Juan 8

 

8:1 y Jesús se fue al monte de los Olivos. -- Dice el margen de LBLA, "Los vers. de 7:53 a 8:11 no aparecen en los mss. más antiguos". Hay argumentos en pro y en contra de la autenticidad de este texto, pero puesto que aparece en las versiones comunes, no lo omitimos. Jerónimo, erudito quien vivió entre 346 a 420 d. de J. C.,  que tradujo la Biblia al latín, dice que en su tiempo este relato apareció en muchos manuscritos griegos y latinos. "La entera escena, el arresto de la mujer, la demanda contra Jesús, el desdén farisaico de la moralidad pública al proyectar el crimen y al criminal para la atención pública en los atrios del templo; el intento de atrapar a Jesús; la destreza de su respuesta; el reconocimiento sutil de la desesperación y vergüenza de la mujer, y la evasión tierna de aumentarlas al desviar la mirada pública de ella a él mientras escribió en tierra; la confusión final de los fariseos y la liberación de la mujer, llevan las marcas de historia verídica. Es imposible creer que la mente de algún monje lo hubiera concebido para añadirlo al registro de Juan" (Abbott, citado por BWJ).

 

8:2 Y por la mañana (al amanecer, LBLA) -- orthrou, Luc. 24:1; Hech. 5:21. "Juan usa generalmente proi (18:28; 20:1; 21:4)" (ATR). Este es uno de los argumentos empleados en contra de la autenticidad de este texto.

          -- volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; (el cap. 7 describe la disensión entre la gente acerca de Jesús, 7:12, 20, 27, 31, 40-43, pero según este texto, el siguiente día, "todo el pueblo" vino a él) y sentado él ("en el lugar de las ofrendas", 8:20), les enseñaba.

 

8:3 Entonces los escribas y los fariseos -- Luc. 5:30; 6:7; 15:2, etc., pero esta es la única vez que los escribas son mencionados por Juan en este libro. Los escribas eran los maestros principales del pueblo. Eran los rabinos, los intérpretes de la ley, pero al enseñar citaban las opiniones de otros doctores de la ley. Por eso, "Cuando terminó Jesús estas palabras (el sermón del monte), la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas" (Mat. 7:28, 29).

          Recuérdese que los escribas y fariseos se justificaban a sí mismos porque físicamente cumplían con las ceremonias de la ley y con docenas de tradiciones humanas cuyo propósito era hacerles más santos y piadosos, que "por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres", pero Jesús les describió como hipócritas, como sepulcros blanqueados, que por dentro estaban llenos de hipocresía e iniquidad (Mat. 23:28). Estos son los hombres que trajeron esta mujer a Jesús.

          -- le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, -- Si estos hombres eran sinceros y amaban la justicia, ¿por qué no trajeron al hombre también, pues ella fue sorprendida en adulterio? ¿Por que la llevaría a Jesús en lugar de llevarla al Sanedrín para que fuera juzgada oficialmente?

          Estos escribas y fariseos solamente buscaban ocasión contra Jesús, pero aquí está en medio una persona, un ser humano. Aparte de odiar a Jesús estos líderes -- desprovistos de compasión y misericordia -- menospreciaban a esta mujer. En otra ocasión Jesús les dijo, "Dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe" (Mat. 23:23). Por esta razón Jesús dijo que no había venido para juzgar (condenar), sino para salvar. Era el Buen Médico que vino para curar a los enfermos (pecadores).

 

8:4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. -- ¿Por qué les importaba este caso? Querían dejar la impresión de que para ellos el pecado de la mujer era muy ofensivo, de que, siendo hombres muy piadosos, simplemente no podían tolerar tal conducta. En realidad "la estaban usando, como uno haría con una herramienta, para sus propios fines. Para ellos, esa mujer no tenía nombre, personalidad, corazón, sentimiento, ni emociones; no era más que una pieza en el juego con el cual trataban de destruir a Jesús" (WB). Este mismo autor cita un libro titulado "A Doctor's Casebook" por el Dr. Paul Tournier: "Si me olvido los nombres de mis pacientes, si me digo, '¡Ah! Ahí está ese ulceroso o ese tuberculoso que vi el otro día', me estoy preocupado más por sus úlceras o sus pulmones que por ellos como personas". Jesucristo no trataba a nadie como si fuera un mero objeto, sino que siempre trataba a todos como personas.

          ¿Cuál es nuestra actitud hacia los que pecan? Parece que lo que primero viene a la mente es criticar, condenar y castigar y no tener nada que ver con ellos. Pero ¿cuál debe ser nuestra actitud? "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (Mat. 7:12). Debo preguntarme qué puedo hacer para lograr su arrepentimiento y cambio de corazón y vida, para que sean salvos o restaurados.

 

8:5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres (omitir mujeres, LBLA) -- Sabían que ya por muchos siglos los judíos no habían practicado tal cosa. ¿Dónde estaba el hombre que cometió adulterio con ella? ¿La mujer cometió adulterio sola? Deut. 22:22 dice, "Si fuere sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido, ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también; así quitarás el mal de Israel".

          -- Tú, pues, ¿qué dices? -- No les interesaba en lo más mínimo el caso de esta mujer. Su único propósito era atrapar a Jesús. Pero ¿qué pasó con su acusación de que Jesús había quebrantado el día de reposo? No abandonaron el plan de prenderle y aun darle muerte. Solamente habían cambio de táctica. Ahora creen que tienen la oportunidad indicada para desacreditarlo, pues Judea era una provincia romana y sabían, desde luego, que el gobierno romano no permitía que los judíos ejecutaran a los criminales (mucho menos a los adúlteros).

          Estos hombres se atrevieron a juzgar al Hijo de Dios, pero pronto se dieron cuenta de que ellos mismos fueron juzgados por El. Parece que los orgullosos intelectuales modernos no son más inteligentes que estos judíos, porque tampoco ellos reconocen que al rechazar a Jesús no lo juzgan a El, sino que ellos mismos son juzgados por El.

 

8:6 Mas esto decían tentándole (Mar. 8:11; 10:2; Luc. 11:16), para poder acusarle. -- Querían atrapar a Jesús en un dilema: (1) si hubiera hecho a un lado la ley de Moisés, lo habrían acusado de ser transgresor de la ley, para que la gente perdiera su confianza en El; pero (2) si hubiera aprobado el plan de apedrearla, lo habrían metido en problemas graves con los romanos (quienes no ejecutaban adúlteros) y también habría perdido la fama de ser amigo de los pecadores. Los judíos se creían muy astutos. Creían que el plan era perfecto, que ahora de veras lo tenían entre la espada y la pared. Compárese Mat. 22:15-22. Cada vez que los escribas y fariseos intentaban atrapar a Jesús en un dilema, ellos mismos quedaban avergonzados. Cada vez que cavaban un hoyo con la esperanza de que Jesús cayera en él, ellos mismos eran las víctimas.

          -- Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. -- El texto no explica lo que Jesús escribió, sino lo que dijo. Es posible que haya escrito la sentencia que pronunció, pues el texto no dice hacer marcas sino escribir. Algunos suponen que con este gesto Jesús indicaba indiferencia hacia lo que decían.

 

8:7 Y como insistieran en preguntarle, -- De esta manera aun más se llamaba la atención de la gente, y de esa manera era aun más impresionante lo que Jesús les dijo. "Ellos insistieron en que les contestara, esperando que él menospreciara el séptimo mandamiento para que ellos pudieran quebrantar el sexto" (JWM).

          -- se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. -- Otra vez Jesús nos deja el ejemplo de citar las Escrituras para refutar a sus adversarios. La respuesta de Jesús les habrá pegado como un relámpago (BWJ). No afirmó nada, pero en lugar de atrapar a Jesús en un dilema, ellos mismos fueron juzgados por El. Demandó acción de ellos. A los acusadores se les olvidó este detalle de la ley: "La mano de los testigos caerá primero sobre él para matarlo, y después la mano de todo el pueblo; así quitarás el mal de en medio de ti" (Deut. 17:7). Para tener el derecho de llevar a cabo la justicia de Dios de esa manera, era necesario que ellos -- como jueces y ejecutores -- fueran exentos de todo pecado que merecería el mismo castigo. De esta manera Jesús expuso la hipocresía de los acusadores, pero al mismo tiempo apoyó la ley de Moisés, diciendo, "arrojar la piedra contra ella"

          Jesús (Mat. 7:1-5) y Pablo (Rom. 2:21-24; Gál. 6:1-3) enfáticamente enseñan que los infieles no tienen el derecho de juzgar a otros. ¿Respetan los hijos a los padres que les castigan por hacer lo que sus padres hacen? "Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo?" (Rom. 2:21).

 

8:8, 9 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, -- Su plan fracasó. Fueron atrapados en su propia trampa. No sé si algún pintor habrá pintado esta escena. Si existe tal pintura nos gustaría verla. ¡Qué drama!

          -- comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. -- Puesto que la mujer no huyó cuando le soltaron, parece lógico suponer que ella quería estar bien con Jesús.

 

8:10, 11 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. -- No solamente ya no condenaban a la mujer, tampoco querían detenerse para seguir tentando a Jesús.

          -- Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más (5:14). -- Los testigos, los acusadores y los ejecutores ya habían desaparecido. Se acabó el asunto, porque Jesús no era testigo del acto; por eso, dijo, "Ni yo te condeno".

          Las palabras de Jesús no pueden usarse como excusa para tolerar el pecado. (Agustín dijo que este texto se había quitado de algunos manuscritos por temor de que las mujeres inmorales fueran alentadas a usarlo como excusa para no reconocer lo serio de su pecado). Lo que Jesús hizo y dijo no minimiza lo serio de ningún pecado, mucho menos el pecado de adulterio. Es interesante observar que, al desaparecer sus acusadores, la mujer no salió corriendo, sino que se quedó con Jesús. También es interesante observar que Jesús, quien conoce el corazón, no dijo, "arrepiéntete", sino "vete, y no peques más". Compárese 5:14.

          "En Jesús encontramos el evangelio de la segunda oportunidad. Jesús siempre manifestaba un interés intenso, no sólo en lo que había sido una persona, sino en lo que podía llegar a ser. No decía que lo que habían hecho carecía de importancia; las leyes quebrantadas y los corazones destrozados siempre importan, pero Jesús estaba convencido de que todos los hombres tienen tanto un futuro como un pasado" (WB). ¿Quién no ha necesitado una segunda oportunidad? (Luc. 22:30, 31; 2 Sam. 12:13; 2 Crón. 33:12, 13, etc.)

 

8:12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo (1:4, 5, 9; 3:19-21; 9:5; 12:35, 36); -- Este es otro de los textos "Yo soy"; otros son 6:35, "yo soy el pan de vida"; 10:9, "Yo soy la puerta"; 10:11, "Yo soy el buen pastor"; 11:25, "Yo soy la resurrección y la vida" (1 Jn. 5:20); 14:6, "Yo soy el camino, la verdad y la vida"; 15:5, "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos". Si algún hombre -- un mero hombre -- hablara de esta manera, todos se darían cuenta de que estaba loco, pero repetidas veces Jesús demostró que verdaderamente El es la luz del mundo. "¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!" (7:46), y podemos agregar que jamás hombre alguno ha tenido la pureza moral, la profunda sabiduría y la influencia duradera de Cristo.

          Cristo es la luz del mundo porque El es Dios. "Dios es luz" (1 Jn. 1:5), la fuente de toda luz, física y espiritual.   Dios "habita en luz inaccesible" (1 Tim. 6:16), como se ve en Ex. 24:17, "Y la apariencia de la gloria de Jehová era como un fuego abrasador en la cumbre del monte, y a los ojos de los hijos de Israel". Ni siquiera podemos mirar al sol. "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende lo alto, del Padre de las luces (cuerpos celestes), en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación" (Sant. 1:17).

          "En el principio cuando Dios creó los cielos y la tierra, dijo, "Sea la luz; y fue la luz" (Gén. 1:1-3). El cuartó día de la creación Dios dijo, "Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche" (Gén. 1:14). Las características de la luz son belleza, resplandor y utilidad. "Suave ciertamente es la luz" (Ecles.. 11:7). El alma anhela la llegada de la luz: "Mi alma espera a Jehová más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana" (Sal. 130:6). Recuérdese el naufragio de Hech. 27. "Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, y habíamos perdido toda esperanza de salvarnos ... Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa, y ansiaban que se hiciese de día" (Hech. 27:20, 29). Una de las plagas abrumadoras de Egipto fue la plaga de las tinieblas: "Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días" (Ex. 20:23). Durante la peregrinación de Israel en el desierto, "Jehová iba delante de ellos ... de noche en una columna de fuego para alumbrarles" (Ex. 13:21); de esa manera Jesús guía en plena luz a los que le siguen.

          La palabra tinieblas se refiere a toda maldad, ignorancia, superstición y los problemas y aflicciones que son el fruto de estas cosas. El profeta Isaías dijo que "tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria" (Isa. 60:2). Al hablar del Siervo de Jehová (Isa. 42:6) dice, "te pondré ... por luz de las naciones"; 49:6, "también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra"; Malaquías 4:2 dice, "Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación, y saldréis y saltaréis como becerros de la manada". Cuando Jesús se transfiguró delante de Pedro, Jacobo y Juan, "resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz" (Mat. 17:2).

          Como el sol que El creó es la fuente de luz, fuerza y energía del mundo físico, así también Cristo es la fuente de toda luz, fuerza y energía espiritual (JBC). Jesús es nuestro Salvador y Mediador, nuestro ejemplo a seguir, el perfecto Maestro para alumbrar el camino para que no andemos en tinieblas (ignorancia, pecado).    "Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo" (1:9). Alumbra a todo hombre, porque El es "el resplandor de" la gloria de Dios. Heb. 1:3.

          Dios es luz. Cristo es luz. Pero ¿cómo alumbra nuestro camino?  "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino" (Sal. 119:105). Con esta luz no tomaremos el camino equivocado, evitaremos las desviaciones y obstáculos en el camino. "La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los sencillos" (Sal. 119:130). "Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen" (Prov. 6:23).

          Es necesario entender la palabra de Dios, pero también es necesario que esté "sobre tu corazón". Deut. 6:6, 7, "Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás (Fil. 3:1; 2 Ped. 1:12) a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes"; es decir, todo el tiempo y en todo lugar debemos enseñar a los hijos las maravillosas obras de Dios. La palabra clave en este texto es "repetirás" (enseñar diligentemente, LBLA), porque de otro modo los niños no aprenden bien, se distraen, olvidan y fácilmente son llevados a caminos malos por sus amigos. El enemigo número uno de los niños es la televisión; los padres que no reconocen este peligro pueden perder a sus hijos. Los que no enseñan con toda diligencia a sus hijos descuidan algo más importante que el alimento, la ropa y la salud física. Los niños y jóvenes que no han sido enseñados diligentemente andarán en tinieblas. Los que andan en tinieblas sufren una vida de miseria, porque hacen malas decisiones, cometen muchos errores y, aun peor, pierden sus almas. Por ejemplo, los que no andan en luz tienen muchos problemas matrimoniales, se divorcian, se vuelven a casar, pelean sobre los hijos, y su vida es una miseria continua.

          También, la iglesia fiel refleja esta luz (Mat. 5:13-16). "En otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad" (Efes. 5:8, 9; 1 Tes. 5:1-8). Los siete candeleros de oro eran las siete iglesias de Asia (Apoc. 1:20). "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable" (1 Ped. 2:9).

          El evangelio de Cristo y la vida fiel de los santos (Fil. 2:15; 1 Ped. 3:1-4) son los medios que Dios usa para esparcir esta luz. La obra de la iglesia es, pues, alumbrar el camino de los hombres por medio de vidas ejemplares y la enseñanza de la palabra de Cristo. "Si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandeza la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios" (2 Cor. 4:3, 4).

          "Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 Jn. 1:5-7). "El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo" (1 Jn. 2:10).

          También la luz nos protege. Rom. 13:12, "La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz".

          -- el que me sigue, -- Cristo no nos da luz solamente para que entendamos su voluntad, sino para que le sigamos. La palabra seguir se refiere a una manera de vivir; es decir, seguirle habitualmente, como soldados que siguen a sus capitanes o generales, como esclavos que obedecen a sus amos, etc.

          -- no andará (no vivirá) en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. -- Rom. 6:4; 8:1-5; 2 Cor. 5:7; Gál. 5:16, 25; Ef. 4:1; 5:15. El cristiano tiene luz, no anda a tientas como un ciego.

          ¿Quién puede andar en tinieblas (ignorancia, decepción, pecado) sin tropezar? En la luz hay seguridad (Sal. 119:105). Hay peligro en las tinieblas. Sin la luz son invisibles los hoyos, los obstáculos, las fieras, etc.

          La luz quiere decir entendimiento. Sal. 119:130, "la exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los sencillos". Pero no basta con aprender la verdad: "¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo" (Isa. 5:20).

 

8:13 Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero (válido, LBLA, margen). -- La luz da testimonio de sí misma. Supongamos que se diga al sol, "Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero. Por eso, tú eres pura noche y tinieblas". Si eso no tiene sentido, entonces tampoco tenía sentido lo que los fariseos decían acerca de Jesús.

          En la tierra Cristo era el Embajador del Padre. El embajador no trae a otro como testigo sino que simplemente presenta sus credenciales.

          En 5:30, 31 Jesús dijo, "No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre. Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero". Es obvio que en este texto Jesús está diciendo que El no daba testimonio independiente del testimonio del Padre, porque la voluntad del Hijo está perfectamente unida con la voluntad del Padre. Aparte del Padre no podía obrar y aparte del Padre no podía testificar.

 

8:14 Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; -- solamente Dios puede testificar acerca de Dios. Debemos estar eternamente agradecidos que Cristo tuviera perfecto conocimiento de dónde había venido y a dónde en pocos meses volvería. Ese conocimiento perfecto, esa perfecta unidad con el Padre, hizo posible que de la manera más completa El revelara al Padre.

          Jesús dijo (5:31), "Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero"; es decir, no sería verdadero si fuera independiente del testimonio del Padre. Aquí en 8:14 dice que su testimonio es verdadero porque "no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre" (8:16). Desde luego, el testimonio de Cristo siempre es verdadero, pero El enfatiza su unidad con el Padre y que el Padre confirma el testimonio del Hijo.

          -- pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy. -- Por eso, ellos no eran capaces de juzgarle. Jesús, siendo Dios, podía testificar infaliblemente de las cosas de Dios.

 

8:15 Vosotros juzgáis según la carne; -- humanamente, según apariencias, 7:24. Sabían algo de su origen (7:27), pero pensaban que Jesús era un mero hombre sin autoridad. También, por juzgar carnalmente, el Cristo crucificado era tropezadero para ellos (1 Cor. 1:23).

          -- yo no juzgo a nadie (en el sentido de simplemente condenar, como lo hacían los fariseos). -- Ellos le juzgaban superficial y carnalmente, pero El no vino para juzgar sino para salvar (3:17). Desde luego, Cristo juzgó a los hombres, pero en realidad lo que nos juzga es su enseñanza (12:47, 48).

 

8:16 Y si yo juzgo, (resultado ineludible de ser la luz del mundo, 3:19-21). mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre. -- Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra El juzgaba (5:40-42), pero su juicio no era carnal sino verdadero, porque en realidad su juicio era el del Padre.

 

8:17, 18 Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. (Deut. 19:15; Mat. 5:17-19). Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí. -- Por eso, cumplen el requisito de la ley. El Padre dio testimonio de El: (1) por medio de la ley, los profetas y los salmos, (2) por Juan el bautista, (3) cuando Jesús fue bautizado y transfigurado, (4) por las obras del Padre hechas por Jesús, etc.

 

8:19 Ellos le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? (¿Dónde está el otro testigo?) Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; -- Con esto Jesús enfatizó que estos judíos no andaban en la luz, sino en la densa oscuridad. Dijeron (7:27), "éste, sabemos de dónde es" (compárense Mat. 13:55; Luc. 3:23). Conocían a la madre de Jesús, pero no conocían a su Padre. Estas palabras son una confirmación adicional del nacimiento de Jesús de una virgen.

          -- si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais. -- 1:18; 12:45; 14:6-8; Col. 2:9 "Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de Dios". Al rechazar a Cristo demostraban que no conocían a Dios.

 

8:20 Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, -- el lugar más público del templo, cerca del lugar donde se reunía el Sanedrín. Esto demuestra la valentía del Señor. No se escondió de sus enemigos. "No se ha hecho esto en algún rincón" (Hech. 26:26).

          -- enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora. -- Dice 7:32 que "los principales sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen"; dice 7:45 que los alguaciles no lo trajeron, sino que dijeron, "¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!" Pero aquí está Jesús casi en su presencia; fácilmente podrían oír su enseñanza, pero ya no levantaron el dedo para prenderle.

 

8:21 Otra vez (7:34) les dijo Jesús: Yo me voy (Hech. 1:9-11) y me buscaréis, -- Después de morir y resucitar ascendería al Padre. (Se puede agregar que durante la Gran Tribulación buscaban a Cristo (Mat. 24:23-26), pero buscaban un Mesías político.) Jesús dijo a Pedro, "A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; mas me seguirás después" (13:33-36). Véase también 14:1-3; 17:24.

          -- pero en vuestro pecado moriréis; -- Ezeq. 3:18; 18:18. "Buscad y hallaréis" (Mat. 7:11), pero le buscaron demasiado tarde (Isa. 55:6, "Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano").

          -- a donde yo voy, vosotros no podéis venir. -- 2 Tes. 1:6-10; 1 Ped. 4:17, 18; Apoc. 14:13. Los pecados separan de Dios (Isa. 59:1, 2; Ef. 2:12; Col. 1:21; 1 Jn. 1:5-7). La única manera de acercarnos a Dios es a través de Cristo (14:6; Heb. 10:19-22).

 

8:22 - 24 Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, (¿por ser blasfemo, engañador y por quebrantar el día de reposo?) que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir? (Para ellos esto no tenía sentido) Y les dijo: Vosotros sois de abajo (Sant. 3:13-17), yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. (1:10; 14:17; 15:18, 19; 17:25. Los que están en el mundo siempre manifiestan una hostilidad hacia Dios). Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, (4:26; 6:20; 8:58; 9:9; 13:19; 18:5, 6, 9; Ex. 3:14; Deut. 32:39; Isa. 43:10). en vuestros pecados moriréis. (14:6; Hech. 4:12).

 

8:25 Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? -- Ellos no querían saber. No eran sinceros, pues bien sabían lo que Jesús decía de sí mismo y, por esta misma causa le perseguían.

          -- Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho. -- Si querían conocer la naturaleza de Cristo, solamente tenían que aceptar sus palabras: "lo que desde el principio" les había dicho (que era el Agua de vida, el Pan de vida, etc. "Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo" (8:28).

8:26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; -- Diría otras cosas como las de 8:23, 24Jesús no vino para juzgar (3:17; 8:15), sino para salvar, pero ineludiblemente la luz juzga las tinieblas (3:19-21). Desde el cap. 5:30, 37-47 Jesús expone la falsedad de los judíos. En el cap. 8 es aun más severo (8:16, 23, 24, 34, 37, 40, 41, 43, 44, 49, 55), como también después (p. ej., 9:39). En realidad la verdad juzga: "la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero" (12:47, 48).

          -- pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo. -- Por lo tanto, lo que Jesús decía y juzgaba era correcto. El era el verdadero representante del Padre, hablando por el Padre, y obrando por el Padre.

         

8:27 Pero no entendieron que les hablaba del Padre. -- No entendieron porque se habían esclavizado a sus tradiciones humanas y aborrecían a Jesús por oponerse a ellas (sobre todo las que regulaban el día de reposo). No entendieron a Jesús porque no conocían al Padre.

 

8:28 Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, -- 3:14; 12:32, 34). Estos textos apuntan hacia la cruz y, por implicación, a la resurrección, la ascensión y la coronación de Cristo.

          -- entonces conoceréis que yo soy, (8:24; 8:58; Ex. 3:14) --  (Compárense Ex. 10:2; Ezeq. 7:4; 11:10; 12:20). Cuando Cristo fue levantado, sin duda algunos fueron convencidos por las tinieblas (Mat. 27:45), y por el terremoto (Mat. 27:51), pero muchos otros fueron convencidos por la resurrección, la ascensión y la coronación de Cristo. Su exaltación a la diestra de Dios fue confirmada por la venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Hech. 2:33-36). En ese día se cumplió la promesa de Jesús de que cuando venga el Espíritu Santo "convencerá (culpará, LBLA, margen) al mundo de pecado, de justicia y de juicio" (16:8). Muchos de los judíos fueron convertidos a Cristo (Hech. 2:22-24; 37-467; 6:7).

          -- y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. -- Se darían cuenta que el mensaje de Cristo era, en realidad, el mensaje del Padre.

 

8:29 Porque el que me envió, conmigo está (12:28; Mat. 3:17; 17:5); no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. -- 4:34; Isa. 53:10, 11; Fil. 2:10, 11.

 

8:30 Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él. -- 2:23, véanse los siguientes versículos para observar la clase de fe que tenían. Compárese 12:42. Parece que estos eran como la semilla "que cayó junto al camino" (Mat. 13:4); pero es necesario recibir "con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas" (Sant. 1:21). "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti" (Sal. 119:11).

 

8:31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, -- 14:21; 1 Jn. 2:4; 3:24; 2 Jn. 6. La Palabra de Dios es alimento que tenemos que seguir recibiendo mediante la constante lectura y meditación. Hay libros que son para leer una sola vez, pero la Biblia no es de esa clase de libros. "Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan" (Luc. 8:13).

          -- seréis verdaderamente mis discípulos; -- El creer de algunos (2:23; 8:30) tenía que ser probado. ¿Cómo se puede saber si la fe es una mera profesión o si es genuina y salvadora? El verdadero discipulado requiere que permanezcamos en su palabra (su doctrina). El término permanecer es una palabra clave en los escritos de Juan: 15:1-8; 1 Jn. 2:24, 28; 3:24; 4:16; no indica simplemente una profesión de fe y los otros actos iniciales de obediencia, sino una vida entregada al Señor. Frecuentemente hablamos del plan de salvación (oír, creer, arrepentirse, confesar que Cristo es el Hijo de Dios, y bautizarse) pero es urgente que siempre enfaticemos la importancia de permanecer en su palabra. Dice Hech. 2:42 que los nuevos conversos perseveraban en la doctrina de los apóstoles. Dice Pablo, "arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias" (Col. 2:7). "Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma" (Heb. 10:39).

 

8:32 y conoceréis la verdad, -- la verdad acerca de Cristo (14:6) y la doctrina enseñada por Cristo (1:17; 7:17; 17:17; 2 Jn. 9).

          -- y la verdad os hará libres. -- La religión de Jesús no esclaviza sino que libera. No es, como muchos suponen, un sistema de restricciones opresivas; más bien, nos hace libres de todo aquello que nos perjudica y destruye. La religión de Cristo es verdadera libertad, pero en realidad el pecador vive en esclavitud. Cristo libera, p. ej., (1) es esclavo del pecado y del poder de Satanás, Hech. 26:18; Rom. 6:17, 18; (2) de la ley de Moisés, Gál. 5:1; (3) de la condenación, (la culpa del pecado) Rom. 8:1; (4) de la acusación de una conciencia mala (8:9; Tito 1:15); (5) de las ansiedades y preocupaciones del mundo (Fil. 4:6, 7); (6) del temor, Heb. 2:14, 15; 1 Jn. 4:18); (7) del egoísmo (2 Cor. 5:17; Gál. 2:20); (8) del dominio del hombre (muchos viven como esclavos de lo que otros piensen, digan o hagan); (9) de los falsos amos espirituales, los ciegos guías, sean religiosos (Mat. 15:14), o de la filosofía (Col. 2:8); (10) de la esclavitud de los vicios y "placeres" mundanos.

 

8:33 Le respondieron: Linaje de Abraham somos, -- Dice Juan el bautista que la descendencia física no tenía importancia, "porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras" (Mat. 3:9). "Los judíos consideraban que Abraham había obtenido tanto mérito por su bondad que ese mérito resultaba suficiente, no sólo para sí mismo, sino también para toda su descendencia" (WB). Hay peligro de cometer el mismo error ahora, porque somos tentados a confiar simplemente en ser hijos de padres cristianos o en "ser miembros de la iglesia correcta", etc.

          -- y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? -- ¡Muy extraño este dicho! En primer lugar no entendían las palabras verdad y libertad. Pero ¿en qué sentido podían ellos pensar que no habían sido esclavos de nadie? En ese momento estaban bajo el yugo de Roma, como sus antepasados habían estado bajo el yugo de los egipcios, los cananeos, los sirios, los asirios, los babilonios, etc., y no solamente habían vivido bajo el yugo de estos gobiernos ajenos, sino que también por mucho tiempo estaban sujetos a los ídolos de esas naciones, y en ese momento estaban sujetos a las tradiciones y mandamientos de hombres (Mat. 15:8, 9). ¿Cómo, pues, podían decir, "jamás hemos sido esclavos de nadie"?

 

8:34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace (poion, participio presente activo, hábito o práctica continuo, ATR; del verbo poiew, continúa haciendo; practica 1 Jn. 3:4-8) pecado, esclavo es del pecado. -- Rom. 6:12-20. Los del mundo creen que los cristianos han perdido su libertad y que están amarrados con cadenas (restricciones), porque no pueden fumar, tomar, bailar, maldecir, etc. Los mundanos que creen que son libres se engañan a sí mismos. Más bien, el diablo los engaña: "el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios" (2 Cor. 4:4).

          Un hábito es una costumbre o disposición que resulta de actos repetidos. Es muy difícil cambiar los hábitos. Los que habitualmente consumen bebidas alcohólicas, fuman, juegan, maldicen, etc., son esclavos de su hábito o costumbre, y la mayoría de los esclavos mueren esclavos.

 

8:35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. -- La ilustración bíblica de esta verdad se ve en el caso de Ismael e Isaac (Gén. 21:10). Véase la alegoría que bien ilustra la diferencia entre el esclavo y el hijo en Gál. 4:21-31, especialmente el ver. 30. El esclavo podía ser despedido de la casa, pero el hijo no. De esta manera, pues, Jesús advirtió a los judíos que si ellos seguían desobedientes y rebeldes contra Dios, no seguirían en la casa como hijos, sino que serían echados fuera como esclavos.

 

8:36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. -- Lamentablemente los judíos no querían ser "verdaderamente libres", sino solamente políticamente libres.

 

8:37 Sé que sois descendientes de Abraham; -- Físicamente eran descendientes de Abraham: "Oh, vosotros, descendencia de Abraham su siervo, Hijos de Jacob, sus escogidos" (Sal. 105:6); "Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo" (Isa. 41:8). Cae en el mismo error el que piensa que es aceptable ante los ojos de Dios simplemente por ser miembro de alguna iglesia fiel.

          -- pero procuráis matarme (7:19-20, 25, 30, 32, 45; 8:20), -- En esto se ve claramente que estos judíos no imitaban el ejemplo de Abraham, porque él no tenía espíritu de odio y envidia y nunca actuó como estos judíos actuaban.     Cuando los mensajeros de Dios llegaron a la tienda de Abraham, los recibió con todo respeto (Gén. 18:1-15), pero Jesús, el perfecto Mensajero de Dios, fue rechazado y maltratado por estos descendientes de Abraham.

          ¿Sigue hablando Jesús "a los judíos que habían creído en él"? Parece que sí. No hay nada en el texto que indique cambio de audiencia. Esto indica lo ofensivo de la implicación de que no eran libres sino esclavos.        Como Jesús dijo, "Sé que sois descendientes de Abraham; pero ... ", así también hoy día se puede decir a algunos: "Sé que sois miembros de la iglesia; pero ... "

          -- porque mi palabra no halla cabida (sitio, LBLA) en vosotros. -- 8:31. No querían permanecer en la palabra de Cristo; por esta causa no eran los descendientes verdaderos de Abraham, sino como los galileos que volvieron atrás, 6:60, 61, 66. Como "no había lugar para ellos en el mesón" cuando Jesús nació (Luc. 2:7), tampoco había lugar en el corazón de los judíos para la palabra de Cristo. No podían soportar o sufrir la palabra de Cristo (2 Tim. 4:3, "no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oir, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias").

          Muchas de las enseñanzas de Cristo y los apóstoles no hallan cabida en los corazones de la gente: por ejemplo, la enseñanza sobre el arrepentimiento y el bautismo, sobre la iglesia (el culto, la asistencia, la organización y obra, que la iglesia es el reino, etc.), sobre el divorcio y segundas nupcias y sobre muchos otros temas.

          Otro significado de la palabra (coreo), traducida "halla cabida" es "avanzar, proceder ... Jn 8:37" (JHT). Véase LBLA, margen, no progresa en vosotros). Este uso de la palabra se observa en 2 Tes. 3:1, "para que la palabra del Señor corra (se extienda rápidamente, LBLA) y sea glorificada". La palabra de Cristo había penetrado el corazón de muchos de los judíos que le escuchaban ("muchos creyeron en él", 8:30), pero al oír su enseñanza acerca de la esclavitud y la libertad, la palabra no avanzó -- no se desarrolló -- en su corazón.

 

8:38 Yo hablo lo que he visto cerca del Padre (con mi Padre, LBLA, en la presencia del Padre, margen); -- Jesús había descendido del cielo del Padre; les habló de lo que había visto y oído. Los judíos rechazaban el testimonio de "Jesucristo el testigo fiel" (Apoc. 1:5); El era Testigo ocular de lo celestial. Esta es otra expresión que indica que estaba unido al Padre (1:1; 5:17-27, 30-32, 37, 43, etc.), y que era el Mensajero del Padre para revelar al pueblo lo que había aprendido estando en la presencia del Padre (5:19, 30; 7:28, 29).

          -- y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre. -- Todavía no lo identifica, pero es muy obvio que Abraham no era su padre. Tampoco era su padre el Padre de Jesús. Entonces, ¿quién sería? Por el momento, no lo especifica. Jesús habló de lo que había visto en la presencia del Padre, y los judíos hacían lo que habían oído de su padre el diablo. Jesús les dijo, "moriréis en vuestros pecados" (8:24) porque eran esclavos del pecado (8:34). ¿Por qué eran así? Porque hacían lo que habían oído "cerca de vuestro padre". También, por este motivo querían dar muerte a Jesús.

          Los hijos comparten la naturaleza de su padre. Nuestro Padre quiere que seamos "participantes de la naturaleza divina" (2 Ped. 1:4), y el padre de los judíos quería que ellos participaran de la naturaleza diabólica.

 

8:39 Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. -- El árbol es conocido por su fruto (Mat. 7:15-23). Los hijos son como su padre. Los judíos habían demostrado por sus obras y por su actitud hacia Cristo que no eran verdaderos hijos de Abraham.

          Aparte de la relación física, no había identificación alguna entre ellos y Abraham, porque éste era un hombre de fe genuina en Dios, que le obedecía aunque le dijera que ofreciera a su único heredero. Era un hombre justo y de buenas obras. Era un hombre noble que se preocupaba por su sobrino, Lot, y lo rescató de sus enemigos.

          Los hijos espirituales de Abraham son todos aquellos, tanto gentiles como judíos, que creen en Cristo y que han "sido bautizados en Cristo" (Gál. 3:27-29).

 

8:40 Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham. -- Abraham nunca quería dar muerte a un mensajero de Dios.

 

8:41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre (ver. 38). Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; -- Si no eran hijos de Abraham, nacieron de fornicación.

          -- un padre tenemos, que es Dios. Tenían la ley, el templo, etc., y, por eso, creían que eran los hijos de Dios, pero eran hijos del diablo que vivían en la casa (religión) de Dios; eran esclavos que no quedarían en la casa para siempre (8:35).

          Algunos comentaristas citan varios textos para demostrar que al caer en la idolatría el pueblo de Israel cometió fornicación contra Dios, pero en este texto (Juan 8:41) Jesús solamente se refiere a dos padres: Dios (ser hijos de Abraham equivale a ser hijos de Dios) y el diablo.

 

8:42 Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; -- Si Dios hubiera sido su padre, entonces habrían amado a Jesús sabiendo que era de la misma familia.

          -- porque yo de Dios he salido (1:14, la encarnación), y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. -- "La prueba del hombre es su reacción con respecto a Jesús ... Jesús es la piedra de toque de Dios mediante la cual todos los hombres son juzgados" (WB).

 

8:43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. -- Este es otro de los textos predilectos de los calvinistas para "probar" que los que no son de los "elegidos", sino que son predestinados incondicionalmente a la condenación, nacieron totalmente depravados y que, por eso, no son capaces de entender la palabra. Si hubieran sido de los condenados, Jesús lo habría sabido; además, si hubieran estado en esa condición, Dios (Cristo) habría sido responsable de ello. Si el caso hubiera sido así, ¿por qué discutía con ellos? ¿Por qué les enseñaba? Les enseñaba porque "los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán" (5:25); es decir, ante los ojos de Dios todos los muertos son responsables: pueden oír y pueden responder.

          Estos no entendieron porque no querían escuchar. No querían creer y aceptar la verdad, 5:44; 9:27. Para ellos el lenguaje de Jesús era un idioma extraño: "no entendéis mi lenguaje". No tenían oído para la verdad. Jer. 6:10, "¿A quién hablaré y amonestaré, para que oigan? He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de Jehová les es cosa vergonzosa, no la aman"; Ezeq. 12:1, 2, "Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, tú habitas en medio de casa rebelde, los cuales tienen ojos para ver y no ven, tienen oídos para oir y no oyen, porque son casa rebelde"; Zac. 7:11, "Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; y pusieron su corazón como diamante ... vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos"; Mat. 13:15; 11:25, 26; 2 Tim. 4:4. Se habían convertido en personas espiritualmente sordas. "Un hombre que no tiene oído musical jamás podrá experimentar el deleite de la música. Un hombre que es ciego a los colores no puede apreciar un cuadro" (WB).

 

8:44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. -- No nacieron hijos del diablo, sino que eran hijos del diablo porque eran imitadores de él; los deseos del diablo y los deseos de ellos eran los mismos. Todo lo que hacían en contra de Jesús era, pues, la conducta normal de ellos. Era de esperarse que ellos se opusieran a Cristo, porque vivían para ejecutar los deseos de su padre. En seguida Jesús nombra dos de los deseos principales del diablo: el deseo de matar y el deseo de mentir.

          -- El ha sido homicida desde el principio, -- Al seducir a la primera mujer causó la muerte (Gén. 2:17; 3:3; Rom. 5:12). Los judíos ya eran homicidas (1 Jn. 3:10, 15), y sólo faltaba la oportunidad para dar muerte a Cristo.

          -- y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. -- Jesús habla de los pecados de matar y mentir porque, en cuanto a su oposición a El, eran los dos pecados principales de los judíos.

 

8:45 Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. -- Siendo hijos del diablo pisoteaban la verdad. No amaban la verdad porque les era muy amarga y nada agradable. Solamente querían palabras mentirosas y engañosas. Querían oír que Abraham era su padre cuando no lo era. Querían oír que eran hombres libres cuando en realidad eran esclavos. Querían oír palabras lisonjeras (1 Tes. 2:5). Querían oír lo que les agradaba. Buscaban la gloria los unos de los otros (5:44).

 

8:46 ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? -- Querían probar que Jesús era meramente un hombre, para justificar su rechazo hacia El y, para lograrlo, deberían acusarle de algún pecado, pues todos los hombres pecan. Probablemente hubo pausa después de esta pregunta para darles oportunidad de acusarle. Parece que no le acusaron de nada. ¿Qué pasó, pues, con las acusaciones de que El había violado el día de reposo y que había blasfemado? (5:18).

          -- Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? -- Si no hallaron pecado (por ejemplo, alguna mentira) en Jesús, entonces deberían creer en El, que no era un mero hombre, sino en verdad el Hijo de Dios.

8:47 El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios. -- Los fariseos pensaban y decían que eran de Dios, pero no lo eran porque no oían las palabras de Dios. Compárese 1 Jn. 4:6, los que verdaderamente son de Dios oyen a los apóstoles. Los que no están dispuestos a oír (en el sentido de obedecer) la palabra de Cristo y los apóstoles demuestran que son hijos del diablo.

         

8:48, 49 Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, (es decir, un hereje, enemigo de Israel, que desobedecía la ley) y que tienes demonio? (Compárese Mat. 12:22-30, "si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido"). Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; ("Quien cuando le maldecían, no respondía con maldición", 1 Ped. 2:23. Jesús honraba al Padre, pero los demonios no honran al Padre. Si fuera siervo de Satanás, estaría honrando a Satanás. y vosotros me deshonráis. (Por eso, deshonraban al Padre).

 

8:50 Pero yo no busco mi gloria; -- Al venir a la tierra Jesús sabía que sería insultado, deshonrado, rechazado y aun crucificado. Nunca esperó recibir gloria de los judíos. Cuando vino a la tierra, en lugar de buscar gloria "se humilló a sí mismo" (Fil. 2:8).

          -- hay quien la busca, y juzga. -- El Padre siempre glorificaba al Hijo.

 

8:51 De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte. -- Aquí está otra de las afirmaciones muy importantes de Jesús. Al decir, el que no se refiere solamente a los judíos sino también a los gentiles. La palabra guarda (tereo) quiere decir obedecer. Se refiere, desde luego, a la muerte segunda (Apoc. 2:11; 20:14). Los fieles no temen la muerte física, porque es en realidad la puerta a la vida verdadera (2 Cor. 5:6-8, Fil. 1:21-23).

 

8:52 Entonces los judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas (Zac. 1:5); -- Aunque Abraham y los profetas guardaban la ley de Dios, todos murieron.

          -- y tú dices: El que guarda mi palabra, nunca sufrirá muerte. -- Creían que estaba fuera de sí. ¿Cómo podría Jesús hacer algo (evitar la muerte) que Abraham y los profetas no pudieron hacer por sí mismos?

 

8:53 ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham (compárese 4:12), el cual murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo? -- Entonces te glorificas a ti mismo, pensando que eres mayor que Abraham y los profetas. Les convenía reconocer que Jesús era mayor que Abraham y los profetas (compárese Mat. 12:41, 42).

 

8:54, 55 Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo (aparte del Padre) mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica (12:28), el que vosotros decís que es vuestro Dios. Pero vosotros no le conocéis; (7:28; 8:19; 16:3; 15:21; 17:25; no le conocían porque no guardaban su palabra) mas yo le conozco, (por ser uno con El, 10:30, y por guardar su palabra) y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros (8:44); pero le conozco, y guardo su palabra. -- Jesús poseía un conocimiento especial (único) de Dios, y que de manera especial le obedecía.

 

8:56 Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. -- En su presencia, delante de sus ojos, Jesús había hecho milagros y de varias maneras había demostrado que El era el Mesías. Abraham no tenía tales ventajas, pero con ojos de fe mirando de lejos (Heb. 11:13), "y creyéndolo, y saludándolo" había visto al Mesías y creía en El (Gén. 12:3; 22:16-18; Gál. 3:8, 16). Al igual que Moisés Abraham podía ver al Invisible (Heb. 11:27).

 

8:57 - 59 Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? (¿Jesús dijo que había visto a Abraham? No, sino que Abraham había visto su día). Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. (Jesús no dice, "Antes que Abraham fuese, yo era". Jesús se identifica con el Yo Soy de Ex. 3:14, el Dios Eterno (no creado). Este es otro texto que los testigos del Atalaya cambian y tuercen porque niegan y blasfeman a Cristo). Tomaron entonces piedras para arrojárselas; (Esto indica que entendieron que al decir "Yo soy" Jesús afirmaba su deidad) pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue. (Compárese Luc. 4:29, 30).

 

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