Sacó a luz la vida y la inmortalidad

2 Tim 1:10

Introducción.

            A. Pablo habla de la gracia que nos fue dada que ha sido manifestada por la aparición de Cristo, el cual quitó la muerte, y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio.

            B. Al morir y resucitar Cristo anuló el poder de la muerte y nos ofrece la verdadera vida incorruptible.

I. Sacó a luz la vida.

            A. Siempre ha habido ideas o nociones de una vida después de esta. Los filósofos de renombre expresaron conceptos muy vagos de tal vida.

            B. Sin embargo, sólo el evangelio ha sacado a plena luz la verdad acerca de la vida venidera. Jn. 1:9, “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”; Efes. 3:8, “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo,  9  y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas”; Efes. 1:18, “alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,  19  y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza”; Heb. 6:4 habla de “los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo,  5  y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero”; Heb. 10:32, “Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos”.

            C. En el evangelio hay promesas bien claras de la vida eterna para los que están en Cristo.

            C. Pero Pablo no se refiere a la mera “existencia” después de la muerte, sino de la vida de gracia y santidad. 1:1, “Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús”.

                        1. Rom. 8:2, “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”.

                        2. Rom. 8:6, “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”.

                        3. 2 Cor. 2:14, “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.  15  Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden;  16  a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida”. Los que obedecen al evangelio son perdonados de sus pecados, son salvos, y gozan de esta vida verdadera.

                        4. 1 Jn. 5:11, “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. 12  El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”.

II. …Y la inmortalidad por el  evangelio. 

            A. Esta palabra se traduce incorrupción en 1 Cor. 15:53, 54, “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.  54  Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. 55  ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”

            B. Esta gran victoria se realizó por medio del evangelio, “la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos”.

IV. Pablo predicó esta vida a los gentiles, v. 11.

            A. Era predicador, apóstol y maestro del evangelio de vida.

            B. 1 Tim. 2:7, “Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad”.

            C. Efes. 3:7, “del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder”.

            D. Pablo magnificó su ministerio a los gentiles y, por eso, los judíos le persiguieron. Hech. 17:4, 5; 18:13, 13; 13:45-50; 14:1, 2.

V. Por lo cual asimismo padezco esto.

            A. Hech. 9:15, “El Señor le dijo: Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;  16  porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre”. Hech. 20:22, “Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer;  23  salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones”. Véase el estudio sobre el v. 8.  El verbo pascho se usaba tanto del sufrimiento en el sentido ordinario como también para referirse al sufrimiento de la muerte (Luc. 22:15; 24:46; Hech. 1:3; 3:18; 17:3).

            B. En esta carta Pablo habla de su propio sufrimiento para animar a Timoteo a estar dispuesto a sufrir por el evangelio (1:6-8; 2:3). Léase 2 Cor. 11:24-28.

            C. Pero no me avergüenzo. Pablo no se avergonzó del evangelio (Rom. 1:16) ni de sufrir por Cristo. Hech. 5:41, “Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre”.

VI. “Yo sé a quién he creído”, v. 12.

            A. El sabía perfectamente en Quién había puesto su confianza.

            C. No sólo tenía conocimiento general acerca de Dios, sino que él conoció a Dios. Su conocimiento de Dios se basaba en la experiencia, pues había recibido la gracia de Dios, y trabajaba con el poder de Dios.

VII. “Estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día”.

            A. Ha habido mucha discusión sobre esta frase. Dice el margen de LBLA, “el depósito de Cristo en mí, o , el depósito mío en Cristo”; es decir, “¿Es el depósito que me ha sido confiado? O ¿es {ese depósito que yo le he confiado a él’? o, expresándolo en forma diferente, ¿es el evangelio o soy yo y mi completa salvación?” (GH).

            B. Algunos creen que según el contexto Pablo está diciendo que Cristo puede guardar lo que El (Cristo) había depositado en él (Pablo), es decir, el evangelio. El argumento es así: Pablo dice que fue dado el ministerio como predicador, apóstol y maestro. De esa manera Dios le encargó la verdad que había de proclamar y el ministerio para proclamarla, y que el Dios que le había dado tal depósito podría guardarlo, dándole el espíritu de poder, de amor y de dominio propio (v. 7). El poder viene de Dios (Fil. 4:5-13; 2 Cor. 4:1, 7).

            C. La otra explicación es que Pablo tiene plena confianza de que el Señor puede guardar su alma, su salvación y todos los intereses espirituales. Desde luego, la otra explicación expresa una verdad importante, pero esta explicación parece más lógica. ¿Quién guarda el depósito? ¿Pablo o Dios? Obviamente es Dios. Cuando se trata del evangelio (1 Tim. 6:20; 2 Tim. 1:14), no el Señor sino Timoteo había de guardarlo, pero aquí (2 Tim. 1:12) Pablo dice que el Señor iba a guardarlo. Compárese 2 Tim. 4:6, “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano.  7  He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.  8  Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”. El alma es el tesoro más valioso del hombre. Debemos estar sumamente preocupados por su cuidado. No tesoro de más valor que uno podría encomendar a otro.

            D. 1 Ped. 1:4, Dios nos hizo nacer “para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros”.

            E. También este texto nos recuerda de lo que Jesús dijo en la cruz: Luc. 23:46, “Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Dice 1 Ped. 4:19, “De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien”. Esta es la verdadera fuente de paz y tranquilidad. Fil. 4:6, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.  7  Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

            F. Pablo no tenía dudas en cuanto a su salvación. Habla con toda confianza. Bien sabía que los que creen en Cristo no serán avergonzados o decepcionados (1 Ped. 2:6). Compárese 1 Juan. Repetidas veces Juan dice “sabemos”. 1 Jn. 5:13, “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna”.

            G. La fidelidad de Cristo se ve en Jn. 10:27-29, “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,  28  y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.  29  Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”. Véase también Rom. 8:31-39.

Conclusión:

            A. “Aquel día”. ¿Cuál? Pablo no tuvo que explicar.

            B. Es el día del cual los cristianos siempre hablan. Es el día por el cual todos los otros días fueron hechos.

Al Estudio Anterior: Jesucristo quitó la muerte - 2 Tim 1:10
Sermones Index
Al Siguiente Estudio: Onesíforo me dio refrigerio - 2 Tim. 1:16-18