Que sean ricos en buenas obras

1 Tim 6:18

I. V. 18, Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras.

            A. Que las buenas obras correspondan a las riquezas que Dios nos da. Que las riquezas no sean estériles, sino fructíferos, que produzcan fruto para la gloria de Dios. Jn. 15:8, “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”.

            B. El nos hace ricos para que seamos ricos en buenas obras. El nos da los medios para para que podamos servirle. Los que tienen buen empleo (o negocio próspero) tienen grandes oportunidades para servir al Señor, pero si las descuidan y gastan el dinero para satisfacer sus propios deseos, es mayordomo infiel y dará cuentas a Dios. Luc. 12:48, “a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá”.

                        1. Nos hace ricos (nos prospera) para que ofrendemos generosamente, 1 Cor. 16:1, 2; 2 Cor. 9:6, 7. “Nos da todas las cosas en abundancia”; por lo tanto, debemos ofrendar generosamente. Prov. 11:25, “El alma generosa será prosperada”.

                        2. Nos hace ricos para que podamos “compartir con el que padece necesidad”, Efes. 4:28.

            B. Muchos textos enseñan la importancia de ser generosos, dadivosos y de hacer “buenas obras” con la abundancia que Dios nos da.

                        1. Luc. 6:34, “Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto.  35  Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos.  36  Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.  37  No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.  38  Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir”.

                        2. Mat. 25:35-45, al ayudar a los siervos de Cristo, ministramos a El mismo. Estos son ricos en buenas obras.

                        3. Mar. 12:41-44, la ofrenda de la viuda pobre. No dio sobrantes, sino todo su sustento.

                        4. Luc. 10:33-35, el buen samaritano. Lo que él hizo le costó dinero (como también tiempo y trabajo).

                        5. Hech. 4:36, 37 Bernabé, “tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles”. Y luego salió con Pablo para predicar el evangelio en muchas partes (Hech. 13, 14). Este hermano no confiaba en las riquezas inciertas, sino en el Dios que nos da riquezas. Bernabé era muy rico en buenas obras.

                        6. Hech. 9:36, 39, el ejemplo de Dorcas. Le costó mucho tiempo, y también le costó dinero. Era muy rica en buenas obras.

                        7. 1 Cor. 16:15, “Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas {16.15:-1 Co. 1. 16.} es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos.  16  Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan”. El “servicio de los santos” cuesta tiempo y dinero. Estos hermanos eran “ricos en buenas obras”.

                        8. Efes. 2:10, “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.

                        9. Tito 3:1, “que estén dispuestos a toda buena obra”; v. 8, “Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras”.

                        10. Heb. 13:16, “Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios”. Dios se agrada de tales sacrificios porque de esta manera nos identificamos con la religión de Cristo, una religión de servir a otros.

                        11. Sant. 2:14-26, la fe sin obras está muerta.

                        12. 1 Jn. 3:17, “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?  18  Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”.

            C. Esta es una de las maneras más efectivas para vencer el egoísmo, Mat. 16:24.

            D. De esta manera vencemos la avaricia, que es la idolatría, Col. 3:5. Las riquezas materiales (Mamón) es un dios falso, engañoso, mentiroso y nada digno de confianza.

            E. De esta manera en lugar de poner la esperanza en las riquezas inciertas, ponemos la esperanza en el Dios vivo, y seremos ricos en buenas obras.

            F. Esta es una de las marcas de identidad más importantes de la iglesia verdadera, la del Nuevo Testamento. No hay otra enseñanza del Nuevo Testamento que reciba más atención que este. Es obvio que es sumamente importante ante los ojos de Dios.

            G. Predicamos todo esto y aceptamos la enseñanza con todo gusto, pero ¿la practicamos? Hay que buscar oportunidades para ayudar a las personas dignas de ayuda (2 Tes. 3:10), mayormente entre hermanos. Ahora por medio de cartas y otros medios de comunicación es fácil enterarnos de hermanos necesitados en todas partes del mundo. También hay maneras efectivas de enviarles ayuda (sobre todo por medio del cheque bancario).

            H. Por último, es muy importante recordar que es necesario que el que haga buenas obras las haga de muy buena voluntad, con alegría, encontrando su verdadero placer en las buenas obras en lugar de buscarlo en gratificar sus propios deseos egoístas. Para que Dios acepte nuestras buenas obras es indispensable que de corazón creamos que “se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir” (Hech. 20:35).

II. Atesorando para sí un buen fundamento para lo por venir.

            A. Esto equivale a Mat. 6:20, “sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan”. También equivale a 2 Ped. 1:11, “Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. Esta hermosa enseñanza significa que nuestras posesiones materiales no deberían ser bendiciones solamente para esta vida, sino también para la vida venidera.

            B. Luc.16:9, “Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas”. Usamos nuestras posesiones materiales para ser cómodos y felices ahora, pero si las usamos correctamente, nos harán cómodos y felices para siempre. Invertimos el dinero para que nos rinda más aquí en la tierra, pero es indispensable que las inversiones del dinero produzca ganancias eternas.

            C. En los versículos anteriores (v. 9, 19) Pablo habla de “tentación y lazo”, de “codicias necias y dañosas que hunden a los hombres en destrucción y perdición”. Dice que los que aman el dinero “se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”. Para mucha gente la riqueza es un obstáculo que impide el crecimiento espiritual. Es un “lazo” en el cual algunos se caen o se pescan y de la cual no pueden escapar, porque la riqueza y el ganar más riqueza consume su tiempo, sus talentos, su energía y ahoga la palabra (Mat. 13:22). Sin embargo, para otros la riqueza no es un obstáculo y no les perjudica espiritualmente; más bien, la emplean sabiamente para adelantar la obra del Señor y para ayudar al que padece necesidad. El dinero es como la vida misma, y la salud, los talentos y todo lo que Dios nos da: somos comprados por precio, somos posesión de Dios, y debemos servirle con todas estas bendiciones.

            D. Si usamos el dinero para predicar el evangelio y ganar almas para Cristo, gozaremos la comunión con ellos para siempre en el cielo.

            E. Es imposible depositar el dinero literal en el banco del cielo, pero si durante esta vida lo convertimos en ofrendas a Dios y buenas obras, ¡estaremos depositándolo en el banco de Dios!

III. Que echen mano de la vida eterna. 6:12

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