LUCAS 6

 

Los discípulos recogen espigas en el día de reposo

(Mat. 12:1-8; Mar. 2:23-28)

      6:1  Aconteció en un día de reposo, que pasando Jesús por los sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y comían, restregándolas con las manos.  2  Y algunos de los fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en los días de reposo? --  Las actividades más insignificantes de Jesús y sus discípulos siempre eran observadas y examinadas, porque los fariseos y otros líderes estaban resueltos a encontrar pecado en El (pero véase 1 Ped. 2:22).

       Deut. 23, “25  Cuando entres en la mies de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano; mas no aplicarás hoz a la mies de tu prójimo”. Los discípulos no aplicaban hoz a la mies (no usaban ningún instrumento de cosechar), sino que solamente arrancaban espigas para comer; por eso, ellos no violaban la ley de Dios. Era práctica común y legal pero según la tradición de los fariseos (y, por eso, según el concepto del pueblo) no era lícito hacerlo en el día de reposo (el sábado), pues según ellos eso era trabajar (cosechar).

      6:3  Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Ni aun esto habéis leído (compárense Mateo19:4; 21:16, 42; 22:31, etc.), lo que hizo David cuando tuvo hambre él, y los que con él estaban;  4  cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la proposición (1 Sam. 21:1-6), de los cuales no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes (Lev. 24. 9), y comió, y dio también a los que estaban con él? – Los doce “panes de la proposición” o “pan de la presencia” fueron puestos “en el Tabernáculo en dos hileras de seis sobre la mesa de oro del lugar santo, donde se hallaban constantemente delante del Señor”. Eran renovados cada sábado. “Los sacerdotes comían, en el lugar santo, los panes sacados de la mesa (Ex. 25:30)… simbolizaba la comunión ininterrumpida del pueblo con Jehová” (V-E). Por eso, “no les era lícito a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes”.

      Lo que los discípulos hicieron no era violación de la ley, pero aunque Jesús afirma que ellos eran “inocentes”, no discute ese punto, porque eso no fue su propósito al citar el texto. El argumenta en base a lo que no era lícito según los mismos fariseos. En esta oportunidad Jesús expone la falsedad de los fariseos sin entrar en polémica con respecto a la práctica de sus discípulos a la luz de  Deut. 23:25, y sin condenar sus tradiciones como hizo después (15:1-9). De esa manera su argumento llevaba aun más peso porque de acuerdo con el concepto de ellos mismos en cuanto a lo que no era lícito, quedaron derrotados por los argumentos de Jesús.

      Estos panes no habían de ser comidos por cualquier persona, y si cualquiera hubiera comido de ellos, habría pecado. Al mismo tiempo, esta ley ceremonial no excluía el extender misericordia al hambriento que careciera de manera de conseguir comida. Esto lo sabemos por la explicación del Autor de la observancia del día de reposo.

      Mateo 12:5 agrega, “¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa?” Núm. 28:9-10.  En este texto al preguntar “¿No habéis leído? Jesús presenta dos ejemplos que eran paralelos a lo que los discípulos hicieron. (1) Lo que David y sus compañeros hicieron “no les era lícito” y (2) los sacerdotes “profanan el día de reposo”. Al decir “o” (v. 5) Jesús indica que los dos ejemplos son de fuerza igual para probar lo que  él decía. Tanto lo que David y sus compañeros hicieron, como también lo que los sacerdotes hacían eran prácticas justificables, tomando en cuenta el propósito y diseño de las leyes involucradas (la ley con respecto a los panes de la proposición y la ley con respecto a la guarda del sábado).

      ¿Cómo profanan los sacerdotes el día de reposo? Según la interpretación que los fariseos daban a la ley sobre la guarda del sábado, para ser consecuentes tendrían que admitir que los sacerdotes pecaban cada sábado. ¿Nadie debe trabajar en nada el día de reposo? El sábado era el día más ocupado para los sacerdotes (Lev. 24:8, 9; Núm. 28:9, 10; 1 Crón. 9:32; 23:31). Cocinaban los panes, ofrecían sacrificios e involucrado en esto era el matar y arreglar los animales para ser sacrificados, quemaban incienso, etc. Por lo tanto, el cuarto mandamiento de guardar el sábado (de no trabajar) era una ley general y el que trabajara en cualquier cosa profanaba el sábado. Sin embargo, esta ley tenía excepción en el caso de los sacerdotes, porque había mandamientos específicos que requerían que ellos trabajaran en el día de reposo. Otras excepciones que los fariseos aceptaban eran el circuncidar (Jn. 7:22) y el cuidar de los animales (Luc. 13:15-17; 14:5,6). La conclusión de todo esto es que los fariseos eran hipócritas porque sus leyes eran inconsecuentes y arbitrarias.

      6:5  Y les decía: El Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo. -- Por último, afirma que El es el Señor del día de reposo; es decir, Jesucristo, por ser el autor del mandamiento, es capaz de interpretar correctamente su diseño y propósito del él, determinando así si hay violación de él, o no.

      Mateo 12:6, “Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí”.  La palabra templo aquí se refiere a los servicios relacionados con el templo, es decir, los sacrificios, el guardar el sábado, etc. Seguramente este dicho de Jesús fue sorprendente y hasta alarmante para sus oyentes, porque el templo representaba la presencia de Jehová. ¿Cómo podría haber “uno mayor que el templo”? No se imaginaban que nuestro Señor Jesucristo es el Verdadero Templo de Dios (Jn. 2:19). Por lo tanto, si el servicio para los sacrificios en el templo justificaba el trabajo en el día de reposo, ¿cuánto más el servicio de Cristo quien no sólo es el Dios del templo, sino el Templo mismo, justificaba a los discípulos en lo que hicieron que no violó ninguna ley de Dios, sino solamente la tradición de los fariseos?

      Mateo agrega lo siguiente (12:7): “ Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes;  8  porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo”. Jesús cita Oseas 6:6 para justificar a David y sus compañeros y también para justificar a sus discípulos, porque en los dos casos la misericordia era más importante que la observancia rigurosa de esas leyes ceremoniales porque la observancia correcta en los dos casos de esas leyes ceremoniales no excluía la misericordia. Jesús citó el mismo texto en Mat. 9:13 para justificar el comer con publicanos y pecadores con el propósito de enseñarles.

            Algunos citan este texto para sacar conclusiones erróneas, diciendo que Dios no es nada exigente en cuanto a sus mandamientos, que la libertad en Cristo tiene prioridad sobre el guardar sus leyes y que Jesús permite la violación de sus leyes bajo ciertas circunstancias, pero ¿cuál de ellas sería afectada por tal criterio y cómo? Para los que tienen corazones sumisos y respetuosos, el yugo de Jesús es fácil y su carga ligera (Mat. 11:30: 1 Jn. 5:3). Sin embargo, los que no quieren obedecer creen que algunas de las enseñanzas de Cristo son ofensivas (Mat. 15:12) y duras (Jn. 6:60). Por eso, sacan conclusiones erróneas de este texto. Por ejemplo,

       (1) Algunos enseñan que por causa de la “necesidad” todos pueden estar casados (1 Cor. 7:1-9), pero 1 Cor. 7:10, 11 dice, “a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido;  11  y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer”. Al decir “quédese sin casar” obviamente no dice que por causa de la llamada necesidad todos pueden estar casados incluso los repudiados por causa de la fornicación. También véase Rom. 7:3.

       (2) Algunos minimizan la doctrina de Cristo, citando Mat. 23, “23  ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello”, pero el diezmar no es mandamiento de la ley de Cristo. Para no dejar la justicia, la misericordia y la fe, ¿cuál de los mandamientos de Cristo debemos descuidar o desobedecer? ¿El bautismo? ¿la cena del Señor? ¿la ofrenda? (¿la ofrenda para los santos no es acto de misericordia?). Para no descuidar la justicia, la misericordia y la fe ¿debemos promover la unidad en la diversidad? De esta manera este texto está usado por algunos hermanos en la actualidad. Jesucristo no pone la justicia, la misericordia y la fe en contraste con ninguna enseñanza suya. Los que usan este texto de esta manera son culpables de torcer las Escrituras. La realidad del caso es que algunos que citan este texto no se interesan por la justicia, la misericordia y la fe, sino más bien en tener más libertad para apartarse del patrón bíblico.

      Desde luego, Dios requería muchos sacrificios y ofrendas del pueblo, pero El no quería que la religión del pueblo fuera limitada a lo externo, sino que mostrara verdadera bondad y misericordia los unos a los otros. En el tiempo de Oseas y Miqueas, como también en los días de Jesús, el pueblo abusaba de los sacrificios, pensando que éstos eran suficientes en sí para hacerles aceptables con Dios, no obstante su descuido de “lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe” (Mat. 23:23). Creían que cualquier expresión de devoción externa (aunque no mandada por Dios) sería adecuada para borrar sus iniquidades.

      Jesús cita Oseas 6:6 con respecto a su práctica de comer con los pecadores (Mat. 9:13). Dios quiere misericordia para los perdidos y Jesús la mostraba. Los fariseos sólo querían respeto por sus tradiciones humanas con respecto a “guardar su distancia” de los pecadores e inmundos. El concepto básico de Oseas 6:6 se ve también en Miqueas 6:6-8: “¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año?  7  ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?  8  Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.

      ¿Oseas 6:6 enseña que Dios no es exigente, que no requiere la obediencia? Léase el libro de Oseas, observando en particular estos versículos: 1:2-9; 5:5-7; 6:76,7; 7:18-16. En Oseas 6:6; Miqueas 6:6-8, etc. Dios condena la observancia externa de algunas leyes al descuidar y aun oprimir a los pobres y necesitados entre el mismo pueblo de Dios. Si los fariseos hubieran entendido este texto de Oseas, no habrían condenado a los discípulos inocentes de Jesús.

      Algunos modernistas abogan por lo que llaman "la ética situacional", y argumentan que Jesús a veces "violaba" leyes de Dios, o hacía excepciones a ellas, si a su juicio la situación lo merecía. Presentan este pasaje que estamos examinando como prueba de su argumentación. Para ellos ¡no hay verdades o principios absolutos e incontrovertibles! Para ellos ¡todo es relativo! Con esto quieren decir que no siempre es pecado mentir, fornicar o matar. Todo depende de la situación en dado momento.

      La verdad del caso es que Jesús nunca violó ningún mandamiento de Dios; nunca hizo "excepciones". Como el Autor de las leyes ceremoniales de Dios, él las hizo con diseños y propósitos y sabía lo que ellos excluía. Las leyes morales de Dios nunca cambian, porque la naturaleza de Dios no cambia; es decir, bajo las tres dispensaciones el matar, el robar, el mentir, etc. son condenados. No hay caso alguno en las Escrituras de violación de parte de Jesús de tales mandamientos, ni justificación de hacerlo de parte de otros.

      Algunos están bebiendo de la fuente del modernismo, negando que haya verdad absoluta e incontrovertible. Estos creen que toda verdad es relativa. Creen que sus oponentes son "exclusivistas", porque no "incluyen" en su comunión, y no admiten en sus prácticas, personas y doctrinas que no sean de su "tradición" y "hermenéutica vieja".

 

Jesús sana al hombre de la mano seca

(Mat. 12:9-14; Mar. 3:1-6)

      6:6  Aconteció también en otro día de reposo, que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha (sólo Lucas agrega este detalle, probablemente porque la mano derecha se usa más que la izquierda).La palabra seca traduce la palabra xeros; se traduce “paralíticos” (o “encogidos”, FL) en Juan 5:3. La mano estaba contraída e inmovilizada (FL). El conflicto entre Cristo y los líderes de los judíos continúa. Este texto también trata del conflicto sobre las leyes de ellos sobre el sábado. Fue su mano derecha, una condición muy triste porque la mayoría de los empleos, mayormente en aquellos días, requería el uso de las dos manos. Era muy limitado el albañil, el carpintero o el que hacía tiendas (Hech. 18:3) si tuviera que trabajar con una sola mano. En aquellos tiempos muchos de los que sufrían tales aflicciones se sentían obligados a ser mendigos. En cuanto al poder humano, no había remedio para este condición. Tal hombre ofreció a Jesús otra oportunidad de sanar, pero este caso fue especial debido al lugar (sinagoga) y el tiempo (día de reposo). Ocurrió en la sinagoga, probablemente en Galilea, Mar. 2:1, Capernaúm.

      La sinagoga era el lugar para leer la ley de Moisés, los profetas y los salmos, para acercarse a Dios. Pero los escribas y fariseos se portaban de la manera más carnal, manifestando su odio hacia Jesús y la determinación de destruirlo (Mat. 12:14).

      6:7  Y le acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarle. -- Esta era su empleo principal (véanse también 14:1; 20:20). Jesús les dio repetidas oportunidades para acusarle porque hay siete casos registrados de su obra de sanar en el día de reposo (véanse Mar. 1:21, 29; Jn. 5:9; 9:14; Luc. 6:9-11;13:14; 14:2).

      Es interesante notar que ellos sabían perfectamente que Jesús podía sanar. No era cuestión de observarle para ver si El podía sanar, sino para ver si lo haría en el día de reposo. Qué triste fue que no les interesara la hermosa enseñanza de Jesús, ni tampoco la miseria del pobre hombre con la mano seca.

      Le acechaban porque querían acusarle de quebrantar, según ellos, la ley sobre el día de reposo. Se aprovecharon de la asamblea pública para acusarle. Recuérdese que no querían simplemente criticarlo, sino más bien querían eliminarlo. Le envidiaron mucho debido a su gran popularidad con la gente. Jesús gozaba de mucha influencia. La gente "se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas" (Mat. 7:28,29). También se admiraba la gente mucho de sus milagros. Aun Pilato, el romano, se dio cuenta de la envidia de los líderes judíos (Mat. 27:18). Desde luego, Jesús sabía el propósito y plan de ellos (Luc. 6:8; Mat. 9:4;  22:18; Jn. 2:24,25).

      Cristo y las tradiciones. Es importante recordar que el conflicto no estaba entre Cristo y la ley de Moisés, sino entre Cristo y las tradiciones de los judíos. Estos habían formulado muchas reglas con respecto al día de reposo. Se debe recalcar que estos líderes judíos no podían negar que Jesús hizo milagros, y no podían refutar ninguna de sus enseñanzas. Jesús era verdadero (Apoc. 3:14), y enseñó la verdad. Sin embargo, por causa del prejuicio fanatizado y ciego de los escribas y fariseos por sus reglas (tradiciones) humanas, mayormente con respecto al día de reposo, y por causa de su envidia, fueron al extremo de acusar a Jesús de obrar por el poder de Beelzebú, el príncipe de los demonios (Mat. 9:34; 12:24).

      6:8  Mas él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se puso en pie. – El hombre que tenía la mano seca estaba delante de ellos: ¿tuvo el derecho de ser sanado o no? Según los fariseos la sentencia era que “no”, pero según Jesús la sentencia era que “sí”.

      El hombre estuvo “en medio” de ellos en la sinagoga. Los milagros de Jesús no se hacían en un “rincón” (Hech. 26:26). De esa manera no podía haber sospecha de engaño. Nadie podía acusarle de hacer “prodigios mentirosos” (2 Tes. 2:9).  Los “curanderos” modernos usan tácticas engañosas y saben manipular al pueblo para llevar a cabo su “campaña de sanidad divina”. Desde luego, nadie se atrevería a tratar de sanar a una persona con mano seca.

      6:9  Entonces Jesús les dijo: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo  hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? (Mar. 3:4) -- Según los fariseos era cuestión de hacerlo o no hacerlo, pero para Jesús la cuestión no era la de curar o no curar, sino la de hacer bien o de hacer mal en el día de reposo. Entonces, al curar Jesús en ese día ¿hizo bien o hizo mal? Dice Sant. 4:17, "Al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado". Hubiera sido absurdo decir, "Es lícito hacer mal o quitar la vida en los días de reposo", como bien sabían los judíos. Implica Jesús que en algunas circunstancias hay que escoger, y que el no hacer bien equivale a hacer mal. Además, aquí se ve el gran contraste entre la buena obra de Jesús y la obra malvada de los fariseos y escribas que estaban resueltos a matar a Jesús.

      La religión de la persona que no tiene misericordia de otros es vana (Sant. 1:27). El sábado no fue instituido para hacer al hombre menos compasivo hacia el prójimo. No hay tiempo tan sagrado de que el afligido no pueda ser aliviado de su sufrimiento. Jesús hizo bien al sanar al hombre. Los escribas y fariseos hicieron mal al querer destruir a Jesús.

      Es importante notar que los doctores de la ley enseñaban que era lícito aliviar el sufrimiento de alguna aflicción aguda (como en el caso de alguna emergencia), pero que no era lícito curar alguna enfermedad crónica (y, desde luego, el caso de este hombre con la mano seca no se consideraba una emergencia; compárese Luc. 13:16, “Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?”) La gente sincera que estuvo presente en la sinagoga en esa ocasión comprendió mejor acerca de lo que significa guardar santo el día de reposo. Aprendieron que no solamente la obra de los sacerdotes en el templo (Mat. 12:5), sino también las obras de benevolencia eran lícitas en el día de reposo.

      Dice Mar. 3:4, “pero ellos callaban”; tuvieron miedo de decir que se puede hacer mal en el día de reposo. Sin embargo, estaban demasiado obstinados para aceptar que sería correcto sanar; por eso, callaban.

      Dice Mat. 12:10, “Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y preguntaron a Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de reposo?” ¿Es lícito sanar en el día de reposo? La  verdadera controversia no fue ésta, sino la pregunta: ¿con qué autoridad resiste Jesús a los rabinos judíos y sus tradiciones? Es importante tener presente esta cuestión para entender los argumentos de Jesús. Cristo siempre apoyaba la ley de Moisés (Mat. 5:17-20), pero condenaba la tradición de los judíos.

      ¿Es lícito? Obsérvese que no preguntaron "¿Es misericordioso hacerlo?" Eso no les interesaba.

Es obvio que no tenían compasión por este pobre hombre, sino que sólo querían atrapar a Jesús quien en siete ocasiones sanó a los enfermos en el día de reposo (Mar. 1:21, 29; Jn. 5:9; 9:14; Luc. 13:14; 14:2, 3).

      Jesús contesta su pregunta con otras preguntas: Jesús no apela a la ley de Moisés porque ésta no estaba involucrada en la controversia. Más bien Jesús apela a la práctica común del pueblo mismo. Luc. 14:5, “Y dirigiéndose a ellos, dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día de reposo? 6 Y no le podían replicar a estas cosas”. Véase también Luc. 13:15-17. Mat. 12:12, “Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja?” Jesús razona desde lo inferior (animal) a lo superior (hombre). Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo.

      Esta pregunta va directamente al corazón del problema: los escribas y fariseos sí tenían misericordia de los animales, pero no tenían misericordia de los hombres (Mat. 23:23). Todos estuvieron de acuerdo de que era lícito aliviar el sufrimiento de un animal. Todos lo practicaban. Pero Jesús pregunta, "¿Cuánto más vale un hombre que una oveja?" Jesús creía que un hombre vale más que una oveja, pero los escribas y fariseos no estaban de acuerdo con El. Ellos no tenían misericordia de los afligidos. No amaban a los pobres y miserables (Mat. 12:7; 23:23). Aun los escribas y fariseos estaban dispuestos a sacar la oveja o el buey del hoyo en cualquier día de la semana, pero no tenían misericordia del hombre con la mano seca.

      Mar. 3:4, “Pero ellos callaban”. Tuvieron miedo de decir que Jesús estaba equivocado, pero obstinadamente rehusaron aceptar que tenía razón (JWM).

      6:10  Y mirándolos a todos alrededor,  -- Hay un detalle adicional muy importante en Mar. 3:5; “Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano”. Desde luego, el enojo de Jesús no era malicioso y no fue provocado por el egoísmo (como sucede en el caso de los carnales), sino que fue la expresión de una indignación santa. El enojo santo de Jesús procedió de su amor por el pobre hombre y fue provocado por la dureza de corazón de los judíos que no sentían compasión alguna por el afligido.

      Desde luego, Jesús no pecó (Heb. 4:15; 1 Ped. 2:22). Dice Pablo (Efes. 4:26), "Airaos, pero no pequéis". Jesús se enojó y al mismo tiempo estuvo entristecido. Su reacción en esta ocasión fue similar a su reacción hacia los que vendían en el templo (Juan 2:13-17). "Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume". Debemos imitar a Jesús. El pecado, el error, la hipocresía, etc. deben provocarnos (enojarnos), pero debemos siempre ser espirituales y no carnales. Debemos tener el dominio propio para hablar y actuar como Jesús y no como gente mundana.

      Este enojo sano fue provocado por la exagerada hipocresía de los judíos, como también por su devoción ciega a sus tradiciones. Ellos demostraron su indiferencia total hacia el hombre afligido y su fanatismo hacia sus tradiciones humanas. Es importante recordar que provocamos a Dios si rechazamos la verdad. Estamos repitiendo una verdad sencilla y obvia: los escribas y fariseos entendían perfectamente que Jesús hacía buenas obras, impartía buenas enseñanzas y que en todo sentido era bueno y verdadero, pero ellos se rebelaron obstinadamente contra esta verdad.

      Los judíos se enojaron y pecaron, pero Jesús se enojó y no pecó. Su enojo no le hizo decir ni hacer nada fuera de orden. El dijo e hizo exactamente lo que debía decir y hacer. Jesús se enojó pero no odiaba a nadie. Es otro ejemplo de "la ira de Dios" contra el pecado y rebelión del hombre. Pero los judíos "se llenaron de furor" (Luc. 6:11) y sí pecaron, porque su enojo era completamente carnal. Eran homicidas porque aborrecían a Jesús (1 Jn. 3:15), y también hicieron planes definitivos para destruirlo.

      -- dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fue restaurada. -- Que sepamos Jesús no hizo nada y no dijo más; le sanó sin palabra.  “La extendió”. Tuvo fe en Jesús y le obedeció. Recuérdese que era muy peligroso confesar o en alguna manera manifestar fe en Jesús. Los judíos echaban de la sinagoga a los que confesaban a Jesús (Jn. 9:22; 12:42). Al obedecer a Jesús este hombre corrió el riesgo de sufrir lo mismo. "Le fue restaurada sana como la otra". No era necesario ningún tratamiento subsiguiente. No era necesaria otra cita con el Médico para que examinara la mano. Fue una sanidad completa, perfecta e instantánea. Los "curanderos" modernos nunca intentan esta clase de obra maravillosa, porque en ella no hay manera de engañar al pueblo. Dicen que sanan enfermos, pero ¿a cuáles? A los que tienen ciertos dolores, que no pueden oír o ver bien, que usan muletas, etc., pero los mancos, los paralíticos y los muertos no reciben ayuda de los falsos "sanadores" modernos.

      Ahora este hombre podía trabajar normalmente. ¡Que bendición más grande! El trabajo es una gran bendición de Dios. El primer hombre trabajó aun en el paraíso de Edén (Gén. 2:17) antes de pecar. (Véanse Ecles. 4:18; 1 Tes. 4:11).

      6:11  Y ellos se llenaron de furor (de rabia. Lit. de insensatez, FL), y hablaban entre sí qué podrían hacer contra Jesús. – Hay que seguir recordándonos que estos hombres eran los líderes religiosos de los judíos. Profesaban ser muy celosos de la ley, pero no por eso se llenaron de furor. Esto fue causado por su odio envidioso de Jesús, quien expuso su hipocresía y quedaron avergonzados públicamente (en su propia sinagoga). No podían defender ni su enseñanza ni su conducta. Siendo carnales e impenitentes les quedó una sola alternativa: llenarse de insensato furor. Por causa de tanto odio contra Jesús estaban “fuera de sí” con furia.

      Marcos 3:6 dice, “Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él (Jesús) para destruirle”. Los fariseos detestaban a los herodianos porque éstos eran más políticos que religiosos. Sin embargo, los herodianos tenían el poder político que los fariseos necesitaban para “acabar” con Jesús. Esta alianza bien muestra que los fariseos estaban en completa bancarrota espiritual.  De estos textos vemos que temprano en el ministerio de Jesús sus enemigos comenzaron a conspirar contra El. Veían que Jesús era un personaje muy peligroso para ellos, y no había otro remedio. De una vez comenzaron a preparar el certificado de muerte.

 

Jesús escoge a los doce apóstoles

(Mat. 10:1-4; Mar. 3:13-19)

      6:12  En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. – Esto indica lo serio de seleccionar a doce hombres para ser apóstoles. En esto Jesús es nuestro ejemplo de orar antes de eventos importantes de la vida (Mar. 6:46; Luc. 22:41-44; Jn. 11:41, 42; 17:1). Toda decisión importante debe ser precedida por ferviente oración. Lucas nos dice que Jesús oraba frecuentemente: 3:21; 5:16; 9:18; 11:1, etc.

      6:13  Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, -- Hubo doce patriarcas, Gén. 35:22; 42:13, 32; y dos tribus de Israel, Ex. 28:21; 24:4.

      -- a los cuales también llamó apóstoles: --  Se llaman apóstoles porque fueron enviados o comisionados por Cristo.  Marcos (3:13-19) y Lucas (6:12-16) nos dicen los nombres de los apóstoles cuando fueron escogidos, pero Mateo los registra cuando fueron enviados a predicar.

      Dice Marcos (3:14), “Y estableció a doce, para que estuviesen con él”. Estarían íntimamente asociados con Jesús por más de tres años y al predicar en Jerusalén daban evidencia del entrenamiento que recibieron de Jesús, Hech. 4:13; véanse 1 Jn. 1:1-3; 2 Ped. 1:16. Ellos eran los verdaderos testigos de Jehová, pues Cristo es Dios (Jn. 1:1; Rom. 9:5; Tito 2:13, etc.) y el nombre “Jehová” se aplica a Cristo también (Isa. 45:23, Jehová dice, “Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua” y en Fil. 2:10, 11 Pablo dice esto de Cristo). Para ser apóstoles tenían que ser testigos de Cristo y su resurrección (Hech. 1:8, 21).

      ¿Por qué incluye el Nuevo Testamento un libro llamado “Hechos de los apóstoles”? Porque después de ascender Jesús al cielo, los apóstoles llevaron a cabo su obra aquí en la tierra. ¿Por qué dice Lucas (Hech. 2:42), que los primeros que obedecieron al evangelio “perseveraban en la doctrina de los apóstoles”? Porque los apóstoles eran los embajadores de Jesús (2 Cor. 5:20). Jesús había prometido (Jn. 14:26; 16:13), “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho …   Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad”.  Ellos llevaron este mensaje de salvación (el evangelio) a todas las naciones (Mat. 28:19; Mar. 16:15). Jesús les dijo, “El que a vosotros recibe, a mí me recibe”. Mat. 19:28, “Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” el “Israel de Dios”, Gál. 6:16.

Así pues el ministerio apostólico era y es de suma importancia (1 Jn. 4:6).

      Es por esta causa que debemos seguir los ejemplos establecidos por los apóstoles (p. ej., Hech. 14:23, “Y constituyeron ancianos en cada iglesia”; Hech. 20:7, “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba”; 1 Cor. 16:2, “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas”).

      La comisión limitada. En el texto paralelo Mateo dice que Jesús “les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia … 5 A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, 6 sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel”.

      Para despreciar la Deidad de Jesucristo algunos enfatizan los textos que dicen que El recibió poder del Padre y del Espíritu Santo. Desde luego, habiendo aceptado el papel de Siervo Cristo se humilló (Fil. 2:8-11). Sin embargo, vemos en este texto que El Mismo dio autoridad a los apóstoles y en esto usó o mostró un atributo divino.

      6:14  a Simón, a quien también llamó Pedro, -- Jn. 1:41,42. Su nombre era Simón, pero Jesús le dio el sobrenombre Pedro (griego) o Cefas (arameo) que significa piedra. El apóstol Pablo le llamaba Cefas (1 Cor. 1:12; 9:5; 15:5; Gál. 2:9).  El tuvo que crecer y fortalecerse para merecer ese nombre como también para ser un verdadero pescador de hombres. El nombre de Pedro aparece primero en la lista de los apóstoles porque sin duda él era un líder (hombre impulsivo, ferviente de espíritu), pero de ninguna manera tuvo primado sobre los demás. De hecho, cuando los apóstoles disputaban acerca de quién sería el mayor, Jesús les explicó que entre ellos no habría tal jerarquía (Mat. 18:1-3; 20:25-27 y textos paralelos). Jesús nunca dijo que Pedro era el apóstol principal y ninguno de los apóstoles pensaba que lo era. Pedro mismo no lo pensaba. No hay nada en todo el Nuevo Testamento que lo indique. Esta es pura invención del clero romano para tratar de justificar el gobierno humano que ellos han establecido para su iglesia (la Iglesia Católica Romana). En cierta ocasión el apóstol Pablo resistió a Pedro cara a cara porque “era de condenar” (Gál. 2:11). En Hech. 15 leemos de la reunión de apóstoles y ancianos para discutir el problema causado por los judaizantes pero aunque Pedro participó él no presidió. Si él hubiera sido el mayor de los apóstoles habría entregado algún decreto por su propia autoridad pero es muy obvio que él no tenía más autoridad que los demás apóstoles. Tampoco dice la Biblia que Pedro era el primer obispo de Roma. Tales enseñanzas son puras fábulas católicas.

      Sin embargo, Pedro hizo un papel prominente en la iglesia y escribió dos de las cartas del N. T.

      -- a Andrés su hermano, -- Jn. 1:40-42, “Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías .. y le trajo a Jesús”. Véanse Juan 6:8, 9; 12:20-22.

      -- Jacobo y Juan, -- Dice Marcos, “a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno”; esto no se explica pero tal vez fue por causa de su temperamento un poco explosivo como vemos en Luc. 9:51-56. Hech. 12:1 dice, “En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles.  2  Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan”. ¿Por qué a Jacobo en lugar de algún otro apóstol? No sabemos, pero tal vez Jacobo predicaba con mucha fuerza para provocar a los judíos (compárese Hech. 7:51-60, el caso de Esteban). Aunque Juan se llama “el apóstol de amor”, léase 3 Jn. 9, “Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe.  10  Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia”. Aun en su primera carta que habla tanto del amor él dice (3:10), “En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios”. También habla fuertemente contra los mentirosos y los engañadores.

      --  Felipe y Bartolomé, -- Felipe -- Jn. 6:5; 14:8, “muéstranos el Padre, y nos basta; 9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?”

      -- Bartolomé – Se identifica con Natanael (Jn. 1:45). Bartolomé no es nombre propio, sino que se refiere al padre;  “bar” significa “hijo de” (Mat. 16:17). Juan nunca menciona a Bartolomé y Mateo, Marcos y Lucas (los sinópticos) no mencionan a Natanael pero ponen a Felipe con Bartolomé. Es probable, pues, que su nombre completo era Natanael Bar Tolomé o Tolmai.

      6:15  Mateo, -- El autor del Evangelio según Mateo. Al mencionar su propio nombre él no dice “Mateo de tal o cual pueblo”, o “Mateo hijo de fulano de tal”, sino “Mateo el publicano”. A los oídos nuestros esa palabra no significa mucho, pero para los judíos era un término de reproche y de mucho desprecio. Mateo sabía que Jesús manifestó su amor hacia él cuando era publicano, y que los publicanos se clasificaban con los peores pecadores.

      -- Tomás – Llamado también Dídimo, Jn. 11:16; 20:24; 21:2 (las dos palabras significan gemelo). Es recordado como el que dudaba (Jn. 20:25), pero es importante recordar que después el mismo Tomás dijo “Señor mío y Dios mío”. También se debe recordar que él dijo (Jn. 11:16), “Vamos también nosotros, para que muramos con él”.

      -- Jacobo hijo de Alfeo, -- (así en Mar. 3:18; Luc. 6:15; Hech. 1:13) – “Alfeo” es nombre griego y en arameo es Cleofas (Luc. 24:18; Jn. 19:25). De esta manera este Jacobo se distingue de Jacobo el hijo de Zebedeo.

      -- Simón llamado Zelote, -- Los zelotes eran patriotas judíos. “El fanatismo de los zelotes contribuyó a desencadenar la guerra entre judíos y romanos” (V-E). Hech. 5:35-37 habla de tales hombres que levantaron movimientos políticos contra Roma.

      6:16  Judas hermano de Jacobo, -- Mat. 10:3,  Lebeo, por sobrenombre Tadeo,  corresponde a Judas hijo o hermano de Jacobo. De algunos de estos apóstoles muy poco se escribe de sus actividades, pero muchos textos hablan de “los apóstoles” (o “los doce”). Luc. 22:14; 24:10; Hech. 1:2; 4:35; 5:12; 5:18, 29; 6:6; 8:1, 18; 9:27; 11:1; 15:2, 22; 16:4; Efes. 2:20; 3:5; 4:11; 2 Ped. 3:2; Apoc. 21:14, “Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero”.

      -- y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor. -- (hijo de un Simón, Jn. 6:71; Iscariote probablemente indica que él era del pueblo de Queriot, Josué 15:25). Este Judas “era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio” (Hech. 1:17). “Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos” (Mat. 10:1). Siendo uno de los doce, Judas recibió autoridad sobre los espíritus inmundos, etc. Los que enseñan que es imposible caer de la gracia no pueden aceptar que en realidad Judas era un verdadero discípulo, pero si no lo era, entonces Jesús dio poder a un hijo de Satanás para echar fuera a Satanás. La verdad es que Judas es uno de los ejemplos sobresalientes de que los discípulos de Cristo sí pueden caer de la gracia. Mateo le describe como “el que también le entregó”, una inscripción apropiada para la tumba de Judas. De él Jesús dijo, “Bueno le fuera no haber nacido” (Mat. 26:24).

      Jesús sabía de antemano que Judas le iba a entregar, pero Judas era completamente responsable de sus acciones. Tenía libre albedrío. No fue forzado a hacer nada. Luc. 22:22, “A la verdad el Hijo del Hombre va, según lo que está determinado; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!” Hech. 2:23, “A éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole”. Todo era según el plan de Dios pero los que mataron a Jesús eran responsables de sus acciones y tuvieron que arrepentirse y ser bautizados para el perdón de sus pecados (Hech. 2:38).

 

Jesús atiende a una multitud (Mat. 4:23-25)

      6: 17  Y descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle, -- Habían venido para oírle pero lamentablemente no todos tenían corazones buenos, sino que había cuatro clases de oyentes (Luc. 8:4-15).

      -- y para ser sanados de sus enfermedades; -- Mat. 9:35; Mar. 1:39. Juan 20:30, 31 explica el propósito de los milagros de Jesús: “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.  31  Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre”. Mar. 16:17-20 explica el propósito de los milagros de los apóstoles: “Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían”. Véanse también Hech. 14:3; Heb. 2:3, 4. Al ver estos milagros la gente se maravillaba, pero Jesús no buscaba eso. Más bien, quería convencerles que El era Dios el Hijo, Emmanuel, Dios con nosotros (Dios y hombre).

      Le trajeron todos los que tenían dolencias… y los sanó. Jesús pronuncia una advertencia solemne en contra de los que en lugar de hacer la voluntad de Dios profesan hacer milagros (Mat. 7:23). Hoy en día los que profesan sanar tienen su grupo selecto de candidatos para la “sanidad”. Esto es pura hipocresía. Las campañas de “sanidad” son campañas de mentira y engaño. Los directores de tales campañas son lobos rapaces. Son mercaderes que se aprovechan de la ignorancia y superstición del pueblo para enriquecerse. Toda la supuesta “sanidad” que ellos y los católicos efectúan es “obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos”  (2 Tes. 2:9; Mt. 24:24).

      Al principio de su ministerio Jesús gozaba de mucha fama, pero desde luego, no todos le “seguían” con propósitos espirituales. Jn. 6:26, “Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis”. Sin embargo, era necesario que Jesús hiciera estas señales para que la gente creyera que El era y es el Mesías, el Hijo de Dios (Jn. 20:30, 31).

      6:18  y los que habían sido atormentados de espíritus inmundos eran sanados. – Véase Luc. 4:33-37 para una explicación acerca de los que estaban atormentados de espíritus inmundos (endemoniados).

      6:19  Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba a todos.  --

No era necesario que Jesús les tocara, pero Luc. 5:13, Jesús “le tocó” al leproso. No era necesario porque con su pura voluntad podía hacerlo. Compárese Luc. 7:7, “pero di la palabra, y mi siervo será sano”.

 

Bienaventuranzas y ayes (Mat. 5:1-12)

      6:20  Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.  – Habla a “sus discípulos” que eran pobres. No dice que todos los pobres son bienaventurados (dichosos), porque muchos de ellos son completamente desdichados y desesperados. No hay virtud inherente en la pobreza. Sin embargo, hablando de forma general, se puede decir que la pobreza literal ayuda para promover la pobreza “en espíritu”. Mat. 5:3, “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. Puesto que Jesús pronuncia la misma bendición para los pobres (Luc. 6:20) y los pobres en espíritu (Mat. 5:3), debemos concluir que los “pobres” de Luc. 6:20 son los “pobres en espíritu” de Mat. 5:3.

Los pobres en espíritu

      I. Sant. 4:6, "Dios resiste a los sober­bios, y da gracia a los humildes".

      A. 1 Ped. 5:5,6, Pedro dice lo mismo, y luego agrega esta exhortación, "Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios". El hombre debe humillarse delante de Dios, reconociendo que es un pecador necesitado del perdón de Dios, y dispuesto a escuchar su enseñanza, obe­decerle y dedicar su vida al servicio de El. La soberbia y el egoísmo destruyen al hombre (Prov. 16:18).

      B. La soberbia significa la exaltación de sí y la oposición a la voluntad de Dios; por ejemplo, muchos judíos no confiaban en la gracia de Dios, sino en ser hijos de Abra­ham (Mat. 3:7-12); los filósofos griegos confiaban en su sabiduría (1 Cor. 1:21), como hoy en día los humanistas destronan a Dios y exaltan al hombre, diciendo que el creer en Dios es un insulto a la inteligencia del hombre. Muchos profesores creen que lo que ellos no saben no es cierto o que no importa. Defienden la ignorancia, la superstición y toda clase de filosofía insen­sata (como la evolución). Dicen (con Faraón), "¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz ...? Yo no conozco a Jehová" (Ex. 5:2).

      C. Rom. 1:30, los "soberbios" están aso­ciados y relacionados con "los aborrecedores de Dios, injuriosos, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres". Rom. 1:18-32 describe cómo la soberbia del hombre destrona a Dios y lle­va al hombre a toda forma de depravación y corrupción. Para los soberbios, Dios no es el Creador. No hacen ninguna distinción en­tre el Creador y las criaturas. No dan gra­cias a Dios como el Dador de todas nues­tras bendiciones. Tienen más alto concepto de sí que el que deben tener, Rom. 12:3,16.

      D. La soberbia, pues, previene y evita la conversión a Dios. Los soberbios no quieren recono­cer que son pecadores. No quieren reconocer sus faltas. No quieren cambiar su vida. Hay soberbios religiosos que no quieren admitir que están en error doctrinal. La soberbia no les deja alejarse de la religión de sus padres. Por eso, la Biblia dice, "Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu" (Prov. 16:18). Véase Prov. 18:12. La única esperanza para los hom­bres es que se humillen y que sean "pobres en espíritu", que reconozcan que están en­fermos (Luc. 5:31), y que urgentemente necesitan del perdón de Dios.

      II. Los pobres en espíritu saben que es­tán en bancarrota espiritual.

      A. Cristo vino al mundo para buscar y a salvar lo que se había perdido (Luc. 19:10). El Buen Médico vino a buscar en­fermos (Luc. 5:32; 15:1,2). "Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero" (1 Tim. 1:15). Jesús no puede ayudar a los que no reconocen que son pecadores per­didos.

      B. Los "pobres en espíritu" son como "mendigos espirituales", cargados de pobreza espiritual, y sin recursos espiri­tuales. El hombre que trabaja para ga­narse el pan diario se llama "pobre" (del verbo penomai), 2 Cor. 9:9. Este "pobre" no es rico, no le sobra nada después de proveer lo más necesario, pero tampoco sufre miseria. Pero Jesús no emplea esa palabra. El usa la palabra ptojoi  que se refiere a los que en verdad son pobres, los que es­tán hundidos en la miseria. "Ptochos, un adjetivo que describe a uno que se agacha, se usa como nombre, un mendigo, Luc. 14:13,21, 'pobres'; 16:20,22, 'mendigo'" (WEV).

      C. Por lo tanto, "los pobres en espíritu" son los que reconocen que son pecadores, "destituidos de la gloria de Dios" (Rom. 3:23), y ponen toda su confianza en Dios para que les perdone y les reciba en su reino.

      D. "Los pobres en espíritu" saben que no pueden salvarse solos. Luc. 16:15, Jesús dijo a los fariseos, "Vosotros sois los que os justi­ficáis a vosotros mismos delante de los hombres". La actitud de éstos era lo opuesto de la actitud de "los pobres en es­píritu". Luc. 18:9-14, el fariseo en el tem­plo que "oraba consigo mismo", hablando de sus grandes virtudes, quería justificarse a sí mismo, pero no fue a su casa justificado (ver. 14). Aunque era judío, este fariseo no reconoció a Dios, no le pidió nada y no le dio gracias. Solamente "oraba consigo mismo". Apoc. 3:17, la iglesia de Laodicea se justificaba a sí misma, diciendo, "Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad", pero Jesús le dijo, "y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo". El po­bre en espíritu sabe que es un desventu­rado, miserable, pobre, ciego y desnudo, pero también sabe que Cristo le puede enriquecer y sanar, ver. 18.

      E. Se elogia a los hombres indepen­dientes, los que tienen mucha confianza en sí mismos, pero esta "virtud" es muy peli­grosa. Los tales a veces no solamente son independientes de los hombres sino tam­bién de Dios.

      III. Bienaventurados vosotros los po­bres, Luc. 6:20.

      A. Dios siempre ha mostrado su interés en los pobres que confían en El. Léanse Salmo 9:18; 34:6; 72:4; 107:41; 132:15. Dios es el Defensor de los pobres y destituidos.

      B. Cristo vino al mundo para predicar a los pobres, Luc. 4:18.

      C. Hablando de manera general, el pueblo de Dios se describe como pobres, oprimidos, afligidos, Sant. 2:5; 2 Cor. 6:10; Apoc. 2:9; 1 Cor. 1:26-31. Los ricos son, generalmente, crue­les, orgullosos, opresores (Sant. 2:6,7; 5:1-6), materialistas que  prosperan (Sal. 73:3). Por eso Jesús dice, ¡Ay de vosotros, ricos! (Luc. 6:24). También Santiago (5:1-6) los denuncia.

      D. Desde luego, muchos pobres no son buenos (Prov. 19:15; 21:25; 24:30-34), y muchos ricos no son malos (Abraham y Job eran muy ricos). La verdad es que hay peligro tanto en la pobreza como en la riqueza (Prov. 30:8,9), pero la mayoría de "los po­bres en espíritu" son pobres también en lo material.

      E. Muchos textos hablan de la influen­cia negativa que las riquezas tienen sobre el alma, Luc. 12:13-21; 16:19-31; 1 Tim. 6:6-10, 17-19.

      IV. Algunos ejemplos de los pobres en espíritu.

      A. Luc. 7:36-50, la mujer pecadora que regó con lágrimas los pies de Jesús y los enjugaba con sus cabellos era pobre en espíritu. Reconocía que estaba arruinada espiritualmente, y confiaba en Jesús para el perdón.

      B. Luc. 18:9-14, el publicano que dijo, "Sé propicio a mí, pecador" era pobre en espíritu. Reconocía que necesitaba el perdón de Dios, que estaba totalmente carente de la justicia de Dios, y no confia­ba en sí (como hizo el fariseo), sino en Dios.

      C. Luc. 15:17-19, "Yo aquí perezco de hambre. Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti: Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jor­naleros". El hijo pródigo llegó a ser pobre en es­píritu.

      D. Sal. 51:1-3, "Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones... yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre de­lante de mí". El ver. 17 (versículo clave) dice, "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios". David era pobre en espíritu.

      V. "Porque de ellos es el reino de los cielos", porque estos son los únicos que lo buscan.

      A. Los "pobres en espíritu" serán per­donados y hechos ciudadanos del reino de los cielos, pero es en vano hablar de la salvación a los que no quieren reconocer que son pecadores que deben arrepentirse y cambiar sus vidas. El Médico no puede ayudar al enfermo que no quiere recono­cer que está enfermo. Mat. 18:3, tenemos que arrepen­tirnos y hacernos como niños (humillarnos como niños, ver. 4), para poder entrar en el reino de los cielos.

      B. Juan 3:5, "el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios". El famoso rabino, Nicodemo, debería arrepentirse y cambiar su vida. No podía entrar en el reino de los cielos en virtud de ser "un principal entre los judíos" (ver. 1). Ya no bastaba con ser "judío", ni aun con ser un judío famoso. El tenía que humillarse (ser "pobre en es­píritu"), y obedecer al evangelio, para entrar en el reino. Era necesario que se arrepintiera y que fuera bautizado para ser salvo. Los pobres en espíritu no discuten acerca de la necesidad de bautizarse, porque al saber que el bautismo es un mandamiento del Señor (Mar. 16:16) para remisión de pecados (Hech. 2:38), con gusto lo obede­cen.

      C. Col. 1:13, Dios "nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo".

      Conclusión.

      A. "Los pobres en espíritu" son per­sonas humildes que reconocen que son pecadores, destituidas de la gloria de Dios. Reconocen que están en bancarrota espiritual. Estos crucifican la soberbia, porque re­conocen que no pueden justificarse a sí mismos. Por lo tanto, ponen toda su con­fianza en Dios. Compungidos de corazón, los tales obedecen al evangelio de Cristo, para obtener el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo, Hech. 2:37,38.

      D. Entonces como cristianos siguen siendo "pobres en espíritu", siempre dispuestos a admitir faltas y pedir perdón, Sant. 5:16; 1 Jn. 1:9.

      6:21  Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. – Mat. 5:6, “Bienaventurados los que tienen hambre y sed  de justicia, porque ellos serán saciados”. Otra vez, al ver que Jesús pronuncia la misma bendición sobre los que tienen hambre (Luc. 6:21) y los que tienen hambre y sed de justicia (Mat. 5:6), tenemos que concluir que son los mismos.

 

Los que tienen hambre y sed de justicia

Introducción.

      A. ¿Por qué dice Jesús que la puerta es estrecha y que el camino es angosto (Mat. 7:13,14)? (1) Porque hay pocos que son pobres en espíritu (dispuestos a admitir faltas y buscar perdón), (2) porque hay pocos que lloran por sus pecados y por los de otros, (3) porque hay pocos mansos, y (4) porque hay pocos que tienen hambre y sed de justicia.

      B. Esta bienaventuranza concuerda perfectamente con las que la preceden y con las que la siguen. Jesús describe una sola persona, un discípulo verdadero de El. Describe cierta clase de gente, el pueblo de Dios. El cuerpo necesita alimentación, y el alma también necesita alimentarse.

      I. ¿Qué significa tener hambre y sed de justicia?

      A. Pregúntese primero, ¿qué significa tener hambre y sed? Son dos de los apetitos más fuertes. ¿Cuántos de nosotros hemos tenido verdadera hambre y sed? ¿Cuántos han estado en peligro de morir si no en­contraran muy pronto la comida y agua? ¿Habrá entre los oyentes o lectores alguna persona que lo haya experimentado? Desde luego, hay muchas per­sonas en la actualidad que sufren ver­dadera hambre y sed. No quieren un vaso de agua sino toda la jarra; no quieren dos o tres tortillas, sino todo el paquete. Mu­chos están muriendo de hambre.

      B. Figuradamente tener hambre y sed significa tener deseo ferviente, desear inten­samente, anhelar, añorar, o apetecer. Tener hambre y sed de justicia sig­nifica desear intensamente hacer toda la voluntad de Dios. Debemos tener hambre y sed de obtener el perdón de Dios, de ser transformados en la imagen de Cristo, de ser edificados en la fe santísima, de poder ganar muchas almas por Cristo. Mat. 3:15, aunque Jesús no tenía pecado, quería ser bautizado: "Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia". Conviene obe­decer los mandamientos de Dios. Véase Sal. 119:172.

      C. Mat. 6:24-34, "No os afanéis por vuestra vida ... Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". Debemos "buscar" intensamente las cosas del reino de Dios. Debemos desear saber y hacer la voluntad (palabra) de Dios: más que el oro, Sal. 119:72, 127, "Por eso he amado tus mandamientos más que el oro, y más que el oro muy puro"; más que la miel, Sal. 119:103, "¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca"; más que la comida, Job 23:12, "Guardé las palabras de su boca más que mi comida (porción señalada)".

      D. Mat. 13:44-46, al descubrir el evan­gelio, debemos "vender todo" para "comprarlo" (poseerlo). "Compra la ver­dad, y no la vendas", Prov. 23:23.

      E. Estudiemos los Salmos para enten­der mejor lo que significa anhelar: Sal. 42:1,2 "Como el ciervo brama por las corrien­tes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía"; Sal. 63:1, "De madru­gada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida"; Sal. 84:2, "Anhela mi alma y aun ardien­temente desea los atrios de Jehová". Léase todo el Salmo 84; Sal. 119:20, "Quebrantada está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo". El Salmo 119, el capítulo más largo en la Biblia, alaba la Palabra de Dios. 1 Ped. 2:1,2, "Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación".

      II. ¿De qué cosas tenía hambre y sed la mayoría de los judíos?

      A. Cosas materiales. Luc. 8:14, "las riquezas y los placeres de la vida". 1 Tim. 6:9, "los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias ne­cias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición". Ecles. 2:3-11, "Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría ... engrandecí mis obras ... me hice huertos y jardines ... me amontoné también plata y oro ... me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, etc."

      B. Poder político. Juan 6:15, "iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey", porque tenían "hambre y sed" de ser libe­rados de los romanos.

      C. Panes y peces. Juan 6:26, "me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os sacias­teis".

      D. La mayoría de la gente hoy en día tiene hambre y sed de las mismas cosas: toda clase de cosas materiales, placeres, y poder (político, comercial, y religioso, etcétera).

      III. Algunos ejemplos de aquellos que tuvieron hambre y sed de justicia.

      A. La mujer cananea. Mat. 15:27, "Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos". Jesús alaba la fe "grande" de esta mujer cananea.

      B. La mujer pecadora. Luc. 7:38, "estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágri­mas sus pies".

      C. Los casos de conversión en Hechos de los Apóstoles: (1). El día de Pentecostés tres mil per­sonas obedecieron al evangelio el mismo día en que oyeron, Hech. 2:37-41. Tenían hambre y sed de justicia. (2) Los samaritanos obedecieron "cuando creyeron", Hech. 8:12. (3). Cuando el eunuco oyó el evange­lio, dijo, "Aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado?" e inmediatamente obedeció, Hech. 8:35-39. Este hombre es un ejemplo muy bueno de tener hambre y sed de justicia. "Había venido a Jerusalén para adorar, volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías". (4). El carcelero y su casa fueron bau­tizados a media noche, y "se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios", Hech. 16:25, 33, 34. Estos y otros demostraron mucha hambre y sed de justicia, oyendo el evangelio, arrepintiéndose de sus pecados, confesando a Cristo, y siendo bautizados sin demorar.

      D. El apóstol Pablo siempre demostraba que tenía mucha hambre y sed de justicia. Léase Fil. 3:7,8. Lo demostró a través de su vida entera y sus escritos.

      IV. "Porque ellos serán saciados", Mat. 7:7-11; Sal. 53:5,6.

      A. Sinónimos de la palabra "saciar" son llenar, hartar, hastiar, cumplir. De esto habla Jesús en Juan 4:13,14. Dijo que "Cualquiera que bebiere de esta agua volverá a tener sed; mas el que be­biere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás". Véanse Juan 7:37,38; Apoc. 22:17. Jn. 6:27, "Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece".

      B. Fil. 4:6,7, No estar afanosos, hacer peticiones a Dios, con acción de gracias, "y la paz de Dios... guardará vuestros cora­zones". Fil. 4:11-13, "he aprendido a con­tentarme, cualquiera que sea mi situación... Todo lo puedo en Cristo que me forta­lece".

      Conclusión:

      A. Luc. 6:21, "Bienaventurados los que ahora tenéis hambre". Aquí se agrega la palabra ahora. En el ver. 25 se agrega otra vez: "¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! Porque tendréis hambre".

      B. Pero si nuestra justicia es como la de los escribas y fariseos, no seremos "saciados". Si tenemos hambre y sed de justicia, buscaremos primeramente el reino de Dios y su justicia, Mat. 6:33.

      -- Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. –  Mateo 5:4, Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

 

 

 

Los que lloran

Introducción.

      A. Jesús habla de "llorar" como se llora la muerte de un ser querido. Significa llo­rar intensamente. No se refiere al "llorar" por ambi­ciones fallidas, ni por haber perdido riquezas, ni por haber sido avergonzado, ni por haber sido castigado por alguna maldad. No hay bendiciones para los que lloran por estas causas, a menos que se arre­pientan. Tampoco promete bendición para aquellas almas pesimistas que viven lloriqueando por su mala suerte, diciendo que todo el mundo está en contra suya.

      C. Esta bendición se pronuncia sobre los que lloran (1) por los pecados propios, (2) por los pecados de otros, y (3) por el sufrimiento y la tristeza que hay en el mundo.

      II. "La tristeza del mundo produce muerte".

      A. Es importante distinguir entre "la tristeza que es según Dios" que produce arrepentimiento para salvación, y "la tris­teza del mundo" que produce muerte (2 Cor. 7:9,10). Los criminales lloran porque se descubren y se castigan. El borracho llora porque su hígado está arruinado, y el fumador llora por el cáncer de los pul­mones. Muchos lloran porque se dan cuenta de que en su matrimonio están cometiendo adulterio, aunque estén "casados" legalmente. Pero el llorar de estos no produce la dicha a menos que se arrepientan.

      B. Núm. 14:40-45, el pueblo rebelde se enlutó, pero no fue bendecido. 1 Sam. 15:24-28, el rey rebelde se puso triste, pero ¿por qué? Porque fue rechazado por Dios por causa de su deso­bediencia. Mat. 27:3-5, Judas estaba muy triste, aun desesperado, pero su tristeza era "la tristeza del mundo". En su desesperación cometió suicidio. 1 Ped. 4:15, "ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno". El pecado produce sufrimiento.

      C. 1 Tim. 4:2, "teniendo cauterizada la conciencia", muchos no lloran por sus pecados. Véase también Efes. 4:19. Mu­chos mundanos tratan de suprimir la miseria y tristeza de su vida con alcohol y otras drogas. Jesús no promete consolación para los que "lloran" por "la tristeza del mundo", porque esta tristeza no produce arrepentimiento.

      III. "La tristeza que es según Dios" es la que nos trae muchas bendiciones.

      A. "La tristeza que es según Dios pro­duce arrepentimiento para salvación". De esta tristeza Jesús habla (Mat. 5:4). El llo­rar no es en sí una bendición, pero si pro­duce arrepentimiento y obediencia, trae bendición. (1). Esta es la tristeza que sentía David, Sal. 51:17; véanse Sal. 34:18; 38:18. (2). Es la tristeza demostrada por la mujer pecadora que "estando detrás de él (Jesús) a sus pies, llorando, comenzó a re­gar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume", Luc. 7:38. Nosotros debemos imitar a esta mujer. Los pecados de nosotros no son mejores o más res­petables que los de ella. No hay pecados "veniales y mortales" según la Biblia. Cada vez que pequemos debemos tener la misma actitud que ella demostró. Debe­mos sentir verdadera tristeza por el pecado, arrepentirnos inmediatamente y pedir perdón al ofendido y a Dios. (3). La tristeza de Pedro, Mat. 26:75. Después de negar a Jesús tres veces, "saliendo fuera, lloró amargamente" y volvió al Señor (Luc. 22:32). (4) La tristeza de Joel 2:12,13, "convertíos a mí ... con lloro".

      B. Es imposible arrepentirse si no hay tristeza por los pecados. Es necesario sen­tir tristeza por haber ofendido a Dios.

      IV. Los que lloran se preocupan por otros.

      A. Los profetas se preocupaban por el pueblo de Israel, Isa. 22:4; Jer. 9:1; 13:17; 14:17; Lamentaciones. Se preocupaban por sus pecados, y por el castigo que iban a sufrir (matanza, cautiverio, esclavitud).

      B. Jesús lloró sobre Jerusalén, Luc. 19:41-44. Véanse Mat. 9:36; 23:37.

      C. Debemos preocuparnos por la condición lamentable del mundo religioso, por los ciegos que siguen a otros ciegos (Mat. 15:14). Debemos preocuparnos por los pecados de la iglesia (mundanalidad, indiferencia, liberalismo, apostasía), y por el castigo que espera a los infieles. 1 Cor. 5:2; 2 Cor. 2:4; Gál. 4:19; Fil. 3:18; 1 Ped. 4:17,18. Rom. 12:15, "gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran".1 Cor. 12:25,26, "que los miembros todos se preocupen los unos por los otros ... si un miembro padece, todos los miem­bros se duelen con él". Debemos estar preocupados por el sufrimiento que hay en el mundo. Los cristianos no pueden ser indiferentes hacia los demás.

      V. Cristo consuela a los que lloran de esta manera.

      A. ¡Qué felices, pues, los que lloran por sus pecados, y quieren el perdón de Dios! Serán consolados. Dios nos reprende por el pecado, luego nos sana si nos arrepen­timos. 2 Cor. 1:3; 2 Tes. 2:16 "nos dio con­solación". Sal. 30:5, "porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida".

      B. Cristo se llama "la consolación de Is­rael", Luc. 2:25. Mat. 11:28-30, "venid a mí ... yo os haré descansar". Isa. 61:1-3, "a ordenar que a los afligidos ... se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, ale­gría ... espíritu angustiado". Luc. 4:16-21, "enviado a sanar a los quebrantados de corazón". 1 Ped. 2:6, creyentes no serán avergonzados, no decepcionados.

      C. Hech. 2:37, los "compungidos" obe­decieron al Señor, siendo bautizados para el perdón de sus pecados (vers. 38,41), recibieron el perdón y el don del Espíritu Santo. Isa. 35:10, "y los redimidos de Je­hová volverán, y vendrán a Sion con ale­gría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido" (esta hermosa pro­fecía se cumple en los que obedecen al evangelio y reciben toda bendición espiritual en Cristo, Efes. 1:3). 1 Tim. 1:12,13, Pablo siempre estaba afligido por causa de su pecado. Obedeció al Señor y recibió misericordia (Hech. 22:16; 26:19). Entonces habló mucho de "gozo" y "regocijo" (véase carta a los fili­penses).

      D. Sal. 126:5,6, "los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la pre­ciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas". Apoc. 7:17; 21:4, "Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos".

      6: 22  Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.  23  Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas. – Mateo 5:10-12, Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

 

Los que padecen persecución

Introducción.

      A. Jesús no engaña a nadie, sino que explica con toda franqueza que el disci­pulado cuesta, que sus discípulos serán maltratados. El seguirle significa llevar una cruz (Mat. 16:24; Luc. 9:23). No debe haber sorpresas para los que obedecen al evangelio; deben esperar la oposición y el sufrimiento porque es ineludible (1 Tes. 3:3; 2 Tim. 3:12). Léase el libro de Hechos para observar que en todo lugar cuando el evangelio fue predicado, se levantó toda clase de persecución contra los mensajeros de Cristo. Fueron azotados, encarcelados, apedreados, y degollados.

      B. Las primeras siete bienaventuranzas presentan rasgos de carácter, condiciones de corazón y de disposición. En los ver. 10-12 Jesús habla de las pruebas de ese carácter. Los que optan por imitar a Cristo serán probados, siendo "perseguidos". ¡Qué pensamiento ilógico! Los animales y los criminales son "perseguidos", pero los discípulos de Jesús no deben ser perseguidos. Sin embargo, si los hombres aborrecieron y persiguieron a Jesucristo, entonces harán lo mismo con sus seguidores.

      C. La oposición que sufre el discípulo de Jesús es evidencia de que los discípulos de Jesús no son pasivos, sino activos y militantes.

      D. Los discípulos perseguidos son dis­cípulos bendecidos. Es interesante obser­var que la maldición del hombre y la ben­dición de Cristo se encuentran en las mismas personas.

      I. ¿Por qué padecen persecución los discípulos de Cristo?

      A. ¿Cómo es posible que gente buena sea perseguida y maltratada? (1). Por Cristo, por justicia. Mat. 5:10, "por causa de la justicia"; 5:11, "por mi causa"; Jn. 15:21, "por causa de mi nombre". Jn. 15:20, "El siervo no es mayor que su señor", nos persiguen, porque persi­guieron a Cristo y somos sus seguidores. Somos como El. (2). No somos del mundo. Jn. 15:19-21, "Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo ... por eso el mundo os aborrece". Los miembros de la iglesia que son mundanos son amados por el mundo. "¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!" Luc. 6:26.

      B. El buen ejemplo ofende al mundo. A los mundanos no les gusta la "luz" (el buen ejemplo) de los cristianos. Compárese Dan. 6:1-17. ¿Por qué aborrecieron a Daniel? También Heb. 11:7, con el ejem­plo de obediencia Noé condenó al mundo de desobedientes. Los malvados persiguen a los hijos de Dios, porque el buen ejem­plo de éstos sirve como conciencia para aquéllos, y la quieren callar. Les molesta, les irrita, y no quieren ser estorbados.

      C. No quieren ser enseñados y reprendidos. Nos persiguen porque les enseñamos, les exhortamos y les reprendemos, Jn. 3:19-21, y no les gusta. No es placentero que los pecados sean expuestos y reprendidos. Mat. 14:4,10,11, Juan dijo a Herodes, "No te es lícito tenerla ... y ordenó decapitar a Juan en la cárcel". Jesús fue crucificado por reprender la hipocresía de los judíos, Mateo 23. Jesús amaba a todos, pero no dejó de reprender el pecado en todos. Esteban fue ape­dreado por reprender a los judíos, Hech. 7:51-60. Desde luego, los del mundo no nos perseguirán si no les exhortamos.

      II. Hay varias clases de persecución.

      A. La persecución física. Mat. 10:17,28; Hech. 5:40; 7:58; 12:2; 14:19.

      B. Los insultos, las calumnias, etc. Mat. 5:11, "Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo". Luc. 6:22, "Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre". Luc. 6:26, "¡Ay de vosotros, cuando todos los hom­bres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas". La palabra "vituperar" significa in­sultar, afrentar, deshonrar, burlar (Heb. 11:36, el inglés dice "burlas"). ¿Por qué nos vituperan? 1 Ped. 4:4, "A éstos les parece cosa extraña que vosotros no co­rráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan (insultar, injuriar de palabra)". ¿Qué decían de Jesús? Jn. 8:48, "eres samaritano, y que tienes demonio". Jn. 10:20, "Demonio tiene, y está fuera de sí, ¿por qué le oís"? Mat. 11:19, "un hom­bre comilón, y bebedor de vino". Mat. 27:39-44, falsa acusación. Hech. 17:18, decían que Pablo era "palabrero"; 2 Cor. 10:10, decían que "las cartas son duras y fuertes; mas la presen­cia corporal débil, y la palabra menospre­ciable". Los evangélicos nos llaman “legalistas” porque enseñamos que es necesario ser bautizados para ser salvos (Mar. 16:16; Hech. 2:38). Los hermanos liberales nos aplican el epíteto, "antis", término de desprecio, simplemente porque nos oponemos a sus prácticas que carecen de autoridad bíblica. Los humanistas que destronan a Dios y exaltan al hombre nos llaman "fanáticos", "radicales", "derechistas", etc., porque defendemos la moralidad bíblica, la santidad del matri­monio, la disciplina de los hijos, etc., y porque condenamos el aborto, toda clase de inmoralidad sexual (incluyendo la ho­mosexualidad), el uso de drogas, el suicidio, la eutanasia, etc. Tales incrédulos nos dicen, “No impongan su moralidad sobre nosotros”, pero por todo lodo ellos imponen su inmoralidad sobre otros.

      C. Heb. 10:34, "y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo".

      D. Mat. 10:34-39, problemas y disen­siones en la propia familia.

      E. Sant. 5:1-5, "¿No os oprimen los ri­cos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?"

      III. Bienaventurados sois, gozaos y ale­graos.

      A. No somos bienaventurados por sufrir por el mal. 1 Ped. 2:20, "Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Pero si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios".1 Ped. 4:15, "Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno".

      B. Sino por sufrir como cristiano. 1 Ped. 4:16, "pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello".

      C. Una recompensa triple. En este texto (Mat. 5:10,12) Jesús habla de tres grandes bendiciones para los que padecen por El: Mat. 5:10, "porque de ellos es el reino de los cielos". Los que sufren por causa de la justicia (por Cristo) dan evi­dencia segura de pertenecer al reino de los cielos. Mat. 5:12, "vuestro galardón es grande en los cielos". Luc. 6:23, "Alegraos en ese día, y saltad de gozo, porque he aquí, vuestra recompensa es grande en el cielo" (LBLA). ¿Cuántas veces hemos saltado de gozo por haber sido perseguidos? (Hech. 5:41, "Y ellos salieron de la presencia del concilio, go­zosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre". Véase el ver. anterior, "después de azo­tarlos"). Mat. 5:12b, "porque así persi­guieron a los profetas que fueron antes de vosotros". Recuérdense los ejemplos de Elías (1 Reyes 19:2); de Jeremías (Jer. 20:2); de Zacarías (2 Crón. 24:21). Véase también Sant. 5:10,11. ¡Qué gozo de ser identificados con los profetas fieles, con Cristo y con los apóstoles al sufrir por la causa de justicia!

      D. Por lo tanto, el pensamiento de sufrir por el nombre de Cristo (o por la causa de justicia) debe llenar el corazón de gozo. Véanse Hech. 5:41; 16:25; Heb. 10:34; 1 Ped. 4:16.

      6: 24  Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo. – Jesús no incluye a todos los ricos, porque la Biblia habla de algunos fieles que eran ricos (por ej., Job, Abraham). No hay pecado inherente en la riqueza, como no hay virtud inherente en la pobreza. Sin embargo, Jesús enseña que para el rico es muy difícil ser fiel discípulo. Lo que Jesús dice en este texto (Luc. 6:24) expresa la regla general, a saber, que los ricos reciben su consuelo solamente en esta vida, porque la mayoría de ellos no se preparan para la vida venidera. Algunos ricos no solamente han “vivido en deleites sobre la tierra”, sino que también oprimen a los pobres. Sant. 5:1-6.

      En el v. 38 Jesús dice, “Dad, y se os dará” y en Luc. 12:33 dice, “Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye”. Pablo enseña a los ricos lo que deben hacer con su riqueza (1 Tim. 6:17,18).

      6:25  ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre. – Estar saciados aquí no es lo mismo que estar saciados en el v. 21. Los que están saciados de riqueza, fama y los placeres de esta vida sufrirán gran escasez después.

      -- ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis. – El reír aquí acompaña la riqueza y el estar saciados. Es la risa del mundo que no toma en cuenta a Dios.

Jesús no enseña que es pecado reír. Ecles. 3:1,4 dice, "todo tiene su tiempo ... tiempo de llorar, y tiempo de reír". Sin embargo, para muchos el "mayor bien" de la vida es la risa. Para los tales la vida no tiene nada de seriedad, sino que es una gran comedia; para ellos el mundo está lleno de payasos. El buscar placeres es su fin y propósito (Heb. 11:25; Luc. 8:14). Sant. 5:5 bien describe la gente mundana: "habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engor­dado vuestros corazones como en día de matanza".

      Dios se reirá de ellos, Sal. 2:4; 37:13, "porque ve que viene su día". Luc. 6:25, "¡ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis". Tal vez Jesús se refiere a la destrucción de Jerusalén (Luc. 19:41-44).

      6:26  ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas. – Desde luego, no es malo que los hombres hablen bien de nosotros. Las virtudes de los cristianos son alabadas por muchos. Lo que Jesús condena es el deseo de agradar y complacer a los hombres aunque esto nos obligue a comprometer la verdad y tener vergüenza de la doctrina de Cristo; es decir, buscar el favor de los hombres en lugar del favor de Dios. Gál. 1:10. El v. 22 habla de la dicha de ser aborrecido, vituperado, etc. por los que no aman la verdad. Si somos fieles y defendemos la verdad, éstos nunca hablarán bien de nosotros, y si lo hacen esto es evidencia de que ya no defendemos el evangelio verdadero y solamente queremos complacer a los enemigos de la verdad. Cuando el cristiano defiende el evangelio puro, los sectarios no hablarán bien de él, sino que dirán que es “legalista”, “extremista” y “fanático”.

      6:27  Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen;        28  bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.

 

Amar a los enemigos

Introducción.

      A. La gente ya sabía y usaba la palabra, "amar", pero su concepto del amor era muy limitado. Jesús da un significado nuevo a la palabra.

      B. Sin duda el pueblo quedó asom­brado por esta enseñanza, tan distinta de lo que los escribas y fariseos enseñaban (Mat. 5:20).

      I. Mateo 5:43 -- "Oísteis que fue dicho: amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo".

      A. La ley de Moisés dijo, "Amarás a tu prójimo" (Lev. 19:18), pero no dijo, "Aborrecerás a tu enemigo".

      B. ¿Por qué, pues, tenían tanto odio los judíos? Había varios factores significantes que contribuyeron a la actitud de los is­raelitas hacia otras naciones: (1). Los israelitas fueron mandados a destruir sin misericordia a los cananeos y todo objeto de culto de ellos, Ex. 23:24,31; 34:13; Núm. 31; Deut. 7:2,16. (2). Se les prohibió formar alianzas con ellos (Ex. 34:12-16). Esto indica claramente que nunca podía haber paz entre Israel y las naciones paganas. Era necesario esto para separarlos y evitar que Israel fuera contaminada por sus abominaciones. (3). Los ejércitos de Israel fueron usa­dos como instrumentos de la ira de Dios para castigar a otras naciones (Ex. 31). (4). Aun los hombres más piadosos hablaban continuamente de estas cosas. Hay muchos textos (por ejemplo, en los Salmos) que hablan de aborrecer a los enemigos (y, desde luego, los Salmos eran inspirados por el Espíritu Santo). Véanse Sal. 18:37; 55:8-15; 59; 69:22-28; 139:21,22. (5). Por lo tanto, la actitud nacional era una de aborrecimiento hacia los enemigos. Esta dispensación (la ley de Moisés) tenía un propósito muy especial en el plan de Dios, pero era provisional. Estaba acabándose ese período, y Jesús estaba corrigiendo el problema de abo­rrecer a sus enemigos. Al momento de oír esta enseñanza, los discípulos debían cambiar su actitud hacia todos los enemi­gos, no obstante lo que hubiera sido su relación con ellos en el pasado. (6). Una consecuencia innecesaria del separatismo de los judíos era un concepto vanidoso de ser mucho más piadosos que otros hombres (Luc. 18:9-14), concepto que les hizo despreciar y aborrecer a otros.

      C.  Los samaritanos. "Judíos y samari­tanos no se tratan entre sí" (Jn. 4:9), porque éstos no eran verdaderos judíos, sino una raza mezclada. Cuando Jeroboam se rebeló contra Roboam, llevó a diez tribus en la división, y formaron el reino del norte, llamado Israel. La ciudad de Samaria llegó a ser la capital de esta nación rebelde que se apartó de la ley de Moisés. El pueblo de Israel se mezclaba (se casaba) con los gentiles. Por eso, los judíos los despreciaban y no tenían nada que ver con ellos. El espíritu vengativo de Jacobo y de Juan (Luc. 9:51-56) era típico de la ac­titud de los judíos hacia los samaritanos.

      D.  Los romanos. Los judíos aborrecían a los romanos porque estos eran conquis­tadores de su tierra y exigían impuestos.

      E. Los publicanos eran cobradores de los impuestos romanos, y por esta causa eran despreciados y odiados por el pueblo. Se consideraban traidores.

      F. Por lo tanto, si en la actualidad se cree que es difícil amar a los enemigos, re­cuérdese el problema de los judíos.

      II. Mateo 5:44 -- "Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen".

      A. ¿Debemos amar a los enemigos como amamos a los seres queridos? A muchos les parece difícil amar a los enemigos, por no entender la palabra "amar". El amor por los seres queridos es un amor emocional, un afecto fuerte. El amor mandado por Jesús es de la mente y de la voluntad, y no es como el amor entre novios, un amor que "nace" en ellos por la mucha atracción que existe. Se enamoran y se aman porque se agradan el uno al otro. El hombre se enamora de una mujer que le gusta, le agrada. Pero el amor mandado por Jesús, amor de la mente y de la voluntad, busca el bienestar de la persona amada.

      B. Este amor significa "buena voluntad". El comentario de William Barclay explica este amor en una forma muy interesante. Significa buena voluntad. Es pura bondad y benevolencia hacia otros, una bondad que no termina, no se acaba; es decir, no hay nada que los hombres puedan hacer para destruirlo. ¡Es invencible! Con esta actitud, esta buena voluntad invencible, no es difícil obedecer los mandamientos de Jesús, que para los hombres carnales parecen im­posibles y absurdos.

      C. Amar lo no amable. Considérese el amor de Dios (ver. 45; Luc. 6:35; Rom. 5:8). Así debe ser nuestro amor para con todos, aun para los enemigos. Debemos amar a los que no merecen nuestro amor. Debemos amar a los que no son amables, porque es lo que Dios hace. No es amor de sentimiento sino de acción, de con­ducta, como expresión de un espíritu bueno y compasivo. Luc. 6:35, "El es be­nigno para con los ingratos y malos".

      D. Debemos bendecir al enemigo, como lo hizo Jesús, 1 Ped. 2:23. No debemos usar lenguaje abusivo (5:22), sino más bien palabras de cortesía, amistad y ama­bilidad. El habla nuestra no debe ser con­trolada por las malas circunstancias cau­sadas por el enemigo, sino por Dios. 1 Cor. 13:4-7 dice que "el amor es sufrido, es benigno, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irri­ta, no guarda rencor; no se goza de la in­justicia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta".

      E. El amor hace bien. En esto se ve la definición de la palabra "amar". El ver­dadero amor no se ve en palabras, sino en hechos (Sant. 2:16; 1 Jn. 3:18). Como Jesús dice (Luc. 6:27,35), "Amad a vues­tros enemigos, haced bien a los que os aborrecen". Esta es la expresión de buena voluntad que sinceramente desea el bienes­tar de otros, aun el de los enemigos. David era ejemplo de volver bien por mal (1 Sam. 24:10; 26:9). El buen samaritano es un ejemplo hermoso de esto, y es el héroe de la parábola de Jesús (Luc. 10:25-37).

      F.   No podemos seguir odiando a otros si oramos por ellos. Al orar por otros los lle­vamos delante del trono de Dios, y seguramente no nos atrevemos a odiar a nadie en la presencia de Dios. Es el medio seguro de acabar con la amargura y los re­sentimientos. Nuestro Señor Jesucristo oró por sus enemigos aun cuando moría por ellos en la cruz (Luc. 23:34). Esteban lo imitó (Hech. 7:60). Pablo demostró el mismo espíritu (2 Tim. 4:16).

     

      6: 29  Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; -- Mateo 5:38-39, Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. 39  Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.

No resistir al que es malo

Introducción.

      A. Los judíos se aprovechaban de la ley que decía "ojo por ojo" para tomar venganza personal. En este texto Jesús no condena la práctica de la justicia (defender los derechos del inocente y cas­tigar al culpable), sino la venganza per­sonal. Debemos sufrir agravios con buena voluntad.

      B. Muchos de los judíos eran querellosos, pendencieros, y litigiosos.

      C. Todos los hombres, sean judíos o gentiles, deben cambiar (arrepentirse, Mateo 4:17); deben transformarse con­forme a la imagen de Cristo (Rom. 12:2; Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18). Todos deben nacer otra vez, Juan 3:5 (el nuevo nacimiento requiere el bautismo, pero requiere mucho más que el bautismo).

      I. "Oísteis que fue dicho: ojo por ojo y diente por diente".

      A. Habían oído estas enseñanzas porque la ley de Moisés se leía cada sábado en las sinagogas, Hech. 15:21. Véanse Ex. 21:23-25; Lev. 24:19,20; Deut. 19:21.

      B.  Algunos hacen burla de esta ley, di­ciendo que era "ley salvaje y sangrienta". Creen que "el Dios del Antiguo Testa­mento" era duro y cruel. Pero, por el contrario, esta ley era justa porque puso límite a la venganza. Requería que el castigo solamente corres­pondiera al crimen; es decir, al vengador no se le permitió destruir al que le hubiera herido. Los que critican esta ley son aquellos que no conocen a Dios y se oponen al castigo de los criminales. Los tales atacan y critican a los que son víctimas del crimen, como si éstos hu­bieran causado o contribuido al crimen, mientras que defienden los derechos de los criminales.

      C. Bajo la ley de Moisés no todo el mundo sino solamente los jueces habían de ejecutar con seriedad esta ley para practicar la justicia, para defender los derechos de los inocentes, y para castigar a los que pisoteaban la ley de Dios. Es verdad que el pueblo mismo había de apedrear a ciertos culpables (Núm. 15:35; Deut. 21:21), pero en ese caso el pueblo ejecutaba la justicia bajo la autoridad y di­rección de los jueces. No practicaba la venganza personal.

      D. Pero los judíos que vivían en el tiempo de Jesús se aprovechaban de esta ley para justificar la venganza personal, cosa no autorizada, Lev. 19:18; Prov. 24:29; 25:21. Esta ley nunca fue dada para autorizar la venganza personal.

      II. "Pero yo os digo: no resistáis al que es malo".

      A. ¿En qué sentido deben ser resistidos los malos? (1). Los jueces y magistrados habían de "resistir" (castigar) a los malos. (2). Bajo el Nuevo Testamento el go­bierno es el "vengador". El gobierno civil, de cualquier país, debe "resistir" al que es malo. Rom. 13:1-4, "... es servidor de Dios para tu bien... no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, ven­gador para castigar al que hace lo malo". La espada no es para limpiar uñas, sino para ejecutar (dar pena de muerte) a los criminales. 1 Ped. 2:13-17, "someteos... a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y ala­banza de los que hacen bien". (3). Cristo resistió a los malos, Mat. 21:12, 13; 23; Jn. 2:13-17, pero no con odio ni con espíritu vengativo. (4). Resistimos a los malos, cuando re­sistimos el error y reprendemos el pecado con el evangelio, 2 Tim. 4:2-4, y con mansedumbre (2 Tim. 2:24). (5). Resistimos a los malos cuando practicamos disciplina en la iglesia, Mat. 18:17; Rom. 16:17; 1 Cor. 5; 2 Tes. 3:6, 14.

      B. ¿En qué sentido, pues, no deben ser resistidos los malos? ¿Está Dios al lado de los malos? ¿Los quiere a ellos más que a sus propios hijos? Dios sí ama a los malos, pero abo­rrece su maldad. ¿Qué significa esta pro­hibición? Al decir "No resistáis a los malos", Jesús explica en qué sentido los malos no deben ser resistidos. Agrega, "antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele  también la otra”.

      III. ¿No debemos resistir al ladrón y al asaltante?

      A. No parece que Jesús se refiera en este texto a los tales. El dice (Mat. 24:43) "que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa". Jesús no toma el lado de los malos en contra de los justos, sino que busca el bienestar espiritual de to­dos. No nos ayudan espiritualmente los golpes, a menos que los suframos con pa­ciencia, evitando los corajes y resentimien­tos que destruyen el carácter de cristiano. Recuérdese siempre que es mejor estar golpeado físicamente que estar golpeado espiritualmente. El alma necesita más de­fensa y protección que el cuerpo.

      C. El cristiano debe evitar no sola­mente el maldecir y el retornar golpes, sino que debe darle la otra mejilla con buena voluntad y con buen humor. Esto es para evitar los resentimientos. El discípulo de Jesús debe aprender a soportar con buena voluntad tal trato insultante.

      D. Debemos evitar el espíritu vengativo. Otra vez preguntamos, ¿favorece Dios a los malos? No, Dios no favorece a los malos; El favorece a sus hijos, pero Dios sabe que si el diablo produce en nosotros espíritu vengativo, nos destruye. Ya no sere­mos ciudadanos del reino de los cielos; más bien seremos ciudadanos del reino de las tinieblas. Por eso, para nuestro propio bien espiritual, dice, "No resistáis..." Los que resisten a los malos (volviendo mal por mal) lo hacen enojados y con espíritu de venganza. Por eso, "No resistáis..."

      E. Luc. 9:51-55, cuando los samaritanos no recibieron a Jacobo y Juan, estos di­jeron, "Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?" Jesús les contestó, "Vosotros no sabéis de qué espíritu sois". Obviamente tenían espíritu vengativo. Querían hacerles "pagar" por lo que hicieron.

      F. Rom. 12:18-21, "Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos..." ¿Por qué? Porque el espíritu vengativo no es cualidad del buen carácter necesario para ser ciudadanos del reino de los cielos. Los que buscan ven­ganza personal van al infierno. "Mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al in­fierno" (Mat. 5:29; 18:8). Dios se encarga de tomar venganza. "Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor". Nos corres­ponde a nosotros volver bien por mal: "si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber". ¿Para el beneficio del enemigo? Sí, y tam­bién para el beneficio espiritual de nosotros mismos.

      G. Hay varios ejemplos buenos para nosotros con respecto a este tema. (1). Sobre todo, el ejemplo de Jesús. El mejor co­mentario sobre este texto es el ejemplo de Jesús mismo. Léanse Mat. 26:67; Juan 18:22,23; 19:3; 1 Ped. 2:20-24; Luc. 23:34, "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". (2). El ejemplo de Esteban, Hech. 7:60, "Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y ... durmió'". (3). El ejemplo de Pablo, 2 Tim. 4:16, "En mi primera defensa ninguna estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta".

      IV. Dos grandes beneficios. Si practi­camos esta enseñanza habrá dos resulta­dos muy beneficiosos.

      A.  Nuestra salvación. Se prepara el alma para que podamos ser ciudadanos del reino de los cielos y vivir con Dios para siempre.

      B. Trae beneficios para el ofensor. ¿Cuál es el único medio de ganarle? Si el dis­cípulo vuelve mal por mal, insulto por in­sulto, y reproche por reproche, entonces los dos pierden, pero si el discípulo obe­dece este texto, no solamente se salva él mismo, sino que también habrá esperanza de que se salve a aquel que le maltrata. Rom. 2:4, "¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benig­nidad te guía al arrepentimiento?" La benignidad, paciencia y longanimidad de Dios nos guía al arrepentimiento. De la misma manera, la benignidad, paciencia y longanimidad de nosotros también guía al pecador al arrepentimiento.  Rom. 12:20, "pues haciendo esto ("dale de comer, dale de beber") ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza"; es decir, si respondemos con bondad y ben­diciones, el enemigo se sentirá afligido en su corazón. Tal bondad produce el re­mordimiento. Tal conducta puede pro­ducir corazón contrito (Sal. 51:17). Las "ascuas" ("carbones encendidos", LBLA) son las llamas de vergüenza que producen los actos y palabras de benevolencia. De esta manera (al volver bien por mal), es muy posible que el enemigo se convierta en amigo (y tal vez cristiano). Esta con­ducta es parte del plan de salvación.

      --  y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues.  – Mateo 5:40, 41, y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;  41  y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Mateo 5:40, 41, “y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;  41  y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos”.

No resistir al que es malo (2)

Introducción.

      A. Mat. 5:39 dice, "No resistáis al que es malo", y en el mismo versículo Jesús da un ejemplo de lo que enseña: "antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra".

      B. Ahora estudiaremos otros dos ejem­plos de esta enseñanza.

      I. "Y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa". Véase también Luc. 6:30.

      A. Véase Ex. 22:26, 27, no era confis­cable la capa (el vestido), porque servía también de cobija, pero para evitar pleitos que le puedan llenar al cristiano de resentimientos y odio, fuera mejor entre­garle al enemigo la capa también. Es mil veces mejor dormir con frío que ser quere­lloso y litigioso, viviendo enojado. Los corajes manchan y destruyen el alma.

      B. Esta enseñanza es importantísima para los discípulos de Cristo en cualquier época. El pensamiento es que no conviene dejar que las injusticias, por feas que sean, nos roben el amor y el buen humor y que nos dejen con un espíritu vengativo y resen­tido.

      C. ¿Debe el cristiano dejar que los per­versos le defrauden y quiten cosas de gran valor, como la casa o el automóvil o el ne­gocio? Claro que no. Cristo no toma el lado de los ladrones y fraudulentos. Dios siempre promueve la justicia. No hay vir­tud en sí en que se pierdan posesiones. La virtud está en amar al prójimo, y en no dejar que nada destruya ese amor. También la vir­tud está en que el cristiano tenga carácter de bondad y no carácter querelloso. Es correcto proteger el automóvil y la casa pero sería mil veces mejor perder casa, automóvil y aun el negocio en lu­gar de perder el alma por ser manchada con amargura y odio. Heb. 10:34, "y el despojo de vues­tros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y per­durable herencia en los cielos".

      D. Es indispensable que rehusemos tener espíritu de amargura, o espíritu vengativo, venga lo que viniere. Es mu­cho mejor perder todo (sean derechos o sean posesiones) en lugar de perder el alma. El alma manchada con odio, re­sentimientos, y amargura está perdida y se­guramente va al infierno. No conviene que estemos peleando disgustados, enojados, amargados y resentidos sobre los insultos, las injusticias, las ofensas, ni siquiera sobre las posesiones. Bien sabemos que los del mundo son abusivos. Viven insultando y causando escándalos. No seamos como ellos. Ellos son hijos de tinieblas pero nosotros somos hijos de luz. Si dejamos que tales pruebas nos conviertan en amargados y resentidos (como ellos), en­tonces nos habrá ganado el mundo porque ya seremos como ellos. ¿El que profesa ser cristiano no debe, bajo ninguna circun­stancia, vivir enojado y amargado como los del mundo!

      E. El cristiano no debe vivir preocu­pado por sus derechos. No debe exigir que todo el mundo le conceda sus derechos. Tampoco debe estar resuelto a que se le conceda todo privilegio que le pertenece. Más bien debe pensar en sus deberes y res­ponsabilidades. El cristiano no tiene el derecho de aborrecer a los que le mal­tratan; por lo contrario, el deber del cris­tiano es el amor. "No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el ama al prójimo, ha cumplido la ley", Rom. 13:8.

      II. "Y a cualquiera que te obligue a ll­evar carga por una milla, ve con el dos".

      A. Palestina era país sojuzgado y ocupado por los romanos. Los soldados romanos podían obligar a los judíos a servirles en muchas formas, por ejemplo, proveyendo alimen­tos y alojamiento para ellos y sus ani­males, llevando mensajes o cargas, etc. (Compárese Mat. 27:32). Se comportaban muchas veces en manera tiránica. No tenían deseo alguno de congraciarse con los judíos. Por eso había mucho resen­timiento contra ellos.

      B. Jesús enseña a sus discípulos que si los romanos les obligan a ir una milla, que no vayan una milla enojados (con espíritu de resentimiento y odio), sino que vayan dos millas alegres, sonriendo, y de buena voluntad, no porque los ingratos lo merez­can, sino porque estamos sirviendo a Dios a quien amamos y a quien servimos siempre con gozo. El cristiano no debe dejar que nadie ni nada le llene de odio, resentimiento y espíritu vengativo. Nadie nos hace enojar; esto lo hacemos nosotros mismos. Cada quien tiene control sobre su corazón. El buen humor y el corazón alegre vale mil veces más que la libertad que tanto anhelaban los judíos, y vale mucho más que todas las posesiones que tan ar­dientemente la gente defiende.

      III. La aplicación de este principio.

      A. Hay varios textos en el Nuevo Tes­tamento que hacen buena aplicación de esta enseñanza. Debemos tener buena vo­luntad todo el tiempo, porque estamos sirviendo a Dios todo el tiempo. Los textos siguientes son instrucciones para siervos (esclavos) o criados. Desde luego, los judíos no eran esclavos, pero sí eran pueblo súbdito y sujeto a muchos abusos. Los judíos eran rebeldes, y los romanos se ponían a veces tiránicos.

      B. Muchos cristianos eran esclavos. William Barclay describe en su comentario sobre Mateo la situación de los 60 millones de esclavos que había en el Imperio Romano en el primer siglo. Roma era dueña del mundo entero y los ciudadanos romanos no trabajaban. Aun los médicos y maestros eran esclavos. (1). Había amos buenos y se formaban lazos fuertes de amistad, de afección y de lealtad entre ellos y sus esclavos, pero és­tos eran excepcionales. La mayoría de los amos no eran así. (2). La mayoría de los romanos con­sideraban a sus siervos como herramienta viviente. La única diferencia entre los es­clavos y los animales era que éstos no hablaban y aquéllos sí. Los esclavos eran como instrumentos que existían exclusiva­mente para el uso de los amos. (3). Los esclavos no tenían derechos. Cuando se enfermaban (o se envejecían), se descuidaban y se dejaban morir. El amo tenía verdadero poder de vida y muerte so­bre los esclavos. Si algún esclavo se fugaba y era capturado se le marcaba a fuego con la letra "F" para indicar que era un fugi­tivo.

      C. ¿Cómo deberían los cristianos com­portarse ante esta situación? (1). No deben rebelarse. La enseñanza de Jesús no promovió la rebelión contra la esclavitud; Jesús ni siquiera dice que es pecado tener esclavos. (2). Al contrario, les enseñaba a some­terse a los amos: deberían ser obe­dientes, eficientes, respetuosos, honestos, y cumplidos y fieles en el trabajo. (3). Deberían obedecer esta en­señanza, no pensando solamente en agradar al amo, sino pensando sobre todo en agradar a Dios, el verdadero Amo. De esta manera, podían servir y aguantar las circunstancias más duras pensando que todo esto era para Dios. La carga era so­portable para los que tenían esta actitud.

      D. Los textos sobre este tema: (1), Col. 3:22,33, "Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres". La carga pesada del siervo sería aligerada si se acordaba que en realidad su verdadero Amo era Dios. El siervo había de servir todos los días con buena voluntad "como para el Señor". (2). Efes. 6:7, "sirviendo de buena vo­luntad, como al Señor y no a los hombres". Esta enseñanza se aplica ahora al empleo diario, porque cuando el patrón o mayor­domo maltrata al cristiano, éste debe recordar siempre que su verdadero Patrón es Dios, por lo cual, debe mantener una buena voluntad y estar alegre. (3). Tito 2:9,10, "Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones; no de­fraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doc­trina de Dios". Los trabajadores no deben ser respondones. Tampoco deben robar herramienta del taller, ni mercancía del negocio (con la excusa de que "me deben pagar mejor", etc.). Más bien, deben ser cumplidos, trabajando bien todo el día y todos los días, de buen humor, con buena voluntad, como para Dios. (4). 1 Ped. 2:18, "Criados, estad suje­tos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar". ¡Deberían soportar a los insoportables! (5). El "problema económico" (conflictos entre empresarios y traba­jadores) no es un problema económico sino religioso. ¿Se quiere que haya buenos obreros y buenos patrones? No es solamente cuestión de incrementar salarios o mejo­rar las condiciones para trabajar, sino es cuestión de aplicar estas enseñanzas di­vinas.

      E. Solamente de esta manera, y en la mayoría de los casos solamente de esta manera, los amos podrían aprender el evangelio. Lo aprenderían al observar la vida, la conducta y la actitud, de sus es­clavos. Recuérdese Rom. 2:4. ¿Cómo podían los amos (y cómo pueden los patrones ahora) conocer a Dios excepto a través de sus siervos o trabajadores? La gran mayoría de los hombres ricos, grandes y poderosos no leen la Biblia y no asisten a servicios religiosos, pero ellos pueden observar el evangelio todos los días en la conducta y en la actitud de los traba­jadores.

      F.1 Ped. 3:1-4, es posible que la mujer cristiana gane al marido incrédulo por su conducta casta, teniendo espíritu afable y apacible, pero la mujer con es­píritu amargado (una mujer corajuda y regañona) nunca lo convertirá. Tales mu­jeres deben convertirse para poder con­vertir a sus maridos.

      G. Se debe enfatizar que la mayoría de la gente no lee la Biblia y no asiste a los servicios de predicación, sino que van a aprender lo que significa ser cristiano so­lamente por medio de observar las vidas de los cristianos. Por lo tanto, si no obedecemos estas enseñanzas de Jesús, servimos de tropiezo para los incrédulos. ¡Tenemos que enseñarles por la conducta cómo ser cristianos! 1 Ped. 3:15, los de afuera pregun­tan a los cristianos perseguidos acerca de su esperanza. El cristiano sincero quiere que la gente le pregunte acerca de su fe y es­peranza.

      Servimos a Dios los siete días de la semana. No estamos sirviendo a Dios solamente durante el culto, o cuando visitamos enfermos o estudiamos la palabra de Dios, sino también en el trabajo secu­lar, las hermanas sirven a Dios en el tra­bajo doméstico, y los jóvenes sirven a Dios cuando estudian en la escuela. Es nece­sario servirle de buena voluntad todo el tiempo.

      ¡Qué grandes y preciosas lecciones para nosotros! Debemos evitar los resentimientos causados por los conflictos en el hogar, en el trabajo, en la escuela, entre vecinos, aun entre hermanos, y siempre ser de buen humor y de buena voluntad. Nadie nos puede quitar esta bendición de Dios. Cada quien puede tener control sobre esto.

      La persona que tiene espíritu agrio y vengativo, que tiene carácter "recio" y fuerte, que vive enojado y resentido no es hijo(a) de Dios, porque no es imitador de Dios;  El es "benigno para con los ingratos y malos" (Luc. 6:35), y para ser hijos de Dios, tenemos que ser imitadores de Dios (es lo que la palabra "hijo" significa).

      Conclusión.

      A. Yo -- y solamente yo -- tengo control sobre mi corazón (mente, voluntad, emociones). Nadie me hace enojar, sino yo solo. Nadie me amarga, sino yo solo. Si vivo enojado, amargado, resentido, yo mismo tengo la culpa. Nadie me puede obligar o forzar a tener espíritu vengativo y amargado.

      B. Verdaderamente esta enseñanza es el camino angosto (7:14); el que acepta esta enseñanza y la practica edifica sobre la roca (7:24). Es otro ejemplo de la justi­cia que es mayor que la de los escribas y fariseos (5:20).

      C. Recuérdese que Jesús predicaba el arrepentimiento (y bautizaba a mucha gente). En el Sermón del Monte El des­cribe el carácter de los ciudadanos del reino de los cielos. ¡Así son! El arrepen­timiento significa el cambio que tenemos que hacer para poder ser ciudadanos del reino.

      D. El bautismo no ayuda a los que no quieren cambiar.

 

Al que te pida, dale

      6:30  A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Dice La Biblia de las Américas: "y al que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames".

      Introducción.

      A. "Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses". Dice La Biblia de las Américas: "y al que desee pedirte prestado no le vuelvas la espalda".

      B. En estos preciosos textos Jesús nos enseña la bondad y la generosidad, características divinas. Es necesario que seamos generosos y bondadosos para ser "hijos (imitadores) de Dios".

      I. ¿Dar y prestar a todo el mundo?

      A. No hay conflicto entre enseñanzas bíblicas. Es necesario estudiar con cuidado para siempre ver la armonía en­tre ellas. Este texto no contradice otros que requieren el empleo de buen juicio en dar y ayudar a otros.

      B. 2 Tes. 3 enseña que no se debe ayu­dar a aquellos que no quieren trabajar. El ver. 6, "que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente", y el ver. 11 lo aclara, "no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno". En el ver. 8 Pablo dice, "ni comi­mos de balde el pan de nadie". El ver. 10 concluye, "Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma". Este texto claramente pone límite sobre el ayudar a otros.

      C. Efes. 4:28, 1 Tes. 4:11,12, Pablo re­quiere que todos trabajen. "El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje ... para que tenga qué compartir con el que padece necesidad" (tomando en cuenta lo que Pablo dice en 2 Tes. 3). 1 Tim. 5:8, "si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un in­crédulo". El deber de cuidar de la propia familia es otro factor que se debe consi­derar. El discípulo de Cristo debe ser ge­neroso, pero no debe descuidar a su propia familia.

      II. La Biblia enseña la benevolencia en muchos textos.

      A. El Antiguo Testamento: Deut. 15:7-11, no endurecer el corazón, ni cerrar la mano contra tu hermano pobre, no ser de mezquino corazón, abrir la mano al menesteroso. Ex. 22:25; Lev. 25:35-46; Deut. 23:19,20. Estos textos prohíben la usura. "Cuando prestares dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo... no le impondrás usura".

      B. El Nuevo Testamento. (1). Luc. 6:32-36 es un texto muy significativo sobre este tema. (2). Sant. 1:26, 27, "Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones". Este deber identifica "la religión pura y sin mácula". Los hermanos liberales abusan de este texto para com­prometer a la iglesia (los fondos de la iglesia), pero el contexto indica clara­mente que Santiago se refiere a los deberes de cada cristiano. Véanse los siguientes versículos: el ver. 22, "sed hacedores"; el ver. 23 "si alguno..."; el ver. 24 "él que se considera"; el ver. 26, "si alguno..."; en­tonces el ver. 27 que termina diciendo, "y guardarse sin mancha del mundo". Estos textos claramente indican el deber individual. Por eso, es obvio que los her­manos liberales obran en contra del propósito de Santiago quien enfatiza el deber individual en la benevolencia. (3). Sant. 2:14-17; 1 Jn. 3:17,18, los desnudos y los que tienen necesidad del mantenimiento de cada día. Necesitan ayuda y no palabras. (4). Mat. 25:35-45, Jesús mismo dice, "tuve hambre... tuve sed... fui forastero... estuve desnudo... enfermo... en la cárcel", identificándose con sus dis­cípulos necesitados. La salvación del dis­cípulo de Cristo depende de su actitud para con sus hermanos necesitados (vers. 34, 41, 46). (5). Muchos otros textos se refieren a la benevolencia congregacional (Hech. 17:27-30; Rom. 15:25-28; 1 Cor. 16:1-4; 2 Cor. 8,9), pero es error citar tex­tos que enseñan los deberes del cristiano individual y afirmar que son deberes de la congregación.

      III. El "prestar" enseñado por Cristo sig­nifica dar.

      A. Luc. 6:30, 34, 35, "y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva ... Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos".

      B. El propósito de esta enseñanza es para crucificar el egoísmo. Pablo dice, (Fil. 2:4), "No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros".

      C. Hech. 20:35 da el resumen de la en­señanza: "Más bienaventurado es dar que recibir".

 

      6:31  Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. – Mat. 7:12.

La regla de oro

      I. "Así que".

      A. Mat. 7:12, "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos". "Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos" (LBLA). "Por eso" (LBLA). "Por tanto" (VM). Son palabras que indican una conclusión de lo antes dicho, pero ¿conclusión de qué? De toda la enseñanza del Sermón del Monte que tiene que ver con relaciones correctas entre los hombres (y mayormente entre hermanos). En este texto (como también en Mat. 5:7-9; 13-16; 28; 32; 33-37) Jesús habla de nuestra relación con todos los hombres; en 5:38-48 se refiere a nuestra relación con los enemigos; en 5:22, 23, 24 como también en 7:3, 4 se refiere a nuestra relación con los hermanos. En 7:9-11 se refiere a la relación entre padres e hijos.

      B. Dice Luc. 6:31, "Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos". En Luc. 6:31 esta enseñanza aparece dentro de la enseñanza sobre el amor hacia los enemigos. El ver. 30 dice, "A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva", y el ver. 32 dice, "Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?" Esto indica, pues, que la enseñanza de Mat. 7:12 es la conclusión de la enseñanza de Mat. 5:38-48, y, lógicamente, de toda la enseñanza del sermón sobre relaciones humanas.

      II. La importancia de la "regla de oro".

      A. Esta "Regla de Oro" expresa un principio fundamental del reino de los cielos. Los ciudadanos del reino de los cielos la practican. Es la base fundamental de nuestra relación con otros.

      B. Es una expresión de la voluntad de Dios. Con esta regla Dios nos gobierna. Si no aceptamos esta regla rechazamos la voluntad de Dios. La mayoría de los problemas entre los hermanos son causados por desobedecerla. No debemos ser guiados por los deseos e impulsos de la carne (Gál. 5:19-21), sino por esta regla. Aceptaremos esta regla si somos guiados por el Espíritu.

      III. ¿Cómo queremos que otros nos traten a nosotros?

      A. Que esto sea la regla de nuestra vida, es decir, tratemos a otros como queremos ser tratados. Desde luego, esta regla implica conducta razonable y responsable; por ejemplo, el criminal diría al juez, "No me castigue, porque usted no quiere ser castigado", pero el cristiano acepta el castigo del crimen como justo aunque él mismo sea el culpable (Mat. 5:26; Hech. 25:11, "Si algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehúso morir"). Pero el punto es que el discípulo de Jesús debe ser guiado por un fuerte deseo de aprender y seguir la voluntad de Dios; sobre esta base debe hacer con otros como quiere que hagan con él. (El cristiano quiere que otros también hagan la voluntad de Dios).

      B. Mat. 22:39, "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Básicamente la enseñanza de este texto equivale a la enseñanza de Mat. 7:12. Si tratamos a otros como queremos ser tratados, esto indica que amamos a otros como a nosotros mismos. Estos mandamientos (7:12; 22:39) son tanto positivos como negativos. No debemos hacer con otros lo que no queremos que hagan con nosotros pero debemos hacer con ellos lo que queremos que ellos hagan con nosotros. No se trata de filosofía humana, ni de buena psicología. No se refiere a lo que sea bueno para el negocio. Los hombres del mundo que no conocen a Cristo nunca pueden practicar la Regla de Oro (Juan 15:5), porque no son movidos por el amor divino.

            1. Mat. 25:35, 36. ¿Cómo queremos ser tratados cuando estamos enfermos, necesitados, etc.? ¿Hacemos con otros como queremos que hagan con nosotros? Debemos aplicar esta regla y hacer toda clase de buenas obras (Luc. 10:25-37; Gál. 2:9; 6:10; Efes. 4:28; Tito 3:1, 8; Sant. 1:27; 2:14-26, etc.).

            2. Sant. 5:19-21. Si estuviéramos todavía en los pecados, ¿nos gustaría que otros hicieran esfuerzos por rescatarnos? Entonces, debemos hacer todo lo posible por rescatar a los que están perdidos. Si nosotros nunca hubiéramos escuchado la predicación del evangelio puro, ¿cuál sería nuestra necesidad?

      C. Rom. 13:8-10, "El amor no hace mal al prójimo" (no adulterar, no matar, no hurtar, no mentir, no codiciar). No queremos que otros practiquen tales cosas contra nosotros; por lo tanto, no debemos practicarlas contra ellos. A esta lista podemos agregar muchas otras cosas (toda clase de conducta mala): no calumniar, no chismear, no envidiar, no juzgar (en el sentido prohibido por Mat. 7:1-5), no burlarse, etc. Nos conviene meditar mucho sobre esto y eliminar tales cosas de nuestra conducta. El amor no hace mal al prójimo.

      D. Sant. 2:8, 9, "Amarás a tu prójimo como a ti mismo... pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado".

      E. Efes. 5:28, "Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia". Col. 3:19, "Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos (amargos, crueles) con ellas". Los maridos que abusan de sus esposas desobedecen Mat. 7:12 y Mat. 22:39. Muchos maridos se disgustan con otros (el patrón, los clientes, los vecinos, etc.) y quieren pelear pero, por temor de pelear con ellos, gritan y pegan a sus esposas. ¡Tales hombres son cobardes débiles, y tal conducta es carnalidad! Se puede agregar también que muchas mujeres abusan de sus esposos, gritándoles, regañándoles y queriendo mandar. Dice 1 Ped. 3:7, "Vosotros, maridos, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo".

      IV. "Esto es la ley y los profetas".

      A. Mat. 7:12 es un resumen breve de la conducta humana requerida por Dios desde el principio del mundo. Compárese 1 Tim. 1:5, "Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida". Jesús habla del propósito de la ley y los profetas.

      B. Este hermoso texto es una regla breve, un resumen compacto no solamente de las enseñanzas entregadas en este sermón, sino también del contenido de la ley y los profetas. Es como cápsula (condensación) de ellas, una expresión abreviada de todo lo que la ley y los profetas requieren con respecto a las relaciones humanas. Es la esencia destilada de su enseñanza. Es una regla bien práctica y fácil de recordar.

      C. Es imperativo que este versículo se aprenda y que se aplique a las actividades diarias que afectan nuestra relación con otros. En cualquier momento de las actividades diarias nos conviene preguntarnos "¿Cómo quisiera yo mismo ser tratado en tal circunstancia?" Esta pregunta me ayuda a decidir correctamente cómo debo tratar a otros.

      D. Si esta enseñanza se practicara, se resolvería toda clase de problema en el hogar, en la iglesia y en todas las relaciones humanas.

      E. Esta frase comprueba que Mat. 7:12 equivale a Mat. 22:39, porque en cada texto Jesús termina diciendo así se cumplen la ley y los profetas; es decir, el propósito de la ley y los profetas es que los hombres practiquen esto.

      IV. Nuestra relación con Dios depende de nuestra relación con los hombres.

      A. Mat. 6:12, "Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores". Véanse los ver. 14, 15; Mat. 18:23-35.

      B. 1 Jn. 4:8, "El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor". El ver. 20 dice, "Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? ... El que ama a Dios ame también a su hermano".

      C. Mat. 5:23, 24 nos enseña claramente que no podemos seguir ofreciendo servicio aceptable a Dios si estamos mal con el hermano.

      D. Por lo tanto, nos urge recordar cada día esta hermosa enseñanza, esta regla de oro. No debemos volver mal por mal, sino que debemos ser pacientes, benignos, misericordiosos, y dispuestos a perdonar.

 

¿Qué mérito tenéis si amáis a los que os aman?

      6: 32  Porque si amáis a los que os aman, -- si limitáis vuestro amor a los que os aman --

 ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. 33  Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. –  Este “amor” es puro egoísmo. Es “amor” o “bondad” egoísta, pues “aman” para ser amados. Si esta clase de amor trae méritos para los discípulos, también trae méritos para los mundanos.  Los discípulos de Jesús ocupan terreno más elevado. 1 Ped. 2:9, 10; 1 Jn. 3:1. No viven en el mismo plano que el mundo. Habiendo nacido otra vez el discípulo tiene nuevo corazón y da evidencia de su nuevo nacimiento mostrando el amor verdadero, el amor hacia los que no le aman.

      -- los pecadores -- Según Lucas, Jesús dice "pecadores" en lugar de "publicanos" y "gentiles". Es obvio que se refiere a los pecadores en general, pero Mateo escribe para los judíos y especifica los dos grupos más aborrecidos por los judíos. Despre­ciaban en gran manera a los publicanos porque éstos recaudaban los impuestos para los romanos. Los peores de los hom­bres (los criminales más perversos) se saludan el uno al otro. "¿Qué hacéis de más?"

      -- ¿qué mérito tenéis? -- Los evangélicos tienen problema con la palabra “mérito”. Dice Guillermo Hendriksen sobre la palabra recompensa:  “Por de contado, Jesús se refiere a la recompensa de gracia, no a una paga lograda por méritos humanos”. ¿Dónde aprendió eso? Jesús y los apóstoles hablaron libremente de “mérito”, “recompensa” y “galardón” (vea la concordancia). No había y no hay problema con este concepto a menos que se introduzca el calvinismo (de que la salvación es por la “gracia sola”). Pablo habla de “los méritos de Timoteo” (Fil. 2:22). Apoc. 19:8 dice, “Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”. Según el calvinismo la única ropa de justicia que el creyente puede llevar es la ropa de la justicia personal de Cristo. (Por eso, también  Apoc. 19:8 les da problema).  

      6:34  Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. -- No hay amor en esto, pues los que prestan de esta manera están pensando en la devolución del dinero con interés. El “dar” o “prestar” cuya motivación es “recibir” no tiene mérito alguno.

      Otro texto relacionado con este se encuentra en el Luc. 14:12-14, “Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado.  13  Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos;  14  y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos”.

      6:35  Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo porque él es benigno para con los ingratos y malos. – Como los ingratos, como los nueve leprosos (Luc. 17:17).

      Es obvio que la expresión "para que seáis" expresa condición o requisito; es de­cir, para ser hijos de Dios tenemos que hacer algo. Tenemos que hacer lo que Jesús enseña en el ver. 44: bendecir al enemigo, hacerle bien y orar por él. Si no hacemos esto, no podemos ser hijos de Dios. En estos versos vemos, pues, otro aspecto importante del "Plan de Sal­vación". Si omitimos esta enseñanza, este requisito, no predicamos todo el consejo de Dios. Lamentablemente este requisito no recibe la atención que merece.

      ¿Somos hijos de Dios? Es fácil suponer que habiendo sido bautizados en Cristo, llegamos a ser hijos de Dios, y que ocupamos una relación más o menos se­gura con Dios (con tal que asistamos fiel­mente a los servicios, y evitemos los vi­cios), pero la palabra "hijos" se usa para "aquellos que manifiestan ciertas cualidades de carácter", y el carácter se in­dica por la palabra que acompaña la pa­labra "hijos". Por ejemplo, Mar. 3:17, "hijos del trueno" (hombres como trueno, tempestuosos); Luc. 10:6 "hijos de paz" (hombres pacíficos, receptivos); Hech. 4:36, "hijo de consolación" o de ex­hortación, con talento para animar); etc. "Hijos de Dios" significa, pues, personas que tienen el carácter de Dios, que son imitadores de Dios. ¿Qué hace Dios? El bendice tanto a los malos como a los buenos. ¿Queremos ser hijos de Dios? Que hagamos lo mismo.

      Dios es nuestro perfecto Modelo. Efes. 5:1, “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados”. ¿Qué hace Dios? ¿Cómo actúa hacia sus enemigos? Hace que el sol salga sobre todos; envía la lluvia a todos. Véanse Sal. 145:15,16; Hech. 14:17; 17:25,28. ¿Se niega Dios a proveer para aquellos que le aborrecen? Claro que no. Por lo tanto, si queremos ser "hijos de Dios" (imitadores de Dios), debemos hablar bien y hacer bien a los que nos maltratan, y orar por ellos. Con esta gran bondad Dios derrite los corazones fríos de hombres perversos para llevarlos al arrepentimiento (Rom. 2:4). ¡Qué hagamos lo mismo!

      Cantamos “Cerca, oh Dios, de Ti”. Nos acercamos a Dios cuando le imitamos. Nos elevamos a un nivel más alto de vida, un nivel arriba del mundo. De esto Jesús habla cuando nos llama “la sal de la tierra” y “la luz del mundo” (Mat. 5:13-16). Pero si no somos diferentes, si amamos solamente a los que nos aman y saludamos solamente a los que nos saludan, ¿cómo somos diferentes?

      Si imitamos a Dios, participamos de la naturaleza divina (2 Pet. 1:4). De esa manera, El nos está transformando a la imagen de Cristo (Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18).

      Jesús condena el espíritu de exclu­sivismo, el espíritu que causa partidos aun entre hermanos. Este espíritu se denuncia en las cartas de Pablo (1 Cor. 3:1-3; Gál. 5:20, etc.). El que solamente saluda a los suyos es carnal y egoísta. Saluda para ser saludado. Alaba para ser alabado. Cristo denuncia este espíritu y nos enseña a bus­car y saludar a los que necesitan nuestra compasión y ayuda, en lugar de buscar a los que nos agradan y complacen.

      El ejemplo de Jesús. Otra vez la en­señanza de Jesús se ve claramente en el ejemplo que El nos ha dejado. Véanse Luc. 5:27-32; 7:36-50; 14:12-14; 15:1, 2; Jn. 4:1-42.

      ¿Qué hacéis de más? Dios ha hecho más por nosotros que por otros, porque nos ha salvado, y nos ha bendecido con toda bendición en Cristo (Efes. 1:3). Nos da todas las cosas (Rom. 8:32). Por lo tanto, El espera más de nosotros. ¿Por qué esperamos la recompensa de Dios si tenemos la actitud de gente mundana al saludar solamente a los nuestros? (Recuérdese que el "saludar" de aquel entonces no era sim­plemente decir, "Buenos días" y tal vez es­trechar manos, sino que se abrazaban, se besaban en cada mejilla, preguntaban por la familia, etc. Era expresión de amistad y cariño. Por ejemplo, Luc. 10:4, "y a nadie saludéis por el camino", porque su misión era urgente y el saludar a la gente requería mucho tiempo. Para nosotros la palabra "saludar" debe indicar una expresión cordial, según las costumbres de la gente, de amistad y de buena voluntad).

      --  36  Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. -- La expresión, "Sed, pues", indica una conclusión a los versículos anteriores. Mateo 5:48, "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". En lugar de “perfectos” Lucas dice “misericordiosos”, palabra que describe el perfecto amor de Dios. Compárese 2 Cor. 13:9, 11; Col. 1:28. En Mat. 5:48 la palabra "perfectos" no significa "sin pecado", sino que debemos ser perfectos en amor, como Dios es perfecto en amor. El amor de Dios es perfecto o completo, porque es universal. No es deficiente porque no es parcial. El no ama solamente a los que le aman, sino que El "hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos". El amor nuestro debe ser completo, como lo es el amor de Dios.

 

El juzgar a los demás

      6:37  No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad (lit., soltad) y seréis perdonados (soltados). Mat. 7:12; 1 Cor. 13:4-7. Desde luego, Jesús no condena el juzgar practicado por los jueces civiles, pues el gobierno civil es ordenado por Dios, Rom. 13:1-4; tampoco prohíbe el juzgar y disciplinar en la iglesia (Rom. 16:17; 1 Cor. 5; 2 Tes. 3:6, 14); no prohíbe el juzgar al falso maestro (Mat. 7:15, 20). “Un perro debe ser tomado como un perro, un cerdo como un cerdo” (Bengel, citado por Broadus).

      El juzgar condenable es el espíritu de censura, la actitud y práctica habitual de juzgar con hipocresía (Mat. 7:1-5), el juzgar (condenar) severamente las faltas de otros y pasar por alto las faltas propias. Es el juzgar basándose en el odio, la envidia, el prejuicio y la malicia. Es el juzgar el corazón (las motivaciones), el juzgar que no pertenece al hombre, sino solamente a Dios.

      Debemos tener mucho cuidado al juzgar a otros de estas maneras prohibidas porque al hacerlo nos juzgamos y nos condenamos a nosotros mismos. Recuérdese el caso de David, 2 Sam. 12. Véanse también Jn. 7:49; Rom. 2:1, 21, 22.

      El “soltar” de este texto se ilustra claramente en la parábola de los deudores (Mat. 18:23-35).

      6:38  Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir. – Este texto habla de lo que los hombres harán, porque un principio de vida es que generalmente los hombres mismos recompensarán los favores, pero sobre todo se debe recordar que Dios bendice a los que siembran generosamente, 2 Cor. 9:6, 7. Véanse Hageo 1:6, 9; Mal. 1:6-8; 3:8-10. ¿Cuántos estamos verdaderamente quebrantando el alabastro de perfume costoso sobre Jesús como lo hizo María de Betania? Jn. 12:1-3.

      6:39  Y les decía una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? – Es indispensable que uno se convierta y luego prepararse bien antes de enseñar a otro.  Sant. 3:1, “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación”. ¿Qué hacían los escribas y fariseos? Mat. 23:15.

      Mat. 15:14, “Dejadlos; son ciegos guías de ciegos”. ¡Qué cosa tan terrible ser abandonado por el Señor! Recuérdese el caso del rey Saúl. Rom. 1, “26  Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas… 28  Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen”. Jesús no quería que sus discípulos les hicieran caso. Más bien, deberían apartarse de ellos.

      Mat. 13:15, “Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,  Y con los oídos oyen pesadamente,  Y han cerrado sus ojos;  Para que no vean con los ojos,  Y oigan con los oídos,  Y con el corazón entiendan,  Y se conviertan,  Y yo los sane”. Mat. 23:16, “¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor”. Jn. 9, “39  Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados.  40  Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos?  41  Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece”; es decir, sí eran ciegos, pero si hubieran aceptado (reconocido) que eran ciegos, podrían haber recibido la vista, pero por insistir que “veían” (que eran muy sabios y que lo sabía todo y nadie les podía enseñar nada), por eso, no había esperanza para ellos. Eran voluntariamente ciegos (2 Ped. 3:5). Escogieron las tinieblas (Jn. 3:19).

      “Crisóstomo: ‘Es un gran mal ser ciego, pero serlo y no tener quien le guíe, u ocupar él mismo el lugar de guía es motivo doble y triple de censura. Porque si es cosa peligrosa que el ciego no tenga guía, es mucho más grave que él desee ser guía de otro’” (JAB).

      -- y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo. – la condenación eterna.

      6:40  El discípulo no es superior a su maestro; -- Si el maestro es ciego y el discípulo aprende y acepta todo lo que el maestro enseña, será otro ciego. El maestro ciego produce discípulos ciegos. Mat. 10:24, “El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor.  25  Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?” Aquí se refiere a la persecución. El discípulo de Jesús se identifica con su Maestro en todo. Si el Maestro sufre, entonces el discípulo también sufre. Como dice Heb. 13:13, “Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio”. También Jn. 15:20, “Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra”. Jn. 13:16, “El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió”. En este contexto Jesús lavó los pies de los apóstoles.

      -- mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro. – El maestro es el modelo o ejemplo para el alumno. La palabra “perfeccionado” quiere decir completamente enseñado; es decir, cuando el discípulo aprenda todo lo que el maestro pueda enseñar, será como él, sea bueno o malo. En este caso, los maestros judíos, siendo ciegos, tenían discípulos ciegos.

      6:41  ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? – Jesús pinta la imagen de un hombre con una viga (un tronco, un madero) en el ojo. Emplea la exageración para enfatizar el punto. ¡Qué absurdo que alguien con tronco en su ojo inspeccione el ojo de otro para sacar una paja! ¿Podía Jesús enseñar esto sin por lo menos sonreír? Es una imagen tan ridícula que seguramente provocaba risa entre la gente. Imagínese el hombre con una viga metida en el ojo tratando de acercarse a otro para examinar y quitar la paja de su ojo.

      Es caso de un oftalmólogo ciego. ¿Cuántos dejarán que el oftalmólogo cegado por una viga en el ojo examine sus ojos para hacer alguna corrección? En los versículos 37-42 se pregunta, "¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?" Hace esta pregunta en el mismo contexto que prohíbe el juzgar (el condenar). En el ver. 37 dice, "No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados", y en los vers. 41, 42 habla de la viga y la paja. Entre estos versículos se habla del ciego, porque el que tiene la viga en el ojo es ciego y no puede no puede ver para guiar o corregir a otro ciego. Está incapacitado por la viga en su ojo. En el mismo texto (el ver. 40) Jesús dice, "El discípulo no es superior a su maestro". Por eso, si el maestro es ciego y "corrige" al discípulo, éste será como aquél. El discípulo (la persona corregida) será hecho a la imagen de su maestro (que tiene viga en su ojo). "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, la hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros" (Mat. 23:15). Luc. 18:9-12, Dios detesta la actitud de los que confían en sí mismos como justos y menosprecian a los otros.

      6:42  ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano. –Según Lucas la enseñanza sobre la paja y la viga tiene que ver con maestros ciegos; es decir, la persona que quisiera enseñar a otro debe estar seguro de haber aprendido la verdad él mismo, para evitar la ruina de los dos.

      En Mateo 7:3-5 esta enseñanza tiene que ver con la hipocresía de juzgar y condenar las faltas en otros sin corregirlas en la propia vida. Cada quien decide por sí mismo cómo quiere ser juzgado o medido. ¿Queremos que otros nos juzguen con tolerancia y benevolencia? Entonces, juzguemos a otros con tolerancia y benevolencia. ¿Queremos que otros nos juzguen con intolerancia y dureza? Entonces, juzguemos a otros con intolerancia y dureza. Segaremos lo que sembramos. Gál. 6:7, "todo lo que el hombre sembrare, eso también segará". Si sembramos juicios severos y duros, es precisamente lo que segaremos (otros serán severos y duros para con nosotros).

      Es importante que seamos consecuentes. Si usamos una medida (regla) muy estricta para medir a otros, no esperemos que ellos usen una medida muy floja para juzgar a nosotros. Si somos muy exigentes hacia ellos, serán muy exigentes hacia nosotros. Si usamos de misericordia para con ellos, usarán de misericordia para con nosotros. "Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia" (Sant. 2:13). Esto se refiere al juicio de Dios, pero también se puede aplicar al juicio humano. "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Mat. 5:7).

      Por lo tanto, debemos ser pacientes con otros, para que sean pacientes con nosotros. Queremos que otros traten de comprender nuestros problemas, dificultades, flaquezas, etc.; por eso, debemos hacer lo mismo con ellos. Queremos que otros sean generosos para con nosotros; por eso, debemos ser generosos para con otros. Queremos que otros sean justos con nosotros; por eso, seamos justos con otros. "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (ver. 12).

      1 Cor. 13:4-7 describe el amor -- la buena voluntad -- que el cristiano siempre debe tener para con todos, y mayormente para con sus hermanos.

       -- saca primero la viga de tu propio ojo. --  ¿No se debe sacar la paja? ¿Prohíbe Jesús que saquemos la paja del ojo del hermano? No, porque el versículo 5 indica que esto se debe hacer. Pero primero que todo, debemos tener actitud correcta hacia nuestros propios pecados. Seamos como el publicano que dijo, "Dios, sé propio a mí, pecador" (Luc. 18:13). Lo haremos si somos pobres en espíritu (Mat. 5:3). Seamos como la mujer de Luc. 7:38, y como el hijo pródigo de Luc. 15:17-19. Es necesario que estemos conscientes de nuestras propias flaquezas, faltas y debilidades. Rom. 2:17-21, dice Pablo que el maestro practicar lo que enseña. Mat. 23:2, 3, Jesús dice que los escribas y fariseos no practicaban lo que enseñaban, sino que solamente imponían la enseñanza sobre otros. 2 Cor. 13:5, Pablo insiste en que nos examinemos. Rom. 12:3, 16; Gál. 6:3, que nadie tenga más alto concepto de sí que el que debe tener.

      Si no nos corregimos primero, no conviene juzgar a otros. Compárese el hermano mayor de Luc. 15:30; no se corrigió a sí mismo para poder juzgar a su hermano. El fariseo de Luc. 18:11 no quiso corregirse a sí mismo para poder juzgar al publicano. Debemos practicar la disciplina en la iglesia, pero que todos seamos fieles (Gál. 6:1-3, "espirituales") para poder hacerlo, quitando primero la viga (toda especie de carnalidad, Gál. 5:19-21) del propio ojo antes de corregir al hermano caído.

      Para tener visión moral y espiritual, es indispensable que se quite la viga del ojo. Si el ojo de algún hermano es maligno (Mat. 6:22, 23), le falta visión para corregir a otros. La viga oscurece la visión y es imposible sacar la paja del ojo del hermano.

      Entonces -- después de quitar la viga de nuestro propio ojo -- podemos y debemos juzgar a otros con justo juicio. El abuso del texto. Muchos usan mal este texto para condenar toda forma de juzgar; dicen que no debemos nunca criticar o juzgar a otros. Este texto no enseña tal cosa. (1) Es necesario juzgar perros y cerdos, Mat. 7:6. Para no desobedecer este versículo es indispensable que juzguemos a los tales. No solamente se puede decir que no es pecado juzgarles, sino también se debe agregar que si no se hace, entonces este texto se ignora. Los perros son los carnales, Gál. 5:19-21. (2) Mat. 7:15, "Guardaos de los falsos profetas". Para obedecer este mandamiento es necesario juzgar a los tales. (3) Rom. 13:1-4, el gobierno es el siervo de Dios para juzgar y castigar al criminal. (4). Mat. 18:17; 1 Cor. 5, etc. La iglesia tiene que juzgar a los miembros infieles que no quieren arrepentirse. (5) Juan 12:47, 48, la palabra predicada juzgará a todos en el Día Final.

      En fin, es necesario juzgar con juicio justo, Juan 7:24. "No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio". El juicio debe ser justo e imparcial, Lev. 19:15-18. Es malo juzgar sin evidencia adecuada para sostener la acusación. Es injusto juzgar a otro si la acusación se basa en rumores, sospechas y chismes. El que llama a su hermano "necio" o "fatuo" no le juzga con juicio justo. El que juzga el corazón (el propósito) de otro no juzga juicio justo, porque solamente Dios conoce el corazón.

 

Por sus frutos los conoceréis (Mat. 7:15-20)

      6:43  No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. -- Véase Mat. 7:15-20.  Todo maestro debe ser juzgado por su conducta y por su enseñanza (como también el efecto de su enseñanza). Recuérdese que Jesús dice esto a sus discípulos. Habla acerca de los falsos profetas, pero se dirige a sus discípulos. Es una advertencia solemne para nosotros. Muchas veces Jesús, los apóstoles y otros hombres inspirados suenan la advertencia: Guardaos, mirad, tened cuidado. Véanse Mat. 10:17; 16:6; Luc. 12:15; Fil. 3:2. Toda cosa buena es falsificada por Satanás. Este adversario ofrece "la misma mercancía" en precio más cómodo.

      ¡Qué maravilla de que hubiera peligro con respecto a estas enseñanzas perfectas y sublimes de Jesús! Son enseñanzas que nos traen tantas bendiciones (Mat. 5:1-12). ¿Cómo es posible que haya personas deseosas de cambiarlas? La respuesta ya se vio en el estudio de Mat. 7:13, 14. Jesús ofrece la salvación y muchas bendiciones, pero la puerta es estrecha y el camino es angosto. Lo que Jesús ofrece es muy deseable y muchos lo quieren, pero no quieren pagar el precio que el Señor exige. No quieren humillarse. No quieren arrepentirse. No quieren cambiar. ¿Qué hacer pues? ¿Cambiar el evangelio para que sea más agradable y más aceptable al hombre?

      Los hombres ofrecen "la misma religión" pero modificada al gusto de la gente. Ofrecen "las mismas bendiciones", pero en precio más fácil, condiciones más cómodas. Por eso, es necesario tener cuidado. 1 Tes. 5:21; 1 Jn. 4:1, 2, etc. La verdad sí importa. El error sí existe y es necesario combatirlo. Hay hombres y mujeres que dicen ser inspirados (dicen que reciben revelaciones modernas, que hablan por Dios). Estos engañan a millones de personas. Son los peores enemigos del hombre. Son peores que los ladrones y homicidas, porque no roban dinero y automóviles sino almas. Están en el camino ancho, pero profesan andar en el camino angosto. Véanse Tito 1:16; 2 Tim. 3:5; prometen libertad, pero ellos mismos son esclavos de la corrupción (2 Ped. 2:19).

      ¿Por qué quieren ser falsos profetas? Si no quieren aceptar la religión de Jesús, ¿por qué profesarlo? Si no les gusta el evangelio, ¿por qué no lo ignoran? Hay varias razones. Quieren ser religiosos. El hombre fue creado en la imagen de Dios y es criatura religiosa; es un ser adorador. Adora algo o a alguien. Por lo tanto, si no se sujeta a la religión verdadera de Dios, busca substitutos. Lamentablemente así es la mayoría de la gente que profesa la religión de Jesús; profesan "la religión cristiana", pero no quieren arrepentirse. No quieren negarse a sí mismos y someterse a la voluntad de Cristo. Les gustan varios aspectos de la religión de Cristo, pero también les gustan aspectos de la religión del Antiguo Testamento, como también algunos aspectos de las religiones paganas. Así pues, los hombres establecen sus propias religiones combinando las enseñanzas y prácticas de varias religiones, pero irreverentemente llaman su religión "cristiana".

      Estos buscan la conveniencia. La religión es una mina de oro para los hombres que se atreven a aprovecharse de ella. Hay fama, prestigio, poder, popularidad (seguidores), y dinero. Luc. 16:14 habla de fariseos que "eran avaros", y Mat. 23:14 dice, "devoráis las casas de las viudas". Se aprovechaban de las personas más indefensas para enriquecerse. Pablo habla de los que "comercian con la palabra de Dios" (2 Cor. 2:17, LBLA). Son vendedores comunes y corrientes que tratan el tesoro del evangelio como si fuera producto comercial. Ha habido mucho escándalo entre los "televangelistas" que, para hacerse ricos, han defraudado a muchos.

      Pero la gente tiene la culpa también. Por eso Jesús dice: "guardaos", cuidaos. Los profetas falsos no pueden hacer nada sin seguidores. Si toda la gente se cuida y no se deja engañar y llevar por los falsos, éstos no llegan a nada. Fracasan por completo. Pero no hay falta de seguidores para los falsos maestros. La gente tiene comezón de oír cosas agradables. 2 Tim. 4:2-4, "que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus concupiscencias (sus propios deseos), y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas". La gente tiene comezón de oír cosas placenteras, cosas que les convienen, cuentos, fábulas, cosas sin sustancia. Les gusta la lisonjería. No quieren oír el sencillo evangelio. No quieren saber de la puerta estrecha y el camino angosto; sólo quieren tener "religión", pero la religión del camino ancho, el camino popular. Pagan bien a los predicadores que les agradan y no condenan sus pecados. Se glorían y se regocijan mucho en el poder, influencia y riqueza de sus líderes y con todo gusto les apoyan. Muchos creen que la prosperidad de los evangelistas es garantía del favor de Dios (concepto que los judíos compartían en el primer siglo).

      Muchos religiosos hoy en día son como los israelitas. Isa. 30:9-11, "Porque este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quisieron oír la ley de Jehová, que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras; dejad el camino, apartaos de la senda, quitad de nuestra presencia al Santo de Israel". El pueblo comparte todas las ventajas carnales que los maestros ganan. Oseas 4:6, "Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos". Es verdad que los líderes eran responsables, pero el pueblo también tenía que llevar la culpa.

      Muchos "toleran" a los falsos maestros (2 Cor. 11:4, "bien lo toleráis"), en lugar de apoyar la enseñanza apostólica. Muchos se someten a los imponentes. 2 Jn 9, 10, Diótrefes amaba la preeminencia en la iglesia. Quería mandar. Pero los "Diótrefes" no pueden ocupar el primer lugar en la iglesia a menos que los miembros de la iglesia se sometan a ellos; por eso comparten la culpa. Si hay algún hermano imponente, hay que haber también hermanos sumisos, hermanos sin valentía, que "por la paz" le concedan lo que él demanda. Muchos tienen un velo sobre el corazón. Rehúsan quitar sus "lentes sectarios" para estudiar objetivamente la palabra de Dios y llegar al conocimiento de la verdad. Leen la Biblia pero la leen como los judíos leían la ley: con "velo" sobre el corazón: "Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos" (2 Cor. 3:15). Por eso no pueden llegar al conocimiento de la verdad.

      El pueblo es responsable (culpable) también. Jesús dice, "cuídense" (tengan cuidado para no dejarse llevar por los falsos maestros). Dios condena a los falsos maestros, pero también condena al pueblo que los escucha. ¡Cuántos piensan que ellos mismos no son responsables! Creen que si están mal, Dios solamente culpará a los sacerdotes, pastores y evangelistas que les guiaron mal. Pero "si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo" (Mat. 15:14). Por lo tanto, todo discípulo de Jesús debe establecerse bien en la verdad y no ser movido por falsas doctrinas. Efes. 4:14, "para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados (sacudidos) por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error". Es importante llevar toda la armadura de Dios (Efes. 6:10-19) para poder resistir a los falsos. Col. 2:8, "Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo".

      IV. Los falsos profetas vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero son lobos rapaces.

      A. Así fue en Israel. Ezeq. 22:27, "Sus príncipes en medio de ella son como lobos que arrebatan presa, derramando sangre, para destruir las almas, para obtener ganancias injustas".

      B. Así fue en la iglesia primitiva. Hech. 20:28-30, "entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos". Pero recuérdese que los lobos no pueden arrastrar tras sí a los discípulos a menos que éstos se lo permitan. Por eso Jesús dice, "Cuídense". 2 Cor. 11:13-15, "Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras". ¡Qué denuncia más fuerte de los falsos maestros! Pero Pablo escribe esto a la iglesia. Les expresa su grande apuro por ellos. Temía que "vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo" (ver. 3).

      C. Vestidos de ovejas. Tienen todos los emblemas de la piedad: los títulos y otros credenciales, toda la apariencia de piedad (en la voz, en el rostro, en la conducta). Su vestimenta es muy religiosa. Son muy bondadosos y amables (hacen buenas obras). Aun se llaman "Reverendo". Son muy "espirituales" y "muy amables". Ayunan y tiene vigilias. Pero no solamente no son ovejas, sino que son los peores enemigos de las ovejas. Sólo quieren esparcir, despedazar y devorar. Si fueran verdaderas ovejas, enseñarían la verdad para salvar y edificar almas.

      6:44 Porque cada árbol se conoce por su fruto. -- Gén. 1:11, Todo produce (y reproduce) "según su género". Así es en todo caso, si el árbol es bueno o si es malo. Los maestros religiosos no son conocidos por su profesión. Olvídese de su profesión, de lo que dicen ser y hacer. Es necesario examinar su doctrina (1 Tim. 5:21; 1 Jn. 4:1) y los resultados prácticos de su enseñanza.

      Examinar el fruto de los judaizantes (mutiladores) que solamente querían gloriarse en la carne de los gentiles (Gál. 6:12, 13). ¡Qué árbol más corrupto! Examínese el fruto del gnosticismo (tanto combatido por los apóstoles) (Colosenses, 2 Pedro, Judas, cartas de Juan). Esta herejía dejaba a los hombres en sus pecados (el libertinaje), y les llenaba con orgullo. Todos conocen el fruto corrupto del catolicismo.

      El humanismo secular es otra religión falsa y corrupta. El fruto de este árbol es cada vez más manifiesto. Que nadie dude que sea religión este movimiento. Profesa ser religión y el gobierno de los Estados Unidos (La Corte Suprema) oficialmente ha declarado que es religión porque enseña "valores" y su clase de "moralidad" (inmoralidad). Esta filosofía niega a Dios e intensamente lucha por todo medio posible en contra de las enseñanzas morales de la Biblia. El fundamento del humanismo secular es la evolución. Esta religión enseña que el hombre es otro animal más (sin alma) y, desde luego, que no hay cielo ni infierno. Promueve toda forma de inmoralidad sexual (incluyendo la homosexualidad), como también el aborto y el suicidio. Es religión netamente socialista y denuncia toda forma de nacionalismo y promueve el concepto de un solo gobierno mundial (comunista). El fruto es muy obvio: el gran aumento del crimen, el narcotráfico y la drogadicción, un millón y medio de abortos cada año en EE.UU., la ignorancia y falta de preparación en los graduados de escuelas secundarias (millones de graduados que ni pueden leer), y aun de universidades (profesores que tienen miedo de los exámenes más básicos de competencia).

      El sistema liberal en la iglesia. Aunque muchos de los hermanos liberales – pero no todos -- todavía prediquen lo que la Biblia dice en cuanto al plan de salvación, el orden del culto y aun la autonomía de cada congregación, el fruto llevado por el sistema sectario de gobierno establecido por ellos ya está bien "maduro". Este sistema existe para la elevación de hombres. Los predicadores egresados de los institutos son profesionales que se encargan de las congregaciones. El plan liberal ha nacionalizado la "Iglesia de Cristo" en algunos países. Dentro de este movimiento hay mucha política y toda clase de carnalidad. Gracias a Dios, muchos hermanos sinceros han reconocido la verdadera naturaleza del fruto de este árbol, y han salido y están saliendo del sistema liberal.

      -- pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. -- Estos sistemas religiosos no son bíblicos. No aceptan la autoridad de Cristo. Rechazan la sabiduría divina y siguen la sabiduría humana. Entonces, no es posible encontrar buen fruto (uvas, hijos) en tales espinos y abrojos. El árbol malo es el árbol inútil, árbol que no beneficia. La doctrina falsa no sirve. La religión falsa no sirve. El maestro falso no sirve. Son inútiles. Su propósito no es el de servir, sino el de ser servido. "Sirven" pero por interés.

      Es cortado, pues, y echado en el fuego. Así es el fin de todo árbol malo. Es lo que los hombres hacen, y también es lo que Dios hace. Por lo tanto, repetidas veces Jesús advierte, "Guardaos". Véanse también Mat. 16:6; Hech. 20:28-30; Fil. 3:2.

      6:45  El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.  Véase Mat. 12:35. Compárese Mar. 7:30, 31. Esta es otra figura que enseña la misma lección. El hombre bueno saca cosas buenas del buen tesoro del corazón, y el hombre malo saca cosas malas del suyo. El "tesoro" de cada quien es la acumulación de todos sus pensamientos, deseos, planes, intentos, ambiciones, etc. De este "tesoro" (malo o bueno) saca buenas o malas palabras. Los fariseos sacaron de su "tesoro" malo (malicioso) la blasfemia contra el Espíritu Santo. Al escuchar por muy poco tiempo las palabras de cualquier individuo sabemos mucho acerca de ellas. La boca revela el corazón.

      Las palabras revelan el carácter, corresponden al carácter. Lo que los fariseos dijeron reveló lo que eran: la clase de árbol que eran, la clase de tesoro que tenían. Prov. 26:18,19, "Como el que enloquece, y echa llamas y saetas y muerte, tal es el hombre que engaña a su amigo, y dice: Ciertamente lo hice por broma". A veces alguien se enoja y pronuncia palabras malas que hieren y ofenden. Luego pide perdón diciendo, "Perdóneme, yo no quise decir eso". La verdad es que lo que decimos espontáneamente, es decir, cuando no estamos en guardia, cuando no cuidamos las palabras y no nos preocupamos por lo que decimos es cuando revelamos la verdadera condición del corazón.

      Algunos quieren justificar el pecado diciendo, "pero su corazón es puro"; es decir, se cree que Dios no condena nuestra mala conducta o nuestras palabras malas si nuestro corazón es recto. Pero aquí precisamente está el problema. La mala conducta y las malas palabras demuestran que el corazón no es puro ni recto.

Los dos cimientos (Mat. 7:24-27)

      6:46  ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Le dan el título pero no le rinden el servicio (JWM). Compárense Mat. 21:28-32; Sant. 1:22-25. La palabra “Señor” implica obediencia y servicio. Sin duda muchos de los que seguían a Jesús disfrutaban sus favores (sanidad, panes y peces, etc.) sin someterse a El como Señor. El orar es sumamente importante, pero muchas religiones (por ej., el catolicismo y el islamismo) enfatizan mucho el orar y aun tienen reglamentos y horario para orar pero completamente descuidan la ley del Señor. Este texto es la continuación del asunto de cómo conocer a los falsos profetas. En los versículos anteriores hay énfasis sobre el fruto que llevan. En este texto hay contraste entre la profesión y la obra. Es correcto llamarle "Señor, Señor" (Jn. 13:13) pero al decirlo debemos aceptar lo que implica: que Jesús es Soberano, el Gobernador, el Maestro y Guía de nuestra vida. El que no acepta lo que la palabra implica no debe decir, "Señor, Señor".

      Decimos "Señor, Señor" cuando cantamos, cuando oramos y en toda profesión de ser sus discípulos. Decimos "Señor, Señor" al llamarnos cristianos y miembros de la iglesia de Cristo. La profesión es hermosa, pero se requiere mucho más que la mera profesión. Nos conviene meditar sobre lo que significa. Implica que debe haber conocimiento. Primeramente debemos aprender de El (Mat. 11:29, 30; 28:19; Jn. 6:44, 45). Es imposible seguirle si no sabemos su voluntad. También implica la obediencia. No basta con oír la palabra. No basta con decir "Señor, Señor" (orando o profesando fe en Cristo). No basta con bautizarnos, porque el bautismo, siendo la muerte y la sepultura del "viejo ser" (la vida pasada) implica un cambio radical de vida, un verdadero arrepentimiento. La obediencia no es completa si no vivimos conforme a las enseñanzas del Sermón del Monte. Este sermón no es, como dicen algunos, una especie de "constitución" de la religión de Cristo, pero sí contiene enseñanzas básicas que deben gobernar nuestro corazón y nuestra conducta. Es muy importante aplicar Mat. 7:21 y Mat. 7:24 a este mismo sermón (como también al resto de las enseñanzas del Nuevo Testamento. Implica, pues, el reconocimiento de su autoridad.

      Hay eficacia en la oración del justo, Sant. 5:16; Mat. 6:9-13; 7:7-11. Hay muchos textos que nos enseñan la importancia de orar sin cesar. Todas las religiones dan mucha importancia a la oración: los judíos tenían sus horas de oración (los mahometanos siguen la práctica); los católicos rezan (el "Padrenuestro", la "Ave María"), contando las repeticiones; también los evangélicos rezan el "Padrenuestro" y otras oraciones. Muchísimas personas dicen que son creyentes, que pueden orar en casa, y que por eso no tienen que asistir a ninguna iglesia. El orar es su único acto de culto. (El asistir para cantar, para tomar la cena del Señor, para ofrendar, para estudiar la Biblia y para orar con otros no cuenta para ellos, no tiene importancia). El orar es su religión. Su creencia es semejante a la creencia de los que enseñan la salvación por "la fe sola"; escogen una sola cosa y le dan toda la importancia. Sin embargo, la obediencia no puede ser sustituida por el orar. El problema con esta actitud es que solamente ellos hablan (en oración), pero no dejan que Dios les hable a través de su palabra. Hablan pero no escuchan. Pero los que no escuchan a Dios no serán escuchados por Dios.

      Pero lamentablemente muchos no dan a la obediencia el mismo énfasis que dan a la oración. Jesús da suma importancia a la obediencia. Estúdiense con cuidado los siguientes textos: Mat. 6:10, "hágase tu voluntad"; 7:21, "sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos"; 7:24, "Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace"; 12:50, "Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre"; 21:31, "¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?"; Luc. 6:46, "¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?" Véanse también Jn. 7:17; Rom. 2:12, 13; Heb. 5:8, 9. Pero tantos hombres no le dan la misma importancia que Jesús le da. Más bien buscan el camino ancho en la religión, doctrinas que agradan a los hombres. Buscan su propia conveniencia. La prueba principal del amor es la obediencia. Jn. 14:21-24, "El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama".

      6:47  Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras -- Mat. 13:9, "El que tiene oídos para oír, oiga". Mar. 4:24, "Mirad lo que oís". Luc. 8:18, "Mirad cómo oís".  Rom. 10:17, "Así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios". Por lo tanto, es sumamente importante oír las palabras de Cristo. Muchísimas personas no las oyen. La Biblia para ellos es libro desconocido, es un libro cerrado. La Biblia ni siquiera se encuentra en muchos hogares, y en muchos otros es puro ornamento. Los humanistas hacen burla de estas enseñanzas para destruir todo aspecto de la moralidad bíblica para promover el libertinaje. Entre los que oyen estas palabras, hay cuatro clases de oyentes (Mat. 13:3-9, 18-23). Esta parábola indica que la mayoría de los oyentes no aprovechan las grandes bendiciones que Jesús ofrece.

      -- y las hace,  (las pone en práctica, LBLA) -- Es una gran bendición oír la palabra de Cristo, pero no basta con solamente oír. Muchos están contentos con solamente oír la palabra y leerla. Existe una actitud muy peligrosa con respecto a oír la palabra. Muchas personas leen la Biblia, permiten que se les presente estudios bíblicos, y aun asisten a las reuniones, pero hasta allí llegan. Dicen que reciben una gran bendición porque leen y oyen la palabra. Se sienten muy contentos, muy bendecidos por hacerlo. Después de oír una lección dicen, ¡Qué bonito fue el sermón! ¡Me gustó mucho! No dejan de alabar al maestro o predicador, pero creen que basta con solamente oír.

      Dice Mateo 7:28 que "la gente se admiraba de su doctrina", porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Reconocieron que Jesús no decía, "Así dice el Rabí Hillel", o "Así dice el Rabí Shammai", etc., sino que dijo, "Pero yo os digo". La palabra ekplesso, traducida "admirarse", es palabra fuerte. "De ek, fuera de, plesso, golpear, lit., golpear afuera, significa estar sumamente chocado en la propia mente de uno, estar atónito" (WEV). Es semejante a la expresión "sacar de las casillas". Quedaron boquiabiertos. Pero ¿cuántos de ellos ponían en práctica este sermón? Es lo que Jesús buscaba y busca. El no busca personas que simplemente "se admiren" de El y de su doctrina. El no vino al mundo para exhibir su talento y capacidad como el Maestro de maestros. El busca el verdadero discipulado. Las palabras importantes son hacer, obedecer, poner en práctica. Esto es lo que El busca. Véanse Mat. 6:10; 7:21, 24; 12:50; Luc. 6:46; 11:28; Jn. 7:17; Rom. 2:13; 1 Jn. 3:7, etc.

      -- os indicaré a quién es semejante.  48  Semejante es al hombre que al edificar una casa, (la casa de esta ilustración es la vida, el carácter, la preparación) cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, (las persecuciones, pruebas y tentaciones de la vida) el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca.  49  Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa. Mat. 7:24-28.

      El hombre prudente (Mat. 7:24), el que pone en práctica las palabras de Jesús, "cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca" (Luc. 6:48), un fundamento firme y duradero. 1 Jn. 2:17, "el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre". Prov. 12:7, "la casa de los justos permanecerá firme". Vienen las pruebas de la vida. Descendió lluvia, vinieron ríos (los torrentes, una inundación) y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra (azotaron) las dos casas. Este lenguaje indica fuertes pruebas. Todos son azotados y sacudidos por contratiempos, problemas, dificultades, aflicciones, tribulaciones de toda clase. La vida es una prueba. Es una disciplina, una escuela de preparación.

      Los que ponen en práctica las enseñanzas de Jesús aguantan y soportan todas las pruebas de la vida, los demás no. El obedecer o no obedecer es el fundamento, la base, de la vida. Determina todo el curso de la vida. ¿En qué sentido somos probados? Pensando en el contexto, considérense los siguientes pensamientos: (1) La prueba del carácter. El carácter de todos se sujeta a duras pruebas todos los días, en el hogar, en el trabajo, en la escuela, y en todas las relaciones y actividades de la vida. Las tentaciones y pruebas, como tormentas violentas, nos azotan y atacan los cimientos de la vida. Los vientos y las inundaciones que nos sacuden y azotan prueban y manifiestan la clase de fundamento que escogimos para nuestra casa. Pero el carácter desarrollado y afinado por las bienaventuranzas y las demás enseñanzas del Sermón del Monte soporta todo ataque contra el alma. Esta "casa" resiste porque está cimentada sobre la Roca que es Cristo. (2) La influencia está probada (Mat. 5:13-16). Nuestra influencia es probada todos los días. ¿Somos en verdad la sal de la tierra, la luz del mundo? El fundamento determina esto. La obediencia es el fundamento sólido que produce la buena influencia. La falta de obediencia destruye la influencia. (3) La prueba de nuestra relación con otros (Mat. 5:21-48). Los que no practican las enseñanzas de Jesús hacen las obras de la carne (Gál. 5:19-21). Los problemas y conflictos de la vida solamente producen odio, amargura y pleitos entre hombres. La casa de estos es azotada por los vientos y ríos de pasiones humanas y cae. Pero los que ponen en práctica las enseñanzas de Jesús llevan el fruto del Espíritu (Gál. 5:22,23). (4) La prueba de la confianza. (Mat. 6:19-34; 7:7-11). ¿Confiamos en Dios o en las cosas materiales? ¿A cuál de los dos servimos? ¿Nos preocupamos (nos afanamos) por las cosas materiales o por los asuntos del reino? Todos son probados en este sentido todos los días. Job 14:1, 2, "El hombre, nacido de mujer, corto de días y lleno de turbaciones, como una flor brota y se marchita, y como una sombra huye y no permanece" (LBLA). La vida está llena de problemas serios. Hay enfermedades, aflicciones, pérdidas, quiebras, desempleo, revoluciones y toda clase de "turbaciones". ¿En quién o en qué confiaremos? ¿Adónde iremos para buscar ayuda y apoyo? Así somos probados. ¿Resistirá la casa o caerá? De esta manera nuestra casa (vida) es probada con respecto a todas las enseñanzas de Jesús. Seguimos en pie si las obedecemos, caemos si no.

      Por lo tanto, los que no ponen en práctica estas palabras no son sabios, sino insensatos. Por educados que sean son insensatos. Construyen su casa como casa de verano en lugares placenteros pero sin tomar en cuenta las pruebas de la vida. Job 8:13-15, "Tales son los caminos de todos los que olvidan a Dios; y la esperanza del impío perecerá; porque su esperanza será cortada, y su confianza es tela de araña. Se apoyará él en su casa, mas no permanecerá ella en pie; se asirá de ella, mas no resistirá". Prov. 10:25, "Como pasa el torbellino, así el malo no permanece; mas el justo permanece para siempre". (Véase 1 Jn. 2:17).

 

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