El Profeta Jonás

(El Libro de Jonás)

Jeroboam II comenzó su reinado aprox. en el 786 a. de C. Jonás profetizó durante los días de Jeroboam. El registro dice que Jeroboam: «restauró los límites de Israel desde la entrada de Hamat hasta el mar del Arabá, conforme a la palabra de Jehová Dios de Israel, la cual él había hablado por su siervo Jonás hijo de Amitai, profeta que fue de Gat-hefer.» (2 Re. 14:25). Aparentemente, Jonás predijo la restauración de Israel. Por eso, muchos estudiantes fechan a Jonás aprox. en el 790 a. de C. La fecha exacta es incierta.

Mas allá de la breve nota en 2 de Reyes, la otra información que encontramos sobre Jonás en el libro que lleva su nombre. Exploremos brevemente el libro de Jonás.

Hemos observado ya que Asiria estaba en un período de declive en los días de Jonás. Esta situación agradaba a todos los Judíos patriotas. Fue por tanto, de mal gusto para Jonás el ser enviado a advertir al pueblo de Nínive de arrepentirse o ser destruido. Cuando  Dios dijo a Jonás que predicase al pueblo de Nínive, se rehusó y se marchó a Jope donde halló una nave que iba hacia Tarsis (al sur de España), casi tan lejos de Nínive como podía ir. Mire en su mapa de las tierras Bíblicas y busque a Nínive; vea entonces que tan completamente había dado Jonás la espalda al llamado de Dios para iniciar el cruce del mediterráneo hacia Tarsis.

Jonás huye de la presencia de Dios (Capítulo 1):

El Señor habló a Jonás diciendo: «Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí.» Pero Jonás no quería predicar al pueblo de Nínive, por temor de que se arrepintiesen y fuesen perdonados (Jonás 3:10-4:2). Por eso, pagó un pasaje y entró en una nave hacia Tarsis.

Cuando la nave zarpó, El Señor envió una gran tormenta hacia ella. Los marineros clamaban a sus dioses;  arrojaron la carga para aligerar la nave - pero nada funcionó. El capitán fue bajo cubierta y halló a Jonás durmiendo profundamente. El capitán le instó, diciendo, «¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos.»

Los marineros echaron suertes para encontrar de quien era la culpa de que la tormenta viniese contra ellos, y la suerte cayó sobre Jonás. Él les dijo: «Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.» Esto aterrorizó a los marineros ya que Jonás les había dicho ya que huía de la presencia del Señor.

La tormenta se acrecentó, y los marineros preguntaron: “¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete?”

Jonás replicó: «Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros.»

Los marineros no querían echarlo al mar; por eso, hicieron lo mejor que pudieran para acercarse a tierra, pero la tormenta se iba embraveciendo cada vez más. Con desagrado echaron al mar a Jonás. Clamaron a Jehová: «Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has hecho como has querido.»

Tan pronto como Jonás fue arrojado al mar, fue tragado por un gran pez. Hubo una gran calma. Los marineros estaban profundamente impresionados. Hicieron sacrificios a Jehová e hicieron votos.

Tanto las palabras hebrea como la griega significan una criatura marina de algún tipo, no necesariamente una ballena o un pez. Jesús  utilizó la palabra griega para una gran criatura marina cuando se refirió a la historia de Jonás en Mateo 12:40. La mayoría de los traductores ingleses han elegido la palabra ballena para acomodar el significado de la palabra - y en verdad, la ballena es una gran criatura marina. No gaste tiempo debatiendo la forma de esta criatura marina. Detenerse a debatir un detalle menor destruiría el punto del mensaje del profeta.

Jonás corre hacia Dios (capítulo 2):

Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches, pero estaba vivo y dándose cuenta de su condición difícil. Jonás oró fervorosamente al Señor desde el vientre de la criatura, mientras aquella nadaba en las profundidades del mar. ¿Hubo alguien jamás más escondido que Jonás? ¡Aun así la oración de Jonás llegó ante Dios, y Dios le escuchó!

Jonás aprendió que no hay escape de Dios, ni hay escape alguno de la responsabilidad del hombre en esta vida de servir a Jehová. «Pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová.» Luego el Señor hizo que el pez vomitara a Jonás en tierra.

Jonás corre con Dios (capítulo 3):

Esta vez cuando Jehová ordenó a Jonás que fuese a predicar al pueblo de Nínive, fue y predicó: «De aquí a cuarenta días Nínive será destruida.»

No se da ninguna indicación sobre dónde se encontraba Jonás cuando el pez le vomitó, ni cuanto tiempo pasó antes del segundo llamado para que fuese a Nínive.  Tales hechos no son pertinentes a la historia.

La predicación de Jonás impresionó profundamente a los de Nínive, y declararon un ayuno. Todos ellos, grandes y pequeños, se vistieron de cilicio. Incluso el rey se despojó de sus vestidos reales y se vistió de cilicio. Hizo una proclamación de que ningún  hombre ni bestia debía comer o beber mientras todos buscaban el favor de Jehová. El rey incluso se sentó en el polvo.

Cuando Jehová vio la reacción de la ciudad a sus advertencias, tuvo compasión de ellos y decidió no destruir la ciudad.

Jonás corre adelante de Dios (capítulo 4):

La decisión de Dios hizo enojar a Jonás. El dijo: «¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia.» 

Jehová  preguntó a Jonás: «¿Haces tú bien en enojarte tanto?» Pero Jonás no respondió.

Jonás salió al este de la ciudad y se hizo una enramada y se sentó a su sombra para ver qué pasaba con la ciudad. Dios hizo que creciera una higuera sobre la enramada para dar sombra. Jonás estuvo feliz de tener la higuera. Luego Dios hizo que un gusano hiriese la calabacera y muriese. Ahora Jonás estaba demasiado enojado.

Dios dijo: «¿Tanto te enojas por la calabacera?»

Jonás contestó: «Mucho me enojo, hasta la muerte.»

Dios presentó este argumento: «Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció.  ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad?»

No piense que el Señor estaba bromeando con respecto a la destrucción de Asiria. Si no se hubiesen arrepentido en esta ocasión, Nínive y todo el imperio habrían caído. A través de la historia, hubo enemigos que se levantaron por todas partes, e incluso dentro de los límites de sus territorios conquistados. Si Dios hubiese querido traer su caída, habría ayudado a cualquiera de estos enemigos, y Asiria habría quedado a su merced. El día llegará en nuestro estudio en que Asiria caerá, y el mensaje de Dios  es que ellos están recibiendo exactamente el castigo que merecen (el libro de Nahum). Pero esta vez, escuchan el mensaje del profeta y su castigo es pospuesto. La misericordia de Dios se extiende - incluso a una nación malvada como Asiria.

En el libro de Jonás, vemos, como lo hicimos en el libro de Abdías,  que Jehová no es sólo el Dios de Israel. Él es Dios de toda la tierra. Este tema es ampliado inmensamente en los otros profetas. A medida que Israel entra en conflicto con otras naciones, Dios trae a todas las naciones al ámbito de Su gran plan; primero, cuando pronuncia juicio contra las naciones que hace mucho tiempo le han abandonado y han recurrido a dioses de palos y piedras. Pero entonces, en los profetas, Dios también revela Su plan para traer a las naciones a Su familia y a Su pacto. De esta manera los profetas sirven en verdad como una transición del antigua orden, que se desmorona mientras hablan, al nuevo que anuncian y predicen en las palabras más gloriosas.

Nos impresiona el que el fracaso de Israel no es el fracaso de Dios. Aun cuando Israel cae, Dios revela Sus planes para un reino que nunca será destruido. El mensaje de los profetas constituye una parte vital de la unidad de la Biblia, y de la unidad, excelencia y justicia del plan de Dios. Sería interesante observar cómo utiliza Dios la caída de Israel como la ocasión de manifestarse El mismo a todas las naciones como preparación del evangelio del Mesías que será predicado «a todas las naciones» (Lucas 24:47).

JUDA

Muerte de Amasías (2 Re. 14:18-20; 2 Crón.  25:26-28):

Después de que Amasías se alejó de Dios, sus criados conspiraron contra él en Jerusalén. Huyó a Laquis, pero sus criados enviaron a buscarlo y le mataron allí. Fue sepultado en Jerusalén la Ciudad de David.

ISRAEL

Jeroboam II continúa reinando en Israel.

Judá

Parece que hubo un intervalo de once años antes  de  que  Azarías  asumiera  como

Rey en Judá (compare 2 Re. 14:1, 17, 23 con 2 Re. 15:1).

Azarías (Uzías) — 52 años (hizo lo recto)

(2 Re. 14:21-22; 15:1-7; 2 Crón.  26:1-23):

Después que Amasías fue muerto, el pueblo de Judá tomó a Azarías y le hizo rey en lugar de su padre. Sólo tenía dieciséis años cuando se hizo rey. Gobernó durante cincuenta y dos años.

Carácter de Azarías (2 Re. 15:3-4; 2 Crón.  26:4-5):

Azarías fue un buen rey la mayor parte de su vida. Fue ayudado por el profeta Zacarías, y mientras Azarías buscó al Señor fue prosperado. Sin embargo, los lugares altos no fueron quitados, y el pueblo continuó adorando en tales lugares. La idolatría echó raíces entonces en el corazón del hombre común.

Exitos de Uzías en la Guerra (2 Re. 14:22; 2 Crón.  26:2, 6-8):

Uzías salió y peleó contra los filisteos y derribó los muros de Gat, de Jabnia, y Asdod. Construyó su propia fortaleza en el área de Asdod y en otros lugares entre los filisteos. Dios dio ayuda contra sus varios enemigos - los árabes y los amonitas. Aun los Amonitas le enviaron presentes (pagaron tributo).

También triunfó Uzías en traer a Elat (Elot) bajo el control de Judá. Elat era un puerto a la cabeza del Golfo de Acaba. Había minería de cobre en la vecindad, y Elat era la puerta del comercio desde y hacia el Mar Rojo.

Las Construcciones y Proyectos Agrícolas de Uzías (2 Crón.  26:9-10):

Uzías reforzó los muros de Jerusalén, parte de los cuales habían sido derribados por Joás de Israel (2 Crón.  25:23). También construyó torres en el desierto y cisternas

 

 Israel

Vigésimo séptimo año  de Jeroboam II.


Judá

para proveer agua. Uzías era un amigo de la agricultura y tenía mucho ganado y viñedos. 

El Ejército de Uzías (2 Crón.  26:11-15):

    Uzías poseía un ejército entrenado de 307.500 guerreros. Era una fuerza de combate altamente entrenada. Uzías  proveía a sus soldados con las mejores armas posibles. También fabricó máquinas de guerra para la defensa de Jerusalén.

La fama de Uzías se extendió lejos porque Dios lo bendijo en gran medida (2 Crón.  26:8b, 15b).

Puesto que el texto hace un énfasis especial en que  Uzías proveía las armas para la guerra, parece ser que los soldados habían estado trayendo sus propias armas bajo los reyes anteriores.

Israel

Tome un nuevo mapa de Canaán. Muestre cómo Jeroboam II pudo extender su reino de Israel «desde la entrada de Hamat hasta el mar del Arabá» (o sea, el Mar Muerto) (2 Re. 14:25). Muestre también cómo extendió Uzías sus límites para incluir la mayor parte de la Antigua Filistia, bajando hasta Edom y Elat en la punta del Golfo de Acaba. Observe que aun los Amonitas y los Árabes al final del desierto fueron vencidos o pagaban tributo a él.

Observe que todos los dos reinos casi igualaban el total de tierra controlada por David y Salomón. Esto es lo más grande que los reinos han sido ya que fueron divididos en los días de Roboam y Jeroboam I.

Pero mire el contraste en los reinos. Dios estaba bendiciendo a Uzías y ayudándole a extender sus límites debido a que Uzías era recto. En contraste, Jeroboam II era malvado, pero Dios le estaba dando a Israel otra oportunidad de ver que Dios podía ayudarle cuando Él decidiera hacerlo. Es en este punto en la historia, cuando las cosas se vieron más prósperas en Israel de lo que habían sido en años, que un nuevo profeta sale a escena de la historia. Amós llega para  proclamar que la prosperidad no ha traído la gratitud deseada por parte del pueblo.  Están involucrados en la idolatría lo mismo que antes. No se han vuelto a Jehová - por tanto, ¡el juicio es inevitable! Amós es el primero en decir que el fin se había acercado. Era demasiado tarde para evitarlo. Más profetas siguen a Amós en Israel, pero su mensaje era para proclamar la destrucción. Dios siempre advirtió antes de traer la destrucción.

Observe, sin embargo, que Amós dice que el juicio es inevitable en Israel, no en Judá. Aunque Judá es advertido en el libro de Amós, su juicio no se había confirmado todavía. Todavía había algo de rectitud en Judá - pero el pecado de Israel se había colmado.

 

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