VI. El argumento 'No entendemos el por que, pero hay que aceptar por fe; no tenemos derecho de juzgar a Dios ni sus obras'.

                        A. Se dice que Dios obra de manera misteriosa; que no lo comprendemos todo, pero que no tenemos el derecho de averiguar el por qué.

            Nuestro amigo, ¿quién ha dicho así? ¡Nosotros no! y lo que importa más, ¡la Biblia no lo afirma! La cuestión no tiene que ver con lo que afirme alguien respecto a la Biblia, sino con lo que la Biblia misma reclama y dice.

            Dios nos ha hablado (Heb. 1:2), y aunque hay cosas de Dios que no han sido reveladas al hombre (y por eso son secretas), todo lo que concierne a la obediencia del hombre a la voluntad de Dios está revelado en las Sagradas Escrituras. "Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley" (Deut. 29:29). "Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia..." (2 Ped. 1:3). "Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas... Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él" (1 Jn. 2:20, 27).

            El autor continúa su falsa representación de la Biblia, al decir que afirmamos que no tenemos el derecho de averiguar el por qué. Leamos algunos textos: "Examinadlo todo; retened lo bueno" (1 Tes. 5:21). "Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo...  Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error" (1 Jn. 4:1, 6). "Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos" (Apoc. 2:2). "Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí" (Jn. 5:39). "Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así" (Hech. 17:11). "Venid luego, dice Jehová, estemos a cuenta..." (Isa. 1:18). Nuestro servicio a Dios es según la razón (la mente humana) ("Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional" -- Rom. 12:1).

 

            "B. Usamos este argumento porque en realidad no tenemos una contestación lógica a las inconsistencias y contradicciones bíblicas. Ciegamente insistimos en que lo que nuestro Dios dice y hace está bien, aunque practica lo que condena y tiene motivos egoístas (y conste que sabemos que el egoísmo es obra de la carne). Sin embargo, no usamos o no aplicamos este modo de razonar a los seguidores de otros grupos religiosos. Si un mormón, católico, budista o mahometano o cualquier otro no puede explicarnos el por qué de sus prácticas o los planes de su dios, insistimos en que se apoya en un sistema falso. Le amonestamos a que investigue, que pregunte, que desafíe el sistema. Pero cuando se trata de nuestra investigación de nuestro Dios y sus obras, de una aclaración de ciertas contradicciones del plan de Dios, contestamos: 'Hay que aceptar por fe; no estamos para pasar juicio (razonar) sobre El y sus planes u obras'".

 

            Le desafiamos al autor que señale una sola inconsecuencia o contradicción en la Biblia. Hemos dado respuesta a todo intento de parte de él de hacerlo en las páginas anteriores. El ha acusado mucho a Dios y a su Palabra, pero no ha probado su caso. ¿Quién no puede aseverar?

            Claro es que andamos por fe, no por vista (2 Cor. 5:7) (pero no sin abundancia de evidencias como base inmóvil de esa fe), pero él también anda por fe (en la filosofía suya).

            Nos acusa de insistir "ciegamente", pero ésta es otra falsa representación. Es fácil lanzar frases así (¿No podríamos acusarle a él de lo mismo? ¡Seguro que sí!) pero, ¿qué probaría eso? Nada en absoluto. El autor revela la pobreza de su posición al emplear tales tácticas.

            Sencillamente por no poder el autor entender y explicar satisfactoriamente toda llamada inconsecuencia y contradicción, él critica injustamente a Dios hasta llegar a la blasfemia, y se burla de El. ¿Qué sucedería si el autor tuviera un hijo que, al no entender todo lo que él, el padre, dijera, comenzara a criticar, a blasfemar, y a burlarse de su padre?

            ¿Entiende el autor todo? ¿No le falta ninguna comprensión de nada? El problema total del autor consiste en haberse considerado tan sabio. Por haber llegado a un alto nivel de educación secular, se cree capacitado para juzgar a Dios (y a su Palabra, la Biblia). Se le puede aplicar las palabras de 1 Cor. 3:18, "Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio".

            Nuestra fe no es ciega. (En cuanto al autor, que él hable por sí mismo y no por nosotros). Nuestra fe es tanto lógica como basada en abundancia de evidencias. Si algún hijo del autor es rebelde, egoísta e insolente, ¡va a creer que la enseñanza de su padre es inconsecuente, contradictoria y sin valor! Pero si es humilde su hijo, y ama a su padre, va a aprender de él con toda paciencia, haciendo una investigación cuidadosa y completa de todo lo que ha enseñado, y no estará dispuesto a blasfemar contra él o a burlarse de él. En otras palabras, el problema del autor consiste en su orgullo y vanidad. "Tiene más alto concepto de sí que el que debe tener" (Rom. 12:3). "El que cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña" (Gál. 6:3). Imploramos al autor que piense detenidamente en estos dos pasajes.

 

            "C. El Dios descrito en la Biblia sería rechazado por nosotros si leyéramos de El en 'otra Biblia'. Nosotros rechazaríamos cualquier 'biblia' que describiera a un dios egoísta, que practica lo que condena, que crea para destruir, que hace acepción de personas, que practica la discriminación racial, que castiga faltas insignificantes mientras pasa por alto repetidos actos de inmoralidad (y en ocasiones hasta los apoya: Abraham y Agar), que hace la salvación imposible para el analfabeto, etc., etc., etc. Pero como se trata de LA BIBLIA, ese libro que desde niños aceptamos como libro INFALIBLE, entonces, TODO lo que ese libro dice de nuestro Dios está bien dicho, y TODO lo que nuestro Dios hace, aunque sea obra mala, es cosa buena. Lo que en otro libro y en otro dios es malo, en nuestra Biblia y en nuestro Dios es bueno. ¡¡Y me ganas pero no me convences!!"

 

            Rom. 1:30 se refiere a "aborrecedores de Dios". En este párrafo el autor se califica completamente como tal. ¡Es triste, pero es cierto: el autor aborrece a Dios! Con igual pasión aborrece a su Palabra.

            Ya hemos considerado una por una todas estas falsas representaciones que el autor ha hecho en su carta abierta respecto al Dios de la Biblia. No es necesario volver a tocarlas. A través de su carta el autor ha desarrollado sus pensamientos, los cuales son obviamente débiles, mal razonadas, y fácilmente refutados; no obstante, él llega ahora a conclusiones enfáticas. No está expresando meramente "dudas", sino que lanza acusaciones serias contra Dios y contra su libro.

 

 

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