Creer la mentira

2 Tes. 2:10-12

Introducción.

          A. Una idea muy popular es que no importa lo que  uno crea, sólo que sea sincero y que viva fielmente de acuerdo a su creencia.

          B. Pero nadie cree que este principio de acción es válido en otros asuntos:

                   1. Muchas empresas quiebran aunque sus directores sean sinceros.

                   2. En el asunto del matrimonio, muchas mujeres han sido engañadas aunque hayan creído en sus esposos.

                   3. Nadie piensa que este principio sirve en asuntos de la ciencia (si se toma veneno, se muere por sincero que sea).

                   4. ¿Por qué se aplica este principio  solamente en la religión?

          C. Léanse con cuidado 2 Tes. 2:10-12; Mat. 15:14. ¿Enseña la Biblia que no importa lo que uno crea con tal que sea sincero?

          D. Rom. 15:4 dice que "las cosas que se escribieron antes (el Antiguo Testamento), para nuestra enseñanza se escribieron". Vamos, pues, al Antiguo Testamento para ilustrar lo serio de este tema: estudiemos 1 Reyes 13, el caso del varón de Dios que creyó una mentira.

I. 1 Reyes 13:1-24, Una historia trágica.

          Ver. 1, Un "hombre de Dios" (profeta) fue enviado por Dios a Betel para denunciar la idolatría del rey Jeroboam (véase 12:25-31). La misión de este hombre de Dios demuestra la bondad de Dios, porque es necesario que reconozcamos los pecados.

          Ver. 2, El hombre de Dios denunció el altar y profetizó las reformas del rey Josías (que vino 300 años después). Esta profecía demostró la omnisciencia de Dios, y si Dios es omnisciente, entonces también es omnipotente. Los "oráculos" de los dioses paganos eran vagos, obscuros y no tenían sentido, pero esta fue clara y precisa, aun nombrando al rey que efectuaría las reformas. Dios profanaba lo que Jeroboam santificaba.

          Ver. 3, Dio una señal, como credencial, para probar que Dios le había enviado: el altar se quebrará y la ceniza se derramará. ¿Cuántos cultos serían estorbados hoy mismo si Dios hiciera algo semejante para demostrar su desagrado? Véanse Mat. 15:8, 9; Sant. 1:26.

          Ver. 4, El rey extendió su mano diciendo, "¡prendedle!" porque quería callarlo. Aborreció a Dios y, por eso, quería callar al mensajero de Dios, pero su mano no podía lastimar al varón de Dios, sino que se le secó la mano y no la pudo enderezar. Los que pelean contra Dios se dañan a sí mismos.

          Ver. 5, Se vio la señal prometida.

          Ver. 6, El rey pide la restauración de su mano y se le concedió su petición. Dice, "pide a tu Dios". Creía en Dios pero no dijo "mi Dios", porque sabía que ya no era su Dios. El rey no se preocupaba por su alma, sino por su mano. El hombre de Dios pagó bien por mal, orando por el rey.

          Ver. 7, El rey le invitó a comer con él y recibir una recompensa.

          Vers. 8, 9, El hombre de Dios no aceptó "Porque así me está ordenado por palabra de Jehová". Véase Efes. 5:11.

          Vers. 10, Regresó por otro camino como el Señor le había ordenado. ¡Qué hombre ejemplar! ¡Qué obediencia! Había pasado pruebas severas sin falta alguna. Qué bueno si este versículo hubiera sido el fin de la narración, pero lamentablemente la historia no termina aquí.

          Ver. 11, Los hijos de un anciano profeta le contaron este evento a su padre.

          Vers. 12-15, Este profeta fue tras el hombre de Dios y lo encontró y le invitó a volver a comer pan con él.

          Ver. 16, 17, El hombre de Dios rehusó la invitación.

          Ver. 18, El profeta de Betel mintió al hombre de Dios, diciéndole que un ángel le apareció y le dijo que trajera al hombre de Dios a su casa para comer pan. El hombre de Dios estaba oyendo voces conflictivas. ¿A quién creería? ¿Escucharía solamente a lo que Dios le había dicho o aceptaría la palabra de este profeta desconocido que dijo que un ángel le había hablado?

          Ver. 19, Al hombre de Dios se le olvidó lo que Dios le había dicho y creyó al profeta de Betel; volvió con él y comió pan en su casa.

          Vers. 20-22, El Espíritu habló por la boca del profeta de Betel denunciando la desobediencia del hombre de Dios.

          Vers. 23-25, Un león le mató en el camino.

II. La primera prueba.

          A. Obedeció a Dios, vers. 1-6. El hombre de Dios fue a Betel aunque era una misión peligrosa. Clamó contra el altar, hizo la señal.

          B. En todo esto el hombre de Dios obedeció perfectamente, demostrando sumisión a Dios y mucha valentía. No fue movido por el temor.

III. La segunda prueba.

          A. Vers. 7-10. Cuando el rey quiso detener al hombre de Dios se le secó su mano y el hombre de Dios le sanó. Entonces el rey le invitó a comer con él y aceptar un presente.

          B. Rehusó la invitación del rey. No fue intimidado ni impresionado por la majestad y poder del rey. Además de esto, él entendió que no debería comer con los idólatras. Tampoco fue movido por la avaricia (el "presente" que el rey le ofreció"). Resistió esta tentación y siguió obediente a Dios. No fue posible "comprarle". El profeta Balaam y Judas fueron "comprados" (aceptaron dinero por sus hechos malos), pero no fue posible comprar a este hombre de Dios. ¡Qué hombre tan admirable!

IV. La tercera prueba.

          A. El anciano profeta le mintió, ver. 11-18. Este también le invitó a comer pan con él y otra vez el hombre de Dios rehusó hacerlo. Todavía se ve que actúa como hombre obediente, puro y ejemplar en todo sentido.

          B. Pero obsérvese con cuidado el siguiente punto: cuando el anciano profeta le dijo al hombre de Dios que un ángel le había dicho que trajera al hombre de Dios a su casa a comer pan con él, el hombre de Dios le creyó.

          C. En las primeras pruebas no había fallado, pero en esta sí falló. Le hubiera convenido preguntar por qué este profeta vivía en esa ciudad corrupta en medio de tanta idolatría y rebelión contra Dios. Véase 2 Crón. 11:13-16. ¿Por qué no volvió a Judá como los demás fieles? ¿Qué había hecho para oponerse al rey? ¿Había clamado contra el altar? Obviamente él estaba callado en Betel, uno de los centros principales de la idolatría.

          D. ¿Qué credencial presentó el profeta de Betel para probar que en verdad un ángel le había hablado? El hombre de Dios entendía perfectamente que Dios le había enviado y que Dios estaba con él (le dio una clara señal) y que le había prohibido comer pan en esa ciudad y que debería volver a su tierra por otro camino. ¡De esto estaba seguro! Pero en cuanto a lo que le dijo este profeta no estaba seguro de nada. Simplemente le creyó sin prueba alguna. ¿Por qué le creyó el hombre de Dios?

          E. El hombre de Dios fue engañado por el anciano profeta. ¿Quién tuvo la culpa? Seguramente el profeta de Betel le mintió al hombre de Dios pero le hubiera convenido investigar el asunto, pues ante los ojos de Dios era responsable y culpable. Por eso Dios lo mató.

V. El error de millones.

          A. Esta prueba es la que destruye millones de almas hoy en día. Es la prueba de la mentira en la boca de líderes religiosos. Mucha gente muy buena y noble, gente de valor, rechazan muchas tentaciones pero caen en esta trampa.

          B. "Yo también soy profeta". Con esta frase suavizó la resistencia del hombre de Dios. No solamente era profeta sino también un profeta de más edad. El hombre de Dios debe de haber pensado que seguramente este profeta anciano merecía el respeto. Hoy en día si dice algún hombre -- y mayormente si es hombre de edad -- "Yo soy predicador", o "yo soy pastor", o "yo soy sacerdote", etc. no faltan personas que les creerán, por falsos que sean. Son engañados porque los tales son "muy sinceros", "muy piadosos", etc.

          C. Mat. 15:14, ¿cómo podemos saber si nuestro guías son ciegos? Todos los guías religiosos son ciegos si no siguen la doctrina de Jesucristo y los apóstoles.

          D. "Me engañó". ¿Cuántas personas dirán en el Día Final, "fui sincero pero me engañaron"? Sean padres de familia, sacerdotes, pastores, o evangelistas, no debemos creerles si no traen la doctrina de Cristo. Dice Cristo, "el que tiene oídos para oír, oiga"; "Escudriñad las Escrituras"; dice Lucas que los de Berea eran nobles porque escudriñaban las Escrituras cada día para ver si era cierta la predicación que oía. Dice Juan "Probad los espíritus". Dice Pablo, "Examinadlo todo, retened lo bueno".

          E. "Un ángel le habló". Pero léase Gál. 1:8, 9. Le hubiera convenido al hombre de Dios decir, "Aunque 10,000 profetas o 10,000 ángeles me digan que volviera a comer pan en Betel, no voy, porque yo sé lo que Dios me ha dicho y le voy a obedecer".

          F. Por todas partes los ministros de Satanás andan contando mentiras religiosas (2 Cor. 11:13-15). Por eso, cada persona tiene que estudiar la Biblia y pensar por sí misma. Si no lo hace y si algún maestro religioso le engaña, entonces en el Día Final no le ayudará decir, "Pero me engañó". Ver. 18, "mintiéndole", "le estaba mintiendo".

VI. La muerte trágica del hombre de Dios.

          A. Vers. 24, 25, los eventos indicaron que Dios causó su muerte. El león mató al hombre de Dios, pero no comió el cuerpo ni dañó al asno, ver. 28. Este fenómeno indica claramente la intervención divina.

          B. ¡Cuánto le costó esa comida! Una comida le costó a Esaú su primogenitura; esta comida le costó al hombre de Dios su vida.

          C. Al leer u oír esta historia algunos seguramente tendrán mucha simpatía para este hombre de Dios, diciendo "Pero él fue engañado". Sí, fue engañado, pero nadie es víctima indefensa de la mentira.

Conclusión.

          A. Esta historia bien ilustra, pues, el peligro de creer una mentira y ser condenado por ello. Recuérdese que esa historia fue escrita para nuestra enseñanza.

          B. Obsérvese que 2 Tes. 2:10-12 enseña que los que creen la mentira son aquellos que no aman la verdad.

          C. ¿A quién escucharemos nosotros? Es fácil decir que no le hubiera convenido al hombre de Dios escuchar al anciano profeta, pero ¿a quién escuchamos nosotros? Cuando hay conflicto entre las voces que nos llaman, ¿a quién escuchamos?

          D. Estoy seguro que nosotros somos fieles y cumplidos en muchas pruebas pero ¿qué tal esta prueba final, en la que falló el hombre de Dios? Este hombre era un creyente fiel, tenía un mensaje muy importante, actuó con denuedo, pero no hizo lo que 1 Jn. 4:1 requiere, y le costó su vida.

          E. Es muy triste ser engañado en los asuntos de esta vida. Por ejemplo, Jacob fue engañado por sus hijos y por muchos años estuvo creyendo que José estaba muerto. Muchos son engañados en los negocios, en el matrimonio y en muchas relaciones de la vida, pero lo peor de todo es la mentira religiosa que destruye el alma.

          F. No escuchemos, pues, las voces que contradicen lo que Dios nos ha dicho claramente en su Palabra. Hay muchas voces conflictivas: la voz de los padres, la voz de los sentimientos, la voz de las opiniones humanas, la voz del cura, la voz del pastor evangélico y muchas otras voces que no son confiables. ¡No seamos engañados por ninguna de ellas!

          G. Para concluir sería bueno mencionar dos de las mentiras más destructivas: (1) que no es necesario ser bautizado; aunque Mar. 16:16; Hech. 2:38, etc. lo enseña claramente; y (2) que hay tiempo. Estas mentiras proceden de la boca del padre de las mentiras para que se descuide la obediencia al evangelio. Les ruego que rechacen estas mentiras y que obedezcan al Señor.

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