Capítulo 6

6:1 -- Hermanos, -- 3:15; 4:12; 6:1, 18.

          -- si alguno fuere sorprendido (prolambano) -- "Ser atrapado en una falta, Gá 6:1, donde el significado no es el de detec­tar a la persona en el acto mismo, sino que esta persona sea sorprendida por el pecado, al no estar vigilante". Así entienden la pala­bra los señores Vine (citado aquí), Vincent, Kittel, Meyer, Barnes, Lenski, McGarvey y Lipscomb. Otros eruditos (Lightfoot, Ellicott, Thayer, Arndt-Gingrich y Robertson) creen que la palabra significa detectar en alguna falta antes de que pueda escapar o esconder su pecado.

          Es muy necesaria la vigilancia. Jesús dice, "Velad y orad, para que no entréis en tentación" (Mat. 26:41). "Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos" (1 Cor. 16:13). "Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios" (Efes. 5:15). "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar" (1 Ped. 5:8).

          Debemos "huir" del pecado (1 Cor. 6:18; 10:14; 1 Tim. 6:10, 11; 2 Tim. 2:22), pero aun así el hermano más fiel puede tropezar (puede ser sorprendido por el pecado). ¡Cuánto más si no vigilamos! (Mat. 26:41; 1 Ped. 5:8; Hech. 20:28; 1 Tim. 4:12). Somos sor­prendidos en transgresiones debido a nuestra ignorancia, debilidad, el poder en­gañador del pecado, el mal ejemplo de otros hermanos, etc.

          -- en alguna falta (paraptoma) -- Esta pala­bra no se refiere a algún equívoco in­significante, sino a una transgresión (VM). "Denota una infracción, una desviación, de la rectitud y verdad, Mt 6:14, 15 (dos veces) ... En Gá 6:1, la referencia es a 'las obras de la carne' (5:19), y el pensamiento es el de que el creyente es sorprendido con la guardia baja, tomando la transgresión ventaja de este he­cho" (Vine).

          -- vosotros que sois espirituales, -- ¿Quiénes deben restaurar al hermano? El verbo es plural y se refiere a los "espirituales". Pablo acaba de describir "el fruto del Es­píritu" (5:22, 23). Desde luego, los espiri­tuales son los que llevan el fruto del Espíritu (los que están "llenos del Espíritu", Efes. 5:18). ¿Somos espirituales o somos carnales? 1 Cor. 3:3, "porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales?" Nos conviene repasar frecuentemente la lista de las obras de la carne (5:19-21) y preguntarnos si acaso somos en algún sentido carnales. Los tales no deben participar en restaurar a los miembros caídos. ¿Cómo podemos corregir al hermano si estamos mal nosotros mismos? (Mat. 7:1-5). Debemos practicar lo que enseñamos (Rom. 2:17-21) y no ser como los fariseos que "dicen, y no hacen" (Mat. 23:3).

          -- restauradle, katartizo -- ¿Qué hacer, pues? No amputarle  como si tuviera gan­grena, sino restaurarle. Es posible que algún miembro la tenga (2 Tim. 2:17), pero Pablo no habla de los tales en Gál. 6:1. La palabra "restaurar" viene de la palabra "katartizo, remendar, equipar completamente, se tra­duce 'restaurad(le)' en Gá 6:1, metafórica­mente, de la restauración, por parte de los que son espirituales, de uno que ha sido sor­prendido en una falta, siendo que el tal es como un miembro dislocado del cuerpo es­piritual. El tiempo está en presente continuo, lo que sugiere la necesidad de paciencia y perseverancia en el proceso" (Vine). La pa­labra se usa en Mat. 4:21, "remendaban sus redes". Heb. 12:12,13 es semejante a Gál. 6:1, "levantad las manos caídas y las rodillas para­lizadas; y haced sendas derechas para vues­tros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado". Esto indica que los santos son responsables los unos por los otros y que deben preocuparse los unos por los otros (1 Cor. 12:25). No deben ser in­diferentes cuando algún hermano sufre física o espiritualmente.

          -- con espíritu de mansedumbre, -- no con espíritu vanaglorioso (5:26) de detective, ni de policía ni mucho menos de verdugo, sino de paciencia (longanimidad) y mansedumbre (5:22, 23, notas). La mansedumbre, fruto del Espíritu, significa completa humildad delante de Dios y su palabra. Los mansos están suje­tos a la corrección de Dios y, por lo tanto, tienen paciencia con sus hermanos caídos. La mansedumbre es fuerza con gentileza. No quiere decir cobarde. No significa debilidad ni timidez. La persona mansa se enoja cuando debe enojarse (Mar. 3:5), de la manera apropiada y solamente el tiempo necesario. La mansedumbre es lo opuesto del orgullo y la arrogancia. Acompaña en mu­chos textos la humildad (Efes. 4:2; Col. 3:12). El espíritu de mansedumbre es necesario para aprender (Sant. 1:21), para corregir (2 Tim. 2:24,25), para responder (1 Ped. 3:15), para ganar al incrédulo (1 Ped. 3:1-4), y para restaurar al hermano. Hermanos mansos es­tán dispuestos a considerarse a sí mismos, recordando que ellos también pueden ser tentados. En esta misma carta Pablo demues­tra la mansedumbre (la gentileza) en su ma­nera de escribir a los Gálatas (por ejemplo, 4:19, 20, "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros, quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy perplejo en cuanto a vosotros"). Pablo simpatizaba con los hermanos más dé­biles. 2 Cor. 11:29, "¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?" De esta manera nosotros también debemos tener compasión para identificarnos con los hermanos más dé­biles. El ejemplo perfecto de la manse­dumbre con respecto a los pecadores es Jesús mismo (Luc. 7:36-50).

          -- considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. -- Debo recordar mis propias limitaciones y debilidades y que yo también puedo caer en la misma tentación. Los miembros fieles del cuerpo de Cristo son útiles para el Señor (2 Tim. 2:21), pero es por la gracia de Dios ("por la gracia de Dios soy lo que soy", 1 Cor. 15:10). Nadie puede jactarse (1 Cor. 1:29). Aunque seamos fieles, estamos conscientes de flaquezas y tenemos que luchar diariamente contra la carne. Siempre debe­mos ser "pobres en espíritu" (Mat. 5:3). Con esta actitud no será difícil obedecer lo que Pablo dice en Gál. 6:1,2. Recuérdese la ad­vertencia del v. 3, "el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña".

6:2 -- Sobrellevad -- "Soportar como una carga", ayudar a otro a llevar una carga. So­mos miembros unos de otros. Cuando un miembro padece, los demás sufren con él (1 Cor. 12:26, 27). La carga del hermano del ver. 1 es muy pesada y lo está destruyendo. Es necesario ayudarle para que pueda vencer sus debilidades. El santo no puede aislarse de sus hermanos. Una causa mayor de las obras de la carne (5:19-21) es el egoísmo.

          -- los unos las cargas de los otros, -- Her­manos espirituales deben estar muy dis­puestos a "sobrellevar" la carga de su her­mano. Hay que ayudarle a soportarla. El ver. 2 se explica en el ver. 1. No conviene aislar el ver. 2 y aplicar esta exhortación a otros asun­tos. Es verdad que hay muchas "cargas" y de distintas clases, pero en este texto el sobrelle­var las "cargas" de otros hermanos se explica en el ver. 1. Las "cargas" son las enfer­medades espirituales y sus consecuencias (la tris­teza, la vergüenza, el remordimiento). Si somos espirituales y restauramos con espíritu de mansedumbre al hermano caído en trans­gresión  recordando que también nosotros podemos caer, entonces de esa manera sobre­llevamos las cargas de otros hermanos.

          -- y cumplid así la ley de Cristo. -- Esta frase da énfasis a lo serio del asunto de restaurar hermanos caídos. Llevan a cabo la obra de Cristo de salvar almas (Sant. 5:19, 20). El que practica esto hace la obra de Cristo. Al hacerlo imitamos a Cristo quien "no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Mat. 20:28); "llevó él nuestras enfer­medades, y sufrió nuestros dolores" (Isa. 53:4).

          Los que poseen las cualidades necesarias y llevan a cabo esta obra cumplen la ley en­señada por Cristo (Rom. 3:27; 8:2; 1 Cor. 9:21; Sant. 1:25; 2:12). Muchos desprecian la ley de Cristo, reduciéndola a la ley de amor (5:14; Jn. 13:34; 1 Jn. 3:23). Desde luego, la ley de Cristo enseña el amor, pero también enseña muchas otras cosas. Algunos no quieren reconocer que Cristo Jesús es otro dador de ley (Sant. 4:12) como Moisés. Para ellos el evangelio no es ley, el Nuevo Testamento no es ley. Dijo un comentarista que la ley de Cristo no es una ley en el sentido legal de la palabra, pero ¿cómo puede haber ley que no sea legal? ¿Qué significa la palabra legal? "Conforme a la ley" (Larousse). ¿Cómo se puede leer el Nuevo Testamento y concluir que Cristo no tiene una ley? ¿Qué son los mandamientos? (Mat. 7:24-29; 28:18-20; Mar. 16:16; 1 Cor. 11:24; Apoc. 2:10).

          Algunos dicen, "Sí, hay ley, pero no es una ley negativa". Entonces, ¿qué significa la pala­bra no en Mat. 6:19, 31; 7:1, 6, 26-27 y doce­nas de otros textos?

          La ley de Cristo no es como la ley de Moisés con su multitud de ordenanzas acerca de sacrificios físicos, de días, semanas, meses y años, de sacerdotes especiales, etcétera, que no podía perfeccionar a los adoradores, sino la perfecta ley de libertad (nos libra del pecado). Sin embargo, lo que los evangélicos -- y muchos hermanos -- entienden es que en cuanto a prácticas religiosas la ley de Cristo nos deja libres para hacer lo que nos plazca. Para estos no hay patrón que seguir con respecto a la naturaleza y obra de la iglesia (2 Tim. 1:13, 14). El concepto de que los mandamientos positivos de Cristo (bautizarse, participar de la cena, ofrendar, etcétera) no son importantes es desastroso (Mat. 7:21; 12:50).

6:3 -- Porque el que se cree ser algo, -- ¿Quién será? La palabra Porque indica que esta frase está conectada con lo que acaba de decir en los versículos anteriores acerca de restaurar al her­mano que peca y de la necesidad de sobrellevar los unos las car­gas de los otros. "El que se cree ser algo" es, pues, el hermano vanaglo­rioso (5:26) que no practica la enseñanza del ver. 1. No lo hace porque es indiferente hacia su hermano, y es indiferente porque cree que él no puede caer. No toma en serio lo que Pablo dice en 1 Cor. 10:12, "El que piensa es­tar firme mire que no caiga". 

          -- no siendo nada, -- No tiene fuerza espiri­tual. No es espiritual sino carnal. Hablando espiritualmente es un "cero" pero él cree que es un "ciento". Sería buen negocio comprarlo por lo que vale y venderlo por lo que él cree que vale. Los espirituales que obedecen el ver. 1 son humildes, están conscientes de sus propias debilidades, y tienen temor de caer ellos mismos. Están muy conscientes de la lucha entre el Espíritu y la carne (5:16). Por lo tanto saben ayudar al hermano necesitado. Pero el hermano del ver. 3 cree que no puede caer y no tiene ningún temor. Las obras de la carne no representan ningún peligro según él. No es nada, pero se cree ser algo.

          -- a sí mismo se engaña. -- Que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, Rom. 12:3. Otra vez vemos que este pro­blema es muy básico, es la raíz de mu­chos males.

6:4 -- Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, -- ¿Por qué dice Pablo que cada uno debe someter a prueba su propia obra? ¿Qué tiene esto que ver con lo que acaba de decir? Cada miembro debe examinar su propia vida ante el espejo que es la palabra de Dios (1 Cor. 11:28; 2 Cor. 13:5; Sant. 1:25). Cada  miembro debe examinar con cuidado su pro­pio corazón, su carácter, su obra, su conocimiento, y hacer una evaluación ade­cuada de sí mismo  antes de examinar al her­mano. Si no lo hace, es imposible que ayude al hermano, y  si lo hace, reconocerá que él mismo tiene flaquezas y debilidades. Posi­blemente encontrará alguna transgresión de la cual no se ha arrepentido. Por lo menos se acordará de transgresiones pasadas y aunque sean perdonadas servirán para que se humille y sea más tolerante hacia sus hermanos.

          -- y entonces tendrá motivo de gloriarse -- Si el examen de la propia vida, ante el espejo que es la palabra de Dios indica que en verdad uno es aceptable delante de Dios, bien. 2 Cor. 1:12, "Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros". Pero el que tiene con­cepto errado de sí mismo (ver. 3) será decep­cionado.

          -- sólo respecto de sí mismo, y no en otro; -- Encontrará en sí mismo una fuente de puro gozo y no dependerá del aplauso de otros. No estará gozoso por haberse comparado con otros (Luc. 18:9-12; 2 Cor. 10:12). No será feliz solamente cuando los demás le sonrían, ni miserable cuando no lo hacen. Tendrá, como Pablo, la aprobación de una conciencia limpia. Pero el que tiene más alto concepto de sí que el que debe tener de­pende del aplauso inconstante de otros.

6:5 -- porque cada uno llevará su propia carga. -- Cada quien debe aceptar su respon­sabilidad porque él -- y solamente él -- dará cuenta de ella en el juicio. En el ver. 2 Pablo dice, "Sobrellevad los unos las cargas de los otros", pero en el ver. 5 dice que "cada uno lle­vará su propia carga". ¿Hay conflicto entre el ver. 5 y el ver. 2? Desde luego que no. El ver. 5 significa que cada quien -- el hermano sin­cero y fiel o el hermano orgulloso y arrogante -- es responsable por su conducta y "dará a Dios cuenta de sí" (Rom. 14:12).

6:6 -- El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo ins­truye -- (Y al que se le enseña la palabra, que comparta toda cosa buena con el que le en­seña, LBLA) -- Algunos dicen que en este texto Pablo requiere que el hermano en­señado comparta sus bienes materiales con el que le enseña. Varios textos enseñan esto (1 Cor. 9:14; 2 Cor. 11:8; Fil. 4:15, 16), pero literalmente este texto dice, deje compartir el siendo enseñado en la pala­bra con el que enseña en todas cosas buenas -- "koinoneito de (deje compartir)  o kate­choumenos ton logon (el siendo enseñado en la palabra) to katechounti (con el que en­seña) en pasin agathois (en todas cosas bue­nas) (Interlinear de Berry). El verbo koinoneo significa "entrar en comunión, unirse como socio, hacerse partícipe" (Léxico Thayer); "tomar parte con otro en algo, y especial­mente tener en común; no simplemente co­municar sino compartir" (Vine, comentario sobre Rom. 12:13). En el ver. 5 Pablo enfa­tiza la responsabilidad individual de cada uno y ahora enfatiza la necesidad de que cada hermano (cada persona enseñada) tenga co­munión con el hermano fiel que le enseña, que tengan en común todas las cosas buenas impartidas por el maestro. El hermano en­señado debe esforzarse y trabajar con su maestro y, de esta manera, tener su parte en las bendiciones que resultan de tales activi­dades.

          En seguida se presenta una cita de Vincent (Word Studies in the New Testament). Lo que él dice es significativo porque aunque en otros textos él aplica el verbo koinoneo (el sustantivo koinonia) a la contribución, él no lo hace en Gál. 6:6, 10. "Pero, aunque de esta manera (ver. 5) cada uno está individualizado con respecto a sus cargas, la comunión cris­tiana en todas las cosas moralmente buenas ha de ser mantenida entre el maestro y el en­señado. El pasaje frecuentemente se explica como mandato de proveer para las necesi­dades temporales de maestros cristianos. Pero esto es enteramente ajeno al curso de pen­samiento, y aísla el versículo del contexto de ambos lados de él (énfasis mío, wp). Como los vv. 1-5 se refieren a los errores morales, en todas buenas cosas naturalmente tiene la misma referencia, como hagamos bien en el ver. 10 ciertamente tiene. La exhortación, por lo tanto, es que el discípulo debería hacer causa común con el maestro en toda cosa que es moralmente bueno y que promueve la sal­vación ... Koinoneito. Retener comunión con; participar con. No impartir a. La palabra se usa de dar y recibir ayuda material (Filip. 4:15): de participación moral o espiritual (Rom. 15:27; 1 Tim. 5:22; 2 J. 11): de la par­ticipación en condiciones externas (Heb. 2:14): en sufrimientos (1 Ped. 4:13)". Esta ex­plicación es lógica, explica correctamente las palabras usadas por Pablo y, sobre todo, res­peta el contexto y no le introduce algún tema ajeno al pensamiento.

          Los maestros fieles (por ejemplo, ancianos, Hech. 14:23), deben com­partir con el hermano que está siendo enseñado en todas las cosas buenas del evangelio. El maestro no debería imitar el egoísmo y arro­gancia de los judaizantes que abusaban de los santos, sino que debería recibirlos y hacerles verdaderos participantes de las buenas cosas de Dios. Pablo no dice que las "cosas buenas" son bienes materiales. ¿Por qué suponer que el maestro debe recibir "todas cosas buenas" del enseñado? ¿Qué tantas cosas buenas tiene el enseñado que podría dar al maestro? Aparte del dinero, ¿qué otra cosas debe co­municar o dar al maestro? "El que instruye tiene las cosas buenas; el que está siendo ins­truido ha de proceder a participar en ellas, en todas ellas. Las riquezas están con el maestro de la Palabra, la pobreza está con el alumno, y el alumno ha de iniciar comunión con el maestro para que él, el alumno, sea enrique­cido" (Lenski). En otros textos cuando Pablo habla de la comunión (koinonía), es obvio que se refiere a la ayuda económica (como expresión de la co­munión), pero este contexto trata de las bendiciones de la doctrina pura y Pablo dice al maestro que deje compartir estas cosas buenas (beneficios espirituales) al her­mano que está siendo enseñado. Cuando Pablo habla de dinero para el predicador, lo explica claramente como en 1 Cor 9:4-14; 2 Cor. 11:8; y Fil. 4:15, 16.

6:7 -- No os engañéis; -- Que no sean engaña­dos por los judaizantes u otros para perder esta comunión necesaria con maestros fieles de la palabra. Dios creó al hombre a su ima­gen, un ser con inteligencia y voluntad. El hombre puede pensar y decidir y, por eso, puede evitar el engaño. Seguramente esta carta de Pablo a los gálatas les abrió sus ojos para evitar que se engañaran más.

          -- Dios no puede ser burlado: -- "Me volvieron la cerviz, y no el rostro" (Jer. 2:17); "Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír" (Zac. 7:11); pero siempre sufrieron la conse­cuencia. Es posible burlarse de los hombres con impunidad pero el que se burla de Dios no escapará del castigo.

          -- pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. -- Pablo acaba de decir que los santos de Galacia deberían participar de todas las cosas espirituales, y ahora les dice que su actitud hacia estas cosas buenas es de suma importancia, porque "todo lo que hombre sembrare, eso también segará". Esta idea continúa en el ver. 9: "No nos cansemos, pues de hacer bien" (sembrar para el Es­píritu). Este texto (6:7, 8) es la conclusión de todo lo que ha dicho en esta carta acerca de la carne y del Espíritu, especialmente de 5:16-26 acerca de las obras de la carne y el fruto del Espíritu. La cosecha siempre es el producto de la simiente (compárense 2 Cor. 9:6, 7; Mat. 7:15; Sant. 3:11, 12).        La Biblia nos proporciona muchos ejemplos de los que segaron conforme a lo que sembraron: (1) Esaú (Heb. 12:14-17; (2) David (2 Samuel 11:2-5, 27; 12:5-12). David se arrepintió de su pecado (Sal. 51) y Dios le perdonó, pero siguió cosechando: su hijo Amnón asaltó a Tamar, hija de David; su hijo, Absalón, mató a Amnón; y Absalón usurpó el trono de su padre David y "se llegó Absalón a las concu­binas de su padre, ante los ojos de todo Is­rael" (2 Sam. 16:22); (3) Giezi, el siervo de Eliseo (2 Reyes 5:26, 27; (4) Judas (Mat. 26:14-16; 27:3-5). En todos estos casos -- y en muchos otros hasta el día de hoy -- ¡el placer momentáneo se convierte en remordimiento! Por lo tanto, "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará".

          Los que se burlan de Dios dicen, "¿Dónde está la promesa de su advenimiento?" (2 Ped. 3:4). Estos abusan de la gracia de Dios. "El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepen­timiento" (ver. 9). "Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero" (Jn. 12:47, 48).

6:8 -- Porque el que siembra para su carne, -- 5:19-21.

          -- de la carne segará corrupción; -- La pala­bra corrupción no significa aniquilación sino la ruina, destrucción, deterioración, pér­dida. Aun en esta vida la aflicción física sigue al pecado (mayormente el pecado sexual). Ahora (1994) Estados Unidos está segando la corrupción del SIDA y varias otras enfer­medades venéreas. Esta es la cosecha de la revolución sexual que comenzó a sembrarse profusamente en la década de los '60. Tam­bién ahora se está cosechando la violencia sembrada por una generación de televisión. Muchísimas personas (no solamente pandi­llas y otros criminales) tienen la mentalidad totalmente corrupta ("reprobada", Rom. 1:28) de Hollywood.

          -- mas el que siembra para el Espíritu, -- 5:16, 18, 22-23.

          -- del Espíritu segará vida eterna. -- (Rom. 2:7; 5:21; 6:22, 23; 1 Tim. 1:16; 6:12; Tito 1:2; 3:7).

6:9 -- No nos cansemos, pues, de hacer bien; -- (Luc. 18:1; 2 Tes. 3:13; 2 Cor. 4:1, 16; Apoc. 2:10). Algunos hermanos que no practicarán las obras de la carne se apartarán de la fe por causa del desaliento. Muchas veces el can­sancio es mental. Los niños (y aun los grandes) juegan sin cesar y no se cansan porque les gusta jugar. Los mismos niños (y adultos) se cansan pronto cuando tienen que trabajar aunque se esfuercen menos en el trabajo que en el juego. Si el hacer bien nos diera el mismo gusto que nos da el jugar, no nos cansaríamos tanto. Es necesario, pues, el cambio de actitud hacia el hacer bien. La vida del cristiano es la vida de hacer bien (llevar el fruto del Espíritu, restaurar al hermano caído, etcétera). Desde luego esto incluye obras benévolas (2:10, 11) pero también in­cluye muchas otras cosas. El cristiano hace bien todos los días en el hogar, en el trabajo, en la escuela, y en todas sus actividades, porque pone en práctica las enseñanzas del Señor. Hacemos bien cuando enseñamos, ex­hortamos, alentamos, y restauramos (6:1, 2). Los padres que se dedican a criar a sus hijos en la disciplina y amonestación del Señor ha­cen bien.

          -- porque a su tiempo (kairon) segaremos, --  Sant. 5:7, 8.

          -- si no desmayamos. -- Luc. 18:1; 2 Cor. 4:1, 16; Efes. 3:13; Heb. 12:3, 5.

6:10 -- Así que, según tengamos oportunidad (kairon), -- (Jn. 9:4; 12:35; Efes. 5:16; Col. 4:5). Pablo no habla de lo que suceda de vez en cuando. No dice, "Cuando de vez en cuando tengamos oportunidad ..." sino como dice The New American Standard Bible, "while" (mientras) tengamos oportunidad. Ahora, durante esta vida, tenemos oportu­nidad. El ver. 9 habla de un tiempo o sazón de cosecha y el ver. 10 habla de un tiempo o sazón para sembrar. ¡Estamos viviendo en ese tiempo o sazón!

          -- hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe (3 Jn. 8). --  Primero seamos participantes con nuestros maestros de todas las cosas buenas que ellos tienen, y entonces seamos canales de gracia para repartir estos tesoros entre otros durante todo el tiempo de nuestra peregrinación so­bre la tierra (nuestra oportunidad). Los co­mentarios de arriba con respecto a hacer bien se aplican aquí; el hacer bien incluye mucho más que los actos de benevolencia. En el ver. 9 Pablo dice, "No nos cansemos, pues, de hacer bien" y ahora dice, "hagamos bien a todos". Estas son exhortaciones generales y abarcan todo el bien que el cristiano pueda hacer.

          Los hermanos que predican el evangelio social y establecen instituciones benévolas para ser sostenidas con los fondos de las igle­sias citan este texto para "probar" que la igle­sia está obligada a practicar la benevolencia general, pero en primer lugar como ya se ex­plicó, el énfasis en estos versículos no es ma­terial sino espiritual; en segundo lugar, no habla de obra congregacional sino individual. Esto es obvio a través del capítulo: Ver. 1, "si alguno ... "; ver. 3, "el que se cree ..." ; ver. 4, "cada uno someta a prueba ..."; ver. 5, "cada uno llevará ..."; ver. 6, "el que es enseñado ..."; ver. 8, "el que siembra ..."; ver. 12, "os obligan a que os circuncidéis". ¿Es esto un acto congrega­cional o individual? ¿Se circuncidan congregaciones o individuos (6:12)? ¿Se bautizan congre­gaciones o individuos (3:27)? Los ar­gumentos de los hermanos que promueven el evangelio social son del mismo peso que los de los evangélicos sobre la fe sola o el bautismo de infantes. Ellos leen Gál. 6:6-10 con gafas sectarias y ven instituciones, asilos, iglesias patroci­nadores y otras cosas que ellos mismos han inventado, y después de torcer Gál. 6:10 se atreven a volver a Gál. 1:8, 9 para denunciar a los que pervierten el evangelio.

6:11 -- Mirad con cuán grandes letras -- Con su propia mano Pablo escribió esto con letras grandes para indicar su autenticidad, que sin duda Pablo era el autor de esta carta (2 Tes. 2:2, 3:17). Puede significar también énfasis (como nosotros usamos MAYUSCULAS para enfatizar), porque al concluir la carta él denuncia otra vez y fuertemente las prácticas de los judaizantes. Algunos dicen que esto indica debilidad de vista y que Pablo sufría de oftalmía causada por la luz brillante en el camino a Damasco, pero si fue así entonces el milagro que le dio la vista fue imperfecto.

          -- os escribo de mi propia mano. -- 2 Tes. 3:17; 1 Cor. 16:21; Col. 4:18.

6:12 -- Todos los que quieren agradar en la carne (quieren hacer una buena apariencia en la carne, VM), -- ser bien vistos, ATR. (Mat. 6:12). A través de la epístola Pablo se refería a los judaizantes (1:7-9; 2:4, 5, 12; 3:1, 10; 4:17; 5:2-5, 7, 11, 12) y esta frase es el clí­max de todo, porque se expone el propósito verdadero de ellos; es decir, tales maestros no se preocupaban por el bienestar espiritual de los hermanos sino que en su egoísmo se preocupaban solamente por sí mismos y por su aceptación con los judíos inconversos. Estos menospreciaban la cruz de Cristo y enfatizaban la circuncisión para impresionar a sus amigos, parientes y otros judíos. Para entender el propósito de los judaizantes es necesario recordar cómo los judíos perseguían a los dis­cípulos de Cristo (Mat. 10:17-28; Hech. 4:27, 28; 5:33; 13:45, 50 y muchos otros). Para evi­tar tal persecución algunos judíos que acep­taron el evangelio agregaban algunas cosas de la ley, especialmente la circuncisión. Querían ser "bien vistos" por los judíos.

          -- éstos os obligan a que os circuncidéis, -- Para estar bien con los judíos tenían que jac­tarse de los gentiles que habían circuncidado. De esta manera demostraban su aceptación de la superioridad del judaísmo sobre el evan­gelio (que en realidad significaba la superioridad del judío sobre el gentil).

          -- solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo. -- El mensaje de la cruz (el evangelio) destruyó la preeminen­cia de los judíos. El evangelio es el nivelador, porque en Cristo el judío no gozaba de ninguna ventaja sobre el gentil (3:28). Los judaizantes temían la ira de los judíos que perseguían a los que predicaban que somos salvos por la cruz de Cristo y que la ley de Moisés no era necesaria para la justificación.

          6:13 -- Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; -- Jesús denunció la hipocresía de los judíos que hablaban tanto de la ley de Moisés pero que no la guardaban (Mat. 15:6; 23:4, 13-15, 23-29, 33; Jn. 5:46). Pablo hizo lo mismo (Rom. 2:17-21). El sabía que los judaizantes no eran sinceros.

          -- pero quieren que vosotros os circun­cidéis, para gloriarse en vuestra carne. -- Los judaizantes se jactaban del número de gentiles circuncidados por ellos para ganar el favor de los judíos.

6:14 -- Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, -- Humanamente hablando Pablo tenía mucho en qué gloriarse (Fil. 3:4, 5; 2 Cor. 11:18, 22-28). Los judaizantes se gloriaban en el número de gentiles circuncidados, pero Pablo se gloriaba solamente en Cristo y su muerte por nosotros. Para el griego la cruz era locura y para el judío era tropezadera, pero para los creyentes es el poder de Dios para salvación (1 Cor. 1:23). Pablo no se gloriaba en la cruz solamente en palabras sino también en he­chos. En primer lugar se gloriaba en la cruz por someterse a la enseñanza del Cristo cru­cificado y resucitado y por predicar la cruz como la esperanza del mundo (1 Cor. 9:16; 2 Cor. 5:18-20).

          -- por quien el mundo me es crucificado a mí, -- Probablemente el "mundo" en este texto se refiere a las ventajas que Pablo tenía en el judaísmo (Fil. 3:3-8) que ahora no le in­teresan, no le llaman la atención; más bien las considera como "basura". El mundo se re­fiere a todos los placeres, tesoros, honores, valores, etc., que ocupan nuestra atención para desviarnos de nuestro propósito de servir al Señor.

          -- y yo al mundo. -- Como Pablo no hacía caso al mundo tampoco  el mundo le hacía caso a él. Para Pablo no existía el mundo y para el mundo Pablo no existía.

6:15 -- Porque en Cristo Jesús ni la circun­cisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación (2 Cor. 5:17). -- "Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor" (5:6). "La circuncisión nada es, y la in­circuncisión nada es, sino el guardar los man­damientos de Dios" (1 Cor. 7:19). Obvia­mente estas tres cosas básicamente se re­fieren a la misma cosa: "una nueva criatura"; "la fe que obra por el amor"; y "el guardar los mandamientos de Dios". Todas estas expre­siones significan el obedecer al evangelio para recibir el perdón de pecados y el don del Espíritu Santo y andar en vida nueva. El obje­tivo del plan de salvación se realiza cuando el hombre obedece al evangelio para obtener el perdón de sus pecados y cuando con toda sinceridad y devoción vive transformándose cada vez más en la imagen de Cristo (2 Cor. 3:18; Rom. 8:29). Pablo dijo a los gálatas, "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir do­lores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros" (4:19).

6:16 -- Y a todos los que anden conforme a esta regla, -- los que rechazan las ordenanzas de la ley y buscan una vida nueva en Cristo.

          -- paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios. -- (Rom. 2:28, 29; 4:12). La iglesia de Cristo es el Israel de Dios (3:28, 29). Los que enseñan que Pablo tiene en mente la supuesta "salvación futura de Israel" (según la carne) le hacen contradecir toda la carta. La promesa hecha a Abraham es solamente para los que son de Cristo (3:26-29), los que andan conforme al Espíritu (el evangelio) (5:16, 18). Desde luego, esta bendición es para todos los judíos que dejen de per­manecer "en incredulidad" (Rom. 11:23).

6:17 -- De aquí en adelante nadie me cause molestias; -- Le habían mal representado, di­ciendo que no era apóstol de Cristo como los doce; le acusaron de querer agradar a los hombres y de predicar un evangelio de hom­bres. Ahora les recuerda algo muy significa­tivo:

          -- porque yo (enfático, ego) traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús. -- Posi­blemente hace comparación con el ver. 13 ("gloriarse en vuestra carne"). Los esclavos lle­varon las marcas de sus amos y Pablo tenía cicatrices que eran la marca de Jesús su Amo (Hech. 14:19; 2 Cor. 4:10; 6:4, 5; 11:23-28). Pablo era el esclavo del Señor Jesús, el sol­dado del Señor Jesús, el embajador en cade­nas del Señor Jesús.

6:18 Hermanos, -- Después de todo, les llama "Hermanos" (4:12; 5:11; 6:1).

          -- la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén. -- Compárese 2 Cor. 13:14. Toda la carta tiene que ver con la gracia en contraste con la justificación por la circuncisión y el guardar la ley de Moisés.

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