Capítulo 4

4:1 -- Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; -- Pablo continúa la figura ya introducida (3:24); en esa cita él en­fatiza el papel de la ley como ayo y ahora en­fatiza el papel de los que estaban bajo la ley. Vemos en este capítulo que Pablo sigue di­rigiendo "sucesivos golpes de ariete contra las fortificaciones del error entre las iglesias de Galacia" (Trenchard). Sigue explicando que la ley vino antes que el evangelio porque servía para entrenar y desarrollar al pueblo de Dios. Durante el tiempo de la ley los judíos eran herederos pero eran como niños y tuvieron que ser controlados como si fueran siervos. Por lo tanto, la ley de Moisés era una ley rudimentaria, temporal y provisional.

4:2 -- sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. -- La ley de Moisés se compara con guardianes en­cargados de administrar la herencia de los judíos durante el tiempo de su niñez. El "tiempo señalado por el Padre" es el tiempo del evangelio. Este tiempo llegó cuando por fin el ayo les llevó a Cristo (3:24). Al oír y obedecer al evangelio de Cristo, recibieron su herencia.

4:3 -- Así también nosotros, cuando éramos niños, -- Antes de llegar "la fe" (3:25) y los judíos todavía estaban bajo la ley de Moisés como ayo (tutores y curadores).

          -- estábamos en esclavitud bajo los rudi­mentos del mundo. -- La palabra rudimentos viene de "stoicheion ... los principios rudi­mentarios de la religión, judaica o gentil, descritos también como 'los rudimentos del mundo', Col. 2:20, y como 'los débiles y po­bres rudimentos', Gá 4:3, 9, que constituían un yugo de esclavitud" (Vine). Con esto Pablo describe el carácter elemental y rudi­mentario de la ley de Moisés. Col. 2:14-23 describe los rudimentos del mundo, tanto los de la ley de Moisés como los de otras reli­giones. Para Pablo todos los rudimentos es­clavizan y Cristo es el único que nos puede liberar de ellos.

4:4 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, -- El tiempo indicado por los profetas (Gén. 49:10; Miqueas 5:2; 2 Sam. 7:12; Hech. 3:24). "En la dispensación del cumplimiento de los tiempos" (Ef. 1:10). La promesa a Abraham (Gén. 12:3) fue cumplida. El reino anunciado por los profetas, por Juan y por Jesús fue establecido. "Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros" (Luc. 4:21). "Todo está dispuesto; venid a las bo­das" (Mat. 22:4). "En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación" (2 Cor. 6:2).

          La dispensación del evangelio es el último tiempo, la última dispensación. Desde el día de Pentecostés (Hech. 2) estamos viviendo en "los postreros días" (Hech. 2:16, 17; Heb. 1:1, 2; 1 Ped. 1:20; 1 Jn. 2:18).

          -- Dios envió a su Hijo, -- Con esto Pablo afirma la Deidad de Cristo; al decir que Dios "envió a su Hijo" afirma su preexistencia (Jn. 1:1, 2, 14; Fil. 2:6).

          -- nacido de mujer -- Afirma la humanidad de Cristo. Gén. 3:15, Cristo es la simiente de la mujer que vino para herir la serpiente en la cabeza. Era verdadero descendiente de Abraham (3:16) y de David (Rom. 1:3). Par­ticipó de nuestra naturaleza (Heb. 2:14-16) para destruir al que tiene el imperio de la muerte y para librarnos del temor de la muerte.

          -- y nacido bajo la ley, -- Fue circuncidado al octavo día (Luc. 2:21), y presentado en el templo (Luc. 2:22-24), asistía a la sinagoga y participaba en los estudios (Luc. 4:16), en­señaba a los judíos que deberían guardar toda la ley, aun los mandamientos más pe­queños (Mat. 7:18-19; 23:3, 4). Nació bajo la ley para tomar el lugar de los nacidos bajo la ley, sujetándose a sí mismo a la misma posi­ción de ellos. Llevó el yugo insoportable de la ley (Hech. 15:10).

4:5 -- para que redimiese a los que estaban bajo la ley, --  "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición" (3:13).

          -- a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. -- El Padre adopta a los esclavos para que sean herederos por medio de la obra re­dentora de Jesucristo quien nos ha reconciliado con Dios (Efes. 2:12, 13, 16).

4:6 -- Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, -- Rom. 8:9; Fil. 1:19. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo (Jn. 15:26).

          -- el cual clama: ¡Abba, Padre! -- Padre, en cualquier idioma (Rom. 8:15). Solamente los hijos pueden decir Abba, Padre. Compárese Apoc. 14:3, "Y cantaban un cántico nuevo delante del trono ... y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta mil que fueron redimidos de entre los de la tierra". Solamente los redimidos pueden cantar el cántico nuevo porque es un cántico de reden­ción (¿cómo pueden cantar de la redención los que no han sido redimidos?).

          4:7 -- Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo. -- El esclavo no le llama Abba, Padre a su amo, pero ya no eran es­clavos sino hijos, y los hijos son herederos. Ahora han recibido su herencia.

4:8 -- Ciertamente, en otro tiempo, no cono­ciendo a Dios, servíais a los que por natu­raleza no son dioses; -- 1 Cor. 8:5; Hech. 17:29; 1 Tes. 1:9, 10. Los hermanos gentiles habían venido de una esclavitud vil y degradante. Que triste que voluntariamente volvieran a otra esclavitud. "Los gálatas habían tenido experiencia íntima de la es­clavitud de los sistemas idolátricos ... cuando todos sus actos tenían que determinarse por augurios, dependiendo los resultados de las pasiones y predilecciones de 'dioses' capri­chosos, a quienes habían de 'propiciar' con re­galos y mimos. Peores rasgos caracterizaban la idolatría que sujetaba a los hombres a sus mismos vicios en lugar de librarles de ellos, sin faltar desenlaces violentos si los sacer­dotes paganos hacían creer que así lo exigía la voluntad de sus falsas divinidades" (Trenchard).

          Pablo dice que un ídolo no es nada (1 Cor. 8:4), pero a través del ídolo el pueblo pagano tenía comunión con los demonios (1 Cor. 10:20). El ídolo no es nada, pero la esclavitud de sus adoradores es una realidad.

4:9 -- mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, -- "Conoce el Señor a los que son suyos" (2 Tim. 2:19). En el Día Final Jesús dirá a algunos, "Nunca os conocí" (Mat. 7:23), es decir, nunca los aprobó.

          -- ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles (sin poder espiritual; la ley era sola­mente figura o sombra, Heb. 8:5; 9:9) y po­bres (no ofrecían "riquezas inescrutables" como las del evangelio) rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? -- Querían abandonar el yugo fácil de Cristo y volver a las cadenas de esclavitud de su vida pasada, a "las ordenanzas para el cuerpo" (Heb. 9:10, LBLA) que estaban en vigor antes de llegar la verdad del evangelio. Es importante recordar que la ley de Moisés -- con sus muchísimos estatutos, mandamientos, y ordenanzas -- era una ley divina y, por lo tanto, muy buena, pero su propósito era lle­var al pueblo de Israel a Cristo. Después de la venida de Cristo, el sistema mosaico ya no era más que ritos vacíos, semejante a cualquier sis­tema religioso que no sirve. Por medio de ob­servar la ley de Moisés durante unos 1.500 años, los israelitas (y prosélitos) podían acer­carse a Dios, pero cuando Cristo vino, esa ley quedó clavada a la cruz (Col. 2:14) y nadie podía acercarse a Dios por medio de ella. Por el contrario, el guardarla im­pidió (e impide) ese propósito. Jesús dice, "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí" (Jn. 14:6).

          "La meticulosa observancia de los fariseos era conocida a fondo por Pablo. Y le dolía en lo más hondo ver, después de su propia li­beración tan llena de misericordia, que estos cristianos gentiles eran en cambio arrastrados a la telaraña de los cristianos judaizantes, siendo que habían sido liberados, vueltos a esclavizar ahora" (Robertson).

          Es muy importante recordar y recalcar en la predicación que el evangelio de Cristo es el único "yugo fácil" (bien acomodado) y que todo sistema religioso humano (judío, católico, protestante o pagano) es un sistema de esclavitud, porque sus feligreses se sujetan a los mandamientos de los hombres. Hay millones que son esclavos del clero romano, de la llamada "torre de vigía", de pastores pentecostales y de otras sectas cuyos dirigentes son pe­queños dictadores que tienen la misma ambición de los judaizantes, la de esclavizar. Los esclavos de éstos deben estudiar con mucha atención esta carta a los gálatas. Cristo les ofrece la li­bertad.

4:10 -- Guardáis los días (de reposo, el sábado, séptimo día, Col. 2:16), los meses (luna nueva), los tiempos (las sazones, las fiestas anuales: Pascua, Pentecostés, y Tabernáculos) y los años (sabáticos). --

4:11 -- Me temo de vosotros (Temo por vosotros, LBLA), -- No temió a los gálatas sino por o acerca de ellos; temió que ellos se perdieran por mezclar el judaísmo con el evangelio. Pablo temía por ellos porque se preocupaban mucho por "los días" pero no se preocupaban por "la verdad del evangelio". Temía por ellos porque al principio "corríais bien" pero ahora "Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó".

          -- que haya trabajado en vano con vosotros. -- Según la doctrina de los bautistas y otros calvinistas, cuando alguna persona se salva, no puede caer de la gracia y, por eso, el trabajo del predicador no puede ser en vano, pero algunos de los gálatas ya habían caído (5:4). Para escapar del conflicto entre su doc­trina y la verdad bíblica los calvinistas dicen que si alguno "cae", es porque no fue salvo, que en el caso de cristianos verdaderos esto no ocurre. Según esta doctrina, pues, no le con­venía a Pablo estar tan preocupado por los gálatas porque o no podían caer o nunca fueron salvos (eran mundanos hipócritas que fingían obedecer al evangelio). Sin embargo, Pablo no les dijo que eran hipócritas; más bien, les dijo que "Vosotros corríais bien" (5:7).

          Pablo había trabajado y sufrido mucho para evangelizar a los gálatas pero reconocía que los judaizantes habían hecho estragos a su obra y que posiblemente la iban a destruir.

          "Vuestro trabajo en el Señor no es en vano" (1 Cor. 15:58). En un sentido el trabajo en el Señor nunca es en vano porque su pa­labra no le vuelve a El vacía: "Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mi vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié" (Isa. 55:10, 11). Como la lluvia y la nieve cumplen el propósito de Dios así también su palabra cumple su propósito en los que se acercan a El (vers. 6, 7). Por eso, debemos buscarle y cambiar nuestros caminos y nuestros pensamientos. La palabra de Dios se representa como el mensajero de Dios (9:8; Sal. 107:20) y tiene poder divino para llevar a cabo los propósitos de Dios.

          Pero en otro sentido -- en cuanto a la sal­vación de la gente -- es posible que el trabajo sea en vano. Los que se convierten son "obra" de alguno y frecuentemente esa obra se pierde porque los conversos no perseveran.

          Aunque la palabra de Dios es divina y tiene todo poder, Dios le ha dado al hombre libre albedrío y algunos resisten al Espíritu Santo (la palabra o enseñanza de Dios) (Hech. 7:51); por eso, todo el trabajo de los que les predican la palabra es en vano.

          En otros textos Pablo dice, "Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego" (1 Cor. 3:15); "Haced todo sin murmu­raciones y contiendas, para que seáis irre­prensibles ... asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriar­me de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado" (Fil. 2:14-16); "envié para in­formarme de vuestra fe, no sea que os hu­biese tentado el tentador, y que nuestro tra­bajo resultase en vano" (1 Tes. 3:5). "¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano", Gál. 3:4; 2:2; 1 Cor. 15:2; 2 Cor. 6:1.

          Para los gálatas que aceptaron el evange­lio pervertido de los judaizantes -- circun­cidándose y guardando la ley de Moisés -- el trabajo de Pablo fue en vano a menos que se arrepintieran.

4:12 -- Os ruego, hermanos, que os hagáis como yo, porque yo también me hice como vosotros. Ningún agravio me habéis hecho. -- Aunque Pablo estaba muy preocupado por los gálatas, él no estaba dispuesto a abandonar­los, sino que persistía en su esfuerzo por rescatarlos de las manos de los judaizantes. En esta sección (vers. 12-16, 19,20) deja la argumentación (la resume en el ver. 21) y en base a la buena relación que antes sostu­vieron con él les exhorta con mucha ternura. "Deja por un momento su arsenal de armas sacadas del A. T. y vuelve conmovido a memorar los primeros días de su alegre co­munión con los gálatas, anhelando que éstos también se dejen conmover por tan sagrados recuerdos" (Trenchard).

          -- Os ruego, hermanos, -- El evangelista que dice, "No voy a rogar a los hermanos" no comparte el espíritu de Pablo porque él sí les rogaba. A través de esta carta Pablo emplea lenguaje fuerte para exhortar y reprender, pero también emplea palabras de ternura y manifiesta su sincera preocupación por ellos. No dice, "Yo requiero" ni "Yo ordeno", sino que "Os ruego" (compárese 1 Tes. 2:7, 11; 2 Tim. 2:24, 25).

          -- que os hagáis como yo, -- Que sean sim­plemente cristianos como Pablo, no "cristianos judaizantes". ¿Cómo podían hacer­se como él? Abandonando el judaísmo como él lo había hecho (Fil. 3:7, 9). Pablo de­sea la reciprocidad de ellos. Anteriormente los hermanos gálatas (los gentiles) vivieron alejados del judaísmo y Pablo vivió sometido al judaísmo, pero ahora Pablo había obedecido al evangelio de Cristo y alejándose del judaísmo llegó a ser como los gentiles que nunca vivieron bajo ese sistema. Sin embargo, los gálatas querían someterse al judaísmo. Por eso, les rogó que se alejaran de la esclavitud de la ley como él lo había hecho. Aunque eran gentiles, algunos de ellos no querían ser libres como Pablo sino esclavizados con los judaizantes.

          -- porque yo también me hice como vosotros. -- 2:14. El se hizo como ellos al de­jar la esclavitud de la ley. "En el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación" (1:14), pero al convertirse a Cristo y gozar de la libertad en El, abandonó el judaísmo, como también todas las ventajas que tenía como judío (Fil. 3:4-8). Como cris­tiano Pablo era como los gentiles que no tenían relación alguna con la ley de Moisés.

          -- Ningún agravio me habéis hecho. -- El agravio no fue contra Pablo sino contra sí mismos, contra su alma. El problema no era personal; no se trataba de injusticias contra Pablo. El no quería que los hermanos pen­saran que él usaba lenguaje fuerte por causa de algún sentimiento u ofensa personal, que él les reprendía por estar enojado o irritado. Personalmente no tenía nada contra ellos, a pesar de haber sufrido muchas injusticias cuando predicó en esa área (Hech. 13:45, 50; 14:4-6, 19), y aunque algunos gentiles estuvieron involu­crados, toda la persecución fue promovida por los judíos.

4:13 -- Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio; -- Puesto que los her­manos gálatas cometían un error grave, Pablo les recuerda su nobleza cuando por primera vez oyeron el evangelio. Esto parece indicar que en esa ocasión Pablo no había pensado llegar con ellos (o no pensaba detenerse mu­cho con ellos). Ha habido mucha especu­lación acerca de la enfermedad de Pablo, y si esta enfermedad fue "el aguijón" en su carne (2 Cor. 12:7), pero la Biblia no dice y la es­peculación no edifica.

4:14 -- y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, -- Existe la tentación de menospreciar al en­fermo o al que tenga algún defecto físico, de ser indiferente hacia él. Tanto gentiles como judíos creían que la enfermedad física era evidencia de castigo por el pecado (Jn. 9:2). Esta frase parece indicar que alguna enfer­medad afectó desfavorablemente la aparien­cia de Pablo. Posiblemente otros sí lo hu­bieran despreciado o desechado, pero los gálatas no juzgaron según la apariencia (Jn. 7:24), sino que prestaron buena atención al mensaje que él predicó. Los oponentes de Pablo decían, "las cartas son duras y fuertes; mas la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable" (2 Cor. 10:10). En varias ocasiones Pablo sanaba a otros y los gálatas pudieron haber dicho, "Médico, cúrate a ti mismo" (Luc. 4:23), pero aparentemente no lo dijeron. (Pablo no podía sanarse a sí mismo porque eso no fue el propósito de los milagros, Hech. 14:3).

          Muchos predicadores del evangelio gozan del respeto de los hermanos y de otros aunque tienen defectos físicos. Aquí en San Antonio, Texas, un evangelista joven hizo muy buena obra aunque estaba muy para­lizado y tuvo que usar muletas aun en el púl­pito; él falleció a la edad de 40 años.

          -- antes bien me recibisteis como a un án­gel de Dios, como a Cristo Jesús (Mat. 10:40). -- Esto no se refiere a los de Listra (Hech. 14:12) que decían que Pablo y Ber­nabé eran dioses porque éstos le apedrearon, sino a la recepción que le dieron, por ejem­plo, en Antioquía de Pisidia (13:43-48). Si los de Berea (17:11) eran nobles porque escu­driñaban las Escrituras para examinar lo que Pablo les predicaba, ¡cuánto más nobles eran los gálatas que lo recibieron "como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús"!

4:15 -- ¿Dónde, pues, está esa satisfacción (sentido de bendición, LBLA) que experi­mentabais (lit., la felicitación de vosotros, LBLA margen)? -- Los gálatas se considera­ban a sí mismos dichosos por haber aceptado el evangelio predicado por Pablo. Les dio muchas bendiciones y, por eso, mucha satis­facción. Les trajo mucha felicidad. Pero, ¿era genuina o fingida esa satisfacción? ¿Era una bendición superficial y pasajera? ¿Era pura espuma todas sus expresiones de gozo y feli­cidad? Si la llegada del evangelio les trajo tanta felicidad, ¿por qué la rechazaron? Si en verdad la llegada de Pablo les bendecía tanto, ¿Sería placentera otra visita de Pablo? ¿Tenían ganas de recibirlo otra vez? (¿Qué pasa cuando alguno es bautizado? Hay feli­citación, hay mucho gozo, aun lágrimas. Pero ¿todavía habrá felicitaciones y gozo unos meses o años después?)

          -- Porque os doy testimonio de que si hu­bieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos. -- Esta es una metáfora o expresión proverbial de gran afecto y sacrificio que expresaba la deuda personal a un benefactor, porque los ojos se consideran los miembros más preciosos del cuerpo. Dios guardó a Jacob "como a la niña de su ojo" (Deut. 32:10; véanse también Sal. 78:18; Prov. 7:2). "Si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti" (Mat. 5:29).

          Algunos no solamente creen que Pablo sufría de una oftalmía, sino que ésta fue rela­cionada con su experiencia en el camino a Damasco, pero según esta teoría cuando el Señor Jesús envió a Ananías a Saulo para que recibiera la vista (Hech. 9:17, 18), el milagro hecho fue deficiente. Si la sanidad de los ojos de Saulo no era perfecta, tal vez otros mila­gros de sanidad no eran perfectos.

4:16 -- ¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad? -- Les dijo la verdad acerca de los judaizantes y la naturaleza y consecuencia de su doctrina. ¿Pablo, su padre en la fe (1 Cor. 4:15), ahora los abo­rrece como si fuera enemigo de ellos? ¿Estaba mostrando una actitud hostil hacia ellos? ¡Claro que no! Todo lo que les decía mostraba su amor por ellos. Era necesario explicar a los gálatas que el evangelio perver­tido que aceptaban no era para salvación sino para perdición, y que sus nuevos maestros eran falsos. Eran falsos en dos sentidos: en primer lugar enseñaban falsa doctrina y en segundo lugar tenían propósitos malos (4:17; 6:13). Pablo todavía predicaba la misma ver­dad que originalmente les había predicado y que había producido mucho amor y aprecio por él. Compárese Efes. 4:15, "siguiendo (hablando, LBLA) la verdad en amor". Ahora les pregunta "Me he hecho, pues, vuestro ene­migo, por deciros la verdad?" o ¿me aceptarán como amigo y corregirse? ¿Van a soportar la verdad aunque les duela o van a ser como la mujer insensata que quebró el espejo porque reveló las arrugas de su cara? (Hendriksen).

          Pablo nos enseña a ser tolerantes con res­pecto a opiniones (Rom. 14; 1 Cor 8), pero el asunto tratado en esta carta a los gálatas tuvo que ver con la justificación (la salvación) y no se podía tolerar un "evangelio dife­rente".

          Cuando el predicador tiene que exhortar a los miembros de la iglesia, la reacción de al­gunos es que "ahora él es nuestro enemigo y nos aborrece". ¿Por qué? Porque lo que les dice les duele, les hace sufrir y, por eso, lo consideran su peor enemigo. En realidad no aborrecen al predicador sino a la verdad que él predica (2 Tes. 2:10-12) y, por eso, "ese odio remonta hasta Dios" (Bonnet).

          Muchos textos enseñan que los que aman practican la disciplina.

          -- Heb. 12:1-11, "Hijo mío, no menospre­cies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo".

          -- Prov. 27:6, "fieles son las heridas del que ama". Compárese el caso de Natán y David (2 Sam. 12:7). Natán demostró su lealtad a David cuando le expuso su pecado diciendo, "Tú eres el hombre".

          -- Sal. 141:5, "Que el justo me castigue (hiera con bondad, LBLA); y que me reprenda será un excelente bálsamo". Pablo era el amigo verdadero de los hermanos gálatas porque les hablaba la verdad en amor, aunque esa verdad les dolía. Los amigos verdaderos siempre dicen la verdad unos a otros.

          -- Prov. 9:8, "No reprendas al escarnece­dor, para que no te aborrezca; corrige (reprende, LBLA) al sabio, y te amará".

          En un sentido todos deben sus almas a los que les predicaron el evangelio. Compárese Filemón 19, "aun tú mismo te me debes tam­bién". ¿No son dignos estos mismos predi­cadores de seguir enseñándoles y exhortán­doles aunque a veces tengan que exponer el pecado en sus vidas?

          Lamentablemente a veces los hijos de Dios no quieren oír lo desagradable:

          -- "Porque este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quisieron oir la ley de Jehová; que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: no nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad menti­ras" (Isa. 30:9, 10).

          -- "Vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán la ver­dad el oído y se volverán a las fábulas" (2 Tim. 4:3, 4).

          -- "Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra (comercian con la palabra, LBLA) de Dios" (2 Cor. 2:17).

          -- Algunos quieren oír palabras lisonjeras, palabras que les agradan, pero Pablo dice, "así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones. Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avari­cia; Dios es testigo; ni buscamos gloria de los hombres;" (1 Tes. 2:4, 5). Si Pablo les hubiera hablado palabras lisonjeras posiblemente no se hubieran apartado de él.

          La situación de los gálatas requería lenguaje fuerte. Pablo, como un médico efi­caz, sabía que tenía que darles la medicina necesaria sin rebajarla o, mejor, tuvo que hacer el papel de cirujano para quitar el "cáncer" que destruía a sus conversos. La pa­labra de Dios es como espada de dos filos (Heb. 4:12; Efes. 5:17; Apoc. 1:16) y Pablo era experto en su uso (2 Tim. 2:15). El caso de los hermanos gálatas era de vida o muerte. El evangelio pervertido no solamente no podía salvar sino que estaba destruyendo a los que se habían salvado. ¿Qué se espera del médico, pues, cuando él sabe que el paciente tiene cáncer? ¿Llega a ser enemigo del pa­ciente cuando le dice su condición? ¿Qué hace la mujer con el espejo si le dice que ya no es bonita? ¿Lo quiebra? Los judíos no solamente llegaron a ser enemigos de Jesús sino que le crucificaron porque les dijo la verdad.

4:17 -- Tienen celo por vosotros, -- Se tomaron un interés muy fuerte en ellos (así el diccionario Vine explica la palabra zeloo). El judaizante llegó a Galacia con celo por los nuevos hermanos como el celo de el que pre­tende a una mujer. Los falsos maestros lle­garon "con suaves palabras y lisonjas" para engañar "los corazones de los ingenuos" (Rom. 16:18). Llegaron como ángeles de luz (2 Cor. 11:13), muy piadosos, amistosos, cari­ñosos. "Vuestros aduladores; en contraste con Pablo mismo, quien les dice la verdad" (JFB).

          -- pero no para bien, -- La doctrina no debe ser juzgada por el celo de los que la enseñan. Seguramente en cuanto a celo los "testigos" (del Atalaya) son campeones, pero su doc­trina es la más condenable. La doctrina no es santificada por el celo de sus maestros. Más bien, el celo de los falsos maestros es como espada en manos de un loco. El celo de los judaizantes no era para bien sino para mal porque era como el celo de los fariseos (Mat. 23:15), es decir, querían poner el yugo de la ley sobre el cuello de los hermanos gen­tiles. Querían más miembros para su secta (la iglesia de Cristo judaizante). Querían glo­riarse en la carne de sus conversos (6:13). El celo de los "testigos" es increíble. ¡Cómo bus­can a la gente! Pero ¿para qué? Para hacer crecer su secta diabólica que blasfema a Cristo (diciendo que El es una criatura) y burlándose de muchas de sus enseñanzas (dicen que el hombre no tiene alma, que no habrá infierno, que la tierra no será des­truida, etcétera). Parece que muchos creen que el celo en sí es una gran virtud y que los que tienen mucho celo deben de estar en la verdad, pero ¿qué dice Pablo en Rom. 10:2? "tienen celo de Dios, pero no conforme a la ciencia".

          -- sino que quieren apartaros de nosotros -- Querían aislar a los gálatas de Pablo, y del evangelio puro predicado por él y de esa manera separarlos de la iglesia fiel. ¿Por qué creían los gálatas a los falsos maestros cuando les contaban mentiras acerca de Pablo? ¿Por qué dudaban de Pablo? ¿Por qué dudaban de la verdad que habían acep­tado? ¿Por qué creían que el error de los ju­daizantes era mejor que la verdad predicada por Pablo? Eran como niños fluctuantes en­gañados por una falsa doctrina (Efes. 4:13, 14).

          (En Antioquía Pablo reprendió a Pedro, Bernabé y otros judíos que querían apartar a los hermanos judíos de los hermanos gentiles, 2:13).

          -- para que vosotros tengáis celo por ellos. -- Y solamente por ellos. Querían que los hermanos fueran leales solamente a ellos (los judaizantes), que siguieran solamente las en­señanzas de ellos, que totalmente se alejaran de Pablo y del evangelio que él predicaba. Sin duda pintaban una imagen bella de las grandes ventajas del judaísmo para que los hermanos gentiles los buscaran y que tu­vieran celo por ellos.

          Los pastores de cada secta tienen gran celo por sus miembros y simpatizadores y es­tán dispuestos a mover el cielo y la tierra para no perderlos. Tienen mucho celo pero ¿para qué? ¿Para que la gente investigue y aprenda la verdad para ser salva? No, sino para tener más seguidores, para que su secta crezca en número.

4:18 -- Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre, -- Es muy deseable el celo ver­dadero por las cosas de Dios. Pablo dice a los corintios, "Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen puro a Cristo" (2 Cor. 11:2). Hay celo bueno. Com­párense también 2 Cor. 7:7 (se traduce soli­citud pero es celo); 7:11; 9:2; 1 Reyes 19:10.

          -- y no solamente cuando estoy presente con vosotros. -- Cuando Pablo estuvo con ellos lo recibieron bien, pero cuando él salió entonces entraron los falsos maestros. Com­párese Fil. 2:12. Cuando alguna iglesia está establecida por algún hermano fiel, debe seguir adelante y no dejar que alguna "raíz de amargura" brote entre ellos para desviarles de la verdad (Heb. 12:15).

4:19 -- Hijitos míos, -- Eran discípulos muy amados (1 Jn 2:1, 12, 28; 3:7, 18; 4:4; 5:21). Como Pablo dijo a los filipenses (1:8), "Porque Dios me es testigo de cuánto os añoro a todos con el entrañable amor de Cristo Jesús" (LBLA). Esta expresión indica el cariño profundo de una madre que sufre mucho por dar a luz sus hijos. Léanse otra vez Hechos 13 y 14 para recordar los sufri­mientos y ansiedades que el apóstol Pablo sufrió para poder convertir a los gálatas.

          -- por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, -- Al predicar el evangelio a los gálatas Pablo los engendró (1 Cor. 4:15; compárese 1 Ped. 1:23-25) y sufrió mucho por realizar ese propósito (Hechos 13, 14). La conversión de la gente requiere trabajo y aun sufrimiento de parte de los que predican el evangelio. Como el dar a luz no es sin dolor para la madre, así tampoco la conversión de la gente será sin do­lor para los que les enseñan. Los falsos maes­tros no tuvieron nada que ver con el nacimiento espiritual de los gálatas, sino so­lamente con su caída. La figura bíblica (en este caso una metáfora) no ha de aplicarse literalmente en todo detalle, sino que recalca cierto pensamiento principal, como en este caso enfatiza el trabajo, sufrimiento y an­siedad que el apóstol Pablo tuvo que pasar para convertir a los gálatas y que ahora sufre otra vez para rescatarlos del error y confirmarlos en la ver­dad. De esa manera Pablo hizo el papel de padre y madre (1 Tes. 2:7, 11), para efectuar la conversión (nuevo nacimiento) de los gálatas, pero los falsos maestros no tenían nada que ver con este proceso.

          -- hasta que Cristo sea formado en vosotros, -- Al bautizarse para perdón de pecados los gálatas estuvieron "en Cristo" (3:26, 27; 5:6; 2 Cor. 5:17; Efes. 2:13) y es­tando en Cristo deberían crecer "en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor" (2 Ped. 3:18) para ser transformados a la imagen de Cristo (Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18; Efes. 4:13; Gál. 5:22, 23). Este proceso requiere que el converso tenga el Espíritu de Cristo (Rom. 8:9), que posea "el entrañable amor de Cristo" (Fil. 1:8), y que el cuerpo y sus miem­bros sean los miembros de Cristo (Rom. 6:13, 15). Esto era el propósito de Pablo -- porque esto es el propósito del Señor --, pero los ju­daizantes no tenían ese propósito, sino que solamente buscaban candidatos para la cir­cuncisión, porque querían gloriarse en su carne (Gál. 6:13); de esa manera los ju­daizantes impedían el proceso de transfor­mación que el Señor quería.

          Pablo quería que los hermanos gálatas lle­garan a la madurez (Efes. 4:13, 14; Heb. 6:11-14) y estaba preocupado por ellos hasta que ese propósito se lograra.

4:20 -- quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, --  El sabía por su experiencia personal que su voz tenía mucha influencia sobre los corazones de los gálatas, y hubiera querido en ese momento estar con ellos para hablarles personalmente, pero no le fue posible. Por eso, pone su corazón en su pluma.

          Aunque no deberían mostrar celo sola­mente cuando Pablo estaba presente con ellos, él quería estar con ellos otra vez, porque hubiera sido mejor hablar personal­mente con ellos acerca del problema. Las cartas son muy importantes pero no pueden sustituir la presencia corporal (2 Jn. 12; 3 Jn. 13, 14). Si Pablo hubiera estado con ellos en persona podría haber sabido exactamente cómo estaba su estado espiritual y cómo hablarles. Los escritos tienen su "tono" y si pudiera estar en persona con ellos para com­prender mejor su estado espiritual -- y cómo ayudarles -- tal vez habría usado otro tono.

          -- pues estoy perplejo en cuanto a vosotros. -- Fue difícil -- si no imposible -- saber exac­tamente cuál era su condición espiritual, quiénes se hubieran entregado al judaísmo, y para quiénes todavía hubiera la esperanza de que se pudieran rescatar. No estando con ellos para hablar personalmente, "No sé cómo tratar con vosotros, qué clase de pa­labras usar, suaves o severas, para volver a traeros a la senda recta" (JFB). Si hubiera es­tado con ellos para ver su reacción a lo que decía, entonces hubiera sabido cómo pro­ceder con ellos.

4:21 -- Decidme, -- Luc. 7:42; Isa. 1:18.

          -- los que queréis estar bajo la ley: -- Los judaizantes y los hermanos gálatas convenci­dos por ellos creían que para ser justificados tenían que aceptar la circuncisión y guardar la ley.

          -- ¿no habéis oído la ley? -- Una vez más (y por última vez en esta carta) Pablo apela a las Escrituras para convencer a los cristianos gálatas de la insensatez (3:1) de sujetarse a la ley de Moisés. Aunque los judaizantes leían la ley todos sábados, no oían lo que les decía, porque la ley misma les presentó una alegoría para hacerles ver que no deberían estar bajo la ley si querían ser verdaderos hijos de Dios. "La ley misma os aparta de sí para acercaos a Cristo" (Estio, citado por JFB).

          ¿No habéis considerado el caso de Agar y Sara y sus hijos? ¿No habéis oído lo que Isaías 54:1 dice acerca de ese caso? Aparentemente los judaizantes ignoraban la lección que el Espíritu Santo presenta aquí basada en el Antiguo Testamento (Gén. 16:15; 21:2; Isa. 54:1). Según la alegoría que Pablo presenta, al contar la historia de la diferencia entre el nacimiento de los dos hijos de Abraham, la ley misma les advirtió a los gálatas a que no se sometieran a la ley. Antes de estudiar la alegoría recuérdese que Pablo ha recalcado que la sujeción a la ley es esclavitud espiritual mientras que la sujeción al evange­lio de Jesús es libertad.

          Con esta pregunta Pablo nos recuerda que no basta con leer la Biblia sino que debemos oír (prestar atención a) lo que dice (Mat. 10:14; 13:9, 13; Luc. 16:29, 31).

4:22 -- Porque está escrito (Gén. 16:15; 21:2) que Abraham tuvo dos hijos; uno de la es­clava, el otro de la libre. -- Ya había hablado de Abraham (3:6) y ahora habla de él y sus hijos, Ismael (hijo de la esclava Agar) e Isaac (hijo de Sara, su esposa). Emplea esta ilus­tración porque el tema a tratar con los gálatas (y con los judaizantes) tuvo que ver con los herederos de Abraham. Los oponentes de Pablo se gloriaban en ser descendientes físicos de Abraham como si eso fuera nece­sario para ser salvos y, por eso, que aun los cristianos gentiles deberían hacerse judíos por medio de la circuncisión.

          Sin embargo, Pablo explica con esta ilus­tración (alegoría) que espiritualmente los ju­daizantes no eran descendientes de Isaac como ellos suponían, sino de Ismael el es­clavo.

          Brevemente la historia de Sara y Agar es ésta: Gén. 16 explica que Sarai (así se llamó antes de que Dios le cambiara el nombre a Sara) "no le daba hijos" a Abraham "y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar". Dijo a su marido, "Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella". El hijo de Agar y Abraham se llamó Is­mael. Años después Sara tuvo hijo. En este texto (Gál. 4:21-31) ella y su hijo, Isaac, re­presentan a los hijos espirituales de Abraham (los cristianos, los del Nuevo Pacto) mientras que Agar y su hijo representan a los descen­dientes físicos de Abraham que rechazan el evangelio y todavía se sujetan a la ley de Moisés.

          4:23 -- Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. -- (Gén. 18:10, 14; 21:1, 2; Heb. 11:11, 12; Rom. 4:13; 9:7-9). El nacimiento de Ismael fue na­tural, según el curso ordinario de la natu­raleza. Desde luego, el nacimiento de Isaac fue natural también en sentido físico, pero sin la intervención especial de Dios no hubiera nacido, pues su madre tenía más de 90 años de edad. Dios prometió a Abraham y Sara que tendrían un hijo aunque físicamente era imposible; por eso, Isaac nació "por la promesa". "La promesa" hizo posible que Sara concibiera fuera del curso de la natu­raleza: "Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara" (Rom. 4:19).

          El propósito de esta ilustración se ve claramente en Rom. 9:6-9. Cuando Pablo es­cribió y en la actualidad hay dos clases de "hijos de Abraham": (1) los judíos, descen­dientes físicos de Abraham, y (2) los cris­tianos, descendientes espirituales de Abra­ham (hijos según la promesa).

          Los judíos entendían bien que desde el nacimiento Ismael era inferior a Isaac. Ismael nació, vivió y murió en estado de servidumbre y esta vida bien ilustraba la condición de los judaizantes. ¿Por qué, pues, querían los her­manos gálatas someterse a ellos?

4:24 -- Lo cual es una alegoría, -- "Literalmente, 'las cuales cosas son alego­rizadas'... Pone un significado secundario so­bre la narración, así como emplea tupikos en 1 Co 10:11 de la narración" (Robertson); "son alegóricos, es decir, tienen un sentido además del sentido literal" (JFB). "Vino a significar hablar, no según el sentido primario de la palabra, sino que los hechos afirmados se aplican a ilustrar principios" (Vine). Es una alegoría acerca de la libertad y la esclavitud.

          El relato mismo en Génesis del nacimiento de los dos hijos de Abraham no es una ale­goría sino una historia auténtica, pero fue es­crito por Moisés por la inspiración del Es­píritu Santo no solamente para registrar la historia sino también para ilustrar la esclavi­tud de los que vivían bajo la ley de Moisés y la libertad de los que aceptan el evangelio de Cristo. Esto se confirma en la profecía de Isaías 54:1 (citado aquí en el ver. 27). El Es­píritu Santo le da a esa historia un sentido especial, aparte del sentido literal. Bien ilus­tra los principios de la condición de esclavos y libres e ilustra el efecto de la servidumbre bajo la ley de Moisés y la libertad bajo el evangelio de Cristo.

          -- pues estas mujeres son los dos pactos; -- Son en el sentido de representar (Mat. 13:39, "la siega es el fin del mundo"; Mat. 26:26-28, hablando del pan de la cena del Señor Jesús dice "esto es mi cuerpo" y hablando de la copa dijo "esto es mi sangre"). La palabra pacto también se puede traducir testamento. Este texto habla de dos pactos: el primer pacto fue la promesa hecha a Abraham (Gén. 12:1-3), porque esta promesa se refería a Cristo y el evangelio y viene siendo el Nuevo Pacto (el Nuevo Testamento). El se­gundo pacto fue dado a Moisés en el monte Sinaí, la ley de Moisés, el Antiguo Pacto. En este texto, pues, el Nuevo Pacto era en reali­dad el primer pacto y el Antiguo Pacto (la ley de Moisés) vino después (3:17).

          -- el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud (Hechos 15:10); éste es Agar. -- El segundo pacto (la ley de Moisés) "proviene del monte Sinaí".

          Brevemente aquí están los detalles sobre­salientes de la alegoría:

          -- Sara, la libre, representa el pacto hecho con Abraham (Gén. 12:1-3), es decir, el evangelio de Cristo, el Nuevo Pacto (Nuevo Testamento).

          -- Este pacto produce hijos nacidos libres, según la promesa hecha a Abraham.

          -- Sara representa la Jerusalén celestial, la cual con sus hijos es nuestra madre.

          -- La Escritura misma indica que aunque los descendientes físicos de Abraham eran muy numerosos (como la arena del mar, como las estrellas del cielo), los descen­dientes espirituales (cristianos) serían aun más numerosos.

          -- Por mucho tiempo el pacto que tuvo que ver con los descendientes espirituales de Abraham -- representado por la esterilidad de Sara -- parecía ser estéril como explica Isaías.

          -- Por algún tiempo parecía que Agar fue la esposa de Abraham -- fue la que tuvo marido -- porque ella podía concebir y tener hijo. De la misma manera parecía por mu­cho tiempo que los del Antiguo Pacto (los des­cendientes físicos de Abraham) eran la verdadera Esposa del Señor. Parecía que ellos -- como Agar -- tenían al Marido.

          -- Como Ismael persiguió a Isaac (se burlaba de él), así también los de la esclava (los judíos) persiguieron a los hijos de la libre (cristianos) (1 Tes. 2:14-16).

          -- Pero Dios rechazó al hijo de la esclava (judíos) porque no podía heredar con el hijo de la libre (cristianos).

          -- Por lo tanto, los hermanos gálatas no eran hijos de la esclava (la ley) sino de la libre (el evangelio). Véanse Rom. 9:6-9; 11:15.

          El propósito de esta alegoría es obvio: De esta manera Pablo ilustra el efecto de estar bajo la esclavitud de la ley de Moisés (ver. 9, "os queréis volver a esclavizar"). El caso de Agar e Ismael es una ilustración buena y ade­cuada de esa esclavitud. También quería ilus­trar la libertad que se encuentra en el evan­gelio. El caso de Sara e Isaac es una ilus­tración buena y adecuada de esa libertad.

                   Cuando Cristo y los apóstoles dicen que alguna cosa tipifica o representa otra cosa (que algo es una alegoría), se puede afirmar con toda confianza, pero hombres no inspi­rados no pueden hacerlo. (Por ejemplo, se oye decir a veces que el arca era tipo de Cristo o de la iglesia, pero la Biblia no lo dice.)

4:25 -- Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, -- es decir, el caso de Agar bien ilus­tra la ley dada en el monte Sinaí en Arabia.

          -- y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavi­tud. -- Aunque físicamente los judíos no eran descendientes de Agar sino de Sara, ellos en­fatizaban mucho que eran descendientes físi­cos de Abraham (Mat. 3:9; Jn. 8:33) y por causa de esa actitud el Espíritu Santo los clasifica como hijos de Agar, porque no querían ser hijos de promesa sino solamente hijos carnales de Abraham. Los hijos ver­daderos de Abraham son "hijos de la promesa" (4:28; 3:15, 28; Rom. 4:19-25). In­voluntariamente llegaron a ser hijos físicos de Abraham, pero voluntariamente llegaron a ser hijos espirituales de Abraham. La "Jerusalén actual" era la ciudad donde los judíos estaban esclavizados a la ley.

4:26 -- Mas la Jerusalén (no Herosoluma sino Ierousalem, como en Apocalipsis) de arri­ba, -- Fil. 3:20; Col. 3:1-3; Heb. 11:10, 16; 12:22; Apoc. 3:12; 21:2, 9. Jerusalén fue el lu­gar donde el pueblo de Dios le adoraban y, por eso, llegó a ser sinónimo del pueblo mismo.

          -- la cual es madre de todos nosotros, es libre. -- 5:1; Jn. 8:32, 36; 2 Cor. 3:17.

4:27 -- Porque está escrito (Isa. 54:1; 51:2): -- Los judaizantes no podían rechazar la pa­labra de los profetas.

          -- Regocíjate, oh estéril (Sara), tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de la desolada (Sara) que de la que tiene marido (Agar). -- Agar tenía marido en el sentido de poder concebir. Cuando Sara no podía tener hijos su condi­ción era como la que no tiene marido (por eso, desolada). Esta profecía se refería a la conversión de los gentiles. Sara se considera la madre de ellos porque llegó a ser madre de naciones, que son más numerosas que los judíos inconversos que son representados como hijos de Agar (todavía esclavos bajo la ley de Moisés).

          Dios dijo acerca de Sara, "Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones" (Gén. 17:16). "Como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza" (1 Ped. 3:6).

4:28 -- Así que, hermanos, nosotros, (vosotros, LBLA) como Isaac, somos (sois, LBLA) hijos de la promesa. -- 3:7. La eviden­cia para "nosotros" y "vosotros" es más o menos igual. Si debe ser "nosotros" la idea es que todos los que obedecen a Cristo -- tanto judíos como gentiles -- son hijos de la promesa (ver. 31); si debe ser "vosotros", en­fatiza que los hermanos gentiles son hijos de la promesa (3:28).

4:29 -- Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. -- "Y creció el niño, y fue destetado; e hizo Abraham gran banquete el día que fue deste­tado Isaac. Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac" (Gén. 21:9). En el banquete festejaban a Isaac como heredero de Abraham y, por eso, Is­mael se burlaba de él pensando que no le to­caba ese honor ya que él (Ismael) era el pri­mogénito. Así también los judíos perseguían a los cristianos (1 Tes. 2:14-16). Por la mayor parte los que perseguían a Pablo eran los judíos, o personalmente o por instigar a los gentiles a perseguirlo.

4:30 -- Mas ¿qué dice la Escritura? -- ¿Cuál es la conclusión de la Escritura? ¿Qué lección enseña con respecto a los que siguen como esclavos de la ley de Moisés?

          -- Echa fuera a la esclava y a su hijo, -- (Gén. 21:10; Rom. 9:6-9; 11:15; 1 Tes. 2:14-16). Así dijo Sara, pero Dios lo aprobó, "porque en Isaac te será llamada descendencia" (ver. 12). Este texto es profético. En ese día -- cuando Pablo escribió esta carta -- los ju­daizantes no entendían que Dios los había rechazado, y no se imaginaban que serían li­teralmente echados fuera. No solamente fueron rechazados como el pueblo escogido de Dios, sino también en el año 70 de ese mismo siglo los romanos pusieron sitio a Jerusalén y dieron el golpe mortal al ju­daísmo.

          -- porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. -- La simiente natural de Abraham no heredará con su simiente es­piritual. "La ley y el Evangelio no podían co­existir. La ley debe desaparecer ante el evan­gelio" (Lightfoot, citado por Robertson). De esta manera Pablo destruyó toda esperanza de los hermanos gálatas de recibir alguna herencia espiritual a través de la ley de Moisés. El versículo clave de la carta es Gál. 3:28, "Y si vosotros sois de Cristo, cierta­mente linaje de Abraham sois y herederos según la promesa".

          Ismael no podía escoger a Agar como su madre, pero al escoger la circuncisión y otros aspectos de la esclavitud de la ley de Moisés, los gálatas la escogieron como su madre.

4:31 -- De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre. -- Esto nos lleva a las siguientes conclusiones: (1) el evangelio es superior a la ley de Moisés; (2) el evangelio nos libera de la esclavitud de la ley; (3) en Cristo "ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor" (5:6); (4) ya no estamos bajo guardianes (tutores y curadores); (5) por eso, debemos vivir y actuar de acuerdo a nuestra libertad en Cristo, porque ahora no somos esclavos, sino libres.

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