Hechos 27
27:1 -- Cuando se decidió (véase 23:11; 25:12) que habíamos de navegar para Italia -- Por lo menos dos hermanos acompañaron a Pablo en este viaje: Lucas está nuevamente con Pablo (compárese 16:9-16; 20:5-21:17); también Aristarco (Col. 4:10; Filem. 24) les acompaña (27:2). Lucas escribió este relato, pues, como testigo ocular.
-- entregaron a Pablo y a algunos otros presos -- Jesús tuvo que sufrir entre dos criminales; muchos presos de las provincias se llevaban a Roma para pelear con animales para la diversión de los romanos.
-- a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta. -- La Biblia habla favorablemente de varios centuriones: véanse Mat. 8:5; 27:54; Hech. 10; 23:17.
La providencia de Dios se ve claramente en el asunto de llevar a cabo la promesa hecha a Pablo por el Señor en Hechos 23:11 ("... es necesario que testifiques también en Roma"). Dios obró por medio de varios factores que son como eslabones en esta cadena de eventos: (1) el odio de los judíos (querían matar a Pablo); y, por eso, (2) Claudio Lisias, el tribuno romano, le tuvo que rescatar y proteger una y otra vez; (3) la avaricia de Félix, pues dejó preso a Pablo por dos años, esperando recibir dinero de él; (4) la indecisión de Festo; y, (5) la ciudadanía de Pablo y su derecho de apelar a César cuando veía que no había justicia ni con judíos ni con romanos.
27:2 -- Y embarcándonos en una nave adramitena que iba a tocar los puertos de Asia, zarpamos, estando con nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica (20:4; Col. 4:20; Filemón 24). Sin duda alguna la presencia de estos dos compañeros (Lucas y Aristarco) fue mucho consuelo para Pablo.
27:3 -- Al otro día llegamos a Sidón; y Julio, tratando humanamente a Pablo, le permitió que fuese a los amigos (24:23; Juan 15:14; 3 Jn 15) para ser atendido por ellos. Aunque Pablo era prisionero se le concedió mucha libertad para visitar a los hermanos y seguir predicando el evangelio a muchos (24:23; 28:16). Véanse también los versículos 43, 44 y 28:16. En primer lugar, la ciudadanía romana de Pablo tuvo que ser respetada, pero también es probable que por escuchar a Festo (y tal vez al rey Agripa) Julio se dio cuenta de la inocencia de Pablo.
27:4-6 -- Y haciéndonos a la vela desde allí, navegamos a sotavento de Chipre, porque los vientos eran contrarios. Habiendo atravesado el mar frente a Cilicia y Panfilia, arribamos a Mira, ciudad de Licia. Y hallando allí el centurión una nave alejandrina (Alejandría fue un puerto de Africa) que zarpaba para Italia, nos embarcó en ella. Cargaba trigo (v. 38). Roma importaba grandes cantidades de trigo y otros alimentos de Egipto.
27:7 -- Navegando muchos días despacio, y llegando a duras penas frente a Gnido, porque nos impedía el viento, navegamos a sotavento de Creta, frente a Salmón. -- Hicieron lo mejor que pudieran frente a esos "vientos contrarios". (¡Cuánto más nosotros debemos seguir "navegando" hacia adelante a pesar de vientos contrarios!)
27:8, 9 -- Y costeándola con dificultad, llegamos a un lugar que llaman Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea. Y habiendo pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegación, por haber pasado ya el ayuno, Pablo les amonestaba -- el "ayuno" se refiere al día de expiación (séptimo mes, décimo día), a fines de septiembre o a principios de octubre. En esa área entre noviembre y marzo se suspendía la navegación, y aun desde a mediados de septiembre fue muy peligrosa.
27:10 -- diciéndoles: Varones, veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras personas. -- ¡El preso Pablo aconsejaba a los profesionales! Esta predicción de Pablo se cumplió: se perdió la nave con su carga, y todos los pasajeros sufrieron bastante aunque por la bondad de Dios no perdieron su vida (ver. 22, 44). Pablo no solamente era un hombre muy inteligente, sino también tenía mucha experiencia. Según 2 Cor. 11:25 (escrita antes de los eventos de Hechos 27) él ya había sufrido naufragios tres veces. El conocía el mar, los vientos y barcos y sabía que el tiempo ya había pasado para navegar con seguridad.
27:11 -- Pero el centurión daba más crédito al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía. -- Desde este momento en adelante Pablo demostró que él tenía más capacidad para dirigir que los encargados (el capitán, el piloto, el centurión). El centurión tenía mucho aprecio por Pablo y lo trataba humanamente, pero él creía que era más razonable escuchar "al piloto y al patrón" (los profesionales) y no a Pablo. Al rechazar el consejo de Pablo, los oficiales perdieron su gran oportunidad. Como millones hoy en día, son advertidos pero no escuchan y tienen que sufrir las consecuencias. La lección para el mundo es que el consejo de un hombre de Dios sobre cualquier tema se debe tomar en cuenta.
Pero hay una lección valiosa aquí para nosotros. Algunos de los que deben saber más (que se consideran "profesionales") no son guías confiables. Por lo tanto, la Biblia requiere que cada persona estudie, piense y razone por sí misma (1 Jn. 4:1; 1 Tes. 5:21, etc.)
27:12 -- Y siendo incómodo el puerto para invernar, la mayoría acordó zarpar también de allí, por si pudiesen arribar a Fenice, puerto de Creta que mira al nordeste y sudeste, e invernar allí. -- Así es la mayoría de la gente: buscan solamente lo conveniente y hacen caso omiso de lo seguro. ¡Cuántas veces se equivoca "la mayoría"! No podemos seguir "a los muchos" (Ex. 23:2), porque los muchos escogen el camino incorrecto (Mat. 7:13), el camino que a ellos les parece "derecho" pero "su fin es camino de muerte" (Prov. 14:12).
27:13 -- Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta. -- Esta brisa fue simplemente la calma que precedió a la tormenta. ¡Les pareció bueno pero fueron engañados! "Levaron anclas" y salieron "viento en popa". Estuvieron tan seguros de poder llegar fácilmente a su destino que ni siquiera alzaron el esquife (v. 16). La distancia entre Buenos Puertos y Fenicia era apenas unos sesenta y cinco kilómetros; fácilmente llegarían en unas tres o cuatro horas. ¡Así les pareció! ¡Así pensaron! ¡Mucho cuidado con la "brisa del sur"! Muchos son llevados por vientos engañosos (Efes. 4:13, 14).
27:14 -- Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón (este-noreste). -- Esto ocurrió "no mucho después". Compárese Heb. 11:25, "los deleites temporales del pecado"; es cierto que sopla "una brisa del sur" por un tiempo. Hay deleites en el pecado por un tiempo. Esto no se puede negar. Pero pronto viene el "viento huracanado" y luego, ¿qué pasa con la "brisa del sur"? La brisa del sur es pura "carnada" para seducir a los marineros de esta vida a salir de los Buenos Puertos, el lugar de seguridad, para que sean llevados por el "viento huracanado". Los más engañados son los jóvenes que creen que para ellos la "brisa del sur" soplará por largos años, que algún día, ya después de disfrutar de la vida habrá tiempo para buscar un puerto seguro. ¡Qué viento tan engañoso!
27:15 -- Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento (no pudieron verlo ojo a ojo), nos abandonamos a él y nos dejamos llevar. -- Ya no podían llegar a su destino deseado (Fenicia) ni tampoco volver al puerto seguro; "nos dejamos llevar", víctimas indefensas de una tempestad cruel, hasta naufragar en lugares desconocidos (ver. 39).
27:16 -- Y habiendo corrido a sotavento de una pequeña isla llamada Clauda, con dificultad pudimos recoger el esquife. -- "Pudimos" indica que Lucas hizo su parte del trabajo (véase el v. 19). El "esquife" era el bote salvavidas.
27:17 -- Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos (sogas, cables) para ceñir la nave; y teniendo temor de dar en la (los bancos de, LBLA) Sirte (en el agua baja había bancos de arena movediza), arriaron las velas (echaron el ancla flotante, LBLA; margen, O, posiblemente, la vela; aparejos, VM, VHA) y quedaron a la deriva (la nave se llevó cada vez más lejos de Fenicia). -- La diferencia entre las versiones en cuanto a bajar las velas tiene que ver con el problema de la dirección del barco, porque no habrían tenido control alguno del barco si hubieran bajado todas las velas. Para evitar los bancos de arena que quedaron al sudoeste tuvieron que usar las velas de tormenta para apuntar la nave casi directamente hacia el viento para que los llevara hacia el oeste y un poco nordeste. Es probable que La Versión Moderna y la Versión Hispano-americana tengan razón: dicen que bajaron los "aparejos".
Ahora Lucas dice "usaron" y "arriaron" (no se incluye a sí mismo) porque habla del trabajo que solamente los marineros entendían.
27:18 -- Pero siendo combatidos (como pelota de fútbol, de una ola a otra) por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a alijar, (compárese Jonás 1:5, la misma expresión). -- De esta manera -- figurativamente -- durante las tempestades furiosas de la vida tenemos que alijar: "despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante" (Heb. 12:1). Pablo dice que "los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición" (1 Tim. 6:9). Los tales deberían descargar las cosas que les pueden hundir (compárese Mat. 19:21, 22). Muchos dicen ser dueños de cierto capital, cuando en realidad el capital es dueño de ellos.
27:19 -- y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave (es decir, los muebles, camas, mesas, sillas, equipo y equipaje, todo lo que pudiera eliminarse). -- Aquí está un buen ejemplo de lo que Satanás dijo: "todo lo que el hombre tiene dará por su vida" (Job 2:4). ¡Qué bueno si los hombres estuvieran dispuestos a dar todo para salvar su alma!
27:20 -- Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días (por eso sin medios de navegación), y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos. -- Todavía no se sabía nada de sextantes, cartas y brújulas. Tenían que estudiar la posición del sol y de las estrellas, pero el cielo estaba completamente cubierto. Así es el cielo de la mayoría de la gente: completamente nublado por causa de la ignorancia y el pecado (sin hablar de las consecuentes tribulaciones). ¡Cuántos navegan sin carta y brújula! Como dice el himno la palabra de Dios es "norte y guía" para el cristiano. El cuadro presentado aquí de estos marineros y sus pasajeros es precisamente la condición del mundo sin Cristo: todos son acosados por las tempestades de la vida y no hay "ni sol ni estrellas" para guiarles. Por eso, viven desesperados.
Entonces, a los tales Dios ofrece consuelo cuando se pierde toda esperanza, es decir, cuando los hombres se dan cuenta que ya no pueden depender de sí mismos (2 Cor. 1:8, 9). Como la "brisa del sur" precedió a la tormenta, también el momento más oscuro frecuentemente precede al consuelo de Dios.
27:21 -- Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos (no por falta de comida, v. 38), puesto en pie en medio de ellos, dijo: -- Ahora Pablo tomó su lugar debido como el más inteligente, el más capacitado, el más responsable, para tomar la dirección de esa situación desastrosa. Cuando él les habló la primera vez, sabía lo que decía. Tenía razón y ahora -- ya muy tarde -- todos lo saben. Nadie le dijo que no tenía el derecho de hablar, sino que le escucharon.
-- Habría sido por cierto conveniente, oh varones, haberme oído, y no zarpar de Creta tan sólo para recibir este perjuicio y pérdida. -- Dice en efecto, ¡se lo dije! pero se lo dijo con el propósito de que ahora le escucharan. Se equivocaron por no escucharle y no convenía que se equivocaran otra vez. Por estar cerca de Dios y por poner toda su confianza en Dios, desde ese momento, verdaderamente Pablo se encargó de todo y llegó a ser prácticamente el comandante de la nave.
27:22 -- Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. -- Por causa de la presencia de Jonás los marineros estuvieron en peligro de perder sus vidas, pero por causa de la presencia de Pablo los marineros se salvarán. (La única semejanza entre Jonás y Pablo es que después de sus respectivas experiencias los dos fueron a predicar de acuerdo al mandamiento de Dios, Jonás a Nínive, Pablo a Roma).
27:23 -- Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios -- el v. 10 registra la opinión de Pablo basada en su experiencia pero ahora habla por inspiración divina; antes les habló como hombre inteligente de mucha experiencia, como hombre de carácter y digno de guiar a otros, pero ahora les habla con aun más fuerza porque es portavoz de un mensaje de Dios.
-- de quien soy (por los derechos de redención) y a quien sirvo -- esta es una expresión magnífica de la entrega total de Pablo al Señor, Gál. 2:20 (Harkrider). Compárese Isa. 43:1.
27:24 -- diciendo: Pablo, no temas -- esto no necesariamente implica que Pablo temía ni que se puede comparar con los otros apóstoles, Mat 8:26.
-- es necesario que comparezcas ante César -- el Señor consoló a Pablo recordándole que él tenía que comparecer ante César (como ya le había dicho, 23:11). Ninguna tempestad podía evitarlo.
-- y he aquí, Dios te ha concedido (como regalo) todos los que navegan contigo -- ¡276 hombres salvos por causa de Pablo! Esta promesa indica que Pablo había rogado por todo el grupo, incluyendo a los otros presos y que Dios le concedió su petición. Esto demuestra la paciencia de Dios porque El no quiere que nadie perezca sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Ped. 3:9, 15). Estos oficiales, marineros, soldados, presos y los otros pasajeros recibieron más tiempo para obedecer a Dios.
¡Qué bendición para aquellos marineros, soldados y prisioneros tener a Pablo en el barco! Por causa de él todos fueron salvos. Esto bien ilustra la importancia del cristiano en medio de un mundo perverso. Jesús dice que somos luz y sal (Mat. 5:13-16). Sin reconocerlo los mundanos reciben muchos beneficios por la presencia de gente justa. Pablo casi murió por estar entre presos, pero entonces éstos se salvaron por causa de él (Henry).
¡He aquí la importancia de un solo justo! ¿Qué dijo Dios a Abraham acerca de Sodoma? (Gén. 18:32) Dijo Abraham, "Señor ... quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez". Véase también Jer. 5:1, "Recorred las calles de Jerusalén, y mirad ahora, e informaos; buscad en sus plazas a ver si halláis hombre, si hay alguno que haga justicia, que busque verdad; y yo la perdonaré". ¡Por un solo hombre justo Dios estaba dispuesto a perdonar a Jerusalén! Me pregunto en este año 1994, "¿Por cuántos justos perdonarán Dios a Estados Unidos para no destruir esta nación?" Lo que me consuela es este pensamiento: "Más fácil es que sean muchos malos salvos con un pequeño número de píos, que el que perezca un solo piadoso con muchos culpables" (Bengel, citado por Bonnet).
¿Cuántos hijos saben la importancia de tener padres piadosos? ¿Cuántos trabajadores aprecian a los patrones o empresarios que son justos y los tratan con respeto y consideración? ¿Cuántos aprecian a sus vecinos cristianos que son respetuosos y confiables? Las bendiciones que Dios derrama sobre sus hijos caen también sobre otros que están asociados con ellos.
27:25 -- Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho. -- Pablo no tenía confianza en sí mismo (2 Cor. 1:8, 9), sino en Dios, sabiendo que siempre ha sido fiel. Véanse Gén. 3:15; 12:1-3; Isa. 2:2-4; Isa. 53; Heb. 4:12. Por lo tanto, nosotros podemos decir con Pablo: "yo confío en Dios que será así como se me ha dicho", p. ej., lo que nos dice en Hech. 1:9-11; 2 Tes. 1:7-10; 2 Ped. 3:10; etc.
27:26 -- Con todo, es necesario que demos en alguna isla. -- Dios provee el refugio. Es probable que todos hayan tomado en serio lo que Pablo dijo; que sepamos nadie se burlaba.
27:27 -- Venida la decimocuarta noche, y siendo llevados a través del mar Adriático, a la medianoche los marineros sospecharon que estaban cerca de tierra (presentían que se estaban acercando a tierra, LBLA; margen: Lit., que alguna tierra se acercaba a ellos); -- porque el oído de los marineros estaba entrenado para discernir los sonidos del mar, especialmente el sonido de las olas rompientes.
27:28, 29 -- y echando la sonda, hallaron veinte brazas; y pasando un poco más adelante, volviendo a echar la sonda, hallaron quince brazas. Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa, -- "Normalmente las anclas se echaban (y se echan) por la proa, pero era necesario mantener el barco en línea con el viento y el empuje de las aguas, con la proa hacia la tierra, en espera de la posibilidad de encallarlo a la luz del día" (Trenchard).
-- y ansiaban que se hiciese de día (Lit., oraban para que se hiciera de día, LBLA). -- Los paganos oraban a sus dioses. En tales tormentas casi cualquier hombre orará a algún dios.
¿Qué tan segura es el ancla nuestra? Heb. 6:18. Seguramente el ancla espiritual de Pablo -- su esperanza viva -- le sostuvo a través de este y los otros naufragios, como también en todas las demás pruebas (2 Cor. 11:24-28). El Sal. 91 da mucho consuelo para los hijos de Dios en tiempos tempestuosos.
27:30 -- Entonces los marineros procuraron huir de la nave, y echando el esquife al mar, aparentaban como que querían largar las anclas de proa. -- Estos marineros eran hombres crueles, ingratos y egoístas. Creían que el barco ya no aguantarían más, que en cualquier momento se rompería en mil pedazos, y ellos pensaban solamente en sí mismos. Estos marineros estaban dispuestos a abandonar a los demás a merced de la tempestad. Así son muchos de los "compañeros" mundanos de la actualidad: traicioneros, hostiles, egoístas, inhumanos y crueles.
27:31 -- Pero Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros. -- ¿Por qué no habló con el piloto y el dueño del barco? Obviamente eran cómplices porque los marineros no podían echar el esquife al agua para largar las anclas de la proa sin autorización de los oficiales. Por eso, Pablo habló con el centurión y los soldado y les dijo, "Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros". Solamente los marineros podían conducir la nave de la manera que se observa en los siguientes versículos. Si hubieran abandonado a los otros, ¿qué esperanza habrían tenido de salvarse?
Lucas no dice si Pablo tuvo ayuda de Dios para descubrir este mal, pero en realidad, como ya se comentó, Pablo era un hombre muy inteligente, y no tuvo que ser inspirado para detectar esa táctica diabólica.
Pablo tenía plena confianza en la promesa de Dios de que él llegaría a Roma, pero siguió poniendo su parte. No fue pasivo en este plan de Dios, sino que en cada paso él actuó como si dependiera solamente de sí mismo. Hech. 23:16-21 explica cómo Pablo puso su parte para que fallara el complot de los judíos. "La agencia divina y la instrumentalidad humana están en todos los eventos de la vida tanto como en este caso" (JFB).
Dios había prometido que todos serían salvos, pero fue una promesa condicional. Todos tuvieron que permanecer en la nave, como Noé y familia tuvieron que estar en el arca, y como nosotros tenemos que permanecer en Cristo (y, por lo tanto, en la iglesia), porque fuera de El no hay salvación. Desde luego, la promesa de la segunda venida de Cristo no depende de nosotros, pero la salvación nuestra sí depende de nosotros.
27:32 -- Entonces los soldados cortaron las amarras del esquife y lo dejaron perderse. -- Imagínese la frustración de los marineros y el enojo de los soldados. Aparentemente los soldados no pensaron en la necesidad del esquife para salvarse -- dudo que Pablo quisiera cortar las amarras del esquife -- sino solamente en parar a los marineros. Entonces los marineros tuvieron que trabajar duro para salvar su propia vida y al mismo tiempo salvaron a los demás.
27:33 -- Cuando comenzó a amanecer, Pablo exhortaba a todos que comiesen, diciendo: Este es el decimocuarto día que veláis y permanecéis en ayunas, sin comer nada. -- Pablo sigue siendo el comandante. Bien sabía que para escapar del barco y llegar a tierra tenían que comer porque en su condición debilitada fácilmente se hubieran ahogado. También al hacer esto dejarían de pensar tanto en los problemas.
27:34 -- Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud (supervivencia, LBLA); pues ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá. -- Pero les esperaba trabajo duro y para ello necesitaban alimentación. Pablo era un hombre práctico. Sabía que Dios es cumplido, pero sabía que también la gente tenía que poner la parte que le correspondía.
27:35 -- Y habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos, y partiéndolo, comenzó a comer. -- Para poder comer durante una tempestad tan feroz Pablo tenía que poseer la calma vista en Jesús durante otra tempestad (Mar. 4:37, 38). Recuérdese el Sal. 46. De esta manera pública Pablo declaró su dependencia de Dios y su gratitud por su misericordia. No se avergonzó de orar delante de los inconversos.
27:36 -- Entonces todos, teniendo ya mejor ánimo, comieron también. -- Que sepamos no había otros cristianos en el barco excepto Pablo, Lucas y Aristarco. Los demás eran paganos. Sin embargo, todos se han calmado y se han alentado por el ejemplo y por las palabras de Pablo.
27:37-42 -- Y éramos todas las personas en la nave doscientas setenta y seis. Y ya satisfechos, aligeraron la nave, echando el trigo al mar. (Entre más ligero el barco, más cercano llegaría a la costa). Cuando se hizo de día, no reconocían la tierra, pero veían una ensenada (bahía, LBLA) que tenía playa, en la cual acordaron varar (lanzar, LBLA), si pudiesen, la nave. Cortando, pues, las anclas, las dejaron en el mar, largando también las amarras del timón; e izada al viento la vela de proa, enfilaron hacia la playa. (Desde luego, se cortaron las anclas debido a su peso excesivo y porque ya no se podrían usar más). Pero dando en un lugar de dos aguas, hicieron encallar la nave; y la proa, hincada, quedó inmóvil, y la popa se abría con la violencia del mar. Entonces los soldados acordaron matar a los presos, para que ninguno se fugase nadando. -- La ley romana fue muy estricta: los soldados pagarían con sus propias vidas si los presos escaparan (16:25-28). Pero lo muy cruel de ellos se ve en que estaban dispuestos a matar a Pablo por el cual Dios estaba salvándoles.
27:43 -- Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo les impidió este intento, -- es obvio que el centurión quedó profundamente impresionado por el carácter y conducta de Pablo. Los valientes entienden y saben apreciar la valentía en otros. El centurión de Luc. 7, un hombre que tenía mucha autoridad, entendía y sabía apreciar la autoridad de Jesús. Por segunda vez los prisioneros fueron salvos por Pablo.
-- y mandó que los que pudiesen nadar se echasen los primeros, y saliesen a tierra -- Los soldados, siendo hombres disciplinados y entrenados para tales peligros, llegarían pronto a la costa para encargarse de los prisioneros. Este plan indica mucha inteligencia de parte del centurión y evitó una gran matanza.
Para salvar a Pablo (un solo hombre) el centurión estaba dispuesto a salvar a todos los presos.
27:44 -- y los demás, parte en tablas, parte en cosas de la nave. Y así aconteció que todos se salvaron saliendo a tierra. -- ¡Qué conclusión más sencilla! Es una frase muy sencilla pero está muy llena de significado. De esta manera la palabra de Dios se cumplió (ver. 22-24). Entonces Pablo, el prisionero, llega a ser Pablo el héroe, Pablo el ejemplo, y Pablo el guía de todos. ¿Por qué? Porque de todo corazón pertenecía a Dios ("de quien soy a a quien sirvo") y de todo corazón confiaba en Dios, "que será así como se me ha dicho".
Observaciones finales: Pablo era un gran conductor de hombres porque él mismo fue guiado por Dios (Barclay). Pablo era un "hombre" en el sentido más noble de la palabra. El dice (1 Cor. 15:10), "por la gracia de Dios soy lo que soy".
Verdaderamente demostró esa gracia en su comportamiento durante este naufragio. Con fuerza y dignidad hizo el papel de comandante del barco.
En varios textos Pablo se refiere a sus tribulaciones y explica los beneficios de ellas (p. ej., Rom. 5:3-5; 2 Cor. 12:8-10).
Sin duda alguna Dios salvó a los 276 que estuvieron en el barco, pero cuando Pablo se encargó él puso condiciones (lo que el hombre tiene que hacer): que no salieran los marineros del barco, y que todos comieran.
Por último, este capítulo bien ilustra lo que Pablo dice en Rom. 8:31, "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?"
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