Mateo 6

Mateo 6:1-4, NO DAR PARA SER VISTOS DE LOS HOMBRES

Introducción.

          A. En el cap. 6 Jesús sigue explicando la justicia que es mayor que la de los escribas y fariseos. Jesús les acusa de hipocresía (Mat. 23) en su servicio a Dios. Debemos escuchar con atención tales advertencias.

          B. Mat. 6:1-18 se dirige al propósito de servir y adorar a Dios. ¿Qué nos mueve? ¿Por qué servimos a Dios? ¿Para ser vistos de los hombres?

          C. Jesús siempre tenía que enseñar sobre la cuestión del propósito de servir a Dios. Continuamente estaba rodeado de multitudes, pero ¿por qué le buscaban? ¿para obtener panes y peces? ¿con propósito político? ¿por curiosidad? ¿Cuántos de los que le seguían eran sinceros? El mismo problema existe hoy en día. ¿Por qué asiste la gente a alguna iglesia? ¿con fines sociales? ¿para divertirse? ¿porque les gusta a ellos los miembros o el predicador? ¿habrá ventajas económicas? ¿para agradar a la familia? ¿para apaciguar la conciencia? ¿para adorar a Dios en espíritu y en verdad?

          D. La Biblia no solamente nos enseña lo que debemos hacer, sino también nos enseña los propósitos y las motivaciones con los cuales debemos obedecer. Si no obedecemos con propósito correcto, nuestra obediencia no es aceptable a Dios.

          E. Por lo tanto, debemos examinarnos con cuidado (2 Cor. 13:5), porque no basta con ofrecer el servicio y culto a Dios que son correctos en cuanto a forma, sino que también debemos servir y adorar a Dios con corazón limpio (Mat. 5:8; Jn. 4:24).

          I. Mateo 6:1, "Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos". "Cuidaos de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos" (LBLA).

          A. Mat. 5:16, "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos". Alumbramos nuestra luz cuando hacemos buenas obras. La gente se da cuenta de lo que hacemos, pero el propósito nuestro es para que Dios sea glorificado.

          B. Pero el propósito de los hipócritas era distinto. Aunque profesaban ofrecer servicio a Dios, en realidad querían obtener gloria para si mismos, y no para Dios. En esto eran falsos ("hipócritas"). Querían llamar la atención de la gente a su acto de dar a los pobres, que la gente se diera cuenta de la generosidad de ellos. Querían ser "alabados" por la gente (que la gente dijera, "¡Qué generosos y piadosos son estos hombres!"). La recompensa que buscaban era el honor, la admiración y la alabanza de la gente. Profesaban servir a Dios, pero no buscaban la aprobación de Dios.

          C. Juan 5:44, "¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único". Este texto describe perfectamente la actitud de los "hipócritas" (Mat. 6:2).

          D. Gál. 1:10, Pablo no tenía esa actitud. "Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo". Es probable que los oponentes de Pablo le acusaban de querer congraciarse con los hombres, pero Pablo era el esclavo de Cristo. Dijo, "De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús" (Gál. 6:17). Como el esclavo llevaba el nombre y el emblema de su dueño grabados en su cuerpo a hierro candente, así también las cicatrices en el cuerpo de Pablo daban evidencia viva de sus sufrimientos por Cristo. Era prueba convincente de que Pablo era el esclavo de Cristo. Siendo tan obviamente el esclavo de Cristo, ¿cómo, pues, podía servir a los hombres y buscar el favor de ellos?

          II. Mateo 6:2, "Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres". (No solamente querían ser "vistos", sino también "alabados").

          A. La "trompeta" se refiere a cualquier medio de publicidad (ahora sería el periódico, la radio, etc., o el mismo púlpito).

          B. Jesús se refiere en Mat. 6:1-18 a tres servicios (ayudar al necesitado, orar, y ayunar), pero lo que El dice aquí tiene aplicación en todo nuestro servicio a Dios.

          C. Nunca termina este problema, porque hay peligro para todos los que ofrecen servicio a Dios. Por ejemplo, en las publicaciones de los hermanos liberales hay listas de los que contribuyen a sus instituciones, escuelas, asilos para niños o para ancianos, casas de publicación, y a varias iglesias patrocinadoras. Aun tienen categorías de reconocimiento ("clubs" de contribuyentes), según la cantidad de las ofrendas. Las escuelas para predicadores contribuyen mucho a este mal. Los egresados llevan títulos (por ejemplo, "Misionero", véase Mat. 23:7, 8) y "cartones" (diplomas) que los elevan sobre los demás. Ya son predicadores profesionales. Es probable que un día se llamen "Reverendo", como ya se practica entre las denominaciones (1 Sam. 8:5).

          D. Sin embargo, es necesario reconocer que también los que nos oponemos a estas innovaciones estamos en peligro. Hay gran peligro de que los ancianos, diáconos, maestros, directores de cantos como también los miembros que cantan bajo su dirección, y sobre todo, los predicadores caigan en este error. Es fácil caer en la tentación de predicar, orar, cantar, etc. para impresionar a los miembros, y para que nos alaben. Hay miembros de la iglesia que alaban mucho a los directores del culto (al director de los cantos, al predicador, aun al hermano que dirige la oración) y ¿qué hermano rechaza las palabras de alabanza? Hay peligro de que nos engañemos diciendo, "Quiero que me aprecien", cuando en verdad simplemente queremos nuestra "recompensa" (ser alabados por ellos).

          III. Mateo 6:2, "De cierto os digo que ya tienen su recompensa".

          A. La recompensa es una gran motivación para todos. ¿Quién no busca la recompensa? Aunque la salvación es por gracia, Cristo habla mucho de la recompensa que nos espera (Mat. 5:1-12; 10:41; 25:34-46, etc.). A muchos "Evangélicos" no les gusta hablar de recompensa. Insisten en que la salvación es por "la gracia sola", y no se sienten cómodos cuando hablan de recompensa. Les parece un poco conflictivo, porque creen que la recompensa tiene que ver con merecer la salvación, pero esto no debe ser ningún problema para los que predican el evangelio verdadero, pues la Biblia enseña que hay castigo para los injustos, y hay recompensa para los justos.

          B. Sin embargo, algunos quieren su recompensa ahora; por eso, quieren ser alabados por los hombres. Dice Jesús, "ya tienen su recompensa". Ya son pagados; ya han recibido la totalidad de su pago. No reciben solamente la mitad de su recompensa ahora, para esperar la otra mitad de Dios en el día final, porque no habrá "otra mitad" de recompensa. Compárese Luc. 6:24, "Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo!" Como dijo Padre Abraham al rico (Luc. 16:25), "Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida", es decir, ya recibió todo.

          C. Si profesamos servir a Dios, pero con los ojos puestos en los hombres (para ser alabados por ellos), estamos sirviendo a los hombres, y los hombres tienen que pagarnos. Cuando ellos nos alaban, ya estamos pagados. Si buscamos la alabanza de los hombres, Dios no nos pagará porque no le estamos sirviendo a El. Hacemos burla de Dios si profesamos servirle cuando el corazón está en la recompensa de los hombres. Dios solamente recompensa a los que le sirven a el "en secreto" (es decir, un servicio sincero de corazón singular que es para agradar a Dios y no a los hombres).

          D. La recompensa que se recibe de los hombres no se puede comparar con la recompensa de Dios porque la recompensa de los hombres no es confiable. Es muy caprichosa, porque los hombres son inconsecuentes, inconstantes y cambiables. Lo que les agrada hoy no les agrada mañana. Recuérdese el ejemplo de la alabanza que Jesús recibió durante la entrada triunfal (Mat. 21:9). Al entrar Jesús en la ciudad algunos decían "Hosanna al Hijo de David! pero durante la misma semana algunos decían "¡Sea crucificado!" (Mat. 27:22). Pablo fue alabado (adorado) por los de Listra, pero en poco tiempo fue apedreado por los mismos (Hech. 14:11, 19). Así es la alabanza de los hombres. Por lo tanto, los que buscan su recompensa ahora, es decir, quieren ser alabados por los hombres, pueden perder su recompensa aun ahora, como también después.

          IV. Mateo 6:3,4 "Mas cuando tu des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público". (La Biblia de las Américas omite las palabras "en público" en los vers. 4, 6, 18. No aparecen en los manuscritos más antiguos y confiables).

          A. "Tu izquierda ... tu derecha". Recuérdese que Jesús habla del corazón, del propósito de la persona que sirve a Dios. La mano izquierda no tiene su propia mente. Muchas veces Jesús emplea lenguaje figurado para dar más énfasis a cierta enseñanza.

          B. No perdemos la recompensa de Dios simplemente porque otros saben de nuestras buenas obras. No hay pecado en que otros sepan de nuestra obediencia a Dios. Por lo contrario, Mat. 5:16 dice que cuando otros observan nuestras buenas obras glorifican a Dios. El Nuevo Testamento publica la obediencia de varias personas en Hechos de los Apóstoles, y publica las buenas obras de varias personas: Mar. 12:41-44; Hech. 9:36-39; Rom. 16:1,2; 1 Cor. 16:15,16, etc. Por lo tanto, sabemos que no es malo que otros sepan de nuestras buenas obras. Tampoco es malo que nosotros alabemos las buenas obras de otros. En la iglesia, en el hogar y en otras relaciones y actividades podemos alabarnos los unos a otros sin pecar y sin buscar la gloria el uno del otro. Sin embargo, tanto los que alaban como los que se alaban deben tener mucho cuidado del corazón, para que la gloria sea para Dios. ¿Por qué alabó Pablo a ciertas iglesias e individuos? (1 Cor. 16:15, 16; 2 Cor. 8:1, 11). Para estimularnos a imitar las buenas cualidades y buenas obras de los fieles.

          C. Pero recuérdese que siempre hay mucho peligro cuando nos alabamos los unos a los otros. Debemos examinarnos constantemente (1 Cor. 11:31; 2 Cor. 13:5) y siempre buscar la aprobación (y recompensa) de Dios en lugar de la recompensa de los hermanos. Debemos preguntarnos con toda sinceridad, "¿Por qué voy a las reuniones de la iglesia? ¿Por qué predico? ¿Por qué quiero dirigir los himnos? etc. Está bien que otros nos alaben, pero ¿cómo nos afecta tal alabanza? Lo importante es que nosotros sirvamos al Señor y no a los hombres. Véanse Efes. 6:5-9; Col. 3:23-25.

          D. El Padre nos recompensará. El lleva las cuentas y sabe todo, aun los pensamientos del corazón. Heb. 6:10, "Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra". Ecles. 12:14, "Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala".

          E. Las bienaventuranzas. Después de cada una de las bienaventuranzas, Jesús promete una bendición ("verán a Dios", "vuestro galardón es grande en los cielos", etc.).

          F. Rom. 2:16, "en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio".

* * * * * * * * * *

Mateo 6:5-8, ORAR CON SINCERIDAD

Introducción.

          A. Ahora sigue el segundo elemento de la amonestación de tener cuidado de no hacer nuestra justicia delante de los hombres para ser vistos de ellos.

          B. No debemos ostentar la piedad. Este es el punto principal en los vers. 1-18. Es otro ejemplo de la vanagloria que tanto se condena en toda la Biblia. Debemos evitar la ostentación en el servicio de Dios.

          I. Mat. 6:5, "Y cuando ores, no seas como los hipócritas". "Cuando oréis" (LBLA). El plural se emplea en los mandatos generales (vers. 1, 5, 16), y el singular en las aplicaciones directas y personales (vers. 2-4, 6, 17, 18).

          A. Los discípulos de Cristo deben orar: con fe (Sant. 1:5), sin desmayar (Luc. 18:1); sin cesar (1 Tes. 5:17); y con confianza (Heb. 4:15,16).

          B. Los hipócritas son los que practican sus devociones privadas en lugares públicos, pero no lo hacen para agradar a Dios (como se supondría), sino para recibir la alabanza de los hombres. El orar debe ser acto religioso (culto a Dios), pero si es practicado con el propósito de recibir alabanza de los hombres, no es acto de culto para Dios, sino más bien un acto de hipocresía. La palabra "hipocresía" hupokrisis significa "actuación dramática, referido al hablar de los actores en diálogo; de ahí pretensión" (WEV). El hipócrita es engañador. Engaña a los hombres, pero no engaña a Dios (Gál. 6:7).

          II. "Porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres".

          A. Practican en público sus devociones privadas. Luc. 18:11 hace claro este punto: "El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera". "Oraba consigo mismo", pero estuvo en el templo. No se minimiza en ningún sentido el orar en público. No era cuestión de dirigir la oración de la congregación en la sinagoga (ni tampoco en las esquinas de las calles), sino de ofrecer una oración privada en los lugares más públicos. ¿Oraban estos en privado o solamente en público?

          B. Dice Jesús que éstos aman hacer esto. "Les gusta" (LBLA). Les da gusto. Les agrada. Lo que les gustaba era la alabanza de los hombres (ver. 2).

          C. Jesús no condena el orar de pie. Es probable que esa postura les sirviera para ser más "públicos" (para mejor llamar la atención de la gente a sus oraciones), pero no es malo orar de pie. (1). La Biblia habla de varias posturas del cuerpo para orar: de pie (1 Sam. 1:26, inglés, "stood"; Mar. 11:23-25 (LBLA, margen, Lit., estéis de pie); Luc. 18:11, 13); de rodillas (2 Crón. 6:13; Dan. 6:10; Luc. 22:41; Hech. 7:60; 9:40; 20:36; 21:5); postrado sobre el rostro (Núm. 16:22; Josué 5:14; Dan. 8:17; Mat. 26:39; Apoc. 11:16); y sentados (Mat. 26:20,26,27). (2). Mar. 11:25 es bien claro sobre el punto de orar de pie: Jesús dice, "Y siempre que estéis en pie orando" (VM); "Y cuando estéis de pie orando" (margen, LBLA; VHA).

          D. ¿Es siempre malo ofrecer en público una oración personal? No; véase Dan. 6:10, 13. Era importante que todos se dieran cuenta de que Daniel no dejaba de orar a Dios cuando se le prohibió hacerlo. Pablo dice, "orad sin cesar" (1 Tes. 5:17). En cualquier momento el cristiano puede orar a Dios (por ejemplo, puede dar gracias por su comida en un restaurante). El problema no es el orar o no orar en público, sino el orar en público en lugar de orar en privado, y el orar en público para ser alabados de los hombres en lugar de agradar a Dios. Lo que se condena es el espíritu de ostentación, el deseo de exhibir la piedad.

          E. "para ser vistos de los hombres". Lo que Jesús condena es el propósito malo. Vuelve al tema de Mat. 5:8, "Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios". El corazón de ellos no era limpio, porque el propósito de su servicio no era sano. Jn. 5:44, "¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?" No querían creer y no podían creer porque solamente buscaban la gloria unos de otros, y no buscaban la gloria que viene de Dios. Rom. 2:29, la alabanza del verdadero judío "no viene de los hombres, sino de Dios".

          III. "De cierto os digo que ya tienen su recompensa".

          A. ¡Qué pensamiento más alarmante! "Ya tienen su recompensa". Ya no habrá recompensa de Dios. Ya han recibido toda la recompensa, y la única recompensa, que recibirán tanto en el mundo venidero como en este mundo. Ya están pagados en total.

          B. Mat. 25:21, El Señor dirá a los fieles, "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor", pero los hipócritas que hacen su justicia para ser vistos de los hombres no oirán estas palabras. Mat. 25:34, "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo". Los hipócritas no oirán esta bienvenida.

          E. ¿Qué oirán en aquel día? "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles" (Mat. 25:41).

          IV. Orar en privado a Dios, solamente para los oídos de Dios.

          A. Mat. 6:6 "Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público".

          B. No basta con condenar el mal. Jesús no solamente condena el error de los hipócritas, sino que también enseña lo correcto con respecto a la oración.

          C. "Aposento, tameion, denota, en primer lugar, una cámara de almacenamiento, y después cualquier estancia privada o reservada" (WEV). "Tu aposento" será el lugar más privado disponible para que a solas puedas orar a Dios, excluyendo el mundo entero. ¿Dónde estaba el "aposento" de Jesús? Mar. 1:35, "Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba" (la palabra "desierto" significa lugar solitario, retirado y apartado de las ciudades, ver. 45). Véanse también Mat. 14:23; Mar. 6:46; 14:32. "Cerrada la puerta", como en el caso de Eliseo (2 Reyes 4:32, 33). Cuando oramos en casa -- aun dando gracias por los alimentos -- conviene apagar el radio, el estéreo, el televisor y aun descolgar el teléfono para evitar estorbos e interrupciones.

          D. "Ora a tu Padre que está en secreto". Si nuestra oración es en verdad solamente para los oídos de nuestro Padre Celestial, no usaremos palabras grandes, ni lenguaje floreciente, ni voz elocuente, para tratar de impresionar a Dios. En la forma más natural (aunque bien respetuosa) presentaremos nuestra plegaria a El, con mucha acción de gracias.

          E. Dios recompensará. No recompensa a los que oran para ser oídos y alabados por los hombres (ya tienen su recompensa), pero a los sinceros sí. Efes. 3:20,21, "Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros ... ".

          F. "En público". La Biblia de las Américas omite estas palabras y en el margen dice, "Algunos manuscritos posteriores agregan: en público, y así en los vers. 6 y 18".

          V. No usar vanas repeticiones como los gentiles.

          A. Mat. 6:7, "Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos".

          B. "Como los gentiles". (1). 1 Reyes 18:25-29, "invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¿Baal, respóndenos!" Es decir, toda la mañana repetían las mismas palabras, creyendo que por la mucha repetición de lo que decían su dios les escucharía. Clamaban a grandes voces, saltaban cerca del altar y aun "se sajaban con cuchillos y con lancetas ... hasta chorrear la sangre sobre ellos". Siguieron "gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecer el sacrificio". Esta conducta era apropiada para ellos, porque oraban a dioses que tenían ojos que no veían y oídos que no oían, pero para orar al Dios Vivo, no es apropiada. (2). Hech. 19:34, "Todos a una voz gritaron casi por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios!" Los paganos creían que por "su palabrería" serían oídos. De esta manera implicaban consciente o inconscientemente que los dioses eran estúpidos, que tenían que decirles las mismas cosas docenas de veces, o de otro modo que estaban del todo indiferentes hacia ellos, y que tenían que moverles (fatigarles y aburrirles) por sus gritos y repeticiones hasta que les concedieran lo que pedían. (3). En la actualidad los budistas y mahometanos usan vanas repeticiones. También esta enseñanza de Jesús es violada por la repetición del rosario. Los católicos creen que serán oídos por su mucha repetición del "Padre Nuestro". Jesús nos enseña como orar (Mat. 6:9-13; Luc. 11:1) para evitar vanas repeticiones. ¡Pero tanto evangélicos como católicos creen que con repetir esta oración serán oídos! (5). Algunos judíos habían caído en el mismo error de creer que Dios les escucharían por sus vanas repeticiones de las mismas palabras. Dice el ver. 8, "No os hagáis, pues, semejantes a ellos".

          C. Jesús no condena la oración larga. Luc. 6:12, "En aquellos días fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios". Véanse también 2 Crón. 6:14-42; Neh. 9; y varios salmos son oraciones largas, pero muchas oraciones en la Biblia son cortas: la de Moisés, Ex. 32:31, 32; la de Salomón, 1 Rey. 3:6-9; la de Elías, 1 Rey. 18:36, 37; la de Ezequías, 2 Rey. 19:14-19; la de Esteban, Hech. 7:60.

          VI. "Porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pidáis" (ver. 8).

          A. Dios no es como los dioses paganos que no saben nada, mucho menos de qué cosas tenemos necesidad. ¡Cuántas veces los profetas les recordaban a los israelitas de esta verdad! Era uno de los mensajes principales de ellos.

          B. El propósito de orar no es para informar a Dios de nuestras necesidades. El ya sabe y, además, El está muy dispuesto a ayudarnos (7:11; Luc. 11:13; 18:7; 1 Ped. 3:12, etc.). (Un hermano ancianito de Texas, al dirigir la oración en una congregación, quería orar por cierto predicador pero se le olvidó su nombre. Interrumpió la oración para preguntar a otro hermano y luego continuó con la oración. Tal vez creía que Dios ignoraba el nombre del hermano).

          C. Las vanas repeticiones insultan el conocimiento y el amor de Dios, y su buena disposición de ayudarnos.

          D. ¿Por qué orar si Dios ya sabe todo? Algunos dicen que es para el "beneficio sicolígico". No, esto no es el propósito de la oración. Oramos porque somos hijos de Dios, y los hijos se comunican con sus padres. Dios nos habla a través de su palabra, y hablamos con El en oración. Es acto de amor filial. El orar es un ejercicio de fe. Nuestra fe en Dios se expresa. Una fe que no actúa es fe muerta (Sant. 2:26). Expresamos nuestra plena confianza de que El es nuestro Proveedor y Protector. El orar no es solamente para pedir. Hay muchos textos que nos enseñan cómo orar: 6:9-13; 1 Tim. 2:1,2, etc. En la oración honramos y alabamos a Dios, expresamos la gratitud, gozamos de comunión con El, expresamos nuestra dependencia y nuestra sumisión, intercedemos por otros, etc.

* * * * * * * * * *

Mateo 6:9, PADRE NUESTRO ... SANTIFICADO SEA TU NOMBRE

Introducción.

          A. Mat. 6:9-13; Luc. 11:1-4. En estos textos Jesús nos enseña cómo orar. No era su propósito revelar una oración que debería ser memorizada y rezada (recitada) repetidas veces. (Mas bien esto es lo que estaba condenando, ver. 7). Esta verdad es obvia cuando se considera que estos dos textos ni siquiera son iguales; hubiera sido idéntica la oración en los dos textos si Jesús la hubiera entregado para ser rezada. La iglesia del primer siglo no rezaba el "Padre Nuestro".

          B. Los discípulos querían orar correctamente, y Jesús les dice, "Oraréis así". Dice que debemos orar "así'" (de esta manera), y entonces nos da un ejemplo de cómo orar correctamente. Algunos de los elementos principales de la oración aceptable son: (1). Alabar y exaltar al Padre. (2). Pedir que se haga su voluntad. (3). Pedir por su reino. (4). Pedir el pan de cada día (el sostén, 1 Tim. 6:8). (5). Pedir el perdón. (6). Pedir la dirección divina.
          C. Desde luego, hay otros textos que nos enseñan cómo orar: Juan 14:13; 16:26 nos enseñan que debemos orar en el nombre de Jesús; 1 Tim. 2:1,2 agrega detalles importantes; también 1 Tes. 5:17, Sant. 1:5; 5:16, etc. Aparte de instrucciones y mandamientos, hay buenos ejemplos que seguir.

          I. "Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre".

          A. Los paganos no podían decir, "Padre Nuestro", porque los dioses paganos eran, según la imaginación de ellos, crueles, despóticos y caprichosos. No había relación padre-hijo con los dioses paganos y sus adoradores. Isa. 64:8, "Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros". Pero los dioses paganos, en lugar de haber formado a sus adoradores, fueron formados por ellos.

          B. "que estás en los cielos". Esta expresión habla de la majestad y grandeza de Dios; sirve para exaltarle. El es el único Dios que está en los cielos. Decimos esto, pues, para expresar gran reverencia. Desde luego, su presencia llena el universo, como dijo Salomón, cuando dedicó el templo, "He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?" (1 Reyes 8:27). Pero la palabra "cielos" es muy apropiada para expresar la exaltación de Dios.

          D. ¿Cómo es santificado su nombre? Es fácil decir esto sin pensar en lo que se dice. Al decir "Santificado sea tu nombre", pedimos que su nombre sea adorado, reverenciado, respetado y glorificado. (Recuérdese Mat. 5:34-37, el nombre de Dios no es santificado si nuestra palabra no vale o si tomamos en vano su nombre). (1). Su gran nombre es glorificado por el culto que le ofrecemos: los cantos, las oraciones, la predicación y los demás actos de culto. (2). Pero también es glorificado por nuestras vidas. "Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros" (1 Ped. 3:15). (3). Glorificamos a Dios cuando predicamos y practicamos la enseñanza del Sermón del Monte (por ejemplo, las bienaventuranzas, 5:1-12; buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, 6:33, etc.), y toda la enseñanza del Nuevo Testamento.

          II. "Venga tu reino".

          A. 1 Crón. 29:11, dice David, "Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos".

          B. Mat. 3:2; 4:17, "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado". Así predicaron Juan y Jesús. (1). Mar. 9:1 "hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder". El reino iba a venir con poder. (2). Luc. 23:51, José de Arimatea, "esperaba el reino de Dios". (3). Luc. 24:49, los apóstoles recibirían poder. Hech. 1:5,8, el poder del Espíritu Santo. Ese poder vino el día de Pentecostés. (4). Por lo tanto, el reino vino el día de Pentecostés.

          C. ¿Qué es el reino? ¿Qué vino el día de Pentecostés? ¿Qué sucedió ese día? (1). Jesús ya había ofrecido su vida en la cruz por los pecados del mundo. De esa manera El compró su iglesia (Hech. 20:28); es decir, El pagó el precio de nuestra redención (1 Ped. 1:18) e hizo posible la salvación, el perdón de pecados. Pedro y los apóstoles explicaron este plan de salvación el día de Pentecostés, y tres mil almas obedecieron al evangelio (Hech. 2:37-41). (2). Estas personas fueron trasladadas al reino de Cristo (Col. 1:12, 13). (3). Fueron bautizados en un cuerpo, 1 Cor. 12:13. (4). Jesús había dicho, "Edificaré mi iglesia" (Mat. 16:18). ¿Qué es su iglesia? ¿Cuándo la edificó? La palabra "iglesia" significa los "llamados", los que son llamados por el evangelio (2 Tes. 2:14). Son simplemente los salvos. Los primeros que fueron salvos por el evangelio predicado por los apóstoles fueron los tres mil en el día de Pentecostés. (5). Los términos "reino", "iglesia", "cuerpo", "rebaño", etc. todos se refieren a la misma cosa. La palabra "reino" significa "poder, autoridad", y también el "imperio" de Dios, o sea, los súbditos o ciudadanos del reino. Col. 1:13 lo indica claramente. (6). Si la iglesia no es el reino, entonces los milenarios (premilenialistas) tienen razón al decir que el reino todavía no se ha establecido. Pero recuérdese: (a) el reino y la iglesia se establecieron el mismo día; (b) tienen la misma cabeza; (c) tienen las mismas condiciones de entrada; (d) la cena del Señor está en la iglesia y está en el reino; y (e) todas las enseñanzas del Nuevo Testamento son para la iglesia y también son para los ciudadanos del reino. (7). Si los miembros de la iglesia no son los ciudadanos del reino, ¿quiénes son los ciudadanos del reino? Si los miembros de la iglesia no están en el reino, ¿quiénes están en el reino? (8). Hay un solo cuerpo (Efes. 4:4), pero si la iglesia no es el reino, y el reino no es la iglesia, y si el reino ya se ha establecido, entonces hay dos cuerpos. Esta conclusión es ineludible. La implicación y consecuencia de la enseñanza de los que dicen que la iglesia no es el reino es que en realidad hay dos cuerpos. (9). 2 Sam. 7:12, 13, el "linaje" de David (Cristo) "edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su REINO". La casa de Dios es la iglesia (1 Tim. 3:15), pero el profeta habló con David de su trono en su casa o reino. Además el ángel dijo a María, "Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre". Hech. 2:29-30, David sabía que Dios levantaría al Cristo para que se sentase en su trono. Así dijo Pedro en su sermón el día de Pentecostés. En ese mismo día Jesús estaba sobre el trono de David y en ese mismo día edificó su casa, su iglesia según la profecía de 2 Sam. 7:13 y Mat. 16:18. (10). Los que dicen que la iglesia no es el reino de Mat. 3:2; Mar. 9:1; Col. 1:13 son compañeros de doctrina de los milenarios. Los dos minimizan la bendita iglesia del Señor Jesús, diciendo que no es el reino de Cristo.

          III. "Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra".

          A. Primero, es necesario aprender la voluntad de Dios por el estudio y por la experiencia. Rom. 12:2 "para que comprobéis (por la experiencia) cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta". Mat. 7:21; 12:50. Los salvos son los que hacen la voluntad de Dios. Jn. 6:44,45, Todos serán enseñados de Dios. Mat. 28:19, el evangelio (la voluntad de Dios) fue predicado a todas las naciones. Hechos de los Apóstoles nos dice que los apóstoles llevaron a cabo esa comisión. Efes. 5:17 dice, "no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor". La persona que dice, "Hágase tu voluntad" cuando no le gusta estudiar la Biblia, ni la lee, ni asiste a las clases bíblicas hace burla de esta oración.

          B. ¿Cuál es la voluntad de Dios para nosotros? 1 Tes. 4:3 "pues la voluntad de Dios es vuestra santificación". Debemos apartarnos de todo mal. Debemos limpiar el corazón (la mente, voluntad, emociones) y presentar el cuerpo como sacrificio vivo al Señor (Rom. 12:1), para ser transformados a la imagen de Cristo (Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18; Gál. 4:19).

          C. Los que hacen esta oración deben obedecer al evangelio y cumplir la voluntad de Dios. ¿Qué nos aprovecha orar, "hágase tu voluntad" si no la queremos hacer nosotros? Esta oración significa que estamos sumisos a Dios.

          D. Entonces, si estamos haciendo la voluntad, debemos enseñar, amonestar y exhortar a otros para que hagan lo mismo. Debemos "cooperar" con la oración.

          E. "como en el cielo". Véase Apoc. 4.

 

* * * * * * * * * *

Mateo 6:11, DANOS EL PAN DE CADA DÍA"

          I. "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy".

          A. La palabra "pan" es palabra genérica y significa lo necesario para sostener la vida física, Gén. 3:19. Es correcto y necesario pedirlo.

          B. "de cada día". Los israelitas recogían cada mañana el maná (el sexto día recogían para dos días). Cada noche al acostarse no tenían comida para otro día. Cuando algunos lo guardaron de un día para otro, crió gusanos y hedió. Se acostaban cada noche durante cuarenta años (Ex. 16:35), totalmente dependientes de Dios para el sostén del siguiente día. Deut. 8:3, 4 "te sustentó con maná ... para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre", es decir, por la voluntad de Dios. Jesús citó este texto (Mat. 4:4), indicando que El no dependía de pan para vivir, pues Dios podía sostenerle con o sin comida. El punto es que todos somos totalmente dependientes de Dios.

          II. ¿Cómo podemos pedir el pan de cada día cuando ya tenemos comida almacenada para una semana o para un mes (o más)?

          A. El tener una cantidad de alimento en casa no es garantía de nada. Lo que se haya acumulado se puede destruir de un momento a otro de muchas maneras, ver. 19.

          B. Muchos tienen dinero, educación, buen empleo, ahorros, inversiones, etc., pero no hay nada de seguridad en tales cosas. Vivimos porque Dios lo quiere y lo permite. Sin El no hay vida (Hech. 17:25). Debemos poner toda la confianza en El en lugar de ponerla en causas secundarias.

          III. "Dánoslo hoy". ¿Cómo puede el hombre decir "dame el pan" cuando tiene que trabajar y ganar su pan con el sudor del rostro? Porque por más que el hombre trabaje, él solo nunca podría mantenerse. Dios pone los medios. El hace que el sol salga, que la lluvia caiga y que la tierra fructifique. Mat. 5:45; Hech. 14:17; 17:25, 28.

          A. El hombre tiene que trabajar (Efes. 4:28; 2 Tes. 3:10), pero antes de trabajar debe pedir "Danos hoy nuestro pan" y antes de comer debe dar gracias. Tenemos que cooperar con la oración. (Así es cuando pedimos la sanidad: Dios sí sana pero tenemos que hacer nuestra parte, buscando la ayuda de médicos y medicina, que también son bendiciones de Dios.)

          B. ¡Cuán agradecidos debemos estar por sus grandes bendiciones! No conviene pedir el pan de hoy si no estamos agradecidos por el pan de ayer.

          C. Debemos siempre estar contentos. 1 Tim. 6:8, "Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto". Heb. 13:5,6, "Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre". Fil. 4:11, "he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación" (así dijo Pablo cuando estaba preso en Roma).

          IV. Debemos ser sabios administradores de estos beneficios, practicando la frugalidad y sobriedad.

          A. Jn. 6:12, 13, Jesús alimentó a los cinco mil, "Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada".

          B. No debemos malgastar nada. Uno de los pecados del "Hijo Pródigo" se describe en Luc. 15:14, "Y cuando todo lo hubo malgastado". También Luc. 16:1 habla del "hombre rico que tenía un mayordomo que fue acusado ante él como disipador de sus bienes". Dios nos da ciertos "talentos" (Mat. 25:14), tanto materiales como espirituales, y con estos debemos servirle, sin malgastarlos. Por lo contrario, debemos "negociar" (ver. 16) con ellos para que sean multiplicados en su servicio, para su gloria, y para avanzar su obra.

          C. Muchas personas (hasta hermanos) sufren mucho por no trabajar diligentemente, por no cuidar su empleo o su negocio, y por no administrar bien lo que ganan. Además malgastan dinero especialmente en los niños, dándoles con exceso tantas cosas que piden (por ejemplo, juguetes, diversiones), y aun cosas que perjudican su salud (exceso de dulces, refrescos, fritos, etc.). Todo esto cuesta, y a mucha gente no les queda a ellos dinero para cosas más básicas (por ejemplo, para atención médica).

          D. También es necesario evitar todo aspecto de avaricia. Dios nos bendice no solamente para que vivamos y proveamos para los nuestros (1 Tim. 5:8), sino también para beneficiar a otros (Efes. 4:28). Debemos estar siempre preocupados por otros, y no pensar solamente en nuestras propias necesidades. (Desde luego, primero que todo, debemos apartar nuestra ofrenda, 1 Cor. 16:1, 2; 2 Cor. 9:7).

          Conclusión:

          A. Pedimos el pan porque todo proviene de Dios (Sant. 1:17). El nos da vida y salud y hace que la tierra produzca para mantenernos.

          B. Pedimos solamente el pan de cada día. No pedimos el pan para mañana (no debemos preocuparnos por el día de mañana, ver. 34). Prov. 30:8, 9 es una oración muy apropiada: "No me des pobreza ni riquezas; manténme del pan necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios".

          C. Entonces cooperemos con la oración: "que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente, para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada" (1 Tes. 4:11, 12).

          D. Demos gracias a Dios, reconociendo que aunque trabajemos por el pan, de todas maneras es don de Dios, porque sin El nadie vive.

          E. Cuidemos lo que El nos da, no malgastando. Seamos mayordomos sabios.

          F. Nos preocupemos por otros. No vivamos solamente para mantener nuestras propias vidas, sino para ser útiles al Señor (2 Tim. 2:21).

* * * * * * * * * *

Mateo 6:12, PERDÓNANOS NUESTRAS DEUDAS,

COMO TAMBIÉN PERDONAMOS A NUESTROS DEUDORES

I. ¿Qué son estas "deudas"?

          A. Son pecados, Luc. 11:4 (texto paralelo), "Y perdónanos nuestros pecados", porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben".

          B. Mat. 18:23-35 habla de deudas pero en la aplicación tiene que ver con nuestros pecados. Los pecados son deudas morales y espirituales que serán castigadas a menos que sean perdonadas. Lamentablemente muchos están interesados en tener el pan de cada día, pero no les interesa el perdón de sus pecados. El pan de cada día nos engorda para la matanza (Sant. 5:5) si no obtenemos el perdón de pecados. Nuestros pecados nos han dejado en bancarrota espiritual, arruinados y sin esperanza de sacarnos de la ruina.

          C. 10,000 talentos. Nuestra condición espiritual se ilustra en la parábola de Mat. 18:23-35 por aquel que fue perdonado una deuda de 10,000 talentos. Para ilustrar esta cantidad: los impuestos anuales pagados por Judea, Galilea, Idumea, Samaria y Perea sumaban como 800 talentos. Un esclavo, joven y fuerte, valía un talento. Dice 2 Crón. 25:6 que Amasías "tomó a sueldo por cien talentos de plata, a cien mil hombres valientes". Todo el oro en el arca del pacto valía menos de 30 talentos (Ex. 38:24). El punto es que era una cantidad que jamás podía pagar. Así es la deuda que el hombre debe a Dios. Es una "cantidad" que simplemente no podía y no puede pagar. Su única esperanza es que Dios le perdone la deuda.

          D. Toda persona se ha vendido a la esclavitud del pecado. Bajo la ley de Moisés, se podía vender a un hombre adeudado para pagar sus deudas (Ex. 22:3; Lev. 25:39; 2 Reyes 4:1). Los pecadores son esclavos (Jn. 8:34). Se han vendido a sí mismos al cruel maestro llamado "pecado". Judas se vendió a sí mismo por treinta piezas de plata por traicionar a Jesús (quería vender a Jesús, pero se vendió a sí mismo a Satanás). No hemos pecado solamente una que otra vez. Los pecados "se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza" (Sal. 40:12). ¿Cuántas veces pecamos durante un año? ¿Cuántos años hemos vivido? ¿Qué tan grande es nuestra deuda? ¡10,000 talentos! Una cantidad que no podemos pagar. ¡Piénselo! Dios quiere cancelar esta deuda, y luego espera que cancelemos las deudas de los que nos han ofendido.

          II. ¿Qué significa la palabra, "perdonar"? "aphiemi, primariamente, enviar afuera, despedir ... denota remitir o perdonar (a) deudas, Mt 6:12; 18:27, 32, quedando éstas totalmente canceladas; (b) pecados, p.e., Mt 9:2, 5, 6; 12:31, 32; etc. ... significa en primer lugar la remisión del castigo debido a una conducta pecaminosa ..." (WEV).

          A. Por eso, cuando perdonamos a otro, despedimos, remitimos (enviamos afuera) el pecado, cancelamos la deuda, para siempre.

          B. El hijo pródigo salió de su casa diciendo "dame" (cosas materiales), pero "cuando todo lo hubo malgastado" y fue reducido a la vergüenza, volvió al padre diciendo "perdóname".

          III. "Perdónanos ... como perdonamos a nuestros deudores".

          A. ¡Qué peligroso es hacer esta petición si no hemos perdonado de corazón a otros sus ofensas contra nosotros! No dice "Perdónanos como pensamos perdonar a otros", sino "como también perdonamos" a otros. Se presupone que al decir, "perdónanos", ya hemos perdonado a otros. Dice La Biblia de las Américas, "como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores".

          B.      Con este espíritu perdonador cumplimos con uno de los requisitos nombrados por Dios para recibir su perdón. Si pedimos perdón con algo de rencor en el corazón o con espíritu vengativo, estamos pidiendo que Dios no nos perdone. Mejor que ni oremos.

          C. Cuando alguno se arrepiente y pide perdón: Mat. 18:15, "si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano". Las palabras "si te oyere" indica que él reconoce su pecado y se arrepiente. No es posible perdonar a la persona que se niega a reconocer su pecado y a arrepentirse.  Luc. 17:3, "Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale". Por lo tanto, debemos estar dispuestos a perdonar, pero no es posible perdonar a la persona que no quiere ser perdonada. Luc. 23:34, Jesús dijo, "Padre, perdónalos", pero primero ellos tenían que arrepentirse. Mat. 18:26, el primer siervo pidió perdón; también el segundo. Muchas suponen que confiesan pecados con decir, "si tiene algo contra mí" o "si le he ofendido", pero eso no es confesión de nada. Si yo sé que he pecado, debo reconocerlo. Si alguien me convence que he pecado, debo admitirlo. Pero no vale nada decir, "si eso o si aquello".

          D. ¿Cuántas veces debo perdonar? Estúdiese bien Mat. 18:23-35. Esta parábola no deja en duda lo serio de esta cuestión. ¿Cuántas veces debemos perdonar a otros? Es precisamente la pregunta hecha por Pedro (Mat. 18:21) que ocasionó la parábola. "¿Hasta siete?" "Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete". ¿Por qué perdonar tantas veces? para que Dios perdone a nosotros muchas veces. ¿Queremos poner límite a la misericordia de Dios para con nosotros? Si no, entonces que no pongamos límite a nuestra misericordia hacia otros, "porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir" (Luc. 6:37). Enfáticamente Jesús dice, "perdonad, y seréis perdonados" (Luc. 6:37).  Mat. 6:14, 15, Jesús repite este punto, expresándolo en su forma positiva ("si perdonáis ... os perdonará") y en su forma negativa ("mas si no perdonáis ... tampoco vuestro Padre os perdonará").

          E. ¿Quiere decir que el perdonar a otros es la única condición para que Dios nos perdone? Desde luego que no, pero tal vez sea la condición más crítica por ser la mas descuidada. ¿Cuántos miembros de la iglesia han cerrado la puerta del cielo contra sí mismos por no perdonar a otros sus ofensas?

          F. Dicen algunos: "le perdono pero jamás me olvidaré". Esto no es perdonar. La persona que guarda rencor y sigue resentida simplemente no perdona. Heb. 8:13 "Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades". El hijo pródigo no fue restaurado "a medias". Luc. 15:22, "Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies" como prueba de su restauración como hijo. No fue recibido como siervo. No se aceptó provisionalmente. No se sometió a seis meses de disciplina. ¡Se recibió porque se arrepintió y volvió! El no perdonar es como rehusar curar el cáncer o la gangrena, porque la amargura es veneno que perjudica el cuerpo, los nervios, la mente, y sobre todo el alma. Muchas personas urgentemente necesitan la sencilla terapia de limpiar su corazón de resentimientos, odio y malicia. El individuo que no quiere perdonar destruye el puente sobre el cual él mismo tiene que pasar. Fil. 3:13, 14 dice, "pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta".

          IV. Seamos como Dios en su misericordia y clemencia.

          A. Textos: Ex. 34:6,7 "¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado". Sal. 130:7, "Espere Israel a Jehová, Porque en Jehová hay misericordia, y abundante redención con él". Isa. 1:18, "Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana". Luc. 6:35, 36, "él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso". Efes. 4:32, "Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo". Col. 3:12, 13, "Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros".

          B. Es indispensable que tengamos la disposición que Dios tiene para perdonar. Esta disposición se describe en Gál. 5:22, 23 como el fruto del Espíritu. Los que no quieren perdonar no llevan el fruto del Espíritu, porque todavía son carnales (Gál. 5:19-21). No tienen la mente de Cristo (Fil. 2:5). No han desarrollado el carácter espiritual. Cristo no está formado en ellos (Gál. 4:19). No han sido transformados en la semejanza de El (Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18).

          C. Hay personas que no obedecen al evangelio porque no quieren perdonar a los que les han ofendido. Hay personas en las penitenciarías porque no querían perdonar, sino más bien querían vengarse.

          D. Abraham Lincoln, destacado y recordado presidente de los Estados Unidos tuvo un oponente llamado Edward Stanton. El Sr. Stanton dijo que Lincoln era un "payaso" y el "gorila original", pero a pesar de tales insultos Lincoln le escogió a Stanton para servir en su gabinete como Secretario de Guerra. Cuando Lincoln fue asesinado, Stanton dijo, "Aquí yace el líder más grande que este país ha conocido".

* * * * * * * * * *

Mateo 6:13, NO NOS METAS EN TENTACIÓN

Introducción.

          A. Si queremos que Dios nos perdone, debemos querer también abstenernos del pecado, y hacer todo lo posible por no caer en tentación.

          B. Debemos cooperar con la oración. Estamos observando que en toda petición que hagamos a Dios, tenemos que poner nuestra parte. Mat. 26:41, "Velad y orad, para que no entréis en tentación".

          I. ¿Qué significa la palabra "tentación"?

          A. Es importante recordar que la palabra peirasmos significa no significa solamente tentación sino también prueba . Las pruebas son buenas y necesarias (Sant. 1:2-3; Rom. 5:3-5; 2 Cor. 12:8-10). Así es que hay pruebas buenas, como también hay tentaciones malas de Satanás.

          B. Dios no nos tienta, Sant. 1:13. Tentar quiere decir inducir a pecar. Satanás es el tentador. Nos tienta, nos seduce a pecar a través de los malos pensamientos y malos deseos en nuestro corazón (Sant. 1:14). Nadie tiene que pecar. No nacimos con "pecado original", ni "depravados". Adán, y solamente Adán, fue culpado por su pecado. El hombre peca y es culpable por sus pecados (no puede culpar a Dios). Dios no es "socio" de nadie en el pecado. (Adán dijo, "Esta mujer que tú me diste..", y desde entonces muchos pecadores quieren culpar a Dios o a otros por sus pecados), pero dice Ezeq. 18:4, 20 que "el alma que pecare, esa morirá".

          C. Sin embargo, Dios permite que el hombre se someta a pruebas. Muchos textos lo enseñan: Gén. 22:1, "probó Dios a Abraham". Luc. 22:28, "vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas". Hech. 20:19, "sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas". 1 Ped. 1:6,7, "aunque ... tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe ... sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo". Sant. 1:2,12 "tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas ... Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida". En el ver. 12 La Biblia de las Américas no dice "tentación", sino "prueba"; así se ve que la misma palabra se traduce "tentación" y también "prueba". El contexto indica cuál debe ser.

          D. Dios permitió que Satanás probara a Job ... y a Pedro (Luc. 22:31, "Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo") ... y a Pablo (2 Cor. 12:7, "me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás"). Así es que aunque Dios no nos tienta (no nos seduce a pecar), El sí permite que nosotros seamos probados para nuestro propio bien, porque cuando hayamos resistido la prueba, recibiremos la corona de vida (Sant. 1:12).

          II. ¿En qué sentido, pues, nos mete Dios en tentación?

          A. Dios nos dirige cada día. Somos guiados y cuidados por la providencia de Dios. Nuestra vida está en sus manos. Nuestro "destino" no está en las estrellas (el "horóscopo"). No somos víctimas de buena suerte o mala suerte.

          B. Son necesarias las pruebas. Los textos citados arriba (y otros muchos) indican claramente que son muy necesarias las pruebas para nuestro crecimiento y desarrollo espiritual. Son disciplina para nosotros (Heb. 12:5-11). Es por esto que debemos regocijarnos cuando caemos en diversas pruebas (Sant. 1:2; Rom. 5:3, etcétera). "Pero si estáis sin disciplina (pruebas) ... entonces sois hijos ilegítimos y no hijos verdaderos" (Heb. 12:8, LBLA).

          C. Hay salida de cada tentación. 1 Cor. 10:13, "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar". Por ejemplo, la salida de la tentación de fornicación es el matrimonio. 1 Cor. 7:2, "pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido".

          D. Velad y orad. Mat. 26:41, "Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil". Mat. 6:13 debe estudiarse junto con Mat. 26:41, para ver que al pedir la ayuda de Dios, tenemos que poner nuestra parte. El hombre puede entrar en tentación. Muchas veces nosotros mismos nos sometemos a varias tentaciones. Recuérdese Sant. 1:14, que somos tentados cuando somos atraídos y seducidos por nuestros propios deseos malos (pasiones). 1 Cor. 7:5, "No os neguéis (sexualmente) el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia".

          E. La petición, "no nos metas en tentación" significa, pues, de que Dios no nos meta en circunstancias demasiado difíciles para nosotros, y que siempre nos provea la salida de la tentación (1 Cor. 10:13), y la fuerza necesaria para soportar toda prueba. Entendemos que las pruebas son necesarias, pero al mismo tiempo no queremos ser probados más allá de nuestra capacidad. Significa que pedimos a Dios que en su dirección divina no nos deje tropezar o caer; que en su dirección no nos deje formar alianzas pecaminosas (2 Cor. 6:14-16); que nos ayude a huir de la idolatría (1 Cor. 6:14), de la fornicación (1 Cor. 6:18) de los deseos juveniles (2 Tim. 2:22), y de toda la corrupción que hay en el mundo (2 Ped. 1:4). Esta petición es semejante a la petición por buena salud. "Señor, ayúdame y protégeme de accidentes y de enfermedades, para que pueda ser bueno y sano". Entonces después de orar así, hagamos todo lo posible por evitar accidentes y enfermedades. ¡Tenemos que cooperar con las oraciones!

          III. "Mas líbranos del mal".

          A. Cristo tiene poder sobre Satanás y nos puede librar. Cristo echó fuera demonios para demostrar su poder sobre Satanás. Mat. 12:28, "si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios". Luc. 10:18, "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo". Heb. 2:14, 15 nos libra de aquél que tenía el imperio de la muerte. Col. 1:13, "nos ha librado de la potestad de las tinieblas".

          B. El Señor libró a Pablo varias veces, 2 Tim. 3:11; 4:18.

          C. Debemos cooperar con la oración. No conviene deliberadamente meternos en tentaciones, y luego esperar que Dios nos libre. Muchas tentaciones nos rodean todos los días: en el trabajo, en actividades sociales, en la escuela, y aun entre familiares. Hay persecuciones. Somos engañados por las riquezas. Siempre hay peligro de estar afanosos. Por lo tanto, el cristiano tiene que estar alerta a cada momento. "Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil" (Mat. 26:41).

          D. Debemos de todo corazón confiar en Dios. Si somos sinceros, y pedimos con fe, El nos librará de todo mal.

 

 (Nota Adicional: Como dice La Biblia de las Américas, la doxología ("Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén") "no aparecen en los manuscritos más antiguos").

* * * * * * * * * *

Mateo 6:16-18 JESÚS ENSEÑA SOBRE EL AYUNO

Introducción.

          A. Mat. 6:16-18, "Y cuando ayunéis, no pongáis una cara triste como hacen los hipócritas; porque ellos desfiguran (margen, hacen que no se puedan reconocer) sus rostros para que los hombres vean que están ayunando. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no hacer ver a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará" (LBLA).

          I. "Y cuando ayunéis".

          A. La ley de Moisés especificó un solo ayuno para ser observado anualmente en el día de la expiación. Lev. 16:29-34, "En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas". Sal. 35:13, "afligí con ayuno mi alma".

          B. La tradición inventó muchos ayunos. Luc. 18:12, "ayuno dos veces a la semana". Los judíos ayunaban cuando había peligros y problemas de cualquiera clase, en tiempo de luto, y para manifestar el arrepentimiento. Creían que el ayuno intensificaba el pesar por el pecado.

          C. Los discípulos de Juan ayunaban. Mat. 9:14.

          D. Jesús no requiere ni prohibe el ayunar. Sus discípulos, por ser judíos, ayunaban. Era práctica religiosa bien establecida. Jesús enseña sobre el tema para condenar la hipocresía, y para enfatizar la necesidad de servir a Dios con corazón sincero. Otra vez El habla del mal ejemplo de los hipócritas. Recuérdese Mat. 5:20, "Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos". No habrá hipócritas en el cielo.

          II. "No pongáis una cara triste como hacen los hipócritas".

          A. "No seáis austeros". No fingir la tristeza. Los hipócritas no sentían tristeza por sus pecados, sino que solamente fingían la humildad y la tristeza. En lugar de poseer y demostrar la verdadera piedad, solamente la fingían. Tal "humildad" falsa (fingida) es más bien soberbia. "Ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan". Demudaban o desfiguraban sus caras. No se lavaban, no se peinaban, no se ungían y se cubrían de ceniza, para indicar una devoción profunda. Querían indicar con este "disfraz" que estaban muy afligidos por Dios. Era "otra cara"; no la cara natural. Por eso, eran hipócritas (palabra que viene de la práctica de los actores griegos y romanos de usar máscaras). Isa. 58:3-11 y Zac. 7:1-7 denuncian los ayunos falsos y engañosos. Isaías explica bien el ayuno verdadero que Dios acepta.

          B. En realidad tales hombres eran incrédulos. El pueblo escogido de Dios no creía en El. Si hubiera creído en Dios, habría sabido que El es omnisciente y que no le podían engañar. La verdad es que no le tomaban en cuenta. Sus actos religiosos eran para los ojos (la atención y el aplauso) de los hombres y no para los ojos de Dios.

          C. ¿Qué aprendemos de esto nosotros? No hay peligro de que algún hermano literalmente practique el ayuno hipócrita que los judíos practicaban, pero este texto es otro ejemplo del peligro de participar en actos religiosos para ser vistos de los hombres (para impresionarles y recibir su alabanza).

          III. Ungir la cabeza, lavar el rostro.

          A. "Cuando ayunes". Presupone que ellos sí ayunaban, y que seguirían ayunando. El orar, el dar limosna y el ayunar eran prácticas comunes.

          B. La apariencia debe ser normal. "Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará" (vers. 17, 18), es decir, ser normal en su apariencia, como si no ayunara, que no haya diferencia en su apariencia si ayuna o si no ayuna. Seguir su actividad normal, trabajando, yendo al centro, paseándose sin mostrar o exhibir en forma alguna el hecho de estar ayunando. (A veces parece que algunas personas llevan por un tiempo excesivo el vestido negro para manifestar su tristeza por algún ser querido). 1 Cor. 7:29, 30, "Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta pues, que los que ... lloran (sean) como si no llorasen".

          D. Esta conducta es lo opuesto de la práctica de los hipócritas. Ellos, no estando afligidos, daban la apariencia de aflicción. Jesús enseña que, estando verdaderamente afligidos, que no se dé la apariencia de aflicción.

          E. Hay dos recompensas: (1) ser alabados por los hombres, o (2) ser aceptados y bendecidos por Dios.

          IV. No se impone sobre la iglesia el ayuno formal.

          A. Jesús no requiere que ayunemos, ni tampoco lo prohibe. Mat. 6:16-18 condena la hipocresía. El ayunar -- un acto que debe ser para agradar a Dios -- no debe practicarse para impresionar a los hombres.

          C. Mat. 9:15, el ayunar tiene que ser apropiado. "¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán". Hay tiempo apropiado para ayunar. Debe ser expresión natural de los sentimientos el alma. Es por esto que el Señor no lo manda. La persona que verdaderamente se siente afligida ayuna (la tristeza le obliga a ayunar), pero ¿cuántas personas podrían verdaderamente sentirse afligidas dos veces por semana como cosa obligatoria y rutina?

          V. ¿Pero no hay valor espiritual en el ayunar?

          A. Sin duda alguna, el ayunar ha beneficiado (y sigue beneficiando) a muchas personas, pero no tiene valor en sí como ceremonia religiosa. Nos engañamos si creemos que somos más espirituales simplemente porque ayunamos cada mes, o cada semana o dos veces por semana. Como ya hemos visto, el ayuno es la expresión natural y normal del alma.

          B. Acompaña la oración, Hech. 13:3; 14:23. El ayunar suprime el apetito físico para dar énfasis a la alimentación del alma en comunicación con Dios. Es muy posible que la pura intensidad de las cosas espirituales nos haga descuidar los apetitos del cuerpo. En los dos textos citados los apóstoles y otros hermanos estaban ocupados en obra supremamente importante. Juan 4:31, 32, los discípulos se preocupaban porque Jesús no había comido. "Rabí, come. El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis". El ayunar se puede comparar con el abstenerse de otras cosas físicas, por ejemplo, el acto sexual. De esto habla Pablo en 1 Cor. 7:5, "No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia". La esencia de ayunar aceptablemente es que el alma reciba más atención mientras que el cuerpo reciba menos.

          C. ¿Tiene valor espiritual, pues? Si el ayunar ayuda en obedecer los textos que requieren la abnegación de sí (por ejemplo, Mat. 16:24; Rom. 12:1; 1 Cor. 9:27), entonces se puede decir que es muy provechoso ayunar. Si le ayuda, hágalo.

          D. Pero lo que Dios quiere no es el ayunar mismo, sino lo que el ayunar debe producir, es decir, el verdadero arrepentimiento y cambio de carácter, la transformación del hombre en la imagen de Cristo. El ayunar es bueno, pues, si ayuda en la lucha contra la carne.

          E. Sin embargo, es necesario advertir que en todas las cartas que hablan tanto de la lucha entre la carne y el espíritu (por ejemplo, Rom. 8:1-11; Gál. 5:16-24; Efes. 4:21-32; Col. 3:1-12, etc.), nunca se enseña que el ayunar es un medio efectivo para ganar la victoria sobre la carne.

          F. Los ayunos de Pablo (2 Cor. 6:5; 11:27) no eran voluntarios, sino privaciones que sufría en la obra.

          Conclusión.

          A. Jesús ni manda ni prohibe el ayunar, sino incluye el tema en su denuncia de la hipocresía de los que hacían su justicia para ser alabados por los hombres. Enseña Jesús que el ayunar debe ser cosa privada, hecha en secreto, y no en manera ostentosa. El ayudar debe ser un acto completamente normal, la expresión natural del alma. Debe haber una razón para ayudan; no debe ser fingido.

          B. El ayunar no es mandamiento del Nuevo Testamento. No hay texto que especifique algún ayuno, especificando quiénes deben ayunar, cuándo deben ayunar, qué tan frecuente, de cuánta duración, etc., sino que es necesario que el ayuno sea de beneficio para el alma. Está en la misma categoría con todos los demás actos de abnegación de sí.

          C. También debe ser compatible con la buena salud. El cristiano bien puede sufrir físicamente por Cristo (Mat. 5:10-12), pero no hay texto alguno que indique que el cristiano debiera perjudicar su salud física o mental para controlar sus apetitos. (1 Cor. 9:27, Pablo no dio golpes literales a su cuerpo).

          D. Todos debemos humillarnos y arrepentirnos cuando pecamos. Si el ayunar, o vestirse de cilicio y ceniza, etc. nos ayuda a afligirnos, entonces son cosas buenas. Debemos ser pobres en espíritu (Mat. 5:3), y llorar por los pecados (Mat. 5:4), como la mujer de Luc. 7:37,38, para producir el arrepentimiento genuino, 2 Cor. 7:10.

 

* * * * * * * * * *

Mateo 6:19-21, TESOROS EN EL CIELO

Introducción.

          A. Este texto (Mateo 6:19-21) nos enseña a poner nuestra confianza en Dios, y no en cosas terrenales (materiales).

          B. El "corazón" del asunto es el corazón (así como en todo el Sermón del Monte). Si tenemos "limpio corazón", buscaremos tesoros celestiales.

          I. Los tesoros en la tierra no son duraderos.

          A. La polilla destruye la ropa. Entre las riquezas materiales mencionadas en la Biblia, frecuentemente se menciona la ropa. Josué 7:21, "un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro". 2 Reyes 5:22, "un talento de plata, y dos vestidos nuevos". Sant. 5:2, "Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla". (1). Isa. 51:8, "Porque como a vestidura los comerá polilla, como a lana los comerá gusano; pero mi justicia permanecerá perpetuamente, y mi salvación por siglos de siglos". Sal. 102:26, la tierra y los cielos "perecerán, mas tú permanecerás; y todos ellos como una vestidura se envejecerán". (2). Una gran parte del tesoro terrenal de mucha gente (aun de hermanos en Cristo) es la ropa. Es increíble que hermanos gasten tanto dinero en ropa y en otras cosas para adornar el cuerpo (joyería, cosméticos, perfumes). 1 Ped. 3:3, 4. Cuestan mucho dinero los zapatos para damas, como también para caballeros (especialmente las botas), pero aunque los precios sean exagerados, muchos hermanos con gusto siguen comprándolos. No están contentos si no tienen un buen surtido de zapatos. (3). El problema ahora no es tanto la polilla, ni tampoco de que se envejezcan, sino el fastidio. La ropa, la joyería, los zapatos, etc. pierden su atracción después de usarse unas cuantas veces, y hay que comprar más. Los israelitas tenían que llevar su ropa durante cuarenta años (Deut. 8:4), pero hay hermanos (¡y mayormente hermanas!) que no quieren llevar la misma ropa ni cuarenta días sin aburrirse de ella (no sé lo que habrían hecho si hubieran vivido en el desierto por cuarenta años). Es verdad que muchos regalan ropa a otros, pero no por ser benévolos, sino para tener excusa para comprar estilos nuevos. ¡Donde esté la moda, allí estará el corazón!

          B. El orín (la herrumbre) corrompe (destruye). Todos los productos metálicos (automóviles, aparatos eléctricos, maquinaría) con el tiempo se quiebran, se acaban o quedan enmohecidos, oxidados, arruinados.

          C. Los ladrones literalmente "minaban" las casas de adobe para robar. Ahora se usan cadenas, chapas, candados, y toda clase de seguros. Muchas personas instalan en sus automóviles sistemas de seguridad que suenan alarmas de varias clases, y los ladrones se divierten robando tales sistemas de los automóviles para venderlos (junto con el auto, o por separado) a otros. Es bueno cerrar con llave el carro y está bien "asegurar" con rejas las puertas y ventanas del negocio y de la casa, pero ¿quién cree que tales cosas en verdad "aseguran" nuestros tesoros terrenales?

          D. Ratas, ratones, y termitas. Se puede agregar a lo que Jesús dice una lista larga de otros "destructores": los diluvios, incendios, y tormentas destruyen propiedades que valen millones (o billones) de dólares. Las ratas y ratones destruyen el grano. Las termitas (comejenes, hormiga blanca) son cien veces más destructivas que los incendios y tormentas, pues en poco tiempo destruyen casas de madera casi nuevas. Parece que para este insecto toda especie de madera es sabrosísima y la come con un apetito insaciable.

          E. Las quiebras. Otra cosa que Jesús no menciona es la falta de seguridad en los bancos y otras casas financieras. Muchísimas instituciones de esta clase han caído en bancarrota. ¡Cuántas personas pierden los ahorros en esta manera! Y desde luego muchas empresas quiebran, y la consecuencia es desastrosa para los ricos (pierden su inversión) y para los pobres (pierden su empleo). Una causa mayor de las quiebras son el fraude y la corrupción.

          F. Hay muchas otras cosas destructivas. Con las cosas mencionadas aquí no se termina la lista de fuerzas destructivas. La conclusión de todo esto es que los tesoros de la tierra no duran, son muy pasajeros. ¿Qué tan inteligente es, pues, dedicar la vida a acumular cosas de tan poca duración? Además, aunque se guardaran muchas posesiones por cien años o más, "¿qué aprovecha al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?" (16:26).

          G. ¿Y al morir qué pasa? "Tendré que dejar a otro" todo aquello que haya hecho o acumulado. El hombre trabaja con sabiduría, y con ciencia y con rectitud para "dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello ... ¿Qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol?" (Ecles. 2:17-22). El hombre trabaja como esclavo, se vuelve casi loco con afán, y ¿para qué? Para dejar todo a otro que no trabajó nada por ello. (Por ejemplo, el rico acumula una fortuna, y cuando muere, su viuda se casa con otro que solamente tiene que entrar en la casa, colgar su sombrero y disfrutar del trabajo de otro). Así es la locura (la vanidad) de acumular bienes aquí en la tierra.

          II. ¿Cómo afecta el corazón el acumular tesoros?

          A. Dios quiere el corazón. El primer mandamiento es "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón" (Mat. 22:37). El corazón incluye el intelecto, la voluntad, las emociones y la conciencia. Requiere mucho tiempo, trabajo, y atención personal para acumular tesoros en la tierra. Por eso es muy peligroso hacerlo, porque esto significa que el corazón, que debe pertenecer a Dios, pertenece más bien a lo terrenal. Podemos saber si estamos trabajando para fines terrenales o para fines celestiales, porque es cuestión de simplemente observar cómo se usa el tiempo, de qué se habla (Mat. 12:34), cómo se usan los recursos (para servir a Dios, Prov. 3:9, o para acumular más bienes, Luc. 12:18), etc. ¿Qué nos anima, las cosas de Dios o los negocios (para acumular más bienes materiales)? ¡Cuántos hermanos se ven aburridos en los cultos, pero al hablar de su trabajo y sus negocios están muy animados! (Dios se fija en esto). ¿Dónde está el corazón? No es difícil saber.

          B. 1 Tim. 6:6-10, 17, 18 es un comentario claro sobre este tema. Debemos leerlo con frecuencia, y con mucha meditación. La piedad con contentamiento es gran ganancia. El corazón contento es corazón agradecido. No hay ganancia material que se pueda comparar con el contentamiento. Véanse Fil. 4:11, 12; Heb. 13:5, 6. Los soldados preguntaron a Juan, "Y nosotros, ¿qué haremos? ... contentaos con vuestro salario" (Luc. 3:14). ¡Cuántos hombres buscan pero no hallan el contentamiento! ¿Qué posesiones trajimos al mundo cuando nacimos? ¿Qué posesiones llevaremos al partir de este mundo? Esto indica la gran vanidad de vivir en este mundo con el propósito de acumular bienes materiales. "Así que, teniendo sustento (qué comer) y abrigo (con qué cubrirnos), estemos contentos con esto". ¿Cuántos hermanos están verdaderamente contentos con solamente las cosas básicas de la vida? ¿Por qué debemos estar contentos con esto? "Porque los que quieren enriquecerse (acumular bienes materiales) caen en tentación y lazo, y en muchas codicias (deseos) necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición". ¿Por qué hay tantos hermanos que no escuchan esta advertencia? Porque creen que "a mí no puede suceder tal cosa, porque tengo cuidado y evito tales problemas. Otros sí caen, yo no. Soy muy inteligente, muy capacitado para siempre superar dificultades". ¡Así pensaba Sansón! Obsérvese con cuidado que Pablo no habla solamente de los ricos, sino de todos los que quieren enriquecerse. El hombre más pobre puede ser muy avaro, y por eso idólatra (Col. 3:5).

          C. "Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores". No se puede nombrar un solo pecado que no se haya cometido por el amor al dinero. El amor al dinero ha motivado a los hombres (y mujeres) a cometer todo pecado que haya en el mundo. ¡Este pensamiento es alarmante! Nos debe despertar y hacernos conscientes del peligro de querer acumular bienes materiales.

          D. ¿Cuál es el remedio? No poner "la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos". Dijo Job, "Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú; si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen, y de que mi mano hallase mucho ... habría negado al Dios soberano" (Job 31:24-28). Sal. 52:7, "He aquí el hombre que no puso a Dios por su fortaleza, sino que confió en la multitud de sus riquezas, y se mantuvo en su maldad". Sal. 62:10, "Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas". Mar. 10:24, cuando el joven rico se fue triste "porque tenía muchas riquezas", Jesús dijo: "¡Cuán difícil les es entrar en el reino de Dios a los que confían en las riquezas!"

          E. El corazón está ligado al tesoro, y no puede estar en dos lugares. Si los tesoros están en la tierra, el corazón estará aquí; si los tesoros están en el cielo, el corazón estará allí.

          III. "Sino haceos (acumulaos) tesoros en el cielo".

          A. Debemos ser generosos, dadivosos, Luc. 6:30, 34, 35, 38. Recordemos siempre que Dios dice, "Mía es la plata, y mío es el oro" (Hageo 2:8). Debemos siempre servir a Dios con "nuestros" bienes materiales, porque en realidad son de El (Prov. 3:9; 1 Crón 29:14). ¡Somos solamente mayordomos! Si tenemos las escrituras de alguna propiedad (casa, empresa, etc.) recordemos que un día muy pronto tales escrituras están en manos de alguien más; la propiedad tendrá otro "dueño".

          B. 1 Tim. 6:17, 18, "Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna".

          C. Hech. 2:44, 45; 4:32-37, estos hermanos acumulaban tesoros en el cielo.

          D. 1 Cor. 16:1, 2, cada primer día de la semana tenemos la oportunidad de acumular tesoros en el cielo.

          E. Mat. 25:35-40; Gál. 2:10; 6:10; Sant. 1:27. Acumulamos tesoros en el cielo si ayudamos a los pobres, a los hambrientos, a los sedientos, a los encarcelados, a los huérfanos y a las viudas, etc.

          F. Fil. 4:14-18, los que ayudan económicamente a los evangelistas acumulan tesoros en el cielo. Es fruto que abunda en "vuestra cuenta", en el cielo, en el banco celestial. Dios nos permite depositar dinero en su banco. (Muchos hermanos no creen en imitar a los filipenses en ayudar a los evangelistas y esta deficiencia impide la obra del evangelismo).

          G. 2 Cor. 8:2-5, los macedonios acumulaban tesoros en el cielo, aun más allá de sus fuerzas, porque primeramente a sí mismos se dieron al Señor.

          IV. Los tesoros guardados en el cielo no se destruyen.

          A. Ni la polilla ni el orín corrompen, y ladrones no minan ni hurtan.

          B. 1 Ped. 1:4, "una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros".

          C. Heb. 11:26, Moisés tenía "por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón". Sabía que las riquezas de Egipto no duraban.

          D. Por lo tanto, seamos ricos "para con Dios" (Luc. 12:21) en lugar de hacer tesoro para nosotros mismos.

* * * * * * * * * *

Mateo 6:22-24, EL OJO BUENO Y EL OJO MALO

Introducción.

          A. En Mat. 6:22-24, Jesús sigue hablando de las riquezas. Las palabras "bueno" y "malo" tienen que ver con la actitud del hombre hacia las riquezas.

          B. Desde el ver. 19 hasta el ver. 24, Jesús nos enseña tres lecciones fuertes sobre la necesidad de confiar en Dios y no en las riquezas: (1) las posesiones terrenales no duran, y no es nada sensato poner la confianza en algo tan pasajero; (2) si ponemos la confianza en las riquezas, esto significa que nuestro ojo no es bueno (claro o singular) y toda la vida está llena de tinieblas; y (3) los que ponen su confianza en las riquezas en lugar de confiar de todo corazón en Dios son idólatras (se somete al dios "Mamón", el dios de riquezas).

          I. La lámpara del cuerpo es el ojo.

          A. La luz entra a través del ojo. El ojo no es el origen de la luz, sino la ventana por la cual la luz entra al cuerpo (la vida).

          B. El "ojo" (ver. 22) corresponde al "corazón" (ver. 21). El ojo es al cuerpo lo que el corazón es al alma. El "ojo" tiene que ver con nuestro concepto de nuestra mayordomía de las cosas materiales.

          II. El ojo bueno.

          A. El ojo bueno es el ojo sano. El que tiene "ojo bueno" tiene visión espiritual 20/20. Ve claramente. No ve "doble". No ve dos imágenes del objeto -- como lo hace el avaro -- sino solamente una; es decir, su concepto de Dios, de la vida, del deber personal, y sobre todo del uso correcto de sus bienes materiales, es claro y correcto. Compárese una ventana limpia: si el vidrio es claro y limpio, deja entrar la luz y la casa queda iluminada.

          B. Es interesante comparar otros textos que usan esta misma palabra (haplous): en Mat. 6:22 se traduce "bueno"; en 2 Cor. 8:2 se traduce "generosidad"; en 2 Cor. 11:3 se traduce "sincera fidelidad"; y en Efes. 6:5 se traduce "sencillez".

          C. Se refiere, pues, al corazón generoso. Hay relación estrecha entre estos términos porque la idea básica es "sencillo" o "singular". Los que tienen ojo bueno tienen corazón singular y sincero; por lo tanto, son generosos, como el buen samaritano (Luc. 10:33-35), y los de Mat. 25:35, 36; Hech. 2:45; 4:32-37; 2 Cor. 8:1-5, etc. Cada uno de estos tenía "ojo bueno".

          D. El que tiene ojo bueno tiene sus tesoros en el cielo. Tiene un solo propósito en esta vida. Busca primeramente el reino de Dios y su justicia (ver. 33). Busca una sola cosa. Sal. 27:4; Luc. 10:42. Tiene su mira en las cosas de Dios (Col. 3:1-3).

          III. Todo tu cuerpo estará lleno de luz.

          A. Por lo tanto, mira las cosas correctamente; sabe el camino y no tropieza. El hombre que tiene ojo bueno sabe distinguir entre las cosas más importantes y las cosas menos importantes. Da primer lugar a las cosas más importantes. Da prioridad a lo primero.

          B. Somos peregrinos (viajeros) y, por eso, no queremos “comprar el hotel” porque "no puede el mundo ser mi hogar". Tampoco llevamos mucho equipaje. Solamente necesitamos dinero para gastos.

          C. Sabe usar bien el dinero. Entiende que debe usar el dinero para la obra de Dios, para promover la obra de evangelizar el mundo. Está consciente de los multiplicados millones que no han oído el evangelio, y sabe que cuesta dinero enviar obreros, publicar literatura, etc. También se acuerda de los pobres y necesitados (Gál. 2:9).

          D. Gana amigos por medio de las riquezas (Luc. 16:9-13), para que cuando falten aquí le recibirán en las moradas eternas. El que tiene ojo bueno tiene su corazón iluminado y reconoce que pronto faltarán las riquezas.

          E. No está engañado por las riquezas, Mat. 13:22.

          F. No vive afanoso, vers. 25-34; Fil. 4:6; Heb. 13:5, 6.

          G. Entiende cuáles son las riquezas verdaderas: la vida, la salud, el cuerpo, la mente, el alma, la conciencia, la familia, la iglesia, el tiempo que Dios nos da para prepararnos, la verdad, la influencia, y toda bendición de Dios tanto material como espiritual; es decir, el que tiene ojo bueno tiene un concepto claro de todas estas cosas. Sabe apreciar el valor de cada bendición de Dios y aprovecha cada una de ellas.

          H. Por lo tanto, su vida está llena de luz. ¡Su camino está bien iluminado!

          IV. El ojo malo (maligno, avariento).

          A. El ojo malo es el ojo enfermo. Es el opuesto del ojo bueno. El que tiene ojo malo no ve claramente. Ve "doble". Por ser avaro ve dos imágenes. Su concepto de Dios, de la vida, del deber personal, y sobre todo su concepto del uso correcto de sus bienes materiales es confuso y chueco (por lo tanto "malo").

          B. Recuérdese la ilustración de la ventana: si está sucia y opaca, no deja entrar la luz. Lo que opaca la ventana es el amor al dinero. La ventana mala tergiversa y tuerce la imagen y causa confusión.

          C. Tal persona tiene "doble ánimo" (Sant. 1:8; 4:8). Tiene dos "ánimos" (dos corazones, dos afectos). Es como el hombre que ama a dos mujeres; siempre tiene problemas. Así eran algunos corintios (2 Cor. 11:2, 3). Dice Santiago que "El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos". Quiere ir al cielo, pero quiere acumular riquezas "para sí" aquí en la tierra (Luc. 12:15-21). ¡Una mano se extiende hacia los cielos y la otra se mete en lodo!

          D. Todo tu cuerpo estará en tinieblas, todo lo contrario de la bendición de tener el cuerpo lleno de luz. (Véase bajo número III arriba). Es hombre ciego. El egoísta (el avaro) piensa solamente en sí mismo y no en otros. Es materialista y mundano. Ama el dinero. Los fariseos eran avaros (Luc. 16:14). No podían objetivamente escuchar la enseñanza de Jesús y, por lo tanto, seguían en las tinieblas.

          V. Ninguno puede servir a dos señores.

          A. Porque la palabra "servir" significa "ser esclavo de", y el esclavo tenía un solo amo. Jesús habla de dos servicios conflictivos: el uno de luz y el otro de tinieblas, el uno de humildad y el otro de orgullo, el uno por fe y el otro por vista, el uno con la mira en el cielo y el otro con la mira aquí en la tierra.

          B. "o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro". Cuando los efesios se convirtieron, quemaron sus libros sobre la magia (Hech. 19:19). Pablo se refiere a lo que él personalmente había dejado como "basura" (Fil. 3:8). Judas amó al dinero; por eso aborreció a Jesús. Si servimos a Mamón, descuidaremos la obra de Dios. Satanás acepta con todo gusto una parte de nuestro servicio, porque sabe que si le damos una parte de nuestro servicio, Dios nos rechazará. Por lo tanto, el servicio parcial para Satanás es servicio total para él.

          C. Es necesario, pues, escoger. Josué 24:15; 1 Reyes 18:21; Mat. 12:30.

* * * * * * * * * *

Mateo 6:25-34, NO OS AFANÉIS POR VUESTRA VIDA

Introducción.

          A. "Afanarse, (merimna) probablemente relacionada con merizo, atraer en diferentes direcciones, distraer, y por ello significa aquello que causa esto, un afán, especialmente ansioso, Mt 13:22; Mr 4:19; Lc 8:14; 21:3; 2 Co 11:28, 'preocupación'; 1 P 5:7, 'ansiedad'. Nota: El adjetivo Amerimnos (a, negación) significa libre de cuidado, Mt 28:14, 'os pondremos a salvo', RVR, haremos que estéis sin cuidado'" (WEV). 1 Cor. 7:32, "sin congoja".

          B. La Biblia de las Américas dice (6:25), "no os preocupéis". Ideas afines son: angustiarse, acongojarse, ser agobiado, Luc. 12:29, "estar en ansiosa inquietud", ser ansioso (tener ansiedad), tener cuidado.

          C. La ilustración de Marta (Luc. 10:41, 42), "Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria (pero una sola cosa es necesaria, LBLA); y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada".

          D. "Por tanto os digo: No os afanéis". Las palabras "por tanto" indican una conclusión de lo que había dicho en los vers. 19-24, en los cuales nos da tres razones muy buenas por las cuales debemos poner plena confianza en Dios y no en cosas materiales (cosas de este mundo): (1) los tesoros de este mundo no son confiables porque son perecederos, no duran; (2) si el ojo es maligno (avariento), toda la vida está llena de oscuridad; y (3) es imposible servir tanto a Mamón (las riquezas) y al mismo tiempo servir a Dios (porque cada esclavo tiene solamente un amo).

          E. En este hermoso texto Jesús nos dice por qué no debemos preocuparnos en cuanto a qué comer, qué beber o qué vestir.

          I. La vida es más que el alimento, el cuerpo es más que el vestido.

          A. "Psuche (vida), aliento de vida, la vida natural ... Hablando en sentido general, psuche es la vida individual, el ser vivo" (WEV). Esta "vida" es la que vivifica el cuerpo (saliendo esta vida el cuerpo queda muerto). La vida (es decir, uno mismo) es mucho más importante que el alimento que la sostiene, como también el cuerpo es mucho más importante que la ropa que lo cubre. El primer argumento de Jesús fija las prioridades.

          B. Dios nos da la vida y el cuerpo en que vive. El sabe que no somos máquinas (ni tampoco ángeles), y que necesitamos de alimento y ropa. La vida es importantísima, una verdadera dádiva de Dios de sumo valor. Si Dios nos da una dádiva tan preciosa, ¿no la sostendrá? Si nos da cuerpo que es el templo del Espíritu Santo (1 Cor. 6:19, 20), ¿no le proveerá ropa?

          C. El propósito de la vida no es simplemente comer y beber, ni es el propósito del cuerpo simplemente vestirse. Estas son cosas necesarias pero son cosas secundarias. La vida existe en el cuerpo para servir a Dios, para glorificarle, para avanzar los asuntos de su reino y su justicia (ver. 33).

          D. Son deseos secundarios. Es verdad que deseamos comer, beber y vestirnos, pero estos deseos, aunque sean básicos, no son los deseos más importantes de la vida. Satisfacemos estos deseos para poder satisfacer otros deseos mucho mas importantes. Aun los animales tienen el deseo de comer y beber, pero los hombres somos hechos a la imagen de Dios (Gén. 1:26, 27), y tenemos otros deseos superiores.

          II. Mirad las aves del cielo.

          A. Somos enseñados por las aves. El hombre tiene dominio sobre los animales y las aves (Gén. 1:28; Sal. 8:6-8), pero las aves nos enseñan. Debemos observarlas y aprender de ellas. No siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, ¡pero no están llenas de ansiedad! porque vuestro Padre celestial las alimenta.

          B. Lo que Jesús no enseña:

                   1. No condena el trabajar. Muchos textos enseñan la necesidad de trabajar (Efes. 4:28; 1 Tes. 4:11, 12; 2 Tes. 3:10). El hombre trabajó en el huerto de Edén, antes de pecar (Gén. 2.17). El trabajo no es un castigo sino una bendición. El hombre fue creado para trabajar, pero no para afanarse. Las aves trabajan. Dios "las alimenta". El provee la comida y las aves aprovechan esa provisión, trabajando para comer. Jesús no dice, "No trabajan las aves", porque sí trabajan, pero trabajan sin afán, aunque no recogen en graneros. No tienen nada almacenado para mañana. No se preocupan por el día de mañana. Cuánto más debemos evitar el afán, porque no solamente trabajamos, sino también recogemos en graneros (hacemos provisión para el futuro). Ecles. 2:22-24; 3:12, 13, 22. Es necesario trabajar, pero ¡qué lástima que para muchos el trabajar es pura molestia! "No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo". 1 Tim. 5:8, es necesario trabajar y proveer para la familia.

                   2. No condena el recoger en graneros. El hombre debe sembrar, segar y recoger en graneros, pero sin angustiarse. El problema es que aunque el hombre recoja en graneros, aun así sigue preocupado por cosas materiales. (El mal que hay en recoger en graneros es el egoísmo, Luc. 12:15-21).

          D. "¿No valéis vosotros mucho más que ellas?" Las aves fueron creadas para el beneficio del hombre. Vivirán solamente en este mundo, pero el hombre, hecho a la imagen de Dios, es superior a las aves, por lo cual Dios no dejará de alimentarnos.

          III. ¿Y quién podrá, por mucho que se afane, añadir al curso de su vida?

          A. "Estatura, helikia, primariamente una edad, como un cierto lapso de vida, vino a significar (a) un tiempo particular de vida, como cuando se dice que una persona es é edad', Jn. 9:21,23, o más allá de un cierto estado de la vida, He 11:11; (b) denota sólo la estatura en otros pasajes, Mt 6:27; Lc 2:52; 12:25; 19:3; Ef. 4:13” (WEV). La palabra puede ser traducida de las dos maneras.

                   1. La palabra "estatura" coincide mejor con el "codo". Además, la palabra helikia se traduce "estatura" en Luc. 19:3. Sin embargo, Sal. 39:5 dice (literalmente) "tú has hecho mis días como palmos" (LBLA, margen). "El palmo equivale generalmente el ancho de la mano extendida, desde el pulgar hasta el meñique". Por eso, si la palabra helikia se traduce "edad", la cual se mide por "codos", no será el único texto que mide la vida con una medida física.

                   2. "Edad", o "curso de vida", es también traducción correcta. La Biblia de las Américas dice, "curso de su vida". Dice La Versión Moderna, "lo largo de su vida". La Versión Hispanoamericana dice, "prolongar su vida". Como ya hemos visto, la Biblia misma mide nuestros años con una medida física (palmos). Y la palabra helikia se traduce tanto "edad" como "estatura". El contexto tiene que decidir, y relativamente pocas personas se preocupan por su estatura, pero casi todos se preocupan por prolongar su vida.

          B. ¿El afán ayuda a cambiar su estatura o a prolongar la vida?

                   1. Jesús enseña que debemos poner la confianza en Dios y no vivir preocupados. Pero si alguien insiste en vivir ansioso, que conteste la pregunta: ¿de veras ayuda el afán?

                   2. Por lo contrario, nos perjudica tanto física como espiritualmente. La "ansiosa inquietud" (Luc. 12:29) puede causar dolor de cabeza (aun la migraña), úlceras en el estómago, alta presión de sangre y toda clase de mal nervioso. Recuérdese que la idea básica de la palabra "afanarse" es "distraerse"; por el afán uno queda distraído, por ejemplo, en el trabajo y en otras actividades importantes. Lo peor es que también se distrae espiritualmente y como todos saben no debemos distraernos si queremos correr la carrera hasta el fin y ganar el premio. Si el afán no ayuda, y por lo contrario, causa mucho daño, ¿por qué persistimos en afanarnos?

          IV. Y por la ropa, ¿por qué os preocupáis? considerad los lirios.

          A. No solamente nos enseñan las aves, sino también aun las flores. "Observad cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan". Las aves, aunque trabajan, no viven con "ansiosa inquietud", pero las flores ni trabajan.

          B. Aunque trabajemos (y aun recojamos en graneros), nos preocupamos por la ropa, pero Dios viste a lirios, que no trabajan, con vestimenta más gloriosa que la de Salomón. No tiene sentido, pues, que nos preocupemos.

          V. La hierba del campo.

          A. El quinto argumento es semejante al cuarto, pero hay otros factores: La brevedad de la existencia (la hierba existe por muy pocos días) y es de muy poco valor, pues se echa como leña a los hornos. Sin embargo, a pesar de todo esto, Dios la viste.

          B. Jesús razona desde lo menor a lo mayor, es decir, habla de cosas de menos valor para ilustrar el cuidado de Dios de su pueblo. Si cuida de estas cosas, ¿no cuidará de nosotros? Compárese Rom. 8:32, "El que no escatimó (eximió) ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?"

          C. "¿No hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?" Jesús acusa a sus discípulos de ser "hombres de poca fe" en Mat. 8:26 (por no confiar en El durante la tempestad); 14:31, acusa a Pedro de tener poca fe cuando andaba sobre las aguas, pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse; 16:8, a los discípulos cuando hablaron de no haber traído pan; y 17:17, a los discípulos de ser "generación incrédula", cuando no pudieron echar fuera el demonio.

          VI. Los gentiles (Lucas 12:30, las gentes del mundo) buscan todas estas cosas.

          A. No conocen a Dios. Desde luego, los del mundo viven afanados por estas cosas porque no conocen a Dios, no confían en El y creen que todo depende de ellos mismos.

          B. No seamos como ellos. Nosotros sí creemos en Dios. Creemos que El es el Creador, y que provee para todas sus criaturas, mayormente para sus hijos. No creemos que todo depende de nosotros mismos. Trabajamos, sí, pero Dios pone los medios. El hace que el sol salga día tras día, y manda las lluvias, y hace que la tierra sea fértil y que la simiente sembrada fructifique. No estamos solos. No somos mundanos. No somos paganos. No actuemos, pues, como los del mundo.

          C. ¿Qué significa la palabra "mundanalidad"? ¿Qué significa la palabra "mundanos"? ¿Somos mundanos? Los que se preocupan con ansiosa inquietud por las cosas materiales son mundanos. Así son porque no conocen a Dios. No seamos personas de "poca fe", sino personas de grande fe (Mat. 8:10; 15:28). Los argumentos de Jesús deben producir una fe fuerte en Dios.

          Conclusiones.

          A. Ver. 31, "No os afanéis, pues". Jesús nos ha dado muy buenas razones. Sólo resta que le creamos y que seamos convencidos. El tiene razón. Son argumentos buenos.

          B. Recordemos siempre (como dice el ver. 32), "pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas". El nos hizo. El sabe que no somos ángeles, y que no somos máquinas. Necesitamos de comida y ropa.

          C. El remedio: ver. 33, "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". Pongamos primero lo que debe ser primero. Debemos estar conscientes de nuestras prioridades y nunca dar la atención primaria a las cosas segundarias. Debemos preocuparnos por las cosas del reino (1 Cor. 12:26, 27; 2 Cor. 11:28; Fil. 2:20, etc.). Debemos seguir el ejemplo de los macedonios (2 Cor. 8:5), "a sí mismos se dieron primeramente al Señor".

          D. Ver. 34, "Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal" (sus propios problemas, aflicciones, dificultades, etc.). El día de ayer es como un "cheque cancelado"; mañana no existe. Solamente tenemos hoy, este momento; por eso, no conviene tratar de cruzar el puente antes de llegar al puente. Mar. 16:3, 4, las mujeres querían ungir el cuerpo de Jesús, pero estaban preocupadas: "¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande". Así sucede muchas veces en la vida, lo que nos preocupa ni siquiera será problema (excepto en la imaginación nuestra). Muchos viven afanosos por causa de dificultades que nunca ocurren. Esto es afanarse por el día de mañana, cosa que Jesús prohibe.

          E. Recuérdese el ejemplo de María y Marta. Marta estaba "afanada y turbada" con muchas cosas, mientras que María estaba a los pies de Jesús escuchando su palabra. Dice Jesús, "María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada" (Luc. 10:38-42).

* * * * * * * * * *

 

Al Estudio Anterior: Evangelio de Mateo - Capítulo 5
Comentarios Index
Al Siguiente Estudio: Evangelio de Mateo - Capítulo 7