Cumplidos en Cristo

      Col. 2:10. ¿Por qué es importante reconocer esto? Porque el individuo que no reconoce que en El "están escondidos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento" (Col. 2:3) será en­gañado "por medio de filosofías y huecas su­tilezas, según las tradiciones de los hombres" (v. 8)

      Muchos líderes religiosos atacan la sufi­ciencia de Cristo y del Nuevo Testamento para hacer lugar para religiones humanas.

      Col. 2:4, "Y esto digo (que todos los tesoros de sabiduría y conocimiento están es­condidos en El) para que nadie os engañe con palabras persuasivas".

      Los falsos profetas, profetisas y líderes re­ligiosos procuran establecer sus falsas doctrinas por medio de menospreciar a Cristo y su re­velación perfecta, el Nuevo Testamento, porque los falsos no pueden hallar sus en­señanzas en las Escrituras. De esta manera han obrado el clero romano, José Smith, Mary Baker Eddy (fundadora de la "Ciencia Cris­tiana"), Carlos T. Russell y el "Juez" Ruther­ford (de los "testigos") y las sectas carismáticas que enseñan la "operación directa" del Espíritu Santo sobre el corazón.

      Para que nadie, pues, sea engañado por los falsos maestros, debe recordarse que estamos cumplidos en Cristo. Los que nos quieren en­gañar también quieren privarnos de nuestro premio (2:18). No tienen "la cabeza, de la cual todo el cuerpo alimentado y conjunto por las ligaduras y coyunturas, crece en aumento de Dios" (2:19).

      "Por tanto, nadie os juzgue en comida, o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, nueva luna o días de reposo" (2:16). Los sabatistas no quieren estar cumplidos en Cristo, sino quieren volver al antiguo pacto y estar sujetos a algunas partes de la ley de Moisés. Obligan a todo el mundo a "guardar" (a su modo) el sábado, día solemne para los judíos. Dice Pablo, "Nadie os juzgue en" estas cosas. Responden los sabatis­tas: "Pero Pablo está hablando de los sábados especiales y no del séptimo día". No importa de qué o de cuáles, de uno o de cientos, porque el texto dice claramente que nadie os juzgue "en cuanto a ... días de reposo". Aquellas cosas de las que habla Pablo -- como sábados, fiestas, nuevas lunas, etc. -- eran solamente sombras, y no las necesitamos porque estamos cumplidos en Cristo.

      No conviene que los preceptos de la ley an­tigua se impongan sobre cristianos, Heb. 1:1, 2; 2:1-4; 7:12; 10:9, 10, etc.

      Tampoco se necesitan las filosofías hu­manas. "Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo y no según Cristo: Porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente" (2:8, 9). No necesitamos la "iluminación" de las filosofías de los hombres para alumbrar nuestro camino. La palabra de Cristo basta. Las filosofías de los hombres no pueden añadir ninguna cosa provechosa a la ley de Cristo porque el evangelio de Jesús es perfecto.

      Otras cosas "tienen a la verdad cierta re­putación de sabiduría en culto voluntario, y humildad," pero de nada sirven a nosotros que estamos cumplidos en Cristo. Dice el clero ro­mano que se demuestra más humildad orando a Dios por María y los "santos". Afirman ellos que a nosotros, impíos que somos, no nos con­viene que nos acerquemos directamente a Dios. (Desde luego, no nos acercamos direc­tamente a Dios, sino a través de nuestro per­fecto mediador Jesucristo). En esto el clero romano afecta una gran humildad, pero es "culto voluntario", es humildad voluntaria y es cosa contraria a la revelación de Dios. Al hablar así los líderes católicos niegan Hebreos 2:18 y Hebreos 4:14-16. "Porque en cuanto él (Cristo) mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados ... Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote, que traspasó los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no te­nemos un sumo sacerdote que no pueda com­padecerse de nuestras flaquezas, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, con­fiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para el oportuno socorro".

      "Acerquémonos, pues, confiada­mente al trono de la gracia". Este texto no dice que es demostración de orgullo acercarnos a Dios por medio de Cristo, sino nos exhorta que lo hagamos confiadamente. 1 Tim. 2:5, "Porque hay un Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre". ¿Dónde está el texto que afirme que hay otros mediadores?

      También se nos dice que es un acto de gran humildad vivir en un monasterio o con­vento, aparte de la civilización, y privar el cuerpo de ropa cómoda, etc. Es otro acto de "culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne" (Col. 2:23). Tales cosas no se hallan "en Cristo". En verdad, la iglesia romana tiene muchas prácticas de esta clase. Hemos mencionado solamente dos de las muchas cosas que son culto voluntario.

      El cristiano debe crecer en Cristo. "Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante con el espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo. Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y con­firmados en la fe, así como habéis sido enseña­dos, abundando en acciones de gracias", Col. 2:5-7. En este texto Pablo habla de la impor­tancia del crecimiento y la firmeza. Pablo em­plea una variedad de términos para dar énfasis a  la importancia de la constancia en Cristo.

      No podemos estar cumplidos en El si no quedamos bien establecidos, creciendo en El. Y esto viene por medio de nuestro conocimiento creciente de los tesoros de sabiduría y conocimiento de Cristo en el cual estamos cumplidos.

      Es preciso, pues, que andemos en la ver­dad inspirada que fue entregada por Cristo y los que le oyeron, Heb. 2:1-4. Col. 1:5, 6 dice "a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la pa­labra verdadera del evangelio, que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo,  y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad". En v. 23 añade: "si en verdad per­manecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro".

      Al ser bautizados en Cristo (Gál. 3:26, 27) hagamos todo lo posible por ser cumplidos en El.

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