Santificar el cuerpo a Dios

          Dios es el Dueño de nuestro cuerpo. Por eso, Pablo dice:

          1 Tesalonicenses 5:23, “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.

“No reine el pecado en vuestro cuerpo mortal”

          Romanos 6:12, “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;  13  ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad”.

          Porque estamos muertos al pecado. Nuestro viejo hombre fue crucificado con Cristo.

          Fuimos sepultados con El en el bautismo.

          Romanos 6:4, “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”.

Los miembros del cuerpo son instrumentos de justicia

          Romanos 6:13, “sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.  14  Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros”.

          No debemos presentar a Satanás lo que no es nuestro (los miembros del cuerpo).

Somos esclavos de aquel a quien obedecemos

          Romanos 6:16, “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?”

          Por eso, debemos consagrar todos los miembros del cuerpo al Señor.

          Romanos 12:1, “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.  2  No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

El cuerpo no es para glotonería

          1 Corintios 6:13, “Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios”.

          El cuerpo no existe simplemente para comer. Tiene un uso más noble.

          Tito 1:12, “Uno de ellos, su propio profeta, dijo: Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos”.

          Filipenses 3:18, “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo;  19  el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal”.

          Romanos 16:18, “Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos”.

El cuerpo no es para fornicación

          Romanos 1:24, “Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos”.

          1 Corintios 7:2, “pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido.  3  El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido.  4  La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.  5  No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia”.

          1 Corintios 6:13, “Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo”.

          Nuestros cuerpos son miembros de Cristo. 1 Corintios 6:15, “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo.  16  ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne”.

          Por eso, “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca” (1 Corintios 6:18).

          Como lo hizo José. Génesis 39:7-12. Literalmente huyó. Salió corriendo.

          La fornicación es “prostitución”, porque algo sagrado (algo dado por Dios como santo y bueno) es “prostituido” para satisfacer los deseos sensuales.

          La “evolución” contribuye fuertemente a este mal porque enseña que el hombre es un mero animal que debe satisfacer al máximo sus deseos físicos.

          ¿Cómo huir?

          -- (1) no asociarse con personas que tientan a fornicar;

          -- (2) no mirar a la mujer para codiciarla (Mateo 5:28);

          -- (3) si es necesario aun cambiar de empleo;

          -- (4) evitar toda forma de pornografía (revistas, televisión, internet);

          -- (5) evitar el baile que es antesala de la fornicación;

          -- (6) 2 Timoteo 2:22, “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor”.

          -- (7) y sobre todo, ocuparse en lo bueno para evitar lo malo. Leer la Biblia, orar, asistir fielmente a los servicios, hacer obra personal. “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12)

Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo

          Juan 2:19, “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. .. 21  Mas él hablaba del templo de su cuerpo.

          1 Corintios 6:19, “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?  20  Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.

          Cuando Cristo nos compró, no sólo el alma sino también el cuerpo fue comprado.

          El cuerpo dedicado a Dios le glorifica más que el templo de Salomón.

          Hechos 7:48, “el Altísimo no habita en templos hechos de mano”.

          Hechos 17:24, “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humana”.

          Pero sí habita en nuestros cuerpos que están consagrados a El.

          2 Corintios 6:14 – 7:1 Dios habita en nosotros si nos apartamos del pecado.

El cuerpo no debe ser despreciado o maltratado

          Colosenses 2:20-23. En esto vemos el principio de tendencias gnósticas y católicas: la austeridad, el duro trato del cuerpo (ropa rústica e incómoda), el prohibir alimentos (y practicar ayunos prolongados), el prohibir el matrimonio, llevar vida monástica, penitencias.

          Dice Pablo que no vale. No funciona. No ayuda. Todo esto no promueve la santidad. Solamente promueve la soberbia.

          Lo que sí funciona y lo que Dios requiere es el dominio propio, Colosenses 3:5-10.

          1 Corintios 9:27, “que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”.

          Este es lenguaje figurado. De esta manera Pablo describe su dominio propio. Hay que controlar todos los apetitos del cuerpo para no caer en pecado.

Es necesario cuidar el cuerpo (la salud)

          1 Timoteo 4:8, “porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera”.

          Desde luego, el alma vale mucho más que el cuerpo, pero el cuerpo sí vale mucho.

          La piedad promueve la buena salud del cuerpo, porque promueve salud mental, el bienestar económico, una vida social feliz.

          Además, la piedad promueve la belleza verdadera. 1 Pedro 3:3, “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, 4  sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”.

          Somos mayordomos del cuerpo que pertenece a Dios. Por lo tanto, hay que cuidarlo: alimentación buena (evitando el exceso de comer), el ejercicio, el descanso (no en exceso), evitar vicios (uso de drogas, tomar, fumar).

          Debemos hacer todo lo posible para cuidar la salud y prolongar nuestros días para el servicio de Dios.

Para tener cuerpos espirituales como el cuerpo de Cristo

          Romanos 8:23, “gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”.        

          1 Corintios 15:42, “Así también es la resurrección de los muertos. … 44  Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual”.

          Filipenses 3:20, “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;  21  el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”.

          1 Juan 3:2, “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.  3  Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro”.

          Por lo tanto, recordemos siempre la oración de Pablo: 1 Tesalonicenses 5:23, “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.

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