Celo

I. El uso de la palabra en sentido malo.

          A. "Se llenaron de celos", Hech. 5:17; 13:45.

          B. "Habiendo entre vosotros celos... sois carnales", 1 Cor. 3:3; Gál. 5:20; Sant. 3:14, 16.

II. Algunos son celosos, pero sin conocimiento.

          A. "Tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia", Rom. 10:2 (los judíos que no obedecieron al evangelio). El cristiano debe tener celo de Dios conforme a ciencia.

          C. "Celoso de Dios", Hech. 22:3 (Saulo de Tarso); "en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia" (Fil. 3:6). Pablo era celoso como perseguidor de la iglesia y como predicador del evangelio.

          D. "Celoso de las tradiciones de mis padres", Gál. 1:14 (Saulo).

          E. ¿Cuántos hermanos tienen el celo de los adventistas, mormones y testigos? Estos sinceramente creen que la obra de Dios es urgente.

III. El celo del cristiano.

          A. Que sea como el celo de Jesús: "El celo de tu casa me consume", Jn. 2:17 (cuando purificó el templo).

          B. Que sea como el celo de Pablo: "os celo con celo de Dios", 2 Cor. 11:2.

          C. Que sea diligente, no perezoso, ferviente en espíritu, Rom. 12:11. El celo aceptable no es el entusiasmo momentáneo (por ej., el que viene después de oír un sermón alentador), sino un modo de vivir (12 meses, 52 semanas, 365 días cada año).

          D. Que sea celoso de buenas obras, Tito 2:14; 3:1, 8.

          E. Que sea celoso de la disciplina, 2 Cor. 7:11 ("Qué celo").

          F. "Sé celoso y arrepiéntete", Apoc. 3:19, cuando andamos mal.

          G. Que sea celoso de la predicación, Mat. 10:23; "No cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo", Hech. 5:42; "de espíritu fervoroso", Hech. 18:25; "a tiempo y fuera de tiempo", 2 Tim. 4:2.

          H. Que sea celoso de la oración, Col. 4:12; Sant. 5:16.

          I. Que sea celoso de la ofrenda, 2 Cor. 8:1-5; 9:2.

Conclusión.

          A. Evitemos el celo malo. Si hay celos entre nosotros, nos arrepintamos de este mal y practiquemos el amor.

          B. Imitemos el celo de Jesús, el celo de Pablo, y el celo de todos los fieles (personas y congregaciones) de los cuales leemos en la Biblia.

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