El Profeta Abdías

(El Libro de Abdías)

La mayoría de los estudiantes de la Biblia creen que Abdías escribió esta profecía contra Edom aproximadamente en este tiempo (845 a. de C.), aunque  algunos creen que llegó mucho después. Elegimos estudiar su pequeño libro en este punto debido a que las circunstancias se ajustan mejor aquí que en cualquier otra parte. Edom fue conquistado primero por David (2 Sam. 8:12-14), y había permanecido bajo el control de Judá después que el reino se dividió. Pero ahora, Joram de Judá es malísimo. Está teniendo problemas por todas partes. Edom se rebela - y luego se regocija por los problemas que está teniendo Judá. Dios está permitiendo que Joram sea castigado por los problemas que están llegando a Judá, pero El no se agrada de la actitud de Edom, y envía al profeta Abdías para denunciar sus pecados. Edom, también, algún día encarará su juicio.

Para comprender ampliamente el pequeño libro de Abdías, debe recordar que los Edomitas eran descendientes de Esaú, el hermano gemelo de Jacob - los hijos de Isaac. Edom es otro nombre para Esaú, como Israel es otro nombre de Jacob. El mensaje del libro es:

El mensaje de Jehová: Llamar a las naciones a la guerra contra Edom (versículo 1):

El mensaje de Jehová mediante Abdías concierne a Edom. Han llegado mensajes de Jehová, y las naciones son llamadas a entrar en batalla contra Edom.

Edom es engañado por su soberbia (versículos 2-4):

Edom ha perdido de vista totalmente lo insignificante que ella es. Su soberbia lo ha llevado a creer que es invencible. Como el águila que construye su nido entre las peñas, Edom proclama: “¿Quién me derribará a tierra?”

¡La respuesta es: Dios! Él dice a Edom; «Aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré.»

Edom será totalmente destruido (versículos 5-9):

La destrucción será completa. Si llegasen ladrones a robar, no lo tomarían todo. Y cuando los vendimiadores cosechan la uva, no las toman todas. Pero todas las cosas que tiene Edom, aun las cosas escondidas, serán quitadas. Los «aliados» en quienes confía no serán sus amigos en lo absoluto. Esaú [Edom] no puede ver esto. Dios desacreditará la sabiduría de la cual estaba tan orgullosa Edom. Sus valientes serán acuchillados.

Las razones para la destrucción de Edom (versículos 10-14):

Por la violencia ejercida contra Jacob el hermano de Edom, desaparecerá por siempre. Cuando los extranjeros tomaban cautivo a Jacob y echaban mano a  sus bienes, Edom era uno de ellos. No convenía que Edom se regocijara por la destrucción de su hermano. Dios dice: «No deberías haber entrado por sus puertas para echar mano a sus bienes. No deberías haberte puesto en la salida de aquellos que huían, y no deberías haberlos entregado a sus captores».

El día del Señor, Un día de Juicio para Edom (versículos 15-16):

Como ha hecho Edom, le será hecho. Como se bebió y engullió a Judá, será bebido Edom por las naciones - una y otra vez hasta que desaparezca.

El Triunfo del monte de Sión sobre Edom (versículos 17-21):

En esta sección, la liberación del pueblo de Dios se contrasta con la caída de Edom. En efecto, Israel será fuego para quemar la casa de Esaú como estopa. El símbolo de la victoria representa el vencimiento de Edom, el símbolo de los hombres no regenerados, profanos. 

En los escritos proféticos, Edom llegó a utilizarse en el sentido figurativo para la humanidad no regenerada, en contraste con Israel y Judá (Amós 9:12; Hch. 15:17; Ez. 35, y otros). Los versículos 17- 21 de Abdías parecen ser Mesiánicos, y en tal contexto, Edom sería utilizado en un sentido simbólico para la humanidad no regenerada - esto es: los perdidos, aquellos en abierta rebelión contra Dios.

Si, como hemos mostrado, Abdías escribió este libro en este tiempo, fue él el primero de los profetas escritores. Había habido muchos profetas a lo largo de los años - tales como Moisés, Samuel, Elías, así como muchos otros que son mencionados sólo unas pocas veces o cuyos nombres no son dichos. Moisés escribió los primeros cinco libros que se encuentran en nuestras Biblias y Samuel puede haber escrito al menos porciones de I  de Samuel. Pero este es el primer profeta que registra su mensaje profético más bien que la historia.

Piense sobre esto: ¿Por qué comenzaron los profetas a escribir sus mensajes? Hasta este momento, Dios enviaría un profeta a manifestar un mensaje específico. Aun si el rey era tan malvado como Acab, alguien registró el mensaje para que fuese visto por una generación posterior - tal como en el caso de Elías. Pero los reinos se hicieron cada vez más malvados. Había mensajes que Dios quería que fuesen registrados como testimonio de que Dios advirtió antes de castigar. Por tanto, El Espíritu de Dios guió a estos hombres para que escribiesen su mensaje, como prueba de que Dios había hablado. (Vea en Isaías 30:8, muchos pasajes similares a lo largo de los escritos de los profetas).

Temas Proféticos

Al enseñar sobre los profetas, debemos recordar que desafortunadamente, ellos están entre los libros menos conocidos de la Biblia. Los maestros deben estar resueltos a dar a los profetas una atención especial tanto en su estudio como en su enseñanza.

Para ayudar a los maestros con los profetas, estamos incluyendo resúmenes de los libros proféticos al llegar a su lugar en la historia de los reinos de Israel y Judá. Estos resúmenes están diseñados para simplificar y enfatizar el mensaje de cada profeta. Hemos tratado de reducir cada libro profético a una lección manejable. En adición a esto, hemos tratado de enfatizar puntos en particular aquí y allí, para ayudar al maestro a conocer que lecciones especiales pueden ser resaltadas sobre un profeta dado.

Para  ayudar adicionalmente a los maestros y estudiantes, queremos dedicar un pequeño espacio a temas proféticos en general. Si el maestro fija en mente estos temas con firmeza, será como una segunda naturaleza el ver estos puntos a la medida en que cada profeta es estudiado. Por tanto, presentamos una lista de los más prominentes temas proféticos, con una breve discusión de cada uno:

1. Arrepentimiento — Los profetas fueron enviados en tiempos cruciales de la historia de Israel y    Judá. Fue siempre la infidelidad de la gente, la que les trajo la calamidad.  Aun cuando Dios se preparó para castigar a Su pueblo, extendería su misericordia en el llamado al arrepentimiento.

2. El Día de Jehová — El «día de Jehová» es el día de  ajuste de cuentas que llega a la vida de las naciones y de los individuos. Es un día de juicio sobre los malvados y de liberación para los justos.  Ha habido muchos «días de Jehová» a lo largo del curso de la historia, a la medida que Dios ha determinado que el tiempo ha llegado para que varias naciones o individuos reciban el juicio necesario como consecuencia de su conducta.

3. La preocupación de Dios por las naciones — Cuanto más uno estudia y medita sobre esta idea,  más puede ver el énfasis sobre este tema. Primero, Dios no demandará que su pueblo sea justo, y luego permitir que el mundo se comporte de la manera que quiera sin reprensión. Por tanto, Él clama a las naciones a amoldarse a Sus requerimientos, y los castiga si no lo hacen. Secundariamente, Él promete la redención para las naciones, como también para los judíos. 

4. El Mesías — El Mesías viene. Este mensaje es el mensaje refulgente de los profetas. Él viene a hacer la voluntad del Señor. Él salvará, y Él destruirá, tanto entre las naciones como entre Israel.

5. Un nuevo orden espiritual — En paralelo con el concepto del Mesías, el Rey-Sacerdote de Dios, está la idea de el nuevo orden espiritual que inaugurará el Mesías. Bien sea,  caracterizado como «el monte de la casa del Señor», o como un reino, o un gran templo, la referencia es a la iglesia.

Esencialmente, los profetas predicaron el mensaje de Dios a una nación infiel. La predicación de los profetas se incluye entre la más excelente predicación de la Biblia.La belleza del lenguaje, la vívida imaginería gráfica, las diferentes personalidades de los escritores, la discusión de las grandes ideas, las conmovedoras emociones  reveladas; todo ello hace el estudio de los profetas merecedor de un estudio cuidadoso. Es nuestra esperanza que los estudios breves de los profetas en este libro cimentarán una buena base para estudios más a fondo de estos grandes libros.

JUDA

Joram Cae Enfermo (2 Crón.  21:18-20):

Después de la invasión y devastación causadas por los filisteos y los árabes, Dios hirió  a Joram con una enfermedad incurable en los intestinos. (Según la descripción, es probable que tuviese disentería amebiática). Estuvo   enfermo   y   en    agonía    con    la enfermedad durante dos años hasta que finalmente murió.

    Su pueblo no encendió fuego en su honor como había hecho con el rey anterior. Fue sepultado en la  Ciudad de David, más    

no en los sepulcros de los reyes.                                             Uno de los más tristes epitafios que sean posibles es dado sobre Joram.  «Murió sin que lo desearan más» o como lo expresa una traducción más moderna «nadie lo lloró». Había todavía suficiente pueblo bueno dejado en Judá para entristecerse por la maldad que llenaba la tierra, y por tanto, para sentirse aliviado cuando un rey tan malvado murió.

Joram fue sucedido por su hijo Ocozías, pero antes de que continuemos con esta narración, finalicemos las historias dichas con respecto a Eliseo en este punto en el texto bíblico. Recuerde, para contar las historias de Elías en el reino de Israel, dejamos la historia de Judá en el trasfondo, pero el reino existe todavía – nos detenemos sólo para observar el poderoso esfuerzo que Dios estaba haciendo en este tiempo para tratar de traer a su pueblo a El antes que fuese demasiado tarde.

ISRAEL

Joram, el hijo de Acab, todavía reina en Israel.

Más Historias Sobre Eliseo

Si la cronología que hemos utilizado es correcta, Eliseo llegó a ser el ayudante de Elías antes de  que Acab muriera.  Luego Elías fue llevado al cielo en un carruaje de fuego aproximadamente en el tiempo en que murió Ocozías y cuando Joram se hizo rey de Israel. La labor de Eliseo continuó durante los reinados de Joram, Jehú, Joacaz, y en el reinado de Joás. No hay manera de saber con exactitud cuando ocurrieron los eventos de su vida. Quien haya registrado la historia de la obra de Eliseo por inspiración de Dios (el nombre del escritor es desconocido), estaba más interesado en los milagros y la enseñanza de Eliseo que en la cronología. Por tanto, las historias son contadas juntas en grupo. Hay varias insinuaciones en la historia, pero continuaremos contándolas como aparecen en el texto. No se sorprenda de ver estas historias reorganizadas en alguna obra que ha tratado de seguir la cronología con precisión.

Eliseo Aumenta el Aceite de una Viuda

(2 Reyes 4:1-7)

 La esposa de uno de los hijos de los profetas vino a Eliseo y dijo: « Mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos».

Eliseo le preguntó: «¿Qué te haré yo? Declárame lo que tienes en casa».

Ella dijo: «Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite».

Eliseo le dijo: «Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte».

La viuda hizo como le dijo Eliseo. Sus hijos le traían una vasija y ella la llenaba. Ellos la ponían aparte y traían otra. Cuando todas las vasijas estuvieron llenas, ella dijo: «tráeme aún otras vasijas».

Uno de sus hijos replicó: «No hay más vasijas», y el aceite dejó de fluir.

La mujer fue y dijo a Eliseo lo que había pasado, y él le manifestó que vendiera el aceite y pagara sus deudas. Le dijo que ella y sus hijos podían vivir con el dinero sobrante. 

La Mujer Sunamita

(2 Reyes 4:8-37)

Un día Eliseo pasó por la ciudad de Sunem que estaba localizada al pie suroeste del cerro de Moré en el valle de Jezreel. Una mujer que hacía el bien vivía allí, e invitó a Eliseo a comer a su casa. Después de ello, cuando Eliseo pasaba por esa ruta, paraba a comer.

Recuerde que no había McDonalds o Quincys en esos días.  Comer y descansar mientras se viajaba era más difícil entonces.

Después de un tiempo, la mujer habló a su esposo diciendo: «yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios. Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él». Su esposo estuvo de acuerdo con esta idea atenta y se hizo así.

Un día, Eliseo pasó por allí y había ido a su cuarto y estaba acostado. Llamó a su servidor Giezi y le dijo:

«Llama a la sunamita».

Giezi la trajo y Eliseo le dijo: «He aquí tú has estado solícita por nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército?»

La mujer declinó cualquier favor diciendo:  «Yo habito en medio de mi pueblo».

En privado, Eliseo preguntó a Giezi:  «¿Qué, pues, haremos por ella?».

Giezi dijo: «He aquí que ella no tiene hijo, y su marido es viejo».

Eliseo dijo: «Llámala». Ella vino de nuevo y se paró a la entrada de la puerta. Eliseo dijo: «El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo».

La mujer estaba asombrada. Dijo: «varón de Dios, no hagas burla de tu sierva».

Pero ella quedó embarazada, y aproximadamente en ese tiempo al año siguiente, dio a luz un hijo como había predicho Eliseo.

Algunos años pasaron, y probablemente algunas de las historias contadas después ocurrieron durante estos años. Pero continuaremos la historia con respecto a esta mujer y su hijo en este punto de la manera que la Biblia lo hace. Será menos confuso que reordenar el texto para que se ajuste a la cronología.

Algunos años pasaron, y el hijo de la Sunamita creció. Un día fue al campo con su padre y los segadores. Después de un tiempo, dijo: «¡Ay, mi cabeza, mi cabeza!»

El padre del muchacho pidió a un sirviente que llevara al chico a su madre, pero parece que no se dio cuenta cuan seriamente enfermo estaba el muchacho. El chico se sentó en el regazo de su madre hasta el mediodía — luego la tragedia golpeó. El muchacho murió en los brazos de su madre.

La madre subió su cuerpo al cuarto de Eliseo y tiernamente lo acostó sobre la cama. Luego llamó a su marido,  y le pidió que enviara un sirviente y una burra para que pudiera ir y regresar rápidamente donde el hombre de Dios.

Su marido no supo por qué quería ir, por eso dijo: «¿Para qué vas a verle hoy? No es nueva luna, ni día de reposo.»

Ella dijo: « Paz.»

Aparejó la burra y dijo al criado, Guía y anda; y no me hagas detener en el camino, sino cuando yo te lo dijere. Salieron cruzando el valle de Jezreel, dirigiéndose al Monte Carmelo donde vivía Eliseo.

Cuando Eliseo la vio venir envió a Giezi a encontrarla. «Mira,» le dijo. «Ahí está la sunamita.  Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla, y le digas: ¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu hijo?»

Eliseo supo que algo malo pasaba para que ella viniese a esa hora, y él supo que debía ser algo sobre su familia.

Cuando Giezi se acercó a ella y le preguntó, no se detuvo a hablarle. Meramente dijo: «bien.»

Sin embargo, cuando llegó donde Eliseo, se asió de sus pies en suplicación. No podía decir nada al principio debido a su aflicción. Giezi se acercó para quitarla, pero Eliseo dijo: «Déjala, porque su alma está en amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado.»

Finalmente clamó:  «¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mí?»

Eliseo estaba muy preocupado, e hizo esfuerzos inmediatos para tratar de ayudarla. Se dirigió a Giezi y dijo: «Ciñe tus lomos, y toma mi báculo en tu mano, y ve; si alguno te encontrare, no lo saludes, y si alguno te saludare, no le respondas; y pondrás mi báculo sobre el rostro del niño.»

La madre del muchacho dijo: «no te dejaré». Entonces Eliseo se levantó y fue con ella.

Giezi había ido adelante y había puesto el báculo sobre el rostro del niño, pero nada ocurrió. Giezi regresó para encontrarse con Eliseo, que ahora estaba en camino, y dijo: «El niño no despierta.»

Cuando llegó Eliseo a su cuarto, el niño estaba muerto acostado sobre su cama. Eliseo entró, cerró la puerta, y oró al Señor. Luego se acostó sobre el niño. Mientras yacía sobre el cuerpo, la carne del muchacho volvió a entrar en calor. Eliseo se levantó, se paseó, y se tendió sobre él nuevamente. El muchacho comenzó a estornudar. Estornudó siete veces y abrió sus ojos.

Eliseo llamó a Giezi y dijo: «Llama a esta Sunamita.» Cuando llegó, Eliseo le dijo: «Toma tu hijo.»

Ella entró, se postró a sus pies, y se inclinó a tierra en profunda gratitud. Luego tomó a su hijo, y salió.

Eliseo Purifica el Potaje

(2 Reyes 4:38-41)

Eliseo fue a Gilgal en la región montañosa de Efraín en una época en que había grande hambre en ella. Cuando los hijos de los profetas vinieron a reunirse con él, dijo a su criado: «Pon una olla grande, y haz potaje para los hijos de los profetas.»

Uno de estos hombres salió al campo para recoger hierbas y encontró una como parra montés, y de ella llenó su falda de calabazas silvestres, y volvió y las cortó en la olla del potaje. No sabía que eran venenosas y muy amargas.

El potaje fue servido, pero cuando comenzaron a comer, gritaron: « ¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla!» Fue el amargor de la planta silvestre venenosa lo que les permitió saber que algo andaba mal.

Eliseo Dijo: «Traed Harina.» Cuando fue traída, La echo en el potaje y dijo: «Da de comer a la gente.»

No hubo más mal en la olla después de eso.

Eliseo Alimenta a 100 hombres con 20 Panes

(2 Reyes 4:42-44)

Eliseo continuó con los hijos de los profetas durante un tiempo. Uno de los problemas que encaraban regularmente era el de hallar suficiente alimento. Un día vino un hombre de Baal-salisa (localizada al oeste de Gilgal) trayendo veinte panes de primicias.

Eliseo dijo: «Da a la gente para que coma.» 

«¿Cómo pondré esto delante de cien hombres?»  Preguntó su criado.

Eliseo replicó: «Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Jehová: Comerán, y sobrará.»  El criado lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra del Señor.»

Eliseo Sana a Naamán de su Lepra

(2 Reyes 5: 1-27)

El rey sirio (arameo) tenía un general en su ejercito cuyo nombre era Naamán. Era de gran estima  delante los ojos de su señor, pero era leproso.

El término leproso en la Biblia cubría un rango de afecciones de la piel,  e incluso moho en el caso de objetos. Algunas formas de estas enfermedades eran más serias que otras. Obviamente, la lepra de Naamán no era debilitante todavía, de modo que no era una forma tan seria como otras, o no había avanzado todavía hasta ese punto. De todas maneras, era una afección delicada.

En una de sus entradas a Israel, los sirios se llevaron cautiva a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán. Un día la muchacha dijo a su señora: «Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.»

Este dicho fue expresado a Naamán, y él lo dijo al rey. El rey de Siria estaba ansioso de que su servidor fuese sanado, de modo que dijo: «Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel.»

El nombre del rey sirio no es dado, ni tampoco el nombre del Rey Israelita. Por tanto, no hay forma de fijar la fecha de este evento.

Naamán salió de Siria tomando diez talentos de plata, seis mil piezas de oro,  y diez mudas de vestidos. Llevó consigo una carta al rey de Israel de parte del rey de Siria, la cual decía: «Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra.» En alguna parte de la transmisión de la información de la muchacha israelita al rey sirio, se había perdido de vista el profeta en Israel, el cual iba a efectuar la curación.

El rey de Israel se puso frenético cuando recibió la carta. Rasgo sus vestidos para expresar su indignación diciendo: «¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.»

Cuando Eliseo escuchó de la reacción  del rey le mandó a decir: « ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel.»

De modo que Naamán y sus acompañantes dejaron al rey y fueron a la casa de Eliseo. Llegó a su puerta con sus caballos y con su carro, y con todos sus obsequios. Eliseo ni aun salió de su casa para ver el esplendor de la compañía. En su lugar envió un mensajero a decir: «Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.»

¡Naamán fue insultado en gran manera! Tornó a retirarse diciendo: «He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio?» De modo que se retiró enojado. También era leproso aún. 

Entonces, uno de sus servidores  se le acercó y le rogó con gentileza: «Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?»

Naamán escuchó las palabras de su criado y entró al Jordán a sumergirse las siete veces pedidas. Su carne se volvió tan limpia como la de un niño.

Ahora el corazón de Naamán estaba lleno de gratitud por su limpieza. Regresó a la casa de Naamán con todos sus criados  y se puso delante del profeta. Naamán dijo: « He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo.»

Eliseo replicó: «Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré.» Y aunque Naamán insistió, Eliseo rehusó recibir algo.

Luego Naamán dijo: «Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová. En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo.»

Eliseo dijo: «Ve en paz.» o como podríamos expresar la idea; «todo está bien, será como lo deseas».

El criado de Eliseo, Giezi, había observado todos estos eventos y había visto la obvia riqueza de Naamán. Después de que Naamán partió, Giezi dijo para sí: «He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa.»

Giezi siguió a Naamán. Cuando el General Sirio vio a alguien corriendo tras él, detuvo su carro y se reunió con Giezi, diciendo: «¿Va todo bien?»

«Bien», dijo Giezi: «Mi señor me envía a decirte: He aquí vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos.»

Naamán estaba satisfecho de cumplir con lo pedido, de modo que dijo: «Te ruego que tomes dos talentos.» Insistiéndole que aceptara la plata, la puso en dos bolsas,  y dos vestidos nuevos. Naamán envió también a dos de sus criados para cargar el gran peso.

Cuando regresaron a la casa de Eliseo, Giezi envió a los criados de regreso con Naamán mientras que escondía la plata en la casa. Luego fue y se puso delante de Eliseo como si nada hubiese pasado.

Eliseo dijo: «¿De dónde vienes, Giezi?»

Tu siervo no ha ido a ninguna parte. Dijo Giezi.

Pero Eliseo dijo: «¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre.»

Giezi se retiró de la presencia de Eliseo como leproso. Su piel estaba tan blanca como la nieve - y la suya no sería sanada como lo había sido Naamán.

Eliseo Hace Flotar un Hacha

(2 Reyes 6:1-7)

La compañía de los profetas necesitaba un nuevo lugar para vivir,  ya que el lugar que tenían se hizo estrecho. Dijeron a Eliseo: “He aquí, el lugar en que moramos contigo nos es estrecho.  Vamos ahora al Jordán, y tomemos de allí cada uno una viga, y hagamos lugar allí en que habitemos”.

Eliseo dijo: «Andad.»

Uno de ellos preguntó: «Te rogamos que vengas con tus siervos.»

«Yo iré.» Dijo Eliseo, y fue con ellos.

Cuando llegaron al Jordán comenzaron a cortar vigas. Cuando uno de ellos derribaba un árbol, su hacha se le cayó al río. El hombre estaba muy molesto. Y gritó: «¡Ah, señor mío, era prestada!»

Eliseo preguntó: «¿Dónde cayó?»

El hombre le mostró y Eliseo cortó un palo, y lo echó en el lugar donde cayó el hacha, e hizo flotar el hacha. «Tómalo,» dijo. De modo que el hombre  extendió la mano y tomó el hacha.

Eliseo Captura Algunas Tropas Sirias

(2 reyes 6:8-23)

Los sirios ( o arameos) fueron el más constante enemigo del reino de Israel en este punto de la historia. Las batallas que Acab peleó fueron sólo la temprana parte de una larga serie de conflictos entre los dos pequeños reinos. Había incursiones Sirias a Israel incluso cuando no había batallas abiertas. Recuerde, la muchacha que primero habló a la mujer de Naamán sobre un profeta en Israel era una cautiva que había sido tomada durante una de las invasiones. En la historia a punto de ser contada, hubo frecuentes incursiones.

Hay otra historia que es imposible de fechar. Ni el rey de Siria ni el de Israel son nombrados, y ya que el conflicto se alargó durante varios reyes, no hay manera de suponer.  Por tanto, no pasaremos tiempo especulando.

El rey de Siria estaba en guerra con el rey de Israel. El rey de Siria consultaba con sus oficiales y dijo:

«En tal y tal lugar estará mi campamento. Planeando así tomar a las fuerzas Israelitas por sorpresa.

Pero Eliseo, el hombre de Dios, envió a decir al rey de Israel: «Mira que no pases por tal lugar, porque los sirios van allí.» El rey de Israel envió exploradores a fin de ver si la advertencia estaba bien fundada, y se enteró que Eliseo siempre estaba en lo correcto, y se salvó de ser derrotado una y otra vez.

El rey sirio se turbó grandemente. Juntó a sus siervos y les dijo: «¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros es del rey de Israel?» Pensaba que uno de sus servidores estaba pasando información sobre sus planes al rey de Israel.

Sin embargo, uno de sus siervos dijo: «No, rey señor mío, sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu cámara más secreta.»

El rey de Siria dijo: « Id, y mirad dónde está, para que yo envíe a prenderlo.»

Se le dio aviso pronto: «He aquí que él está en Dotán.» Dotán era la ciudad justamente al sur del valle Jezreel en Israel. El rey sirio envió caballos y carros y un gran ejercito rodeó la ciudad en la noche. 

El criado de Eliseo se levantó de mañana y vio al ejercito.  Exclamó: « ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos?»

Eliseo dijo: «No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.» Entonces Eliseo oró diciendo: «Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea.» Y Dios abrió los ojos del criado, y ¡que visión espectacular! El monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.

Cuando el enemigo se les acercaba, Eliseo oró: « Te ruego que hieras con ceguera a esta gente.» Y Dios golpeó al ejercito Sirio con ceguera.

Eliseo dijo a los Sirios: «No es este el camino, ni es esta la ciudad; seguidme, y yo os guiaré al hombre que buscáis.» De modo que Eliseo les guió de Dotán a Samaria, la mismísima capital de Israel.

Cuando llegaron a Samaria, Eliseo oró de nuevo: «Jehová, abre los ojos de éstos, para que vean.» Dios abrió sus ojos y vieron que estaban dentro de Samaria, y a completa merced de los Israelitas.

El rey de Israel estaba entusiasmado. Preguntó a Eliseo: « ¿Los mataré, padre mío?» Estaba encantado de tener tal cantidad de soldados a merced suya.

Eliseo respondió: « No los mates. ¿Matarías tú a los que tomaste cautivos con tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua, para que coman y beban, y vuelvan a sus señores.»

  Después que los soldados comieron, fueron enviados de regreso a Siria. Durante un tiempo los Sirios dejaron de lado las incursiones, y se quedaron fuera de Israel. Dios estaba enseñando a los Sirios de Su gran poder. Jehová es Dios sobre toda la tierra.

Dios golpeó  a estos soldados con ceguera, entonces un hombre, Eliseo, pudo guiar a todo el grupo de la ciudad de Dotán a Samaria, una distancia de mas de quince kilómetros. Quizá, no estaban totalmente ciegos en el sentido de no poder ver nada ante ellos, sino más bien, ciegos en el sentido de no poder reconocer las señales del área a su alrededor. El punto es que Dios podía proteger a su siervo de ser dañado. Los soldados deben de haber partido con un profundo respeto por éste profeta. 

Samaria Sitiada

(2 Reyes 6:24-7:20)

Ben-Adad, el rey Sirio, reunió de nuevo todo un gran ejercito y fue a sitiar Samaria. Un sitio significaba que nadie entraba ni salía de la ciudad. El hambre fue siempre un problema en tales situaciones, de modo que hubo gran hambre en Samaria. El alimento era tan escaso que la cabeza de un burro se vendía por ochenta piezas de plata (alrededor de 40 onzas), y la cuarta parte de un cab de estiércol de palomas (1/2 pinta) por cinco piezas de plata (alrededor de dos onzas).

La expresión «estiércol de paloma» puede ser literal, porque hubo ocasiones en que el estiércol fue recogido para comer en tiempos de gran hambre. También pudo haber sido usado figurativamente de un tipo de alimento muy miserable, lo cual llaman los árabes estiércol de tórtolas. Esto es semilla de vainas.

El rey de  Israel pasaba  por el muro cuando una mujer le gritó: «Salva, rey señor mío.»

Él dijo: «Si no te salva Jehová, ¿de dónde te puedo salvar yo?  ¿Del granero, o del lagar? ¿Qué tienes?»

La mujer respondió: «Esta mujer me dijo: Da acá tu hijo, y comámoslo hoy, y mañana comeremos el mío. Cocimos, pues, a mi hijo, y lo comimos. El día siguiente yo le dije: Da acá tu hijo, y comámoslo. Mas ella ha escondido a su hijo.»

El canibalismo era muy común en los sitios prolongados. Más aun, esta misma clase de situación fue profetizada por Moisés como algo que ocurriría si Israel se hacia infiel (Dt. 28:52-57).

El rey estaba muy molesto con esta situación calamitosa. Rasgó sus vestidos y el pueblo vio el cilicio que traía interiormente sobre su cuerpo. Por supuesto, ningún rey malvado de Israel pensó jamás en culpar de la calamidad de Israel a su propio pecado e infidelidad - culpaba a Dios. Juró que la cabeza de Eliseo no quedaría sobre sus hombros ese día.

Aparentemente, Eliseo estaba viviendo en Samaria durante el sitio ya que él estaba con los ancianos de la ciudad. El rey envió un mensajero delante de él, pero antes de que llegara el mensajero, Eliseo dijo a los ancianos: «¿No habéis visto cómo este hijo de homicida envía a cortarme la cabeza? Mirad, pues, y cuando viniere el mensajero, cerrad la puerta, e impedidle la entrada. ¿No se oye tras él el ruido de los pasos de su amo?»

El mensajero vino, seguido prontamente por el rey. El rey dijo a Eliseo: «Ciertamente este mal de Jehová viene. ¿Para qué he de esperar más a Jehová?» Obviamente, Eliseo había estado diciendo al rey y a los ancianos que esperasen la liberación de Dios. E igualmente como es obvio, el rey no tenía fe en la palabra de Dios.

Eliseo dijo: «Oíd palabra de Jehová: Así dijo Jehová: Mañana a estas horas valdrá el seah de flor de harina un ciclo, y dos seahs de cebada un ciclo, a la puerta de Samaria.»

El oficial que asistía al rey dijo: «Si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así?»

Eliseo replicó: « He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello.»

Mientras tanto, había cuatro Israelitas con lepra quienes se sentaban en las afueras de la puerta de la ciudad. Estaban sufriendo grandes dificultades para hallar algo de comer. Discutían sobre el asunto entre ellos de esta manera: «¿Para qué nos estamos aquí hasta que muramos?  Si tratáremos de entrar en la ciudad, por el hambre que hay en la ciudad moriremos en ella; y si nos quedamos aquí, también moriremos. Vamos, pues, ahora, y pasemos al campamento de los sirios; si ellos nos dieren la vida, viviremos; y si nos dieren la muerte, moriremos.»

Los leprosos se levantaron y se marcharon al campamento sirio en la tarde que concluía. Cuando llegaron a la entrada del campamento, se sorprendieron al no encontrar a nadie allí - ¡ni guardas, ni nadie! Los leprosos no sabían que pensar mientras seguían adelante paso a paso.

La Biblia interrumpe su historia para narrar qué pasó a los Sirios: porque Jehová había hecho que en el campamento de los sirios se oyese estruendo de carros, ruido de caballos, como si un gran ejército viniese contra ellos. Cuando escucharon el estruendo se dijeron unos a otros: «He aquí, el rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los heteos y a los reyes de los egipcios, para que vengan contra nosotros.» En pánico levantaron y huyeron al anochecer, abandonando sus tiendas, sus caballos, sus asnos. Huyeron a pie y dejaron todo atrás tal como estaba.

Los leprosos llegaron cuidadosamente a una tienda, comieron y bebieron, y tomaron de allí plata y oro  y vestidos. Después entraron en otra tienda y tomaron todo lo de valor y lo escondieron. Repentinamente se dijeron el uno al otro: «No estamos haciendo bien. Hoy es día de buena nueva, y nosotros callamos; y si esperamos hasta el amanecer, nos alcanzará nuestra maldad. Vamos pues, ahora, entremos y demos la nueva en casa del rey.»

Regresaron a Samaria y dijeron a los guardianes de la puerta de la ciudad: «Nosotros fuimos al campamento de los sirios, y he aquí que no había allí nadie, ni voz de hombre, sino caballos atados, asnos también atados, y el campamento intacto.»

Los porteros proclamaron las buenas noticias, y prontamente  los anuncios llegaron al rey en palacio. Hasta ahora es de noche, pero el rey se levantó. Dijo: «Yo os declararé lo que nos han hecho los sirios. Ellos saben que tenemos hambre, y han salido de las tiendas y se han escondido en el campo, diciendo: Cuando hayan salido de la ciudad, los tomaremos vivos, y entraremos en la ciudad.

Uno de los oficiales del rey dijo: «Tomen ahora cinco de los caballos que han quedado en la ciudad (porque los que quedan acá también perecerán como toda la multitud de Israel que ya ha perecido), y enviemos y veamos qué hay.»

Era un buen plan, de modo que el rey envió dos carros para ver cual era la situación. Los hombres siguieron la pista de  los Sirios desde su campamento hasta el río Jordán. Todo el camino estaba lleno de los vestidos y enseres que los Sirios habían dejado mientras huían. Los exploradores y reportaron sus hallazgos. Con júbilo, el pueblo salió y saqueó el campamento de los Sirios. Muy pronto un seah de flor de harina se compraba por un ciclo y dos seahs de cebado por un ciclo, como había predicho Dios mediante Eliseo.

El rey había puesto a cierto oficial a cargo de la puerta, y la gente se apresuró tanto por encontrar alimento que lo atropellaron hasta morir. Este oficial es quien había dicho: «Si Jehová hiciese ventanas en el cielo, ¿pudiera suceder esto?» cuando Eliseo profetizó que el alimento sería abundante y barato. Eliseo le había dicho: «He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello.» ¡Esto es exactamente lo que ocurrió!

La historia narrada arriba sobre el sitio de Samaria es  una de las indicaciones que tenemos sobre la cronología del período. El nombre del rey sirio es dado como Ben-adad, pero el nombre del rey israelita no es dado. El rey sirio a quien Acab combatió era llamado Ben-adad, y esta historia es registrada antes de que se registre la muerte de ese Ben-adad, por lo que es probable que sea el mismo. Si es así, el rey de Israel sería Joram el hijo de Acab. La historia se ajusta fácilmente en el marco del tiempo del reinado de Joram ya que Ben-adad fue muerto y sucedido por Jazael hacia el cierre del reinado de Joram. La última batalla de Joram fue contra los sirios al mando de Hazael (vea 2 Reyes 8:28).

Sin embargo, hay un punto adicional que hace imposible ser dogmático con respecto al tiempo aunque la explicación de arriba parece lógica. El nombre «Ben-adad» era más que un nombre personal entre los reyes sirios. El prefijo «Ben» significaba «hijo de,» y adad era el nombre de su dios. Por tanto, los reyes se llamaban a sí mismos «Hijo de Adad.» El rey sirio Asa que pactó para atacar a Baasa se llamaba a sí mismo Ben-adad (vea 1 Reyes 15:18). El rey sirio que luchó contra Acab fue Ben-adad (vea 1 Reyes 20:1) Ese Ben-adad en particular fue muerto por un hombre llamado Hazael quien gobernó durante un tiempo (vea 2 Reyes 8:14-15), y entonces fue sucedido por su hijo quien también era llamado Ben-adad (vea 2 Reyes 13:3). Ya que Siria era un enemigo encarnizado de Israel en este punto, cada uno de estos reyes luchó contra Israel más de una vez. Los reyes de Israel eran malvados todos, de modo que hubo numerosas ocasiones en que Dios les permitió ser derribados. La obra de Eliseo coincidió en parte con el Ben-adad de los días de Acab, durante el reinado de Hazael, y hasta el reinado de su hijo Ben-adad. Podría, por tanto, haber sido cualquiera de estos Ben-adad.

Recuerde, la cronología no es tan importante en este tiempo como el esfuerzo de Dios para tratar de despertar a Su pueblo para que reconociera la necesidad de confiar en El. Damos estas notas para ayudarle a entender el período. No se alarme si ve distintos libros de referencia ordenando las narraciones de distintas maneras. Nadie sabe cómo se acomodan a los reyes en este tiempo.

La Tierra es Restablecida a la Sunamita

(2 Reyes 8:1-6)

En algún punto, Eliseo advirtió a la sunamita, en cuya casa se había quedado, que una gran hambre llegaría a Israel. Le dijo: «Levántate, vete tú y toda tu casa a vivir donde puedas; porque Jehová ha llamado el hambre, la cual vendrá sobre la tierra por siete años.»

Recuerde, esta es la mujer cuyo hijo fue levantado de entre los muertos. Parece ser que era viuda en el tiempo que esta historia ocurrió, pero su esposo fue descrito como viejo cuando la conocimos por vez primera (vea 2 Reyes 4:14).

Ella siguió el consejo de Eliseo y marchó a la sureña llanura costera y permaneció en el territorio de los filisteos durante siete años. Al final de ese tiempo, retornó a Israel y fue donde el rey para pedirle que le restaurara la propiedad que había sido suya.

Justamente cuando llegaba al palacio para hablar con el rey, Giezi el criado de Eliseo estaba dentro hablando con el rey. El rey había dicho: «Te ruego que me cuentes todas las maravillas que ha hecho Eliseo.»

Giezi había llegado al punto de contar como Eliseo había levantado el muerto a la vida de nuevo, cuando le fue dicho al rey que la sunamita quería verle. Giezi dijo: «esta es la mujer, y este es su hijo, al cual Eliseo hizo vivir.»

El rey preguntó a la mujer sobre ello, y ella narró la historia. Luego el rey asignó a un oficial para que cuidara de sus necesidades. Él dijo: «Hazle devolver todas las cosas que eran suyas, y todos los frutos de sus tierras desde el día que dejó el país hasta ahora.»

La providencia de Dios obraba de nuevo. «Vino» para implorar al Rey al mismo tiempo en que Giezi estaba narrando la historia - y por tanto, el rey estaba deseoso de ayudarla.

¿Recuerda la última vez que observamos a Giezi en la narración? ¿Recuerda que fue afligidocon la lepra, blanca como la nieve? Los leprosos eran alejados de la sociedad, de modo que es inusual encontrar un leproso hablando con un rey. Es por ello que algunos eruditos sitúan esta historia antes de la historia de Naamán narrada en el capítulo 5. Esa fijación puede ser cierta, o podría ser que Giezi estaba contando su propia historia trágica como parte de la historia de Eliseo.

De Regreso a Nuestro Estilo de Dos Columnas

Hay algunas historias más sobre Eliseo, pero el resto de ellas pueden ser establecidas en la historia de los reyes de Israel y Judá. Mediante estos milagros, Dios continúa estableciendo la reputación de Eliseo como Su siervo y vocero.


JUDA

Ocozías (Joacaz, Azarías) — 1 año (hizo lo malo) (2 Reyes 8:25-9:28 2 Crón. 22:1-9):

Después que el malvado Joram, hijo de Josafat murió, fue sucedido por su hijo Ocozías. Este Ocozías no gobernó tanto tiempo como los otros reyes malvados, de modo que no tuvo tanto tiempo para hacer el mal en la tierra, pero fue un hombre muy malvado.

Ocozías era el hijo menor de Joram y Atalía. Él era el único disponible para reinar debido a que los filisteos y árabes habían matado a los hijos mayores. Sólo tenía veintidós años cuando asumió el trono, y sólo reinó un año.

Recuerde que su madre fue Atalía que era hija de Acab y Jezabel. Esto significa que Joram quien reinaba en Israel era tío de Ocozías. Repase el árbol familiar de la familia de Acab y Josafat. Ocozías anduvo en los caminos de la casa de Acab, con su madre animándole a hacer lo malo.

Nota Cronológica:

2 Reyes 8:26 dice que Ocozías tenía 22 años cuando comenzó a reinar; 2 Crón. 22:2 dice que tenía 42 años. Pero como su padre Joram sólo tenía cuarenta cuando murió (2 Crón. 21:20), ciertamente entonces, 22 es la lectura correcta.

ISRAEL

Décimo segundo año de Joram,  el hijo de Acab y Jezabel.

    Este Joram adoró los becerros de oro que había erigido Jeroboam, y fue un rey malvado, pero no tan malvado como su padre y su madre. Sólo reino doce años. Este Joram ya reinaba cuando comenzamos las historias sobre Eliseo.  Algunas de las historias sobre Eliseo ocurrieron dentro de los doce años del reinado de Joram, pero no todas ellas.

Eliseo se Reúne con Hazael (2 Re. 8:7-15):

En el monte Horeb (Sinaí), Dios había dicho a Eliseo que entre los cambios en el personal que serían efectuados en el área, Hazael reemplazaría a Ben-adad como rey de Siria (1 Reyes 19:15). El tiempo había llegado.

Eliseo fue a visitar Damasco, la capital de Siria. Ben-adad el rey estaba enfermo. Le fue dicho: «El varón de Dios ha venido aquí.» Entonces, Ben-adad envió a Hazael diciendo: «Toma en tu mano un presente, y ve a recibir al varón de Dios, y consulta por él a Jehová, diciendo: ¿Sanaré de esta enfermedad?»

Hazael fue a Eliseo, llevando con él cuarenta camellos cargados con los mejores bienes de Damasco. Arribó y fue a reunirse con el hombre de Dios, y preguntó: «Tu hijo Ben-adad rey de Siria me ha enviado a ti, diciendo: ¿Sanaré de esta enfermedad?»

Eliseo replicó: «Ve, dile: Seguramente sanarás.» Pero a continuación le hizo una confidencia a Hazael: «Sin embargo, Jehová me ha mostrado que él morirá ciertamente.

Judá

Israel

Hubo entonces un silencio cuando Hazael meditaba sobre el significado de esta extraña revelación.  Eliseo «le miró fijamente, y estuvo así hasta sentirse avergonzado; luego lloró el varón de Dios. Entonces le dijo Hazael: ¿Por qué llora mi señor?

Eliseo respondió: Porque sé el mal que harás a los hijos de Israel; a sus fortalezas pegarás fuego, a sus jóvenes matarás a espada, y estrellarás a sus niños, y abrirás el vientre a sus mujeres que estén en cinta.»

Hazael tomó un punto de vista diferente sobre su habilidad para hacer tales cosas a los Israelitas. Dijo: «¿qué es tu siervo, este perro, para que haga tan grandes cosas?

Eliseo replicó: «Jehová me ha mostrado que tú serás rey de Siria.»

Hazael regresó con su señor, quien dijo: «¿Qué te ha dicho Eliseo?»

Hazael respondió: «Me dijo que seguramente sanarás.»

Pero al día siguiente, tomó un paño y lo metió en agua, y lo puso sobre el rostro de Ben-adad, y asfixió a Ben-adad hasta morir.

Así las extrañas palabras de Eliseo se hicieron claras. Si la naturaleza hubiese seguido su curso, Ben-adad se habría recuperado. Pero su enfermedad no era el único factor. La propia ambición de Hazael le llevó a destruir a su señor y reinar en su lugar.


Ocozías y Joram Luchan por Ramot de Galaad

(2 Reyes 8:28-29; 9:14b, 15a; 2 Crón. 22:5-6)

Ocozías, el rey de Judá, unió fuerzas con su tío Joram, rey de Israel, para ir a la guerra  contra Hazael, rey de Siria, por la ciudad de Ramot de Galaad. Esta es la misma ciudad por la que Acab y Josafat lucharon contra los sirios cuando Acab murió. Acab no tuvo éxito en tomar la ciudad en ese entonces, y todavía estaba en las manos de los sirios durante más de doce años después de la muerte de Acab.

En el curso de la batalla, Joram fue herido, y fue a casa a Jezreel para recuperarse. Después de un tiempo, Ocozías dejó a los ejércitos todavía sitiando a Ramot Galaad mientras que él mismo se fue a casa a Jezreel a visitar a Joram. Asegúrese de saber donde quedan ambas ciudades en su mapa.

Por tanto, mientras comenzamos la siguiente porción de la historia, ambos reyes están en Jezreel y el ejército está en Ramot de Galaad. Joram está herido, pero muy recuperado.

Judá

Ocozías el nieto del justo Josafat y del malvado Acab, continúa reinando en Judá.

Israel

Jehú Ungido Rey (2 Reyes 9:1-13):

En esta historia Eliseo lleva a cabo el último cambio que Dios había designado para cumplirse cuando Él habló a Elías en el Monte Horeb (1 Reyes 19:16).

Eliseo llamó a uno de los hijos de los profetas y le dijo: «toma esta redoma de aceite en tu mano, y ve a Ramot de Galaad. Cuando llegues allá, verás allí a Jehú hijo de Josafat hijo de Nimsi; y entrando, haz que se levante de entre sus hermanos, y llévalo a la cámara. Toma luego la redoma de aceite, y derrámala sobre su cabeza y di: Así dijo Jehová: Yo te he ungido por rey sobre Israel. Y abriendo la puerta, echa a huir, y no esperes.»

El joven fue a Ramot de Galaad y halló a los príncipes del ejército, y dijo: «Príncipe, una palabra tengo que decirte.»

Fue Jehú quien dijo: «¿A cuál de todos nosotros?»

«A ti, príncipe,» replicó el joven.

Jehú y el joven entraron a  la casa y el profeta derramó el aceite sobre la cabeza de Jehú. Él dijo: «Así dijo Jehová Dios de Israel: Yo te he ungido por rey sobre Israel, pueblo de Jehová. de Acab tu señor, para que yo vengue la sangre de mis siervos los profetas, y la sangre de todos los siervos de Jehová, de la mano de Jezabel. Y perecerá toda la casa de Acab, y destruiré de Acab todo varón, así al siervo como al libre en Israel. Y yo pondré la casa de Acab como la casa de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa hijo de Ahías. Y a Jezabel la comerán los perros en el campo de Jezreel, y no habrá quien la sepulte.» En seguida el mensajero abrió la puerta, y huyó.

Jehú salió de la casa, quizá un poco asombrado, y un oficial compañero le dijo: «¿Hay paz? ¿Para qué vino a ti aquel loco?»

Jehú replicó: «Vosotros conocéis al hombre y sus palabras.»

Le dijeron: «Mentira; decláranoslo ahora.»

Jehú respondió: «Así y así me habló, diciendo: Así ha dicho Jehová: Yo te he ungido por rey sobre Israel.»

Este anuncio fue recibido con un entusiasmo inmediato por los oficiales compañeros de Jehú. Entonces cada uno tomó apresuradamente su manto,  y  lo  puso 

Judá

Jehú Mata a Ocozías rey de Judá (2 Reyes 9:27-28; 2  Crón.  22:7-9):

     Dios ordenó que Ocozías fuera destruido también en la purga de la casa de Acab. Cuando Ocozías vio que Joram estaba muerto huyó por su vida. Jehú dijo a sus hombres: «Herid también a éste en el carro.» De modo que fueron en su persecución.

Las narraciones tanto en los Reyes como en Crónicas son muy breves. No hay suficiente información para  determinar  con

Israel

debajo de Jehú en un trono alto, y tocaron corneta, y dijeron: «Jehú es rey.» 

Jehú se Marcha a Jezreel y Mata a Joram (2 Reyes 9:14-26):

Jehú dijo a sus compañeros capitanes: «Si es vuestra voluntad, ninguno escape de la ciudad, para ir a dar las nuevas en Jezreel.» Jehú entonces dirigió su carro hacia Jezreel para hallar a Joram.

Entretanto, en Jezreel, un atalaya que estaba en la torre de Jezreel vio la tropa de Jehú que venía, y dijo: Veo una tropa viniendo.

Joram dijo: «Ordena a un jinete que vaya a reconocerlos, y les diga: ¿Hay paz?»

El jinete cabalgó y dijo a Jehú: «El rey dice así: ¿Hay paz?»

Jehú respondió: «¿Qué tienes tú que ver con la paz? Vuélvete conmigo.»

El atalaya reportó que el mensajero había arribado a la tropa, pero que no estaba regresando. De modo que Joram envió otro mensajero. Este tampoco regresó.

Nuevamente el atalaya reportó: «También éste llegó a ellos y no vuelve;» Y agregó: «el marchar del que viene es como el marchar de Jehú hijo de Nimsi, porque viene impetuosamente.»

Ordenando uncir los carros, Joram y Ocozías     salieron a encontrar a Jehú, cada uno en su propio carro. Se encontraron en la heredad que había pertenecido a Nabot. Joram dijo: «hay paz, Jehú?»

Jehú respondió: «¿Qué paz, con las fornicaciones de Jezabel tu madre, y sus muchas hechicerías?»

Joram volvió las riendas para huir y gritó a Ocozías: «¡Traición, Ocozías!» Pero Jehú entesó su arco y lo hirió atravesándole corazón, y cayó en su carro.

Jehú dijo a Bidcar su capitán: «Tómalo, y échalo a un extremo de la heredad de Nabot de Jezreel. Acuérdate que cuando tú y yo íbamos juntos con la gente de Acab su padre, Jehová pronunció esta sentencia sobre él, diciendo:  Que yo he visto ayer la sangre de Nabot, y la sangre de sus hijos, dijo Jehová; y te daré la paga en esta heredad, dijo Jehová. Tómalo pues, ahora, y échalo en la heredad de Nabot, conforme a la palabra de Jehová.»

Judá

exactitud dónde alcanzaron a Ocozías los hombres de Jehú, o cómo fue exactamente que lo mataron. Estaba huyendo hacia Samaria tratando de hallar un escondite. Probablemente los hombres lo alcanzaron en el camino y le mataron, o logró llegar a Samaria, fue capturado,  y traído de regreso a la subida de Gur cerca de Ibleam para ser muerto.

El cuerpo de Ocozías fue llevado de regreso a Jerusalén y fue sepultado en la Ciudad de David con sus padres, debido a que era el nieto de Josafat quien había seguido al Señor con todo su corazón.

Israel

Jezabel es muerta (2 Reyes 9:30-37):

Cuando Jezabel escuchó que Jehú había venido a Jezreel, se pintó los ojos y arregló su cabello y estuvo vigilante esperándolo desde su ventana. Cuando entraba Jehú por la puerta, ella dijo: «¿Sucedió bien a Zimri, que mató a su señor?»

Jehú alzó la mirada y dijo: «¿Quién está conmigo? ¿quién?» Dos o tres eunucos se inclinaron hacia la ventana, y Jehú les dijo:  Echadla abajo.

Los eunucos la sujetaron a y la echaron abajo de la ventana. Golpeó el suelo, y parte de su sangre salpicó sobre la pared y sobre los caballos. Jehú y sus hombres  atropellaron calmadamente su cuerpo bajo los caballos y carros.

Jehú entró y comió y bebió. Después de un tiempo dijo: «Id ahora a ver a aquella maldita, y sepultadla, pues es hija de rey.» Pero cuando salieron para sepultarla, hallaron que los perros habían estado ocupados antes que ellos. Los perros habían devorado su cuerpo, dejando sólo sus manos, pies, y la calavera.

Los criados regresaron y dijeron a Jehú la espantosa noticia. Él dijo: «Esta es la palabra de Dios, la cual él habló por medio de su siervo Elías tisbita, diciendo: En la heredad de Jezreel comerán los perros las carnes de Jezabel, y el cuerpo de Jezabel será como estiércol sobre la sobre la faz de la tierra en la heredad de Jezreel, de manera que nadie pueda decir: Esta es Jezabel.»

Jehú Destruye a los hijos de Acab (2 Reyes 10:1-10):

 Hasta ahora Jehú no se había movido del todo para asegurar la capital del reino. En este punto podía haber sido considerado como un rebelde. Así que se preparó a hacer tratos con Samaria. Recuerde que el ejército de Israel estaba en Ramot de Galaad y que todos los capitanes allí estaban del lado de Jehú. Jehú está todavía en la ciudad de Jezreel, donde ha matado a Joram y Jezabel.

Jehú es astuto.  Escribió cartas a los gobernantes de Samaria, a los ancianos, y a los supervisores  de  setenta  hijos  de  Acab.


Judá

Jehú Mata a los Príncipes de Judá

(2 Reyes 10:12-14; 2 Crón.  22:8):

Mientras Jehú estaba en camino a Samaria, se reunió con cuarenta hombres en una casa de reunión de los pastores. Él dijo: «¿Quiénes sois vosotros?

Israel

Les dijo: «Vosotros tenéis a los hijos de Acab; tenéis carros y caballos, una ciudad fortificada, y armas.  Por eso, tan pronto recibáis esta carta, escoged al mejor de los hijos de vuestro señor, y ponedlo en el trono de su padre, y pelead por la casa de vuestro señor.»

Los ancianos y los ayos de los descendientes de Acab estaban aterrorizados. Dijeron: « He aquí, dos reyes no pudieron resistirle; ¿cómo le resistiremos nosotros?» De modo que le escribieron a Jehú diciendo: «Siervos tuyos somos, y haremos todo lo que nos mandes; no elegiremos por rey a ninguno.»

Jehú replicó: «Si sois míos, y queréis obedecerme, tomad las cabezas de los hijos varones de vuestro señor, y venid a mí mañana a esta hora, a Jezreel.»

Los líderes de Samaria hicieron como lo ordenó Jehú: decapitaron a los setenta hijos de Acab y trajeron las cabezas a Jezreel. Jehú dijo: « Ponedlas en dos montones a la entrada de la puerta hasta la mañana.» Venida la mañana Jehú salió a la puerta. Jehú dijo al pueblo reunido allí: «Vosotros sois justos; he aquí yo he conspirado contra mi señor, y le he dado muerte; ¿quién ha dado muerte a todos éstos?» Esta fue la manera de Jehú de involucrar al pueblo en su rebelión.

Jehú continuó: «Sabed ahora que de la palabra que Jehová habló sobre la casa de Acab, nada caerá en tierra; y que Jehová ha hecho lo que dijo por su siervo Elías.»

Jehú mata a los Líderes de Jezreel

(2 Reyes 9:11);

Jehú fue por toda la ciudad de Jezreel y mató a todos los familiares que quedaban de Acab. Para asegurarse que la purga fuera completa en Jezreel,  mató a todos los príncipes, sus amigos más cercanos, y sus sacerdotes. No quedaron supervivientes de Acab en la ciudad - fuese amigo o familiar.

Después Jehú se dirigió hacia la ciudad de Samaria para completar la purga allí.

Judá

Ellos dijeron: «Somos hermanos de Ocozías, y hemos venido a saludar a los hijos del rey, y a los hijos de la reina.»

   Jehú dijo: «Prendedlos vivos. Ordenó que fuesen llevados a la cisterna de la casa de reunión y que fuesen muertos.

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Atalía — 6 años (hizo el mal)

(2 Reyes 11:1, 3; 2 Crón. 22:9-12);

Cuando Atalía supo que su hijo había muerto, se movió rápidamente para colocarse ella misma en el poder. Mató a todos los hijos de su hijo, sus propios nietos, y se proclamó a sí misma gobernante de Judá.

Joás, Hijo de Ocozías, Perdonado (2 Re. 11:2-3; 2 Crón.  22: 11-12):

Cuando Atalía trató de matar a toda la descendencia real, no pudo matar a uno. La hermana de Ocozías era Josaba. Era la esposa de Joiada el sumo sacerdote. Josaba sacó al infante Joás y a su nodriza de los otros hijos del rey. Joás estuvo escondido en el templo de Dios durante seis años.

Israel

Jehú se Reúne con Jonadab (2 Reyes 10:15-16):

Después que Jehú partió del sitio de reunión de los pastores donde mató a los familiares de Ocozías continuó su camino a Samaria. Se reunió con un hombre llamado Jonadab, el hijo de Recab. Jehú le saludo diciendo: «¿Es recto tu corazón, como el mío es recto con el tuyo?»

«Lo es.» Respondió Jonadab.

« Si lo es, dame la mano,» dijo Jehú. Ayudó a Jonadab a subir al carro con él, y dijo: «Ven conmigo, y verás mi celo por Jehová.»

Este era un hombre interesante. Esto es todo lo que se nos ha dicho con respecto a él hasta esta parte, pero él estableció una tradición en su familia. Sus descendientes no beberían vino, no construirían casas, no segarían semilla, no plantarían viñedos, sino que vivirían en tiendas y serían nómadas. Jonadab vivió alrededor del año 842 a. de C. Doscientos cincuenta años más tarde, un poco antes de la destrucción de Jerusalén, sus descendientes todavía eran fieles en la guarda de su tradición (vea Jer. 35:1-19). 

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Jehú — 28 años (hizo el mal)

(2 Re. 9:1-10:36; 12:1; 2 Crón.  22:7-9):

Cuando Jehú llegó a Samaria, completó la destrucción de la casa de Acab y se hizo rey oficial como Dios lo había ungido.

Jehú Destruye a los Adoradores de Baal (2 Re. 10:18-28):

Jehú reunió a todo el pueblo y dijo: «Acab sirvió poco a Baal, mas Jehú lo servirá mucho. Llamadme, pues, luego a todos los profetas de Baal, a todos sus siervos y a todos sus sacerdotes; que no falte uno, porque tengo un gran sacrificio para Baal; cualquiera que faltare no vivirá.» Pero Jehú estaba hablando astutamente puesto que pensaba matar a los ministros de Baal.

Se envió mensaje  por  todo  el  reino    de Israel      para     que    se    reunieran    todos     
Judà

 

Una vez más, la promesa de Dios a David, que su simiente gobernaría en su trono por siempre, colgando de un hilo diminuto, la vida de un desamparado bebé. Esta era la tercera generación con un solo heredero con derecho al trono: Joram era el único ya que mató a todos sus hermanos. Ocozías era el único debido a que un enemigo había matado a  todos los otros hijos. Y ahora, Atalía ha matado a todos los hijos del rey que pudo encontrar. Aun así queda uno. ¿Ve la providencia de Dios? Su promesa sería cumplida.

Israel

los adoradores de Baal. El pueblo llegó de toda la tierra y llenaron el templo de Baal de extremo a extremo. Jehú dijo a los que guardaban las vestiduras: «Saca vestiduras para todos los siervos de Baal.»

Jehú y Jonadab  entraron al templo de Baal, y Jehú dio la orden: «Mirad y ved que no haya aquí entre vosotros alguno de los siervos de Jehová, sino sólo los siervos de Baal.»

Jehú había puesto afuera a ochenta hombres y les había advertido: « Cualquiera que dejare vivo a alguno de aquellos hombres que yo he puesto en vuestras manos, su vida será por la del otro.»

Tan pronto como Jehú terminó de ofrecer el sacrificio, ordenó a sus hombres: «Entrad, y matadlos; que no escape ninguno.»

Los soldados se precipitaron dentro y mataron a los adoradores de Baal de un extremo del templo hasta el otro. Luego entraron al lugar santo del templo y sacaron las estatuas de Baal. La mayoría de las estatuas eran de madera, y las quemaron. Una era de piedra y la quebraron. También derribaron el templo de Baal y lo convirtieron en letrinas, o servicio.

De modo que Jehú destruyó la adoración de Baal en Israel. La malvada familia de Acab fue destruida y la inmoral adoración de Baal fue exterminada. ¡Qué gran día para Israel!

Promesa de Jehová a Jehú (2 Re. 10:30):

Jehová dijo a Jehú: «Por cuanto has hecho bien ejecutando lo recto delante de mis ojos, e hiciste a la casa de Acab conforme a todo lo que estaba en mi corazón, tus hijos se sentarán sobre el trono de Israel hasta la cuarta generación.»

Esta es otra profecía que veremos cumplir.

La Victoria es de Corta Vida (2 Re. 10:29-33):

Aunque Jehú había destruido a la familia de Acab, y había devastado la adoración de Baal, y había dicho a Jonadab que mirase su celo por el Señor, no se preocupó por adorar a    Jehová    correctamente.   Regresó   a   la        

Judá

Israel

adoración de los becerros  de  oro que había erigido Jeroboam en Dan en Betel. No prestó atención a la ley de Dios. ¡Qué triste! Tuvo la oportunidad de hacer   volver  todo el reino a Jehová, y fracasó. Esto significa que el poderoso esfuerzo que Dios ha puesto, y continuaba poniendo mediante la obra de Eliseo, no estaba teniendo el  efecto que Dios quería.

¡Por tanto, el juicio era inevitable!

Sólo unos años después de que Jehú mató a la familia de Acab, Dios habló mediante el profeta Oseas y dijo: «porque de aquí a poco yo castigaré a la casa de Jehú por causa de la sangre de Jezreel,» (Os. 1:4). ¿Por qué vengaría Dios la sangre de la casa de Acab sobre Jehú, ya que Jehú  hizo lo que Dios quería cuando mató a la familia de Acab? La respuesta es que el comportamiento subsiguiente de Jehú demostró que no llevó a cabo el mandato de Dios para matar a la familia de Acab como resultado del amor a Dios,  sino que más bien las instrucciones coincidían exactamente con las propias ambiciones y deseos de Jehú. Jehú obedeció a Dios hasta que sus propias metas personales fueron cumplidas, y luego ignoró a Dios el resto de su vida.

El Imperio Asirio

La historia bíblica fue fácil mientras fue sobre una  familia, creciendo hacia una nación a la medida que servía Dios o dejaba de hacerlo. Luego el reino se dividió, y la historia se hizo más complicada. Pero ahora se involucra más, debido a que otras naciones tocan a Israel y Judá tan a menudo.

Antes de que continuemos con nuestra historia de los reinos de Israel, debemos mirar a un imperio que ha surgido al noreste de Israel. Todos los reinos que hemos conocido hasta ahora en nuestro estudio eran pequeños. Israel, Judá, Moab, Edom, Filistea, y Fenicia eran reinos pequeños situados dentro de los  12.000 a 15.000 millas cuadradas (mucho menos que el tamaño del estado de Alabama). Egipto fue el pueblo más fuerte que hayamos encontrado. En varios períodos de la historia, Egipto controló la tierra más allá de sus límites naturales. En esta época, era todavía relativamente fuerte,  y no llegaba más allá del valle del Río Nilo.

Muchas naciones surgieron y decayeron durante la era bíblica no juegan ninguna parte en la historia de la Biblia. La Biblia sólo menciona aquellas naciones que tocaron directamente al pueblo escogido de Dios de  alguna manera. La temprana historia de Asiria es un ejemplo de una de las naciones que había estado creciendo durante muchos años, pero ellos no están tocando ahora a los  Israelitas en nuestra historia. Su capital estaba en Nínive sobre el Río Tigris, alejada muchas millas de Israel. Los asirios fueron el primer pueblo en constituir un ejército capaz de conquistar un imperio extenso. Asiria existía ya como nación en el tiempo en que los israelitas conquistaron la tierra de Canaán. Crecieron relativamente fuertes entonces, pero no tocaron a los israelitas. Su poder decreció durante un número de años, y luego comenzó a crecer de nuevo aproximadamente en el tiempo en que el reino de Salomón se dividió en Israel y Judá.  Su poder continuó creciendo y decreciendo, dependiendo del poderío de cada rey. 

    Los reyes asirios guardaron registros muy detallados de sus hazañas, y grandes bibliotecas de sus registros han sido encontradas en sus ruinas.  De sus registros, el nombre Asiria ha llegado a ser casi sinónimo con crueldad y falta de compasión.  Sus reyes registrarían:  “Conquisté las ciudades ..  produje mucha mortandad, destruí, devasté, quemé.  Tomé prisioneros a sus hombres de guerra y los  empalé sobre estacas afiladas a la vista total de sus ciudades” (La Historia del Mundo Bíblico, por Nelson Beecher Keyes, Pág. 76).

En el año 859 a. de C. un gobernante poderoso subió al trono en Asiria. Salmanasar III gobernó desde el 859 a. de C. hasta el 824 a. de C. En el año 853 a. de C., unos pocos años antes de que Acab muriese en Israel, Salmanasar III trató de invadir el área de Canaán. Para la batalla, Acab rey de Israel y Ben-adad rey de Siria pusieron a un lado sus diferencias y formaron una coalición dirigida por Iruleni, rey de Hamat contra los Asirios. Aunque Salmanasar venció a la coalición, no fue una victoria suficientemente decisiva para que él continuara  con sus conquistas. Hubo otros intentos más de Salmanasar III por invadir, que fueron resistidos con algunos grados de éxito por Ben-adad e Iruleni. La Biblia no nos habla  de este primer contacto con los Asirios. (Vea la inscripción de Salmanasar III en la estela de Kurkh, ahora en el museo Británico. Documentos  de  los tiempos del Antiguo Testamento, Editados por D. Winton Thomas, págs. 47-48).

   Tome un mapa de las tierras Bíblicas. Marque a Nínive sobre el Río Tigris. Marque también  los  pequeños reinos de Hamat, Siria, Israel y Judá. Observe qué tan alejados estaban de Nínive, pero observe también que estos pequeños reinos estaban directamente en la ruta de Asiria hacia Egipto, que era la primera meta de Asiria en esa dirección. Asiria será un enemigo principal para Israel y Judá en nuestra historia. 

JUDÀ

Atalía, la usurpadora, continúa reinando en Judá.

ISRAEL

Nota Histórica - Los Asirios Forzan a Jehú a Pagar Tributo:

Hazael sube al poder en Siria por un corto tiempo antes de que Jehú llegue al poder en Israel (alrededor del 842 a. de C.). En el mismo tiempo, Salmanasar III continuaba con sus esfuerzos por conquistar los países a lo largo de la Costa Mediterránea.

Salmanasar atacó Damasco en el 841 a. de C. Hazael se mantuvo solo contra él. Iruleni de hamat fue muerto; Jehú no ayudaría. Las fuerzas asirias vencieron al ejército sirio y  alcanzaron los muros de Damasco, pero no pudieron tomar a la ciudad fuertemente fortificada.

En algún lugar (cuya ubicación es incierta), Jehú fue y se sometió él mismo al rey asirio.  Salmanasar erigió un monumento que fue llamado  el obelisco negro. Sobre esta piedra hay un gran número   de   paneles  tallados  mostrando  a

Judá

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Joás — 40 años (hizo el mal)

(2 Re. 11:1-12:21; 2 Crón.  22:10-24:27)

Israel

varios  reyes que llegaban a someterse a Salmanasar. Uno de ellos es Jehú. Con el cuadro hay una inscripción que reza: «El tributo de Jehú, hijo de Omri.»

La  Biblia no menciona este encuentro con los asirios.

Es irónico que Jehú fuera llamado el hijo del hombre cuya dinastía él había destruido para ser rey.  El hecho de que Jehú fuera referido como el hijo de Omri es evidencia del poder y reputación que Omri estableció en su reinado comparativamente corto. 

Hazael comienza a «Cercenar a Israel» (2 Re. 10:32-33):

La amenaza de invasión de parte de los  asirios fue quitada después del último esfuerzo de Salmanasar para subyugar a Siria en el 837 a. de C. Ni Salmanasar ni su hijo pudieron amenazar de nuevo a Siria durante más de 25 años. Esto dejó a Hazael libre para dirigir su atención a Israel.

Después de decir que Jehú no fue  fiel a Jehová, el mismo versículo siguiente dice: « En aquellos días comenzó Jehová a cercenar el territorio de Israel.» El rey Hazael llegó contra Israel  incursión tras incursión y tuvo éxito en tomar toda la tierra al este del Río Jordán.

 Tome un nuevo mapa de la tierra de Israel. Marque todo el territorio al  este, al norte del Río Arnón, como perteneciente a Siria. Compare esto con el mapa que ya tiene del territorio de Israel en los días de Jeroboam. Moab ha estado fuera del control de Israel desde la muerte de Acab (etiquete a Moab). Ahora, por la primera vez desde que conquistaron la tierra en los días de Moisés y Josué, Israel no controla ningún territorio en el lado este del río. Veremos como los territorios de Israel comienzan a disminuir durante un tiempo.

Jehú e Israel están cosechando las consecuencias de su continuación de la idolatría introducida por Jeroboam el hijo de Nabat.

7° año de Jehú

Judá

Joiada Eleva a Joás al Trono en Judá (2 Re.11:4-12; 2 Crón.  23:1-11):

Joiada el sumo sacerdote formaba cuidadosamente sus planes para restaurar la casa de David al trono. De la narración, no vemos ningún apoyo popular para Atalía. El pueblo de la tierra debe de haber estado lamentando, pensando que la línea real de David se había roto. 

Primero, hizo venir a los capitanes de centenas de la guardia real. Los Carios y la guardia se corresponden de igual manera a los grupos llamados los Ceretitas y Peletitas en los tiempos de David. Joiada no llamó en su confidencia al cuerpo de la guardia sino solamente a los capitanes. Cinco de ellos son mencionados en 2 Crón.  23:1

Joiada hizo que los hombres juraran guardar un secreto, y luego les mostró al joven rey que tenía ahora siete años. Los capitanes salieron a lo largo de Judá reuniendo  a los levitas, además de las cabezas de las principales familias, de todo el reino y las trajeron a Jerusalén. Joiada hizo un acuerdo con todos ellos.

Él dijo: «He aquí el hijo del rey, el cual reinará, como Jehová ha dicho respecto a los hijos de David.»

Luego les contó su plan. Usualmente  el cambio de guardia se hacía el día de reposo. Un grupo salió; otro grupo entró. Joiada dividió a los sacerdotes y Levitas que entraban en tres grupos, ya que en esta época habría muchos más de lo usual. Dividió en dos partes el grupo que salía, y en lugar de ir a casa, permanecían en el templo.

Joiada puso un grupo para vigilar la casa del rey. En otras palabras, fueron puestos en el templo para vigilar cualquier fuerzas que pudieran venir de parte de Atalía. Otro grupo guardaba las puertas del templo. Otro guardaba las puertas principales hacia afuera.

Cuando los hombres llegaron, no trajeron sus armas a fin de no levantar sospechas. Joiada les dios escudos,  lanzas, y espadas de la armería del  templo. Los cinco capitanes estaban igualmente a cargo de los  correspondientes cinco grupos de sacerdotes y levitas.

  

Israel

 Judá

Los planes de Joiada fueron llevados a cabo a la perfección en perfecto secreto. Los Levitas rodearon al niño rey cuando fue traído. Pusieron la corona sobre la cabeza de Joás, le dieron una copia de la ley de Dios que debía guardar como rey (ver Dt. 17:18-20), y Joiada y sus hijos le ungieron. Luego el pueblo aplaudió y lo aclamaba: « ¡Viva el rey!»

Atalía es Ejecutada (2 Re. 11:13-16, 20; 2 Crón.  23:12-15, 21):

Atalía escuchó el estruendo del pueblo gritando y vino al templo para ver lo que ocurría. Vio al joven rey junto a su columna en el templo. Vio a los capitanes, los levitas, y el pueblo que se reunía. Las trompetas sonaban, los levitas cantaban, y el pueblo de la tierra se regocijaba. Rasgó sus vestidos y proclamó: «¡Traición! ¡Traición!»

   Joiada ordenó calmadamente a los capitanes que la sacaran y que si alguien pareciera interesado en rescatarla, lo sacarán también.  Dijo:  “Sacadla fuera del recinto, y al que la siguiere, matadlo a filo de espada”. También había ordenado: «que no la matasen en la casa de Jehová.» De modo que le echaron mano y la sacaron a la puerta donde entraban los caballos a los terrenos del palacio y la ejecutaron allí.

« Y se regocijó todo el pueblo del país; y la ciudad estuvo tranquila, después que mataron a Atalía a filo de espada.»

Joiada Renueva el Pacto (2 Re. 11:17-20a; 2 Crón.  23:16-21):

Joás sólo tenía siete años cuando se hizo rey, de modo que Joiada era el verdadero líder del pueblo durante los primeros años de su reinado. Fue Joiada, por tanto, quien en este día de celebración cuando el nuevo rey fue ungido, llamó al pueblo reunido para renovar el pacto con Dios. Era el mismo pacto que Dios había hecho con el pueblo en el Mt. Sinaí un poco después de salir de la esclavitud en Egipto. «Si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.» (Ex. 19:3-6). Ahora, después de años de infidelidad, Joiada condujo al pueblo a renovar su promesa de obedecer a Dios y a comportarse como  el   pueblo   escogido   de

Israel

Judá

Dios. Sólo entonces tendrían ellos el derecho de esperar las bendiciones de Dios.

En esta ocasión, la gente se unió al pacto de buena gana. Entonces, habiendo hecho el acuerdo, fueron al templo que había sido construido a Baal en Jerusalén y lo destruyeron. Rompieron el altar y los ídolos, y mataron a Matán el sacerdote de Baal.

Luego Joiada, los guardias, los levitas, y el pueblo escoltaron a Joás al palacio donde tomó su lugar en el trono. Así el rey con derecho, descendiente de David, gobernó de nuevo en Judá. Mientras vivió Joiada, Joás fue fiel  a Dios y la mayoría del pueblo fue también fiel.

Israel

El contraste entre los dos reinos continúa. Cuando Jehú mató a los adoradores de Baal en Israel, no condujo al pueblo a la renovación de su pacto para servir a Jehová. En lugar de eso recurrió a la falsa adoración de los becerros de oro. El y su pueblo abandonaron la oportunidad que tuvieron para renovar su derecho a las bendiciones de Dios. En contraste, cuando Joiada condujo al pueblo de Judá a la destrucción de la adoración de Baal, también les condujo a la renovación de su servicio a Jehová,  renovando así su derecho a sus bendiciones.

Una cosa adicional a observar: Cada individuo en los reinos no siguió el ejemplo de el rey — para bien o para mal. Por ejemplo: Jehú era muy malvado, pero el justo Eliseo y sus seguidores estaban vivos en ese tiempo. De la misma manera, Joiada fue justo y estaba tratando de guiar al  pueblo para que  fuera justo, pero había individuos por toda la tierra que estaban adorando silenciosamente a Baal en los lugares altos. Esa es la razón de que el bienestar de los reinos podía cambiar tan rápidamente. Ambos elementos - la rectitud y la maldad — existían todo el tiempo. Dependía de los líderes del pueblo en cuanto a cuál de los dos elementos estuviera en prominencia en un momento dado.

 

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