Mateo 16

 

          16:1 -- Vinieron los fariseos y los saduceos, -- Estos dos grupos no eran amigos. “Estaban mutuamente enemistados hasta la acerbidad” (ATR). Sin embargo, tenían algo en común. Los dos odiaban a Jesús; por eso, se unieron para tentarle. Compárese el caso de Pilato y Herodes (Luc. 23:12) para tentarle -- La palabra tentar viene del vocablo griego peirazo, que significa tanto probar como tentar. Véase también 19, “3  Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole”. También 22, “17  Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no?  18  Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas?” En estos y otros textos es obvio que cuando los fariseos y otros “tentaron” a Cristo no le presentaban algo atractivo y deseable. Lamentablemente hay hermanos que creen que si Jesús era tentado, la tentación tenía que ser algo atractivo y deseable, pero las tentaciones de estos textos no tienen nada que ver con esa clase de tentación. La Biblia de las Américas dice correctamente, “para ponerle a prueba” aunque literalmente la palabra griega es “tentándole” (lo mismo en 19:3, “para probarle”). Ellos querían atraparle en sus palabras para que perdiera su influencia con la gente.

          -- y le pidieron que les mostrase señal  del cielo. – En 12:38 piden señal, pero aquí agregan “del cielo” (Luc. 11:16), por ejemplo, como el maná del cielo (Ex. 16), pero lo que no entendían era que Jesús mismo era la señal del cielo (el pan del cielo, Jn. 6:35),  o como las señales de Josué 10:12-14; 1 Sam. 7:10; 1 Reyes 18:30-40; Isa. 38:8. Creían que Jesús no podía obrar ninguna señal del cielo y que, de esa manera, El quedaría avergonzado delante de sus seguidores.  La señal que piden es semejante a lo que Satanás propuso (“échate abajo …”, 4:7). La reacción de Jesús a su petición se ve en Mar. 8:12, “gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación?” Jesús ya había hecho muchas señales pero ellos no querían creer. Aun Nicodemo reconoció que Jesús había venido de Dios. Jn. 3, “Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él”. ¿Por qué no hablaban así estos fariseos y saduceos? Porque de ninguna manera querían convencerse de esta verdad. Esto nos recuerda de lo que Abraham dijo al rico. Luc. 16, “31 Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos”.

          16:2 -- Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles.  3  Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis! 

          Es lo mismo ahora. No hay tópico de más interés que el tiempo. La gente habla del tiempo cuando no pueden conversar sobre otra cosa. Hay mucho interés en cosas menores.

          Deberían más bien preocuparse por las señales de los tiempos. Estas no podían discernir, pues ni siquiera tenían interés en ellas. En cuanto a las señales de los tiempos eran ciegos, sordos y torpes de entendimiento. Al hablar de los cuatro imperios mundiales, dice Daniel 2, “44  Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre”. El cuarto reino era el imperio romano; es decir, en esos momentos estaban viviendo en el tiempo del cuarto imperio mundial en el cual el Mesías había de venir, pero los judíos no podían o no querían discernir las señales de los tiempos.

          Juan había dicho claramente que “el reino se ha acercado” (3:2). Jesús les había dicho, Mat. 12, “28  Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios”. No querían reconocer la condición depravada y deplorable del judaísmo. Mat. 24; “28  Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas”; es decir, la corrupción de la nación, que era muy obvia en ese mismo tiempo, atraía su propia destrucción, la cual vino en el año 70 del primer siglo.

          Hay lecciones valiosas en esto para nosotros, porque las señales de los tiempos no son muy alentadoras. Como había decadencia en el judaísmo en el primer siglo, también la hay en estos tiempos en las iglesias del Señor:  (1) hay mucha indiferencia hacia la autoridad de las Escrituras; (2) a mediados del siglo XIX hubo división sobre la centralización, y a mediados del siglo XX hubo otra división sobre la misma causa, porque los que no quieren aprender lecciones enseñadas por la historia están destinados a repetir esa historia; (3) hay mucho relajamiento en cuanto a prácticas mundanas; (4) al mismo tiempo hay mucho relajamiento en cuanto a la disciplina; (5) la revolución sexual ha afectado las creencias de muchos sobre el divorcio y nuevas nupcias, porque el adulterio para muchos ya no es adulterio; (6) muchos no saben la diferencia entre la espiritualidad producida por el apego a las palabras del Espíritu Santo y el puro emocionalismo (levantar manos, aplaudir, llorar, predicar sermones para que la gente se sienta bien, etc.); y (7) algunas iglesias que profesan ser de Cristo ya no se oponen al uso de la música instrumental en el culto de la iglesia, insisten en que la mujer debe participar en el liderazgo de la iglesia, y tienen comunión con iglesias “evangélicas”. ¿Qué indican las “señales de los tiempos” ahora? Que la iglesia está apartando (apostatando) del patrón bíblico. 2 Tim. 1, “13  Retén la forma (el patrón) de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús”.

          16:4 -- La generación mala y adúltera (“En Israel el quebrantamiento de su relación con Dios por su idolatría se describía como adulterio o prostitución (p.e., Ez 16:15, etc.; 23:43” (WEV). Aquí también se usa en sentido figurado. Por lo tanto, no se puede negar que la palabra adulterio se usa a veces en sentido figurado, sin embargo, en Mat. 5:32; 19:9 la palabra no es figurada sino literal (el acto físico de cometer adulterio).

          -- demanda señal; {Mt. 12. 39; Lc. 11. 29.} pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. {Jon. 3. 4-5.} Y dejándolos, se fue. – Véase 12:39, “40  Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, {Jon. 1. 17.} así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. Véanse notas, 12:40.

          16:5  Llegando sus discípulos al otro lado, se habían olvidado de traer pan.  6  Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos {Lc. 12. 1.} y de los saduceos. 7 Ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan. – A veces los apóstoles, al igual que otros, no comprendían el lenguaje figurado de Jesús. Nicodemo tuvo problemas con la figura que Jesús empleó en Jn. 3:3, “4  Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” La mujer samaritana dijo, Jn. 4, “Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. 11  La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo”. Muchos de los discípulos se escandalizaron cuando Jesús predicó sobre el pan de vida (Jn. 6, “51  Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.  52  Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?” Jn. 11, “11  Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle.  12  Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará.  13  Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño”.

          Lo mismo sucede hoy en día, pues hay hermanos que no entienden el uso figurado de la palabra “copa” en Mat. 26, “27  Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;  28  porque esto es mi sangre {Ex. 24. 6-8.} del nuevo pacto, {Jer. 31. 31-34.} que por muchos es derramada para remisión de los pecados”; pero es obvio que “copa” se refiere al contenido, porque en el siguiente versículo lo explica:  “29  Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre”. Luc. 22, “17  Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros”. ¿Repartir el recipiente? Claro que no, sino su contenido.

          También se discute mucho cómo el Espíritu Santo mora en nosotros, pero este es otro ejemplo del uso del lenguaje figurado en el cual la causa (el Espíritu Santo) se pone por los efectos (lo que el Espíritu Santo hace, los beneficios espirituales que recibimos). Esto se explica en Gál. 5, “22  Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,  23  mansedumbre, templanza”, pero en lugar de mencionar todo el fruto que el Espíritu Santo lleva en nuestra vida la Biblia dice que el Espíritu Santo mora en nosotros.

          Los apóstoles y otros discípulos tuvieron dificultad para entender el lenguaje figurado de Jesús, pero nosotros tenemos la ventaja de tener el Nuevo Testamento escrito que estudiar y no debemos tener dificultades con el lenguaje figurado.

          16:8  Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan?  9  ¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, {Mt. 14. 17-21.} y cuántas cestas recogisteis?  10  ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, {Mt. 15. 34-38.} y cuántas canastas recogisteis?  11  ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos? – Las señales hechas por Jesús enseñan algo, y les convenía recordar las lecciones de los milagros de la alimentación de las multitudes. Después de ser testigos de tal fenómeno ¿cómo podrían creer que Jesús les reprendería por no tener pan?

          Obviamente Jesús esperaba que los apóstoles (y los otros) recordaran los detalles de los milagros. ¿Con cuántos panes alimentó a los 5000 y cuántas cestas de pan sobraron? Y ¿con cuántos panes alimentó a los 4000 y cuántas cestas de pan sobraron?

          16:12 -- Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos. – (Véase Mat. 23). Ya por fin prendió el foco; Jesús habla de la doctrina de los fariseos y de los saduceos. Ya hemos visto en el capítulo 15 el grave error de inventar tradiciones que invalidan la ley de Dios. Jesús bien sabía que los líderes de estas dos sectas gozaban de tremenda influencia y El no quería que sus discípulos fueran engañados por ellos, ni que tuvieran compromiso alguno con ellos. Quería que ellos resistieran la influencia y el dominio de estos pastores falsos. Aunque los fariseos y saduceos eran enemigos mortales entre sí, tenían mucho en común, pues los dos enfatizaban la religión (purificación) externa, los dos practicaban la insinceridad (hipocresía), los dos sabían cómo intimidar al pueblo, los dos sabían cómo aprovecharse de la ignorancia del pueblo,  y los dos eran enemigos de Jesús. La levadura mala de los fariseos y saduceos leudaba toda la masa del judaísmo (compárese 1 Cor. 5:7). Penetraba y se difundía para empapar la sociedad judaica, como la levadura de tradiciones, leyes humanas, supersticiones y opiniones de los líderes religiosos ha saturado el mundo religioso moderno. Aun la iglesia de Cristo no ha escapado de su nefanda influencia, pues hay predicadores de renombre que, por no recibir el amor de la verdad, quedan enamorados del error.

          16:13 -- Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?  -- Esta es la pregunta de las edades. ¿Quién es Jesús? 14  Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista (pura superstición, véase 14:2, notas); otros, Elías (Mal. 4:5; creían que tal vez Jesús era el precursor del Mesías); y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. – Algunos libros apócrifos (p. ej., 2 Esdras 2:18; 2 Maccab. 2:4-7) decían que algún profeta vendría antes de llegar el Mesías.

15  El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? – Esto es lo más importante de todo, porque estos apóstoles serían sus testigos, sus representantes, sus embajadores; por eso, era imprescindible que ellos tuvieran el concepto correcto en cuanto a la identidad de Jesús. Ellos habían estado con El, vivían con El, le escuchaban diariamente en conversaciones privadas como en los discursos públicos; por eso, deberían conocerle. 16  Respondiendo Simón Pedro, {Jn. 6. 68-69, todos dijeron lo mismo).} dijo: Tú eres el Cristo (el Mesías, el “que había de venir”), el Hijo del Dios viviente -- Hech. 14, “15  y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay”. Desde luego, “Hijo de Dios” significa “igual a Dios”, Jn. 5:18, porque varios textos dicen que Cristo es Dios (Jn. 1:1; Rom. 9:5; Tito 2:13; 2 Ped. 1:1; 1 Jn. 5:20); por eso, si Cristo es Dios y también es Hijo de Dios, entonces Hijo de Dios tiene que significar lo mismo que Dios; Jn. 10, “33  Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios”; Heb. 1, “3  el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia”; Col. 2, “9  Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. Natanael, Jn. 1, “49  Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel”; Jn. 4, “41  sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo”; Jn. 11, “27  Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo”; Hech. 8, “36  Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?  37  Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios”. Véanse 10:32,33; Rom. 10:10.

          16:17 -- Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre (hombre), sino mi Padre que está en los cielos. (Pedro no recibió esta información de fuentes humanas, sino de fuentes divinas, Jn. 17:8, 14). Compárese Gál. 1:16, 17.

          16:18 -- Y yo también te digo, que tú eres Pedro, -- {Gr.[ Petros, Jn. 1:42 “un trozo de roca, una piedra o canto, en contraste a petra, una masa rocosa. Ver PEÑA” (WEV)]} y sobre esta roca {Gr. [petra, “una masa de roca, en distinción a petros, una piedra o peñasco sueltos, o una piedra que se pueda arrojar o mover con facilidad. Para la naturaleza de petra, ver Mt 7:24, 25; 27:51, 60; Mr 15:46; Lc 6:48 (dos veces), tipo de un fundamento seguro … en Mt 16:18, metafóricamente, de Cristo y del testimonio acerca de El; aquí está clara la distinción entre petra, acerca del Señor mismo, y petros, el Apóstol” (WEV). Esta roca fundamental era la confesión hecha por Pedro de que Cristo es el Hijo de Dios, 1 Cor. 3, “11  Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”}Dice ATR, “Petros es generalmente un canto o piedra sacados del masivo acantilado. Pero no debe hacerse demasiado uso de esta distinción por cuanto Jesús probablemente habló en arameo, lenguaje en el que esta distinción no existe (Kepha)”, pero entonces los editores del libro refutan este argumento. Dicen, “Esta postura de Robertson está, sin embargo, basada en un argumento muy endeble. Lo que es importante es que, fuera cual fuere la lengua en que habló el Señor, el texto griego muestra la distinción, y es patente que ésta es la intención del Espíritu Santo al inspirar el texto”.

          Hay muchos argumentos válidos que refutan la supuesta preeminencia de Pedro (cosa que, desde luego, él nunca reclamó para sí): (1) Si Jesús hubiera querido decir que la iglesia sería edificada sobre Pedro, habría dicho, “Tú eres Pedro y sobre ti edificaré mi iglesia”. Sólo le recuerda del apodo “Pedro” que le había dado (Jn. 1:42, su nombre es Simón), para referirse al carácter que tendría después, no perfecto sino sólido; (2) Mat. 18, “:1  En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?” Si Cristo pensaba elegir a Pedro como príncipe de los apóstoles, habría contestado que Pedro era el mayor en el reino; (3) Hech. 8, “14  Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan”. ¿Enviaron al “Papa”? (4) Hech. 11, “2  Y cuando Pedro subió a Jerusalén, disputaban con él los que eran de la circuncisión,  3  diciendo: ¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos, y has comido con ellos?” ¿Discutieron con el “Papa”? ¿No sabían que él era infalible? (5) Cuando se reunieron los apóstoles y ancianos para examinar la controversia acerca de imponer la ley de Moisés sobre los hermanos gentiles (Hech. 15), sin duda alguna Pedro habría presidido, o mejor, habría de una vez resuelto la cuestión sin necesidad de tal asamblea; (6) Gál. 2, “11  Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar”. ¿Pablo se habría atrevido a reprender públicamente al “Papa” de la iglesia? (7) Al escribir dos cartas Pedro no escribió como el “Papa”; (8) Rom. 1, “11  Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados”. Si Pedro era el “Papa de Roma” ¿por qué necesitaba Pablo ir a Roma para comunicarles algún don para confirmar a los hermanos?

          Efes. 2, “20  edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”. Los apóstoles y profetas forman parte del fundamento porque, siendo hombres inspirados, entregaron el evangelio de Jesús, pero Jesucristo es la piedra principal del ángulo sobre la cual las dos paredes se juntan y sobre la cual son sostenidas. Compárese Mat. 21, “La piedra que desecharon los edificadores,  Ha venido a ser cabeza del ángulo”. Esta profecía, cumplida en Cristo, presenta la imagen de un grupo de hombres tratando de construir una casa pero rechazando la principal piedra del ángulo y, por eso, no pudieron construirla.

          -- edificaré mi iglesia – La palabra iglesia traduce el vocablo griego “ekklesia, de ek , fuera de, y klesis, un llamamiento (kaleo, llamar), se usaba entre los griegos de un cuerpo de ciudadanos reunido para considerar asuntos de Estado, Hch 19:39” (WEV). En Mat. 16:18; Efes. 1:22; 5:22, etc. se usa de la iglesia universal, compuesta de todos los salvos. En Hech. 8:3 se usa de los cristianos que fueron perseguidos y esparcidos, pero en varios textos (p. ej., 1 Cor. 1:2; 1 Tes. 1:1, etc.) se refiere a una iglesia local. En cuanto a la figura de edificar, recuérdese 1 Ped. 2, “5  vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual”.

          El verbo edificaré indica que todavía no existió la iglesia, pero después del día de Pentecostés (Hech. 2), se habla de la iglesia como una realidad. Pablo habla de “la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”

Hech. 20:28; es decir, murió para hacer posible nuestra salvación. La iglesia está compuesta de los salvos.

          -- y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. – Véase 11:23, estudio sobre el Hades. “La expresión Puertas del Hades es una expresión oriental para indicar la corte, trono, poder y dignidad del reino infernal. Hades es contemplado como una ciudad poderosa, con puertas formidables y ceñosas” (MV). El rey Ezequías dijo, Isa. 38, “10  Yo dije: A la mitad de mis días iré a las puertas del Seol; privado soy del resto de mis años”. Hech. 2, “24  al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella … 27  Porque no dejarás mi alma en el Hades,  Ni permitirás que tu Santo vea corrupción”. Aunque Cristo murió no se quedó en el Hades, “por cuanto era imposible que fuese retenido por ella”, sino que resucitó y estableció su iglesia. Además, cuando El venga la segunda vez levantará a todos los muertos y después del juicio final, llevará al cielo a todos los redimidos. Recuérdese que Cristo tiene las llaves del Hades. Apoc. 1, “18 Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”. Con razón, pues, las fuerzas del Hades no podrían prevalecer sobre su iglesia.  La iglesia de Cristo es el reino de Cristo, Mat. 16:19. Dice Dan. 2, “44  Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo”. También Heb. 12, “28 Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia”.

          16:19 --  Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; – Aquí Jesús emplea intercambiablemente los términos iglesia y reino. La iglesia y el reino tienen el mismo Fundador; fueron establecidos el mismo día (día de Pentecostés); los requisitos para entrar en el reino son los mismos requisitos para entrar en la iglesia; la cena del Señor está en la iglesia y está en el reino; la palabra iglesia significa los llamados y dice, 1 Tes. 2, “12 Dios, que os llamó a su reino y gloria”. Los llamados (la iglesia) están en el reino.

          Basándose en este texto muchos suponen que al dar a Pedro las llaves del reino Jesús le dio poder ilimitado, la carta blanca, para admitir o no admitir a los que lleguen a las puertas de perla, pero este es un concepto totalmente errado. Mat. 28, “18  Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”. Toda potestad no fue dada a Pedro, sino a Jesucristo. Las llaves representan la autoridad para abrir la puerta del reino, la iglesia. Pedro empleó esta autoridad que el Señor le dio cuando predicó el evangelio a los judíos (Hech. 2:14-36) y a los gentiles (Hech. 10). Pedro mismo dijo, Hech. 15, “Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen”.

          -- y todo lo que atares (atar = prohibir) en la tierra será (habrá sido, FL) atado en los cielos; y todo lo que desatares (desatar = permitir) en la tierra será (habrá sido, FL) desatado en los cielos. – El Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español por Francisco Lacueva traduce estos verbos correctamente. Cristo dice literalmente, “todo lo que ates en la tierra habrá sido atado en los cielos y todo lo que sueltes en la tierra habrá sido soltado en los cielos”. Dice lo mismo A. T. Robertson (Imágenes verbales en el Nuevo Testamento): “Nótese el futuro perfecto de indicativo (estai dedemenon, estai lelumenon), un estado de cumplimiento. Todo esto da por supuesto, naturalmente, que el empleo de las llaves por parte de Pedro estará de acuerdo con la enseñanza de la mente de Cristo” (ATR). Por lo tanto, ni Pedro ni los otros apóstoles tenían autoridad para entregar enseñanzas de ellos mismos, sino que simplemente revelaban lo que ya estaba establecido en el cielo

          Según el clero romano, cuando Jesús dijo esto, El dio a Pedro el derecho de enseñar y gobernar con autoridad, pero en esto están muy equivocados. En primer lugar, Jesús no dijo esto solamente a Pedro, sino también a todos los apóstoles, Mat. 18:18-20, y en segundo lugar, ellos solamente enseñaban y predicaban lo que Jesús les había enseñado y lo que el Espíritu Santo les revelaba. Los apóstoles, siendo inspirados por el Espíritu Santo (Jn. 14:26; 16:13; Luc. 24:49; Hech. 1:5, 8; 2:1-4) predicaban lo que ya estaba atado y desatado en el cielo. Por eso, en nombre de Cristo, entregaron mandamientos y prohibiciones.

          Lo que habían de enseñar era (1) lo que Jesús ya había enseñado: p. ej., ya había enseñado la necesidad de creer (Mar. 16:16); arrepentirse (Luc. 13:3); confesar a Cristo (Mat. 10:32); ser bautizado para ser salvo (Mar. 16:16); y muchas otras cosas (p. ej., sobre el matrimonio, el divorcio y nuevas nupcias; sobre la disciplina, etc.). También  (2) todo lo que el Espíritu Santo les iba a revelar, recordándoles lo que Jesús había enseñado (Jn. 14:26), y guiándoles a toda la verdad (Jn. 16:13).

          Después de su resurrección, Jesús dijo a los apóstoles, Jn. 20, “23 A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos”. En este texto Jesús emplea otras palabras para decir la misma cosa que había dicho en Mat. 16:19; 18:18. Basándose en este texto (Jn. 20:23) el clero romano afirma que puede perdonar (absolver) pecados, porque pretenden ser sucesores de los apóstoles, pero este texto significa que los apóstoles podrían remitir y retener pecados al predicar los mandamientos nombrados por Jesús para obtener el perdón de pecados (Mat. 28:19; Mar. 16:16; Hech. 2:38; 22:16, etc.).

          16:20 -- Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo. – Como ya hemos dicho varias veces, a Jesús le sobraba fama y esto le impedía en su obra porque al oír esto el pueblo sólo pensaba en un rey terrenal. Le quedaba poco tiempo y había mucho que hacer. El tenía gran necesidad de pasar más tiempo con los apóstoles, pero era casi imposible porque dondequiera que fueran pronto llegaba la gente.

          16:21 -- Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas (el sanedrín, el concilio supremo de los judíos); y ser muerto, y resucitar al tercer día.  – Las primeras referencias a su muerte se encuentran en Jn. 2, “19  Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré”. {Mt. 26. 61; 27. 40; Mr. 14. 58; 15. 29.} y Jn. 3, “14  Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, {Nm. 21. 9.} así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado”; También ya había dicho, Mat. 12, “39 La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás.  40  Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. Pero ahora “comenzó a declarar”, hablando explícitamente de su muerte y resurrección. Mar. 8, “32  Esto les decía claramente”. 17:22 agrega, “El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres”; 20:17-19 agrega que “le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten”.

          16:22 -- Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó (sólo comenzó, porque Jesús no le dejó continuar) a reconvenirle (reprenderle, LBLA), diciendo: Señor, ten compasión de ti ((Dios) te sea propicio, FL); en ninguna manera esto (nunca, LBLA) te acontezca. – Aunque Pedro había confesado que Jesús de Nazaret era el Hijo de Dios (el Mesías), aquí vemos que el concepto que Pedro tenía del Mesías era muy deficiente. Lo que Jesús les decía no era lo que querían oír. No estaba nada en armonía con el concepto que ellos tenían del propósito de la venida del Mesías. Pensaban que si Cristo muriera, sería el fin de su sueño de grandeza en el reino del Mesías. Pedro acaba de confesarle como el Mesías, y luego Jesús dice algo que para Pedro sería la refutación de lo que él pensaba acerca del Mesías.

          16:23 -- Pero él, volviéndose (dándole sus espaldas), dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo (el Petros, piedra, que había confesado a Cristo como el Hijo de Dios ahora llega a ser piedra de tropiezo), porque no pones la mira en las cosas de Dios (Col. 3:2; Isa. 55:8, 9), sino en las de los hombres. – V. 17, Pedro era inspirado por Dios; v. 23, Pedro era inspirado por Satanás. El concepto de Pedro y los otros apóstoles no era el sacrificio; más bien, parece que querían quedarse con todo lo que tenían y sacar aun más de los gentiles. Al querer convencer a Jesús a no morir Pedro cooperaba con Satanás (compárese 4:8,9). “No hay instrumento más formidable de tentación que amigos bienintencionados, que se cuidan más de nuestra comodidad que de nuestro carácter” (Bruce, ATR). Cuando el evangelista sabe que tiene la obligación de entrar en campos difíciles y aun peligrosos, cuántas veces los familiares (y hasta hermanos) “bienintencionados” hacen el papel de Satanás para tratar de desanimarle.

          16:24 -- Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese (no a Cristo, Mat. 26:69-74, sino) a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. {Mt. 10. 38; Lc. 14. 27.}  -- El sufrimiento espera a los discípulos de Jesús. ¿Qué haremos? Jesús no requiere que todos sus discípulos sean crucificados, pero sí requiere que cada quien lleve la cruz que le pertenece. “Niéguese a sí mismo” quiere decir dejar todo lo que impida o estorba para seguirle y servirle, hacer cualquier cambio de carácter y de vida que la voluntad de Dios requiera. 25  Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. {Mt. 10. 39; Lc. 17. 33; Jn. 12. 25}. 26 Porque ¿qué aprovechará al hombre (Fil. 3:7, 8; 1 Tim. 4:8; Luc. 18:29, 30), si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?  No nos gusta perder cosas de valor. Las aseguramos al máximo, cuidando la salud, instalando alarmas, poniendo candados y toda clase de seguros para asegurar las posesiones, para estar tranquilos y sin cuidado. Pero ¿cuántos aseguran su alma?

          ¿Qué tan serio es perder el alma? (1) Se pierde la posesión más valiosa. 10: 28, “28  Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”. Jesús sabe el valor del alma; El murió para salvarla. El diablo sabe el valor del alma; por eso, quita la semilla para que la gente ni siquiera piense en salvar su alma; pero ¿cuántos hombres aprecian el valor del alma? (2) Se pierde todo. 1 Tim. 6, “7  porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar”; al morir el hombre pierde toda posesión material, y ¿si pierde el alma también? Pierde absolutamente todo. ¿Qué recompensa dará el hombre por su alma? No tendrá nada que dar. (3) Causa que otros también se pierden. Mat. 5, “32  Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere” (él lo causa); Mat. 18, “6  Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”; 1 Reyes 14, “Jeroboam, el cual pecó, y ha hecho pecar a Israel”. ¿Cuántos padres mundanos enseñan a sus hijos a ser obedientes a Dios? Por el ejemplo y por la misma enseñanza causan que sus hijos también se pierdan. (4) Se pierde la vida mejor aun en este mundo. 1 Ped. 3:10-12; Efes. 6:3; 1 Tim. 4:8; Mat. 5:5. (5) Se pierde el cielo, Jn. 14:1-3; Mat. 25:34; Apoc. 21:4.  Y  (6) en lugar de encontrar reposo y alivio de todos los problemas y sufrimientos de la vida el perdido apenas comienza a sufrir, Mat. 25:46; 2 Tes. 1:8, 9.

          16:27 -- Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, {Mat. 25:31; 1 Tes. 4:16; 2 Tes. 1:7) y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. – Rom. 2:6; 2 Cor. 5:10. La decisión que cada persona en cuanto a ganar o perder su vida tiene consecuencias eternas.

          Algunos hermanos enseñan lo que se llama “Realized Eschatology”. El proponente principal de esta teoría se llama Max King. Según él verbo mello (usado aquí con erkesthai, venir), traducido “va a venir” siempre se refiere a algo que va a ocurrir muy pronto y que no se usa de eventos del futuro lejano. Dice esto para “probar” que la segunda venida de Cristo y el juicio final eran eventos que muy pronto se cumplirían, es decir, en el año 70, cuando Jerusalén fue destruida. Según esta teoría la segunda venida de Cristo ya ocurrió (en el año 70). Esto suena como doctrina de los testigos del Atalaya que dicen que Cristo vino en el año 1914.

          El argumento de ellos sobre el verbo mello es erróneo. Heb. 11, “8  Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de (emellen) recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba”. ¿Abraham recibió su herencia en Canaán poquito después de esta promesa? Claro que no. En realidad él mismo nunca la recibió, pero la promesa fue cumplida cuando sus descendientes (los israelitas) la ocuparon unos cuatro siglos después. También véase Hech. 26, “22  Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder:  23  Que el Cristo había de (mellonton) padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles”. Moisés habló de Cristo unos mil quinientos años de nacer Jesús. Obviamente el verbo mello no requiere que el evento mencionado ocurra en el futuro inmediato. (WJ).

          16:28  De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino. – Mar. 9:1. Ahora Jesús habla de otra venida que iba a ocurrir en el futuro cercano. Jesús había afirmado claramente que El iba a morir, pero ahora está afirmando que El viene “en su reino”. Lo que dijo acerca de su muerte les causó mucha tristeza, pero estas palabras son de mucho aliento. “Venir” en su reino significa que formalmente entraría en poder, o que establecería su reino. Esto ocurrió el día de Pentecostés, como Pedro explica en Hech. 2:33-36. No quería hablar explícitamente en cuanto al tiempo. Lo dejó indefinido, pero sí indicó que vendría durante la vida de “algunos de los que están aquí”.

          No se refiere a la transfiguración (como afirman los “testigos” del Atalaya), porque este evento sucedió seis días después y obviamente Jesús no vino en su reino en esa ocasión. Los “testigos” obstinadamente rechazan la verdad acerca del tiempo del establecimiento del reino de Cristo, porque tienen que sostener la enseñanza de sus fundadores que sin base alguna han afirmado que Cristo vino invisiblemente para estableció su reino en el año 1914.

          Es fácil seguir la línea de predicciones acerca de la venida del reino: (1) Mat. 3:2, “se ha acercado”; (2) Mar. 9:1, el reino vendría “con poder”; (3) Luc. 24:49, los apóstoles recibirían poder poco después de la ascensión de Cristo; Hech. 1, “4  Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, {1.4:-Lc. 24. 49.} la cual, les dijo, oísteis de mí.  5  Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo {Mt. 3. 11} dentro de no muchos días”. (4) Hech. 2, el poder, el Espíritu Santo vino; por eso, el reino vino el día de Pentecostés; (5) Hech. 11, “15  Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio”. ¿Principio de qué? Obviamente el principio del reino (iglesia).  Después del día de Pentecostés el reino se menciona como ya existente, Col. 1:13; Heb. 12:28; Apoc. 1:9.

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