Mateo 4
4:1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, (desde luego, Jesús fue voluntariamente, pero no se metió deliberadamente en tentación) para ser tentado (puesto a prueba) por el diablo. -- El diablo, llamado Satanás (el adversario), es un ser real. El existe. Es el enemigo que siembra cizaña cuando el Señor siembra simiente buena (Mat. 13:28); quita la palabra de Dios del corazón del hombre para que no crea (Mat. 13:19); usa lazos para atrapar a los hombres para que estén "cautivos a voluntad de él" (2 Tim. 2:26); es el padre de la mentira (Jn. 8:44); pero puede ser resistido por el hombre (Sant. 4:7, 8).
¿Qué significa la palabra tentar? "peirazo significa (1) intentar, probar, ensayar; (2) poner a prueba, en un buen sentido, dicho de Cristo y de los creyentes, He 2:18, donde el contexto da evidencia de que la tentación fue causa de sufrimiento para El, y sólo de sufrimiento, no una atracción hacia el pecado, de modo que los creyentes tienen la simpatía de Cristo como su Sumo Sacerdote en el sufrimiento que el pecado ocasiona a aquellos que están en el disfrute de la comunión con Dios; lo mismo es el caso con el pasaje similar en 4:15; en todas las tentaciones que Cristo soportó, no había nada dentro de El que respondiera al pecado. No había en El ninguna debilidad pecaminosa ... (a) de intentos de atrapar a Cristo en Sus palabras, p.e., Mt 16:1; 19:3; 22:18, 35 ...; Jn 8:6; (b) de tentaciones a pecar, p.e., Gá 6:1 ... Stg 1:13, 14 ... de tentaciones mencionadas como procedentes del diablo, Mt 4:1 ... 1 Co 7:5; 1 Ts 3:5; (c) de tentar o retar a Dios, Hch 15:10; 1 Co 10:9; He 3:9; al Espíritu Santo, Hch 5:9 ... Nota: Santiago 1:13 parece contradecir otras afirmaciones de la Escritura en dos respectos, diciendo (a) que «Dios no puede ser tentado del mal» y (b) que «ni él tienta a nadie». Pero Dios tentó, o probó, a Abraham He 11:17, y los israelitas tentaron, o probaron, a Dios, 1 Co 10:9. Sin embargo, el v. 14 clarifica que, en tanto que en estos casos la tentación o prueba vino de fuera, Santiago se refiere a la tentación o prueba que surge de dentro, de apetitos descontrolados y de pasiones malvadas, cp. Mr 7:20-23" (WEV).
Hebreos 2:17; 4:15. A. Nuestra semejanza. Jesús "debía ser en todo semejante a sus hermanos" (Heb. 2:17), y "fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" (Heb. 4:15); es decir, fue tentado como hombre. "Se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres" (Fil. 2:7). Estos textos se refieren a la naturaleza humana de Jesús. Siendo hombre El tenía todos los deseos y apetitos normales del hombre: p. ej., "tuvo hambre" (Mat. 4:2), y sed (Jn. 4:7), "dormía" (Mat. 8:24) y sufría físicamente (Mat. 16:21).
La expresión nuestra semejanza no se refiere a ninguna clase de "naturaleza pecaminosa". El no compartía los deseos carnales que caracterizan a los hombres. "Cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: ... Has amado la justicia, y aborrecido la maldad", Heb. 1:6-9; cuando "el Verbo fue hecho carne" (Jn. 1:14), no dejó de amar la justicia y aborrecer la maldad. El nunca pecó ni en palabra, ni en hecho, ni en pensamiento. Nunca fue culpable de codiciar a una mujer (Mat. 5:28); nunca aborreció a nadie (1 Jn. 3:15); no amaba al dinero (1 Tim. 6:9, 10; Col. 3:5). El fue tentado como hombre, pero no como hombre pecador.
B. Nuestras debilidades. "Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades (flaquezas, LBLA)". Jesús no tenía debilidades o flaquezas espirituales. El hombre tiene deseos carnales e inclinaciones hacia el mal y, por eso, fácilmente cae en pecado, pero Jesús no tenía tales flaquezas. Cuando la palabra débil se usa en sentido espiritual, significa pecador ("Cuando éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos ... siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros", Rom. 5:5, 8). Jesús no tenía esta clase de debilidad. La palabra debilidad es asthéneia, y significa enfermedad, literalmente "falta de fuerza". Luc. 7:21, "sanó a muchos de enfermedades". 2 Cor. 11:30, "me gloriaré en lo que es de mi debilidad" (hablando de sus persecuciones, 11:24-28). "Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre" (Mat. 4:2); en verdad, después de ayunar por cuarenta días el cuerpo está prácticamente abatido y cerca de la muerte. Cuando azotado (Mat. 27:26) ¿no estaba debilitado? Obligaron a Simón de Cirene a que llevase la cruz de Cristo (Mat. 27:32), tal vez a causa de su debilidad, porque Juan 19:17 dice que "él (Jesús), cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera". "Fue crucificado en debilidad" (2 Cor. 13:4). La debilidad de Jesús, pues, no tuvo nada que ver con la flaqueza espiritual, sino con la debilidad física. Por lo tanto, Heb. 4:15 no se refiere a las debilidades espirituales.
C. Fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. La expresión sin pecado (choris hamartia) significa "aparte de pecado" (compárese Jn 20:7, "el sudario ... enrollado en un lugar aparte, choris)", alejado de, "sin asociación con el pecado" (Léxico Thayer). "En todas las tentaciones que Cristo soportó, no había nada dentro de El que respondiera al pecado. No había en El ninguna debilidad pecaminosa" (WEV, definición de peirazo).
Fue tentado en todo según nuestra semejanza, porque tenía deseos y apetitos humanos, pero hay mucha diferencia entre los deseos humanos y los deseos malos, que son cultivados y adquiridos por el hombre mismo; es decir, no nace con ellos, sino que en vez de satisfacer los deseos normales y naturales conforme a las reglas de Dios, salen de estos límites para corromperlos y satisfacerlos conforme a las incitaciones del diablo. Cristo Jesús tuvo todos los deseos y apetitos normales y naturales, pero no adquirió ningún deseo o apetito carnal. Siempre estaba resuelto a hacer la voluntad de Dios (Jn. 4:34; 5:30). Dice Jn. 14:30, “Viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí”; es decir, Satanás no tuvo poder alguno sobre Jesús.
Santiago 1:14, "Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido". Los deseos malos son creados y cultivados por el hombre desde la juventud por medio de imitar el ejemplo de otros, por la asociación con gente mundana, por varios medios de comunicación carnales (libros, revistas y, cada vez más en nuestra generación por medio de la corrupción de la televisión). Entonces, una vez corrompido el corazón, el hombre es susceptible a la tentación del diablo descrita en este texto. Muchos son tentados porque aman al dinero (Josué. 7:21; 1 Tim. 6:9, 10; Col. 3:5), pero Jesús no fue tentado de esta manera. El era el Hijo de David, pero no imitó a David en su pecado de codiciar a una mujer (2 Sam. 11:1-44; Mat. 5:28). No imitó a Caín ni a los hermanos de José en odiar o envidiar a otros. Recuérdese siempre lo que se dice de Cristo en Heb. 1:9, “Has amado la justicia, y aborrecido la maldad”. Por lo tanto, Sant. 1:14 no debe citarse para comentar sobre las tentaciones de Jesús, porque El nunca tenía concupiscencias que le pudieran atraer o seducir.
1 Jn. 2:15, 16, "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo ... Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo" (1 Jn. 2:16); puesto que este texto tampoco se refiere a los deseos y apetitos normales o naturales, sino a los "del mundo", no se debe aplicar a las tentaciones de Jesús, pues El no tenía "los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida". Juan dice "no améis ... las cosas que están en el mundo"; Jesús no las amaba. Desde luego, Satanás tienta o pone a prueba a todos y de toda manera posible, pero en Jesús no había nada que respondiera a sus tentaciones. Recuérdese Jn. 14:30, "Viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí".
Romanos 8:3, "Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado". El calvinismo enfatiza la palabra semejanza, diciendo que Jesús no nació en pecado (depravado) como los otros hombres, sino que sólo estaba "en semejanza de carne de pecado". Esta explicación es errónea, porque Jesús "debía ser en todo semejante a sus hermanos" (Heb. 2:17). Por lo tanto, si todos los hombres nacen pecadores, entonces Jesús nació pecador. Desde luego, la Biblia enseña que el hombre nace sin pecado, pero en este texto (Rom. 8:3) Pablo habla de "carne de pecado", porque todos los hombres han pecado, usando su cuerpo como instrumento de pecado (Rom. 6:12, 13). Cristo vino "en semejanza de carne de pecado", porque El tenía un cuerpo humano, pero nunca usó su cuerpo como instrumento de pecado.
Cristo, nuestro perfecto ejemplo de la pureza. Algunos suponen que fue necesario que Jesús tuviera deseos carnales para ser nuestro ejemplo, pero Dios es nuestro ejemplo (Efes. 5:1); ¿El tiene deseos malos? Todo cristiano debe ser ejemplo para otros. Para ser ejemplo para el borracho, ¿tiene que querer emborracharse? Para ser ejemplo para el homosexual, ¿tiene que poseer deseos homosexuales? Para ser ejemplo para el ladrón ¿tiene que codiciar los bienes de otros?
Cristo fue tentado para dejarnos el perfecto ejemplo de cómo vivir y de cómo resistir al diablo. Su vida aquí en la tierra no fue un "experimento" (para ver si pudiera vivir perfectamente). No vino para saber cómo sería vivir como un hombre, pues ya sabía todo lo que hay en el hombre (Jn. 2:24, 25). Recuérdese que cuando Cristo vino al mundo, amaba la justicia y aborrecía la maldad (Heb. 1:9) y al ser "hecho carne" no cambió (Heb. 13:8).
4:2,3 Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. (Compárense Ex. 34:28; 1 Rey. 19:8) Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres (puesto que eres) Hijo de Dios, (el diablo bien sabía que Jesús era el Hijo de Dios, pues le confesó varias veces por la boca de los endemoniados, y precisamente como el Hijo de Dios Jesús echaba fuera los demonios, Mar. 3:11) di que estas piedras se conviertan en pan. -- En esta tentación el diablo se burlaba de Jesús, como si hubiera dicho, "Tú, el Hijo de Dios, ¿y muriendo de hambre? Tú no debes tener hambre". Es muy semejante a Luc. 23:35: "los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios". Fácilmente Jesús podía haber convertido las piedras en pan como convirtió el agua en vino, como dos veces multiplicó los panes y peces y como dos veces efectuó la pesca milagrosa.
Recuérdese que en muchos textos la palabra tentar (peirazo) significa probar o poner a prueba. Parece que algunos creen que si una tentación no es atractiva y deseable, no es una tentación. Desde luego, el pensamiento de comer pan después de ayunar cuarenta días era muy deseable, pero no era deseable el pensamiento de hacer uso incorrecto de su poder. A Jesús no le gustó sufrir, pues El, siendo hombre, tenía el deseo normal de proteger y preservar su vida, pero El no usó su poder divino para sí mismo. No pidió doce legiones de ángeles para evitar que le prendieran, no evitó los azotes y no bajó de la cruz, porque como El dijo, "Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra" (Jn. 4:34).
Esaú tuvo mucha hambre y dijo, "He aquí yo voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura" (Gén. 25:32), pero Jesús no era profano como Esaú (Heb. 12:16), pues estaba resuelto a hacer la voluntad de Dios a pesar de su debilidad.
4:4 El respondió y dijo: Escrito está: -- Nosotros también podemos resistir al diablo por medio de citar textos bíblicos. ¡Hay textos apropiados para toda tentación! Al ser tentados, ¿nos acordamos de ellos? Esto no sólo requiere mucho estudio bíblico, sino también la memorización de textos, porque en el momento de la tentación muchas veces no habrá oportunidad para buscar textos en la Biblia. Un propósito principal de este relato de las tentaciones de Jesús es para enseñarnos cómo debemos resistir al diablo. Parece que algunos creen que para resistirlo se necesita alguna manifestación del Espíritu o algún poder especial, pero Jesús efectivamente resistió al diablo simplemente citando textos apropiados. Jesucristo, el Hijo de Dios, hizo lo que cada uno de nosotros puede hacer: citar un texto apropiado de la Escritura, y el diablo nos dejará. "Y tomad ... la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios" (Efes. 6:17). "La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros" (Col. 3:16). "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti" (Sal. 119:11). El Señor promete dar "con la tentación la salida, para que podáis soportar" (1 Cor. 10:13). ¿Qué mejor salida de la tentación que una cita apropiada la Biblia?
-- No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. -- Jesús cita Deut. 8:3, "te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre"; es decir, les dio de comer de una comida desconocida a ellos, para que entendieran que deberían depender de Dios. También les dijo, "Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años" (Deut. 8:4). Si el pueblo de Israel hubiera hecho una lista de lo indispensable para ellos, sin duda habrían escrito "pan y agua", pero en realidad lo indispensable era confiar en Dios. Les convenía recordar las plagas, el Mar Rojo, qué pasó con el ejército de Faraón, el agua que salió de la roca, los codornices y el maná, etc., para estar completamente agradecidos con Dios.
¿Por qué había maná cada mañana con la excepción del séptimo día? Porque la palabra de Dios así lo decretó. ¿Por qué no había maná el séptimo día? Porque la palabra de Dios así lo decretó. ¿Por qué se echó a perder el maná si se guardara para otro día (con la excepción del sexto día)? Porque así lo indicaba la palabra de Dios. Cada noche, con la excepción de la sexta, el pueblo se acostaba sin tener pan para el siguiente día. Fue necesario depender de Dios, y también fue necesario que el pueblo aprendiera esta lección durante su estancia en el desierto, porque al entrar en la tierra que fluía leche y miel, todavía dependería de Dios, pero sería aun más difícil recordarlo (Deut. 6:10-12). Jesús nos enseña a orar, "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy" (6:11).
Al citar este texto Jesús está diciendo que no era necesario que El comiera pan para vivir, porque Dios le podría sostener sin pan. No tuvo temor de morir de hambre, y no pensaba abusar de su poder divino para proveer de una manera milagrosa lo que su cuerpo pedía. Comería cuando fuera la voluntad del Padre que comiera. No compartió la actitud del profano Esaú quien dijo, "He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?" (Gén. 25:32); más bien, en otra ocasión cuando los discípulos le instaban a que comiera, les dijo, "Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra" (Jn. 4:34).
Así también nosotros vivimos "de toda palabra que sale de la boca de Dios" (por la voluntad y los arreglos de Dios). Muchos se sienten muy confiados porque tienen recursos y pueden conseguir los alimentos, y no se dan cuenta de que en realidad la vida viene de Dios y que El nos sostiene. El hombre quiere seguridad económica; Dios quiere que el hombre dependa de El. "El es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas" (Hech. 17:25). El hombre no es un mero animal que exista para comer, pelear y procrear. Siendo hecho a la imagen de Dios, hay un propósito noble para su existencia. ¿Cuál es la razón o el propósito de nuestra existencia? ¿Estamos en el mundo solamente para comer para que el cuerpo físico siga funcionando? El propósito de nuestra vida aquí en la tierra es que hagamos la voluntad de Dios. Si en cualquier momento tenemos que tomar una decisión entre el salvar la vida o el morir por la fe, sin demorar debemos morir por la fe.
Por lo tanto, debemos confiar en Dios y buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, sabiendo que las cosas materiales nos serán suplidas de acuerdo con su voluntad (Mat. 6:33). Dios quiere que el hombre se concentre en satisfacer los deseos del alma y no sólo los del cuerpo.
4:5, 6 Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: -- Satanás (y sus ministros, 2 Cor. 11:13-15) pueden citar textos bíblicos y torcerlos para su propia conveniencia (2 Ped. 3:16).
-- A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. -- Ahora el diablo sugiere que Cristo empiece su ministerio con una señal sensacional para producir la “fe” instantánea. Fue como si hubiera dicho, "Dios ha prometido su protección (Sal. 91:11, 12), y tú debes aprovecharla. ¡Ponle a prueba!" Si Cristo hubiera aceptado la sugerencia del diablo, habría mostrado su falta de confianza en Dios y en su cuidado.
Satanás podía citar textos, pero no le importaba el significado verdadero de ellos. El salmo citado promete ayuda y protección para los siervos de Dios durante su vida de obediencia y servicio; es decir, al servir a Dios nos enfrentaremos con peligros y problemas, pero El siempre está cerca para ayudarnos. Dios cuida de los que le obedecen y sirven, pero esta promesa no debe ser prostituida como el diablo sugiere. El hombre no puede tomar decisiones insensatas y presuntuosas y esperar que Dios le dé la mano.
4:7 Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. -- Debemos creer en Dios por lo que es y por lo que ha hecho, y con todo amor y gratitud debemos dedicarnos a su servicio. Lo que Dios ha dicho es verdad y debemos aceptarla. No andamos por fe si pensamos que algún dicho de Dios tiene que ser probado o comprobado por nosotros para saber si es verdad o no. Jesús y sus apóstoles y otros discípulos siempre estaban en peligros, pero no entraban voluntariamente en peligros para que Dios les rescatara. Eran la consecuencia de su servicio para Dios.
Un buen ejemplo de esta lección se encuentra en Fil. 2:25-30. Epafrodito "estuvo enfermo, apunto de morir ... por la obra de Cristo estuvo próximo a la muerte, exponiendo su vida para suplir lo que faltaba en vuestro servicio por mí". Este fiel hermano no estaba tentando a Dios, sino que fielmente le servía, "exponiendo su vida" por la causa de Cristo; por eso, "Dios tuvo misericordia de él".
Sant. 1:13, "Dios no puede ser tentado por el mal", pero Deut. 6:16 dice, "No tentaréis a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah", pero los israelitas tentaron a Dios muchas veces: "Me han tentado ya diez veces" (Núm. 14:22). Véanse también Ex. 14:10-12; 16:3; 17:1-7; Núm. 21:4, 5. "Tentaron a Dios en su corazón, pidiendo comida a su gusto" (Sal. 78:18); Heb. 3:8, 9 habla de la tentación en el desierto, “donde me tentaron vuestros padres, me probaron, y vieron mis obras cuarenta años". También el Espíritu Santo puede ser tentado (Hech. 5:9). Santiago 1:13 dice que "Dios no puede ser tentado por el mal", pero El sí fue tentado en el sentido de ser probado (retado); es decir, el pueblo quería más y más señales y aun así decían "¿Está Jehová entre nosotros o no?" (Ex. 17:7). No querían aceptar la dirección de Dios, sino que continuamente se quejaban y pedían más señales. De esto Sant. 1:13 no habla, sino de la solicitación a pecar. Pablo da un comentario inspirado acerca de la rebelión de los israelitas (1 Cor. 10:6-11; véase también Heb. 3:1 - 4:1). Pablo dice a los corintios, "Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor" (1 Cor. 10:9, 10).
Por medio de los fariseos el diablo tentó a Cristo para desacreditarlo (12:38; 16:1-4; 19:3; 22:1, 18, 35; Luc. 11:16).
¿Tentar o probar? Dios no "tienta a nadie" en el sentido de inducir a pecar (esa es la obra de Satanás). Sin embargo, como dice W. E. Vine, "Dios tentó, o probó, a Abraham, He 11:17. ‘Probó Dios a Abraham’ (Gén. 22:1), para poder bendecirle más, y también Dios probó a Israel, en el sentido de probar su fidelidad al pacto (Ex. 16:4; Deut. 8:2). El Nuevo Testamento habla de cómo los cristianos se someten a prueba para su propio bien (Sant. 1:2-4; Rom. 5:3-5; 2 Cor. 12:7-10). Esta prueba viene de fuera, mientras que Santiago 1:14 habla de tentaciones que vienen de dentro” del hombre (de su concupiscencia, sus deseos carnales). Desde luego, la seducción o solicitación a pecar no viene de Dios sino del diablo.
"No nos metas en tentación" (Mat. 6:13). Si Dios no nos tienta, ¿por qué Jesús nos enseña a orar, "no nos metas en tentación" (Mat. 6:13)? El resto del versículo explica la primera parte: "mas líbranos del mal". Este texto es otro ejemplo de una forma común en la Biblia de expresar la misma idea de dos maneras. Compárense los siguientes textos: "Mis días han sido más ligeros que un correo; huyeron, y no vieron el bien" (Job 9:25, la segunda frase repite en otras palabras el pensamiento de la primera); "Tendrá misericordia del pobre y del menesteroso, y salvará la vida de los pobres" (Sal. 72:13, la segunda frase repite en otras palabras el pensamiento de la primera); "Los malos se inclinarán delante de los buenos, y los impíos a las puertas del justo" (Prov. 14:19, la segunda frase repite en otras palabras el pensamiento de la primera). De esta misma manera Jesús dice una cosa ("No nos metas en tentación") y repite el pensamiento empleando otras palabras ("mas líbranos del mal"). Al contestar la segunda petición también contesta la primera. Esta explicación de este texto se confirma con otro: "Velad y orad, para que no entréis en tentación" (Mat. 26:41). Pablo nos promete que Dios sí nos libra del mal: "que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar" (1 Cor. 10:13).
4:8, 9 Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. -- Lucas (4:6) agrega las siguientes palabras del diablo: "porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy". Desde luego, el diablo es el padre de la mentira (Jn. 8:44), pero la Biblia dice que "el mundo entero está bajo el maligno" (1 Jn. 5:19), y que Satanás es "el dios de este siglo" (2 Cor. 4:4). Por el tiempo presente Dios permite que Satanás ejerza este poder sobre la humanidad. Multiplicados millones (billones) están postrados delante de él pero su tiempo es corto.
No sabemos cómo Satanás pensara cumplir su promesa a Jesús. Sin embargo, en cuanto a poder, una cosa es cierta: si Cristo hubiera aceptado el poder político que los judíos querían darle (21:9; Jn. 6:15) para ser un segundo David (un David político), habría tenido el apoyo completo (y la supervisión) de Satanás. Usando métodos mundanos (poder político, dinero, armas militares, etc.) fácilmente habría tenido a los judíos como sus seguidores. De esta manera, habría evitado la cruz, pero al hacerlo (¡cosa inimaginable!) no habría hecho la voluntad del Padre, sino la voluntad de Satanás.
Entonces, ¿cuál fue la tentación del diablo? Le ofreció el dominio universal sin el sufrimiento. Le propuso el camino fácil, pero Jesús resistió la tentación del diablo. El cumplió su ministerio en medio de muchas persecuciones y pruebas, pagando el precio de nuestro rescate en el Calvario. De esta manera El estableció su reino espiritual -- "mi reino no es de este mundo" (Jn. 18:36) -- y el apóstol Juan oyó miles de voces que decían, "El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza" (Apoc. 5:12). "Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero" (Apoc. 7:9, 10).
4:10, 11 Entonces Jesús le dijo: Vete (Apártate, VM), Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. -- Al leer este texto, tal vez estemos pensando que estamos muy bien porque adoramos sólo al Dios Vivo y nunca nos arrodillamos delante de otros dioses, pero recuérdese que la avaricia es idolatría (Col. 3:5). ¿Cuántos hermanos asisten a las reuniones de la iglesia para adorar al único Dios Vivo, pero durante la semana viven hincados delante del dios llamado "Mamón". Jesús dice (Mat. 6:24), "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas (Mamón, "riqueza idolatrada", FL). Otros adoran la televisión; los tales no deben estar sentados delante del televisor, sino hincados delante de él, para indicar la postura apropiada. Otros tienen otros dioses. El mayor interés de la persona -- lo que ocupe su tiempo, su energía, su atención, su dinero -- es su dios. Puede ser el mamón, puede ser el placer, puede ser la familia, o una diversidad de personas o cosas. Recuérdese que nuestro Dios es un Dios celoso.
-- El diablo entonces le dejó; -- Con textos bíblicos Jesús resistió al diablo y le ganó. Todo cristiano puede hacer lo mismo; no se necesita poder sobrenatural para resistir al diablo. Jesús fue tentado para mostrarnos cómo resistir: simplemente acordarnos de un texto apropiado y pronunciarlo. Si el tentador es un enemigo o un amigo, si es un desconocido o un familiar, aunque sea un hermano o hermana en Cristo, el medio de resistir siempre es lo mismo: citarle un texto apropiado y Satanás le dejará. "Resistid al diablo, y huirá de vosotros" (Sant. 4:7). "Tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios" (Efes. 6:17). Jesús simplemente usó esta espada y el diablo "le dejó". "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti" (Sal. 119:11).
-- y he aquí vinieron ángeles y le servían. -- ¿Qué dijo el diablo acerca de los ángeles? Hay promesa acerca de la ayuda de los ángeles para nosotros también (Heb. 1:14).
4:12 Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, -- Mateo 14:1-12 relata el encarcelamiento y la muerte de Juan, pero no dice cuándo ocurrió. Al comparar el relato de Mateo con el de Juan (y los sinópticos, parece que los eventos de los primeros tres capítulos de Juan caben aquí entre los versículos 11 y 12 de Mateo 4.
-- volvió a Galilea; -- Había mucha gente en Galilea. Según Josefo había 204 pueblos, cada uno con no menos de 15,000 habitantes. Había nueve pueblos en la costa del Mar de Galilea.
4:13 y dejando a Nazaret, -- Es posible que esto coincida con Luc. 4:16-31 y que explique la razón por la que dejó a Nazaret (fue rechazado).
-- vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí, (Gén. 49:13, 21; Deut. 33:18, 19, 23) -- llegó a ser "su ciudad", 9:1; era "una ciudad grande, uno de los centros de la vida política y comercial de Galilea, una lonja pesquera, adonde acudían muchos gentiles. Aquí el mensaje del reino tendría mejores posibilidades que en Jerusalén, con su orgullo eclesiástico, o que en Nazaret, con sus celos locales", ATR. Después Jesús denunció a Capernaúm (11:23) "porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy".
4:14, 15 para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías (9:1, 2), cuando dijo: Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, Camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles; -- Toda la parte norteña de Palestina. Muchos gentiles vivían en medio de los judíos de Galilea e influían en sus costumbres. Los judíos orgullosos de Judea despreciaban a los galileos (Jn. 1:46; 7:52); por eso, para ellos el concepto de un “Mesías” de Galilea no sería nada aceptable. Pero el ministerio de Jesús comenzó en Galilea y en gran manera se concentraba en Galilea. Hech. 10:37, “Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea”. Luc. 23:5, “Pero ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí”. Jn. 7:41, “Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo?”
4:16 El pueblo asentado en tinieblas -- Este pueblo estaba perdido por causa de su ignorancia y ceguera espiritual, 2 Cor. 4:4, 6. Fueron despreciados por los judíos de Jerusalén (Jn. 7:49, 52), pero en realidad éstos eran aun más ciegos que los de Galilea (Jn. 9:40, 41). Por no tener tanto prejuicio como los de Jerusalén, muchos galileos aceptaron a Cristo.
-- vio gran luz; Y a los asentados en región de sombra de muerte, -- "La muerte está personificada. Esta región, cuyos habitantes están muertos espiritualmente, pertenece a la Muerte como la esfera de su gobierno" (MRV).
-- Luz les resplandeció. -- Jesús era una "gran luz", la luz del mundo (Jn. 1:9; 8:12; Luc. 1:78,79), y dedicó gran parte de su ministerio a Galilea. Había mucho prejuicio contra Nazaret ("¿De Nazaret puede salir algo de bueno?" Jn. 1:46) y Galilea ("Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta", Jn. 7:52). Mateo diligentemente registraba las profecías cumplidas por Cristo.
4:17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos {Dan. 2:44} se ha acercado. {Mt. 3:2} – Este es el mandamiento más difícil de la Biblia. A veces predicadores animan al pueblo a obedecer al evangelio diciendo que “es sencillo y es fácil; sólo tienen que creer, arrepentirse, confesar y ser bautizados”, pero el arrepentirse no es fácil porque significa cambiar. El arrepentimiento significa cambio de mente, cambio de corazón, cambio de los pensamientos y propósitos que resultan en un cambio de vida. Los judíos no querían cambiar, pues confiaban en ser hijos de Abraham (Mat. 3:9), el pueblo escogido de Dios. Muchos paganos se arrepintieron (Hech. 19:19; 1 Tes. 1:9, 10, etc.), pero la mayoría no. Hoy en día ¿cuántos católicos, evangélicos, testigos, adventistas, etc. quieren cambiar para obedecer al evangelio puro? ¿cuántos mundanos quieren cambiar? ¿cuántas personas con mal genio quieren cambiar? Nunca digamos que “es fácil” obedecer al evangelio. Jesús no dijo tal cosa. Más bien, El habló de la necesidad en algunos casos de cortar la mano derecha o sacar el ojo derecho (Mat. 5:29,30); habló de negarse a sí mismo (Mat. 16:24); habló de renunciar todo, aun la propia vida (Luc. 14:33), etc.
El concepto que el pueblo tenía del reino se muestra en Jn. 6:15 (“Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo”). Aun los apóstoles tenían conceptos errados del reino (Mat: 18:1-3). Jesús dijo a Pilato que su reino no es de este mundo (Jn. 18:36). En cuanto a los súbditos del reino de Cristo, el término reino se usa alternativamente con los términos iglesia, cuerpo, casa, templo y rebaño; es decir, el reino es espiritual. Los salvos son trasladados al reino (Col. 1:23), añadidos a la iglesia (Hech. 2:47) y bautizados en el un cuerpo (1 Cor. 12:13).
4: 18 Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. – Esa profesión era buen entrenamiento para ellos. Era trabajo duro, esforzado y muchas veces con pocos “resultados visibles”.
4:19 Y les dijo: Venid en pos de mí, -- Desde luego, tenían que seguir a Jesús (someterse a El y sus enseñanzas) para poder ser sus apóstoles. Mar. 3:14, “Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar”. Estarían íntimamente asociados con Jesús por más de tres años. 1 Jn. 1:1-3; 2 Ped. 1:16. Daban evidencia del entrenamiento que recibieron de Jesús, Hech. 4:13.
-- y os haré pescadores de hombres. – ¡Pescadores convertidos en embajadores! Jesús conoce a los hombres (Jn. 2:24, 25). Veía y conocía a estos hombres como eran, con todas sus flaquezas, pero también veía lo que llegarían a ser. Lo importante era que estos pescadores eran hombres de buen carácter, sinceros. No eran hombres ociosos, pues el pescar era trabajo duro. En esa profesión tenían que aprender la paciencia, una cualidad importante para pescadores de hombres. A estos Jesús dijo, “os haré pescadores de hombres”. Los apóstoles no eran grandes por los talentos que poseían, sino porque dejaron que Jesús, como Alfarero experto (Jer. 18:6), los formara y moldeara conforme a su voluntad (Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18).
Estos “pescadores de hombres” serían los testigos (Hech. 1:8) y embajadores (2 Cor. 5:20) de Jesús. Ellos llevarían el mensaje de salvación (el evangelio) a todas las naciones (Mat. 28:19; Mar. 16:15). Jesús les dijo, “El que a vosotros recibe, a mí me recibe”. Mat. 19:28, “Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel”. Así pues el ministerio apostólico sería de gran importancia.
4:20 Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron. 21 Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. 22 Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron. – Mat. 19:27, “Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido”. Dejaron su empleo, su hogar y familia (“todo”) para seguir a Jesús. Algunos de los que querían seguir a Jesús dijeron, “pero primero” tenían que hacer otra cosa. No querían dar primer lugar a Jesús, pero los apóstoles eran como los santos de Macedonia que “se dieron a sí mismos al Señor” (2 Cor. 8:5). Cuando Jesús nos llama, El quiere que dejemos todo “al instante” para seguirle. Como Abraham, “siendo llamado … salió sin saber a dónde iba”.
Los hombres que fueron elegidos por Cristo para ser sus apóstoles tenían que aprender mucho, pero ya conocían a Jesús. Habían visto sus señales y creían en El. Por eso, estaban dispuestos a someter sus vidas al servicio de El.
4:23 Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos y predicando el evangelio del reino, (Luc. 8:1) -- Las sinagogas eran centros de enseñanza. En ellas cada sábado se enseñaban las Escrituras. Jesús y Pablo aprovechaban este medio eficaz de enseñar al pueblo. De esta manera enseñaban no sólo a los judíos, sino también a los griegos (gentiles) los cuales se acercaban a la sinagoga para oír la enseñanza. Eran llamados “los temerosos de Dios” (Hech. 10:22; 13:16).
Jesús predicaba “el evangelio (las buenas nuevas) del reino. La predicación del evangelio es la predicación de buenas nuevas. Abraham oyó las buenas nuevas (Gál. 3:8). Isaías contó las buenas nuevas (Isa. 35; 61:1-3). Los ángeles anunciaron las buenas nuevas (Luc. 1:19; 2:8-14). Los apóstoles predicaron las buenas nuevas a todas las naciones (Mat. 28:19; Mar. 16:15). Felipe predicó las buenas nuevas a los samaritanos (Hech. 8:5,12). Este es el evangelio de la gracia de Dios (Hech. 20:24), las buenas nuevas de salvación (Efes. 1:13). Es el evangelio glorioso (2 Cor. 4:4). Se llama buenas noticias porque como Lucas 4:18 dice, “Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 19 A predicar el año agradable del Señor”. Con razón los que encontraban a Jesús proclamaban las buenas nuevas a otros (Jn. 1:41, 45; 4:29). Si alguien encuentra un tesoro ¿no tiene buenas nuevas que contar? Mat. 13:44, “Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. 45 También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, 46 que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró”.
Para mucha gente la predicación del evangelio trae “malas noticias” porque creen que sólo trata de condenar, pero Jesús no vino al mundo para condenar (ya estaba condenado el mundo); más bien vino al mundo para salvar, rescatar, redimir y reconciliarnos con Dios. Luc. 15:32 se aplica a todos los que aceptan estas buenas noticias: “Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado”.
-- y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. {Mt. 9:35; Mar. 1:39.} – Juan 20:30, 31 explica el propósito de los milagros de Jesús: “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31 Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre”. Mar. 16:17-20 explica el propósito de los milagros de los apóstoles: “Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían”. Véanse también Hech. 14:3; Heb. 2:3, 4. Jesús pronuncia una advertencia solemne en contra de los que en lugar de hacer la voluntad de Dios profesan hacer milagros (Mat. 7:23).
4:24 Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó. – Le trajeron todos los que tenían dolencias … y los sanó. Hoy en día los que profesan sanar tienen su grupo selecto de candidatos para la “sanidad”. Esto es pura hipocresía. Las campañas de “sanidad” son campañas de mentira y engaño. Los directores de tales campañas son lobos rapaces. Son mercaderes que se aprovechan de la ignorancia del pueblo para enriquecerse. Toda la supuesta “sanidad” que ellos y los católicos efectúan es “obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2 Tes. 2:9; Mt. 24:24).
4:25 Y le siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán. – Inmediatamente Jesús gozaba de mucha fama, pero desde luego, no todos le “seguían” con propósitos espirituales. Jn. 6:26, “Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis”. Sin embargo, era necesario que Jesús hiciera estas señales para que la gente creyera que El era y es el Mesías, el Hijo de Dios (Jn. 20:30, 31).
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