Lección XL

Las finanzas de la iglesia

 

Introducción.  El problema debe ser resuelto primero con el individuo.  El dinero no es malo de por sí.  Su carácter depende del carácter del que lo posee.  El peligro está en amarlo, en confiar en él y hacer mal uso de él.  La riqueza en sí misma no constituye un vicio como tampoco constituye la pobreza una virtud por sí misma.  Permitiendo que el dinero desarrolle una actitud equivocada en el corazón y fallando en el esfuerzo de glorificar y honrar a Dios con las bendiciones que El nos con­cede, es lo que las Escrituras condenan y nos advierten para es­tar apercibidos.

 

I. La amonestación ilustrada:

 

          1. El hombre rico y Lázaro (Luc. 16:19-30). El cuadro des­cribe a un hombre que invierte su dinero con prodigalidad adquiriendo todas las cosas de lujo que su riqueza puede pro­porcionarle mientras niega las migajas de su mesa al pobre, en­fermo y débil mendigo que viene a su puerta.  Uno que ama lo que el  dinero puede comprar hasta el punto de rehusar que un mendigo llame a su puerta, no puede ser salvo.

          2. El joven rico (Mat. 16:19-22; Mar. 10:17-22; Luc. 18:18-23).  He aquí a un joven que ha conquistado los apetitos car­nales hasta el punto de vivir una vida limpia y moral, pero que no ha conquistado su corazón.  El amaba más sus posesiones que a ganar la vida eterna.

          3. El rico insensato (Luc. 12:13-21).  Esta es una lastimosa escena de un hombre que insensatamente creyó que podía ase­gurar su futuro amontonando bienes materiales.  Gastó su vida en la tarea y cuando creyó que ya lo había logrado, descubrió que no había hecho ningunos preparativos todavía (Sal. 39:6).

 

II. Advertencias en general:

 

          1. La justicia de Dios no hace excepción a las riquezas (Job 34:19).

          2. Las riquezas no pueden proveer el alimento del espíritu (Sal. 49:1-7; Mat. 16:26).

          3. Las riquezas no entrarán en la vida eterna (Sal. 49:10,16,17).

          4. Debe escogerse el buen nombre mejor que las riquezas (Prov. 22:1).

          5. Es un grave mal guardar riquezas (Ecles. 5:12-15).

           6. No pongáis el corazón en el incremento de la riqueza (Sal. 62:10; Mat 6:19-24).

          7. Confiar en las riquezas nos hará caer (Prov. 11:28).

          8. El incremento de los bienes hace que uno se "envanezca" (Ezeq.. 28:1-10).

          9. El engaño de las riquezas ahoga la palabra de Dios (Mat. 13:22; Mar. 4:19; Luc. 8:14).

          10. Los que tienen su mente puesta en el dinero se hallan en grave peligro (1 Tim. 6:9,10).

          11. El deber de los ricos (1 Tim. 6:17-19).

          12. La dificultad para que los ricos se salven (Mat. 6:21; Luc. 18:24).

          13. ¿A qué hombre rico se le dijo lo que hiciera para sal­varse?  (Mar. 19:21; Luc 18:22).

          14. ¿Qué hizo un hombre rico para ser salvo? (Luc. 19:1-10).

 

III. El remedio:

 

          1. Guardar tesoros en el cielo (Luc. 18:22; Mat. 6:19-24; Luc. 12:21--23).

          2. Ricos en buenas obras (1 Tim. 6:18).

          3. Confiar en Dios; no en las riquezas (1 Tim. 6:17).

          4. Ser fieles mayordomos (Luc. 16:11)

          5. Abundar en riquezas de liberalidad (2 Cor. 8:2)

          6. El ejemplo de Moisés (Heb. 11:26).

          7. Guardarse de la avaricia (Col. 3:5; Luc. 12:15; Efes. 5:3; 1 Cor. 6:10).

 

Preguntas

 

          1. Demuéstrese que el carácter del posesor de riqueza hace que ésta sea buena o mala.

          2. Demuéstrese cómo la Biblia nos advierte en contra de las riquezas y dénse algunos ejemplos notables.

          3. ¿Cómo se compara un buen nombre con las riquezas?

          4. ¿Hasta cuándo puede uno conservar sus posesiones?

          5. Cite el pasaje que habla de los peligros de quienes ponen "la esperanza en las riquezas".

          6. ¿Qué hizo Zaqueo para ser salvo?

          7. ¿En qué deben ser ricos todos?

          8. ¿En qué deben ser todos fieles?

          9. Relate el sacrificio que hizo Moisés al dejar la corte de Faraón.

          10. ¿De qué deben tener cuidado todos?

 

 

 

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