Encarcelados física pero no espiritualmente y viceversa

         Imprisoned physically but not spiritually and vice versa

 

Introducción.

       A. Es muy triste que el cuerpo esté encarcelado, pero es aun más triste si el espíritu está en la cárcel de Satanás.

       B. Satanás tiene millones de cautivos y el trabajo de enseñar y predicar el evangelio es para soltarles de esas cadenas. Luc. 4:18; Efes. 4:8; 2 Tim. 2:24- 26.

       C. Y luego llevar “cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Cor. 10:5).

 

I. Encarcelado -- el cuerpo, sí; el espíritu no.

       Gén. 39:20, José: “su amo lo tomó y lo echó en la cárcel” por causa de la mentira de la esposa de Potifar

       1 Reyes 22:27, Micaías, “'Echad a éste a la cárcel, y alimentadlo con poco pan y poca agua hasta que yo vuelva en paz.' Porque él dijo la verdad de que el rey Acab sería derrotado en batalla.

       Luc. 3:20, “encerró a Juan en la cárcel” por decir que no era lícito que Herodes tuviera la mujer de su hermano.

       Hechos 5:18, apóstoles, “los pusieron en la cárcel” por predicar a Cristo y la resurrección.

       Hechos 12:7, Pedro, puesto en “la celda” por el rey Herodes.

       Hechos 16:23, A Pablo, Silas, “los echaron en la cárcel” porque echaron fuera el espíritu de divinación de una mujer que trajo mucha riqueza a sus amos. Los metieron “en el calabozo de más adentro y sujetó sus pies en el cepo” v. 24. Miserablemente encadenados, pero maravillosamente libres en espíritu. V. 25, “Como a medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, y los presos los escuchaban”.

       Hechos 22:4, Saulo de Tarso: “Y perseguí este Camino hasta la muerte, encadenando y echando en cárceles tanto a hombres como a mujeres” (cristianos). Hech. 26:10, “encerré en cárceles a muchos de los santos”.

       Hech. 20:23, Pablo el apóstol: “me esperan cadenas y aflicciones”.

       Hech. 23:29, injustas, Claudio Lisias (tribunal romano): “hallé que lo acusaban sobre cuestiones de su ley, pero no de nada que mereciera muerte o prisión”; 26:31, rey Agripa: “Este hombre no ha hecho nada que merezca muerte o prisión”.

       2 Cor. 6:5, “en azotes, en cárceles”; 11:23, “en cárceles, más”;

       Fil. 1:7, 13, 14, 16; Col. 4:18; 2 Tim.2:9; Filemón 10,13;  “mis prisiones”; Efes 3:1, “prisionero de Cristo”.

       Heb. 11:36, “Otros experimentaron vituperios y azotes, y hasta cadenas y prisiones”.

       Rev. 2:10, “el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel”.

       En todos estos casos el cuerpo estaba encarcelado, pero el espíritu quedaba libre.

 

II. Encarcelados – el cuerpo, no; el espíritu, sí.

       Hech. 8:23, Simón, “estás en hiel de amargura y en cadena de iniquidad”.

       Hechos 16:23, al principio el carcelero estaba encarcelado en sus pecados, pero a media noche obedeció al evangelio y llegó a ser el carcelero libre (de pecados).

       Satanás puede encadenar el cuerpo, pero no es capaz de encadenar el espíritu a menos que nosotros voluntariamente nos sometamos a sus engaños:

       -- Los pecados son prisiones, cadenas, para el espíritu. Gál. 5:19-21.

       -- Efes. 4:30, la amargura, el rencor, los resentimientos son cadenas que tienen el espíritu encarcelado. Si dejamos que las heridas, los insultos, las injusticias nos amargan, seguiremos encadenados por ellos.

       -- Por eso, Efes. 4:31, perdonar, para librar el espíritu. Para quitar las cadenas del alma. Ser benignos, bondadosos, misericordiosos y el espíritu será libre como las aves.

       -- Fil. 3:13, “una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está por delante”. Perdonar y olvidar. Es carnalidad retenerlos en el corazón. Da una satisfacción carnal pero provocan inquietud y sufrimiento interminables.

       -- El enojo es una cárcel. Voluntariamente lo dejamos entrar para encadenar el espíritu. No somos libres. Somos esclavizados por la persona que cause el enojo. Seremos esclavos de la persona odiada; esa persona controla nuestro corazón y nuestra vida.

       -- Por eso, Efes. 4:26, “Enojaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo”. Salga de la cárcel antes de que se ponga el sol. No duerma en la cárcel.

       -- El rencor, los resentimientos son cadenas que voluntariamente llevamos.

       -- Eventos de la vida que nos sacuden hasta los pies como, por ejemplo, se descubre cáncer (en nosotros o en algún ser querido). ¿Cómo reaccionamos?

       -- Tales cosas nos pueden encadenar. Pueden ser prisiones que impiden las actividades normales y sobre todo las actividades espirituales. Quedamos paralizados.

       -- Hay miembros de la iglesia que quedan encadenados en sus casas o al lado de sus seres queridos en el hospital y son incapaces de asistir a los servicios. No alimentan su espíritu con el estudio bíblico y la adoración a Dios porque están en prisiones de apuro y preocupación por la enfermedad propia o la de algún familiar.

       -- Encadenados. Restringidos. Controlados por su ansiedad. Ya son impotentes en cuanto al servicio de Dios. No pueden dejar el lado del ser querido (enfermo o muerto) para asistir a los servicios.

       -- Otros son encadenados por la empresa y el empleo. Ahora la economía está “booming”, hay muchísimo empleo, hay overtime, double-time, 12 horas al día, siete días cada semana. Están amarrados. Restringidos. Controlados por el deseo de ser cumplidos con la empresa, ganar el dinero para pagar deudas y mejorar la situación económica. Están en cadenas y no saben cómo escapar. El cuerpo y la mente y la energía y la fuerza pertenecen al patrón. Están encarcelados. No son libres. El espíritu necesita más atención pero no hay tiempo. No hay manera. La causa de Cristo sufre. Pero, ni modo. Hay cadenas.

       -- Dios es celoso. No ACEPTA segundo lugar. “Pero ¿qué hago? Me obligan”. Es lo que digo. Está amarrado. Encadenado. Encarcelado. ¡Cuerpo y alma!

       -- Pablo no habla de eso, pero sus palabras en Rom. 7:24 parecen apropiadas para describir la situación de muchos miembros de la iglesia: “Miserable hombre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?

 

III. Encarcelados – el espíritu, sin cuerpo.

       Luc. 16:24, el rico estaba “atormentado en esta llama”, no su cuerpo que fue sepultado, sino su espíritu.

       Judas 6, “ángeles que abandonaron su morada legítima, los ha guardado en prisiones eternas, bajo tinieblas para el juicio del gran día”.

 

IV. Encarcelados – cuerpo y espíritu en el infierno.

       1 Cor. 15:52, los muertos serán resucitados incorruptibles. El cuerpo de todos será resucitado y no será un cuerpo como este que se puede ser consumido por fuego o que se vuelva a la tierra. Será completamente diferente. Tendrá una existencia eterna y será capaz del gozo infinito o del sufrimiento horrible.

       Mar. 9:43-48 – algunos se burlan de gusanos físicos que comen cuerpos muertos en un fuego físico y en tinieblas físicas. Dicen que no puede ser “físico”. Muchos creen que si es lenguaje figurado se puede olvidar como no teniendo realidad. Esto es un gran error. Figurado sí, pero también real. No es ficción, fábula, imaginario, sino un hecho, una realidad.

       -- Jesús usó el Valle de Hinom como ejemplo del sufrimiento en el infierno. Era el basurero de Jerusalén. No sólo echaban basura sino también cadáveres. Había fuego continuo, incesante, que nunca se apagó y el comer de gusanos que nunca terminó.

       -- Es lenguaje descriptivo para llevar a la mente humana el pensamiento del grado máximo del dolor, del tormento, de la tortura (“el lloro el crujir de dientes”)… de la profundidad de la desesperación (como el rico de Luc. 16)… de lo más horrible del remordimiento… de lo más horrible, repugnante (de gusanos comiendo el cuerpo putrefacto)… de la totalidad de las tinieblas.

      

Conclusión.

       A. Sal. 102;19, 20, “Jehová miró desde los cielos a la tierra, para oír el gemido de los presos, para librar a los sentenciados a muerte”; Sal. 142:7, Todos deben clamar a Dios, diciendo, “Saca mi alma de la prisión, para que alabe tu nombre”.

       B. Luc. 4:18, recordemos la misión de Cristo: “me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos”. Rom. 11:26, Cristo es nuestro Libertador. Jn. 8:32.

       C. Rom. 6:17, 18, libres de la culpa del pecado. Libres del dominio del pecado. Con la meta de vivir con Dios en el cielo donde seremos libres también de la presencia del pecado.