no de corazón, y se casó con Raquel, el amor de su vida.

Era el momento que Jacob tanto había soñado. Era como si le hubieran dado el mejor regalo del mundo – su novia en toda su belleza.

El apóstol Pablo usa estas mismas palabras para describir a la Iglesia: una Novia en toda su belleza. Efesios 5:27 dice de Jesús, “a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.”

Una vez más, vemos a Jesús El Novio que ama a Su Novia.

Jacob amó a Raquel desde el momento que la vio. Trabajó por ella siete años más siete más. Jesús nos amó, Su Novia, desde toda la eternidad, y Su amor por nosotras lo llevó hasta la Cruz del Calvario.

La Iglesia es como la perla de gran valor. Jesús compró esa perla con Su propia vida. Eso es lo que le da valor a la Iglesia. Cristo la consideró de tal valía, que vino desde muy lejos, desde el mismo cielo, para buscarla, y dar Su vida para poseerla.

El amor de Jesucristo sobrepasa todo entendimiento. Jesús te ama, simplemente, porque ha decidido amarte. Te ama aún cuando tú no te sientas bella. Te ama cuando nadie más te ama.

Jesús solo tiene ojos para su novia. Y la Biblia celebra la belleza de la Iglesia – la Novia de Cristo, la verdadera iglesia de Cristo. Las denominaciones no son la Novia de Cristo, ninguna de ellas. ¿Cómo sería posible que la esposa de Cristo era la iglesia Católica o la Bautista, la Metodista, etc. y nunca ser mencionadas tales iglesias en la Biblia. Son novias de los hombres pero no son novias de Cristo.

EL Cielo ve a la Iglesia de Cristo ascendiendo al cielo. El Cielo ve a la Novia vestida con la belleza de Jesucristo.

¡Este será un matrimonio para recordar! ¡La boda de todos los tiempos!

Dios amaba a Lea tanto como a Raquel. Y es por eso que Dios estuvo muy involucrado en el asunto.

Si Jacob quería tener hijos, tendría que tenerlos con Lea, ya que no iba a tenerlos con Raquel. Y Jacob quería hijos.

A pesar de que Lea tenía las llaves de la casa de Jacob, Raquel tenía las llaves de su corazón. A pesar de que Lea parecía haber influenciado su juicio, Raquel nunca dejó de tener su amor. Lea le dio a Jacob seis hijos, fuertes y bien formados.

Raquel fue la madre de sólo dos. Pero Jacob amó más a los hijos de Raquel, que a los hijos de Lea.

En Génesis 2:24, Dios dijo, “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.”

El plan bíblico para el matrimonio es que éste sea una relación monógama, en la cual un hombre y una mujer comparten la vida completamente dedicados el uno al otro. Jesús también recalca, que la intención de Dios para el matrimonio, es que sea para toda la vida.

El sexo es un regalo de Dios. Pero es su voluntad… Su propósito… que la unión sexual sea expresada exclusivamente dentro del matrimonio, no fuera de él. Cuando desobedecemos a Dios, estamos pecando contra El.

Y a pesar de que la poligamia era practicada por algunos en el Antiguo Testamento, monogamia ha sido siempre el ideal de Dios para la humanidad. También el Nuevo Testamento nos enseña claramente que el adulterio es una violación a los votos del matrimonio.

La poligamia es un desastre – múltiples esposas, múltiples nacimientos, odio entre hermanas, odio entre hermanos – todo lo que sería expresado a través de los años. Pero no nos conviene cuestionar los caminos de Dios porque a pesar de todo esto, vemos aquí el comienzo de las doce tribus de Israel, de un padre y cuatro madres.

Dios le había dicho a Jacob en Génesis 28:14, “Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente.”

Raquel andaba desesperada. Como la esposa preferida de Jacob, ella pensó, y con toda razón, que ella sería la matrona, la que cumpliría las promesas de Bet-el. Además, en el contexto de esta cultura, la esterilidad no era vista con compasión; al contrario, era despreciada.

Así que aquí tenemos a dos esposas desesperadas – una desesperada por amor, y la otra desesperada por hijos.

Nuestros corazones han sido formados de tal manera, que no podemos estar enamorados (das) de dos hombres (o dos mujeres) a la vez. Creemos que podemos. El mundo nos dice que podemos. Pero la Biblia nos dice que no se puede.

Y este es el problema de la poligamia – o de cualquier otra relación con un hombre, fuera del matrimonio.

(Génesis 29:31-35)

31 “Y vio el Señor que Lea era menospreciada, y le dio hijos; pero Raquel era estéril.”

La lección que podemos aprender de este triángulo amoroso es que las elecciones importantes de la vida no las debemos basar en apariencias físicas solamente. Raquel era preciosa, y Jacob se enamoró locamente de ella.

Pero fue Lea, y no Raquel, la que dio a luz a Judá, de cuya línea vendría el Redentor del mundo.

Hay dos clases de belleza. Una es la belleza QUE Dios da al nacer, que se marchita como una flor. Y hay otra clase de belleza que Dios da, cuando por Su gracia, hombres y mujeres, vuelven a nacer.

Esa clase de belleza nunca desaparece, pero florece eternamente. Detrás de una cara poco atractiva, hay siempre una linda disposición. Además, Dios no mira la apariencia física. El mira al corazón.

La Biblia dice en el Salmo 27:10, “Aunque mi padre y mi madre me dejaran [aquí podemos incluir a esposos también], con todo, el Señor me recogerá.”