La obra del Espíritu Santo

          Poco antes de morir, Jesús dijo a los apóstoles, "Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Juan 14:25, 26). Este texto describe la obra del Espíritu Santo.

          Poco después que Jesús ascendió al cielo, el Espíritu Santo fue enviado a los apóstoles para recordarles todo lo que Jesús les había enseñado en persona y para enseñarles todas las cosas.

          La obra del Espíritu Santo no es, pues, un gran misterio. No es algo inexplicable que solamente se pueda sentir en el corazón, sino más bien es la obra de enseñar la voluntad de Dios a través de los apóstoles.

          La gente religiosa habla mucho del Espíritu Santo. Le atribuyen muchísimas cosas que El no hace. Se hacen muchas promesas en el nombre del Espíritu Santo que El no promete, y de esta manera mucha gente se engaña y queda decepcionada.

          Cuando vino el Espíritu Santo sobre los apóstoles el día de Pentecostés (Hechos 2), la promesa de Jesús (Juan 14:26; 16:13) comenzó a cumplirse. El sermón registrado en ese capítulo fue el mensaje del Espíritu Santo a través de los apóstoles. Jesús había dicho que "Cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio" (Juan 16:8), y esto es precisamente lo que El hizo en ese día a través de la predicación de los apóstoles. Convenció a muchos judíos del pecado de haber crucificado a Jesús. "Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones" (Hechos 2:41, 42).

          Marcos 16:20 explica que los apóstoles "saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían". Hebreos 2:3, 4 explica que la palabra anunciada "nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad".

          Estos textos nos hacen entender el propósito de los milagros hechos por el Espíritu Santo en el primer siglo: confirmaron la predicación de los apóstoles.

          Por eso, es obvio que la obra del Espíritu Santo tuvo que ver con la revelación y la confirmación del evangelio. Ahora todo el mundo tiene (o puede tener) su ejemplar del Nuevo Testamento, pero en aquel tiempo apenas se estaba revelando. Ahora la inspiración está en el Nuevo Testamento, pero en el primer siglo la inspiración estuvo en los santos hombres de Dios que fueron escogidos para predicar y escribir el Nuevo Testamento.

          El libro llamado Hechos de los apóstoles, el quinto libro del Nuevo Testamento, bien describe la obra del Espíritu Santo. Conviene estudiar con mucho cuidado este libro importante.

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