Perdonar Para Ser Perdonados

 

Introducción.

     A. Sería maravilloso al morir si hubiera una sola palabra como epitafio en la lápida: PERDONADO.

     B. El deseo más grande de nuestro corazón debe ser que al morir Dios nos haya perdonado de todos los pecados.

     C. Todos hemos pecado (Rom. 3:23) y, por eso, todos necesitamos el perdón de Dios.

     D. Mar. 16:16 dice, “será salvo”. Hech. 2:38 dice “la remisión de pecados”. Hech. 3:19 dice  “borrados vuestros pecados”. Estas palabras significan la misma cosa: “perdonado por Dios”?

     E. Sin embargo, no seremos perdonados por Dios si no perdonamos a otros.

 

I. Textos que enseñan que debemos perdonarnos unos a otros.

     A. Mat. 7:12,14, 15, “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores… Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”.

     B. ¡Qué peligroso es orar de esta manera, diciendo “perdónanos como perdonamos a otros”! Porque si no hemos perdonado a otros sus ofensas, estamos pidiendo que Dios no nos perdone

     C. Mat. 18:21-22, “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete”.

      1. Pedro no entendía el perdonar y esta es la misma actitud que muchos tienen hoy en día. No comparten el concepto de Dios hacia el perdonar. Quieren ponerle límites según sus propias ideas.

      2. Pero no somos consecuentes porque ¿cuántas veces queremos que Dios nos perdone? ¿Qué tal si Él pusiera los límites al perdonarnos que nosotros ponemos?

      3. Entonces no pongamos límite a las veces que perdonamos a otros. Luc. 6:37, “perdonad y seréis perdonados”. Luc. 17:4, “Y si siete veces al día pecare contra ti y siete veces al día volviere a ti diciendo: Me arrepiento; perdónale”.

      4. Decimos, “Sí, pero vamos a ver si en verdad se ha arrepentido. Después te aviso”. Jesús no dice eso: Él dice que si dice, “Me arrepiento, perdónale”. No tenemos el derecho de decir “todavía no te perdono”.

      5. Debemos tener mucho cuidado de no discutir con Cristo. Y cuidado de no poner límite sobre el número de veces Dios nos perdone a nosotros.

     D. Mat. 18:23-35, la parábola de los deudores: perdonado para perdonar a otro.

     E. Col. 3:12, 13, “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros(A) si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”.

 

II. ¿Qué significa “perdonar”? Remitir, despedir, cancelar la deuda.

     A.  “Yo puedo perdonar, pero no puedo olvidar”.

      1. Desde luego, en un sentido ofensas no son olvidadas. Existen en la memoria.

      2. Pero no se recuerdan con resentimiento y rencor, porque eso no es perdonar. El perdonar es sepultar la cosa y tratar al ofensor como si no le hubiera hecho nada.

     C. Perdonar no es poner a la persona en “probation” (período de prueba).

     D. Cuando Dios perdona, el asunto termina. Nunca tenemos que dar cuenta a Dios de un pecado perdonado. Heb. 8:12, “Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades”.

 

III. ¿Por qué es difícil este mandamiento para algunos hermanos?

     A. Porque son “estrechos” en su corazón hacia otros hermanos, 2 Cor. 6:12, “sois estrechos en vuestro propio corazón”. . El vivir resentido, guardando rencor hacia otros hermanos es ser “estrecho” en su corazón.

      1. Pablo les pide que quiten toda barrera y abrir de par en par su corazón hacia él.

      2. ¿Cómo puede uno ensanchar el corazón estrechado? Desarrollar la actitud de perdonar, tolerar, sobrellevar.

     B. Porque no obedecen las palabras del Espíritu Santo:  Efes. 4:2, “con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor”. Efes. 4:32, “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.

     C. Porque no aceptan sus propias faltas. En muchos casos la persona ofendida tiene culpa también. ¿En el caso del matrimonio cuántas separaciones son causadas por solamente uno de los cónyuges? Lo mismo en la iglesia: a veces cuando hay problemas se echa toda la culpa en una persona cuando en realidad otros comparten la culpa.

     D. Porque hermanos distanciados simplemente no quieren humillarse para arreglar el problema. Prefieren seguir como están, “unidos” como miembros de la misma iglesia pero “divididos” en su relación el uno con el otro.

     E. Porque no hay verdadero “amor fraternal” (Rom.12:10; 1  Ped. 3:8).

 

IV. Es indispensable que nos perdonemos unos a otros las ofensas.

     A. Para obedecer a Dios y para ser perdonados por Él.

     B. Para tener conciencia limpia. Uno mismo sabe que si no perdona anda mal con Dios y la conciencia le condena.

     C. Para ser pacificador, Mat. 5:9. Rom. 14:19, “Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación”. Gál. 5:22, 23, Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, dominio propio”.

     D. Para despojarnos del “viejo hombre” y vestirnos de Cristo, Efes. 4:22, “despojaos del viejo hombre”. Efes. 4:24, “vestíos del nuevo hombre”. Efes. 4:31, 32, “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.

      1. Esta es una figura muy gráfica. Quitar la ropa sucia, pobre, fea y vestirse de “ropas blancas”.

      2. Porque solamente de esta manera podemos estar en comunión con Cristo.

     E. Para desarrollar el carácter de Cristo. Rom. 8:29, tenemos que ser “hechos conformes a la imagen de su Hijo”. 2 Cor. 3:18, “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”.

      1. Debemos examinarnos. Examinar el carácter y preguntar ¿Qué está logrando mi religión? ¿De veras me está transformando en la imagen de Cristo?

      2. Aunque esté asistiendo a todos los servicios, ¿sigue mi carácter sin cambiar?

      3. Fil. 3:13, 14, “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. ¿Somos capaces de hacer esto? ¿Olvidar lo que queda atrás para que no me estorbe espiritualmente?

 

V.  “Pero usted no se imagina cómo me ha tratado”.

     A. ¿Le ha dicho con juramento que nunca le conoció?

     B. ¿Le ha vendido a los que querían crucificarle?

     C. ¿Se ha burlado de usted?

     D. ¿Le ha vendado los ojos para abofetearlo?

     E. ¿Le ha escupido en la cara?

     F. ¿Le ha azotado con una vara?

     G. ¿Ha puesto corona de espinas en su cabeza y luego golpearle en la cabeza?

     H. ¿Le ha clavado las manos y los pies en una cruz?

     I. Luc. 23:34, ¿Qué dijo Jesús a todo esto? “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

 

Conclusión.

     A. Para morir “perdonado” es indispensable que uno haya perdonado a otros sus ofensas.

     B. Dios siempre está listo a perdonar. ¿Y nosotros?