LUCAS 20

 

La autoridad de Jesús (Mat. 21:23-27; Mar. 11:27-33)

      20:1  Sucedió un día, que enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, llegaron los principales sacerdotes y los escribas, con los ancianos, -- un comité o grupo oficial del Sanedrín o Concilio. Ahora empiezan los cinco debates principales entre Jesús y los líderes religiosos.

      20:2  y le hablaron diciendo: Dinos: ¿con qué autoridad haces estas cosas? ¿o quién es el que te ha dado esta autoridad? – Estos hombres augustos sí tenían autoridad, pues representaban la Corte Suprema del pueblo. Tenían a su cargo el control y regulación de los asuntos del templo. Tenían el derecho de pedir los credenciales de cualquier maestro. Tenían la obligación de probar a los que profesaban ser profetas (Deut. 13:1-3; 18:22). ¿Acaso querían estos líderes proteger al pueblo de un falso maestro? Desafiaron a Jesús, pues, que dijera al pueblo con qué autoridad El hacía “estas cosas” (aceptar la alabanza de los que clamaban que El era el Hijo de David, limpiar el templo, sanar gente, enseñar). 

      Estos líderes reconocían la gran influencia que Jesús tenía con la gente (Mar. 11:18;  Luc. 19:48) y, sin duda, querían convencer al pueblo que Jesús obraba sin autoridad alguna. También, como siempre, le hacían preguntas con la esperanza de que pudieran acusarle de blasfemar.

      20:3  Respondiendo Jesús, les dijo: Os haré yo también una pregunta; (Jesús frecuentemente contestaba preguntas con preguntas, Mat. 12:11; 15:3) respondedme:  4  El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres?  -- Toda doctrina y práctica religiosas deben ser examinadas con esta pregunta: ¿es del cielo o de los hombres? Desde luego, hay una infinidad de doctrinas y prácticas religiosas que no son del cielo, porque son mandamientos de los hombres (15:9). Al hablar Jesús del “bautismo de Juan” se refería al ministerio de Juan. Tal vez los líderes de los judíos hubieran aceptado el bautismo de Juan como otro lavamiento (otro acto de purificación), pero eso no fue el problema. No querían aceptar la predicación de Juan sobre la necesidad del arrepentimiento para seguir a Jesús de Nazaret como el Mesías.

      ¿Qué tuvo que ver el bautismo de Juan con la pregunta de los judíos sobre la autoridad de Jesús? Las dos cosas están íntimamente conectadas. Juan testificaba claramente que Jesús era el Mesías y que era mucho más grande que él. Por lo tanto, si los judíos admitieran que el ministerio de Juan era autorizado por Dios, tenían que admitir que Jesús era el Mesías. Pero al rechazar a Juan cuando todo el mundo lo tenía por profeta, estos oficiales demostraban su prejuicio y ceguedad. También rechazaron los designios de Dios (Luc. 7:29,30). Por lo tanto, ¿con qué propósito debería Jesús contestar la pregunta de ellos acerca de la autoridad? Obviamente no eran competentes para juzgar el tema  

      20:5  Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?  6  Y si decimos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están persuadidos de que Juan era profeta. – ¿Qué discutían? ¿La verdad? ¿Querían saber la verdad? ¿Querían saber si Juan era profeta o no? Buscaron su propia conveniencia. Jesús les puso en un dilema y cualquier respuesta que le hicieran no les habría servido bien. "Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?" lo que dijo acerca de Cristo. No podían aceptar que Juan fue enviado por Dios, sin admitir lo que Juan decía acerca de Jesús.

      No temieron a Dios, sino solamente al pueblo. La única cosa importante para ellos era su propia conveniencia. Tenían que defender a toda costa su posición como líderes del pueblo. Luc. 20:6, "nos apedreará". Era asunto serio. El pueblo no tuvo miedo de apedrear a sus oficiales.

      20:7  Y respondieron que no sabían de dónde fuese.  – Estos oficiales contestaban cualquier pregunta religiosa, acerca de la ley y las tradiciones; estaban obligados a saber.

      20:8  Entonces Jesús les dijo: Yo tampoco os diré con qué autoridad hago estas cosas. – Ellos podían inspeccionar credenciales humanos, pero eran totalmente incapaces de juzgar credenciales divinos. Por ser tan carnales, no estaban nada preparados para juzgar cosas espirituales.

 

Los labradores malvados (Mat. 21:33-44; Mar. 12:1-11)

      20: 9  Comenzó luego a decir al pueblo esta parábola: -- Esta es una de las parábolas de Jesús que son alegorías, pues los personajes de la parábola representan a ciertas personas.

      --  Un hombre plantó una viña, (compárese Isa. 5:1-2) la arrendó a labradores, y se ausentó por mucho tiempo.  10  Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; pero los labradores le golpearon, y le enviaron con las manos vacías.  11  Volvió a enviar otro siervo; mas ellos a éste también, golpeado y afrentado, le enviaron con las manos vacías12  Volvió a enviar un tercer siervo; mas ellos también a éste echaron fuera, herido.  13  Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizás cuando le vean a él, le tendrán respeto.  14  Mas los labradores, al verle, discutían entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra.  15  Y le echaron fuera de la viña, y le mataron. Isa. 5:1-11 habla de esta viña que Dios había plantado. A través de los años Dios envió a sus siervos los profetas, esperando recibir fruto de su viña, pero fueron perseguidos (Mat. 23:34; Luc. 6:23). Por último envió a su Hijo y lo crucificaron. El v. 19 dice que “comprendieron que contra ellos había dicho esta parábola.

      -- ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña?  16  Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros. – El primer cumplimiento de esta profecía fue en el año 70 del primer siglo, pero se cumplirá en sentido completo en  el Día Final.

      Jesús habla primero de la viña del Señor (Isa. 5), y entonces deja esa figura y en los siguientes versículos habla de la construcción de un edificio. En las dos figuras El habla del rechazamiento del Mesías por los judíos. Pablo emplea estas dos figuras en 1 Cor. 3:9.

      -- Cuando ellos oyeron esto, dijeron: ¡Dios nos libre! – “¡Que no suceda!” (Lacueva).

      20:17  Pero él, mirándolos, ("fijamente" LBLA) dijo: ¿Qué, pues, es lo que está escrito:  La piedra que desecharon los edificadores  Ha venido a ser cabeza del ángulo (Sal. 118:22)? – este salmo está citado también en Hech. 4:11; Rom. 9:33; 1 Ped. 2:7)Esta enseñanza era para el Sanedrín, los líderes del pueblo, pero también para todo el pueblo. "¿Nunca leísteis en las Escrituras?" "¿Ni aun esta escritura habéis leído"? (Mar. 12:10). Al hacerles esta pregunta era como si Jesús hubiera dicho, "Ustedes se jactan de su conocimiento, ¿no han leído el Sal. 118:22?" La piedra principal no solamente es parte integral del fundamento que apoya el edificio, sino también la piedra que unificaba las paredes y da forma a todo el edificio. Todas las demás piedras del edificio tienen que ajustarse y acomodarse a la piedra principal. Los judíos rechazaron a Cristo, el Personaje más importante del mundo.

      Jesucristo siempre apelaba a las Escrituras: Mat. 4:4, 7, 10; 12:3; 19:4; 21:16; 22:29, 40; Luc. 4:21; 6:3; 10:26; 24:44; Jn. 5:39; 10:35; etc. Estas son las Escrituras del Antiguo Testamento, las Escrituras de los judíos (Rom. 3:2). Las Escrituras de los judíos estaban compuestas de veintidós libros, el número que corresponde al alfabeto hebreo (juntaron varios libros en un libro; por ejemplo, los libros de Samuel y Reyes), pero los treinta y nueve libros del Antiguo Testamento nuestro y los veintidós libros del Antiguo Testamento de los judíos son los mismos. Jesús apeló, pues, a la misma autoridad que los judíos aceptaban y, por lo tanto, estaban obligados a aceptar lo que El les decía, basándose en las Escrituras, pero los principales sacerdotes y fariseos no solamente rechazaron a Juan el bautista y a Cristo, sino que también ignoraron (rechazaron) sus propias Escrituras. Los escribas y "doctores de la ley" estaban obligados a explicar esta profecía y su cumplimiento, pero ¿qué habían dicho sobre ella? La pregunta de Jesús indica que la ignoraban porque no le daban importancia. Ellos eran los edificadores del templo de Dios, pero ignoraban el plano del Arquitecto, y rechazaron la piedra principal del fundamento.

      Sal. 118:22, 23. Esta profecía precede el texto que dice "Bendito el que viene en el nombre de Jehová". Durante "la entrada triunfal" de Jesús, el pueblo citó el Salmo 118:26, pero no entendieron el Sal. 118:22. "El que viene en el nombre de Jehová" es "la piedra que desecharon los edificadores" que "ha venido a ser cabeza del ángulo". Pedro citó este mismo texto cuando predicó al sanedrín (Hech. 4:11) y cuando escribió su primera carta (2:7). En el mismo texto (ver. 6), citando Isa. 28:16, Pedro dice, "He aquí pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en él, no será avergonzado". La principal piedra del ángulo para un templo tiene que ser piedra enorme, muy especial (escogida), preparada (elaborada y probada) y, por lo tanto, muy preciosa (costosa, de gran precio). Esta piedra gobierna todos los ángulos y líneas del edificio. La profecía del Sal. 118:22 habla del concepto que los líderes de los judíos tenían del reino, un concepto que no incluyó a Jesucristo. Los principales sacerdotes y fariseos se representan como edificadores que tratan de levantar las paredes del templo de Dios, pero en lugar de ser arquitectos peritos como Pablo (1 Cor. 3:10), eran más bien edificadores ineptos porque no pudieron unir las piedras en la esquina por haber rechazado la piedra principal del ángulo que estaba preparada (cortada) especialmente para ese propósito. La piedra del ángulo es la piedra principal del fundamento, pero los judíos estaban resueltos a construir el templo de Dios sin la piedra del ángulo. Esta piedra tan importante estaba delante de sus ojos. Podían verla todos los días, pero optaron por rechazarla y seguir en su esfuerzo de construir el templo de Dios sin esa piedra principal del fundamento.

      20:18  Todo el que cayere sobre aquella piedra, (el que persista en su rebelión contra Cristo) será quebrantado; mas sobre quien ella cayere, le desmenuzará. (“moler hasta volver en polvo”, ATR), figura de la devastación realizada en el juicio final.

      1 Ped 2:6, “el que creyere, no será avergonzado” ("no será perturbado", LBLA). No huirá avergonzado porque su fe está bien fundada. No estará decepcionado. El fin para los que tropiezan en esta piedra (los desobedientes) ha sido, es y siempre será la tristeza amarga.

      Rechazaron esta “Piedra” por lo humilde de Jesús (Luc. 4:16-30), porque El condenó sus tradiciones (Mat. 15:1-12), porque El condenó su hipocresía (Luc. 11:37-54; 20:45-47), porque le tenían envidia (Mat. 27:18), etc.

      Sin embargo, los líderes de los judíos no solamente rechazaron a Jesús, sino que también querían acabar con El; querían eliminarlo completamente para que la gente no le viera ni oyera más y para que El dejara de molestarles. Pero al rechazarlo ellos hicieron precisamente lo que no querían hacer; es decir, lo establecieron como la piedra principal del ángulo. Dios vindicó esa piedra rechazada (Cristo) haciéndole la cabeza del ángulo, porque cuando Cristo murió y resucitó al tercer día para ser nuestro Salvador, entonces ascendió a su trono a la diestra de Dios para ser "Señor y Cristo". Cuando los judíos crucificaron a Jesús por manos de los romanos, cumplieron el plan de Dios de que Jesús fuera el sacrificio por los pecados del mundo, y luego cuando ascendió al cielo llegó a ser nuestro Sumo Sacerdote o Mediador (Hech. 13:27; Heb. 4:14-15; 7:15-28; 9:11-28).

      Cristo es la perfecta piedra del ángulo porque como todas las piedras son unidas por la piedra del ángulo, así también en Cristo están reconciliados (unidos) todos en un cuerpo (Efes. 2:14-16).

      -- El Señor ha hecho esto. -- Cuando los judíos crucificaron a Cristo, ellos solamente pensaron hacerle mal, pero la muerte de Jesús ocurrió para efectuar la salvación del mundo. La cruz de Cristo es el fundamento de Su reino o iglesia (Hech. 2:22-24; 3:17, 18).

      -- Y es cosa maravillosa a nuestros ojos. -- Todo aspecto del plan glorioso de Dios para nuestra redención es maravilloso.

 

La cuestión del impuesto (Mat. 22:15-22; Mar. 12:12-17)

      20:19  Procuraban los principales sacerdotes y los escribas echarle mano en aquella hora, porque comprendieron que contra ellos había dicho esta parábola; pero temieron al pueblo. – Compárese Mat. 21:41, 45. Se condenaron a sí mismos, admitiendo que aquellos labradores (que representaban a ellos mismos) eran “malos” y que deberían ser destruidos. Esto es precisamente lo que les pasó en el año 70 d. de JC cuando los romanos sitiaron la ciudad de Jerusalén, la quemaron y destruyeron a muchos judíos.

      Jesús ya había explicado uno de los propósitos de las parábolas (13:13), pero aquí vemos otro propósito; es decir, al oír estas parábolas, los líderes de los judíos “entendieron que hablaba de ellos” y, desde luego, tenían razón.

      20:20  Y acechándole enviaron espías que se simulasen justos, a fin de sorprenderle en alguna palabra, para entregarle al poder y autoridad del gobernador. -- - "consultaron" ("deliberaron", LBLA); querían formular alguna estrategia eficaz como lo hacen los militares para derrotar a sus enemigos. Lucas 20:19 agrega que "los principales sacerdotes y los escribas" estaban involucrados en esta maniobra; ("sorprenderle", "pagideuo, entrampar, poner lazos o trampas", WEV). Los fariseos no descansarían hasta que hubieran crucificado a Jesús. Quedaban bien asustados por la fama e influencia de Jesús después de la resurrección de Lázaro (Jn. 11:48-53), y estaban resueltos a acabar con esa amenaza a su poder sobre el pueblo. Además estaban enfurecidos por las parábolas en las que Jesús pintaba una imagen tan clara de la conducta y condenación de ellos.

      Algunos abogados tratan de enredar a los testigos para que éstos se contradigan y desacrediten su testimonio. No les hacen preguntas para obtener información, sino para proponerles dilemas de los cuales no pueden escapar. Tales interrogadores exigen que el testigo conteste sus preguntas con una sola palabra, que sí, o que no, cuando muchas veces no es posible responder así. Tales preguntas no se hacen con sinceridad, sino para poner trampas.

      20:21  Y le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, que siempre decía lo correcto)  y que no haces acepción de persona (literalmente, que no se fijara en el rostro de nadie, que decía la misma cosa a todos), sino que enseñas el camino de Dios con verdad (que era sincero, que decía lo que pensaba, EGT)  – “De esta manera, su veracidad irreprochable, su exhibición verídica del ‘camino de Dios’, su desatención a la oposición humana y a las distinciones de rango y poder, rasgos distintivos de carácter que deberían provocar admiración, trataron de usar como instrumentos para su destrucción” (JWM).

      20:22  ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no? -- – La palabra “dilema” se define de la siguiente manera: “Argumento que presenta al adversario una alternativa de dos proposiciones tales que resulte confundido cualquiera que sea la suposición que escoja” (Larousse); es decir, cualquier respuesta a tal argumento no será favorable para el que responda, sino que le dejará involucrado en problemas de alguna clase. Hablando en forma general, cuando uno confronta un dilema, no hay salida buena. Algunos hablan de los dos “cuernos” de un dilema; los discípulos de los fariseos querían “colgar” a Jesús en uno de los cuernos del dilema propuesto por ellos. Querían que Jesús les diera una sencilla respuesta de que sí o que no, pero Jesús no cayó en su trampa; no había dilema para El. ¿Cuáles fueron – según el plan de ellos – las dos alternativas u opciones de Jesús?

      (1) Que si contestara que deben pagar los impuestos, entonces iba a perder su popularidad, porque los judíos, siendo súbditos de los romanos, tenían que pagarles impuestos, pero de muy mala gana. Si Jesús hubiera dicho que sí es necesario pagar los impuestos, entonces los fariseos le habrían acusado de traidor a la nación de Israel, y habrían enfatizado que el verdadero Mesías nunca habría dicho tal cosa porque al contrario éste quitaría el yugo de Roma. Gamaliel dijo que “se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo”, Hech. 5:37. Esto ocurrió “en los días del censo” que tuvo que ver con la imposición de impuestos romanos que causó tanto resentimiento entre los judíos. La oposición al impuesto romano fue la causa de otra insurrección de los judíos en el año 66 d. de J. C., de la cual resultó la destrucción de Jerusalén en el año 70. Entonces, “Si respondía afirmativamente, se estaría alejando de una gran cantidad de judíos devotos y patriotas” (GH).

      (2) Que si contestara que no deben pagar los impuestos, entonces los herodianos habrían ido directamente a Pilato con esas noticias y éste, en turno, habría enviado soldados de una vez para prender a Jesús como sedicioso y alborotador. Los judíos le acusaron falsamente (Luc. 23:2, “que prohíbe dar tributo a César”). Jesús no prohibió tal cosa.

      Los fariseos creían, pues, que cualquier respuesta dada por Jesús le sería muy problemática, sea con los judíos o con los romanos. Es lo que fariseos deseaban. Para ellos no había otra alternativa. Creían que podían pintar a Jesús como rebelde contra Roma o, de otro modo, como traidor contra la nación de Israel. Lo que ellos ignoraban era que verdaderamente había otra alternativa, porque los judíos podían someterse a los romanos y pagar los impuestos y al mismo tiempo mantener su fidelidad a Dios. Los cristianos tienen la misma alternativa (Rom. 13:1-7; 1 Ped. 2:13-17).

      20:23  Mas él, comprendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? – -- Jesús mostró en esta oportunidad exactamente lo que significa ser no solamente “sencillos como palomas”, sino también “prudentes como serpientes”. Estaba dispuesto a contestar esta pregunta importante (muchos judíos sinceros querían saber la respuesta), pero antes de contestarla, era necesario exponer la hipocresía y malicia de los fariseos. Su fingida admiración de Jesús era hipocresía, y su fingida lealtad a César (Jn. 19:15) también era hipocresía.

      En varias ocasiones Jesús demostró su omnisciencia al manifestar que El sabía los pensamientos de la gente (Mateo 9:4; 12:25; 22:18; Luc. 5:22; 11:17); por eso, estaban sin excusa estos que llegaron a Jesús fingiendo la piedad y proponiendo una pregunta tan capciosa.

      20:24  Mostradme la moneda. – -- la moneda romana de plata con la cual se paga el impuesto romano.  Mar. 12:15, “Traedme la moneda para que la vea”; o más bien, para que ellos se fijaran en ella, porque esa misma moneda llevaba prueba irrefutable de lo que Jesús iba a decir en ese momento. Jesús, el perfecto Maestro, otra vez les dio una lección objetiva. Compárense Mat. 18:2; 21:19; Jn. 13:5, etc.

      -- ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César.  25  Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. -- La palabra “dar” es “APODIDOMI… entregar de vuelta, devolver, pagar lo que se debe”. El dinero que usaban los judíos era de César; por lo tanto, deberían devolvérselo. Sin embargo, la imagen de Dios está grabada en nosotros mismos (Gén. 1:26, 27) y, por lo tanto, debemos devolver nuestra vida a El (ver. 37). Estaba grabada en la moneda la imagen de la cabeza de César, y la inscripción decía, “Tiberio César, el hijo Augusto del Augusto Divino”. Los fariseos no querían ni siquiera mencionar la inscripción tan odiosa a los judíos, porque proclamaba la divinidad del emperador. La respuesta de Jesús quiere decir que “había de negarle la honra divina que el emperador pretendía merecer y que sólo es debida a Dios… el emperador debe recibir lo que le es debido, no debe recibir más que eso; eso es, no debe recibir el honor divino que pretende. Al mismo tiempo, Dios debe recibir toda la gloria y el honor” (GH).

      La moneda con su inscripción daba prueba de que el gobierno romano estaba establecido en esa tierra. Los judíos usaban la moneda romana, y aceptaban los beneficios ofrecidos por el gobierno romano, pero no querían pagar el impuesto. Lo que Jesús les dijo implicaba que si los judíos usaban el dinero de César, era justo que pagaran el impuesto a César, pero agrega que debemos dar a Dios lo que es de Dios, afirmando así la soberanía absoluta de Dios. (Además, la práctica de devolver a Dios lo que es de Dios destruye la idolatría).

      Esta enseñanza se explica más ampliamente en Rom. 13:1-7 y 1 Ped. 2:13-17. El gobierno civil ha recibido la autoridad que tiene de Dios, Jn. 19:11. Los “testigos” del Atalaya enseñan que no se puede saludar la bandera de su patria, pero en esto como en muchas otras cosas demuestran su rebelión contra la palabra de Dios. El único problema para la conciencia del cristiano sería que el gobierno exigiera algo que contradijera la voluntad de Dios y en ese caso el cristiano tiene que ser fiel a Dios, cueste lo que cueste (Hech. 4:19; 5:29).

      No había, pues, ningún dilema para Jesús. La primera parte de su respuesta agradó a los herodianos y la última parte de su respuesta agradó a los judíos.

      20:26  Y no pudieron sorprenderle en palabra alguna delante del pueblo, sino que maravillados de su respuesta, callaron. – Se maravillaron de que Jesús descubriera inmediatamente la trampa de ellos, de que escapara tan fácilmente del supuesto dilema propuesto por ellos, de que no promoviera la revolución contra los romanos aunque El mismo pensaba establecer su reino, y de que El no fuera afectado por la lisonjería. Seguramente en ese momento se acabó la esperanza de muchos judíos de que Cristo fuera el Mesías militar tan deseado.

 

La pregunta sobre la resurrección

(Mat. 22:23-33; Mar. 12:18-27)

      20:27  Llegando entonces algunos de los saduceos, los cuales niegan haber resurrección, -- Hech. 23, “8  Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu”. Desde luego, si decían que no hay espíritu, tampoco habría ángeles (Heb. 1:14) y no habría necesidad de la resurrección del cuerpo, porque en la resurrección los cuerpos se unen con sus espíritus. Sin embargo, las Escrituras enseñan claramente que el espíritu existe (Ex. 3:6; Ecles. 12:7; Zac. 12:1; 1 Tes. 5:23; Sant. 2:26, etc.).

      -- le preguntaron,  28  diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano. (Deut. 25:5)  29  Hubo, pues, siete hermanos; -- “dos maridos hubieran sido suficientes para demostrar el punto de vista de los saduceos. Pero siete hacen que la historia sea más interesante y podría hacer que la historia de la resurrección resultase aun más absurda” (GH).

      -- y el primero tomó esposa, y murió sin hijos.  30  Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos.  31  La tomó el tercero, y así todos los siete, y murieron sin dejar descendencia.  32  Finalmente murió también la mujer.  33  En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?   – Sin duda este fue el argumento favorito y más “fuerte” de los saduceos, y probablemente con él hubieran ganado muchos debates con los fariseos. Sin lugar a dudas solucionar tal problema habría sido demasiado difícil aun para Salomón, pero el argumento tendría mérito solamente si en la resurrección todavía existiera el estado matrimonial. Los saduceos cometieron un error que es demasiado común en el mundo religioso, el de sacar una deducción o conclusión errónea de cierto texto bíblico. Ellos torcieron las Escrituras al concluir que esta ley de Deut. 25:5 de alguna forma afectaran a los que resuciten de los muertos.

      20:34  Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento;  35  pero los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento.  36  Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. -- Mateo 22:29  “Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios”. Si los saduceos hubieran “leído” este texto de las Escrituras (Ex. 3:6, 15, 16; 4:5; Gén. 26:24; 28:13), habrían aprendido que Abraham, Isaac y Jacob aún viven, pues ni siquiera los saduceos afirmarían que Dios es Dios de los muertos. ¿No habían leído Ex. 3:6; Sal. 16:9-11; Dan. 12:2, 3? ¿No creían que 1 Reyes 17:22; 2 Reyes 4:35; 13:21 hablan de la resurrección literal del cuerpo?

      Ignoraban las Escrituras, y torcían las que usaban. Deut. 25:5 obligaba a los israelitas a perpetuar las familias de cada tribu. Dios no quería que desapareciera el nombre (linaje) de ningún israelita, pero no había nada en esa ley que enseñara o implicara que habría matrimonio después de la muerte porque la vida eterna significa que ya no habrá muerte. En esta vida el matrimonio es necesario porque los hombres mueren y es necesaria la procreación para reemplazar a los muertos, pero “en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo”. Los saduceos mostraban su ignorancia de las Escrituras cuando enseñaban que si hubiera resurrección, las relaciones humanas tendrían que continuar como aquí en la tierra. Es cierto que Jesús aclara bien esta cuestión, pero las Escrituras del Antiguo Testamento no enseñaban tal doctrina. Los saduceos mostraban su ignorancia, pues, porque “introducen una premisa falsa, una que es absolutamente ajena a Moisés, es decir, que en el otro mundo, las mismas condiciones prevalecen que existen en este mundo” (RCHL).

      Los “mormones” cometen el mismo error que los saduceos porque enseñan el matrimonial celestial. Practican “matrimonios de templo para tiempo y eternidad”. Son saduceos modernos. (Los testigos del Atalaya también son saduceos porque niegan la existencia del espíritu). Los mormones enseñan que la relación matrimonial continúa en la vida eterna para multiplicar la raza humana. Por esa razón se casan en su templo para solemnizar el matrimonio para la eternidad, no solamente con una mujer sino con varias. (Véanse Doctrinas y convenios, sección 132; también Mormonism – Shadow or Reality?  455sig.,; 475, sobre las ceremonias en el templo). (De esta doctrina carnal de los mormones, se puede concluir lógicamente que la “esperanza” de la devota mormona es la de estar eternamente embarazada).

      También los saduceos ignoraban el poder de Dios, suponiendo que si hubiera resurrección Dios tendría que resucitar al cuerpo con las mismas características que tiene en este mundo. En esto estaban equivocados, porque en la resurrección seremos como los ángeles. No habrá matrimonio porque ya no habrá “varón y hembra” (Gén. 1:27), y no se casan para tener hijos porque nadie muere. En la resurrección abandonamos tales características humanas y tendremos las cualidades de espíritu que pertenecen a los ángeles de Dios.

      Luego, por su propia autoridad, Jesús afirma explícitamente que “en la resurrección ni se casan ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo”.

      20:37  Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. (Ex. 3:6)  38  Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven. – El texto que Jesús citó es del “Pentateuco, el mismísimo libro que los saduceos estimaban superior a todos los demás” (GH).

      20:39  Respondiéndole algunos de los escribas (que eran fariseos y creían en la resurrección), dijeron: Maestro, bien has dicho. – Si los patriarcas viven, entonces hay vida después de la muerte, pero el espíritu no está completo sin cuerpo. Cuando el hombre muere está sin cuerpo y por eso “desnudo”, pero “no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos” (2 Cor. 5:3, 4). Los saduceos no podían refutar este argumento. Tuvieron que  admitir que la prueba de la existencia del espíritu humano aparte del cuerpo era prueba también de la realidad de la resurrección (JWM).

      20:40  Y no osaron preguntarle nada más. – De esta manera terminaron los interrogantes. ¿Para qué seguir preguntándole si cada vez que le hicieron preguntas quedaron avergonzados? Sus preguntas revelaron que no eran sinceros, pero en realidad esto ayudó la causa de Cristo. Las controversias entre Cristo y los líderes religiosos eran pruebas intelectuales. Jesús había hecho muchos milagros en Galilea y aun en Judea para dar amplia evidencia de que El es el Hijo de Dios (Jn. 20:30, 31). Con razón, pues, en estos días finales de su vida daba prueba de su superioridad de conocimiento, intelectualidad y capacidad como debatista.

 

Jesús, Hijo y Señor de David (Mat. 22:41-46; Mar. 12:35-37)

      20:41  Entonces él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David?  42  Pues el mismo David dice en el libro de los Salmos:  Dijo el Señor a mi Señor:  Siéntate a mi diestra,  43  Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. (Sal. 110:1)Este lenguaje indica que el Hijo de David sería el Señor, con poder, honor y gloria (Hech. 2:34; Efes. 1:20) hasta que tuviera a sus enemigos bajo sujeción (Sal. 2:9,12; Heb. 10:13; 1 Cor. 15:25). Todos los enemigos de Cristo que se levanten contra El serán sojuzgados.

      20:44  David, pues, le llama Señor; (por eso, el Mesías tenía que estar en existencia en ese entonces)  ¿cómo entonces es su hijo? -- Esta es una pregunta sencilla, pero tenía significado profundo. Si el Cristo era el hijo de David y al mismo tiempo el Señor de David, entonces tuvo que ser no solamente humano, sino también divino. Nació de mujer (del linaje de David) pero, siendo Dios, era Señor y Maestro.

      Jesús ya había confundido a los fariseos y saduceos y ahora El mismo tomó la ofensiva haciéndoles una pregunta que no se atreverían a contestar. Lo hizo para exponer su ignorancia del significado de las profecías del Antiguo Testamento, para humillarlos y, de esa manera, para disminuir la confianza que la gente tenía en ellos como guías. También les hizo esta pregunta para hacerles reconocer la naturaleza verdadera del Mesías; es decir, que el Hijo de David era superior a David mismo, porque su descendiente era su Señor. Esta pregunta no es exactamente como la de Mat. 16:13, " ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?" No pregunta qué dicen o qué piensan de Jesús (su persona, su obra), sino "¿Cuál es vuestra opinión sobre el Cristo (el Mesías)?" (LBLA), mayormente en cuanto a su genealogía.

      Tiene que ver con el concepto de la gente de su Mesías venidero. Es una pregunta específica: "¿De quién es hijo?" Contestaron, "de David" (Mat. 1:1; 2 Sam. 7:13; Sal. 78:68-72; 89:3, 20-37). El Mesías es Personaje divino. Los judíos no creían esto, y no querían creerlo. Solamente querían un Mesías político, un rey nacional, que venciera a sus enemigos y exaltar en toda manera posible a la nación de Israel, devolviéndola a la gloria que gozaba bajo el reinado de David y Salomón. Por lo tanto, aunque Jesús hacía muchos milagros, el pueblo no quería creer en su divinidad. Sin embargo, la gente sí llamaba a Jesús "Hijo de David", Mat. 9:27; 12:23; 15:22; 20:30; 21:9.

 

Advertencia contra los escribas

(11:37-54; Mat. 23:1-36; Mar. 12:38-40)

      20:45  Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos:  46  Guardaos de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, -- Mat. 23:5, “Pues ensanchan sus filacterias ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos”. “Interpretando literalmente Ex. 13:9, 16; Dt. 6:8; 11:18, se escribían en tiras de pergamino algunos preceptos de la ley; estos preceptos se encerraban en cajitas que eran atadas al brazo izquierdo o a la frente con filacterias o lazos. Jesús criticó que los fariseos hicieran las filacterias llamativamente anchas (Mt. 23:5).Mucha gente piadosa de su tiempo llevaba las filacterias no sólo para la oración, sino durante todo el día… llegaron a convertirse en una especie de amuletos contra toda clase de amenazas y por ello Cristo echa en cara a los fariseos el hecho de que ‘ensanchen tanto sus filacterias’, o sea, que extreman la celebración externa de los actos de piedad” (Dicc. V-E). (Deut. 6:6,  dice, “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;… Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos”.

      Núm. 15, “38  Habla a los hijos de Israel, y diles que se hagan franjas en los bordes de sus vestidos” (también Deut. 22:12, “Te harás flecos en las cuatro puntas de tu manto con que te cubras”). Estos servían para recordar al pueblo de su relación con Dios y sus leyes, que ellos eran su pueblo escogido, pero la ley no especificaba lo largo de los flecos. Los fariseos, movidos por el orgullo y el deseo de ser reconocidos como muy piadosos, alargaban los flecos. De esa manera, en lugar de cumplir el propósito original de Dios, llegaban a ser exhibición de su orgullo y su deseo de ser alabado por los demás.

      -- y aman las salutaciones en las plazas, -- Mateo 23: 7, “y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí. 8  Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.  9  Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos”.  La explicación de Jesús identifica el mal de llevar títulos como el usurpar a Dios como Padre y a Cristo como Maestro. Desde luego, hay maestros en la iglesia (Hech. 13:1; Heb. 5:12; 1 Tim. 3:2; 2 Tim. 1:11), y por implicación Pablo se refiere a sí mismo como el padre de los corintios (1 Cor. 4:15), pero lo que se condena es el uso de títulos religiosos. Pablo nunca se refiere a sí mismo como Padre Pablo, y nunca llamó a los otros apóstoles el Padre Pedro o el Padre Juan, mucho menos el Reverendo Padre fulano de tal. El uso de tales títulos entre los que profesan ser seguidores de Cristo es innegablemente una marca de apostasía.

      -- y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; -- Mar. 12:38, 39; Luc. 11:43; 14:78-11; 20:46. Este problema existía en la iglesia también (Sant. 2:1-4).

      20:47  que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones; éstos recibirán mayor condenación. -- Las "casas" de las viudas significa su propiedad y posesiones. Lucas dice que los fariseos eran "avaros" (Lucas 16:14). En Mat. 23:14 se ve un ejemplo de esa avaricia. Significa que ellos defraudaban a las viudas. Éstos conspiraban con los hijos de sus madres viudas para ganar la herencia (HLB). Convencían a las viudas y a otros pobres a entregar la administración de su propiedad a ellos como guardianes y luego se aprovechaban de este arreglo para defraudarles. Entonces para evitar que los tales sospecharan su conducta perversa, se dedicaban a largas oraciones (hasta tres horas de duración, incluyendo el tiempo de meditación) (AB).

      Los escribas y fariseos eran típicos de todo el comercialismo en el mundo religioso. Después de los primeros siglos se desarrolló el sistema comercial de la iglesia romana. La iglesia mormona es riquísima, más rica que muchas empresas principales de Los Estados Unidos. Los testigos del Atalaya abusan de todos sus "publicadores" y otros, no pagándoles por su trabajo, sino exigiendo cada vez más ventas para enriquecer la organización. Los “televangelistas” defraudan a sus feligreses de multiplicados millones de dólares. Televisan fotos de niños hambrientos, moscas y familias sin casas para pedir dinero, pero los directores de estos proyectos viven en mansiones y llevan vidas de puro lujo. Todos los tales darán cuenta al Señor por los abusos de la religión de Cristo (1 Tim. 6:5).

 

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