El ministerio de esperanza

2 Corintios 4:16 - 5:10

Introducción.

            A. Frecuentemente citamos este texto para hablar de la esperanza de todo cristiano, pero en este texto se refiere al ministerio de Pablo.

            B. Afirma que a pesar de ser ministerio de sufrimiento, también era ministerio de esperanza.

I. Por tanto, no desmayamos, 4:16.

            A. Así comenzó esta sección: 4:1, “Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos”. El ministerio sincero, triunfante y glorioso le había causado mucho sufrimiento, pero no desmayaba. A través del cap. 4 él nos explica por qué no se desesperaba en medio de tanto sufrimiento. El entendía que tal sufrimiento tiene su propósito; es decir, no sólo le hacía daño, sino que también le hacía bien, le ayudaba.

            B. Lo repite en el ver. 16, habiendo dicho, “sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús” y que “todas estas cosas padecemos por amor a vosotros”.

            C. Es cierto que el “hombre exterior se va desgastando” (los recursos físicos se agotaban), pero “el interior (el hombre que responde a Dios y es fortalecido por Dios, Efes. 3:16) no obstante se renueva de día en día”. Los vasos de barro son frágiles. Los azotes, naufragios, desvelos, etc. acaban con el hombre exterior, pero el hombre exterior no es el todo del hombre. El verdadero hombre, el interior, se renueva, se fortalece; es decir, para cada golpe o ataque contra el hombre exterior, Dios le dio fortaleza al hombre interior y de esa manera podía soportar y perseverar. Este pensamiento le dio mucho aliento durante su ministerio de sufrimiento. “Como tus días serán tus fuerzas” (Deut. 33:25).

II. Esta leve tribulación momentáneo, 4:17

            A. ¿Cómo podría Pablo hablar de sus muchos sufrimientos (2 Cor. 11:24-28) como “leve tribulación momentánea”?

            B. Desde luego, los sufrimientos del ministerio de Pablo no eran livianos, sino muy “pesados”, pues fueron muchos y severos, pero él dice “leve” porque los pone en contraste con el “cada vez más excelente y eterno peso  de gloria”. Vistos de esta manera no eran tan pesados.

            C. Dice “momentánea”, porque él se daba cuenta del contraste muy significativo entre lo temporáneo y lo eterno. A veces se habla del sufrimiento de esta vida como “interminable” porque dura por semanas, meses y aun por años, pero en cuanto a lo que se refiera a esta vida física, no hay nada interminable, porque pronto se acaba (Job 97:6, 7; 8:9; 9:25,26; Sal. 39:5, 6; Sant. 4:13-16).

            D. “Produce”, Procura, obra, gana, trae consigo, algo bueno y beneficioso. El sufrimiento del ministerio no era en vano. Tiene su propósito (12:8-10; Rom. 5:3-5; Sant. 1:2-4; 1 Ped. 1:7). Produce en nosotros “un peso de gloria”. ¿Cómo se describe ese peso de gloria? “En una medida que sobrepasa toda medida” (ATR); “con superioridad insuperable” (FL).

            E. Por lo tanto, por pesado o severo o extenso que sea el sufrimiento del ministerio, al compararlo con el eterno peso de gloria, se ve como cosa insignificante. Se requiere fe verdadera, esperanza viva y madurez espiritual para poder considerar de esta manera el sufrimiento del ministerio.

III. No mirando las cosas que se ven, sino las que no se ven, 4:18

            A. El hombre exterior que se va desgastando no sólo por los años y enfermedades, sino también por los azotes, naufragios, desvelos, etc. En este contexto estas son “las cosas que se ven”.

            B. Las “cosas que no se ven” se refieren a la renovación del hombre interior y el “cada vez más excelente y eterno peso de gloria”.

            C. Pero las cosas que se ven son temporales. No duran para siempre. Tienen su término. Luc. 12:4, “Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer”.

            D. Y las cosas que no se ven son eternas. Las cosas eternas se ven solamente por los ojos de fe. Heb. 11:27, “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible”.

IV. Porque sabemos, 5:1. Este capítulo es la continuación del tema del ministerio de esperanza. No hay cambio de tema; es decir, “no desmayamos” “porque sabemos,” etc.

            A. No es el “saber” de la intuición, o de la experiencia personal o el testimonio humano. “Sabemos” porque Espíritu Santo lo ha revelado, 1 Cor. 2:9-14; 1 Tes. 5:2. Tampoco dice “pensamos” o “creemos” o “esperamos”, sino “sabemos”. Heb. 11:1, “Es, pues, la fe la certeza (sustancia, seguridad) de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”; en su primera carta Juan dice repetidas veces, “sabemos”.

            B. En la primera carta a los corintios, cap. 15, Pablo desarrolla ampliamente el tema de la resurrección. Aquí vuelve al tema porque está describiendo su ministerio como ministerio de esperanza. Los enemigos de Pablo en Corintio habían atacado su ministerio, pero ¿cuál sería el fin del ministerio de ellos? Llevaba a la muerte, pero el de Pablo llevaba a una gloriosa resurrección.

            C. ¿Qué sabemos? “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos”. El cuerpo es un tabernáculo (cabaña, tienda, morada de nómadas, gente sin domicilio fijo). 2 Ped. 1:13, “Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo (tabernáculo), el despertaros con amonestación;  14  sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado”. Heb. 11:10, Abraham “esperaba la ciudad que tiene fundamentos” (tiendas no tienen fundamentos). Muchos no son consecuentes cuando cantan “No puede el mundo ser mi hogar”, pero Pablo pudiera haber cantado este himno con toda sinceridad.

            D. Pablo dice “si … se deshiciere”. Esta es la palabra que se usaba para decir “deshacer una tienda”. Se presenta contraste entre un tabernáculo que se deshace y una casa que no se deshace. Con esa actitud Pablo no se preocupaba por lo que hicieran a su cuerpo. Hech. 20:24, “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”; 21:13, “Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús”.

V. Y por esto también gemimos.

            A. “Gemir (por un sentimiento interno, inexpresado, de dolor … Mr 7:34” (WEV); “suspiro por causa de una situación incómoda” (JT).

            B. Gemimos porque “nuestro hombre exterior se va desgastando” y porque deseamos “ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial”. Rom. 8:23, “y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”.

            C. Ya nos “revestimos” de Cristo. Gál. 3:27, “porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”; ya nos “revestimos” del nuevo hombre, Col. 3:10. Ahora  gemimos porque queremos ser “revestidos” de nuestros cuerpos celestiales. Fil. 3:20, “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;  21  el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”. Véase 1 Cor. 15:50-53.

            D. 5:3, “pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos”. Esto no es lenguaje de pesimismo. No anhelamos la muerte simplemente para escapar de los problemas de la vida. El punto es que no simplemente queremos ser hallados “desnudos” (sin cuerpo); más bien, queremos “ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial”. 4  “Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida” (1 Cor. 15:54). “Pablo no desea ser un mero espíritu desencarnado sin su vestimenta espiritual” (ATR).

            E. 5:6-8, “entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor … pero confiamos y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo,  y presentes al Señor”, porque sería “muchísimo mejor” (Fil. 1:23), pero estaba dispuesto a seguir viviendo en este mundo para continuar su servicio a Dios y a los hermanos (Fil. 1:24).

Pero es importante tener presente siempre que estando en el cuerpo no estamos “en casa”, sino que al morir estaremos en casa. Nuestra ciudadanía está en los cielos. Aquí somos peregrinos, 1 Ped. 4:11.

VI. Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios.

            A. Siempre da el honor a Dios, 2:14; 3:6, etc.

            B. Ha obrado en nosotros el nuevo nacimiento, la redención, la santificación, la reconciliación, y obrará también esta transformación.

            C. Quien nos ha dado las arras del Espíritu, como prenda (como primer pago) y garantía de darnos esta bendición también.

Conclusión.

            A. Por esta causa “no desmayamos”. El ministerio de sufrimiento es también ministerio de esperanza. Por eso, “vivimos confiados”.

            B. Nuestro propósito principal es, pues, “serle agradables”. 5:10, “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”.

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